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[43] ฿‡FELIZ CUMPLEAÑOS‡฿


-Pensaba que los únicos con aura éramos yo y mi padre.

Hasta una navaja te puede traicionar.

DIA 5

Los amaneceres en Ángora eran muy distintos a los del orfanato, sobretodo porque un tío que se hace llamar papá no te despierta como si una manada de mamuts hubieran entrado en tu cuarto.

Me deshice de Noah cuidadosamente y me empecé a mover por la oscuridad del cuarto. Siempre había algún ruido de madrugada que me despertaba, así que aprovechaba para apagar todas las guirnaldas del cuarto.

Miré la hora en el móvil de Noah y juro que casi me quedo ciego por el brillo, aún no eran ni las siete. Perfecto, arrastré mis pies hasta el baño intentando no partirme el cráneo en el camino.

Y cuando logré llegar de una pieza miré por la ventana agachando mi cuerpo y entrecerrando mis ojos por la cantidad de luz que entraba de fuera.

Ese escenario de madera seguía ahí, aún de día sentía que me observaba de forma escalofriante. ¿Quién demonios pone un escenario en frente de una casa?

Cerré la cortina indignado por tener que perder ante un montón de madera y me calcé para dirigirme a la cocina. Para reunirme con mi cómplice.

—Buh. —exclamó Triana cuando entre por la cocina y casi la palmo.

Ni mi padre me daba esos sustos cuando aparecía de la nada en mi cuarto.

De verdad. ¿Tendrá algún poder de tele transporte?

Me sobresalté con la mano en mi corazón apoyado en el marco de la puerta, y una vez que pude recuperar el aire me dirigí a ella.

—Es que todos os habéis puesto de acuerdo para matarme.

Hizo un mohín moviendo su cabeza.

—Me temo que esa información es confidencial. —Peinó el poco pelo que había logrado escapar de la coleta que Noah me hizo y me invitó a sentarme.

Normal que ese escenario hubiera ganado, con esta coleta de auténtico subnormal hasta un Teletubbie me habría ganado.

Miré a Triana, llevaba una camiseta de manga corta de un corazón rojo atravesado por una flecha y dentro de este ponía Harry Styles. Y a los lados Fine Line. Debajo llevaba una de manga larga negra, junto con unos vaqueros y su collar de llave.

¿Cómo haría está gente para verse así de bien a estas horas? Sigo pensando que tengo un defecto de fábrica.

—¿Por qué tan distante? —extendí mis brazos para que ella me abrazara.

No quería que se sintiera excluida o prohibida de eso, después de todo lo que había hecho por nosotros.

Y todo lo que había sufrido en soledad.

—¿Puedo?

Puse mis ojos en blanco.

—No Triana, un abrazo va a acabar con la faz en la tierra.

No sé lo pensó, me abrazó rodeando mi cintura dejando su cabeza reposando en mi pecho. Me aparté un poco para no estar tan juntos y que no hubiera incomodidades, y pose mi mano en su cabeza, con la otra en su espalda.

—¿Estás lista para el plan maestro? —pregunté.

—Afirmativo. —dijo como si le estuviera respondiendo a un sargento.

Solté una risa por lo bajo y me fijé en su brazo.

—¿Te duele? —toqué el golpe de manera superficial para no hacerle daño.

Ella negó. —Tranquilo, fui fan de One Direction.

Será boba, Noah y ella tenían la misma posibilidad de supervivencia en el caso de que su vida dependiera de ser serios.

La estreche más fuerte obviando lo que acababa de decir.

—Ese cabrón no te va a volver a tocar mientras una mísera gota de sangre corra por mi cuerpo.

Aún abrazándola pude sentir su mirada de madre.

—Bluee, ese camino no es bueno. Mejor preparemos la sorpresa y olvidemos todo eso.

Afirmé, llevaba razón. Necesitábamos un día de descanso.

Así que nos pasamos el resto de la mañana cocinando comida griega. Una de las favoritas de Noah junto con la Italiana.

Nuestro plan era llevarlo a un picnic en un prado junto un río a comer y pasar el día.

Y ya que estábamos ver el atardecer, que ya era hora la verdad.

Y cuando vimos que el tiempo se nos echaba encima, uno cocinaba, intentando no quemar la casa, y otro se cambiaba de ropa.

Le sugerí a ella que se quedará como estaba. Pero me dijo que si se dejaba esa camiseta íbamos a tener que aguantar un pawer point de cinco horas de porque Larry era real.

—Sigue dormido. —le dije, entrando al salón vestido con una camisa blanca, unos vaqueros que ella me había prestado del mismo color y como no, mis Jordans y maquillaje. E importante, peinado.

Ella se dejó de mirar en el espejo y me prestó atención. Observé que me hizo caso, solo que ahora llevaba una falda de seda y una chaqueta fina color crema.

—¿Estás seguro de que está vivo? —preguntó.

Entorne los ojos.

—Espera, puede ser que lo haya matado y ahora te toque a ti. —saqué mi navaja y me puse en modo pelea.

Ella me imitó liberando su aura, su pelo se volvió blanco y levitaba, sus ojos dejaron de ser la noche para ser el día, y parecía envuelta en el mismísimo Espíritu Santo.

Yo también saqué mi aura levantando mis oscuras cejas y alzando mi cabeza mirándola.

Sin vérmelo venir se adelantó, y grite quitándome con miedo de que me electrocutara. Haciendo parpadear mi aura.

«La dulce vergüenza para Noah. »

—Blue —me llamo preocupada, ella no estaba acostumbrada a ese tipo de bromas, si nos viera a mí y a Noah —. No te voy a electrocutar, mira. —Tocó mi brazo y efectivamente, obvio que no lo iba a hacer.

—¿Pero qué hay de tu poder? —aún no me quedaba muy claro.

—¿Esto? —volvió su aura más ponte haciendo que pequeños rayos de electricidad y chispas la cubrieran por completo.

La miré perplejo, era demasiado impresionante. Ahora entendía lo que sentían los demás cuando me veían a mí.

—Y yo que pensaba que los únicos con aura éramos yo y el imbécil de mi padre.

Levantó los hombros y sonrió de manera  amplia con sus dientes.

—Le llegas a coger cariño a tu aura créeme —Volvió a su ser haciendo que varios cabellos cayeran en la dirección incorrecta y agachó su cabeza. —. Deberían de ir solos, yo no pinto nada ahí.

—¿Y dejarte sola después de lo de ayer?, es un cumpleaños no una cita, pintas más de lo que crees.

Ella miró en dirección a la puerta y luego sus negros ojos volvieron a mí.

La mano de Noah se clavó en mis hombros haciéndome dar un bote volviendo a mi ser. Mientras intentaba no morir de miocardio puso su cara junto a la mía, con una amplia sonrisa.

—¿Por qué parecéis salidos de un libro clásico?

Recuperé el aire mirando a Triana, no habíamos practicado eso de decirle la sorpresa.

Tomé aire y lo escupí.

—¿Cuántas ganas tienes de pasar el día en el campo acompañado de un menú griego y nosotros?

«Valee, tengo que mejorar lo de dar sorpresas»

Me giré y el procedió a asimilar, luego ensanchó una sonrisa y me abrazó como un auténtico animal haciendo que casi nos cayéramos al suelo. Acunó mi rostro eufórico en un traspié de ambos.

—Estoy deseando que me des mi par de hostias.

—Y yo dártelas. —Apreté el hueco de su costilla y él se tiro haciendo un teatro.

—¡Parckson! —gritó, arrastré a Triana para que estuviera más cerca de nosotros pero Noah me cogió del tobillo y me tiro con él. Si él podía actuar yo también, así que también me uní al teatro.

Triana se fue del salón para no tener que aguantar ese espectáculo más. Miré a Noah enfadado. Él tenía el pelo por su ahora roja cara y las gafas torcidas, además una de mis sudaderas sobre su pijama.

—Encima me robas.

—Sí —masculló cerca de mi cara. —. Admite que te encanta Mimado, y punto.

Le saqué el dedo y me levanté sentándome en el sofá. Me miró desde el suelo sonriendo y yo me crucé de brazos. Se levantó con aire bromista y se dejó caer sobre mis piernas abrazando mi cintura.

Puso la voz más ñoña y asquerosa que nunca había puesto.

—¿Ya no me hablas?

—Vuelve a hablar así y conocerás al verdadero Blue Parckson.

Soltó una carcajada cortando la broma y se giró mirándome desde abajo y volviendo a su ser normal, más tranquilo.

—¿También me tengo que unir a vuestra secta de ir de blanco? —Afirmé, él se levantó alzando las manos. —. Con lo agusto que estaba con el pijama.

—Puedes dejar de quejarte, que tienes diecinueve años, no noventa.

Salió del comedor y minutos después Triana regreso con una bolsa de tela con todas sus cosas, aguardamos en el sofá a que Noah regresara mientras ella me hablaba del lugar al que íbamos a ir.

Se notaba el brillo en sus ojos cuando hablaba de las voluminosas montañas con nieve en sus picos. Y de como el sol se ocultaba entre estas creando un precioso horizonte.

Como Noah se iba a tardar mucho ayudé a Triana a llevar las cosas al parking del edificio donde estaba su coche. El lugar se sentía frío y solitario, sus paredes eran grises. Y con el eco que había ahí se podía hacer un concierto que se escucharía en la otra punta de Ángora.

—¿Dónde es? —pregunté acomodando la bolsa y mini nevera en mis brazos.

—El mini rojo. —lo señaló con la mano donde sostenía la llave de este, que contenía un llavero de pompón rosa.

Cuando llegamos abrió el maletero haciendo ese característico ruido y me cogió las cosas colocándolas en el pequeño espacio.

Del coche salía un olor a nuevo y a limpio que daban ganas de meterlo en un frasco y guardarlo para siempre.

Noah apareció en escena por detrás mía subiéndose a mis hombros, y si su intención era asustarme, venir corriendo en un lugar donde el eco era bestial no era buena idea.

Triana sonrió y cogió las llaves de la casa que le dio Noah.

—¿Hoy desayunaste la botella de alcohol de ayer o qué?

—Venga, menos preguntar y más mover el culo. —dijo dando saltitos desesperado por irnos ya, subiéndose a los asientos de atrás.

Triana me miró y bajo el maletero.

—¿Estás seguro de que quieres que vaya? —se echó detrás de su oreja un mechón de pelo y con su otra mano se rodeo la cintura.

Iba a hablar, situaciones así no me costaban, el Peque también había tenido momento de inseguridad y me había tocado socorrerlo.

Pero Noah se bajó del coche y cogió a Triana en brazos.

—Vamos Chispas, no preguntes más. El triángulo de las bermudas te solicita. —Le abrió la puerta del piloto y la subió. Luego me cargó y me metió a mí en los asientos de atrás, subiéndose él después.

—Perdónale es gilipollas. —le informé a ella desde el asiento del medio.

—Pues este gilipollas te ha desayunado, almorzado, comido, merendado y cenado.

Pude ver la sonrisa de Triana a través del retrovisor interior.

—Haré como que no he escuchado nada. —ella arrancó colocando bien sus gafas de pasta transparentes y salió del parking al exterior.

El día el Sant Ángora, isla de Ángora estaba demasiado bonito y soleado, algo que costaba últimamente.

La mano de Noah se deslizó para luego clavarse en mi cintura, que según él tanto le gustaba. Cerré mis ojos y deje caer mi cabeza en su hombro haciendo que mi mejilla reposará en el fino telaje de su camisa blanca. Enrede mi mano con la suya decorada y él la llevó a su regazo haciendo que mis nudillos rozaran su alto corset. Respiré hondo y Noah apoyo su cabeza sobre la mía provocando que su pelo cayera por mi cara.

Después de un tiempo en el que solo sentía el cálido aire en mi cara y la mano de Noah aferrándose con fuerza a la mía, dejamos atrás el pequeño pueblo. Y nos adentramos en una carretera donde lo único que se veía alrededor era maleza amarilla por la temporada en la que estábamos, campos de cultivos y molinos que proporcionaban electricidad en medio de la nada.

—¿Os mareáis? —Triana bajando la música, le negué y ella subió el volumen de la radio para que sonara "Devuélveme a mi chica de hombres g "

Se me ensanchó una sonrisa y miré a Noah, que me imitó con aire gracioso y adormilado.

Triana comenzó a dar golpes en el volante al ritmo de la canción. Comenzando a tararear la letra.

Tú me quitaste lo que más quería. —La voz de Noah se oyó por lo bajo.

Triana nos miró a través del retrovisores interior, y ensanchó una sonrisa.

Y de nuevo, sean bienvenidos a un musical.

Y volverá conmigo, lo hará algún día. —Decidí seguir el juego, dando pequeños golpes en mi pierna al son de la música.

Triana soltó una alegre risita, y subió más el volumen de la radio, bajando la ventanilla mucho más.

—Sufre mamón devuélveme a mi chica o te retorcerás entre polvos pica, pica.

Comenzamos a cantar al unísono los tres, con el viento chocando en nuestras caras, llevandose con él nuestras voces y risas. La música sonaba por encima de cualquier palabra que salía de nosotros.

Pero por alguna razón ella la cantaba más a pulmón, con más sentimiento. Sus mejillas ardían en fuego, a la vez que sus ojos. Y su voz amenazaba con quebrarse tras cada cantar.

Y así fue, hasta que la misma bajó el volumen, porque la canción había acabado y los locutores empezaron a hablar. Sonrió resaltando sus pecas y rosadas mejillas. Soltó el volante y puso las manos atrás para que le chocáramos. Y fue en ese momento cuando el coche dio un giro demasiado brusco.

—¡Triana! —le grité para que condujera, asustado, Noah dio el grito de su vida y ella volvió a conducir por el bien de los tres.

—Os habéis jiñado he —Soltó una risa de marimacho. —, tranquilos he jugado mucho a Mario Car.

Empezaba a pensar que era una asesina en serie que nos quería matar. Quizás y nada de esa fachada de niña buena era verdad, ya no podía descartar nada a estas alturas.

«Eso o había sido fabricada en la misma fábrica del sentido del humor de Noah.»

Ella giró en un caminito de piedra, saliéndose de la carretera. Más tarde se adentró a un campo que daba a una explanada de maleza amarilla. Y esa planta que como se te pegará en la ropa podías quemarla, porque no había dios capaz de quitar a la jodida.


El lugar estaba rodeado de altos y frondosos pinos verde oscuros que marcaban el horizonte. Y al final del todo, un caudaloso río. Con pequeños rapidos, y agua cristalina. El débil viento movía la maleza, creando un sonido ambiente que envolvió mis oídos. Dejando una sensación de paz en mi cerebro, aquella melodía era la mejor que habían escuchado mis oídos. Un sonido nuevo para mí.

Un par de nubes tapaban el sol, y a causa del viento estas se movían. Creando momentos de gran esplendor y luego de oscuridad. Y así de manera repetida.

Noah salió del coche con una sonrisa de oreja a oreja, mirando al horizonte. No podía cerrar la boca de lo sorprendido que estaba. Y quién era yo para culpable. Todo aquello parecía producto de un atrecho muy bien puesto. Pasar de ver aquellos paisajes en los libros, a verlos en persona, creaba un gran impacto.

Volví a Noah, pase por detrás suya sin que lo notara dirigiéndome al maletero. Una vez ahí, me puse la manta color crema para el suelo en los hombros, y le di un golpe en le hombro echando a correr como alma que lleva al diablo.

Ladera abajo.

—¡Parckson! —me gritó y corrió detrás mía.

El viento movía la manta como si llevara una gran capa, aquella que dibujo el Peque. Mi pelo estaba todo echado hacia atrás. Y sentía como aquella brisa se llevaba consigo todos los miedos que habían estado ocupando mi mente.

De la nada el animal de Noah me placo tirándonos al suelo, quedando él sobre mi cuerpo.

Llevé mis manos que aún sostenían la manta a mi cintura, fingiendo dolor. Noah me miró serio, y puso una pierna a cada lado de mi cuerpo.

Giré mi rostro para mirarle, parecía que el teatro no le había convencido. Aplasté más mi pelo sobre el suelo, pudiendo escuchar el curso del río dentro de mi cabeza. Noah miraba mis labios con ganas, y aquello me recordó a cuando en el m partido de Rugby del primer día él me miraba igual. Cuando estábamos en una situación similar. Lo que ocurría era que yo no entendía esa mirada, ni sabía lo que sentía por él.

Levanté mis brazos rodeando su cuello con la sábana y al mismo tiempo envolviéndonos a ambos en una...

—¿Cortina de intimidad? —susurró.

—Puedes ser.

Bajó su mano hasta mi mandíbula acunando mi rostro, haciéndome sentir todos sus anillos sobre mi piel. Levantó mi cabeza acercando la suya a mi cuello.

Entonces él emitió un sonido agudo y estúpido cortando el rollo. Se empezó a reír y me miró a la cara algo rojo. Y le dediqué una de mis miradas de decepción.

—¡Vamos! —me animó y está vez se acercó a mi oído. —Está noche te lo doy.

Mis mejillas se ruborizaron al igual que las suyas, aún más. Se levantó dejándome en el suelo y anduvo deteniéndose y mirándome. Hizo un gesto con la mano para que le siguiera y así lo hice, enfadado, pero lo hice.

Cuando llegué a su altura me posicioné en frente de él, entonces enrede mis manos aúb con la manta en su pelo, y besé junté nuestros labios por un corto tiempo. Él sonrió como un estúpido y yo le quité toda la maleza que se le había quedado adherida en los pantalones.

Se acercó haciendo que nuestros pies chocaran para hacer lo mismo pero en mi pelo y su corazón latía demasiado rápido. ¿Cómo no me podía haber dado cuenta antes? Era tan obvio. Supongo que cuando todo esto acabe tendré que pedir cita en el oculista.

O en una funeraria. Uno nunca sabe.

—Como nuevo. —me dio una cachetada en el trasero y cuando intenté devolvérselo gritó como un niño pequeño. Y salió corriendo.

Negué y subí a ayudar a Triana a colocar todo lo del maletero en el suelo.

—¿Volverá? —pregunté en tono burlón, haciendo referencia a Noah. Que corría gritando por todo el campo.

Una cabrá al lado de él no era nada.

—Si no lo hace me quedaré con sus regalos.

—Ni hablar. —apareció de la nada y me quitó del maletero haciendo barrera.

—Mira como vuelve.

Me imitó haciendo sonidos de burla y poniendo cara de retrasado. Se sentó dentro del maletero dejando sus pies colgando.

Yo opté por sentarme en la manta del suelo, debajo de él, sacando un refresco de limonada para cada uno. Triana pasó por detrás mía agarrándolo y sentándose a mi lado.

—¿Os gusta? —ella se refería al lugar.

—Es fantástico. —respondió a mi espalda Noah que bajo poniéndose a mi lado.

Ella sonrió satisfecha por haber acertado, y recogió su corto pelo por encima de los hombros en una coleta. Y me pasó la cesta con la comida, primero saqué los tres boles de ensalada griega.

—Gracias buen hombre —El cumpleañero no pudo disimular su sonrisa. —. ¿En qué momento de mi vida te dije que me gustaba la comida griega?

«En el momento que entre a tu cuarto y me fijé en varios libros de cocina y dibujos que tenías »

—Leo mentes.

Hizo un okay con los dedos y comenzó a comer.

—El mejor equipo de comida. —Triana levantó la mano y las chocamos.

—Oye, pero que tampoco sé os suba, ninguno me supera haciendo creps.

—Oh disculpa Dios de la cocina y los dulces —dijo Triana haciendo una reverencia con voz grave.

Noah le saco la lengua.

—Calla tapón.

—Serás —ella se intentó levantar pero Noah la paró por la cabeza —. ¡Pelo woorbook! —exclamó dándole un manotazo a su brazo y él la despeinó.

Solté una risa ahogada y ambos me miraron con cara de asesinos.

—¡Vale! —levanté los brazos —. No la toméis conmigo. —Me levanté hacia los asientos del conductor y con mis poderes y peculiar gesto, entrecerrar todos mis dedos salvo los dos ante penúltimos, prendí la música de la radio. Eché mi pelo para atrás volviendo a mi ser y regresé con la esperanza de que aquellos dos no se hubieran dejado calvos.

Se miraban mal con los ojos entrecerrados, bueno al menos tenían pelo.

—Voy a ponerme entre vosotros —informé buscando algo en el maletero. —. Y agradecería si no me partís la cara de una hostia.

—No des ideas Mimado.

Me giré observándolos desde mi altura de uno ochenta, saqué mi preciada navaja y procedí a usar la punta como saca corchos para el vino blanco.

«Que buena idea Blue. »

Y para más desgracia de mi vida, la fuerza que ejercí hizo que saliera la punta del corcho y me rebanara un dedo cual chorizo.

—Joder. —masculle soltando todo en el maletero y envolviendo mi dedo con mi mano.

—¡Blue! —Noah se levantó rápido dejando su broma con Triana y buscó mi mirada. Cuando vio la sangre en mi mano se asustó el doble. —. Me cago en la puta.

Triana se levantó dando un traspié y corrió al asiento del copiloto.

Ellos sabían que le tenía fobia a la sangre por lo que su reacción era normal.

Mi corazón se empezaba a acelerar, en muchas ocasiones me había cortado, y luego vomitado. Y no me había pasado nada, pero el dolor y sus reacciones le hicieron creer a mi mente que me había arrancado el dedo de un navajazo.

—¡Blue, Blue! —Noah temblaba y buscaba mis ojos para tapármelos. —. Tranquilo, ahora mismo arreglamos esto.

—Blue. —escuché la voz de Triana y miré al suelo para no asustarme más de lo que debía.

Noah me sentó en los asientos de atrás y ella me levantó la cabeza.

—Mírame a mí. —sus ojos estaban apagados y se movían en todas direcciones. Yo solo podía respirar por la boca mientras temblaba y empezaba a sudar.

«Si esta gente que puede ver un cubo de sangre sin potar se emparanollaba, yo lo hacía el triple.»

El aura de Triana salió parpadeando y me miró fijamente a los ojos.

Haciendo uso de su poder de diagnosticar exactamente y localizar el dolor con la vista.

Lo llamaremos megamain.

—Solo es un corte, estarás bien, de momento.

Noah suspiro.

—Vamos. —Me levantó y cogió en brazos.

—¿A dónde? —Ella me pasó un puñado de papel para que no tuviera que mirar mi dedo.

—Al río, le sentará bien algo de agua fría.

—¿Te llevo el botiquín?

Noah negó.

—No hace falta, ahora venimos.

Comenzó a caminar hasta la orilla, cerré mis ojos y respiré hondo. Nuestros corazones estaban peleando por ver quién era el más veloz.

No entendía por qué Noah me había cogido en brazos si lo que me había cortado era el dedo. No una pierna.

Me dejó con delicadeza en el suelo y abrí mis ojos teniendo que entrecerrarlos porque es sol me estaba dejando ciego. El sonido del agua corriendo al lado nuestra me relajó bastante.

—Perdón he destrozado...

—Shhh. —me arremangó las mangas y quitó el papel metiendo mi mano en el agua congelada. Inspiré aire entre mis dientes, pero no se sentía del todo mal.

Me animé a mirar hacia mi dedo y al ver que no era para tanto suspire soltando todo el aire que mis pulmones me permitieron.

—Casi me daís algo, he visto cosas peores en los últimos días.

Noah hizo un mohín.

—¿Te asustamos, verdad? —preguntó con las cejas arrugadas y secando mi mano.

—Mucho, joder. —tartamudeé ahogándome, hipé y me recosté sobre él.

Me abrazó soltando mi mano y yo miré mi dedo el cual no podía mover por el dolor. Una fina línea blanca se dibujaba hasta la mitad del ancho del dedo.

—Perdón, es que la última vez que viste sangre...

«Casi la palmo.»

Sí, cuando mi padre me creó una visión mientras comíamos.

—Vale, ya he limpiado el arma homicida —Triana bajó hasta nuestra altura dejándonos ese pequeño espacio que siempre nos daba, y me tendió la navaja cerrada —. Y la próxima vez pídeme el sacacorchos. Soy médica pero no Dios, si se te cae un dedo no te lo puedo pegar con un agua mágica, Ethan Winters.

Sonreí y me guarde el objeto en el bolsillo de los pantalones.

—Lo tendré en cuenta para la próxima.

Dejó la mochila de Noah en el suelo junto a él.

—Ah, y si te has manchado usa...

—Agua oxigenada —completé la frase, apreté mi labios y afirme. —. Por desgracia no sería la primera vez que lo haga.

Ella puso una sonrisa apenada de, yo también. Se puso un mechón rubio claro con reflejos castaños tras la oreja, dejando ver su parte blanca y subió la colina.

Noah pareció hacer como si mi respuesta no hubiera llegado a sus oídos, quería dejar aquella parte de nuestras vidas tanto como yo.

—Ya sé que usé esto una vez pero...  —lo mire rebuscar en su mochila. —. ¿Una tirita de flores te servirá como modo de disculpa?

Le dejé mi dedo pulgar para que lo hiciera.

—¿También vamos a acabar emborrachándonos hasta las cejas y dormir juntos después? —Hice referencia a nuestra última noche juntos en el orfanato.

—Solo si tú me lo pides.

Ensanchó una sonrisa perversa de broma. Negué, y miré atrás, hacía el coche.

—¿Y qué hacemos con ella?

Noah también miró.

—¿La vendemos a tu padre y con el dinero nos compramos más alcohol?

—¡Noah! —lo reñí con los ojos como platos.

—¿O la tiramos al río?

—Venga ya, está agua no le llega ni al pecho.

—No si le golpeamos la cabeza antes para que se sumerja en un sueño profundo.

Le di una colleja.

—Ya  —dije seco. —. Al final te voy a vender a mi padre yo.

—Le caigo genial a tu padre —Se calló, bajo su sonrisa y levantó las cejas. —. O le caía.

—¿Le dejaste de caer bien antes o después de conocerme?

—Mucho antes —Miró al horizonte —. Y después mucho más. Siempre liándola Parckson. —dijo con una sonrisa.

Llevé mi mano a mi pecho.

—¿Yo? —exclamé indignado —, por tu bromita de —Lo imité con voz estúpida. —. "Vamos a emborracharnos". Me quedé dormido en tu cuarto. Y mi padre casi me arranca las extremidades una por una.

Soltó una risa.

«Adoro como nos reíamos de nuestras desgracias.»

—Vamos quejica —se levantó colgando su mochila en su hombro y me levantó. —. Luego seguimos la conversación.

—Quiero el divorcio.

—Y yo tú herencia cabrón, podrías ser el próximo heredero de Dubái. Si es que no se ha ido a la mierda por otro virus ficticio.

«Razón no le faltaba. »

«Y ese día parecía que realmente él se había fundado un piti de "hiperactividad"»

—¡Se os va a enfriar los byros, y no a la intemperie en mi estómago! — gritó Triana.

—Ni hablar. —Noah corrió colina arriba y yo "intente" seguir su ritmo.

Cogí la copa del vino que había intentado abrir que me correspondía y me senté en el maletero junto a Noah.

—¿Te duele? —quiso saber ella desde la manta del suelo.

Negué.

—Descuida, los he tenido peores.

Noah le dio un sorbo al vino y yo lo imité. Quizás el vino si sabía bien.

Tragué y llegué a la conclusión de que la gente no tomaba aquello solo por gusto. Al menos no sabía a rayos como otros alcoholes que habían acabado en mi boca los últimos días.

Empecé a comerme el Byron apoyando la cabeza en el coche, y mirando a la absoluta nada. Echaría de menos a nuestro querido árbol que nos daba sombra, pero es que nada de esto se podía comparar con nada.

Y sin darme cuenta ya había avanzado bastante en mi comida sin tener que preocuparme de quién me miraba y como.

—De verdad que os agradezco todo esto —Noah le dio el primer bocado a la comida emitiendo un sonido de placer y llevando su mano a su pecho. —. Retiro lo dicho, sois mejores que yo cocinando.

—Es fácil cuando sigues un tutorial. —revelé nuestro secreto, las mejillas de él estaban rojas de felicidad y su sonrisa no era capaz de bajar su intensidad.

Al mismo tiempo sus pies se balanceaban veloces mientras colgaban en el aire.

Triana se levantó dirigiéndose a la radio y saco un CD de la guantera

—¿Les gusta Taylor Swift?

Levanté los hombros.

—Me da igual, es tu coche.

Soltó una sonido de indiferencia.

—La iba a poner igual.

La mano de Noah aterrizó en mi muslo y me arrastró hasta que quedé a su lado. Extendió su mano con la que sostenía el Bryon y la música comenzó a sonar.

—Vamos haz lo mismo. —me animó, levanté una ceja y le hice caso.

Enredó nuestros brazos pero su Bryon estaba frente a él y el mío frente a mí.

Él le dio un bocado al suyo con una suma facilidad, yo también lo intenté con el mío pero era demasiado difícil que no se te cayera nada. Quien me lo iba a decir, hace un par de días me daba vergüenza hasta beber agua frente a él y mírame ahora.

A duras penas logré dar un bocado sin que la mitad acabara encima de mí, sin duda aquello no fue para nada romántico como Noah pretendía.

—Oye que no es tan difícil. —se rió soltando mi brazo y dando otro bocado.

Tiré algún trozo de lechuga que cayó en mi ropa hacia el suelo.

—Con un penco como tú de compañero sí.

Puso cara de ofendido con morritos, cogió un refresco de cola de la nevera portátil y me lo dejó al lado de la copa de vino. Sonreí y él guiñó un ojo.

—Me da a mí que te va a gustar más eso.

—Descuida, yo me preocuparía de ti, borracho eres un peligro.

Puso cara de enfadado y se acabó su copa de vino de un trago. Le presté la mía como muestra de caridad, porque la verdad esa mierda estaba asquerosa.Y después de la última vez bebiendo alcohol no quería ni verlo.

Algo que me seguía pareciendo increíble a pesar de la confianza, era como él no me miraba mientras comía, no tenía ningún trastorno o problema con la comida. Mi miedo era más a lo que la gente opinara de mí, como comentarios ofensivos. Y ni siquiera hizo falta decirle nada a Noah, es como si él lo hubiera comprendido.

Y lo agradecía.

Sonreí como un tonto con mi boca llena de aquella deliciosa comida y tambien le cedí ese momento de intimidad.

La leve risa de Noah y un golpe de brisa me hicieron volver a la realidad. Ellos dos bromeaban entre risas, aparté mi plato ya vacío y le di el último sorbo al refresco. Noah me sonrió mirándome al fin y cruzando sus piernas dándome su refresco, que ya no quería.

Imite su pose y bebí un poco, por el rabillo del ojo vi como Triana me estaba haciendo gestos muy raros y exagerados.

Levante los hombros extrañado y ella señaló el maletero, ¡claro!, los regalos. Si es que era tontito y corto para todo. Miré a Noah disimulando mi descubrimiento y deje la bebida.

—Tenemos una sorpresa. —canturreé y le obligué a sentarse en la manta del suelo.

—Valeee —Se sentó un poco agobiado por mi insistencia masiva —. Pero haré como que no he visto la caja del tamaño de un cadáver. ¿No será un cadáver, no? De ti me lo esperó todo.

—Shhh —indiqué, le pasé sus regalos a Triana —. Empieza tú. —Me senté junto a Noah y le quité un par de arrugas de sus brazos.

Ella le dio el primer paquete que era mediano. Y Noah puso esa cara que pones cuando te están cantando el cumpleaños feliz y no sabes que expresión poner de la vergüenza.

Él lo abrió con inquietud, o como si fuera una bomba que iba a explotar. Cuando vio la gorra verde pastel, casi grita de la ilusión.

—¡Mira! —me la enseñó —. Gracias Triana. Me encanta. —estaba rojo y se mordía los labios con una sonrisa.

—No es nada. —Movió su mano con indiferencia.

Él sonrió más, marcando sus hoyuelos y achicando sus ojos. Parecía un niño con un juguete nuevo. A mí también se me arqueó una sonrisa al verlo tan feliz con sus regalos.

Deslizó su mano hasta coger la mía entrelazando sus dedos con dificultad por sus anillos y con la otra mano comenzó a abrir el otro paquete que era más grande. Sin soltar mi mano en ningún momento.

Dio un grito tremendo al ver la cazadora bomber de estilo college, del mismo color que la gorra, con mangas blancas y  estampados deportivos. Y detrás de esta había un gran parche de un sol cuya mitad era una luna.

Soltó mi mano para abrazar a Triana a la cual casi mata.

—¡De nada Noah! —exclamó divertida en un grito de ayuda.

La dejó libre y volvió junto a mí poniéndose la cazadora que le quedaba ancha pero perfecta.

«Ya se la robaría.»

Se abrazó a si mismo con las mejillas rojas y con una luz especial en los ojos mientras nos miraba.

Y entonces se me quedó mirando.

—¿Y tu cadáver?

Sonrió con un brillo especial en los ojos.

—Aquí bobo. —Le pasé la pesada caja de posiblemente un metro de altura, y mi navaja para que cortará el celo.

Sacó el filo con cuidado y concentrado para no romperla, busco el adhesivo para cortarlo y cuando lo localizó lo destruyó con ansias.

Cuando miro el interior del paquete se quedó boqui abierto, y me miró apunto de llorar.

—No. —soltó seco sin poder creer lo que había en su interior.

—Sííí. —dije llevándole la contraria.

—Te mato, te mato. —sacó el patinete como si fuera un vaso de agua y él un náufrago en una isla desierta. Cuando lo tuvo en las manos gritó emocionado y me abrazó tirándome al suelo, yo eché a reír.

Noah soltó un sollozo y me sentó cogiéndome de los hombros, meneándome mientras soltaba una carcajada. Cuando me dio suficiente batida rodeó mis hombros y junto sus labios con los míos, posando sus manos en mi cabeza enredando sus dedos en mi pelo.

Fue un beso corto pero que por alguna razón se sintió como el primero.

Nos separó volviendo a su patinete, y lo miró sin dar crédito, mientras yo por mi parte apretaba mis labios llenos de su glos.

—No te gastes el dinero en mí.

Alcé los hombros.

—Dale las gracias a mi padre. —reí comenzando a imitarlo, poniendo una pose forzada haciendo que él también riera rojo perdido. Rodeé su cuello dejando caer mi cabeza en su hombro y él rodeó mi cintura.

—¿Me has comprado un patinete con dinero sucio?

Me lo pensé, visto de esa manera sí que era así.

—Mew, algo parecido. Pero si lo quieres ver de esa forma está bien.

Sabía que el patinete le haría ilusión, porque cuando me obligó a montar en el suyo me percaté de que estaba muy usado, señal de que lo usaba mucho y que probablemente le tuviera cariño. Ya se que algo de valor nunca podrá ser remplazado, pero esperaba que esto le llenará un poco su corazoncito.

Noah besó fuerte mi mejilla haciendo que me ruborizara, y se levantó para probar su nueva adquisición.

Apoyé mi cabeza en el coche y suspiré viéndolo feliz con una sonrisa en la cara. Al parecer si podía hacer sentir bien a la gente, y no solo a la ficticia como el Peque. Me alegraba saber que a él sí lo iba a poder ayudar de la forma que no lo podía hacer con ese enano.

Una cálida lágrima salió de mi ojo pero la conseguí atrapar con la lengua antes de que cayera a mi ropa.

De vez en cuando, y entre hostia y levantamiento, sus ojos verdes se clavaban en los míos azules. Y me mostraba una gran sonrisa dental quitándose la tierra de sus pantalones.

Finalmente Noah se cansó de caer y vino hacia nosotros dejando el patinete en el suelo. Subí mi cabeza sentado desde el suelo, para verlo desde abajo. Se arrodilló sobre mí y yo doblé mis rodillas para que él estuviera más cerca.

Bajo su cabeza haciendo que su pelo cayera en cascada, y acunó mi cabeza haciendo que le mirara y que mi cabeza chocara con el coche.

Estampó sus labios con los míos e inició un juego de lenguas. Rodeé fuerte su cintura para mantener oculta mi aura. Bajó sus manos hasta mi cuello y mandíbula y yo jadeé cerrando con más fuerza mis ojos. Noah giró su cabeza poniéndose más cerca y más agachando hacia abajo. Él jadeó y yo torné mis ojos rodeándolo con más fuerza.

Acabó rompiendo aquel vínculo, pasando su dedo por mi labio inferior, suspiré intentando bajar la cantidad de rubor que tenían mis mejillas en estos momentos. Noah apretó sus labios húmedos por el beso, el glos estaba por todas partes menos por donde debía, él acabó soltando mi cabeza y se quedó sobre mí.

Me giré y vi como Triana llevaba unas gafas de sol, nos sonrió y levantó la lata de refresco y las cejas.

—Salud —hizo chin chin en el aire y bebió —. Tranquilos, vuestra amiga y vecina de cuarto de cuarto está acostumbrada.

—¿En sentido literal o literario?, Otaka. —inquirió Noah.

Ella le dio un empujón y él se tiró a mi lado gritando y haciéndose la víctima total. Negué sonriendo y me tumbé apoyando mi cabeza en mi mochila.

—¡Tío! —me llamó revolcándose en el campo. —. Dile algo a la tonta esta.

La miré y levanté la mano para que me chocara los cinco. Ella ensanchó una sonrisa malvada y me chocó con una risilla de dieblilla. Para acabar tumbada mirando al cielo.

Noah se quejó en un idioma digno de satanás y se arrastró hasta ponerse sobre mí. Levanté mis manos para que pudiera acomodarse mientras lo seguía con la mirada.

Tenía su pelo y ropa hecha un desastre, algo que debería de ser típico de mí. Y su cara mostraba el cansancio de no haber dormido bien. Se dejó caer sobre mi cuerpo soltando un quejido de alivio y yo hice un espasmo de dolor por el peso.

Me acomodé sobre el suelo y quité las arrugas y alguna que otra ramita de la ropa de Noah. Sentí sus manos pasando por mi espalda hasta la altura de los omóplatos donde las dejó reposar.

Abrí mis piernas doblándolas para que sus piernas quedarán en medio. Froté su espalda y a él le dio un escalofrío, su corazón se acérelo al mil.

Subí mis manos hasta su cabeza y cuando llegue a esta él me respondió dando pequeños círculos con los dedos en mi espalda.

Cerré mis ojos disfrutando de aquello. Hasta que el mundo se acabará o nuestros corazones se pararán.

«Ugh, que cursi que había sido eso, pero bueno, que en verdad se quedó dormido.»

Y ahí, en medio de un manto de montañas sin fin y naturaleza. La calma parecía reinar por un momento. Por primera vez respirar no se hacía pesado.

................

Pero qué es esto, al fin subo capítulo.
A partir de ahora voy a volver a escribir los caps en el Word para que queden con la mayor calidad posible.

Ahora, cuéntenme qué les pareció este capítulo.

Realmente pasaron muchas cosas, Triana fan de Larry, de Harry Estilos y Taylor.

Y ¿Qué me decís de su insulto "pelo woorbook"?

Aquí me pueden decir sus opiniones, siempre desde el respeto, yo les leo →

Y sin más dilación hasta el siguiente, yo que vosotros iría preparando esos traseros.

Adiós mis mimados Angorienses 🤎

Meme time 🥁🥁🥁

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