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[47] LUNITA 2/5 ฿‡ 25 DE DICIEMBRE ‡฿

" -Hermanito. "

Dos hermanos y una chica californiana sin poderes.




Corrí descalzo a la puerta, saliendo de ahí con mis piernas rompiendo las leyes de la física, como si mi vida dependiera de mi rapidez. El frío me azotaba en la cara al igual que miedo por todo mi cuerpo, todo el viento que mi cuerpo rompía a la contra se colaba por el fino telaje de mi pijama.

Gente entrando y saliendo de cuartos, gritos de agonía del coliseo, y más disparos. Muchos más, y más gritos.

Casi echo la puerta del cuarto de Liam abajo, al abrirla. Lo vi en el suelo al lado de la silla a la que se había estado intentando subir, pero no lo había logrado. Con su brazo rasguñado, gritaba mientras lloraba, echo una bola tapando sus oídos con su peluche en su regazo.

-¡Liam! -grité, de alegría de que estuviera con vida. Me tiré a su lado sin perder ni un minuto más. Sus ojos casi se salían de sus órbitas, lo rodeé fuerte pero el temblaba al punto de parecer que estaba convulsionando. -Liam. -Toqué su pelo a modo de "estoy aquí" y comencé a llorar sin sonido, pegado a él.

No aguanté, me derrumbe. Si la gente que disparaba escuchaba a Liam gritar iban a entrar a matarnos.

Daba una bocanada de aire sonora, gritaba, sollozaba. Bocanada, grito, sollozo...

Lo apreté fuerte contra mi pecho, sintiendo mi garganta arder y mi cabeza a punto de explotar, y frío.

Mucho frío.

Lo único cálido que sentía eran mis lágrimas, que bajaban por mis mejillas hasta mis labios. Las cuales tenían un sabor salado.

Yo también comencé a temblar. -Shh, Lunita. -susurré, subí el peluche para que él lo abrazara y se relajase.

Lo abrazó con su blanca mano y se lo pegó al pecho hundiendo su cabeza en el hueco entre mi cuello y hombro. Tan solo comenzó a emitir sonidos de terror quejidos de terror contra mi piel.

Los disparos cesaron, los gritos de la gente también, pero los de Liam no. Me puse rígido agudizando mis oídos. Por si había que atrancar la puerta.
Largos minutos después, el silencio fue roto por el grito de dolor de una chica en los pasillos.

"Una que aún no había conocido, pero que años después nos salvaría la vida a mí y a la persona que amaba"

Una chica joven, sentí como todo el bello de mi cuerpo se erizaba. Sintiendo su dolor, empatizando con aquella desconocida. Sintiendo su dolor como el mío, abrazado a la persona que más me importa, lo que seguramente ella ya no podría hacer.

Cerré mis ojos para evadirme del mundo real, dejando caer mi espalda sobre la mesilla. Liam se movió sobre mí y calló.

-Noah, voy a vomitar.

Me activé enseguida, levanté mi cuerpo cogiéndolo en brazos por la cintura corriendo al baño. Lo dejé de rodillas frente al inodoro y segundos después lo echó todo. Sujeté su pelo y cuerpo respirando hondo. Parecía que por alguna razón, aunque todo pareciera ir peor. Sentía que todo fue bien, para mí y Liam.

Llamé a Mara, a todo el que pude, pero nada. Nadie respondía y no iba a salir y dejar a Liam solo. Miré el móvil, luego la puerta y por último a Liam, que murmuraba llorando tumbado en la cama.

Entonces la pantalla del móvil me iluminó de nuevo la cara. Un mensaje de alerta.

"No salgan de sus cuartos, estado de emergencia, hemos sido atentados. Pronto en contacto. "

Miré a Liam de nuevo. Estaba bien, a salvo. ¿Qué habría sido de la chica? Solo esperaba que no hubiera que lamentar mucha gente.

Subí los tirantes de mi camiseta blanca, dejé el móvil sobre la mesilla de entrada después de ponerlo en silencio.

Aseguré todos los pestillos de la puerta poniendo la toalla en la línea de abajo para que no entrará el frío, bien. Caminé hasta la cama y le quité el pelo de la cara a mi hermano.

Temblaba un poco y cerraba sus ojos.

-¿Mejor? -pregunté, poniendo mi mano sobre su hombro. Asintió.

-Tengo hambre. -murmuró, abrazó al mediano conejo de peluche y se hizo una bola bajo el edredón y sábanas.

Afirmé, yo también la tenía. -Voy Lunita.

Bajé la persiana y encendí el incienso de pino que se había apagado. La iluminación ahí era de los colores de la galaxia y al mismo tiempo cálidos. Por la lámpara de Liam, y amarilla por la luz del escritorio que daba ambiente.

Me acerqué a la pequeña despensa, que estaba en un pequeño hueco empotrado en la pared junto a la puerta al lado del mueble de recepción. Al final elegí una pequeña lasaña de verduras que calenté en el microondas. Mientras preparé por otra parte Doritos y otros snacks, junto con fantas de limón KAS. Las favoritas de Liam.

Esa noche dormimos más abrazados que nunca, en la que tuvimos más miedos.

La ansiedad social de Liam había empeorado después de eso. No se lo habían diagnosticado, pero era como yo lo había etiquetado de mala manera. Desde luego aquello estaba muy lejos de parecerse a lo que era la enfermedad de verdad.

Semanas después parecía que nadie se acordaba del incidente, todo volvió a la "normalidad" de siempre. Además los que eran La Liga habían salido en ese momento a una expedición obligatoria.

-¿Noah?

Una voz femenina me hizo pararme en el umbral de la puerta y chocarme con algunos compañeros de ya catorce años.

«Era Tana. »

Últimamente habíamos hablado más en clase, y alguna que otra vez la había pillado haciéndole ojitos a Liam.

-Dime. -Esquivé a otros compañeros levantando mis brazos y salí al pasillo junto a ella.

-Veras...me preguntaba si me podrías ayudar con un tema complejo -Arrugó los labios y sonrió. -. Es que en los últimos días no logré hacer uso de mis poderes de agua.

-Claro -acepté la idea, recoloqué mi mochila y señalé con el pulgar el final del pasillo. -Cuando mi hermano venga vamos a entrenar.

-Ah... -se quedó a medias, apretó sus labios poniéndose roja. Siempre había pensado que tenía ese aire a chica californiana de las pelis. Se puso rígida pero aún así no lograba superar mis hombros.

-Hola. -Liam apareció en escena, en cuanto ella le vio desvío la mirada tapando su cara con el pelo.

Sonreí mirando a ambos.

«No me llaman cupido por nada. »

-Ah -Me puse detrás de Liam y acerqué su silla al frente de ella. -, este es mi hermano Liam -coloqué mi mano alrededor de mi boca a modo de megáfono, y susurré. -. Babea mientras duerme.

Ella se quedó con la mano a medio camino de saludar, y en su lugar se tapó la cara para reír nerviosa.

Liam me pisó el pie con una rueda como respuesta, lo tiré al suelo para atrás con la silla dejándolo tumbado en el suelo, haciendo que sus ruedas decoradas con estrellas rojas, azules y amarillas rodarán en el aire.

Tana puso cara de terror, pero bah. ¿Qué importa? Ya me conocía de sobra.

Antes de poder hacer nada ella se adelantó y levantó a Liam con una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola Liam, soy Cayetana. Pero me puedes decir Tana, todos lo hacen.

«Vaya, y yo que pensaba que Tana era su nombre real. »

¿Qué si estaba mal su "relación" creada por mi mente? No, para nada, a pesar de los dos años de diferencia. Ella no tenía malas intenciones, y estaba bien que mientras no hubiera peligro. Ambos experimentaran y cometieran errores.

-¡No puedo! -grito, con las manos en la cabeza.

Llevábamos una hora en el gimnasio intentando que a Tana le salieran sus poderes, incluso la gente ya se había ido y me había permitido apartar un poco las máquinas.

-Sí puedes Tana -La cogí de la cara. -. Solo tienes que...

-No, la realidad es que llevo un mes así. ¿Qué pasará si me hacen una revisión? Tengo miedo por no entrar a La Liga o que me maten.

Vaya marrón que teníamos encima. Pero me tenía que poner duro para que se relajase.

-Quedan cinco años, no sabes lo que puede pasar hasta entonces.

Sopló moviendo su pelo, se arremango las mangas de su sudadera deteniéndose de nuevo en el vaso de agua de encima de una máquina.

Se concentró mirando al objeto, por un momento creí que se le iban a salir los ojos de las órbitas.

Se rindió para siempre relajando su expresión y mirándome. -Me rindo Noah.

Pasó por mi lado para sentarse en el suelo frente a Liam. Que comía Doritos con cara de preocupación.
Ella volvió a estar con complejo de tomate, pero no del esfuerzo. Levantó la vista tímida extendiendo su mano.

-¿Me das? -le susurró, recuperando algo de aire.

Mi hermano asintió con una sonrisa tonta, así se hace hermanito demuestra los modales que te he enseñado, ella se arregló el pelo cogiendo Doritos abrazando su cintura con su brazo derecho.

-Iré a por algo de beber, los dejo solos.

Cuando volví con los refrescos ella había desaparecido pero sus cosas no.
Me vi obligado a mirar a la nada rompiendo la cuarta pared imaginaria, miré a lo lejos mientras caminaban hacia Liam. Levanté los hombros y vocalicé con algo de sonido un "¿Dónde está?"

-En el aseo. -me respondió.

Dejé las botellas sobre una mesa y miré fijamente a Liam. Cuando se dio cuenta abrió mucho los ojos levantando sus hombros y manos.

-¿Te mola? -solté comiendo un Dorito.

Ahora sí que sus ojos se abrieron bien.

-¡¿Qué?!, no...yo...- miró a todas partes con temor de que alguien nos escuchara, más bien Tana.

-Liam -le corté y bajé la voz. -, he visto como os miráis.

-¿Y? -Miró hacia la puerta de servicios de su espalda para luego regresar a mí. -. Vale. -masculló.

-¡Lo sabía! -Le señalé y bailé victorioso dando vueltas eufórico.

-¡Shhh subnormal te va a oír!

Hice una mueca de pena. -Jo -ensanché una sonrisa malvada y creé una flor morada con mis poderes, una margarita morrada. -. Dásela.

-Pero estás...-Apoyó su mano en el respaldo y se puso de nuevo a examinar su alrededor.

Tana apareció por el fondo así que dejé la flor encima de la mochila de ella.

Ahora ella llevaba una gora hacia atrás y su pelo rubio largo mejor recogido.

-Para usted. -Le brindé la lata de refresco fría.

Sonrió. -Gracias. -Miró a Liam fugazmente por el rabillo del ojo volviendo a su asiento, esta vez a su lado.

-Y tranquila, tus poderes volverán. Estarás en un estado anímico que los habrá bloqueado. A mucha gente le pasa.

Asintió y miró hacia la mochila de puta casualidad. La señaló, abrió los labios para decir algo. -¿Es para...

-Ti. -finalizó Liam con cara de estar montado en una montaña rusa, dejando de ser tan pálido. Su rubor contagió al de ella.

Sonrió y mantuvo la vergüenza. -Gracias, Liam. Me encanta.

Nunca os había dicho que cuando Liam se obsesionaba con algo no callaba ni debajo del agua. Si no tuve suficiente con escuchar su teoría de que Stranger things que había alguien por ahí creando gente con poderes.

Además de los mundos paralelos y una posible Matrix que me crearon pesadillas por un mes. Esa noche me tocó oírlo hablar de Tana, y como yo era amigo de ella, por poco Liam no me sonsaca su tipo de sangre.

Que cuándo íbamos a quedar de nuevo. Qué si a ella también le gustaba Stranger things. También quería que viniera un día al cuarto, pero que le daba vergüenza por la mezcla de olor a incienso, pies y Doritos.

Finalmente se terminó por dormir y me quedé mirando la foto de la pared del Halloween pasado, en el que él se disfrazó de Dustin y yo de Steve.

Al día siguiente me puse en clase con Tana para "hacer un proyecto juntos". Es decir, que de paso le iba a preguntar información de forma discreta sobre mi hermano.

Unas miradas y roces no significaban nada. Necesitaba escucharlo de su propia boca para confirmar mi ship.

Estábamos en el fondo de la clase, uno sentado delante del otro. Ella llevaba su pelo rubio oscuro en un moño muy alto, con un top de tirantes blancos que resaltaban sus ojos marrones. Y acompañado todo esto y haciendo juego una chaqueta que colgaba de sus codos y unos pantalones grises.
Ahora me daba cuenta de que sus brazos estaban verdaderamente trabajados, más de una vez la había visto entrenando.

-Y bien -llamé su atención y me miró. Me eché para atrás en el respaldo de la silla y me crucé de brazos. -¿Qué te parece mi hermano?

Dejó de mirarme de forma automática, movió nerviosa y torpe los papeles de la mesa. Arrugó sus labios y levantó una ceja pensativa.

-Es majo...se nota que es tu hermano, sabes.

«¿Por la belleza? Perdón. »

«¿Eso es todo Tana? »

No dejé de mirarla, saber si el sentimiento de Liam era mutuo me resultaba una actividad muy divertida y crucial para mis próximas horas de sueño. Levantó primero los ojos y luego la cabeza, dejando escapar unos mechones rubios.

-¿¡Qué, pues!? -exclamó.

-Sabes que me puedes decir lo que sea, ¿verdad?

-Ya -Ladeó su cabeza y abrió los ojos en un "yaaa" pero con un pero. -, es que la verdad me da mucho corte que tu hermano se entere.

-¿¡Te gusta Liam!? -musité, y ella se puso roja.

«Eso era lo que acababa de insinuar, ¿verdad que sí? »

Agarró un papel y lo comenzó a cortar sin sentido nerviosamente sin mirarme, uno: por vergüenza, dos: para no rajarse un dedo. Levantó los hombros haciendo un mohín de duda.

-Puede -balbuceó. -, pero desde hace ya.

-¿Y por qué no me lo dijiste antes, os hubiera presenta...

-¡Claro! -Dejó todo en la mesa y sus ojos se humedecieron. - ¿Cuándo él tenía once y yo trece?

Volví a colocarme bien, dejé el tema. No le dije que él también la quería, y tampoco se lo dije a él.

Mi papel como cupido anónimo había acabado.

De verdad que nunca había visto a Liam así de empanado y enamorado. La piel se le estaba quedando roja de las veces que se metía al baño para darse una ducha con refuerzo de esponja y cinco kilos de jabón.

Al menos el cuarto ya no olía a pies sudados.

Me bajé del patinete y me paré a contemplar el amanecer de un nuevo día en el orfanato. Que como siempre pintaba que iba a ser nublado.

-Vamos enamoradizo -Cerré la puerta del cuarto y me fui a levantar las persianas. Él emitió un sonido de queja tapando su cara -. ¿Regaste la planta? -Miré al pequeño cactus de la mesita.

Mira que era difícil que se te muriera un cactus. Usé mis poderes y reanimé un poco a la pobre planta.

-¿Qué te quieres poner hoy? -inquirí frente al armario. -Tu look de pídeme salir o el de bésame.

-El de cinco minutos más.

Soplé, le lancé el look de polo de rayas azules y blanco con unos vaqueros y su chaqueta azul marino.

-Oye, se me ha ocurrido algo. Pero no sé qué te parecerá -Me giré y guardé el otro look, él respondió con un "hmm" -. Verás, podríamos hablar con Víctor y pedirle que me dejé instalarme en el cuarto de al lado. Sé que ya hay alguien. Pero se podría negociar, así estaría al lado por cualquier cosa que pueda pasar -solté una risa que sonó a suspiro. -. Incluso quién sabe, podemos solicitar una pequeña ventana para comunicar los cuartos.

-Pues entonces habla tú con el Brener de las montañas -Se arrastró y se sentó en su silla para ir al baño. -. Además, ese tío me da miedo. Y si se le ocurre perseguirnos soy yo el que va en silla de ruedas. Me da miedo y paso de quedarme manco, ya me vasta con estar cojo.

«Con hermanos como este para qué enemigos. »

De camino a clase Liam no había dejado de mirar el cielo, a que no lo adivináis, exacto; nublado. Abrazando su cuerpo por el frío.
¿Cómo diablos iba yo a llamar la atención de Víctor? No sé, podía ponerme a fingir mi muerte en un pasillo con mis grandes dotes de actuación.

Para el colmo llegaba tarde a clase y estos pasillos kilométricos no ayudaban. Pasé por al lado de un cubo de basura, más tarde retrocedí levantando una ceja.

«Y síii...»

Incliné mi cuerpo para atrás y vi a un profesor en una clase vacía corrigiendo.

«Víctor Parckson, si no puedo llamar tu atención por las buenas, tendrá que ser a las malas. »

Pateé el cubo metálico como un balón de fútbol, y la energía de mil hombres. Aquello hizo un estruendo de cojones.

-¡¿Pero qué?! -El profesor salió del aula, primero miró al cubo y la basura del suelo. Luego a mí, me señaló con su dedo índice. Abrió sus labios para decir algo.

Pero eché a correr a toda velocidad con mis brazos doblados moviéndose de adelante a atrás. Pateaba mi mochila con mis pies, al doblar la esquina resbalé y mis zapatillas hicieron mucho ruido. Logré levantarme a tiempo y seguí corriendo.

Escuchaba al profesor gritarme en la nuca, entonces me paré para dar entrada a mi fase dos del plan.

-¡Joven! -Volvió a señalarme desde la distancia mientras recuperaba el aire. -. Al aula de convivencia.

«Lo que estaba apunto de hacer se salía de mis reglas morales. »

-Una mierda. -Abrí todo lo que pude mis ojos mientras respiraba agitado por la boca.

«Sean amables por favor, yo no les enseño estas conductas. »

-¿Disculpa? -Anduvo hasta llegar a mí. -¿Con quién tienes clase?

-Creo que eso no es de su conveniencia -respondí, llevó sus dedos a su entrecejo desesperado, yo también lo estaría si fuera él. Fase tres activada. -. Adelante, llama a Parckson. Dile que tengo un mensaje importante para él. Que Noah Folen lo espera.

Suspiró harto, al final me cogió de la mochila arrastrándome.

«Toma, ahora la meta era no mearme encima cuando Víctor llegase. »

Me empujó dentro del aula vacía de convivencia, me indicó que no me moviera de ahí en el tiempo que él iba a por Víctor. Me apoye en una de las mesas respirando hondo. El corazón me iba a mil y se me había olvidado como hablar.

«Vamos, ni que te fuera a arrancar la cabeza del cuerpo. »

«No, ¿verdad? »

Me asomé al pasillo y cuando vi que él rey de Roma venía me metí dentro de la clase, inspiré hondo y empecé a pensar que eso había sido muy mala idea.

-Mira Folen, más te vale que sea bueno -su voz se escuchaba en el pasillo, cuando entró cerró la puerta y se dirigió rápido a mí.

Me apoye en una mesa y levanté las manos.

-Para.

Levantó una ceja y se cruzó de brazos expectante observándome.
Cogí aire y comencé.

-Solo quería consultarte algo.

Sonrió con la lengua en el paladar, giró su cuerpo por unos segundos y soltó aire por la nariz.

-¿Es de vida o muerte?

-No, pero...

-¿¡Entonces!? -exclamó, abrió sus brazos y ojos. Luego relajó su expresión y se puso a mi altura. Bajando su cuerpo con una mirada seria y juzgadora. -Mira Folen, no te metas en más problemas me oíste -su dedo índice me señalo, entonces susurró. -, porque no saldrás bien amparado.

Miré su mano para no mirarlo, cogí aire temblando. Él lo notó porque ensanchó una sonrisa, Liam tenía razón. Era una mierda de persona.

-Yo... -intenté escudarme en algo sólido. Quizás tirar la basura e insultar al profesor no había sido la mejor idea.

-Ahora hazme el favor de limpiar todo lo que hiciste. -se movió pero yo no, no podía. Víctor agarró la escoba y recogedor, podría habérmelo dado en mano, pero me lo lanzó y se fue dando un portazo.

Apreté fuerte mis puños mirando a la puerta con el ceño fruncido de rabia. ¿Cómo se atrevía? Sabiendo que si necesito ayuda es para Liam y no para mí.

Tranquilo, tranquilo... Respira hondo varias veces. Lo hice y cuando me vi listo fui a hacer lo mandado.

-No te creo -Liam había salido ya de clase, habíamos pasado de comer e íbamos en dirección a su cuarto. -. No te tocó, o sea, no te lastimó. ¿Cierto? -Frenó su silla y giró su cabeza para verme.

-¡No! -Apreté mis labios negando, bajé la cabeza y comencé a andar de nuevo. -. Por cierto, he pensado en hacer hoy una fiesta de pijamas.

-De hecho...

Volví a pararme y me puse frente a él. Levanté una ceja a modo de duda sin comprender nada.

-Tana va ha venir hoy a mi cuarto para una cita.

Abrí mis ojos y sonreí de oreja a oreja conteniendo un grito de alegría, por el hecho de que mi shipp se había hecho realidad. -¿Enserio? Por qué no me lo habías dicho antes, vamos a ponerte guapo. -hice el amago de moverlo pero me detuvo.

-Noah, no quiero hacer eso. No me siento bien, seguro que la hago sentir incómoda.

-Lunita, no digas eso. No la harás sentir incómoda. Si eres la hostia.

Negó moviendo su blanco pelo y levantó la mirada. Su nariz con algún que otro grano estaba roja.

-Te puedes quedar con nosotros, no creo que a ella le importe. ¿No?

-Y ser vuestro sujeta velas, no. La noche es para vosotros.

Habíamos limpiado el cuarto, y ambientado un poco. Ella llegó justo a tiempo. Liam me miró aterrizado y le giñé un ojo.

-Hola Tana -Abrí la puerta y chocamos los cinco. -Si necesitáis algo me dais un toque, estoy a cinco puertas.

Ella afirmó y los dejé a solas.
Puse la música en mis auriculares y me tumbé en el banco del centro del edificio de cuartos para mirar las estrellas mientras la cita acababa. Me apetecía tomar el aire frente a la puerta de Liam en vez de ir a mi cuarto. Corría algo de fresquito, pero se estaba de lujo.

En el momento en el que mis párpados se empezaron a cerrar y mi precioso culito a quedar plano cogí el móvil.

Al encenderlo el brillo casi me deja ciego. -Maldita sea. -murmuré adormilado. Las doce y media.
Anda que cualquiera que me viera por ahí tumbado a esas horas se iba a pensar que estoy loco.

Apagué la música sentándome tomando algo de aire, me giré y miré la puerta de Liam. Por debajo de esta se veía luz, por lo que estaban despiertos. ¿En qué condiciones? Acompañarme a averiguarlo.

Apoyé mi oreja en la puerta, no se escuchaba nada alarmante. Solo música floja.

Entre abrí un poco la puerta, asomé mi cabeza por el pequeño hueco sigiloso. Para ser chismoso había que ser invisible. Sí, soy una Karen chismosa. ¿Algún problema?

Liam estaba sentado en la cama con la columna apoyada en la pared, ella encima con una rodilla a cada lado de los muslos de él. Tenía su cabeza agachada con su pelo en cascada, acunando el rostro de Liam besando sus labios lenta. Liam echaba hacia arriba la cabeza recibiéndola, rodeando la cintura de ella con sus brazos. Posando sus manos en el coxis de Tana.

Cuando Tana bajó su cuerpo y Liam subió sus manos mientras que ella iba a su cuello cerré la puerta. Decidí que el banco seguía siendo mi lugar.

-He vuelto -Me tumbé emitiendo un quejido. -. Estamos muy solos eh banquito. -Dejé colgando mi brazo y cerré los ojos. Ya me daba igual quedarme ahí durmiendo.

Dos sueños, y tres cuartos después, una mano movió mi cabeza acariciando mi pelo. Abrí mis ojos y mis gafas estaban en alguna parte de mi cara que no eran mis ojos. Y mi pelo en mi cabeza pero de forma espiritual en una montaña rusa.

-No te duermas cuñado. -Tana ahora iba en manga corta pero con sus pantalones de chándal.
Rasqué mis ojos y me puse presencial.

-Solo estaba cerrando los ojos. -Levanté mi mano y ella me chocó los cinco alegre. Se despidió con un abrazo y un beso en la mejilla y se fue.

Corrí al cuarto de Liam, más despierto que nunca. Abrí la puerta, ahora no como Karen chismosa, sino como Noah hiperactivo.

-¡Ese es mi hermanito, la has hecho feliz!

Estaba tumbado rojo, mientras lucia puesta la sudadera que le faltaba a Tana. Me lancé a la cama y le abracé llenando su mejilla de besos.

-¡Ugh! -limpio mis marcas de inmediato.

-Hace cinco minutos no decías lo mismo con Tana. -Bueno, bueno. Cinco minutos no sé yo, teniendo en cuenta que me había dormido no podía decir mucho del tiempo.
Liam me soltó una colleja limpia, entonces se la devolví con la almohada. -¡Ya! -grité cuando vi que me la iba a devolver. -¿Y bien? ¿En qué habéis quedado?

Suspiró mirando al techo, echó para abajo su cuerpo haciendo que su cara y cuello rojos se escondieran en la sudadera.

-Lo vamos a intentar, pero muy lento. Ella es la mayor y no quiere que me sienta presionado en ningún momento ha hacer nada. Y además, como sabe que es mi primera relación me quiere dar mucho espacio y tiempo para que no me agobie. -Fui de nuevo a abrazarlo pero me detuvo serio. Entonces rio más feliz que nunca con sus ojos humedecidos y se tiró encima de mí.

Sonreí balanceándolo, sacudí su pelo blanco, que ya estaba despeinado. Ese es mi hermano, mi querido hermano.

A la mañana siguiente nos quedamos tumbados en la cama hablando, total no había clase. En el cuello de Liam ya habían visibles chupetones a los que le había puesto crema y aún no se quitaba esa sudadera.

-Es que es tan -Se mordió el labio sonriéndole a la conversación del móvil. Resulta que llevaba hablando dos semanas, desde que Tana me pidió ayuda con sus poderes. -Se preocupa por mí, es amable, guapa. Y besa de lujo, Noah.

Giré la cabeza hacia la pared, y aproveché para acomodar mi cuerpo que estaba tumbado boca abajo. -Solo me estás recordando lo solo que estoy tío.

Una notificación me interrumpió, giré de nuevo mi cabeza y lo miré con las cejas levantadas y sonriendo.

Después de una rica comida de bocadillos calientes de queso y jamón hechos por mí en el cuarto, por supuesto, si no quién los había podido hacer. Limpiamos y despejamos la mesa para jugar una partida de cartas del "Uno".

-¡No fastidies! -Tiré mi baraja sobre la mesa, había perdido de nuevo. Liam rio en su silla, haciendo que me frustrase más en mi gran y cómoda silla de escritorio. -Sácate las cartas del culo tramposo.

Acercó su cara a la mía con burla. -Parece que alguien te gana en todo, hermanito.

Saqué rápido el boli bic negro del bolsillo y me arrodillé para "apuñalarlo". Pero alguien tocó la puerta interviniendo. Me levanté y puse un dedo en cada ojo para luego señalar con estos a Liam.

-¡Hola Tana! -La saludé y le di paso, en cuanto Liam la vio y captó que no era una broma de venganza, se puso a peinar su pelo blanco como un loco.

-Qué pasa cuñado. -Dio unas palmaditas en mi hombro derecho y se adentró en el cuarto.

Saludó a Liam con un abrazo y luego al conejo de Liam. Abrí la nevera e hice que buscaba algo. Entonces ella se agachó y atrapó los labios de Liam junto con su rostro, lenta esperando a la aprobación de él. Liam echó el pelo de ella fuera del camino y le rodeó el torso temblando.

Cuando hubo una separación cerré la nevera con unas latas de refresco en la mano yendo de nuevo a la mesa.

-Siéntate en mi asiento -Le indiqué a Tana la silla de detrás suya y al lado de Liam. Le di la lata de refresco y miré a mi hermano que estaba rojo. -. ¿Juegas? -inquirí, acerqué otra silla para mí sentándome en ella.

Tana afirmó y sonrió, se le veía bastante agusto con nosotros. -Esta bien, y gracias.

Después de tres derrotas más por fin era mi partida

-¡Tomaa! -Tiré la última carta y me levanté eufórico -. Chúpate cuatro, y encima gano. -Señalé a mi hermano y moví rápido mis brazos como un auténtico vencedor. Después de tanto ya tocaba.

Liam me imitó con mucha burla mientras que Tana negó dejando sus cartas.

-Que te den -Empujé su cabeza hacia atrás y él me lo devolvió con un puñetazo en el centro del estómago. Un golpe limpio y duro.

-¿Yo también puedo? -Tana se levantó graciosa viniendo hacia mí con pose de lucha. Esa mujer estaba mamadísima.

Recompuse mi cuerpo poniendo pose de lucha, doble los dedos de una mano mano indicando que viniera.
Sonrió con luz traviesa y vino a placarme, pero la cogí por los aires para tirarla a la cama, ella grito y su rubio pelo le quedó por la cara y los pies por encima de la barandilla.

-¡Tío que me dejas sin novia! -Liam dejo su baraja y se acercó a la cama para socorrer a su amada.

Ella no se movió de posición, solo levantó su culo y sacó de debajo al conejo Liam. -Vaya, he aplastado a alguien. -se rio un poco echa un desastre.

-No te preocupes, no es la primera vez que está en el trasero de alguien. -extendí la mano junto con Liam y la ayudamos a bajar, o al menos a sentarse en la esquina.

Liam le colocó el pelo mirándome mal. Se lo devolví con la misma mirada y le saqué la lengua en el acto más infantil hasta ahora.

-Sí bueno. ¿Quién quiere cenar?

Tana recuperó el conejo y se lo puso frente a la cara cogiéndolo de los brazos, procedió a poner voz grave para dar vida al peluche. -Yo quiero.

Liam le cogió el peluche sonriendo como un imbécil y lo devolvió a la cama que se había desecho por la caída, accidentada por supuesto, de Tana.

Con el estómago ya lleno, y la noche del orfanato sobre los tres.

Caminábamos por aquellos pasillos kilómetros. Puse mis brazos a las espaldas y observé la luna llena. Y el agua de la lluvia que caía del cielo,, que brillaba a contraluz por la luz que emitía la luna y las farolas pequeñas de pared del pasillo.

Una brisa de aire nos sorprendió, abracé mis brazos para calentar mi cuerpo. Mientras que observaba a Tana y a Liam unos pasos por delante de mí, riendo. Él le rodeaban la cintura y ella ayudaba a empujar la silla.

El logo de los "Ramones" de la sudadera de ella se arrugaba por el contacto de él. Su pelo blanco brillaba aún más con la luz de la luna, su querida luna.

Ella se agachó para oír algo que él le dijo en el oído, lo miró confundida y luego se giró para llamarme.

Me paré y ella vino mientras que mi hermano se giraba para observarnos en su silla como un marqués.

-¿Me puedo quedar a dormir con Liam? -me preguntó.

Debería de habérmelo olido, la verdad. Levanté mis hombros y miré a Liam.

-Claro -Afirmé seguido. -. Hacer lo que queráis, ya sois mayores.

Ella sonrió de oreja a oreja, su nariz ahora con una cicatriz se arrugó ardiendo en rubor. Corrió con Liam afirmando feliz y él la recibió en un abrazo.

Tana entró primero al cuarto y se fue directa al baño. Entonces aproveché, nunca se me han dado bien los críos y no quería ser Tío Noah aún. Era muy joven, y ya me bastaba con cuidar todo el día de Liam.

-Cuidado, eh. -llamé su atención con mi dedo apuntando a su carota y apoyado en el marco de la puerta.

Rodó sus ojos y suspiró. -Ya sé, Noahh.

-¿Quieres condones?

Abrió mucho los ojos y miró hacia atrás. -Calla. -musitó.

Sonreí negando, le acaricié la cabeza. -Si surge la ocasión que alguno venga a buscar a mi cuarto los condones, no quiero ser tío de ninguna criatura engendrada en una noche de fogueteo.

Liam negó rendido. Solté una risa con los labios cerrados.

-Buenas noche, Lunita.

-Adiós, saltimonckey.

LIAM

Cerré la puerta con llave y fue justo cuando ella salió del baño, me sonrió.

-Buenas. -susurró, para que no hubiera silencio e incomodidad. Ella siempre preocupada.

Mis mejillas ardieron y le devolví el saludo con la mano. Encendí la luz del cuarto y deslicé mis manos por las ruedas de mi silla para moverme, suspiré. Estaba demasiado agotado.
Para mi grata sorpresa ella empujo mi silla por mí, sentí que estaba en el mismísimo cielo. Necesitaba algo así.

-Gracias. -susurré, mirando hacia arriba.

Frenó y se puso delante, cerca de mi cama. Pasó sus dedos por mi cuello provocándome cosquillas. Acercó sus labios a los míos, se me quedó mirando con los ojos entornados, mirando a mis ojos con una sonrisa.

Dejé que fuera ella la que empezará con el beso. Dejó reposando sus manos en mi nuca y cerramos los ojos.

Rodeé su cintura con mis manos, ella abrió los labios y comenzó a dominar sobre los míos. Subió una rodilla a la silla y se pegó más, intensificando el beso. Comenzamos a jadear, uno por culpa del otro. Mis manos temblaban y agarré su cuerpo más fuerte.

Separó nuestros labios, su respiración era acelerada y me miraba con sus ojos marrones cafés y su nariz dibujada por una cicatriz. Sus mejillas estaban rojas y desvió la mirada por un momento. -Mierda.

-¿Qué? -Miré sus precioso cuerpo sobre mí.

-El pijama. -Me devolvió la mirada que me había arrebatado.

-Yo te lo dejo. -informé, bajó de la silla y rodé hasta el armario. Mientras buscaba algo ella se sentó en la cama, justo detrás de mí. Eché un vistazo por encima y luego me adentré a la selva. Entonces vi una camiseta de manga larga morada y unos pantalones de un pijama viejo.

-¿Crees que te valdrá? -pregunté, giré mi cuerpo y Tana afirmó muy segura.

-Ahora veremos. -besó rápido mis labios y corrió al baño. Las mariposas volvieron a mi estómago. Suspiré por milésimas vez y miré al techo.

«Vamos Liam, cámbiate ya o te encontrará en pelotas. »

Agarré mi pijama y me cambié rápido para que ella no tuviera que verme desnudo. Tiré al cesto de la ropa sucia lo que ya no me hacía falta y subí mi culo a la cama.

-Por fin. -tumbé mi tronco en el colchón echando mi cuarto para atrás.
La puerta del baño se abrió y me vi obligado a sentarme de nuevo. La ropa le quedaba de lujo, se ajustaba a su cuerpo marcando su silueta a la perfección.

-Al parecer somos de la misma altura -levantó sus brazos y se observó. Apagó la luz dejando tan solo las guirnaldas y luz de estrellas. -. Joder. -susurró, se fue acercando a mí mirando el techo estrellado.

La rodeé por su cintura con mis manos, por el contacto repentino dio un pequeño bote, y puso sus manos sobre las mías mirando de nuevo al techo.

Un trueno provocó que mirase a la ventana por unos segundos para luego mirarme a mí. Sorteó mi cuerpo gateando hasta el final de la cama.

La chica que más me molaba y yo íbamos a compartir cama, sentí un cosquilleo en la espalda y mi estómago dolía.

Me tumbé en mi lado junto a la barandilla. Ella se tapó corriendo con mis sábanas de galaxias y se hizo bolita debajo de estas. Su nariz estaba roja y su oscuro rubio pelo despeinado y ondulado como siempre.

De la nada volví a ayer cuando nos quedamos solos, el no saber que decir:

Mirarla por mucho sin poder evitarlo.
Me subí a la cama nervioso, habíamos estado hablando normal y sin problemas. Ella llevaba su pelo rubio oscuro suelto como siempre. Unas mallas y una sudadera gris sin capucha.

Ella me miró desde delante, hacía tiempo que estaba sentada en la cama de piernas cruzadas. Giré mi cabeza para dejar de mirarla, comencé a quitar mis zapatillas para hacer algo. Las zapatillas de velcro era por pereza de atarme cada dos por tres los cordones.

-¿Cansado? -susurró, cerca de mí. Ni siquiera la había oído acercarse.

Paré todo movimiento, su voz, su dulce voz. Sentía sus ojos castaños en mi nuca y su frío tacto cerca de mí.
Volví a lo que estaba haciendo sintiendo el corazón bombear por todo mi cuerpo.

-Perdón por el olor a pies. -me disculpé. Me coloqué pegado a la pared, y ella volvió a ocupar su puesto frente a mí.

-Tendrías que oler los míos después de gimnasia. -hizo una mueca de asco y sonrió.

Miré sus finos labios y un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Había intentado lanzarme las otras veces que habíamos quedado. Pero me empezaba a sudar las manos y el pulso se me disparaba.

Tana miró mis ojos y luego mis piernas extendidas, y de nuevo a mí. Se movió y vi un poco sus intenciones. Separé mis piernas con mis manos e hice hueco para ella.
Se puso de rodillas y me miró de arriba abajo. -¿Puedo?

Afirmé, Tana rodeo mi cintura con sus piernas. Estábamos demasiado cerca, ese maldito sudor volvió y su cuerpo ya no era frío. Sentía que ella podía detectar el ritmo de mi corazón.

Bajó la mirada hacia mis labios, abrió los suyos para intentar decir algo pero no pudo. Se comenzó a poner muy roja y comenzaba a preguntarme si debería lanzarme yo.

Antes de más pensamientos besó mis labios, manteniéndolos presionados. Los soltó dejándolos húmedos y esperó de nuevo mi consentimiento. De la nada hacía mucho calor.

Al ver que quería más se puso de rodillas comenzando a besarme de nuevo, con más intensidad. Un gran cosquilleo azotó mi cuerpo.

Mi cabeza choco con la pared, subió sus manos por todo mi torso y cuello. Sonrió sobre mis labios y levantó mi cabeza, encorvado mi cuerpo.

Comenzó a besar mi cuello y enredó sus dedos en mi pelo. Solté aire para calmarme rodeando su cintura, la quería cerca siempre la había querido cerca.

Después de eso tuvimos una larga conversación de consentimiento, y firmamos un contrato imaginario con nuestra comenzante relación.

-Liam -la voz de Tana y el sonido de la lluvia me trajeron de vuelta a la realidad. Estaba igual de tapada que antes. -Has entrado en trance.

Miré al techo. -Algo así.

Me giré algo tímido y me permití apoyar mi cabeza en su hombro cerca de su pecho. Me aceptó besando mi siens y me tumbó por completo sobre ella.

-Mi chica californiana.

-Mi futuro astronauta.

Cerré mis ojos y sonreí hundiendo mi cara en su abdomen.

NOAH

Solo esperaba no tener que organizar un baby shower.

Bajé de mi monopatín y rebusque la llave en el bolsillo de mis vaqueros. Como no me diera prisa esos dos iban a llegar tarde.

Al fin logré entrar y se me ensanchó una sonrisa cuando los vi abrazados, en una posición algo extraña.

-Tortolitos. -Subi la persiana abriendo la ventana dejando que el olor a hierba mojada entrase en el cuarto.

«El mejor olor del mundo. »

Era algo muy común aquí, parecía que el mal tiempo era la única temporada del año.

Ellos duraron aproximadamente un mes más después de todo esto, hasta el primero de diciembre. Donde se dieron cuenta de que ya no había el mismo amor. Así que se quedaron como amigos. Seguían siendo los mismos, solo que ahora amigos.

Y el cumple de Liam era hoy, veinticinco de diciembre.

Y le tenía la mejor sorpresa del mundo, un telescopio para poder ver las estrellas desde su cuarto. Además de que unos pajaritos me habían chivado que esta noche se podría ver una pequeña aurora boreal en el cielo.

Terminé de envolverlo perfecto, la verdad se me daba bien, a mí parecer. Y corrí a su cuarto, a pesar de ser altas horas tempranas de la mañana.

Su puerta estaba abierta, entré y lo busqué. ¿Dónde está? Dejé el regalo sobre la cama. Y corrí fuera.

-¡Liam! -lo llamé por los pasillos. Nada. -¡Liam!
Bajé al piso de abajo, las clases. -¡Liam! -Di un montón de vueltas, pero ni rastro de Liam.

Corrí hasta que halle su silla frente a una puerta, respiré hondo. Qué estaría haciendo a estas horas en un cuarto de la planta baja -Serás cabrón -Me acerqué a la puerta. -¡Me haré el sorprendido cuando me asustes Lunita!

Puse mi mano sobre la manilla y abrí la puerta. Me paralice, mi corazón dejó de funcionar a la vez que mis pensamientos.

Estaba tendido en el suelo de aquella tenue aula.

«¡Muerto! »

Lleno de sangre. Sus brazos, sus piernas, su tronco, su cara y su pelo.

Una lágrima cayó por mi mejilla y me tembló el labio.

Me arrodillé junto a él hiperventilando. -¿Lunita? -susurré. Lo cogí entre mis brazos, su cuerpo estaba frío y rígido. Miré sus ojos abiertos como platos y sin vida. -No, no -negué, comenzando a llorar y a temblar. -Lunita, Lunita, mírame. Háblame Lunita. -Palpé su carita. -No me dejes, por favor -pegué un grito ensordecedor y lo abracé. -¡Lunita! Hoy no por favor, es tu cumpleaños. Tenemos que festejar. -Miré a todas partes con mi mirada borrosa negando.
-Lunita, vamos. No te vayas -mi voz estaba rota. -Tienes que abrir tu regalo, Lunita.

Solté todo mi llanto y tapé mi cara. Me dolía el pecho, la cabeza y la garganta. Se habían llevado a mi hermano, y con él todos los recuerdos y vivencias. Ya nunca más lo escucharía reír o hablar.

Retiré sus pulseras y anillos con la vista nublada y lo abrazaba contra mi pecho llorando. Acaricié su cabeza haciendo uso de nuestro gesto, fue como un "Gracias por todo, te quiero Lunita."

No podía quitar la vista de su cuerpo , no se movía. Parecía una estatua, incluso comenzaba a oler mal, por lo que llevaría horas aquí solo. En el frío de la noche del veinticinco de diciembre.

Ese no era mi hermano.

Quité el pelo de su cara desfigurada sintiendo el calor de mis lágrimas y el ardor de mi garganta.

Besé su frente.

-Adiós Lunita, cuidaré del conejo Liam por ti -pegué mi frente a la suya y mi voz se quebró. -Ahora estás dónde siempre quisiste, con las estrellas.

Mi mente estaba en blanco ya no podía pensar en nada. Mis pies subían las escaleras y mis ojos miraban a la nada.

Ya sé me estaba olvidando su voz, su tacto, su rostro y su risa. Los recuerdos venían a mi mente pero todo estaba borroso.

Me posicioné en lo alto de las escaleras, miré su final. Me moví y miré al frente, cubierto de la sangre de Liam. Luego, como si fuera un papel soplado por el viento me lancé y caí por las escaleras.

Un golpe en seco en mi cráneo fue lo último que oí antes de los pitidos, del inmenso pitido. Me dolía la cabeza y sentía una fina línea de sangre mía, bajar por el puente de mi nariz. Giré y vi borroso mi pierna derecha rota. El hueso de la rodilla se había salido de por la piel.

Mi corazón comenzó a bombardear con ira en mi interior, y escuché unas voces lejanas.

Las busqué aturdido. Era una mujer, estaba horrorizada. Se arrodilló a mi lado.

Se giró hacia alguien más y oí su voz con eco en mi cabeza. -Llama a Víctor.

Abrí mis ojos con potencia, y mi respiración se aceleró. -¡No! -grité asustado. Estaba claro que sí había una persona capa de hacerle eso a alguien ese era Víctor.

Quise decir no de nuevo, pero mis labios temblaban al igual que mi cuerpo y me era imposible formular palabra.

Víctor subió las escaleras y se paró en seco al mirarme. Estaba horrorizado, pero no de miedo o por mi aspecto. Por la situación repentina, su mirada buscaba la broma. Pero estaba claro que no lo era, ojalá todo fuera una broma pesada. Comenzó a expresar decepción y rabia.

Se giró para escuchar a alguien que negó, entendí que se refería a Liam. Me volvió a mirar desde arriba, con su pelo negro con una mecha fucsia decepcionado. Aquel hombre rubio intentó imitar la expresión de Víctor.

-¿Qué has hecho? -musitó.

Negué y me arrastré hasta la pared, él se agachó y me cogió del cuello de la camiseta levantándome. Hizo que apoyará la pierna que tenía partida y solté una arcada por el ruido que hizo, y por el dolor. Víctor ni se imputó.

Me sentía pequeño, con miedo. Miedo de mostrar como me sentía, y que él me analizara. Intenté mantenerme serio pero mi expresión de dolor interno y externo no se iba. Volví a negar y me agarré de sus muñecas.

-Yo... -balbuceé, una presión oprimió mi garganta. Solté un quejido agachando mi cabeza, en cualquier momento iba a soltar la pota.

Soltó una de sus manos y la bajo a mis piernas para cogerme. No podía hacer nada más que dejarme llevar.

Comenzaba a ver todo blanco, dando vueltas a mi alrededor mientras él me llevaba a lo que esperaba que fuese la enfermería, y no mi muerte.

Me dejó en una camilla y salió tranquilo al pasillo, de inmediato tres enfermeras entraron y me rodearon. Pero alguien se quedó en la puerta.

-Tana. -solté en un suspiro.
Ella respiraba por la boca y lloraba, Víctor le dijo algo y ella me miró asustada. Afirmé en un "sí, lo siento. "

No aguanté mucho porque él cerró la puerta y ya no recuerdo nada más.

Me operaron de la pierna y me pusieron puntos en la cabeza. Pasé la peor noche de mi vida, solo, sin poder quitarme aquella dura imagen. Que por alguna razón se estaba disipando en mis recuerdos. Y sobretodo dolido, más que nunca. Dejándome una cicatriz en la sien y otra en la pierna.

-Noah -escuchaba y veía moverse a Víctor en su despacho, pero estaba en trance. -¡Noah!

No temblé por el susto, nada, solo levanté mi mirada. Cosa que ya era demasiado. No pensaba mostrar emociones ni hablar con el posible asesino de mi hermanito.

-¿Vas ha hablar, o vas ha obligarme a hacértelo hacer -Se sentó en una silla frente a mí. Apoyando los brazos en sus muslos y mirándome de arriba abajo. Analizándome. -Te vamos a internar en tu cuarto durante unos meses para vigilarte. ¿Vale?

Moví mis ojos y afirmé ligeramente.
Víctor se levantó dirigiendo su mano a mi pelo. Entonces me desperté, mi cerebro me obligó a saltar y parar su mano.

-¡Quieto!

Me observó con los ojos abiertos pensativo, se deshizo de mi agarre. Bajó sus manos a mi brazo. Ahí mi cerebro se mantuvo en calma.
Levantó una ceja y fue a su escritorio para apuntar algo.

-Trauma -Ladeó su cabeza. -, empezamos pronto -silencio. Hice una mueca cuando no me vio y volví a mi trance. -. ¿Por qué el pelo? -Se cruzó de brazos.

Recordé nuestro gesto entres Liam y yo. Empecé a respirar más fuerte mirando al suelo en otro choque de realidad. Él ya no estaba.

-Está bien -Apartó los papeles haciendo ruido. -. Cuéntame de ti: tus gustos, aficiones...

«¡No! »

Negué y se levantó yendo a buscar algo a un mueble. Regresó y me tendió unas pastillas. Lo miré con extrañeza, fruncí el ceño y luego él más descarado.

-Olvídalo. -susurré, dándole el privilegio de oír mi voz.
Víctor se acercó mucho poniéndose a mi altura, sujetando la caja de pastillas con los dedos.

-Si piensas que te quiero matar como supuestamente lo hice con tu hermano, Liam. Vas equivocado. Además si lo quisiera hacer lo haría de la misma forma cruel en la que lo han asesinado. Ahora no me seas gilipollas y ayúdame con esto.

«Veamos... »

.....

No tengo palabras para describir lo que siento ahora. Si duda el capítulo con más cosas y triste que he hecho.

Después de tres veces la muerte de Liam me sigue impactando en el corazón.

Como consuelo el siguiente cap es narrado por Víctor

*Inserta música épica.

Se vienen MUCHAS cosas. Así que como diría auron: hacer ventosa con el ano.

Bye mimados.

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