Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[46] LUNITA 1/5 ฿‡ EL CONEJO LIAM ‡฿


- Soy Noah.

- Yo Liam.

Orfanato Parckson

Noviembre del 2021

Dicen que las mejores amistades son aquellas de las que no recuerdas de cómo llegaron a tu vida. Bueno, pues se podría decir que esa "regla" no es exacta al cien por ciento. Pues yo podía decir que recuerdo hasta la ropa interior que llevaba puesta cuando lo conocí.

-¿Hola? -Mis vaqueros se arrastraban por el suelo y mi pequeño jersey talla cinco años escondía mis manos.

Era de noche, me encontraba por aquel preciso instante en un pasillo, sin importancia saltemos a lo importante, y frente a mí aquel chico que iba en una silla de ruedas, su pelo era blanco como la nieve y sus ojos de un azul grisáceo.

Él me saludó sonriente, coloqué mis gafas moviendo rápido mi pie derecho contra el pavimento del pasillo.

-¿Estás malito? -le pregunté, inocente.

Afirmó y señaló sus piernas. Arrugué mis cejas sin entender nada de aquello. Me moví nervioso sobre mi sitio, rasqué mis manos y di un paso al frente, el paso.

-Soy Noah. -Le extendí la mano de la cual solo se veían los dedos por culpa del jersey.

-Liam. -Extendió su pálida extremidad y estrechó la mía.

Exactamente diez horas después corría por los pasillos de habitaciones en busca de Liam, me había apuntado su nombre en la mano para no olvidarlo. Me solía costar aprenderme los nombres de la gente. En la otra mano sostenía un pequeño dibujo que me había llevado hacer casi toda la noche. Y quizás también me había costado una que otra bronca.

-¡Liam! -vocifeé entrando al pequeño comedor donde comíamos los niños pequeño. Esquivé a la gente protegido mi regalo contra mi pecho y sujetando mis pantalones para no tropezarme con el bajo.

Liam giró su cabeza y sonrió segundos antes de que me lanzara contra sus brazos empujando un poco su silla y quedando colgado de esta.

-Cuidado. -Mara, la cuidadora de Liam me cogió en brazos y me sentó en una silla al lado de él.

-Te he hecho esto. -le extendí el dibujo de un gatito de colores y sonrió.

-Como mola.

-Verdad que sí -Mara lo cogió con delicadeza. -. Vamos a guardarlo. -Tenía su pelo afro en un moño y su piel y ojos negros contrastaban a la perfección con el vestido color crema.

En ese día aprendí que a Liam Moner le gustaba el espacio, las estrellas, los animales, que era de la facción de Aqua y que tenía su propio cuarto como si fuera un adulto debido a su incapacidad y la necesidad de más atención y cuidados.

-Yo tengo estos -Hice un cinco con los dedos mientras comía el puré de patatas. -. ¿Y tú?

Tragó la comida e hizo un tres bostezando. Inevitablemente me lo contagió y lo imité más exagerado, llamando la atención de Mara.

-Vamos a dormir. -Mara le echó para atrás el pelo y le colocó los hombros de su chaqueta.

-¿Puede venir Noah a dormir?

Sentí unas pequeñas mariposas en mi estómago revoloteando por mi interior y me di cuenta de que estaba sonriendo.

Liam le puso morritos a Mara, la cual al final asintió. Liam pegó un chillido, me cogió del brazo estirando de mí subiéndome a su silla y abrazándose a mí. Rodeé sus hombros fuerte cerrando mis ojos y él abrazó mi tronco.

La silla se empezó a mover con nosotros encima y no me separé de Liam. Mara había intentado explicarme lo que le pasaba a Liam, era parapléjico. No tenía movilidad de cadera a pies. Él nunca podría andar como yo y jugar conmigo en los jardines como el resto de niños, pero con un poco de cariño seguro que se curaría.

Mis párpados se sentían cada vez más pesados y mi cuerpo estaba cogiendo calor sintiéndose ligero. Temblé cuando una brisa de aire chocó con nosotros y me pegué más a Liam dejando caer los pies por un lado de la silla y mi cabeza en un hombro de él haciéndome una bola. Abrí mis ojos y lo miré, estaba abrazado a uno de mis brazos mientras dormía. También cerré los míos quedando frito de inmediato.

¿Cómo sería su cuarto? ¿Sería como una mansión de ricos? Inspiré y por culpa de ello me llegó un olor a sandía y a verano.

¿Qué? Me había teletraportado al verano. Menuda caca de vaca, con lo que molaba el invierno, fresquito, nieve...

Sentí unos brazos rodearme y luego levité en el aire. Abrí mis ojos y me pispe de que estaba en un cuarto. Lleno de luces, en concreto un proyector que proyectaba estrellas en el techo. Todo los colores eran los de la galaxia: los dibujos, sábanas, objetos, pintura de la pared...

Mara me tumbó en la gran cama pasando mi cuerpo por encima de la barrera que estaba puesta en la cama.

Me dejé muerto en sus brazos en un estado de completo sueño, mientras ella retiraba la colcha metiendo mi cálido cuerpo dentro. Quitó las deportivas de mis pies cuidadosa tapándome después de meter a Liam.

Sentí algo debajo de mi cuerpo, algo que no era el colchón. Lo saqué y era un peluche de conejo con una etiqueta que ponía Liam. Mi cuerpo de cachalote lo había aplastado.

-¿Y Noah? -la vocecilla de Liam me devolvió al mundo real.

Se giró y se abrazó de nuevo a mí volviendo a su sueño. Su pelo blanco tapó su cara y mejillas rojas. También dejé que Morfeo me llevara al mundo de los sueños junto con Liam.

A la mañana siguiente Mara nos despertó, ella dormía en otra cama en la habitación de al lado.

Con un poco más de energía me fijé donde estaba. Mi pelo ondulado estaba por toda mi cara pegado provocando que no viera suficiente.

Rasqué mis ojos sentándome en el colchón, la habitación parecía un palacio de lo grande que era. Todo el techo estaba decorado de pegatinas de estrellitas, y las paredes de gotas simulando una galaxia. Un gran póster de la vía Láctea, además de entre otros muchos, uno de Neil armstrong y Laika, la primera perrita en ir al espacio. Y mi dibujo pegado con cinta rosita de estrellas blancas.

«Yo también quería un cuarto así. »

-Vamos Liam -Mara movía aquel peluche de conejo en la cara adormilada de mi nuevo amigo. -. Se va a enfriar el desayuno.

Liam no reaccionó, bueno al menos respiraba, eso era importante.

-Liam, tengo hambre vamos. -Me uní junto a Mara para que se levantara de una vez.

Finalmente abrió sus ojos azules grisáceos, Mara lo cogió en brazos pasándolo por encima de la barrera y de mí, sus piernas quedaron colgando sin rigidez alguna. Miré hacia arriba siguiéndole con la mirada, puse mi boca recta abriendo mis ojos preocupado. Ella sentó a Liam en la silla de ruedas y le acomodó su cabeza hacia atrás porque seguía algo dormido.

«¿No se le quedaría el culo plano de estar tanto tiempo sentado? »

-Yo te ayudo Mara -vocifeé saliendo de mi trance y del calor de la cama, salté la barrera creyéndome Spiderman, pero cayendo al suelo desde lo que para mí fue cincuenta metros. Mara dejó la silla y vino a mi rescate -. Estoy bien, estoy bien -me levanté habiendo la croqueta y cogí mis gafas de la mesilla de noche -. Vamos Mara. -Estiré de su vestido y corrí a la puerta de salida.

Siempre me habían dicho que parecía que iba drogado de energía, pero no sé a qué se podían referir. Yo me veía bien.

Un mes y risas después había pisado "mi cuarto" solo para dormir. O hubieron días que ni eso. La habitación de Liam parecía más mía que del propio Liam. Y aparte su silla de ruedas se le estaba quedando pequeña y vieja. Por lo que había que hacer algo.

Nos encontramos sentados en una alfombra en el suelo del cuarto de Liam, como no, este llevaba una camiseta de la NASA con unos vaqueros y sus calcetines de Saturno, su planeta favorito.

Yo opinaba lo mismo de un plantea con anillos, es lo más cojonudo.

«Perdón, se me ha escapado. »

En cambio yo llevaba mi peto vaquero y debajo una sudadera gris junto con mis gafas.

En la pequeña tele de culo se estaba emitiendo la cinta de vhs del documental del Apolo 12. Liam se sabía hasta los diálogos, en inglés.
Puse la moneda que había conseguido vendiendo pulseras sobre el suelo y Liam se quedó empanado viendo la televisión.

-Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad. -repitió las famosas e históricas palabras de Neil. Su sueño era ir al espacio.

Pero yo le había dicho que mandar niños al espacio era imposible e ilegal.
Giró su cabeza moviendo su pelo platino en forma de seta despeinada, ayudándome a contar.

-Uno, dos-comenzó a contar -. Emm. -se detuvo arrugando sus labios.

-Tres bobo. -cogí la moneda y la puse en el montón del medio.

-Oye no me digas eso, tú me dijiste que está mal.

-Pero yo te lo dije con cariño, entre amigos se puede decir siempre que no lo pienses. Pero a las otras personas no. A ti fue con cariño, como a un... -torcí mis labios y llevé mis manos a mi barbilla. -Como a un hermano pequeño.

Se cruzó de brazos pero una sonrisa le cruzó la cara llenando sus ojos de luz.

-¡Cuatro monedas! -vitoreé. -. Eso es mucho, seguro que te consiguen una silla muy chula y grande.

-¡Sii! -Aplaudió y justo Mara entró por la puerta.

-¿Qué traman?, renacuajos. -Se arrodilló frente a nosotros para ver nuestro arsenal de dinero.

-Noah y yo queremos comprarme una nueva silla con todo este dinero.-Se lo dio y ella miró las cuatro monedas, las movió sobre su mano y miró a la puerta que tenía a sus espaldas.

Liam y yo esperábamos impacientes por ver su respuesta a nuestro obsequio. Habíamos gastado lágrimas y sangre para conseguir esas monedas, era algo muy importante para nosotros.

-Voy a ver qué puedo hacer. -Se levantó yéndose.

«¡Victoria! »

Comencé a dar saltos y abracé a Liam tumbándolo en el suelo.

Minutos después mirábamos al techo admirando las estrellas que proyectaba la pequeña lámpara. Mara estaba tardando mucho más de lo normal.

«Solo espero que no se haya pirado con el dinero. »

Para combatir mi aburrimiento bajé un cojín en forma de nave espacial de la cama. Me arrodillé junto al Liam dormido y puse aquel cojín debajo de su cabeza, luego me agaché y besé su cabeza.

Le tomé prestados colores y folios y me puse manos a la obra para no morir del aburrimiento. Al acabar el dibujo lo alcé orgullo levantando las cejas sonriente.

Éramos Liam, Mara y yo, junto con el conejo, en una nave espacial. Un ruido en la puerta me obligó a esconder mi sorpresa y mirar si se trataba de un intruso que debía de noquear. Pero cuando vi a Mara con algo más me tragué las ganas de gritar de emoción.

-Liam -lo llamé eufórico.

Liam se sentó sin saber donde estaba o qué pasaba. Le giré la cabeza en dirección a Mara, Liam abrió sus ojos como platos llevando sus manos a la cabeza. -¡Cómo!

Mara estaba con una silla de ruedas gigante, para nosotros, y en las ruedas había estrellas reflexivas de plástico duro de muchos colores. Cogí a Liam en brazos llevándolo hasta la silla, lo subí a esta y él grito moviendo su tronco feliz.

-Y como ha sobrado dinero. -Mara nos interrumpió, extendió su mano sobre las que reposaban dos conos de chuches.

A día de hoy soy consciente de que no sobró ningún dinero, porque la silla era gratis por la invalidez de Liam. Y que las chuches fueron compradas con nuestro dinero. A cambio de nuestra solidaridad.

-Gracias -grité y fui a por mi sorpresa.

-Prego Noah y Liam. -Mara se arrodilló al lado de Liam siguiéndome con la mirada.

-¡Toma Liam!

Cuando vio el dibujo emanó un gritito y se comenzó a mover indicando que quería que me acercara para abrazarme. -Gracias Noah.

-Prego Lunita.

Mara rio. -No os las comáis todas de golpe, o os saldrán gusanos en el pompis.

Liam hizo una arcada graciosa, me aguanté la de verdad y le cambié mi sandía por una nube de azúcar, porque a él le encantaban las sandías.

Tres años después no había quien nos separase, Liam seguía con su obsesión con el espacio y mi yo de diez años comenzó a montar en monopatín.

Decidí que era mejor ahora por si me caía, debido a que la distancia al suelo era menor por mi estatura.

Un día, mientras Mara no estaba en el cuarto decidí acercar un poco a Liam a su sueño.

-¿Qué haces? -Estaba sentado en la cama siguiéndome con la mirada.

-Tú espera. -me senté junto a él, lo puse sobre mis piernas. Até una cuerda a cada una de nuestras piernas, y otra para las cinturas uniéndonos a ambos. Respiré hondo y cogí sus manos fuerte por si se iba para adelante que no se rompiera los piños.

Levanté nuestros cuerpos y por ende él quedó de pie. Agarró fuerte mis manos por la impresión, esperé a que se relajara y di un paso, luego otro.

Liam fue soltando mis manos extendiendo sus brazos y echando su cabeza para atrás, cerrando sus ojos. Imaginándose el mejor astronauta caminando sobre Saturno, el planeta de los anillos.

El cuarto había llegado a su fin y me frené sujetando más fuerte a Liam de la cintura como lo había estado haciendo hasta ahora. Abrió sus ojos lentamente y busco mis manos, rodeó la única que le pude ofrecer y bajó su cabeza mirando al suelo.

---

Corría por los pasillos de cuartos montado en mi monopatín, con mi mochila a las espaldas y una caja de zapatos bajo el brazo.

Me paré en seco frente a la puerta de Liam, que estaba decorada con stickers del espacio, saqué la copia de la llave que tenía del cuarto y me introduje en él.

A sí, me había convertido legalmente en el hermano de Liam. Por el momento solo tenía permitido la llave de su cuarto y poder pasar tiempo ilimitado con él. Y el año que viene cuando cumpliera los doce años, Liam dependía de forma total de mí. Lo que también conllevaba que, todos sus acciones recaían sobre mi como el adulto responsable.

-¿Liam? -enfasité, cerré la puerta con la espalda y deje mis cosas en la entradilla junto a la nevera y pequeña pica para limpiar los platos. Abrí la máquina de frío agarrando un refresco de cola.

Miré a todos lados del oscuro cuarto, buscando su figura de nueve años, coloqué la tira de mi peto hacia atrás como mi espalda cogiendo aire.
Liam salió de detrás de la puerta del baño chillando como un mamut y con sus poderes de agua me lanzó un chorro. También grité asustado pero sosteniendo el refresco como si mi vida dependiera de eso. Me lo quedé mirando con los brazos extendidos.

-¿¡Qué diablos te pasa!?

-Te hacía falta un remojón.

-Y a ti una patada en el culo. -le tiré el refresco que cogió al aire por la corta distancia, y fui a buscar mi mochila que había quedado con lo demás en la entradilla.

Extendí las mangas de mi jersey y sequé con ello mi rostro empapado. Me puse de cuclillas para recoger la caja y mochila con la vista algo borrosa por el roce de mi ropa con mi cara.

-¿Qué es? -Liam bebía un poco de la lata de bebida, cuando pasé a su lado me la devolvió no sin antes pasarle la lengua para picarme. Los hermanos son insufribles.

Suspiré. -Ya lo verás. -me senté en el centro de la habitación encendiendo las luces, incluida la de estrellas, para que no pareciera un velorio y volviera la esencia de ese cuarto que no había cambiado nada en todos esos años.

Liam arrastró su silla empujando las ruedas, cuando llegó frente a mí se deslizó hasta caer al suelo. Tenía una gran movilidad de cintura para arriba pero de ahí para abajo nada, todo estaba muerto. Bueno, no todo, algunas cosas funcionaban por otro tipo de mecanismos. De verdad que si ves a Liam sin conocerlo piensas que la silla es temporal por una rotura de piernas o algo así.

-¿Listo? -sujeté la caja de zapatos frente a mí y sonreí.

Afirmó de forma exagerada haciendo que su pelo blanco seta se moviera. Y sus ojos grisáceos no dejaban de mirar la caja.

-¡Tachan! -Abrí la caja al fin, dejando a la vista las Vans de galaxias que había pintado yo mismo para él.
Liam gritó y se abalanzó a los zapatos, se quitó los suyos tirándolos lejos por el aire, y calzó sus pies con los nuevos.

-Las he pintado yo, están un poco usadas porque eran mías pero te durarán. Solo las use una vez para una actuación.

Parecía que no me había oído, estaba tan concentrado en su nuevo calzado. Al fin me prestó algo de atención, extendió los brazos y me acerqué para dárselo.

«De nada, Lunita. »

Metí mi mano en mi bolsillo y saqué mi boli bic negro. Entonces lo clavé por la parte sin punta en la espalda de Liam para revotarlo.

-Por mojarme -Me levanté y guarde mi arma secreta. -. Venga, ven a por mí si puedes discapacitado.

«Se lo digo con cariño, no me echen al fuego. »

«Seis años compartiendo hasta la ropa interior daban para mucha confianza. »

Se apoyó en los reposabrazos y subió tan rápido como la luz a la silla comenzando a acercarse a mí. Crucé mis brazos sin moverme y le sonreí mientras esperaba a que llegase. Entonces me pisó el pie con la rueda, grité del dolor y de segundo me llovió una galleta en todo el cabolo.

-¡Liam! -Rodeé mi pie y cojeé hasta la mochila. -. Te informo de que voy a dejar un par de cosas mías aquí. -Para cambiar de tema, por qué no. Saqué de mi mochila algo de ropa comenzando a colocarla minuciosamente en mi pequeño lado del armario.

-Te llevo el neceser al baño -me informó haciendo lo prometido, giré mi cabeza y le agradecí. Ser un hermano mayor a veces era un regalo. -. Oye Noah, ¿te puedes quedar a dormir esta noche?

Sonreí acabando, y como premio me tiré a la cama. Que cansancio de vida.

-Claro. ¿Tienes alguna peli para ver?

Sonrió con los dientes, ya conocía esa sonrisita de...

-¿Te parece bien Stranger things?

-¿¡Otra vez!? Ya es la octava vez en este año -Llevé mi mano a la cabeza, a este paso me iba a aprender los diálogos de memoria. -. ¿No prefieres ver Shrek?

-Porfa... -puso morritos, hice una mueca, mi punto débil. Sabía que con eso me ganaba.

-De acuer... -no me dio tiempo ha acabar cuando él ya había saltado a la cama, lo paré con el dedo apuntándole. -. Solo por hoy, mañana elijo yo. Y vemos la tercera, bajo ningún concepto la segunda.
Lo siento, mi más sincera opinión, la segunda no la soportaba.

Cuando amaneció, que no fue mucho después del maratón de Stranger things. Me levanté sin hacer mucho ruido para no despertar aún a Liam.

Me duché en cinco minutos y sequé mi cuerpo rápido para vestirme.
Hoy elegí una camiseta de cuello alto granate, con una chaqueta fina con rayas del mismo color y marrones oscuro. Con unos simples vaqueros beige, todo esto acompañado de un collar de perlas poco llamativo blanco.

-Liam. -susurré, acaricié su cabeza y después se movió entre quejidos.

-Déjame. -balbuceó enfadado y me apartó. Tenía malos despertares siempre, pero ya le había pillado el truquillo.

Me crucé de brazos zapateando en el suelo. -Como no estés despierto en dos minutos pienso llevarte al desayuno en pijama. Y sabes que lo hago.

-Solo cinco minutos más.

-Diez. -Me estaba convierto en ese tipo de madres, a este paso no sé a donde iba a llegar.

Me cansé y fui al armario a por lo primero que llamó la atención de mis ojos. Se lo lancé a la cabeza para que se espabilara, saltó del susto entre quejidos pero por lo menos se sentó.
Mil años de eternidad y maratones de Stranger things después, estaba listo.

Con el polo gris abotonado hasta el cuello y pantalones de seda negros. Su platino pelo está hoy peinado hacia los lados, había dejado de ser una seta.

Me tiró una mirada de odio por interrumpir sus sueños, cogió su mochila de mala gana y se dirigió a la puerta. Las broma se acabó ahí, me levanté veloz impidiendo su paso poniendo el freno a su silla.

-¿Qué te pasa? -me siguió con la mirada.

-Que parece que te hayas peleado con una manada de osos con la rabia -tocó su pelo confundido. En verdad el que parecía que se había enfrentado a los osos era yo. Sonreí y le puse la mochila en la parte de atrás de la silla. -. Era broma. ¿Vamos?
Suspiró negando.

-Si me dejas. -Señaló con la mirada el freno.

Lo quité de inmediato y le abrí la puerta del cuarto. Me esperó en el pasillo mientras cerraba con llave.

Acomodé la mochila en mi hombro y Liam señaló el monopatín de mi mano y luego al frente con la cabeza.

Lo miré desafiante poniéndome a su lado sentado en mi vehículo. Hacer carreras era uno de nuestros hábitos. Hasta el día que alguno se lleve a alguien por delante y nos sancionen.

O como aquella vez que estuvimos un mes sin hacerlo porque Liam me piso la mano sin querer y me rompió los huesos de muñeca y dedos. Tuve que aguantar al lisiado llamándome manco y dibujando en mi escayola todo el día.

Cuando una chica en pijama de vaca salió de nuestro cuadro y se quedó caminando a nuestras espaldas en dirección contraria. Liam arrancó y yo después, apuesto a que la chica se giro para ver quienes gritaban como estúpidos pareciendo que escapaban de una apocalipsis. El viento movía mi pelo destrozando "las horas" de peluquería, y mi chaqueta mientras que mis manos quemaban de darme impulso en el suelo. Curvé mi espalda hacia adelante y aceleré mi ritmo. No me iba a dejar ganar por el estúpido de mi hermano que no quería ver Shrek. Quién no quería ver la saga de un ogro verde y un asno insoportable. El mencionado aceleró más su carrera adelantándome, y la puerta de clase estaba a menos de cien metros.

No podía perder.

Esquivamos a un par de personas que nos miraron raro, muy raro. Pero nada importaba cuando tu hermano te seguía las tonterías.

Liam llegó antes que yo y frenó justo en la puerta de su clase que venía primero que la mía. Mis intenciones eran las mismas pero la velocidad me hizo derrapar y salí volando haciendo la croqueta chocando con un grupo de personas.

Estos me sortearon y mientras estaba en el suelo vi como Liam se partía la caja de la risa. Me levanté haciendo como que no me había dolido la caída y la derrota, quién ríe el último ríe mejor Liam. Mañana te ganaré.

-No tiene gracia -dije una vez llegué a su lado. Miré al grupo con el que había chocado. Me tragué el grito y llevé mis manos a la cabeza dando círculos rápidos sorbe mí mismo. -No puede ser. -musité.

-¿Qué? -Liam bajó su risa pero cuando se dio cuenta empezaron las sonoras carcajadas. -. Que pringado que eres.

Acababa de chocarme con el chico con el que estuve saliendo el verano pasado. Bueno...solo fue un par de semanas de tonteo. ¡Vale! Solo besos. Pero, eh, sh. Es un secreto entre nosotros, ni pío de esto ¿Okay?
Soplé y deje de mirarlo para no sentirme más inútil. -Te recojo después de clases -monté de nuevo en el monopatín. -. No te tropieces. -Sonreí para picarlo y me fui a mi aula.

Al finalizar otro día más de clase me puse mis cascos y monté en el monopatín para ir a buscar a Liam. Una compañera de clase se despidió de mí con su mano porque sabía que no la iba a poder oír. Le respondo con un saludo de cabeza al pasar a su lado. Tenía varios conocidos en clase y en la de Liam. Pero no era de hacer muchos amigos, no me juzguen, prefería estar solo.

Esquivé a un grupo de personas veloz mientras la música de "Line without a Hock" comenzaba a sonar en mis oídos. Observe un poco el paisaje, el coliseo que reflejaba la poca luz que emitía el sol por culpa de las nubes. Una vez dejado atrás a la gente, me muevo veloz para llegar cuanto antes a por Liam para ir a comer.

Las personas de su curso ya habían salido para cuando llegué a la puerta del aula, vi a Liam en una esquina del pasillo justo a dos chicos más, la música no me dejaba oír su conversación, pero el lenguaje corporal me empezaba a advertir. Y como señal definitiva, un empujón directo a Liam que me hizo reaccionar.

Bajé los cascos dejando que la música saliera aún de ellos levemente. La apagué y me baje del monopatín decisivo.

-¡Eh! -exclamé, caminando en dirección a ellos, dando grandes zancadas. No era mucho, para ser exactos nada, de meterme en peleas. Pero si Liam estaba en una me iba a meter también.

El chico más alto empujó a Liam más fuerte en el tiempo que me tarde en llegar, tirándolo al suelo, Liam le pegó un puñetazo en la pierna gritando.

-¡Liam! -En una gran zancada llegué hasta él, separé a esos matones de mi hermano y caray, sí que eran altos. -. ¿Qué ocurre aquí? -Lo miré manteniendo la calma ante las terribles ganas que me estaban dando de devolverles el empujón multiplicado por mil. Posé mis manos sobre sus hombros, colocando su cuerpo contra la pared, quitándolo de encima del respaldo que le estaba dañando.

-Que le voy a partir la cara. -Se subió de nuevo a la silla y sin darme oportunidad de detenerlo, golpeó en los bajos al otro chico menos alto.

-¡Liam! -Eché para atrás la silla, pero los matones me empujaron haciéndome caer sobre mi muñeca derecha. Ellos comenzaron a patear la silla de Liam mientras él se intentaba defender con empujones.

-¡Dejadme! -pidió forcejeando.

-¿¡Qué está pasando aquí!? -El profesor apareció de la nada. Me levanté colocando mis cascos azules los cuales terminaron rotos. Cogió a los chavales y los empujó contra la pared. - ¿Qué estaban haciendo jóvenes?

-A sido el discapacitado. -El alto señaló a Liam con ira.

-¡Un poco de respeto! -Lo señalé mientras comenzaba a andar hacia él, qué sería, un año mayor que yo.

-Folen -El profesor me paró, lo miré. -. A la sala de convivencia los tres.

Lugar donde van los que no se comportan, junto con un profesor de guardia. Si tus fechorías eran mayores el jefe hacia una visita.

También lugar donde Liam se agobiaba y sufría de ataques de pánico.

-Él no. -lo paré sin miedo.

-Él sí...

-Sufre de ataques de pánico, mi hermano no va a ir y menos solo con estos matones.

-Él va ha ir, y como diga algo más me veré en la obligación de llamar a Parckson. -Caminó con los chavales de la mano, pero lo detuve con mi voz.

-Llámalo -Me giré. -, hablaré yo con él y se lo explicaré.

Sonrió y negó, posiblemente la había cagado mucho. Pero oye, no sería la primera vez la verdad. - Señor, tenemos un código M45. -le dijo al teléfono.

«Mierda Noah, hoy nos quedábamos sin comer. »

Tragué saliva cuando ya no me veía, nos dejó claro que fuéramos a nuestros cuartos, que Víctor ya nos encontraría.

-¿¡Qué diablos fue eso!? -cerré la puerta del cuarto tras de mí.

-¿Qué esperabas que hiciera, dejarme pegar? -Giró sobre su silla y me miró con sus ojos enrojecidos.

-¡No! -Levanté mis manos. -. Pero no puedes hacer eso, tus acciones recaerán sobre mí en un futuro. Si tienes algún problema dímelo, para eso soy tu hermano mayor, Liam.

-¡Déjame! -me gritó, una rabieta más. -. No siempre vas a poder protegerme. No soy un niño, no necesito que me trates como un bebé solo por ir en silla de ruedas.

Noah relájate, si tú pierdes las papeletas él también. Es solo una rabieta de las suyas.

-Liam. -Extendí mi mano.

-¡No! -Se apartó e intentó salir corriendo con la silla, pero le pudo la impotencia e incapacidad del momento, y grito dejándose caer al suelo llorando.

Aparté la silla que había llagado hasta a mí y me arrodillé a su lado acunando su rostro. - ¿Dónde está mi hermano favorito?

-Soy el único. -dijo aún enfadado.

-Buenooo, pero oye, recuerda que eres mí discapacitado. No me obligues a llamar al demogorgón del armario. -Liam rio y me apartó, necesitaba espacio.

Entonces tocaron a la puerta, miré hacia ella y se me olvidó respirar.

-No le cuentes nada. -pidió Liam.
Afirmé.

Me levanté hiperventilando, mi pecho subía y bajaba rápido. Caminé lento y le abrí la puerta, comprobando antes que no hubiera ninguna prenda interior o algo similar por el medio, al Doctor Brener de la montaña, como le decía Liam.

Estaba apoyado en el marco de la puerta, arreglando las mangas de su blanca camisa, ni siquiera se inmutó de mi presencia. Era muchísimo más alto en persona, muchísimo. El chico de antes se quedaba enano al lado de él.

-Espero que venir hasta aquí haya merecido la pena.

Rasqué la piel de mis dedos, me miró de arriba a abajo al ver que no respondía.

-Solo ha sido una simple pelea.

-¿Y la tomaron contigo? -señaló con la mirada mi muñeca algo hinchada y roja.

Lo miré cortando la distancia abstracta. -No está rota.

-Lo sé.

Silencio.

Uno muy incómodo por cierto, Víctor miró la hora zapateando y dio un golpe, que me acojonó, en el marco de la puerta y entró a la habitación. No necesitaba ver ninguna peli de terror más por el resto de mi vida.

«Adelante por favor, ¿quieres un té? »

-Liam -le llamó, que puto miedo de verdad. -. ¿Quién empezó?

Liam me miró desde el suelo y yo puse mi cara de mayor confusión detrás de Víctor. Este me miró y me puse recto para disimular.

Si supiera lo que se ahora, y pudiera volver a ese momento. Mi mente de ahora le habría dicho algo como.

«¿Qué mira suegro? Le acompaño a la salida no vaya a ser que se caiga y rompa algo. »

-Os estoy dando ventaja dejando que me digáis vuestra versión primero. -Volvió a mirarme de brazos cruzados.

-Ellos. -respondió Liam.

Víctor lo analizó al completo, con cara inexpresiva, y aquel pelo negro con una mecha fucsia. No dijo nada más y se dio la vuelta. Ahí vi su tatuaje de un gran dragón rojo que se transparentaba a través de su camisa blanca.

Minutos después estaba sobre mi patinete, recoloqué las bolsas y botes sobre mis brazos. Cuando llegué de nuevo al cuarto frené en seco y abrí la puerta que había dejado medio abierta.

-Vale, traigo dulces, papeo y...-Mandé el monopatín a Mordor, dejé todo sobre la cama donde Liam reposaba mirando al cielo donde se estaban proyectando estrellas gracias a aquella lámpara. -, y Doritos. -vitoreé, agitando la bolsa para que él me mirara. Y así lo hizo, con una sonrisa.

Llevaba su pijama que simulaba el traje de un astronauta y todo su pelo blanco seta por la cara.

Dejé la bolsa de la mayor tentación de Liam sobre la cama, me fui a encender una barra de incienso de pino junto con una vela sin aroma. A él no le acababa de agradar, pero yo no podía vivir sin ello.

Saqué del interior de mi mochila el libro que estaba leyendo y lo coloqué sobre la mesita de noche. Luego atrapé el pijama de una mochila sin fondo y me fui a cambiar de atuendo, para estar más cómodo.

Una vez cambiado me tiré sobre la cama y puse la comida entre ambos, me sorprendía que Liam me hubiera esperado, no solía hacerlo. Así que ya podíamos empezar a comer.

-Bueno, y... -Lo miré. - ¿alguna novedad de chicas?

Sonrió pero puso cara de asco mientras comía un Dorito. -No -Miró nervioso a la nada. -. ¿Tú?
Levanté mis hombros comiendo Doritos, negué.

-No la verdad.

Hubo un silencio, no hablábamos mucho de esos temas. Pero a veces nos gustaba saber cómo le iba al otro.

-¿Pasaría algo si me gusta un chico?
-Lo miré, él me había visto aquella vez con ese chico. Él no sabía aún que era bisexual, dudo mucho que sepa lo que es. Pero la verdad nunca habíamos sacado el tema. Volví a levantar los hombros tragando saliva.

-No hombre, qué va a pasar. Yo aún no me he muerto.

Le hizo gracia, rio tapando su boca. -Gracias, hermanito.

-Prego, Lunita.

Miré al techo acomodándome, entonces Liam me soltó una torta y yo se la devolví.

-No me obligues a perseguirte de nuevo con un cuchillo robado del comedor, no subestimes la rapidez de mi silla.

-¡Pero si has empezado tú!

Mi móvil vibró sobre mi pecho, inmediatamente desconecté de mi sueño abriendo los ojos. Pestañeé varias veces para espabilarme. Mi pelo ondulado castaño estaba apuntando en todas direcciones.
Apagué la maldita alarma, me senté sobre el colchón y miré al pobre Liam.

Dormía hecho una bola abrazado a su conejo de peluche, su frente estaba sudada y su pelo pegado a su cara.
No había sido una buena noche, cada cinco minutos una pesadilla. Por culpa de esto había tenido que dejar la luz de estrellas encendida toda la noche. Cada vez que Liam se levantaba de sorpresa me daba un micro infarto.

Extendí mi brazo cogiendo mis gafas. Liam se movió por sentir mi cuerpo hacer lo mismo. Entre abrió los ojos cogiendo fuerte su peluche.

-No quiero ir a clase. -sonó débil contra la sábana del cojín.

Acaricié su cabeza retirando su pelo bajando mi cuerpo sobre él. -Tienes que ir, Liam. No dejes que esa gente te provoque esto.

-¡No! -Junto con su grito la botella de agua de la mesilla se comenzó a balancear con fuerza, debido a la comenzante y rápida ebullición del agua.

«No, no. »

-Vale -musité, me apoyé en la barandilla y me quedé cerca de su rostro para acunarlo. -. Pero al menos vamos a desayunar, no nos podemos alimentar de Doritos y refrescos.

Ensanchó una débil sonrisa, sus ojos azules grisáceos brillaron por unas lagrimillas y la botella paró. -Vale. ¿Me llevas al baño? -suplicó casi sin fuerzas.

Mi corazón se partió en mis pedazos.

-Claro, Lunita.

Calcé mis pies con mis chanclas junto con mis calcetines.

«No me maten. »

Liam extendió sus brazos, lo cargué sobre mí haciendo que sus piernas rodearán mi cintura. Se abrazó a mi cuello y acarició mi cabeza haciendo un pequeño y lento gesto, lo imité.
No tenía significado exacto, pero era como dar las gracias.

Media hora después Liam salió del baño vestido y duchado. Me levanté del suelo y coloqué mi mochila a mi espalda.

Ladeé mi cabeza y él empezó a andar con silla pero lo paré, puso los ojos en blanco sonriendo.

-Podrías...

-Shh -Me concentré, pasé mi mano por su pelo creando una corona de laurel verde gracias a mis poderes. Una vez acabado saqué el pequeño espejo de mi bolsillo y se lo mostré con la cabeza alta de satisfacción.
Hizo un mohín alegre colocando su pelo y nueva corona de los dioses.

De camino al comedor empujando la silla de mi hermano, miraba al cielo sin inmutarse. Miré en su dirección achicando mi altura, el cielo estaba nublado con nubes grises.

«Como no. »

-Adiós Noah. -Una chica de mi clase interrumpió mi vista, me saludó amable sonriendo. La seguí con la mirada y le devolví el saludo.

Habíamos hecho un par de trabajos juntos, era maja. Si no recuerdo mal se llamaba Gisel. La Chisel para los amigos, por sus rasgos asiáticos.

Cuando me volví hacia Liam tenía la cabeza inclinada hacia atrás, me miraba con la sonrisa más ensanchada del mundo, tanto que sus mejillas estaban arrugadas. Y sus cejas terriblemente levantadas.

-¿¡Qué!? -inquirí gracioso.

Movió sus cejas de arriba a abajo. -Creo que le molas. -canturreó.

Empujé su cabeza, abrí mi boca moviendo mi cabeza negando.

-No digas bobadas. Solo es amable.

Se cruzó de brazos nada contento con mi respuesta, y se dejó caer sobre la silla. -Sí, sí...seguro. -murmuró.

Y semanas después aconteció uno de los peores días de mi vida. El segundo diría yo. Sentí que el mundo se iba ha acabar, que ese iba ha ser mi último día con vida, y a pesar de todo esto. Comenzó como uno cualquiera.

Liam sonrió bajo todas las almohadas y edredón, porque ahí siempre hacia algo de frío, con todo su pelo blanco por su cara.

-Pensaba que te habías ido a Mordor.

Levanté una ceja y me crucé de brazos. -Estaba preguntando a Brener si podía devolverte al cubo de basura de la entrada.

Milésima de segundo después el peluche de conejo me voló a la cara, lo conseguí atrapar al aire mientras caía del cielo.

Cogí impulso para tirárselo de vuelta, comenzó a gritar tapando su cara con las manos.

Cuando le cayó encima lo señalé con aire superior. -Mi estómago me está pidiendo comida, y lo único comestible aquí sois tú y los Doritos de debajo de la cama.

Resopló evadiendo mis advertencias caníbales, pero me hizo caso y se fue a cambiar.

Liam me llamó gritando del baño, dejé de mirara el móvil y me dirigí al baño con prisa.

-Mira -señaló horrorizado la zona del bigote. -, tengo pelos.

Caray.

Sonreí para hacerlo enfadar y le saqué el dedo. -¿Te enseño yo los míos de otra parte? Quejica, pero si un bebé recién nacido tiene más pelo que tú. -Entonces movió su silla pisándome el pie. -¡Au! Vale, vale.

Saqué la espuma de afeitar del cajón y una máquina nueva, no queríamos ninguna sorpresa. Lo hubiera hecho yo, pero él insistió en hacerlo. Por suerte no se terminó cortando la cara a rodajas.

Como al día siguiente tenía un examen muy importante, después de comer, una comida "maravillosa". Me tuve que ir a mi cuarto a estudiar.

Todo iba bien: sobre la cama, cruzado de piernas con música y mis apuntes. Hubiera seguido siendo así si no fuera porque se empezaron a escuchar disparos.

Quité un auricular confundido, pensando que era de mi música, pero sin embargo con el corazón en la garganta y mi respiración agitada, esperando otro disparo. Pero no fue uno, fueron varios, y a la vez.

«¡Liam! »

........

Pero bueno, volvimos después de tanto tiempo jejeje.

Comenzamos con una nueva historia secundaria que nos va a dejar a todos sin estabilidad emocional.

Me hacía mucha ilusión empezar a publicar estos capítulos de la historia de Noah, porque son mis favoritos.

Como veis ya hay miles de referencia con el presente de la historia.

¿Qué os parece este nuevo formato más largo y mejorado de Blue?

Cinco meses dan para muchas mejoras jajaja.

Bueno, como siempre. ¿Qué teorías tenéis?

¿Y qué os parece Liam?

A mí me encanta y veria todos los maratones de ST que quisiera con él.

Hasta el próximo cap.

Ciao miamdos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro