[29] ฿‡ REENCUENTROS Y DESPERTARES ‡฿
El talón de Aquiles
Triana
Aquel chico de cabello oscuro seguía dormido sobre la cama. Estaba sin riesgos, su respiración y pulso era constante por lo que no tenía que preocuparme. Había podido actuar a tiempo. Comprobé que el golpe de su cabeza no hubiera provocado un coágulo o derrame, y gracias de que no fue así.
De ser así hubiéramos estado en grabes problemas.
Cuando estuve curando a Blue, él estaba algo consciente. Dudaba mucho que recordara algo. Solo balbuceaba deliberante.
Le coloqué bien la bolsa de frío en la cabeza para que el chichón que tenía en la frente no subiera más. El sangrado de su nariz se había cortado hace rato. Justo después de que el otro chico, Noah, hubiera entrado por décima vez en dos horas preguntando si se había despertado.
Reí, me parecía algo demasiado agradable por su parte.
Lo que me preocupaba demasiado, era que les podría haber pasado a estos chicos. Solo rezaba porque no vinieran del bosque, aquello era un verdadero infierno. Y todos en el pueblo sabíamos lo que ocurría dentro de aquellos muros. Pero nadie se atrevía a levantar demanda, son pocas las personas que aún viven que estuvieron ahí dentro. Se podría decir que escasas que yo sepa.
Recoloque mi top de manga larga verde, que marcaban mis pechos de mediano tamaño. Me crucé de brazos recostándome en la silla, mirando a aquel chico que pocos años le debía de sacar.
Comencé a quitar las arrugas de mis vaqueros claros desteñidos, no tenía otra cosa más divertida que hacer.
Estos marcaban mis cadera, algo marcada a comparación de mi estrecha cintura. Y resaltaban a la perfección la figura de mis muslos.
Decidí cerrar mis ojos por un tiempo, mi mañana había empezado tranquila, y a las horas tenía a unos chicos que nunca había visto, en mi casa. Uno de ellos sangraba inconsciente y al otro por poco le da un infarto. No había visto a una persona llorar así por alguien. Así que hoy me ocupé de dos vidas a la vez. Nada nuevo para una auxiliar de matrona.
Extendí mi mano hasta tocar el vendaje cuadrado que adornaba mi cuello. Odiaba aquella cicatriz bajo él.
Y yo que creía que este tipo de cosas sólo pasaban en los libros. Pero al parecer no, y ahora yo era parte de esa historia.
Blue
Comencé a sentir de nuevo. A pesar de que recordaba cosas difusas que se sentían como un sueño, uno con mucho dolor. ¿Dónde estaba? La luz era tenue, una ventana con una persiana a medio bajar. El ambiente se sentía algo frío, pero un edredón y toallas me rodeaban.
No lograba escuchar nada, hasta creí estar solo. Pero esa teoría se esfumó cuando vi a aquella chica sentada en una silla junto a la cama.
Parecía de mi edad, algo mayor. Su pelo era corto por encima de los hombros. De raíz a las puntas era de un rubio claro con reflejos castaños. Pero por la parte de la nuca, es decir la parte de dentro, era completamente blanca nieve. Sus rasgos eran redondos y pequeños, una fila de disimuladas pecas descendía por su nariz y desembocaba por sus rosadas mejillas. Su cuello poseía un vendaje cuadrado en un punto específico. Cuando ella notó que la estaba mirando sus ojos negros carbón se fijaron en mí.
Y antes de que dijera nada reaccioné por fin.
—¿¡Quién eres!? —Estaba alterado, no sabía donde estaba ni quién era ella.
Podría ser todo una trampa. No veía a Noah por ninguna parte. Y aquel lugar era nuevo para mí.
—Tranquilo Blue...
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sabía mi nombre? De seguro estabamos de vuelta en el orfanato. Me habrían curado y encerrado aquí.
—¿¡Cómo cojones sabes mi nombre!?
Ella alzó las manos temblando.
—¡Tu amigo! —cogió aire haciendo que su pecho subiera y bajará rápidamente, y siguió hablando —. Noah, él me dijo. Soy la chica a la que pidieron ayuda.
—Joder. —Suspiré, llevando mis dedos a mi entrecejo, y respiré hondo. Al menos no había ido muy lejos desde la última vez que tuve consciencia. Mi cuerpo estaba regulándose, estaba a salvo. Noah lo había conseguido.
—Triana González —Ella me tendió la mano acercándose a la cama, su pulso estaba algo descontrolado, seguro que por lo de antes. Por mis gritos.
—Blue Parckson. —acepté su ofrenda, al decir mi nombre con apellido ella levantó las cejas y se paralizó por un momento.
Intenté no pensar en ello. Ella me había curado y nos estaba prestando su casa.
Al intentar moverme para levantarme un dolor intenso se expandió por todo mi cuerpo, solté un suspiro tan fuerte que la puse en alerta.
—Cuidado, estás bastante malucho. Tu tobillo está inflamado y algo dañado, solo tuve que aplicar puntos en la parte superior de la frente. Se caerán solos tranquilo. —Me miró tragando saliva, extendiendo una mano en el aire para estar cerca. —. Tus rodillas también están afectadas. Pero no te tienes que preocupar de nada. Ya me ocupé yo.
Afirmé recuperando algo de mi respiración. Miré mi tobillo, estaba envuelto en un vendaje. Y por debajo de unos pantalones que no me pertenecían, se podía divisar el abultado vendaje de mis rodillas. No me atrevía a mirar mi cara, estaba seguro que estaba horrible.
—¿Te ayudo? —Se le veía bastante preocupada, no parecía una amenaza. Ella aún se mantenía algo distanciada.
Asentí, y la tal Triana se dio la vuelta para volver con dos muletas. Luego se acercó y me ayudó a levantarme de la cama.
Notaba en ella una buena energía, se podía ver en su sonrisa y tono calmado. Supongo que estábamos en buenas manos.
Al alzarme sentí miles de alfileres por todo mi cuerpo, y sobretodo en mi cabeza. Bufé cuando logré ponerme completamente de pie sobre mi pie bueno. Mi brazo apenas podía rodearla, ella me llegaba por el pecho, así que todo era más complicado.
Me echó una mirada para asegurarse de que estaba bien y comenzamos a andar como podíamos. A cada saltito el dolor volvía más fuerte.
—Ese amigo tuyo —rompió el silencio, su voz era suave y serena. Carraspeó sujetándome con más fuerza de la cintura —... Ha venido como cien veces a preguntar por ti en las cinco horas que llevas durmiendo —Hizo comillas en durmiendo. Y agitó su cabeza moviendo su pelo. —. En realidad has estado consciente toda la curación. Seguramente no te acuerdas. Cuando me aseguré que no había peligro te sedé porque estabas sufriendo mucho. Pero se ve que después se te pasó el efecto y caíste dormido.
—¿Perdón, qué dijiste? —cinco horas, eso era un desastre absoluto. Solo me preocupaba eso. Esa chica no debía de tenernos por mucho tiempo más ahí. Con suerte nos dejaría quedarnos hasta que me mejorará, después de eso podríamos pagar un hotel para quedarnos hasta saber que hacer con mi padre.
Si no moríamos antes.
Un pasillo se dejaba ver en el exterior de la habitación. Con puertas a los lados y la principal justo al final de este. La casa no estaba muy decorada y dejaba ver un estilo moderno y divertido a la vez. Se notaba que era un piso algo pequeño, pero acogedor.
Pero no como casa, nada como mi cuarto.
—¡Blue! —Noah salió de la última puerta de la derecha, y no me dio tiempo a pestañear cuando él ya estaba en mis brazos, más bien yo en los suyos.
Hiperventilava sollozando rodeando todo mi cuerpo. Con la mano en mi cabeza.
—Cuidado. —dijo alegre la chica sosteniendo las muletas y dejándonos espacio.
Yo abracé fuerte la cintura de Noah negándome a que nos separarán de nuevo, su pecho subía y bajaba rápido y veloz al igual que el mío. Cerré los ojos y cogí aire fuerte.
Él fue enredando sus dedos en mi pelo y pegó sus labios y nariz a mi mejilla haciendo que su respiración chocara con mi piel.
—Pensé que no te volvería a ver —susurró casi sin voz. —. Estabas muy mal.
Escondí mi cabeza en su hombro abrazándolo más fuerte, separando el contacto de nuestros rostros. Me acerqué a su cuello y temblando planté un beso lento sin dejar de esconder mi cabeza, a modo de — yo también. —Mi respiración se empezó a acelerar al recordar la escena en el bar, sus plegarias, llanto. Y el miedo que tuvo que sentir. El miedo que sentí.
Noah pasó sus manos adornadas como siempre a mi cintura aguantando mi cuerpo y se dirigió a Triana en un tono bajo para no romper ese momento de paz.
—Dame las muletas, yo las llevo. —las cogió haciendo ruido. Se separó de mí cogiendo aire y me cargó en sus brazos comenzando a andar hacía el lugar de donde había salido, el comedor.
Una vez llegamos me dejó caer con cuidado en un sofá, y me vi obligado a separarme de él sintiéndome vacío. Nos miramos por un momento, sin expresión alguna, simplemente nos quedamos ahí como si nada. Su pelo estaba despeinado y algo húmedo, había tomado una ducha. Su nariz estaba roja porque ahí hacía calor. Además llevaba un chándal verde claro, y en el lado derecho de su mandíbula, el golpe que mi padre le dio.
—Aquí estoy —Triana entró en la sala cortando nuestra conexión. Se sentó a mi lado y llevaba consigo un montón de cajas, aquí vamos de nuevo —. Escucha, tendrás que tomarte este medicamento para recuperarte, y no podrás andar normal por unos dos días, tres como mucho. Es solo una inflamación del músculo. Se podría decir que te lo has remarcado.
Mi padre había calculado cada golpe, y el del tobillo había sido el talón de Aquiles. Si no podía andar era totalmente una presa fácil. Estaba indefenso.
Triana me levanto la cabeza arrodillada frente a mí, y me comenzó a aplicar algo en el moratón del ojo. El pobre siempre se llevaba todos los golpes. Pero no podía evitar dejar de mirar a Noah y él a mí.
Se me empezó a formar un nudo en la garganta y mis ojos se empezaron a cristalizarse. Intenté respirar normal sin que los labios me temblaran.
—Triana —Noah la paró. —. Ya sigo yo tranquila.
Ella asintió y le dio todo lo necesario a Noah. Luego desapareció por el pasillo de nuevo.
Noah ocupó el lugar de ella frente a mí, y un silencio demencial se acopló a nosotros. Cogió mi pierna derecha y la puso sobre la suya, levantó el pantalón y me quitó el vendaje de mi tobillo comenzando a aplicar una fría crema.
Yo sólo observaba. Soltando aire entre los dientes por la impresión.
—Blue. —susurró, y alzó la mirada.
Levanté los hombros tragando saliva.
—Nunca te caías de la cama, cierto.
Negué apretando los dientes, agachó la cabeza cerrando sus ojos. Acarició mi mano que descansaba sobre el sofá y no hizo más preguntas del tema.
Después de que me curase me tumbé y él me tapó quedándose a mi lado sin decir nada.
Acarició mi mano con una delicadeza pasmosa, a diferencia que antes. ¿Por qué no me hablaba? Quizás había comprendido que necesitaba un tiempo. Me daba vergüenza hablarle, quizás lo nuestro ya no volvía a ser lo de antes. Quizás aquel beso le había sentado mal, y solo era bueno conmigo por cortesía. En el fondo casi la palma en el bar por mi culpa. No lo sé, pero no parecía enfadado desde luego. Aunque ya sabía que Noah no trataba las cosas en caliente nunca.
«Ojalá tener esa paciencia.»
Me dolía demasiado la cabeza de tantas cosas que estaban pasando, no soportaba más esto. Era solo un adolescente cargando con algo demencial.
Me incorporé y Noah reaccionó al instante. Cogió la sábana para que no cayera al suelo. Intenté incorporar mi cuerpo con la ayuda de mis brazos pero era inútil. Todo me dolía.
Evité llorar y soltar una mueca de dolor pero era imposible. No pude evitar soltar un sonido de queja y mi cara de sufrimiento no aguantó escondida por mucho tiempo.
Note su mano en mi hombro, me ayudó a incorporarme hasta que puede apoyar mi espalda en el respaldo.
Y cuando lo hice solté un suspiro con un sollozo y no pude evitar poner otra mueca. Estaba a punto de llorar, lo necesitan, necesitaba llorar. Y la verdad es que me importaba una mierda lo que pensaran de mí al verme hacerlo. Así que rompí en llanto llevando mis manos a mis ojos.
Como si fuéramos yo y mis sentimientos contra todo el mundo en una guerrera que estábamos perdiendo.
—Blue. —Me rodeó con su brazo, cogí aire y me intenté levanta. Pero en cuanto me moví un milímetro otra punzada de dolor inmensa.
Un sollozo y otra mueca le hicieron saber a Noah que estaba sufriendo, y demasiado. Buscó mi mirada con calma aún con sus manos en mis hombros.
Afirmé para tranquilizarle cogí otra bocanada de aire. Intenté elevar mi cuerpo pero, un sollozo, una mueca y mucho dolor muchísimo.
Todo el dolor del mundo. Un sudor frío amenazaba con bajar por mi frente. Hasta respirar me hacía daño.
«¡Joder!»
Las lágrimas comenzaban a caer por mi mejilla con más intensidad, y mi pecho subía y bajaba sin control.
—Ven, yo te ayudo. —se levantó y me tendió la mano.
Lo podría haber rechazado al igual que aceptado, pero no era el momento para aparentar ser fuerte y en el fondo ser gilipollas.
Agarré su mano con fuerza y pase mi brazo por su hombro. Conseguí ponerme de pie pero el dolor se multiplicaba por segundos en lo que seguía de pie. Tragué el llanto a pesar de querer soltarlo de nuevo.
Noah me ofreció las muletas no para que las usará sino como una opción porque estaría dispuesto a llevarme en brazos a donde fuera.
Asentí comenzando a hipar pero en cuanto intenté apoyar mi brazo izquierdo los cortes me causaron la mayor punzada de dolor hasta el momento. Sintiendo la piel siendo rasgada y arrancada de mi cuerpo. La muleta cayó y comencé a llorar llevando mi brazo contra mi pecho. Si no fuera por Noah hubiera caído al suelo.
Él me agarró con fuerza para que no me cayera. No aguantaba más, necesitaba soltarlo o iba a explotar.
—¡Lo siento, siento haberte besado, siento haber invadido tu espacio. Lo siento. Ahora estás en peligro por mi culpa!
—¡Blue! —dijo con angustia, como si aquello le doliera también y tampoco dejo esconder su agonía.
Y me beso, fue rápido pero reconfortarle. Sus labios seguían cálidos sobre los míos.
Esta vez me cogió en brazos y me miró como preguntándome si aquello me dolía. Le negué con el incendio interior siendo sofocado.
—¿A dónde quieres ir? Yo te llevo.
Tragué saliva, queriendo besarlo de nuevo.
—Al baño. —dije sin voz, con los labios húmedos por su beso.
Cuando comenzó a caminar lo abracé y me acerqué a su oído rodeando su cuello.
—Necesito un tiempo, te lo pido, por favor. —tartamudeé demasiado pero él me entendió.
Subió más mi cuerpo haciéndolo estable. Miró mis ojos calmado, con una sonrisa débil.
—Lo que necesites compañero.
Pude respirara mejor ahí, y mi mente se despejó un poco bastante.
Noah me dejó al lado del lavabo para que me apoyara. Justo en el baño que estaba dentro del cuarto de dónde había despertado.
—¿Te las apañaras? —preguntó y se quitó una lágrima que había caído por su mejilla.
Afirmé y él se fue del baño como si no tuviera que habérselo pedido.
Evité mirarme al espejo, porque lo que encontraría no me gustaría. Así que me ahorré eso.
Cuando acabé de despejarme un rato a solas lo llamé. Llegó a los segundos dispuesto a llevarme de nuevo en brazos. Se agachó para que pudiera pasar mi brazo por su hombro y luego me volvió a cargar. Lo abracé del cuello cerrando los ojos e inspirando su aroma que me trajo buenas sensaciones.
Una vez sentado en el sofá, no pude evitar dejar de mirar por la ventana de detrás de este. A pesar de las cortinas crema opacas, pude ver como el ambiente de la calle moría poco a poco con el terminar del día.
Me resultaba aún muy chocante que estuviera en un mundo como el de los libros. Esos libros de teoría que creíamos estúpidos. Las sociedades, una que ahora observaba desde arriba.
Los coches pasaban despacio por la estrecha calle, permitiéndome fijarme en sus detalles. Eran más abultados de lo que esperaba. Cada uno con un color y diseño único. Como sus matrículas que me entretenía en memorizar para distraerme.
Era gracioso observar lo que hacía la gente que pasaba. Unos iban con animales, otros con bolsas de la compra, con hijos. Y me sorprendía aue cada uno parecía ir a su bola. Como si el resto de gente no tuvieran influencia sobre ellos. Cada persona dependía de ellos mismos. No de un superior que prescribía su futuro.
Algo que me seguía confundiendo y batiendo el cerebro era el hecho de que las personas tenían un dinero. Y que con el compraban sus cosas necesarias cada día. Algunas personas tenían más, otras menos. Dependiendo de su trabajo.
Las cosas aquí eran muy diferentes al orfanato. Pero no me desagradaba su forma de vivir. Los raros somos nosotros, en todo caso.
Más tarde el sol ya se había escondido. Las calles estaban alumbradas por farolas. Pero ya nadie pasaba por ahí.
La estufa al lado del sofá de donde no me había movido me daba un calor que poco a poco me estaba adormilado.
Noah y Triana estaban jugando a hacer pulsos en la mesita central. Está vez Noah le ganó de nuevo. Llevaban así un buen rato. Intentando no gritar mucho cada vez que uno ganaba.
Ella alzó sus brazos rindiéndose y se levantó.
—Está bien, tú ganas —Se quitó el polvo de sus pantales y nos miró. Sonrió y le tendió la mano a Noah para otro pulso. Cuando él le cogió con la otra mano ella casi llega al techo de la alegría. Le cogió la mano y miró su anillo de serpiente. —. Es igual al anillo de Taylor —Llevó sus manos a su boca roja e intentando no reír de la emoción. Parecía una niña pequeña. Sonreí.
Noah lo miro y alzó los hombros, sonriendo.
—¿Sabéis quien es Taylor? —Nos miró a ambos.
Yo hice un mohín y Noah afirmó.
Ella sonrió dando saltitos en su sitio en el suelo.
—Esto es más increíble de lo que pude imaginar.
Noah rio y le tendio la mano para otro pulso. Pero antes de que ella pudiera tomar ventaja la risa le hizo perder.
—Otro punto más para mí. —Noah se burlaba.
Ella negó y se levantó.
—De acuerdo, como sea, me voy a hacer la cena. ¿Quieren algo en especial? —alternó la vista entre ambos, pero no pedimos nada. Noah se ofreció a ayudarle pero Triana no se lo permitió.
Era una chica con un carácter fuerte cuando se trataba de esas cosas. Por el resto, era un trozo de pan. Había estado todo el día ofreciéndome comida. Pero la había denegado. No tenía mucho apetito.
Noah respiraba exhausto en el suelo, giró su cabeza para mirarme sonriendo.
Realmente me alegraba que él comprendiera que necesitaba un tiempo para mí y que no quería hablar con nadie.
Se sentó a mi lado y casi instantáneo me tumbé sobre sus piernas. Él soltó una ligera risa y se acomodo en el sofá.
Comencé a acariciar su rodilla y aquello era más cómodo de lo que podía parecer. Rodeé su pierna con mis brazos y la abracé abatido. Él acarició mi cabeza y el silencio que se creó era espléndido.
—Levanta un momento, te vas a hacer más daño. —Pasó un gran cojín por debajo de mi cintura y costillas. Luego colocó otro debajo de mi cabeza. Al acabar abracé más fuerte su pierna.
Estaba realmente cómodo, y lo estuve más cuando comenzó a masajear mi cabeza con muchísima delicadeza. Aquello me hacía sentirme en las nubes, sus finos y adornados dedos peinaban mi pelo en un movimiento continuo. Esto era mejor que mirar los coches de gente agena.
Necesitaba dormir para relajarme un poco y despejar mi mente. Necesitaba hablar con él, y arreglar todo, necesitaba simplemente dejar de pensar en que mi padre nos buscaba dispuesto a matarnos.
Pero temía que, a su vez, él llevará razón. Y que cuando Noah tuviera la oportunidad se iría. Por supuesto él lo dejaría ir sin ningún prejuicio. Porque el objetivo era causarme dolor, y asesinar a Noah solo era un daño añadido. Era matarme desde dentro.
Comencé a temblar y Noah actuó rápido, me tapó cubriéndome hasta los hombros, abracé con más fuerza su pierna agradeciéndole el gesto. Pero todo este confort acabaría pronto, porque en menos de lo que me esperaba llegó la hora de la cena. La maldita cena, la verdad no me apetecía probar bocado pero si no lo hacía posiblemente me daría algo.
No podía apartar la vista de ese plato de comida, lo que menos me apetecía ahora era comer. Quería irme a dormir y apagar todo pensamiento.
Dejé que el tenedor cayera sobre el plato y me levanté comenzando a caminar hacia el cuarto haciendo justo lo que no debía hacer.
—¡Blue! —Noah vino detrás de mí con la intención de pararme.
Aceleré mi paso para llegar lo antes posible a la habitación. Solo quería tumbarme en la cama y olvidarme de todo.
Inconscientemente cerré la puerta sin figurarme de que Noah venía tras mí, pero eso no le impidió abrirla y entrar.
Para cuando quiso pasar al habitáculo yo ya estaba tumbado en la cama, donde me había despertado, con las sábanas tapando mi rostro.
Evité mostrar dolor para que él no se preocupara más.
—Vale —dijo, comenzando a quitarse los zapatos y dirigiéndose al otro lado de la cama de matrimonio. Porque solo había una cama para los dos. Sí, griten lo que quieran. Ya hay confianza —. No quieres cenar, no pasa nada, yo tampoco. —Se quitó su sudadera quedando en una camiseta blanca de tirantes y se tumbó tapándose.
Se giró para mirarme pero le daba la espalda. Escuché un suspiro y luego como se movía sobre el colchón. La luz se apagó y él se acomodó.
El calor de su cuerpo se sentía tan cerca de mí, aquello me sentó tan bien que no tarde en dormirme.
Pero sobre altas horas de la madrugada, comencé a escuchar el silencioso sollozo de alguien. Despertándome al completo de mi sueño. No tenía idea de cuando exactamente había caído frito.
Lo único que sabía es que ese llanto solo podía ser de una persona.
Era de Noah.
....
Hola !! Bueno después de tanto tiempo regresé . Espero que les haya gustado este capítulo . Sé que ha sido corto y algo flojo pero se vienen cositas .
¿ Qué os va pareciendo Triana ?
¿ Qué creéis que pasará en el siguiente capítulo ?
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