[54] ฿‡ CAMINO AL HOSTAL ‡฿
La familia no siempre es de sangre.
Muy
Muy
Muy en el fondo
DIA 7
El sol que se colaba por los huecos de la persiana, y mi reloj biológico me hicieron abrir los ojos.
De alguna forma sorprendente había pasado la noche entera normal. Sin moverme mucho, sin pesadillas y sobretodo, sin mi padre molestando.
Noah ya se me había adelantado en el despertar. Lo podía oír manejar cosas dentro del baño. Hundí mi cara en la almohada para recibir menos la iluminación solar que me estaba dejando ciego.
Por alguna razón dormir como un tronco también había derivado en sentirme completamente descansado. Al recordar toda mi noche con Noah un escalofrío recorrió mi cuerpo poniéndome rojo, ensanche una sonrisa dental y mi aura dio la cara.
Decidí levantarme sin volver a mi ser, al parecer seguía caminando con normalidad, lo siento, no fue gracioso.
Acomodé mi camiseta de manga corta acercándome en silencio a mi objetivo. La puerta del baño estaba medio abierta y él de espaldas a mí, sin camiseta recogiendo lo que había usado de la ducha.
Me lancé y rodeé su cuerpo asustándolo. Hundí mi cara en su piel e inspiré. Podía oír su acelerada respiración y ademán de risa por el susto. Cogió mis brazos y se giró.
—Que susto, cabrón. No te he oído venir. -sonrió tocando las puntas de mi pelo azul.
-Era una estrategia para matarte. Pero me diste pena en el último momento.
Alzó sus brazo y sentí sus fríos anillos rodear mi cintura. Me fijé en las débiles rojeces de su cuello.
-¿Cómo te encuentras?
-Estoy vivo -Abrí los ojos de forma exagerada y extendí mis brazos por encima de sus hombros. Él me echó una mirada de reojo. -. Bien, supongo. No hay mocos ni pesadillas.
-¿Te duele algo? -Retiró alguna legaña que se había teñido de negro por los restos de maquillaje.
Me quedé pensativo mientras intentaba evitar que Noah me sacase un ojo. Moví mis caderas y negué.
-¿Qué hay de ti, Chiflado?
Sonrió ante mi pregunta y dejó mi cara en paz.
-Solo el cuello, animal.
Pegó su cara a la mía con una expresión de asesino serial, de las mejores hasta ahora. Mi aura azul se reflejaba en el cristal de sus gafas redondas.
Me giré alterado a mirarme al espejo. Se me había olvidado que nuestra amiguita seguía ahí.
-Maldita sea.
-Blue, con esa cosa somos tres en la relación. Ni te preocupes. Ayer no pasó nada.
Hice oídos sordos a lo que había dicho y volví a mi ser. Entonces pude oír como soltó un suspiro.
-Joder, pero era un momento serio.
-Y ayer también, y no nos hemos muerto. Déjala fuera más a menudo, no te deberías avergonzar de ello. No todo el mundo tiene esa luz propia. Nunca mejor dicho.
-No es por eso, Noah. Es simplemente, que no me acostumbro a estar con ella como si nada.
Hizo un mohín.
-Cariño, ayer nos vimos hasta el alma. Creo que tu aura no es un problema.
Sonreí como un estúpido al recordar de nuevo todo. Y un escalofrío hizo que mi rostro se pusiera rojo. Él rio alegre.
-¿Qué te pasa, tontito? -Alcé una oscura ceja.
Soltó una carcajada graciosa, con una sonrisa de oreja a oreja. Se encorvo y atrapó mis labios con suavidad. Acerqué nuestros cuerpo y jugué con el dobladillo de sus pantalones mientras sentía como ardíamos.
Se separó pero yo no quité mis manos de ahí.
-¿Y qué hay de michi Noah? -Alcé las cejas. -. ¿También mola, o no?
Puso las manos en el aire y se colocó una camiseta de manga larga negra.
-Me gusta más robarte la ropa que ser tu mascota -Me señaló de forma espontánea. -. Casi se me olvida. Triana vendrá después de comer. Fue al hospital a no sé que. La interrogue pero no dio resultado.
-Sí, sí, tú cambia de tema.
Me crucé de brazos apoyándome en un mueble.
-¿Unas tortitas te consolaran?
Alzó una ceja mirándome de reojo.
Lo miré por unos segundos serio, mientras pensaba que de que iba a querer comer las tortitas. Afirmé y extendí la mano haciendo una reverencia. Aceptando el trato.
Ya en la cocina el frío se colaba por mi pijama creándome escalofríos. Por lo que me cubrí con una chaqueta para dejar de temblar.
Hoy el cielo pintaba estar más despejado, cosa que se agradecía. El ambiente de fuera era tranquilo, como todas las mañanas.
-¿Estás haciendo la fotosíntesis o contando las tejas del tejado de enfrente? Porque viendo que te empanas con cualquier cosa, uno ya no sabe.
Las palabras de Noah trajeron de vuelta el sonido y el mundo real a mis estímulos. Lo miré bastante desconcertado hasta que aterricé.
-¿Me tengo que reír?
Alzó los hombros.
-Solo responder.
-Pues ninguna, listillo. No sé tú, pero yo no hago la fotosíntesis.
Sopló arrogante.
-Aburrido.
Volvió a los fogones mientras tarareaba una canción movida de Måneskin.
Una vez puesta la mesa. Enchufe el calefactor debajo de esta para no morir congelados. Al levantarme, Noah me sorprendió con un plato de tortitas. Llevé mi mano a mi pecho recuperando el aire.
-Prueba, para ti la primera.
La cogí partiendo un trocito. Exagere mi reacción para darle sal a la situación. Noah sonrió.
-Retiro lo de ayer -Señalé el plato tragando con el puño tapando mis labios. -. Hazte repostero.
Levantó los hombros y comió un poco de su creación. Se dio la vuelta y volvió a cocinar.
Me impulsé en la mesa y me acerqué a él, apoyando mi cuerpo en el mueble.
-Noah, no te hagas el sueco. Hablo de verdad, te lo prometo -Alcé los brazos. -. No es ninguna broma de Blue Parckson.
No me hizo caso. Seguía concentrado en la cocción. Mientras que yo lo miraba sin expresión, esperando a que me correspondiera, con mi pelo despeinado por toda mi cara.
Al final se giró para observarme desde su altura. Sonrió débil ladeando la cabeza. Con su mano libre echó para atrás mi pelo, que ya estaba algo largo. Bajó hasta dejar su pulgar en el golpe que recibí la noche que fui a buscar sus medicamentos.
Ladeé mi cabeza hacia su mano haciendo más contacto, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me sentía con la misma ilusión del primer día, pero con más confianza que nunca.
Noah apagó los fuegos y me prestó toda la atención a mí.
-La verdad es que es mejor que cuidar mocosos.
Sonreí. Y entonces comenzó a sonar "Le parole lontane"
Abrí los ojos apretando los labios mirando a Noah. Tomé aire y me giré furioso hacia el reproductor. Esa canción siempre aparecía en momentos bonitos y los volvía triste.
Maldije con mi aura fuera camino hacia el cacharro. Pero Noah me placo, y me dio una vuelta en el aire girándome.
-Tranquilo hate número uno de Måneskin. Ya la quito.
Me soltó y se peinó el pelo que le había destrozado. Cogí aire y me senté como si nada.
TRIANA:
Con mucha suerte había pillad al loco de Noah despierto para avisarle de mi salida repentina.
Si me era sincera no sabía si mi plan iba a dar resultados. Con mi suerte seguro que no, apenas respiraba porque es algo vital. No me tocaba laboral hasta el mes que viene. Pero iba hacia el hospital por otro motivo.
«Lograrle aquel favor a Blue. »
El frío se sentía más en la calle que en casa. Por lo que mi jersey (rosa lover era Taylor's Version), había dado sus frutos.
El vaho salía por mis labios al respirar como si se tratase de humo. Seguro que mis mejillas y nariz estaban rojas. Por lo menos mis manos estaban a resguardo en mis bolsillos.
Al entrar por la puerta del hospital, recibí el mensaje de Noah de que estaban bien. Junto con una foto adjunta de ellos desayunando.
Sonreí como una madre orgullosa frente a las personas que estaban en la sala de espera. Al darme cuenta tapé mi rostro y huí. Pero ya era muy tarde.
Al fin di con mi compañera sentada en su ordenador del año de one direction. Me miró sorprendida. Cualquiera lo estaría.
-Pero bueno Rubia, ¿qué te trae por aquí? ¿Tanto echas de menos las prácticas?
Sonreí incomoda.
-Necesito acceso a los registros de nacidos de los últimos diecinueve años.
Sonreí de forma dental mirando a mi alrededor, por si acaso, si eso salía bien iba a montar la fiesta del siglo.
Ella afirmó mirándome sacada de onda.
-¿Qué te traes entre esas pequeñas manos torpes?
«Mierda.»
-Un trabajo de investigación para el ciclo.
Ella me tendió las llaves y agradecí a Tay por otro de sus milagros.
Mis posibilidades de encontrar un registro de los verdaderos padres de Blue eran de menos cincuenta elevado al cuadrado. Pero no me podía rendir.
En esa pequeña sala hacía más frío que en la calle. Me abracé a mí misma encerrándome por si Diosito me tenia alguna sorpresa.
-Vale, Triana.
Hablé en voz alta como el personaje estúpido de las pelis de terror. Me metí en el laberinto de taquillas de cajones viejas. Teniendo que afinar mi vista porque, uno, era miope, y dos, la única luz entraba por una minúscula ventana en lo alto de una pared.
-¿Cuántas Trianas necesitas para encontrar un acta de nacimiento? Una desde luego no.
Bromeé cerrando una taquilla de golpe. Y el karma me llegó porque me tropecé y di el traspié de mi vida.
-Me cago en la madre que parió al que inventó las putas taquillas de las narices.
Cogí aire y me peine como si no acabara de soltar la mayor estupidez dicha hasta ahora.
Cuando mis ojos dieron por fin con lo que buscaba, me sentí la protagonista culona del libro de misterio. Buscando entre todas las carpetas la B, me di cuenta de que no estaba. ¿Seré disléxica de verdad o solo seré tonta?
-¿Buscas esto?
La voz de Víctor y su figura apoyada en la taquilla frente a mí. Me hicieron soltarle grito de mi vida. Él me tapó la boca y al intentar apartarme caí de culo. ¿Me habrá visto?
-Hija, le quitas la gracia al misterio. Una mosca tiene más probabilidad de vivir que tú. De verdad que hay cosas que no cambian.
Me levanté quitando el polvo de mi trasero. Increíble, ahora era la protagonista tonta.
-¿Y tú no sabes tocar a la puerta? Digo, ya vamos perdiendo modales.
«Mira que era alto para no haberlo visto. No sabía si pedir cita con el oculista o otorrino.»
Mientras que yo no sobrepasaba la taquilla, a él le llegaba por el pecho. Me miraba serio, o como me gusta decir cara de decepción.
Me tendió una carpeta sobre la taquilla.
Lo miré a él y luego al objeto. Mientras sujetaba la llave a modo de arma en mi bolsillo por si había que soltar madrazos.
Al intentar coger el papel él dio un golpe sobre la taquilla.
-¡Por la madre se Kanye! -grité, lo miré y me salió darle una cacheada. Pero me paró la mano y me puso el papel.
-Que poco sentido del humor hija. Y de nada.
Sonrió forzoso cruzado de brazos.
Le lancé una miradita intentando no morir por el infarto.
-¿Cómo has entrado antes que yo?
Soltó una risa.
-Un mago nunca revela sus trucos. Si no se va la magia.
Solté una risa burlesca.
-¿Qué es lo que quieres, Víctor?
Se quedó pensando con la mano en la barbilla y mirada pensante.
-Pues más dinero, ser más guapo, no tener que hacer nada...
-¡Víctor! -lo golpeé con el papel.
-Ay, vale -se quejó como un crio chico. -. Solo ayudarte, era lo que querías. Te he ahorrado tu tiempo. No lo hubieras encontrado aquí. Ni en ningún sitio. Lo hice yo mismo.
-Mira que considerado cuando quieres. ¿Pero acaso te parece una broma o juego?
Su rostro se tornó serio. Y sus ojos se oscurecieron.
-Las únicas personas que se están tomando todo este asunto como un juego sois vosotros. Adelante, dale ese papel a Blue. Y verás las risas que os vais a echar. -Arrugó las cejas y me clavó su mirada. -. Míralo tú misma. A ver qué gracia te hace.
Me tragué las ganas de llorar mordiendo el interior de mi mejilla. Abrí la carpeta con mis dedos temblando por el frío que empezaba a hacer. Pero lo que leí solo me hizo sentir más abrumada. La risas desaparecieron. Y de repente, sentía el espacio muy pequeño.
Me tuvo que ver tan pálida y en shock. Que rompió el silencio para crear más fuego en la fogata.
-Yo ya me he pasado este juego, más veces. Los incomprendidos que descubren el nuevo continente. Que se creen que van a salvar al mundo de la oscuridad, pero acaban desaparecidos de la noche a la mañana. Porque nadie los creyó cuando bajaron a la caverna y los tomaron por locos. -su tono iba subiendo. -. ¿Me equivoco, Triana. O acaso has logrado algo estos años? No verdad, tu vida ha sido incluso igual de miserable después de elegir la pastilla roja. En la ignorancia estabas mejor. ¿A qué si?
Negué cogiendo aire temblando.
-¿Es de verdad? -la voz me tembló al igual que el objeto en mis manos.
Afirmó.
-Por qué os iba a mentir. Si total, ya voy cien pasos por delante vuestra -se acercó hasta quedar detrás de mí. Y entonces mi corazón pedía a gritos salir de mi pecho. Chocando contra todas las paredes de mi cuerpo. Haciéndome débil. -. Conozco la dirección de una buena funeraria. Yo de vosotros me rendía y disfrutaría mis últimos momentos.
No me lo pensé y salí corriendo. Por suerte no vino por detrás y mi compañera no hizo preguntas. Corrí hasta la entrada donde el aire fresco me hizo respirar.
BLUE:
Noah había hecho la comida para los dos. Ya se estaba haciendo tarde, y se extrañaba demasiado la ausencia de Triana.
Era como esa sensación de bien estar continuo. Sus risas y chistes le alegraban el día a cualquiera.
Dejé mi plato sobre la baja mesa del comedor. Y me senté a la espera de Noah. Miré los calcetines de gatitos que le había robado.
-No hacía falta que me esperases -Noah irrumpió en el habitáculo.
-Tampoco es que tenga mucha prisa.
Lo seguí con la mirada mientras se hacia una coleta alta para comer mejor.
Se sentó y miró hacia mis pies.
-¿Llevas mis calcetines?
Alcé una ceja.
-Y tú mi camiseta. -La señalé ladeando la cabeza.
Negó y movió la mano para quitarle importancia.
Comenzando a comer la vista se me fue a uno de sus dibujos, que Triana había colgado en la pared. Era una silueta femenina que parecía fuego púrpura.
Recordaba haber visto eso en varios de sus dibujo.
-¿Quién es? -lo señalé bebiendo limonada.
Noah lo miró y cogió aire. Comenzó a jugar con sus dedos sin poder quitar la mirada de ahí. Sus ojos comenzaron a brillar y me miró. Varios mechones se habían escapado de su coleta.
-Mi musa, Tana. Mi Marlena.
Miré el dibujo de nuevo, y luego a él. Estaba preocupado por si había abierto una herida que no debía. Pero se le veía seguro hablando de ello.
-Me encanta, y siento si pregunté algo que no debía.
Noah giró su cabeza y me miró serio.
-¿De verdad Blue, aún sigues pidiendo perdón por todo? -posó su mano en mi hombro. -. No pasa nada, de veras. Puedo hablar de ello.
Sonreí, dejando la conversación cerrada para seguir comiendo.
Después de acabar y haber limpiado la cocina. Ambos estábamos tumbados en el sofá. Uno a cada lado. Estaba hecho una bola tapado, sintiendo que me iba a dormir en cualquier momento.
Noah toco mi pierna.
-¿Estás vivo, Mimado?
-No, Noah. Soy un fantasma.
-Oh, que guay -respondió de forma irónica. -. ¿Y qué hay al otro lado?
Alcé los hombros.
-¿Muertos?
El sonido de la puerta abriéndose despertó mis energías de golpe. Me levanté y salí corriendo al encuentro de Triana.
La sorprendí asustándola y la abracé. La solté y volví al salón con ella detrás.
Al verle bien la cara, supe que algo no iba bien. La sonrisa de Noah cambió por una expresión de inquietud. Y sentí mi corazón acelerarse. Noah se sentó en el sofá sin dejar de mirar a Triana.
-¿Y esa cara? -Solté una risa nerviosa mirándolos a ambos. -. Parece que alguien a muerto.
Me levanté mirando a Noah, que tenía las manos sobre la boca y respiraba agitado. La miré a ella, tenía los ojos rojos y el pelo despeinado.
-¿Triana, qué pasa?
Tragó saliva.
-He logrado averiguar quienes son tus padres, Blue. -Casi no tenía voz, y me tendió un papel doblado.
-¿¡En serio!? -La miré sin creerlo, feliz. -. ¡Dios mío esto es increíble, no lo puedo creer!
Hasta que todo encajó como una pieza de puzle. Su cara y estado, la reacción de Noah. El ambiente cargado. Cogí el papel sintiendo como ardía bajo mis dedos.
Una de las cosas que había estado deseando estaba en ese papel. Una de mis posibles salvaciones. La vida con la que siempre había soñado.
Deshice los pliegue del documento y no me hizo falta mucho. Solo un nombre, un maldito nombre. Que llego a mi interior como miles de espadas.
Sentía como el cuerpo entero me fallaba. Triana suspiró y tiré el papel al suelo saliendo de ahí corriendo.
-¡Blue! -Noah intentó pararme, ya en el pasillo escuche un "mierda". Y sus pasos siguiéndome.
Abrí de un portazo la puerta de nuestro baño. Envuelto en una llama azul. Pero al querer cerrar, un golpe en seco que fueron sus manos me lo impidieron.
Sólo quería romper todo lo que me rodeaba, y golpear con fuerza a todo lo que se me pusiera por delante. Gritar hasta romper mis cuerdas vocales. Gritarle a él, sin miedo a las consecuencias.
Me dejé caer al suelo haciéndome una bola, temblando por el cólera.
Mi pelo caía sobre mis brazos y las lágrimas sobre mis rodillas.
¿Cómo? ¿Cómo pudo hacerme todo eso? Cada cosa que me hizo, cada palabra o insulto. Cada paso para manipularme...
Lo hacía sabiendo que éramos de la misma sangre.
Sangre que me quería arrancar de todo mi cuerpo, que ahora sentía sucio.
Cerré mis puños con ira sin comprender el porqué de todo esto. Realmente tan mal le vino mi nacimiento para tratarme así. Podríamos haber sido todo, entonces nunca hubiera tenido que huir de nadie. Pudiendo dormir tranquilo por las noches. Viviendo en una ignorancia llamada orfanato, sin preocupaciones, y posiblemente con Noah a mi lado sin que hubieran problemas.
El movimiento de Noah arrodillarse delante de mí me sacó de mis pensamientos.
-Sé que no has apagado tus oídos, Blue. Y que puedes escucharme. -susurró. Seguro que me había estado hablando -. Estoy aquí, podemos hablarlo. No pasa nada, compañero. Y si quieres me puedo ir.
Sentía que si hablaba o me movía iba a reventar en lágrimas y llanto. Me escocia la garganta y la cabeza me iba a explotar.
Alcé un brazo temblando para indicarle que se fuera. No quería meterlo en mis dramas, quería estar solo.
Más que nunca necesitaba estar conmigo mismo. Pensando en todo. Hablar solo para intentar darle una explicación a esta situación.
-¿Si te abrazo antes de irme, me va a llover un puñetazo? -Acarició mi brazo que aún estaba extendido.
Absorbí el moco que provocó el llanto y negué.
Sentí sus cálidos brazos rodeando mi cuerpo, y me desprendí de mi refugio para hacer lo mismo. Me dejé caer sobre él. Escondí mi cabeza en su cuello y me desahogué. Lo solté todo, temblando y con mucho frío. Envolviéndonos en esa aura azul. Que se sentía más triste que nunca.
-¿Por qué, por qué a mí, Noah -balbuceé girando mi cabeza viendo todo borroso por las lágrimas. -. Soy su hijo.
Quitó el pelo que se me había pegado a la cara y Acarició mi hombro.
-Hay gente llena de maldad, que son así por naturaleza. Viven en la penumbra, haciéndose daño hasta a ellos mismos.
Mi aura parpadeó muy continuamente y el aire se me cortó por unos segundos. El pecho me dio una punzada, paralizándome. Y todo comenzó a dar vueltas. Retrocedí separándome de Noah. Y me volví a hacer una bola hiperventilando.
-¿Blue? -se le oía preocupado.
Alcé la cabeza rojo y muy dolido. Las cosas y suelo bajo mí no paraban quietos.
-Me voy a desmayar. -logré decir.
-No, no -Se puso a mi lado y me sujetó de los hombros -. Todo está bien, no te va a pasar nada estando conmigo, Blue. Mírame -Le hice caso temblando más. Entonces puso su dedo índice en mi entrecejo haciendo presión. -. Concéntrate aquí, ¿de acuerdo? -
Cogí aire y afirmé. Rodeando su brazo para sentirme más seguro.
-Víctor no es tu única familia, ni la verdadera. Nos tienes a Triana y a mí. A veces la familia no es de sangre, Blue. Y aún nos queda tu madre.
Me fue apoyando en la pared mientras todo se estabilizada.
-No es por eso, Noah. -temblé un poco al hablar.
Acarició mi mano y la envolvió en un puño.
-Lo sé, compañero -susurró. -. ¿Mejor? Si te hago daño avisa.
Negué y cerré los ojos.
Nada me podía doler más ahora mismo que mi propio corazón.
-Estoy mejor.
Cogí aire temblando. Intenté respirar hondo concentrado en el entorno que me rodeaba: tacto, olfato, oído... Justo como me había enseñado Noah.
-¿Sigues vivo, o te he aplastado el cerebro? -Quitó el dedo pero no soltó mi mano.
Sonreí soltando un sollozo.
-Creo que no -Abrí mis ojos y lo vi, mi aura ya alumbraba mucho menos su rostro. -. Necesito estar solo, Noah.
Afirmó.
-Prométeme que no vas a hacer una locura. Sabes que estamos aquí para ti, para ayudarte. Y si necesitas de un profesional, pues se busca.
«Nunca, nunca haría una locura.»
Aún no podía perdonarme haberme hecho daño. Porque soy lo que siempre he luchado por proteger. Y si me hacía daño a mí, se lo hacía también a ese enano.
-Tranquilo, bicho malo nunca muere.
Sonrió. Me incorporé para sentarme sobre sus piernas y abrazarlo en silencio sin decir nada. Solo sintiendo el calor de su cuerpo, y mi cabeza reposar en su hombro.
-Estoy aquí al lado. Por lo que necesites.
Afirmé y pasé mucho tiempo a solas en ese cuarto de baño. Tiempo en el que miles de cosas rondaban mi cabeza.
Miles de recuerdos que azotaron mi mente, de una forma distinta a como lo habían hecho antes.
Ya en el calor de mi cama y sábanas podía respirar más tranquilo. Ya no tenía opción de nada, las cosas eran así y no podía hacer nada para cambiarlas.
Todo esa posibilidad de una familia feliz, se había esfumado.
Sí, aún me quedaba mi madre por conocer. Aunque algo me decía que no iba a ser muy diferente a Víctor. Mis planes de futuro y una verdadera familia se habían ido a la mierda.
«Otro punto negativo a la vida de Blue, increíble. »
Mi cabeza empezaba a doler sobre mi brazo extendido en la almohada. Juraba que mis ojos no se habían movido ni cerrado en todo el tiempo que estuve tumbado, por lo que debían de estar rojos.
La puerta a mis espaldas se abrió de forma ligera, pero esos pasos no eran de Noah, siquiera era su olor ni su respiración. De la nada mi corazón volvió a latir haciéndome sentir vivo.
La persona escaló al colchón hasta estar detrás de mí. Cuando menos se lo esperó me giré gritando para atraparlo en mis brazos. El Peque dio otro asustado. Sus gritos se mezclaban con mis carcajadas. Su cuerpo cayó sobre la cama abatido mirándome desconcertado.
-¡Tete! -Se le veía enfadado mientras le peinaba su pelo.
-¿Qué pretendías tú, remolino?
Gateo sobre el colchó y me abrazó poniéndose encima de mí.
-No me hagas la pelota que te conozco -lo cogí de los hombros y él sonrió. -. ¿Vamos a ver a Noah? -pregunté cerca de su oído.
-¡No! -exclamó negando. Se incorporó y se fijo bien en mi cara por primera vez. Bajó su sonrisa y llevó una de sus manos a mi rostro. -. ¿Por qué lloras, Tete?
Cogí su extremidad y sonreí para él. Aquello me volvió a hacer débil y pequeño. Sobretodo verlo a él. Que había sufrido tanto en su corta vida, y de parte de su propia sangre.
-¿Fue Noah?, si quieres le puedo pegar Tete.
-¡No, quieto! -Me sorprendió su respuesta. -. Cosas de mayores, Peque.
-Pero yo lo soy.
En cierta parte está situación no era para su pequeño cerebro. Pero no podía mentirle, mentirme. Así que fui por el camino fácil.
-Sabes, hay veces en las que las personas son malas... -Afirmó, sabiendo eso más que nadie. Agarré sus manos y las envolví con las mías. -. Y que esto no es siempre nuestra culpa -No sabía cómo seguir. Cogí aire y fui directo. -. Sabes, también estás personas mienten. Y hacen daño. Y, pues resulta, que un pajarito me ha dicho que Papá, sí es nuestro padre de verdad.
Hundió sus cejas muy confundido. Relajo su postura y miró a todos lados apretando mis manos.
-Pero él no nos quiere. Un padre siempre quiere a su hijo.
Cogí aire sintiendo mi garganta arder junto con mis ojos. Negué porque no me salían las palabras.
-Él nos quiere, Peque.
Negó -No, él nos hace daño.
Agaché mi cabeza y besé su mejilla quedándome a su altura.
-Pero en el fondo nos quiere -Suspiré. -. Muy en el fondo.
Sonrió -Pero no tanto como tú a mí.
Negué con una triste sonrisa. Tragué saliva y busqué mis palabras en mi garganta.
-No tanto como yo.
Lo abracé fuerte besando su cabeza. Le hice sentir todo mi calor y amor que pudiera. Acabado con eso, le hice un tour en brazos del cuarto, bromeando de vez en cuando. Bailamos bajo las luces de estrellas, también las vimos desde la cama. Y cuando menos le necesitaba, se fue.
Salí del cuarto abatido dándome cuenta del tiempo que había estado meditando. El atardecer se colaba por la cocina dando a cada rincón del pasillo esos colores, tiñendo todo de naranjas.
Entre a la cocina, donde Triana preparaba burritos. El sonido del extractor y Taylor daban un ambiente acogedor al lugar.
Cuando se dio cuenta de mi presencia dejó la espátula y se acercó modo chef con los brazos extendidos.
Me abrazó y besó mi mejilla.
-Hola mi niño -Balanceo nuestros cuerpos -. ¿Me ayudas y así te distraes?
-Por el bien de tu integridad física y de la casa, no. La última vez que intenté cocinar algo el orfanato casi sale ardiendo. Y no es broma, me vi en la obligación de usar un extintor.
Ella sonrió volviendo a los fogones. Levantó los hombros e hizo un mohín.
-Sí te sirve de consuelo yo casi la palmo por meter un cuchillo a una tostadora -Se giró y movió su mano. -. Que no hubiera pasado nada, pero para que veas lo tonta que es tu amiga.
-La costumbre de ser inmune a la electricidad -Abrí la nevera para coger algo fresco. -. ¿Quieres una? -Negó y señaló el suyo al lado de los fogones.
-Oye, pero seguro que a la larga tú también lo desarrollas. Y vete a saber cuantas cosas más.
Suspiré poniéndome a su lado.
-Ojalá ser inmune a otras cosas.
Ella me miró con esa mirada de madre, mientras seguía cocinando. Le sacaba casi una cabeza y media. Por lo que era gracioso verle desde arriba con esa actitud.
-Ojalá todos fuéramos inmunes a lo que quisiéramos.
Afirmé bebiendo. Y me percaté de que mi pelo estaba aún en su sitio.
-¿Y mi fabrica de hiperactividad? -Pregunté mirando a mi alrededor. Y antes de que pudiera decir nada alguien irrumpió en la sala.
-¿Qué dices de mí, cerdo? -Entró y me rodeó por detrás. Me giré y levanté las cejas.
-¿Te habías metido debajo de una piedra o qué?
-Eso es físicamente imposible, y no. He ido a la tienda un momento -Alzó la bolsa de la compra y se la pasó a Triana. -. Tome usted, señorita.
Cuando Noah tuvo las manos libres cogió mi cabeza por ambos lados, y juntó nuestros labios por unos segundos. Me puse rojo ante eso tan inesperado. Ella no supo disimular su entusiasmo. Porque cuando la miramos se escondió poniéndose de espaldas para que no le viéramos la sonrisa.
Solté un sonido de sorpresa al recordar lo ocurrido con el Peque.
-¿A que no sabes con quien he estado? -planteé con demasiada emoción.
-¿Con quién? -imitó mi tono con sus manos aún en mi cara. Las bajé y nos coloqué más cerca de Triana. Noah hizo un redoble de tambor en sus piernas mientras Triana nos miraba sonriendo.
-Con el Peque.
Noah abrió los ojos sorprendido.
-¿¡Volvió a aparecer!? Es increíble -Llevó sus manos sobre su cabeza dando saltos de alegría. Haciendo uso de su apodo -. Te lo dije -me señaló haciéndose más alto. -. Te dije que ese renacuajo te quiere demasiado. Incluso más que yo, lo admito, alguien es capaz de superarme en eso.
-Debe ser un fastidio perder contra un niño de diez años. -Levanté los hombros.
Noah hizo una mueca de indiferencia.
-No me quita el sueño. Hay suficiente Blue para todos.
-Me tenéis que presentar a ese bicho -Triana se metió a la conversación. -. Yo también lo quiero conocer.
-Ponte a la cola cariño, que yo aún ni lo he visto.
Ella llevo su mano a su pecho con la boca abierta.
-¿Dónde quedó tu caballería, pelo workbook?
Noah la miró por encima del hombro.
-En el mismo lugar donde tú dejaste tu altura.
Vi que ella estuvo a punto de dejarlo frito. Así que me puse entre los dos extendiendo los brazos.
-¡Que nadie le saque las entrañas a nadie! -los miré de reojo. -. Hablaré con el Peque. Pero no prometo nada.
Triana pareció convencida alzando la cabeza. Noah no tanto, me miraba con una mueca de desacuerdo.
-Buenoo, supongo que no me puedo negar.
Alzó los brazos para abrazarme.
Todo parecía estar como si nada, como si lo de Víctor solo hubiera sido un mal sueño.
Por cierto, os acordáis de ese momento, en el que me emborrache tanto que se me olvidó ir a dormir a mi cuarto. Y que juré no beber una sola gota de alcohol en mi vida.
Pues después de cenar rompí esa promesa. Así como mis sentimientos. Me dio el bajón de mi vida, sintiendo todos mis pensamientos ruidosos. Así que los callé de golpe.
Entraba al salón con dificultad, con todo el mundo dando vueltas y mi cuarta copa en la mano. Divise a Noah justo donde lo había dejado, sentado en el sofá mirando cada cosa que hacía.
Me había costado convencerle de que me dejara beber. Según él no podía arreglar todo con alcohol. Pero necesitaba olvidarme de todo, no pensar por una noche.
Me dejé caer al suelo con un escozor en mi sien. Apoyé mi cabeza en su pierna y el me robó un trago a traición.
-¿Sigues compuesto? -escuché su voz con eco, pero la oí.
Miré hacia arriba.
-He podido procesar tu pregunta. Creo que eso quiere decir que sí.
El calor invadió mi cuerpo y mis ojos estaban inquietos dentro de sus cuencas.
......
Hola chicos, ¿todos bien después de esta bomba? Seguro que algunos ya lo intuiais.
A partir de ahora se viene un poco lo fuerte de la novela 😭
Yo proclamo la escena de Triana con Víctor en las taquillas la mejor de todo el libro.
Espero que estéis muy bien. Que tú que estás leyendo esto lo estés, sabes que soy más que una escritora, y que te puedo ayudar en lo que necesites.
Te quiero mucho 🫶🏻
Nos vemos prontito con más capítulos, a ver si los exámenes no acaban conmigo.
Bye Mimados 🏢
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro