[ 4 ] ฿‡ UN SACRIFICIO ‡฿
POR EL BIEN DEL ALMA QUE VAN A AJUSTICIAR
Al abrir la puerta su característico sonido a madera me acompañó al interior de mi propio cuarto.
Todo estaba tenue, salvo por la débil luz de la luna que se colaba por la ventana.
Sabía que él estaba dentro, casi lo podía percibir en cualquier esquina rodeado de oscuridad. Esperando a que cerrase la puerta.
Así lo hice, y sin verlo venir me llovió un puñetazo que me hizo caer al suelo aturdido.
Mi padre apareció en escena descendiendo rápido al suelo para inmovilizarme al completo.
Apenas podía ver su rostro por falta de luz, pero sus ojos azules, ahora oscuros, brillaban con luz propia.
—Papá, escúchame. No es lo que crees.
Mantuve un tono bajo para no meter más la pata.
Seguro que estaba enfadado por lo de la escapadita sin previo aviso. Me habían cazado más rápido de lo que esperaba.
—Sh, no hables. ¿Me escuchas? —tapó mi boca y se acercó a mí oído. Empezó a reír de forma psicópata sujetando mi barbilla, bajó su tono de voz y detuvo su risa. — Me debes algo. ¿Lo recuerdas?
Logré zafarme de su agarre, arrastrándome por el suelo hasta estar lo suficiente lejos. Sentándome para poder vigilarlo.
—Papá, escucha. —susurré con mi temblorosa voz, alzaba la mano derecha para indicarle que se mantuviera alejado de mí.
—Cállate. —masculló. Se puso de rodillas en el suelo comenzando a caminar hacia mí. Aún en esa posición él era mucho más alto que yo.
—Sh —Estaba alterado —, papá, por favor —retrocedí hasta chocar con la pared dejándome así sin escapatoria —Lo siento, lo siento. ¿Es eso lo que querías escuchar? Lo admito, fui un estupido hoy, la cague en la comida...
Se levantó alzando su cuerpo, de forma automática me callé, ahora sí que me sentía intimidado. Coloqué frente a mí mis manos para intentar hacer un escudo, que siendo sinceros, no servía de mucho.
Cada segundo de silencio hacía que mi corazón fuera más rápido. En cualquier momento todo podía explotar.
—Pa...
Me regaló una patada directa en el estómago que me hizo revolverme de dolor haciendo arcadas. Ahogué un grito mientras intentaba no vomitar.
Él se arrodilló de nuevo a mi lado, de forma inconsciente me arrastré para evitarlo mientras recuperaba la respiración.
Pero todo fue inútil, me cogió por el pelo y alzó mi cuerpo. Intenté zafarme llevando mis manos a las suyas.
Aguantaba las lágrimas apretando los labios y cerrando los ojos.
—¿Te vas a callar?
Respiraba por la nariz exageradamente y empezaba a llorar. Tragué saliva y forcé a que mis palabras salieran.
Se acercó de nuevo a mi oído.
—¿Vas a responder por las buenas, o por las malas, Blue?
Tragué saliva y afirmé apretando más los labios.
Me dejó caer al suelo y decidí hacerle caso para no poner peor la situación.
—Sí lo que deseas es ir con tus nuevos amigos, tendrás que pagar un precio.
Se quedó frente a mí, de pie observando.
—. Y ya sabes como me cobro yo las cosas aquí.
Otra patada fue directa a mi cuerpo, esta vez a mi espalda.
«Mi pobre espalda.»
Me quedé sin aire por unos segundos. En los que me acosté en el suelo, intentando no morir en aquella oscuridad.
Después de lo que me parecieron horas, pudé respirar tranquilo en el suelo. Por fin él se había ido, pero no muy lejos. Pues se estaba lavando las manos en mi baño.
Había intentado explicarle todo, pero como siempre. No me salió bien.
No había tenido oportunidad de negociar.
Ya no sentía la mayor parte de mi cuerpo, me engañé diciendo que era el cansancio.
Pero mi nariz aún palpitaba de dolor. Por suerte no había manchado mucho, de ser así habría entrado en un colapso al ver la sangre.
Cuando lo escuché acercarse intenté levantarme por mi propio pie, pero me fue imposible. Temblaba y no tenía fuerzas.
Fue él el que me cargó para levantarme.
Iba boca abajo y mis dedos rozaron el suelo. Me lanzó a la cama una vez llegó a ella e hice una mueca de dolor. Abrió la nevera y una bolsa de hielo me cayó encima.
Acto seguido se sentó en la cama y abrí como pude los ojos. Empezó a tocar mi pelo, me sonrió levantando sus cejas haciendo que su frente se arrugase.
—Espero que lo hayas entendido todo, tu vida depende de ti —Posó sus dedos a modo de pistola sobre mi frente, los miré agotado —. No cometas una estupidez, Blue.
Quitó los dedos y se levantó.
Dejó sobre la mesilla de noche el móvil que está mañana me había arrebatado. Y se dirigió a la puerta marchándose del lugar.
Abracé la bolsa y empecé a llorar desconsolado. Miré mi brazo derecho viendo el número de Noah y eso solo me hizo llorar aún más.
Había abierto una caja de Pandora. Mi padre ya sospechaba. Y Noah estaba en cierto peligro.
Todo esto por culpa de mi estúpida impulsividad. Si tan sólo me hubiera quedado con su rostro.
Podría no volver a verlo nunca más. No volver a aparecer por aquellos lares. Seguir mi vida como siempre.
Pero algo, una voz muy pequeña y potente. Me pedía a cada segundo tenerlo cerca.
Poder conocer por primera vez a una persona, siendo Blue, y no el hijo de Víctor. Como si por primera vez en mi vida los problemas no formarán parte de mi rutina.
A quién pretendía engañar, con un padre así nunca podría estar con alguien como Noah. Aquellos sueños y sentimientos quedarían por siempre en mi memoria.
La tristeza y la poca alegría de haber conocido a Noah se me juntaron hasta que me dormí de dolor y sueño.
Ya por la mañana me levanté en un mar de lágrimas, maquillaje y restos de sangre casi invisible. O fui yo que quise evitar mirar aquellas manchas rojas. Mi brazo tocó la bolsa de hielos derretidos y cayó al suelo.
Pasé mis manos por mis ojos sin acordarme del moratón, haciéndome así mucho daño.
—Mierda. —maldije.
Miré al techo digno de un manicomio y sonreí cerrando los ojos.
Todo había ocurrido de verdad, la conversación de Noah en el baño, la promesa con mi padre.
Ahora tenía que tomar una decisión, seguir con mi vida como si nada. O dejar la caja de Pandora abierta.
Decidí que por primera vez iba a tomar las riendas de mi vida. Bajar ahí abajo, y conocer a Noah.
Ya me había duchado y puesto ropa limpia, acompañado de como no mi icónico delineado y Jordans blancas de bota. No me preocupé de tapar el pequeño moratón del ojo izquierdo.
Sólo me aseguré de llevar todo en mi mochila: cascos, MP3 para escuchar música y mi cuaderno con lapiceros.
Antes de salir me aseguré de darle volumen a mis pantalones cargo negros, eran la base de mis looks.
Al entrar al comedor común de superiores oí como mi padre reía a carcajadas con el resto de imbéciles.
A veces su arte de manipulación y engaño podían llegar a niveles inhumanos.
Pareciera como si él de verdad pudiera controlar sus pensamientos.
Entré sin tocar la puerta. Por lo que todos se me quedaron mirando confundidos.
Un incómodo silencio me acompañó junto con el olor a café recién hecho.
—¿No desayunas Blue? —Mi padre volvía a actuar pésimamente haciendo de bueno —. Beatrix ha hecho el...
—No, gracias —musité. Cogí una manzana y me fui a la vista de todos.
Al salir no pude evitar escuchar sus susurros.
Negué y los olvidé a todos.
Como me había quedado dormido tuve que dirigirme a la pista de deportes.
Los niños más pequeños salían y entraban de sus clases sin ningún control. Luego de sobrepasar a algunos visualicé la puerta que llevaba al patio común de gente no superior y caminé a la pista de deportes.
Si mi investigación no fallaba él tendría que estar ahí.
No estoy loco, sólo que estaba obligado a conocer el horario de todos. Ser el siguiente en gobernar todo esto tenía sus consecuencias.
Tras una corta revisión a la amplitud de las pistas, lo vi.
Estaba a lo lejos con el resto de su clase. El poco sol que había hacía que su pelo castaño reluciera, al igual que sus dientes.
Estaba riendo junto a la tan Dallana.
Ambos estaban un poco apartados de la multitud, charlando con mucha fluidez.
Apenas se giró me vio. Tampoco era difícil, era una mancha negra en un paisaje gris.
Le saludé nervioso con la mano, no esperaba que me fuera a ver tan rápido. De un salto corrió a la salida de las pistas, dándose impulso en la valla de metal.
—¡Hey! —Me devolvió el saludo mientras se acercaba más tranquilo, sus ojos parecían no dar crédito a lo que veían.
No lo juzgo, yo también hubiera pensado que no me volvería a ver.
Hoy llevaba un jersey de punto a cuadros marrones, con unos vaqueros azules muy claros y anchos.
Cuando estuvo a mi altura, me estrechó en sus brazos.
La respiración se me cortó sin saber donde poner las manos. Mi corazón se disparó, y mis mejillas se encendieron al rojo vivo, al igual que mi aura azul. Apreté los labios y cerré los ojos, esperando que él no notará que estaba brillando como una linterna azul.
Cuando noté sus manos bajar por mi espalda casi echo la pota, mi corazón bombeaba nervios en cada esquina de mi cuerpo. Sus fríos anillos hacían contraste con el calor que empezaba a sentir.
Tomé aire y actué, rodeé su cuello y apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo todo mi cuerpo tembloroso. Tome aire y poco a poco el azul que nos rodeaba se hacía casi invisible.
Cerré los ojos y respiré hondo llevándome su aroma tan peculiar, ese olor a incienso de pino.
—Pensaba que no venías —Su voz irrumpió mis pensamientos, volviendo a acelerar mi corazón.
Me soltó rompiendo ese momento y yo me vi obligado a hacerlo también, aunque no quisiera.
—Ya —me salió una risa nerviosa —, me he quedado dormido. —disimulé para que él no notara mis nervios.
—Hey, ¿qué te ha pasado? —encogió sus cejas y llevó su mano a mi ojo malo, frotando con suavidad el dedo pulgar en el moretón.
—Nada —puse mi mano sobre la suya y mi corazón no callaba —, me caí de la cama —le quité hierro soltando una risa, quitó su palma de mi rostro y yo bajé la mirada.
Soltó su mano de la mía y luego subió su mirada, se me quedó mirando con sus hermosos ojos verdes claros. Yo estaba inmóvil y todo a mi alrededor se paró. Noah dio un paso y nuestras cabezas estaban más juntas que antes.
Rio y bajó la cabeza, haciendo que su pelo bajara con ella.
—Perdón —se puso nervioso. —, no quería que te sintieras...
—Ah, no te preocupes —risa tonta. Subí la mirada, él me observaba esperando a que siguiera —. Me gustan tus ojos —dije susurrando, mirándolos. Eran verdes como las hojas de los árboles.
Sonrió y su nariz se ruborizó un poco, negó con la cabeza, jugando con sus pies.
—Oh, venga, no son para tanto. Los tuyos son mil veces mejor —él también susurró.
No sabía qué responderle y el silencio lo hacía mucho más incómodo de lo que por si era.
¿Qué se debía responder a eso? ¿De verdad estaba haciendo esto, con qué fin?
—Gracias. —nos volvimos a mirar, ambos estábamos tan centrados el uno del otro que apenas nos percatábamos de nuestro alrededor.
—¡Blue! -—Una voz femenina me devolvió a la realidad, junto con una débil brisa. Noah se giró, y ambos vimos a Dallana venir corriendo. Cuando llegó a nuestro lado se dirigió a mí —. Siendo sincera no creí que fueras a aparecer de nuevo. Pero como siempre todo aquí son sorpresas.
—Hola, supongo. —la saludé con la mano mientras le sonreía, aún sentía algo raro por lo que me dijo ayer. Todas aquellas palabras con tanto odio.
Pero la verdad, di gracias de que ella apareciera. No iba a poder disimular mucho más frente a Noah.
«Aunque ella me cayera como una patada en los huevos. Me había salvado de una. »
Si no recuperaba el aire no iba a poder controlarme.
—Ya está aquí la pesada. ¿Qué te urge? —él gesticuló de forma muy graciosa.
—¿Algún problema?¿O es que no puedo hablar con Blue?
—No —masculló, la despeinó. Ella que era mucho más bajita se limitó a darle un empujón. —, habértelo pensado mejor anoche, Dallana.
Ella soltó un suspiro.
—Venga ya —Alzó los brazos y me señaló. —. Ya me disculpé.
—¿Y? —Alzó los hombros y se acercó a mí. —. No hay perdón que valga si no lo sientes.
—Blue no es tuyo, sabías. ¿A que no? —ella me miró.
Yo sólo pude alzar mis hombros.
—No la escuches, vamos —Noah me rodeó por los hombros, y con el otro brazo bloqueaba a Dallana.
Aproveché y lo miré de perfil, me quedé ensimismado mientras sentía su mano cogiendo mi muñeca con un poco de fuerza, y su brazo rodeando mi cuerpo por mis hombros.
¿De verdad que todo esto que estaba haciendo iba a valer para algo? Todo este esfuerzo, por él. Tantas cosas en juego, por alguien que conocí hace apenas un día.
Hiciese lo que hiciese no iba a lograr cambiar nada.
Tenía ganas de despegar su brazo de mi cuerpo, decirle que lo sentía mucho. Y con ese vacío dentro de mí irme, subir a mi cuarto y volver a mi vida de siempre.
Pero había algo, esa voz de nuevo, una voz que aceleraba mi corazón, que me decía que necesitaba quedarme.
—¿Me vas a dejar, Tete? —Una voz infantil.
Me giré bruscamente para mirar a mi derecha, al Peque. No sabía por qué, pero estaba ahí, mirándome enfadado.
—¿Es que no tienes otro momento para aparecer? —dije sin darme cuenta en voz alta.
Él sacó su lengua y se burló de mí con una sonrisa.
—¿Qué pasa, Blue? —Dallana y Noah me miraban.
Noah que aún sujetaba mi muñeca me recogió más en su cuerpo y bajó su cabeza.
—¿Todo bien, necesitas algo?
Me separé un poco y pensé en alguna excusa.
—Ehh, nada. Solo decía que si Juana la Loca y Felipe el Hermoso habían acabado con su disputa.
—¿Perdona? —ella se hizo la sorprendida.
Nunca era mal momento para tirar indirectas a las pesadas.
—Ja, te jodes —La señaló —. A mí me ha llamado hermoso y a ti loca —le sacó la lengua a modo de burla.
—Ah, conque quieres pelea, cerdo.
—Avísame cuando te quites el disfraz de pitufo —le dijo en broma.
Yo solté una risa ahogada sin darme cuenta, y entre el cuerpo de Noah pude observar como su mirada se oscureció al mirarme.
Cuando él la miró sonrió sacando el dedo para darse la vuelta.
Me la quedé mirando confundido. Notaba algo en ella.
—¡Adiós Pitufina!
—¿Siempre sois así? —intenté romper el hielo. A ver si sacaba algo de interés de ella.
—Sí, pero no te creas. Para mí es como una hermana a medio camino. Aunque a veces discutamos o actúe mal. Es lo malo que tiene.
—Me extraña que no te haya hecho algo malo.
Me separé contagiado por las malas vibras de Dallana, y me crucé de brazos intentando buscarla con la mirada.
—Nah, a veces es borde pero es un trozo de pan con la gente cercana —Posó sus manos en mis hombros y me giró. —. Vamos a clase, el fondo oeste nos espera.
Arrugué mis cejas.
—¿El qué de qué?
—No seas impaciente en tu primer día, ¿vamos?
Entramos al aula de clases, y como consecuencia de haber llegado tarde todos se nos quedaron mirando. Unos comenzaron a susurrar entre ellos y otros a mirarme como si fuera un fantasma.
Noah se acercó a mí oído, eso me distrajo de mis pensamientos.
—No les hagas caso. Solo te quieren por interés, ¿vale? —de cerca su voz era grave e hizo que las mariposas volvieran —. Quédate conmigo, yo te ayudaré.
Afirmó esperando mi respuesta, respondí levantando el pulgar y bajando mi cabeza ante tantas miradas expectantes.
—Por aquí. —lo seguí hasta el fondo de la clase.
Con nuestro nuestro pasar muchas cabezas nos siguieron la trayectoria.
Cuando llegamos al único conjunto de mesas libres del fondo, Noah me dejó pasar al sitio de la pared.
Por suerte el profesor no había llegado aún, así que todos estaban armando jaleo.
Me quedé mirando anonadado la pizarra de corcho de al lado de las mesas. Estaba repleto de pegatinas, como las que vi anoche en el baño. Todas eran muy coloridas, pero de nuevo todas combinaban entre sí.
Noah alzó los brazos hacia el lugar moviendo sus manos sonriendo. Como si aquello fuera un gran monumento.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro ansioso por ver cada detalle de esas pegatinas.
Pero alguien rompió la barrera de la fantasía. ¿Adivináis quién?
—Hombre, la parejita se dignó a venir a clase. —Dallana se giró y se acercó más.
—¿Y dónde íbamos a ir sino? —Noah se acercó a ella moviendo un poco su mesa hacia delante. Yo me apoyé en la pared.
—Al baño, como ayer. Ya os iba a ir a buscar, parejita.
—En ese caso estarás invitada a la boda.
Que guay, la boda será increíble con ella como invitada. Sería buena como piñata.
Apoyé mi cabeza en mi brazo.
—¿Verdad, Blue? —Noah se dirigía a mí —. ¿O la hacemos dama de honor?
Sonreí muy forzado.
—Creo que ambas le pegan.
—Pff —ella puso los ojos en blanco —, en serio que cansáis.
—Es leo. —Noah me susurró pero ella también lo escuchó.
—No estoy sorda Noah. ¿Por qué los de naturaleza tenéis que ser siempre así de místicos? —gritó sin girarse.
Me evadí de su discusión y miré las pegatinas de mi lado. Cualquier cosa era mejor que oír a Dallana.
Una de ellas tenía las iniciales de Ivy con una fuente que parecía un pincel de óleo, color rojo. En un círculo color crema.
Otra era una frase, con un fondo de dos colores: beige y color chocolate claro. Lo que había escrito era:
"Ivy no mata, Ivy es la liberación de la sociedad. "
Me quedé pensando. Aún no me entraba en la cabeza todo eso. Nada me parecía real. Era asombroso que hubiera gente a favor del virus. Cuando todo alrededor de mi vida siempre ha ido en contra de Ivy. Sentía como si esas pequeñas pegatinas fueran grandes personas. Valientes en las sombras que cada vez me atraían más.
Un ruido a mi lado contrario me hizo olvidarme de las pegatinas, asustando a mi corazón. Haciéndolo latir fuerte dentro de mí pecho.
Tome aire tratando saliva al ver que simplemente habían sido los de fuerza haciendo el tonto.
Di un repaso rápido a la clase. Delante había un gran grupo de chicos y chicas hablando y riendo muy alto. En medio, gente dormida, sin hacer nada o practicando sus poderes. En concreto dos chicas que se planchaban el pelo con sus poderes de fuego. Mientras escuchaban música y estaban ausentes del resto.
Y al fondo gente con el móvil y fumando por la ventana. O gente que ni siquiera había venido.
Un grupo de chicos en el fondo llamaron mi atención, sobre su mesa tenían una gran variedad de dulces y aperitivos.
¿Si les pedía un poco me darían?
—Por cierto molan tus uñas.
Noah se interpuso en mi visión.
Miré lo que él había mencionado, ya no me acordaba de que las llevaba pintadas de negro y cortas. Eran unos de mis comunes arrebatos de madrugada.
El otro día me aburría demasiado en una de mis noches de insomnio y decidí que necesitaban un cambio. No estaba tan mal, había gente que se rapaba en sus momentos de colapso interno.
—Gracias —no pude evitar soltar una sonrisa de oreja a oreja y sonrojarme
—¡Chavales el profe no va a poder venir! —Un tío entró corriendo y toda la clase se escandalizó.
—Seguro que ese cabrón ha pillado Ivy. —Una chica de pelo corto del grupo de delantal alzó su voz. Logré ver su tatuaje, era de la facción de fuerza.
—Cerrad la puerta y no hagáis ruido, así no vendrá nadie —otro chaval se dedicó a mandar a todos y cerró la puerta. De ondas sonoras, ellos siempre tan serviciales.
Parecía todo una conspiración en equipo para evitar un desastre monumental.
—Dallana, vente atrás —Noah se levantó y me indicó que me levantara —. Vamos Blue.
Estábamos sentados en el suelo y Dallana frente a nosotros. En menos de diez minutos ya se habían acercado como tres personas a nuestra esquina, por suerte Dallana las había mandado a la mierda. Algo que hacía bien por primera vez.
—¿Y a dónde va La Liga después? Tipo después de este curso —ella se recogía su cabello castaño oscuro liso.
Me lo pregunto a mí. Como si supiera algo de eso.
Levanté los hombros —No sé, realmente la gran mayoría se quedan aquí y tienen sus hijos de los cuales luego no se hacen responsables. Y otra pequeña porción se va a expediciones ahí fuera. Y si acaso solo vuelve uno y ya no se le ve más por aquí. Los aíslan para poder tratar los traumas que desarrollan.
—¿Y qué creéis que hay fuera? —preguntó Noah en voz baja, arrugando la frente.
—Ni idea. —Dallana miro la ventana.
—Realmente nadie ha vivido para contar lo que hay detrás de esos muros. Ni lo habrá —me crucé de brazos.
—Eh —vi por el rabillo del ojo que él me miraba —. ¿Por qué dices eso?
—¿Acaso no es obvio? —lo miré cara a cara —. Hay algo ahí fuera, algo peligroso.
Noah acercó su cara a la mía y susurró —¿Y qué no te hace pensar que la amenaza está dentro de los muros?
Lo dijo demasiado convencido, con una mirada que intentaba decirme algo que no pillaba.
—¿De quién hablas? —Encogí las cejas y bajé mi tono de voz.
Noah apoyó su cabeza en mi hombro y estiró las piernas cruzando los brazos.
—De nadie en concreto —levantó la mirada y yo bajé la mía provocando que nuestros labios estuvieran muy juntos —. ¿No te parece sospechoso? Nos entrenan para quién sabe qué. Y los que no desarrollan poderes los asesinan. ¿Por qué? Si de verdad somos supervivientes de algo, ¿no deberíamos estar ahí fuera repoblando todo de nuevo?
—¿Cómo has llegado a esa conclusión? Se supone que un virus fue lo que hizo que nos funaran a todos. ¿No? Ivy le llamáis. —me estaba haciendo dudar. Nunca me había parado a pensar que la amenaza estaba dentro. O que deberíamos de estar fuera.
Esas palabras no estaban en mi diccionario.
—Ya, pero algo no me cuadra. Sin embargo, estamos acostumbrados a esto y lo vemos normal.
—¿Ya empiezas con eso Noah? —Dallana jugaba con el cordón de sus zapatos rojos. —. Ya lo hemos hablado muchas veces. ¿Qué motivos tendrían los superiores para hacer eso? En esta zona estamos seguros, y punto.
Noah sopló negando. Parecía que no era la primera vez que intentaba hablar de ello.
—No me sorprendería, Dallana.
Me quedé callado, ensimismado, mirándolo a los ojos, cuando sintió mi mirada, dirigió la suya a mis labios.
Su calmada y cálida respiración chocaba en mi rostro. Tragó saliva y se acomodó sobre mi hombro.
-"Por el bien del alma que van a ajusticiar"
Volví a la realidad pero igual de embobado, Noah subió su mirada y me miró a los ojos.
« ¿Por qué coño te costaba tanto hablarle? »
—Noah, yo...
—¡Por el bien del alma que van a ajusticiar!
Noah se separó de inmediato de mí y yo busqué de dónde provenía la voz. Nos quedamos todos en un absoluto silencio, donde sólo se escuchaban respiraciones agitadas.
Miré a todos con nervios por todo mi cuerpo, nadie se movía o hablaba.
¿Qué pasaba?
Un grito proveniente de fuera junto con una campana rompieron el silencio, y llamaron al caos.
—¡Mierda! —Noah se levantó del suelo de golpe y Dallana lo miró con cara de miedo apunto de llorar.
—Otro no por favor —susurró mirando a los compañeros que se miraban entre ellos.
¿Otro no? ¿De qué?
Noah regresó a por nosotros y nos sacó cogiéndonos a cada uno de un brazo.
—¿Ivy? —le preguntó Dallana a Noah. Que la miró dudoso y luego a mí preocupado.
Todos salimos corriendo al pasillo con vistas al coliseo. Nos pusimos por grupos en los grandes huecos del pasillo para observar todo.
Vi a un sicario de mi padre que arrastraba el cuerpo casi sin vida de un chaval, una persona demasiado joven.
Todo comenzaba a tener sentido. Gritos de horror a la lejanía sobresalían sobre los susurros.
Una brisa movía mi pelo, y secaba mis ojos. Mi corazón acompañaba al caos.
Miraba fijo al sujeto, al sicario vestido completo de negro, con una máscara de tela.
"Sólo le importamos a la gente cuando morimos, hablan de nosotros. ¿De qué nos habrá pasado? De si nos lo merecíamos. Mientras en vida éramos invisibles para todos."
Las palabras de mi padre sonaron con mucho más sentido que aquel día.
Estábamos muy altos, pero se podía diferenciar todo. Su pierna derecha colgaba del resto de su cuerpo, y de su cuello fluía un río de sangre negra que ahogaba al mismo. Mi corazón se me disparó y me fallaban los pulmones y el equilibrio.
Dallana rompió en llanto y se metió a la clase.
—¡Esto es lo que pasa cuando no desarrollas poderes! —aulló el sicario, el chaval estaba agonizando mientras chillaba entre gárgaras de sangre y tics de dolor, que se escuchaban a la perfección por el eco del propio coliseo.
—Noah —balbuceé con angustia y náusea, me bailaba el equilibrio. Me aferré a su muñeca con fuerza.
Empecé a ver todo borroso y demasiado rápido. Tome aire pero eso sólo nubló más mi visión.
Lo último que oí fue un disparo y muchos gritos. Los brazos de Noah me intentaron coger, pero fue inevitable, caí desmayado.
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