[ 8 ] ฿‡ RECUERDOS DEL PASADO ‡฿
¿Dallana y Noah se ven muy juntos ?
Volteretas estáticas
Para mi suerte Noah dio su brazo a torcer y me soltó en la puerta justo antes de entrar al gran comedor. Le tiré una mirada mientras intentaba colocar mi pelo.
—Vamos, o nos quedaremos sin las frutillas de postre.
Me agarró del brazo, estirando de mi cuerpo hasta el interior del habitáculo.
Nos colocamos en la entrada, junto a la ventanilla donde te servían la comida en las típicas bandejas de metal.
Moví mi cabeza hacia los lados para acomodar el pelo que Noah me había despeinado en el trayecto, pero no conseguía nada más que despeinarlo aún más.
—¿Qué haces? —dijo riendo mientras dejaba paso a la gente que venía a recoger su comida.
—Pues peinarme, ¿qué voy a hacer, piruetas estáticas?
Puso unos morritos en forma de burla.
—Ay pobre, que se ha enfadado. Ven anda, mira que eres bobo —Puso sus manos en mis hombros, echándome para un lado. Y comenzó a pasar sus manos por mi cabello, peinándolo primero para atrás, y después para los lados. Repartiendo mi pelo en partes desiguales —. Ya está ves, eres un dramas. —Me observó con un mohín, pensativo —. Bueno, espera. Te falta la guinda del pastel. —Puso su mano frente a su boca, sacando la lengua dando a entender que iba a usar su saliva como gomina.
—¡Ni lo pienses! —le cogí la muñeca más rápido de lo que él esperaba. Me lo quedé mirando —. Hazlo y será lo último que hagas.
Se soltó de mi agarré y comenzó a imitarme con tono burlón dando pequeños saltitos. Su pelo castaño ondulado se movió junto con sus movimientos.
Dejó el circo y volvió a acercarse a mí con esa perfecta sonrisa y hoyuelos. Mataría por tenerlos yo también, se veían tan bien.
—Era broma, Bobo. —Cogió mi mano e hizo que me pegara una cachetada con mi propia mano.
—¡Para! —exigí y lo empujé riendo —. Oye ¿llevo bien el maquillaje?
—Deja que vea —Cogió mi cara con las dos manos y la inclino un poco hacia su altura. Nuestras miradas se cruzaron y yo entorné mis ojos.
Podía sentir el peso de esos ojos verde oliva sobre mí. Sobre cada detalle de mi rostro. Sus dedos ardían sobre mí, con un ligero tembleque.
—. Te diste una buena leche, ¿tan sonámbulo eres?
Frotó su dedo pulgar de nuevo sobre mi moratón, pero mis oídos no dejaron que el sonido llegara a mi cerebro. Abrí mis ojos y vi sus labios moverse, mientras que seguía en mi estado de ensimismamiento.
Moví mi cabeza y él quitó sus manos de mi cara.
—¿Qué dijiste?
—Joder. ¿Te estás volviendo viejo ya o qué? —me mostró una vez más su sonrisa, sus perfectos dientes. Y esos hoyuelos.
Reí de forma sarcástica.
—Ya te gustaría.
Noah se acercó a mí para que le oyera, debido a todo el alboroto que formaban las personas que estábamos allí.
—Te decía que llevabas el maquillaje bien —Se acercó un poco más y junto sus manos para hacer barrera cerca de mi oreja. —. No sé si sea el primero en decírtelo, pero te quedaría de putisima madre un maquillaje gótico. Pagaría por verlo.
Lo miré arrugando mis cejas. Había visto varias veces ese estilo de maquillaje en las revistas de la enfermería, las cuales guardaban un estilo de los años 80s.
—¿Tú me quieres ver morir? —tuve que gritar un poco porque justo un gran grupo de fuerza se juntó cerca nuestra.
Entonces un par de niños que rondaban la edad de seis años abrieron la puerta, estampando esta en la pared rompiendo el momento. Beatrix, salió detrás de ellos parando la puerta que volvió por culpa del rebote.
Ella al verme me sonrió en el intento de coger a una de las criaturas que no debían de estar ahí. Le respondí levantando la mano y sonriendo. La pequeña criatura se escurrió de sus manos logrando escaparse. Beatrix sopló moviendo su pelo y se dio por vencida.
Se podría decir que no tenía mucha confianza con ella. Pero sin duda era con la adulta con la que podía hablar siempre de todo. Aunque no la viera tan a menudo.
—Oye —llamé su atención acercándome —¿Quieres ayuda? —esta llevó su mano derecha a su frente dando otro suspiro de desesperación.
—Si me haces el favor te lo agradecería, cielo.
Afirmé y me di la vuelta para hacerle un gesto a Noah de que ahora volvía. Bajé los tres escalones que llevaban al sitio de las mesas y giré a la derecha con Beatrix siguiéndome. Visualicé a las criaturas en una esquina riendo entre ellos. Alcé mi brazo a la espalda para que ella se detuviera, de esa forma los niños no sospecharían.
—Eh chavales —me puse de cuclillas y ellos se acercaron a mí inocentes. La gente que se encontraba en la mesa de mi izquierda me empezaron a mirar en un efecto dominó que también fue afectando al ruido callándolo sin piedad. En cambio los de tercer curso de principiantes, que rondaban los ocho nueve años, empezaron a susurrar entre ellos. Subí mi mirada echando un vistazo al comedor de superiores de mi padre, y sus manos derechas. El cual estaba sobre mi cabeza, a pesar de no ver a nadie por razones obvias a través del cristal tintado, sentía como si él me observara desde un piso superior. —¿Queréis ver algo? —les pregunté bajando mi mirada hacia ellos prestándoles atención.
Uno de los niños, el más pequeño y rubio, afirmó mientras el otro se mantenía neutro.
Extendí mi mano izquierda volviendo a entrecerrar todos los dedos salvo los dos antepenúltimos, haciendo así mi gesto tan peculiar. Mi mano se empezó a llenar de una luz azul y niebla casi tenue. Mi pelo desembocó en un majestuoso azul marino y mis ojos se volvieron más azules de lo que ya eran. Una llama de fuego azul sobrevoló la palma de mi mano sin quemarme. Los niños se quedaron anonadados, el rubio miraba aquello como algo nuevo para él y que no entendía. Mientras que el otro se fue acercando curioso. Entonces aproveche para ir acercando mi mano derecha a uno de ellos, poco a poco. Con discreción Blue, con discreción.
Sin que ninguno se lo esperase agarré a uno y al otro lo cogí al vuelo, deshaciéndome de mi querida aura. Me los cargué a los hombros y Beatrix me sonrió sus manos a su pecho.
—No sé cómo agradecerte esto, Blue —Ella los cogió y estos se rindieron ante su derrota. Beatrix en su mayor tiempo se ocupaba de los más pequeños, junto con muchas más criadas. Ellas se ocupaban de su educación y alimentación, hasta que cumplían la edad suficiente para tener su cuarto propio. Esta solía ser los nueve, diez años. El resto del tiempo, cuando podía, ella se ocupaba de mis entrenamientos y desarrollo de poderes. Y bueno, la otra parte me salvaba el culo de muchas hostias de mi padre.
Sólo ella se atrevía a plantarle cara a mi padre, y por eso ya se merecía mis respetos.
—No hay de que. Sólo te pido uno de esos zumos que haces cuando puedas. —Ella afirmó, me despedí de ella y de las criaturas. El rubio se cruzó de brazos y me sacó la lengua. Lo imité divertido y antes de volver con Noah chequee de nuevo el comedor de mi padre.
La luz de los pequeños ventanales en la parte superior de los altos techos daba una luz amarilla directa a un trozo de la ventana.
Me quedé mirando esa parte. Con un frío extraño en el cuerpo.
Me deshice de todo eso y regresé con Noah a la ventanilla de la comida.
La verdad es que me pasaría el día entero contándoos como es el funcionamiento del orfanato, porque de verdad me apasionaba. Pero para no haceros la historia muy larga. Un grupo de personas, entre ellos mi padre, escaparon del apocalipsis reuniendo recursos y construyendo todo esto. Después, alojaron a los jóvenes y niños en la edificación. Cuando esta generación creció tuvieron sus hijos y así consecutivamente, sin mezclar la misma sangre. Hasta el día de hoy que el orfanato es lo que es.
Ningún padre reconocía a su hijo como suyo, o se hacía cargo. Simplemente los tenían y ya, para reproducirnos y que la población no se acabara.
Llegados a la edad de La Liga, podías elegir entre: hacer expediciones, de las cuales sólo un uno porciento regresaba, y ver el exterior. O quedarte dentro cumpliendo algún cargo. Ya sea: profesor, limpiador, cocinero...
Pero una cosa sí os puedo asegurar, ese uno por ciento que regresaba de las expediciones no volvía a ser el mismo. Es algo que me gusta remarcar, y que no le puedo contar a nadie. Porque al estar en la zona de superiores lo veo todo mejor. Esa persona que volvía era aislada. Sólo un grupo de personas especializadas y mi padre podían verle. Pasaban los días, semanas, y meses; y nadie sabía nada de esa persona. Hasta que acababa en un horno crematorio.
Volviendo a nuestra pequeña sociedad.
Víctor se convirtió en el "padre" simbólico de todos, nadie le decía padre. Pero era esa persona a la que alababan y no ponían en duda. Sobre la que no podías decir nada malo. A la que le rezaban cada noche con tal de seguir con vida a la mañana siguiente.
Y así consiguió el poder máximo. Y por alguna razón, el niño Blue nació más poderoso que los demás. Y lo aislaron.
Para mí era mucho más fácil llamarlo Papá que para el resto, supongo que es como un software de hijo. Por supuesto que no tenía el cariño hacia él como un padre, pero sí algo más cercano que cualquiera de aquí. Como es lógico por pasar toda mi vida con él como figura paterna. Si se le podía llamar así.
Al cruzar la esquina vi a Noah con dos bandejas haciendo equilibrios, y la gente entrando aún a comer. Salté los tres escalones dejando atrás todos esos conocimientos. Y le cogí una bandeja antes de que hiciera un estropicio delante de toda esa gente.
—Bueno, vamos. O pienso comer aquí mismo. —Ladeó su cabeza y le dio un bocado al pan empezando a caminar hasta la parte izquierda del comedor, la nuestra.
Las cabezas de algunas personas nos siguieron en nuestro paseo mientras otras nos abandonaban. El ruido fue subiendo de intensidad hasta ser un comedor con algunos decibelios de sonido. Nos dirigimos a la penúltima mesa donde cené la noche anterior, y donde estaban todos nuestros compañeros de Liga.
Algunas personas en las mesas conjuntas estaban usando sus poderes. Un grupo de gente de agua en una esquina probaba a congelar y descongelar sus vasos de bebidas.
Otros de electricidad cargando sus teléfonos.
Se podía ver que una gran parte de nuestra mesa había sido ocupada por la gente de fuerza. Que al no poder usar sus poderes con un abanico tan grande como el resto. Se dedicaban a charlar muy fuerte. Mirando mal al resto sin reparos y haciendo burlas.
«Al parecer no iba a ser un mito la mala fama que tenían. »
Cuando estemos más tranquilos os haré un estudio psicológico de cada facción, creo que ya fue suficiente por hoy.
Noah se fue por el lado derecho de la gran y larga mesa, y yo por el izquierdo al único sitio libre frente a Dallana. Que gracioso universo. Coloqué la mochila debajo del banco y me senté echándome el pelo para atrás.
Entonces Noah se inclinó y le quitó el pelo de la oreja a Dallana, le susurró algo al oído mientras sujetaba la bandeja con la mano derecha. Bajé mi mirada y rasqué mi nuca en un gesto de incomodidad. Ellos se veían realmente unidos, incluso empezaba a pensar que se gustaban entre sí.
Pero debería de alegrarme, Noah era mi amigo, ¿no? Los amigos se alegraban por ese tipo de cosas.
El levantamiento de Dallana me hizo volver a alzar mi cabeza. Noah se sentó en su lugar y ella al lado. No pude evitar sonreírle a Noah el cual ahora estaba frente a mí y seguro que me puse rojo.
Se mordió su labio inferior y se recostó en el banco sin respaldo para darme una patada en mis Jordans blancas de bota. Yo también golpeé sus deportivas con plataformas de colores que lo hacían tres centímetros más alto que yo.
Ambos soltamos unas risas ahogadas y la gente empezó a mirarnos, a mirarnos muy mal. Pero quiénes somos nosotros para juzgar. Peor sería llamarse Dallana.
—¿Se puede saber qué te pasa? —Dallana clavó sus ojos verdes en Noah y este para disimular devoró una cuchara de puré de patata.
—¿Hmm? —Noah se hacía el sordo poniendo su mano rodeando su oreja y empezó a hacer ruidos raros.
Ella puso los ojos en blanco soltando mucho aire.
—¿No te da vergüenza actuar así?
Reía mientras intentaba empezar a comer. Con todo un caos a mi alrededor.
Dallana le sacó el dedo mostrándole sus dientes blancos. Los mire discutiendo no verbalmente mientras sonreía con la boca llena de comida, comida asquerosa por cierto. Por si no lo he dicho antes.
Pero por dentro quería llorar. Dallana no le hacía bien a Noah. La miré con odio disimulado.
Entonces el ruido de lo que pareció una pequeña explosión nos calló a todos. Al girarme vi como la mochila de un chico de nuestra edad había explotado llenando su ropa de una pintura que simulaba sangre.
Me giré y vi a Noah confundido. Él prestaba atención y cuando me vio levantó los hombros.
Volví a mirar la escena como todo el mundo estaba haciendo, para ver cómo un chico de fuerza se levantaba comenzando a reír hacia el chico.
El afectado giró su cabeza y vi su tatuaje de agua.
—¡Cuidado, parece que a alguien le explotó algo! ¡A ver si va a ser que tienes Ivy amigo, yo que tú me iría despidiendo! —el chico de fuerza regresó con su grupo para troncharse a risas.
Quería levantarme para ayudar pero Noah se puso de pie y pasando su brazo sobre la mesa sujetó mi cuerpo.
Alguien de fuego se me adelantó y muchas personas se levantaron a ayudar al chico afectado.
El ruido volvió a todo el comedor haciendo como si nada. Les eche un ojo a los de fuerza con una ira inexplicable. Me giré y volví a mi plato.
Noah negó con la cabeza soplando y al resto parecía no importarles lo que acababa de pasar.
¿Acaso nadie era capaz de plantarles cara a esos sinvergüenzas? Ya sé que te podrían partir la cara fácilmente. Pero aquí había gente con poderes de fuego.
—¡Ey Blue! —alguien me dio una palmada en la espalda y tuve que disimular el dolor.
«Maldita sea. ¿Por qué tienes que ser un puto lisiado siempre? »
Nick se dispuso a sentarse a mi lado. Me alzó su mano y yo se la choqué. Hoy llevaba un atuendo más deportivo y su pelo rubio teñido en forma de seta más peinado.
—Hola —lo saludé en un tono que solo él escuchó, le sonreí sin mostrar ningún tipo de cercanía pero tampoco lejana.
Él se sentó junto a mí con algo más de confianza. Me pude fijar en uno de los llaveros que colgaban de su mochila. Ahí, estaba de nuevo, esa carta de una Torre.
Nick dejó su mochila en el suelo y miró a Dallana, saludando.
—Eh chicos —Esta chasqueó los dedos y colocó las manos sobre la mesa —. ¿Ya sabéis lo que vais a llevar al baile de iniciación?
«El baile de iniciación, se trataba de un estúpido baile o mejor dicho comida elegante con música en el coliseo. Donde los que entraban en la Liga se ponían guapos y celebraban el lugar que ocupaban después de diecinueve años de su vida . »
Sonreí al recordar un vago recuerdo entre otros muchos de cuando era pequeño. Recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer.
Y de la nada una nube de temor me rodeó. Helando por completo mi cuerpo.
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