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[51] ฿‡ LA PAURA DEL BUIO ‡฿


—¿Qué tal por el orfanato?

—¿Quieres pasar y lo compruebas? Hay mucho que limpiar.

—...


Qué queréis que os diga. Mi corta vida se acababa de venir más abajo de lo que ya estaba. Sentía mi respiración pero no mi alma. Me costaba incluso satisfacer a mis pulmones.

No sabía cómo ayudarle, me sentía impotente al verlo. Con ganas de romper todo con ira. Necesitaba ir a por mi padre y reclamarle por todo el daño que le hizo a Noah, por todas las injusticias que le hizo pasar. Porque, que se metiera conmigo lo toleraba, pero no el hecho de que él hubiera hecho a Noah odiarse hasta el punto de quitarse la vida.

Me aterraba la idea de que podría haber existido la posibilidad de que Noah no estuviera aquí, en mis brazos. Que nunca lo podría haber conocido. En la vida me habría hecho a la idea del daño que Noah albergaba en su interior. De todo lo que se había callado hasta ahora. Porque él no era de hablar de sus sentimientos. Sólo quería que él supiera que yo estaba a su lado. Pero hiciera lo que hiciese no podía arreglar el daño que mi padre había causado.

Temblaba por el frío y la rabia que tenía contenida, y por algo más que no lograba canalizar. El baño estaba tenue, y se había quedado en silencio después de tantas horas. Un silencio que se sentía diferente a todos los demás que nos habían acontecido.

Le había prestado a Noah mi sudadera, el cual lloraba en mi pecho, con un llanto desgarrador que solo me ponía más el bello de punta. Abrazaba su cuerpo soltando quejidos que sonaban cortados por el esfuerzo en exceso que estaba haciendo su garganta.

Saqué mis manos que habían estado metidas entre la sudadera y su pijama para mantenerlo caliente, y las bajé hasta las suyas.

Acaricié sus muñecas sintiendo aquellos cortes provocándome un escalofrío. Entrelacé nuestras manos apoyando mi barbilla en su cabeza, y planté un beso en esta.

—Noah. —susurré, hasta decir su nombre me resultaba raro ahora. No tenía voz a causa de haberme guardado el llanto.

Negó separando nuestras manos, cerré fuerte mis ojos rodeando su cuerpo con fuerza.

«Vamos Noah, eres muy fuerte, lo sé. »

—Siempre me hacía el loco —su voz volvió a destruir el silencio. Esta vez uso un tono neutro cargado de dolor —. Sabía exactamente lo que te pasaba, lo que te estaba ocurriendo, las visiones. El resto te miraban como si estuvieras loco. Pero, ¿yo?, yo no. Yo hacía como si nada. Para que te sintieras bien. Y cuando tu padre te hirió  —soltó un quejido y se agarró fuerte a mi cintura —. Tuve mucha miedo Blue, muchísimo. Miedo de perderte en ese bar —Siguió con la voz rota. —. Tenía miedo a perder a alguien más por mi culpa.

Levanté su cabeza dejando liberar mis lágrimas. Mis manos temblaban sujetando su rostro, rojo y húmedo, con una expresión de sufrimiento.

—Nada fue tu culpa.

Afirmó haciendo una mueca de dolor sin poder emitir sonidos. Entonces soltó una terrible arcada y reaccioné rápido, me impulsé con las manos levantándonos a los dos de dentro de la bañera. Corrí de rodillas y llegué a tiempo a que echara todo el vómito.

Hipé absorbiendo el moco, y me ocupé en sujetar el pelo y cuerpo de Noah como podía.

—Te sentirás mejor ahora, bien lo sabemos. —decir “te lo digo por experiencia ya no servía.” Ambos conocíamos el lado más jodido de la vida. Uno más que otro. No me podía imaginar una vida sin mi Peque.

Sentí su mano agarrar fuerte la mía, tanto que la sentía arder cada vez más.

Sabía lo que era esa sensación agonizante de no darte tiempo a respirar o sentir las paredes de tu estómago casi juntarse por la compresión.

Mi cabeza estaba hecha un desastre, ahora se habían juntado demasiadas piezas del puzle. La enfermedad de Noah, aquella pérdida de peso de la que me habló un día, su trauma, cortes, conejo, guirnaldas, anillos y pulseras, pero sobretodo. La relación de odio con Diego.

Noah se había abierto a mí, explotando como una bomba llevándose consigo todo lo que le rodeaba, es decir, yo.

Ahora más que nunca no lo podía dejar solo. Debía de coger la vida por las pelotas y proteger a Noah de todo, incluso con mi vida si hacía falta. Este era el pistoletazo de salida de mi padre para atacar.

Noah escupió y seguido recuperó el aire haciendo más presión en mi mano. Solté su pelo para luego bajar la tapa del retrete y estirar la cadena. Subí en brazos a Noah con dificultad dado que me estaba haciendo peso muerto. Logré sentarlo arriba de la tapa para limpiar sus labios y cara con una toallita.

—Ya está. Ya salió. —rompí el silencio arrodillándome frente a él.

Tenía la mirada perdida en el infinito. Noah ya está muerto en vida, apenas se mantenía rígido o mostraba fuerza. Sus mejillas ardían en rojo vivo al igual que sus verdes ojos. Que me miraron cristalizándose rompiendo de nuevo en lágrimas.

Sus cejas temblaron al igual que sus labios, miró a todas partes asustado, cogió y empezó a respirar rápido por la nariz.

—¿Crees que debería de haber sido yo?, Blue. En vez de Liam. —sonó tan inocente y vulnerable que daría todas sus últimas fuerzas para escuchar la respuesta.

—Nunca debió de haber sido nadie, ni tú, ni Liam. Me hubiera encantado conocerle, Noah. Pero aún quiero conocer al Noah del que me enamoré y al que le he tenido esta noche encima, y al que hace un rato le estaba sujetando el pelo. Eres más fuerte de lo que crees, por eso me enamoré de ti.

Una lágrima cayó por mi mejilla hasta mi mano, y luego otra, pero seguía mantenido la postura por él. Ya no importaba la triste razón por la que entré al baño, solo Noah importaba. Me había contado cada detalle de su vida.

Sus ojos se hicieron más pequeños hundiéndose en un mar de agua cristalina. Dejó caer su cabeza abatido en mi pecho.

—Prometo recoger los pedazos de mi corazón roto y ser como siempre.

—Eres perfecto en todas las etapas de la vida. Todos cometemos errores.

Más le valía a mi padre tener la careta bien puesta cuando le viera. Porque ya nadie me iba a impedir que le matara a golpes por todo lo que le había hecho a Noah. Una cosa soy yo, Papá. Pero otra es Noah, alguien inocente al que le hundiste la vida entera.

Tiré a la basura las cosas y tomé aire para calmarme. Rodeé las piernas de Noah y las puse alrededor de mi cintura. Él mismo se abrazó a mi cuello escondiendo su cabeza ahí. Me alcé subiéndolo con un impulso y caminé hasta la cama.

Encendí todas las guirnaldas con mis poderes sintiéndome muy extraño. Destapé la cama y nos metí dentro. Tapando nuestros cuerpos con el grueso edredón. Noah poco a poco respiraba mejor y ya solo absorbía el moco. Acerqué unos pañuelos y se sonó fuerte. Tragó saliva y por fin me dirigió una mirada más tranquila.

Peiné su pelo haciendo un masaje en su cabeza y con el dedo pulgar acaricié la cicatriz de su sien por haberse intentado quitar la vida por las escaleras.

Apartó la mirada apretando sus labios, esta vez dejé un beso cálido en esta parte y lo empujé de nuevo a mi cuerpo. Quería que sintiera que estaba protegido y seguro.

Tapé sus hombros ocultando su cuerpo bajo ese calor, puse la capucha de mi sudadera azul oscuro tapando su pelo y él suspiró temblando.

—¿Qué quieres que haga? —Sabía que no iba a poder conciliar el sueño.

—Nada —murmuró contra mi ropa. —. Gracias por oírme y comprenderme. Te quiero más de lo que crees compañero.

—No, si quieres te dejo llorando en el baño. Y me quedo con toda la cama mientras tú duermes en la bañera con las ratas de alcantarilla.

Soltó una apenada y débil risa que me supo a gloria, golpeó mis costillas. Nunca me había gustado tanto que hiciera eso. Poco a poco Noah volvía a ser él. Abrazó al peluche de Liam y se acomodó sobre mí.

—Yo también te amo más de lo que crees, Noah. Eres la razón por la que empecé a ser yo, sin miedo a las consecuencias.

Al final Noah si había logrado dormir. Pero yo no. Lloraba apretando mis puños a los pies de la cama, sin hacer ruido para no levantar sospechas. Sustituí el grito por un suspiro que se cortaba, moviendo mi pelo.

Cada minuto que lo pensaba más triste e impotente me ponía. Además de todo el marrón de Noah no dejaba de pensar en que sólo tenía medicamentos suficientes para menos de tres años de vida. ¿Y después? Moriría y daba igual lo que hiciera.

«¡No!»

Apreté más mis puños ante esa imagen muy cercana.

«Se acabó.»

No me iba a quedar llorando más en el suelo de ningún cuarto más. Me levanté y miré a Noah dormir rodeado de cocines para disimular que aún estaba ahí, y pata que no cayera al suelo.

Observé mi móvil, corrí a por él. Las tres de la mañana. Comprobé que aún tenía el contacto de mi padre, y efectivamente ahí estaba.

Me coloqué la primera chaqueta que pillé del armario. Y luego le tomé prestado el coche a Triana, sin que lo supiera, como siempre hacia con todo. Blue Parckson cogiendo lo que no le pertenecía siempre.

Sólo esperaba que ese pedazo de cabrón estuviera despierto, ¿no querías Blue? Pues aquí tienes una dosis de Blue.

Me subí al coche porque pasaba de pegarme de nuevo la caminata hasta el orfanato. Aunque ganas no me faltaban, del enfado que llevaba encima.

A pesar de no haber conducido en mi vida descubrí que mis poderes de electricidad eran capaces de hacerlo por mí.

Con mi aura al fuego vivo, mi ropa negra entera y móvil en el trípode del aire acondicionado; intentaba comunicarme con mi padre.

Desbloquee el dispositivo quitando de la vista la foto de bloqueo de Noah durmiendo, como venganza porque él había hecho lo mismo.

—¡Responde joder! —grité golpeando el volante respirando hondo.

—Estabas tardando en arrastrarte a mí.

—Cierra la puta boca me oyes, en cuanto te vea te juro que no volverás a hablar.

Rio a carcajadas, apreté fuerte mis puños mientras él silencio se hacía hueco.

—¿Te lo ha contado, cierto?

—¡Sí! —le grité al teléfono que estaba en manos libres, cogí aire cerrando los ojos. La pantalla y mi aura eran lo único que le daba luz al coche por dentro.

—Yo no maté a Liam, Blue.

Mordí mi labio y reí sin hacer ruido balanceando mi cuerpo nervioso.

—¿De verdad esperas que después de todo lo que te he visto hacer te crea? No me vengas con gilipolleces.

—¿Estás solo? —preguntó con aire curioso.

Miré al teléfono con el pelo despeinado y ojos rojos. Me lo pensé por un momento. Y de la nada toda la adrenalina estaba siendo sustituida por miedo.

—Sí.

—Que subnormal que eres —volvió a reír y luego cogió aire —. Si no te estrellas con el coche y llegas vivo, te juro que vamos a tener la mayor pelea que hayas visto nunca —se calló. —. Y tu, ahora sí, novio no podrá salvarte.

—Y yo te juro que vas a pagar por cada día que le hiciste sufrir a Noah.

Se le escuchó mover cosas en la otra línea. Mi respiración se aceleraba y cada vez miraba al móvil con más rabia.

Me eché sobre el respaldo apoyado en mis rodillas.

—¡Responde!

—Perdón —Parecía que le hacía gracia. —. Pensé que como te gustaba tener siempre la última palabra en la boca, esta era la única buena ocasión.

Golpeé fuerte el volante haciendo que el coche pitase.

—Oye Blue, ¿pero has venido a que te de hostias, o quieres otra cosa?

—La medicación de Noah.

Mi padre suspiró.

—Mira, eso va a ser complicado. Sabes que no doy nada gratis.

Grité de nuevo, me daban ganas de atravesar el móvil con el puño y reventarlo.

—Hazlo por él, ¡maldita sea! —Cogí aire temblando. —. Si él muere yo sólo lo pasaré mal, ¡pero él morirá sufriendo!

—Estoy de acuerdo, hagamos un trato. ¿Noah sabe que estás aquí?

Incluso oír su nombre de su boca me daban ganas de pegarle.

—No, nadie lo sabe.

—De acuerdo, tengamos tu peleita. Por tu puta culpa las cosas se me han echado encima como una avalancha. Déjame desahogarme y te daré el suministro para el resto de su vida. Aunque sois muy positivos al pensar que durareis más de un mes.

Reí aguantando el cólera.

—¿No te bastó la paliza que me diste en el bar?

—No, no pararé hasta que estés muerto y haya cumplido mi promesa. Es un precio justo por algo tan aparentemente valioso.

—Dame cinco minutos.

Mi padre dio luz a su risa malvada.

—Aquí te esperaré.

Como prometió estaba fuera, en la entrada del orfanato. Nos miramos fijamente por unos segundos. Apagué las luces que se fueron debilitando poco a poco.

Bajé del coche con mi aura como una hoguera. Él me sonreía sabiendo que tenía todas las de ganar.

Nos acercamos mutuamente hasta estar cara a cara. Soltó la bolsa de deporte con los medicamentos sobre el asfalto. Y sin medir mis consecuencias le proporcioné un puñetazo en el rostro usando mi súper fuerza.

Sonrió con la cara girada y pelo despeinad. Entonces cogió rápido mis manos, me dio impulso hacia él y golpeó mi estómago con su rodilla.

Solté una arcada y aquello apagó mi aura. Dejó mi cabeza en su hombro impidiéndo que me moviera. Recuperé la respiración sintiendo un dolor ácido en mi estómago, lo aparté de un empujón de mi lado.

Tosí sintiendo el vómito en mi laringe. Cogí una gran bocanada de aire para no ahogarme. Aquello me había devuelto a la realidad.

—Tenemos un trato, Blue.

Escuchar su voz en persona después de tanto me hizo ponerme serio. No podía andar de chulo ahora. La medicación de Noah estaba en juego.

—No te pases, que tengo que volver a casa.

—Ya estás en casa, Blue. ¿Por qué no regresas a la caverna?

Sin dejar pasar tiempo y como quitar una tirita de golpe. Me golpeó haciéndome caer al suelo. Otra vez en la cara no.

Hice una mueca de dolor, las palmas me ardían por el impacto contra el asfalto.

—¿Qué tal el orfanato? ¿Qué escusa has puesto ahora para explicar todo? —dije entre dientes, aguantando el dolor.

Se puso de cuclillas con las manos colgando de entre sus piernas, a mi lado. Hizo un mohín con los labios.

—¿Quieres pasar?, y lo ves. Hay mucho que limpiar.

—Ni aunque fuera mi última opción volvería a entrar ahí dentro.

Me di impulso con las manos para levantarme. Cogí lo que me había ganado esquivando a mi padre. Y poniendo la bolsa en el asiento del copiloto.

Tomé aire unos segundos en el asiento del conductor, con la puerta abierta y las piernas fuera. Mi padre golpeó sus muslos y se levantó negando, viviendo hacia mí. Apoyó un brazo en la puerta y otro en el coche, dejándose caer.

—¿Te llevo? —Sonrió mostrando sus perfectos dientes, con un brillo peculiar en los ojos. —. Deberías de descansar bien después de todo lo que has oído hoy. Ha tenido que ser algo verdaderamente deprimente para ti.

Lo miré con mi brazo rodeando mi estómago. Arrugué mis cejas apretando mis labios.

—Vete a la mierda —Extendí mi mano para cerrar la puerta —. Largo. —mascullé. Me hizo caso, se apartó alzando los brazos con tranquilidad. Solo que ahora que la puerta estaba cerrada él reposaba en la ventanilla bajada.

—¿Esta es la paliza que me ibas a dar?

Ni me digne a mirarle. Antes me había ido de la lengua. Si me pusiera a pelear y me pasaba algo, nadie sabría donde encontrarme. Y además, Triana y Noah no tendrían como venir, porque me había robado el coche.

Mis pensamiento fueron interrumpidos por la mano de mi padre. Que se cruzó en mi campo de visión. Sujetaba una pequeña bolsa con droga en su interior.

—No vas a lograr que me drogue —Lo miré intentando sobrellevar la situación y respiración. —. Ya no voy a caer en tus trampas.

Levantó sus hombros y plantó una palmadita en mi espalda.

—A ver si voy a ser yo quien te muela a palos, sinvergüenza. No tienes idea de con quien te has metido. Lo de esta noche es sólo la punta del iceberg.

Prendí de nuevo mi aura y con ella el coche largándome de ahí. Miré el móvil todo el camino apoyado en la puerta, por si a Noah se le ocurría llamarme. Cuando me cansé de ver fotos de Noah, y algunas de nosotros dos juntos, me detuve en la hora. Las cuatro de la mañana. Hoy no iba a dormir nada de nuevo. Ahora que sabía todo de Noah y tenía su medicamento, podía respirar tranquilo.

Logré entrar y dejar las llaves sin ser visto por nadie.

Al llegar al cuarto abrí la puerta con sigilo para no despertar a Noah. Pero para mi sorpresa, él me estaba esperando sentado en la cama.

Al oírme alzó la cabeza y vino corriendo hacia mí. Me abrazó fuerte, entonces me maldije por haberle hecho pasar un mal rato.

—¿A dónde fuiste? Estaba a punto de dar la voz de alarma. —Estaba agitado, acunando mi rostro con sus temblorosas manos. Sus ojos me observaban buscando irregularidades. Y sus labios temblaban queriendo iniciar el llanto. No tardó en darse cuenta del nuevo golpe. Abrió los ojos como platos respirando fuerte, y al ver la bolsa colgada de mi hombro unió el puzle.

Soplé cerrando los ojos mirando al suelo. Había actuado muy mal y rápido.

—Siento haberlo hecho. No pensé en lo que hacía. En lo que te hacía.

—Mírame, te lo ruego —ordenó, le hice caso. Noté que él había estado llorando —. No tenías que lastimarte por mí. Hubiéramos ido los dos. Pero no me vuelvas a pegar estos sustos después de todo lo de esta noche. No te estoy regañando, es un aviso como compañero.

Me sentía totalmente avergonzado.

Afirmé apretando mis labios. Dejé la mochila en el suelo junto al puf. Noah me cogió de los hombros y me guió a la cama.

Me senté con delicadeza sobre ella. Él fue quitando los cordones de mis Jordans, al retirar la zapatilla del pie malo suspiré de dolor. Noah acarició mi cabeza sonriendo. Yo tomé aire mientras él corrió al baño.

Al regresar me eché para atrás, y él se posicionó de rodillas sobre mí. Con una pierna a cada lado de mi cuerpo.

—¿Te has enfadado?

Sus ojos verde ya tenían esa luz y su piel lucia del mismo tono que siempre.

Negó pero se mantuvo serio para curarme.

—Al menos no me dio en el ojo. —Bromeé con una sonrisa dental.

Conseguí que de riera sonriendo, me miró y negó.

—Mira que te gusta copiar mi humor negro. —Besó mis labios por unos segundos, cuando se separó mantuvo nuestras frentes juntas.

Una punzada de dolor en el estómago me retorció obligándome a tumbarme abrazando mi cuerpo.

—Joder. —maldije.

—¿Dónde es? —Quitó el pelo de mi cara, balanceando mi cuerpo preocupado. —. ¿¡Es una herida abierta!?

—No —balbuceé —. El abdomen, me metió un rodillazo.

Afirmó sin dejar de mirarme. Yo estaba rojo, con una mueca de dolor apretando mis puños. Mirándolo con los ojos llorosos.

—Ya voy, Mimado.

Se bajó de la cama y salió corriendo del cuarto.

Aproveché y tomé aire, me permití sentir por primera vez después de muchas horas el colchón bajó mi cuerpo. Aquellas guirnaldas estaban encendidas sobre mí, dejando una luz amarilla en el ambiente.

Noah volvió cerrando la puerta, se subió a la cama volviendo a estar arriba de mí. Doblé mis rodillas para estar más cómodo, rozando su culo y casi espalda. Noah colocó una pequeña bolsa de gel frío envuelta en una tela sobre mi golpe, tuve un escalofrío pero me sentí mejor.

—¿Sientes alguna costilla rota? ¿Puedes respirar y andar bien? Estos golpes son peligrosos.

Arquee mi espalda por el dolor apretando mis labios. Negué aguantando la respiración. Volví a apoyar mi cuerpo en la cama y solté el aire.

—Lo sé de sobra, creo que estoy bien.

Noah cerró los ojos tomando aire y agarró fuerte mi mano.

Mientras hacíamos tiempo, Noah se inclinó quedando cara a cara. Lo observé agotado por todo esto. Acaricié sus mejillas, luego sus labios, y pata acabar la cicatriz de su sien. Aquella que se hizo por tirarse de las escaleras. Me incliné con dolor y dejé un profundo beso en esa zona. Lo abracé fuerte negándome a volver al colchón.

Nos arrastré hasta los cojines, abrí las sábanas metiéndonos dentro. Repose mi cabeza en una almohada pero mis brazos serían rodeando a Noah, su cuello.

—Y eso que no te creía tan cariñoso con lo violento que eras. —bromeó.

En verdad y en el fondo, era cariñoso con la gente que más me importaba.

Le saqué la lengua y sonreí con los dientes.

—¿Qué hay de la cicatriz de la rodilla?

Se puso de rodillas quitando mis brazos de él, me senté para poder ver mejor, expectante. Levantó el pantalón del pijama y ahí estaba. Era blanca y más oscura por los bordes. Casi que no se notaba por el tono de su piel.

—Ven aquí, Hippy chiflado.  —Lo volví a abrazar tumbándolo encima de mí. Se negó por el golpe de mi abdomen, pero le obligué ha hacerlo.

Y no me dio tiempo de buenas noches, porque caí frito a los brazos de Morfeo en cuanto apagamos todas las luces.

Esa noche con un simbolismo y sensaciones distintas.

........

Hello, Mimados.

El capítulo de hoy ha sido más corto y más relajado que los anteriores.

Podemos observar como le ha afectado a Blue oír a Noah narrar su historia.

Ahora solo queda seguir desde donde lo dejamos.

Hasta la próxima, vuestra amiga Mabel.

Os quiero mucho ❤️‍🩹

Bye, Mimados.

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