[ 7 ] ฿‡ ES UNA ENFERMEDAD ‡฿
Algo pasa con Noah y Diego es un cabrón .
¿La TORRE?
¿Realmente importaba?
Al final mi burbuja acabó explotando a causa de un pequeño toque en mi hombro.
Me desprendí de la música bajando mis cascos a mi cuello, dejando que el alto volumen sonara a modo de altavoz.
Pude respirar tranquilo cuando vi que la alta figura de Noah se hacía un pequeño hueco a mi lado.
Él fumaba de su vaper rectangular negro y trasparente. Ya se había cambiado a la ropa habitual, aunque su pelo se había quedado algo chafado por culpa del casco.
—Casi me matas del susto. —acabé de dibujar un par de líneas, y cuando las acabé le presté atención.
Al girarme para mirarlo sonrió de nuevo con esa sonrisa, algo se tramaba. Se incorporó un poco y me soltó todo el humo blanco a la cara.
Comenzó a reír, mientras yo intentaba deshacerme de aquella neblina.
—Perdón —Me ayudó a mover el humo. —. En mi mente se veía más gracioso.
—No te preocupes, huele bien.
Sonreí sin saber qué más decir. Un pequeño impulso me llevó a querer rascar mi ojo, pero fue Noah que con una miradita me lo impidió. El delineador, siempre se me olvidaba que estaba ahí. Había veces en las que me rascaba y parecía un mapache.
Noah dio otra calada y sonrió tirando el humo entre sus labios.
—¿Quieres? —me lo tendió para que yo también fumara.
«Se refería a que si quería poner en mis labios algo que él había puesto en los suyos hace apenas segundos.»
—No, gracias —me salió la risa tonta y empecé a recoger todo nervioso. —. Mi padre me mataría si me viera fumar.
Él afirmó con la cabeza y apagó el aparato.
Antes de que pudiera guardar mi cuaderno, Noah se acercó poniendo sus dedos sobre él. Una sonrisa se dibujó en sus gruesos labios.
—Bueno —Levantó los hombros. Y cortó la cercanía -. ¿A dónde quiere ir el chico Mimado del orfanato? —Me volvió a rodear con su brazo y a cogerme de la muñeca. Hizo un mohín con los labios y miró a la nada. —. Podemos ir a la biblioteca, a pillar algo de comida, entrenar...borrar nuestra huella de la humanidad.
Lo miré negando con la cabeza. Y me escabullí de su agarre. Para no sentirlo tan cerca.
—A donde tú prefieras, casi que conoces esto mejor que yo.
Afirmó bastante convencido.
—De acuerdo —Se alzó dando una palmada —. Vamos, te voy a enseñar algo. —Después de decir eso salió corriendo levantando su brazo para que lo siguiera.
Baje la cabeza mientras reía poniéndome rojo. Toqué mi muñeca sin dar aún crédito a lo que estaba ocurriendo.
Luego corrí para cogerle el ritmo y cuando lo hice di un mini salto impulsándome en sus hombros.
Llegamos a un sitio apartado de las pistas y puerta principal. Dallana hablaba con sus amigas mientras se hacían fotos. Noah estiró de mi brazo y caí junto con él a la hierba a la cual le daba la sombra de un gran árbol.
La brisa corría dando una sensación de frescor y el cielo estaba algo más despejado que otros días.
Caímos de tal forma que la parte de mi tronco estaba encima suya, y mis piernas en el suelo.
Cuando me di cuenta un calor y nervio envolvió, apoyé mis manos sobre la hierba y me impulsé para dejar de estar a su lado. Poniéndome de forma torpe a su lado.
Él ni se había movido. Me miraba con una sonrisa relajada desde abajo.
—Te ves muy lindo desde aquí, sabes. —Me siguió con la mirada poniéndose cómodo en el suelo.
—¿Qué? —musité, creía haber oído mal, pero sabía que no. Mi voz sonó, como decirlo, como si me acabaran de decir que alguien había muerto.
—¿Hmm? —Levantó las cejas y su cabeza volviendo a usar su vaper.
Quedé embobado mirándolo, sus ojos verdes me miraban a través de esa neblina. Y por alguna razón sentía mi corazón ir demasiado rápido.
—Oye —Rompió la conexión y se acomodó en el suelo —, vamos a jugar a algo. ¿Qué te parece?
Arrugué mis cejas y lo miré extrañado.
—¿A qué? —Me arrastré hacia atrás tumbandome junto a él, acomodando mi cuerpo sobre mi mochila.
—Mira, es bastante sencillo —Se pegó a mí poniendo su mochila detrás suya y usándola de almohada —, le vamos a poner puntuación a la gente de clase —Hizo un mohín alzando los hombros.—. ¿Qué quieres chico o chica?
La voz de Noah, con esa pregunta, resonó en mi cabeza con eco. Mientras él viento se llevaba cualquier tipo de pensamiento. Nunca me habían hecho esa pregunta, nunca la había oído más allá de mi mente.
¿Realmente importaba? ¿Realmente le importaba, o sólo se trataba de un juego de verdad?
—Ehh —Me quedé dubitativo, hice lo mismo que él y también tumbé mi cabeza sobre mi mochila. Sintiendo mis manos temblar un poco. -, no sé, ¿ambos?
Afirmó.
—Veamos, ¿quién te parece el más guapo de la clase?
«Tú.»
Lo mire disimulando mis sentimientos. ¿Realmente me gustaba? Sólo horas era innecesario para saber si alguien te producía eso, ¿no?
—No sé —Por un momento sólo se oyeron las hojas de los árboles moverse por el viento —. No conozco los nombres. Y tampoco he tenido tiempo para fijarme mucho.
Mentira, me conocía hasta el número de pestañas de cada persona de clase. No por nada era un distraído.
Noah ladeó su cabeza, parecía que esa no era la respuesta que estaba esperando.
—Bueno —Me miró apretando los labios —, está bien que no te guste nadie —Alzó los brazos a la altura del pecho —, y que te guste también. La vida está para vivirla, Blue. Yo de ti no me acobardaría por nada.
«Eso díselo a mi padre.»
—Supongo, ¿no? —Alcé las cejas —. Pero no todos piensan eso.
—Bueno —Hizo una mueca mientras movía su cabeza —, te tiene que importar una mierda lo que piense la sociedad, haz lo que quieras. Menos matar —Me señaló con el dedo —, matar está mal, y la violencia no soluciona nada. ¿Oíste? Graba eso en esa cabeza de Mimado. —Golpeó con su dedo mi frente.
Afirmé.
Se quedó callado, y de la nada se sentó de golpe estornudando. Entonces una ráfaga de aire me dio de lleno en el rostro. Y me sobresalté al ver que se había transformado en un gato y luego había vuelto a su estado normal dando otra ráfaga de aire.
Lo miré con los ojos abiertos sin entender nada, solía no entender muchas cosas. Pero esa se llevaba el premio.
Mira que yo había visto cosas raras, pero sin duda está era la que más. Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en los libros.
Incluso me pregunté si a mí también me pasaría un día por ser el más poderoso. ¿Era de verdad un poder? ¿En qué momento me lo había saltado?
Tenía tantas preguntas.
Noah miró a su alrededor asustado, y con dificultad para respirar. Su pecho subía y bajaba a la velocidad de la luz. Y su nariz se coloreó de rojo. Se volvió a tumbar mordiendo el vaper con los dientes, nervioso, levantando las cejas.
—¿Qué fue eso? —La pregunta me salió sola, como una necesidad.
—¡Ah!, eso —Movió la mano en el aire. —, no es nada. Mi poder.
—¿Tu poder es que cada vez que estornudas te transformas en un gato?
—No —Movió su cabeza y sus ojos se apagaron. Y comenzó a balbucear cosas sin sentido —, bueno, en realidad es una enfermedad sin cura.
—Oh, yo lo...
—Nah, no te preocupes. Para mí no es nada, pero paso mucha vergüenza cuando ocurre. —Retiró la mirada de mí mirando al cielo.
—¿Hay algo que yo pueda hacer por ti?
Negó.
—Nada, sólo hacer como que no has visto nada cuando pase lo mismo —Levantó los hombros y arrugó sus labios. —. No me siento cómodo ni con Dallana, es absurdo.
Sopló cruzándose de brazos recuperando poco a poco el aire que aparentemente había perdido.
—No lo es, y... —Apreté mis labios nervioso. —, No pasa nada de verdad —Se me daba tan mal dar consejos. Además de que la curiosidad me estaba ganando. —. ¿Te puedo hacer preguntas? Si no va a ser una molestia, claro.
Se giró para mirarme fatigado pero sonrió con las pocas fuerzas que había recuperado.
—Claro, Blue. Yo te respondo.
—¿Tú controlas el animal cuando vas a estornudar o es sólo un gato?
Era una gran curiosidad, realmente nunca había oído hablar de esa enfermedad. Él debe de ser el único, porque de todas las charlas que hasta el momento me había tragado de mi padre, sobre el orfanato. No mencionó nada de una enfermedad así.
Y quizás hablar de ello le ayudaba a darse cuenta de que no era para tanto. Cuando tenía un problema me lo solía quedar para mí, pero si estuviera en su lugar me gustaría compartir mi experiencia con alguien que sé que me va a escuchar.
—Realmente sí, pero sólo en un porcentaje de un noventa y nueve. -Hizo un mohín con los labios.
—¿Y puedes hacerlo por ti mismo? —Me giré mostrando interés, apoyando mi cabeza en mi brazo, sintiendo parte de la textura de la mochila tocar mi rostro.
—Sí, por supuesto. Pero como ya te he dicho —Movió sus manos —, no me siento cómodo con nadie. Es complicado de entender, lo sé. A cualquiera le gustaría tener esto. Pero aquí es como, "¡mirad el chico espécimen!"
Me gustaría decirle que no estaba tan mal, que en verdad estaba de puta madre. Porque era algo único, nadie de naturaleza podía hacer eso.
Me sorprendía que la gente era igual de gilipollas aquí abajo que arriba. Ojalá poder tener a toda esa panda de ignorantes delante ahora mismo.
Vi como Noah desviaba su mirada con una falta de brillo en su rostro, incluso parecía estar más pálido.
Esta vez fui yo quien se acercó. Le toque el hombro y señalé a alguien.
—Eh mira ese, ¿serviría para nuestro juego? —Me refería a un chico que pasaba por enfrente nuestra. —. Yo le pongo un cuatro. ¿Y tú?
Noah parecía volver a ser él.
—¿Quién, Lucas? Un tres. Además dicen que es un capullo hijo de su mamá, que piensa que las mujeres solo tienen ojos para él y su trasero. En lo que llevamos de mes ha tenido por lo menos tres novias. Y no especialmente en tramos de tiempo diferentes.
—Pff —Puse los ojos en blanco — Gilipollas, hay muchos por aquí, al parecer. —Me recosté sobre mi mochila.
—Ya te digo —Mordió la boquilla del vaper nervioso —. Eh, ¿qué me dices de ese?
Se refería al chaval que hablaba con Dallana. Eché mi cabeza para atrás teniendo una vista volteada de él, pero lo suficiente buena como para poder puntuarlo.
Tenía el pelo rubio decolorado en forma de seta, despeinado, con la piel algo morena. Y un estilo bastante bueno. Mantenía sus manos en su bolsillo y reía apoyado en el árbol.
—Hmm —Entrecerré mis ojos y torné mi cabeza hacia el lado izquierdo donde se encontraba Noah. —. ¿Seis?
—Gran puntuación, creo que yo también le voy a dar un seis —Usó su vaper y señalo al chico con los ojos a la vez que levanto las cejas —. Se llama Nick, es majo te caería bien. A veces viene conmigo a entrenar.
No pude evitar sentir un ligero sentimiento de envidia.
—Bueno, al parecer no todos aquí son unos desgraciados.
—Hay más gente buena en el mundo de lo que crees, perooo. Sin embargo eso no quita que sean unos lobos con piel de cordero. Por esa razón no debes de fiarte de la gente muy pronto, créeme el que menos te esperas es el que te apuñala por la espalda. Te lo digo de corazón y por experiencia —Silencio —. Ahora es cuando me dejas de hablar sabes —rio y se acercó el vaper a los labios.
—Sólo si sigues poniéndote filosófico. Ya he tenido suficiente de toda esa mierda.
Noah soltó una carcajada. Me alegró verlo sonreír. No esperaba que le fuera a hacer tanta gracia.
Sonreí quitando la mirada de él por unos segundos. Y cuando lo volví a mirar me crucé de brazos y vi como él inclinó la cabeza para atrás, dejando que su pelo pareciera más largo y que su nuez se marcara más.
Soltó el humo y cerró los ojos.
Podría algún día besar su cuello. O tan solo besarlo a él, solo tenerlo en mis brazos eternamente. Sentir esa cercanía como algo privado y solo nuestro, con miles de mariposas chocando por las paredes de mi estómago.
Cerré mis ojos negando, inspire aire para no morir asfixiado, oliendo aquel humo. Noah dejó caer su cabeza a la mochila acompañado de un suspiro.
Arrugué mis cejas y lo miré abriendo mis ojos poco a poco por culpa de la luz.
Noah no me miraba, por primera vez en mucho tiempo era sólo yo el que lo miraba sin que él me siguiera el juego.
Entonces su cuerpo se puso rígido y pude notar como su respiración se cortaba.
—No puede ser. —Giró su cabeza y pude ver su cara de preocupación. Esos labios que temblaban. Esos ojos húmedos. Su respiración subiendo y bajando su pecho rápido.
—¿Noah? —Me incorporé sin saber bien qué hacer. Miré hacia donde había mirado pero nada resaltaba. Tan solo un grupo de tres chicos que se acercaba. Miré a Noah que se había tumbado de nuevo tragando saliva. —. ¿Quiénes son...
Empujó mi cuerpo sin avisar de nuevo al suelo y mochila, provocando que diera un grito de sorpresa. Puso su dedo en mis labios y me mandó a callar.
«Esto no me daba buena espina.»
—Pero bueno, si Ivy tiene un amigo. Pensaba que te ibas a morir solo.
Un chico pelirrojo acompañado de dos perros falderos, otro chico y una chica. Se posicionaron al lado de Noah. Tapando el sol por completo. Él no se movía, siquiera les dirigía la mirada.
Alterne la mirada entre ambos. Y sentía como cada músculo de mi rostro se desplazaba con ira. Me temblaban las manos. Y algo dentro de mí empezó a provocarme mucho calor.
El chico miró a sus compañeros con una sonrisa. Y luego volvió a Noah, se agachó un poco para estar más cerca.
—¿Acostándote con el hijo del jefe, Folen? —Soltó una risa y mi respiración se aceleró junto con mi corazón. Casi podía oír el pitido furioso de la olla a presión de mi interior. —. Vas a acabar muriendo de verdad, será divertido contarle tu penosa historia a mis hijos. Y futuros pardillos que sigan tus pasos.
—Más te vale cerrar tu boca e irte por donde has venido. —Me incorporé un poco y la mano de Noah se posó sobre mi pecho. Sabía que sentía mis nervios.
—¿Y si no queremos qué? —La chica se apoyó en el chico e hizo un puchero. —. ¿Vas a llamar a tu papi?
Los tres rieron y ya no podía respirar normal. Pero el chico protagonista me miraba con una sonrisa diferente.
Entonces apretó sus labios, el resto solo ocurrió a cámara lenta. Su cuerpo echándose para atrás para volver a su posición pateanado con fuerza la mochila donde Noah tenía apoyada su cabeza. Y en cuestión de milésimas otra más.
Entonces el explotar de la olla hizo que todo volviera a una velocidad inhumana.
Me levanté saltando a Noah, envuelto en un aura azul donde apenas se me veía. Solté un grito que resonó por cada uno de los muros junto con el golpe que planté en la cabeza de ese cabrón.
Sus amiguitos retrocedieron unos pasos mirándose entre sí.
Cuando fui a rematarlo usando mi súper fuerza los brazos de Noah me echaron para atrás con fuerza. Y mis sentidos volvieron a la vez.
—Blue tranquilo.
Los brazos de Noah sobre mis brazos y cuerpos estaban llenos de mi aura azul. Sus manos apenas eran visibles bajo toda la neblina y luz.
Mi respiración se escuchaba acelerada salir por mi boca.
El chico apretó sus labios y frotó su mejilla que tenía rasguñones de sangre.
—¿Acaso quieres morir junto a él, Parckson?
—Atrévete a tocarle un pelo y conocerás la verdadera muerte con tus propias carnes, imbécil.
Me solté de Noah dejando pequeñas nubes de niebla que habían estado en el cuerpo de él.
El chico vino hacia mí y me dio un fuerte empujón. Di un traspié que aproveche para darme impulso. Volví a por él ahora sí, usando mi súper fuerza.
Primero le solté una patada en su abdomen y cuando se llevó las manos a este lugar, cogí impulsó y golpeé su cara. Un sonido hueco hizo al silencio por unos segundos.
Luego el caer de este chico en el suelo trajo de vuelta el caos.
—¡Blue Parckson!
Noah volvió a por mí. Rodeó de nuevo mi cuerpo y me levantó echándome para atrás girando mi cuerpo. Sentía que si escupía iba a salir el peor de los venenos del mundo. Todo a mi alrededor daba vueltas.
La figura de Dallana corriendo hacia nosotros se vio borrosa para mis ojos.
—¡Diego! —Paró al matón antes de que este me fuera a pegar —. Vete de aquí, de inmediato. —masculló con tono de enfado.
Conque el abusón se llamaba Diego. Pues encantado, soy Blue. Parckson cuando me enfadan.
—¡Eh, Diego! ¡No pienses que me voy a olvidar de tu nombre! —Intentaba girarme para mirarlo pero Noah me lo impedía. —. Si quieres llamo a mi padre de verdad, no le llevará mucho hacer acto de presencia. A él no le importa mancharse las manos.
—¡Blue! —La voz detrás mía, la de Noah, me hicieron bajar mi forcejeo. —. Sosiega, te lo pido.
Dallana le giró la cabeza a Diego y le indicó la salida.
—,¿¡Por qué!? Ha sido ese gilipollas, no yo —aulló, Dallana alzó su mano y pegó su cara a la de él poniéndose de puntillas.
—¿¡A si!? —Me solté de Noah y caminé hacia el tal Diego. —. ¿Quieres que termine con esto de paso?
Vi su tatuaje, fuerza. Como no, ellos siempre intimidando a los que son inferiores a ellos. Creyéndose los mejores del orfanato, si había un problema era culpa de alguien de fuerza.
—¡Quieto, Blue! —Noah intentó alcanzar mi brazo pero lo quité de su objetivo del enfado que llevaba encima — ¡Para! —suplicó intentando retenerme. —, vamos compañero. Escúchame, relájate, por tu bien.
—Mejor hazle caso a Ivy, acabarías muy mal —amenazó el pelirrojo con una sonrisa torcida. —. No me gustaría dejar a esta gente sin futuro jefe.
«Te vas a enterar de lo que es acabar mal.»
Cómo se atrevía a llamar así a Noah. A puesto que todo tenía relación con su enfermedad y que le hacían la vida imposible por ello. Seguro que esa era la razón por la que Noah no se sentía agusto.
Esta gente pagaría por todo lo que le han hecho a Noah. No dormiría hasta verlos bajo tierra, vivos o muertos.
—¡Diego! Largo, y no digas cosas de las que te puedas arrepentir —Dallana seguía insistiendo, pero sus palabras no tenían represalias sobre él. —. Diego, ¿qué te acabo de decir?
—Está bien —Alzó sus manos golpeando el aire, miró a Dallana y luego a mí —. Pero te pillaré Parckson, y tus amigos no estarán ahí para ayudarte. No por ser el niño prodigio eres el más fuerte de los dos. —Soltó una risa antes de irse con su séquito de descerebrados.
Me quité a Noah de mala gana cayendo al suelo. Volví poco a poco a mi ser, respirando muy rápido. Golpeé el suelo, no podía retomar un ritmo normal.
—¡En qué pensabas, Blue! —Noah se oía enfurecido caminando a mi lado.
Coloqué mis manos en mi cabeza y flexioné mis rodillas ocultando mi rostro. Controlando mis nervios y sentimientos.
«Cálmate, cálmate »
No había oído gritar así a Noah hasta ahora. Quizás lo había mandado todo a la mierda como siempre.
—No le grites, Noah —Dallana estaba más calmada y su tono era sereno. —. ¿Acaso es su culpa? Cualquiera hubiera hecho lo mismo. Ese tío se lo estaba ganando a pulso.
Noah no habló. Sólo había silencio. Justo lo que necesitaba. Los últimos mechones de mi pelo volvieron a su negro oscuro.
Y mi respiración se oía más calmada. Algunas ráfagas de aire fresco lograron enfriar mi cuerpo.
—Estás en lo cierto.
Se oía arrepentido, con su voz algo rota. Alzó su brazo llevándolo a su nuca. Me miró y se sentó a mi lado suspirando.
—. Lo siento, Mimado, he sido un imbécil contigo. Los nervios también me consumieron. Perdóname, no debí de gritarte, eso estuvo muy mal. Pero vas a conseguir meterte en problemas —Escuché su voz demasiado cerca, poco a poco iba bajando su tono de voz —. ¿En qué pensabas compañero? —Buscaba mi rostro que estaba oculto por mis manos.
—¡No lo sé! —grité demasiado, por mi ataque de ira y desperté mi aura otra vez, lo observé con mis ojos rojos de haber aguantando las lágrimas ante alguien que acababa de conocer hace unas horas.
Él se llevó algunos dedos al entrecejo y me miró encogiendo sus cejas.
—Está bien. No pasa nada, estamos alterados. Vamos a tranquilizarnos —habló por ambos, alzando sus manos. Su tono volvió a ser el mismo sereno y amable de siempre. —. Vamos a respirar juntos...
—¡¿Por qué dejas que te hablen así?! —Me levanté sintiendo un mareo y lo miré, llevándome las manos a la cabeza. Me parecía tan injusto. Mis piernas empezaron a temblar mucho y comencé a respirar mal. Noah se dio cuenta.
—Blue —Se alzó y me cogió de las muñecas. De nuevo sus manos volvieron a estar cubiertas por mi aura. La niebla se movía alrededor de estas como pequeñas olas empujadas por una leve brisa.
Mientras que por mi cuerpo parecían estar guiadas por una gran tormenta.
—Te escucho, lo prometo. —me tembló la voz.
Hizo que mis brazos rodearan su cintura. Las dejó ahí y hundió sus brazos por la niebla de mi cuello.
—No te puedes liar a hostias con todo el mundo. —Acarició mi nuca.
—Pero no puedes permitir que te digan así, tú me defendiste ayer por lo mismo. No voy a permitir que te llamen Ivy, no te lo mereces. —Mi voz se cortaba, y distorsionada.
Negó y pegó mi cuerpo al de él. Tomando varias bocanadas de aire sonoras.
—Escucha y grabate esto en esa cabecita como si fuera el manual de como respirar —Apoyó su mano en mi cabeza y se acercó a mi oído —. La violencia no soluciona nada en esta vida. Sólo empeora las cosas. Te pones a su nivel y es un bucle, pasando de ellos se cansaran y te dejarán. Puede sonar una tontería, pero a veces es lo más sano para todos —Me echó el pelo, ahora negro, para atrás con delicadeza. —. Prométeme que no volverás a hacer algo así, y menos por mí. Tú siempre debes ir el primero en todo.
Pegué mi cabeza aún más a su hombro y cuello, achicando mi altura y cerrando mis ojos.
—Te lo prometo. Pero por si acaso atame a un árbol. Y dame una hostia si me pongo tonto.
—Ay, mira que eres bobo eh. Perdóname por chillarte de verdad se me perdieron los papeles. Y lo hice muy mal.
—Tranquilo, yo también me equivoqué.
Subí las manos por su espalda y lo abracé más fuerte empezando a respirar mejor gracias a su aroma. Inspiré para oler ese en un acto de persona cocainómana.
Abrí mis ojos que deberían de estar rojos y vi como Dallana se iba en un ligero trote con sus amigas.
Noah pasó su mano por mi pelo y luego lo despeinó, más tarde posó sus manos en mis hombros.
—Blue. —susurró.
—¿Si, Noah? —Lo imité y me desprendí de lo más hermoso que había tenido nunca, un abrazo, en concreto sus abrazos.
Lo miré a los ojos volviendo a mi altura normal y como no decía nada levanté una ceja al tiempo que hipé.
—Y bien...
Me cogió de la cintura y me puso boca abajo poniendo mi cabello sedoso de punta.
—Noah —acompañado de su nombre me salió un gallo. —, hoy me había peinado. Y lo acabas de destrozar.
—Tranquilo, sólo me estoy cobrando mi venganza.
—Me acabas de dar una charla de padre sobre que la violencia no soluciona nada.
Intenté agarrarme a su brazo y en el segundo balanceo lo logré, hice fuerza para incorporarme y evitar que la sangre me bajase más al cerebro.
—Hmm —Desvió su mirada y apretó sus labios pensante. —, no lo recuerdo.
—Va, bájame. —insistí.
—Si me lo pides así, para que negarnos —Me alzó más y me hizo creer que me iba a soltar, lanzándome al aire para luego cogerme.
—¡Noah! —Me aferré a sus hombros y cuello y él empezó a reír —. No tiene gracia. —Abandoné su hombro y lo miré.
En ese momento él me miró con los ojos entrecerraros y con una sonrisa pícara. Miró mis labios bajando su mirada despacio y aquello me provocó que me congelara por dentro. Yo también lo miré a los labios mientras me sujetaba por la cintura y entonces rodeé su cuello con mis brazos y mi corazón empezó a gritar. Tenía el estómago en la garganta. Me fui pegando poco a poco y fueron los segundos más largos de toda mi puta vida.
Pero se sobresaltó y me dejó al lado de mi mochila. Y se apartó unos centímetros para estornudar. Aparte mi vista de él y me quedé recapacitando en lo que había ocurrido. Tumbé mi cuerpo e inconscientemente sonreí poniéndome rojo.
—Perdón, bueno ¿y por donde iba? —Frotó sus manos y se sentó a mi lado.
Entorné mis ojos y llevé mi mano a mi barbilla mientras él se sentaba.
—Diego, ¿no?
—Sí —Afirmó -, ¿por qué preguntas? —miró a la derecha y luego volvió a mí.
—Menos diez mil.
Noah rio tapando su cara —Sabes, yo un diez —Lo miré incrédulo con los ojos como platos, a veces era imposible captar su humor —. ¡Era broma! Por dios tendrías que haberte visto la cara de estúpido. Aún nos queda mucho tiempo juntos para que pilles mi humor —Empezó a reír mientras yo seguía en shock, pudiendo sólo soltar una respiración acompañada de una ligera risa.
—No tienes remedio. —desvié mi mirada y lo dejé riendo por unos segundos más, aguantando la mía propia para hacerle picar.
—Venga, no te pongas así ha sido una broma. Nunca has oído eso de mis traumas mis chistes. —Me dio un pequeño empujón que me hizo ladearme un poco, y yo se lo devolví más fuerte.
—Que te jodan Noah. No me vuelvo a pegar por ti.
Me sacó la lengua y yo le respondí con mi dedo corazón. Agarró mis hombros haciendo que me tumbara en la hierba despertando mi aura por el contacto imprevisto.
Vi como se quitó de encima de mí poniéndose verdaderamente nervioso.
—Mola, eh —Seguía en el suelo mientras él se echaba su pelo ondulado hacia atrás y me di cuenta de que lo había preocupado. —. Lo malo es que, como soy joven, me delata mucho con mis sentimientos. Sabes, es difícil mentir cuando estoy nervioso, y todas esas cosas.
—Sí que mola, sí. —Se me quedó observando —. Pensaba que te había hecho daño, y por eso tu... —Soltó un suspiro nervioso y yo me incorporé.
Negué.
—¡Para nada! —Moví mi mano para quitarle importancia. —. Sólo me diste un buen susto.
Noah sonrió, menos tenso.
—¿Y qué más puedes hacer a parte de brillar?
Solté una carcajada, y negué.
—Mira y aprende, listillo —Me arrastré hasta estar cerca de Noah.
Me senté junto a él. Y busqué un objeto fácil, la mochila. Mi pelo reboso en un azul marino de nuevo junto con mi mano izquierda, en uno eléctrico con una neblina de un tono más oscuro.
El objeto se elevó en el aire delicadamente a la vez que mi mano.
Y por el rabillo del ojo vi como Noah alternó la vista entre la mochila y yo, sin dar crédito. Le sonreí sonrojado, me sentía muy observado.
Él pasó su mano por enfrente de la mía, lo miré riendo frunciendo el ceño intentando mirarle sin quitar la concentración de la mochila.
—¿Qué haces ahora?
—Seguro que no hay ninguna cuerda.
Miré a la mochila y luego a él.
—¿Cómo va a haber una cuerda, Noah? Es que nunca has visto a nadie usar la telequinesis.
Alzó los hombros sin dejar de mirar a mi pelo. El brillo de este se veía reflejado en sus gafas redondas, y en su bella sonrisa. Alzó la mano derecha, la seguí con la mirada hasta lo alto de mi cabeza. Noah me miró a los ojos, como pidiendo permiso. Afirmé. Y sus dedos se entrelazaron entre los mechones azules de mi cabello.
Cerré los ojos cogiendo aire, y la mochila cayó al suelo. Noah dejó de tocar mi pelo. Abrí los ojos y lo miré. Bajo su mano con algunos restos de niebla.
Tragué saliva y alcé la mía.
—Choca los cinco.
Negó alzando las cejas.
—Sí hombre, para que me electrocutes, no te jodes. —alzó su brazo derecho y empezó a reír. Como intentando huir.
—¡Vamos! —moví mi mano para que lo hiciera. —¿Por qué haría algo así?
—Se te ve en la cara, créeme, sé leer muy bien a las personas —Volvió a negar y yo le insistí. —. ¡Qué no! —musitó.
—¡Que sí puñetas!
Cogí su muñeca con toda la confianza del mundo, y puse su mano sobre la mía. Provocando que la suya también estuviera bañada en mi aura, completamente azul.
Poco a poco esa niebla y color se fueron habiendo camino entre mi mano y la suya. Sus dedos hasta las puntas se llenaron de esa niebla. Y poco a poco su muñeca.
Su tacto se sentía cálido, como siempre. Y sus dedos se movieron despacio buscando encontrarse con los míos.
—Hay que joderse con el mimado —susurró, su rostro brillaba de un color azul, y sus ojos ahora tenían el brillo de mi aura. —. Esto sí que es verdadera magia.
Dejé que disfrutara de ese espectáculo durante unos segundos más, con su mano bastante más grande que la mía cubierta de algo que no le pertenecía.
Hasta que acerqué mi cara a la suya, cortando aquel momento mágico.
—Si quieres te puedo electrocutar de verdad.
—¡No! —Hizo el intento de separar su mano, pero una fuerza mayor le mantenía pegado a mí. Era algo externo a cualquier poder. Puso su mano en vertical, junto con la mía, sujetándola para que no me separara. Sin poder quitar la vista de esos colores y luces azules. —. Perdón por lo de antes, fui muy bruto al tirarte al suelo.
Negué. —No te preocupes.
Debo admitir que la jugada de poner su mano sobre la mía me salió de puta madre. Comenzaba a sentir náuseas y mariposas en mi estomago. Algo que la verdad era contrarío. Me sentía en una nube donde el resto de gente no estaba, solo él y yo. Entrelazo sus dedos con los míos, de forma lenta haciendo encajar cada uno de sus dedos con los míos. Y ahora cada uno de sus anillos tocaba mi piel. De nuevo me quedé observando sus hermosas manos, eran más grandes que las mías, delicadas, finas y suaves. Pero sobre todo cálidas.
Bajé mis dedos tocando sus nudillos y piel. Subí la mirada y lo miré con picardía, él no notaba que lo estaba mirando, estaba demasiado centrado en nuestras manos. Mirándolas como si fuera lo más preciado que tuviera. Entonces solté un calambrazo que hizo que diera un bote separando nuestras manos, moviendo la suya en el aire y aguantando la risa rojo.
—¡Blue! —intentaba reír pero no lo hacía.
Estallé a carcajadas rodeando mi cintura haciendo mi aura parpadear, él me miró enfadado.
—Corre Mimado, ¿Oíste? Más te vale tener un poder de velocidad. —Se levantó decisivo, y en un golpe de aire volví a mi ser, cogí mi mochila y salí corriendo por mí vida entre risas.
Mi pelo volvía a su negro de siempre mientras era movido por el frío viento que daba de golpe en mi cara. Eché la vista atrás y Noah ya me pisaba los talones.
Cuando llegué a la puerta de entrada del orfanato me arrincone en una esquina, protegiendo mi cara con mis manos.
—¡Eh, quieto! Lo siento. —reía nervioso.
Llegó a donde estaba y se paró en frente, colocando su pelo.
—De acuerdo —Alzó los brazos, recuperando el aire poco a poco —. Sólo por esta vez.
Fui bajando mis manos despacio, liberando mi rostro. Noah me ofreció su mano derecha, la miré y luego a él levantando una ceja. Lo observé fijamente sin expresión alguna, no entendía sus intenciones.
Entonces dio unos pasos, y se acercó a mi oído. A la contra yo retrocedí, y mi cabeza dio con la pared. Sus manos pasaron a estar muy cerca de mi cintura. ¿Qué estaba pasando?
—No muerdo —lo susurró de una forma que hizo que sintiera un escalofrío por todo mi cuerpo al tiempo que las piernas me comenzaron a temblar. —. ¿Vas a coger ahora tú mi mano?
Hizo referencia a antes. Cuando él no quería coger la mía y le obligué.
Estaba tan concentrado en no desvelarme y ponerme rojo como un tomate. Que no pude evitar que Noah me cogiera cargandome a su hombro.
—Con que el señorito Parckson quiere pelea, pues la has encontrado amigo.
Noah se introdujo en el interior del orfanato, pasando por las dos puertas de cristal que estaban abiertas, y dejando atrás los jardines y los muros. El timbre de la hora de comer sonó y la gente empezó a salir de todas partes. Algunos nos miraban raro, a punto de romperse el cuello.
—¡Noa..! —Intentaba quitarme el pelo de mi cara, pero era misión imposible. —. Te juro por lo que más quieras que como me despeines más me vas a estar peinando hasta el fin de tus días.
Freno y me miró alzando una ceja.
—Haces demasiada gracia cuando intentas amenazarme —De nuevo retomó el paso —. Y shhh, te voy a meter las cabeza en el retrete más sucio que haya en estos muros. —bromeó y meneo mi cuerpo para despeinarme más.
Lo iba a partir en cachitos nada más me bajara de su estúpido hombro.
Al cruzar una esquina, pegada a un radiador, de nuevo esa pegatina de una extraña torre.
«Tenía que averiguar su significado.»
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