[ 21 ] ฿‡ QUITAMAQUILLAJE ‡฿
La última noche de, ¿descanso?
Dallana tu fiesta me chupa un huevo y medio.
Subí las escaleras esperándome lo peor, y no dejaba de preguntarme cómo fue que mi padre consiguió mi número. Es decir, mi nuevo número. Como fuera que hubiese pasado ahora ese no era mi mayor problema.
Giré la manivela de la puerta de mi cuarto y la abrí esperando el puñetazo con los ojos cerrados lo más fuerte posible. Al cerrar la puerta mi padre apareció de detrás de esta y me dio el susto de mi vida.
Grité abriendo los ojos llevando mis manos a mis oídos con el corazón a mil. Me apoyé en la puerta y lo miré con la respiración acelerada.
—Joder, que susuto —susurré, llevando mi mano al corazón. Dejé caer la mochila al suelo junto a la puerta. —. ¿No puedes aparecer normal como todo el mundo? Ya es algo por el bien común. Que te caiga mal no significa que me tengas que matar de un infarto.
Él pateó mi mochila en respuesta y empujó mi cuerpo contra la pared.
«Que amable.»
—¿De dónde vienes tan tarde? —quiso saber dejando a la vista su aura fucsia. Pero sin llegar al enfado total.
—De una fiesta -musité alzando los brazos —. Te lo dije antes.
Bajé mis brazos y de caminó prendí la luz con mi mano derecha para quitar el ambiente tétrico.
—¿La fiesta de Dallana ha durado hasta estas horas? -—preguntó imitando mi tono.
Soplé mirando a la nada por un momento. Esperando que las cámaras saliesen a decirme que llevaba diecinueve años en un programa de experimentos sociales.
Me crucé de brazos calmado y lo miré. Levanté mis hombros al igual que mis cejas.
-—Sí, por desgracia. ¿Qué quieres que le haga yo?
Él hizo un mohín muy exagerado alzando sus brazos.
—Es que no sabes decir —cambió su tono de voz a ese que usaba cuando estaba enfadado y le daba por vacilar a la gente —. Lo siento tanto Dallana, pero tu estúpida fiesta del demonio me chupa un huevo y medio. Y tengo asuntos mejores que hacer que estar escuchando tu irritante voz por tantas horas mientras vas hasta el culo de alcohol. Así que si me disculpas cojo la puerta y me voy. Por ahí tienes la cama, píllate una siestecita que te hace falta.
—Wow —Alcé mis cejas sin descruzar mis brazos mirándolo serio. —. ¿No que había que ser amables con las personas? Te habrás quedado a gusto.
Me señaló serio acercándose a mí.
—Esa chica no me da buenas sensaciones.
Aplaudi sonriendo.
—Vaya, algo que tenemos en común. Si al final nos vamos ha hacer amigos y todo gracias a esa chica.
—¿Nunca te han dicho que no aceptes nada de desconocidos?
Otro de sus jueguecitos de distraerte con un tema de conversación para cambiar a lo que le interesaba y así poder leer tu lenguaje no verbal.
Soplé y puse mis ojos en blanco. Mi mente me devolvió al momento de la botella de agua. Y temía que él se oliera algo.
—Sí, no tengo cinco años.
La voz me tembló por unos segundos. Aquello se estaba volviendo más angustiosos. Al igual que cada vez la habitación se hacía más pequeña y el calor aumentaba.
—¿Has tomado alcohol? —cogió mi cara con dos dedos mirándome fijamente. Llevé mis manos a su muñeca como acto reflejo.
Me mantuve y levanté la cabeza poniéndome serio. Tocaba mentir sin que la persona experta en lenguaje no verbal y cazar a embusteros se diera cuenta.
—No.
Enseguida chasqueó la lengua soltandome. Llevó sus manos a su cabeza emitiendo un suspiro mientras reía por lo bajo.
En cuestión de segundos, o menos, me volvió a empujar hacia la pared y a coger mi cara con más fuerza que antes.
—No mientas Blue. Más te vale ser sincero hoy.
Levanté mis manos y me empecé a acojonar de verdad, así que confesé. Ya todo estaba yendo cuesta abajo y sin frenos.
—Vale, vale, sí perdón. —Me agaché consiguiendo liberarme de su agarre. —. Pero yo no quería, te lo juro. Sólo fue un sorbo.
Entornó los ojos y se giró en mi dirección.
—¿Acaso vas borracho?
—No, por supuesto que no. —me defendí.
Se acercó a mí con grandes zancadas e irá.
—Da una vuelta, con la pierna levantada. —me exigió.
Si eso iba a probar mi inocencia y calmarlo, ¿qué remedio tenía? Caminé y bajé mis hombros dando una vuelta sobre mí mismo.
—Ves, no estoy borracho —Y sin que ninguno se lo esperase o al parecer sólo yo, una hostia me llovió por el lado izquierdo. O mejor dicho una de las galletas de Víctor Parckson. Las que por muy difícil pareciera de oir, de forma literal, no dolían como se escuchaba. Lo miré incrédulo y le reclamé con mi mano sobre la mejilla afectada. —. ¿A qué viene eso?
En un rápido empujón él me volvió a devolver a la pared.
—¿Qué te está pasando? —Me señaló —. Mira guapo no te inflo a hostias porque llevas la ropa de mi yerno, porque sino te desfigurada el rostro.
Puse mis ojos en blanco y soplé entre cortado.
—Sólo fue un simple trago, ni siquiera lo hice rápido. Además ella me...
—Me da igual, es alcohol y no te he dado permiso para ello.
—Escucha —Lo cogí de las muñecas y bajé mi tono. —. ¿Cómo conseguiste mi número?
Claro Blue, tú cambia de tema de conversación. Como si eso fuera revelante.
Se puso a reír y me miró levantando una ceja.
—Querido futuro heredero al orfanato, como dato curioso. Una vez que te conectes a la red tengo acceso a todo —Acercó su cara a la mía. —. Incluyendo lo que buscas en Internet.
Mierda, me quedé paralizado sin habla. Sabía que había buscado esa maldita pregunta sobre cómo saber si era gay. Solo me quedó bajar mi mirada ante la mayor vergüenza de mi vida.
Mi vida estaba siendo un lío los últimos días. Apenas podía conciliar el sueño pensando el por qué parecía que ya no me conocía. Ya no sabía lo que me gustaba. Miraba a las otras chicas intentando ver si de verdad alguna podría despertar algo en mí. Pero todo eso sólo hacía mis pensamiento más borrosos.
Y al pensar en Noah, una tormenta de emociones me dejaba varado en medio de un oscuro y frío océano.
Tomé aire temblando. Necesitaba un descanso, aunque sea unos minutos de claridad. Desde ese maldito sueño parecía que todo había cambiado.
Incluso había personas que ya no eran lo que esperaba, lo de Dallana solo me hacia hervir más la sangre. No lo soportaba. Nada, no soportaba nada.
Mi padre se quedó callado todo el tiempo que estuve pensando, pero cuando fue a hablar bajo su tono.
—Sabes lo fácil que es que te echen una pastilla en la bebida y abusen de ti.
Ya por favor. Las nauseas que sentía en mi estómago no iban a aguantar más. Mi pecho iba en mi contra desde que había recordado ese maldito suceso. Y tan solo planes malevolos de venganza aparecían en mi mente.
Afirmé y solté sus muñecas que aún me sujetaban. Tragué el llanto para escupir la falsa valentía.
—¿Noah no estuvo en la fiesta verdad? —quiso saber, yo le negué y él rio. —. Nunca estarás con él sabes, nunca podrás librarte de lo que tú apellido significa. Eres y serás un Parckson. Estás destinado a lo que ves cada día. Y en eso no entran novios como Noah.
Reventé por todos los factores que se me acumularon y miré a un lado para que no me viera llorar. Sentí como su mano se posaba en mi nuca y como él pegaba mi cabeza a su pecho. Yo lo rodeé abrazando al mismísimo diablo en persona, el cual me llevó a mi cama y se fue al baño.
Hipé secandome las lágrimas con las mangas de la sudadera de Noah, que apestaba a alcohol. Ahora todo tenía sentido. Temblé mitando al techo intentando respirar. Quité las jordans de mis pies y crucé mis piernas sobre la cama echándole un ojo a mi padre.
Si no aparecía con una bazuca creo que estaba drogado, enterrado vivo, y en medio de un sueño fumada a lo Matrix.
—¿Dónde guardas el quita maquillaje? —me preguntó lanzandome una mirada.
Creo que estaba enterrado vivo y drogado. Pues esto de la Matrix no estaba tan mal.
—Está aquí —Abrí el cajón cogiendo el agua micelar, se lo di cuando estuvo lo suficientemente cerca, ignorando lo mal que había llamado a eso. Él se sentó delate de mí sobre una pierna.
Respiraba agitado observándolo por si me tocaba defenderme de un ataque de agua micelar. Entre mis escenarios entraba: propulsión de botella a mi jeta, chorro asesino a los ojos, o ambas.
—Acércate. —Empapó el algodón y quiso coger mi cara, pero por reflejos míos la aparte pero luego cedí.
Empezó a retirar el maquillaje del ojo malo y eso me estaba causando demasiado dolor, tanto que cogí su muñeca deteniendolo.
—¿Me quieres desmaquillar o meterme el ojo hasta la nuca?
—Estoy siendo amable, no lo mandes a la mierda.
Paso al otro ojo haciendo presión con la misma fuerza sin hacer caso a mí reclamación.
—Abre los ojos —me ordenó, le hice caso pero cuando vi que su intención era desmaquillar la marca de agua lo paré en seco. —. Sh, déjame.
—Au. —El líquido se metió por mi ojo, llevé mis manos a este lugar para amenizar el dolor.
Escuché como se levantaba y cuando logré abrir los ojos con algunas lágrimas vi como se acercaba con una crema para los golpes que no hacía mucho, por no decir que una patata metida en mayonesa hacía más efecto.
Lo empezó a aplicar sobre mi moratón del ojo. La bestia se había calmado, lo miré a esos ojos azules agua la cual estaba calmada, y a su pelo negro con la mecha fucsia despeinado. No entendía por qué estaba así conmigo. Mis brazos empezaron a temblar y me fui inclinando hasta abrazarlo y apoyar mi dolorosa cabeza en su pecho.
Quería saber qué se sentía al abrazar a tu padre, nunca lo había experimentado. De forma consentida.
—Blue —Levantó sus brazos y aguantó mucho la verdad, hasta que finalmente me cogió bruscamente de los hombros y me empujó haciendo que me tumbara. —. No me toques sin mi permiso. ¿Qué te crees, que te quiero como a un hijo?
Cerré mis ojos emanando un suspiro y mis labio inferior tembló.
—Perdón.
Se levantó enfurecido dejando la crema en la mesa y sé arregló las mangas de su camisa.
—Hazle un favor a Noah y vuelve al armario del que nunca debiste salir.
Me incorpore sentándome y fijé mi mirada en él. Las palabras salieron de mi boca como si fuera una necesidad vital escupirlas.
—Y tú al manicomio.
Tuve que retroceder porque su cara estaba terriblemente cerca de la mía. Los dos dejamos ver nuestra firmeza en nuestras miradas, pero al final fue él quien dio su brazo a torcer y se fue.
Pero no antes de soltar lo que seguramente llevaba guardándose todo el tiempo.
—Deberías de adelgazar. Vas a lograr acabar contigo mismo antes que yo.
Dio un portazo dejando esas malas vibraciones en el cuarto y yo no pude evitar encoger mis cejas y poner un puchero. Mis ojos amenazaban terriblemente con volver a soltar un río de lágrimas.
Me quite la ropa que Noah me había prestado y la dejé sobre la lavadora para limpiarla y devolvérsela, luego me vestí con únicamente mis pantalones del pijama y corrí al baño.
Cerré la puerta con mi espalda y me quedé mirando mi reflejo por un largo tiempo. Después de unos largos minutos cogí la piel "sobrante" de mis costillas entre mis dedos.
«Seguramente era porque había perdido mucho peso en muy poco tiempo.»
«No, es porque estás gordo. Acaso no has escuchado a tu padre.»
Solté mi piel y volví a mirarme a través del espejo comenzando a llorar. Alcé mi cabeza y rompí en llanto, no me podía ni mirar al espejo. Me odiaba, era una mierda.
Me abracé la cintura y di un grito de dolor psicológico dejando que mi sufrimiento se escuchará.
Fui dejando caer mi cuerpo al frío suelo de aquel pequeño baño y una vez ahí comencé a llorar entre cortado y mis manos comenzaron a tembral sin ninguna razón al igual que mis piernas.
Di un puñetazo limpio al suelo que me provoco mucho dolor, pero esa no era mi preocupes ahora mismo, me acerqué al váter y me metí los dedos en la boca provocando mi propio vómito.
Saque todo, más bien lo poco que había en mi organismo. Ese maldito alcohol que solo me había traido problemas. De nuevo accione el llanto, me apoyé en la puerta con un dolor inmenso por todo mi cuerpo y comencé a llorar a garganta pura.
Di una patada a lo que más cerca me pilló y de nuevo me hice daño. Me obligué a inclinarme hacia delante jorobando mi espalda para controlar mi respiración. Cerré los ojos y comencé a dar grandes bocanadas de aire, me concentré en seguir el rápido ritmo que me exigía mi cuerpo y el rápido latir de mi corazón también se fue calmando.
Miles de cosas se me pasaron por la mente aquella noche en aquel suelo, y os puedo asegurar que ninguna fue buena, o simple en ninguna acababa con vida.
Supongo que todos tenemos nuestras caídas, es algo normal, ¿no?
Esas ralladas mentales me daban más de lo que me gustaría. Pero por suerte, solo se quedaban en ralladas. A pesar de estar solo en ese mundo, había un rayito de luz, mi rayito. El Peque.
Pasado un largo tiempo de meditación y lágrimas conseguí salir del baño con mi cara y dientes limpios. Hipé cerrando delicadamente la puerta, pero alguien se tiró sobre mi cintura abrazándome con fuerza.
—¿Qué te pasa tete? —su vocecilla infantil sonó distorsionada por culpa del contacto con mi cuerpo.
Agaché mi cabeza y lo miré, los niños pequeños no entendían la gran mayor parte del mundo, y para que os voy a engañar, yo tampoco. Así que recurrí a una simple mentira.
—Nada, Peque.
Acaricié su cabeza y luego pose mis manos en sus hombros.
—¿Te duele la barriga y por eso has vomitado? —Me abrazó con más fuerza entre sus pequeños bracitos.
Sentí como la piel se me erizo a causa de su comentario.
—Sí, Peque —Acuné su cabeza y la incliné para que me mirara. —. Me sentó mal la cena.
Mentí.
Cuando hice el intento de caminar él me lo impidió fortaleciendo aún más su abrazo. Era algo normal en él, me pasa casi amenudo. No me soltaba ni para atrás. Yo lo llamaba mamitis, le ocurría cuándo pasaba poco tiempo con él o cuando me iba por mucho tiempo con otra persona. Eran como celos.
—¿Me dejas al menos que me ponga una sudadera porfa? Y ya estamos juntitos.
Movió la cabeza muy rápido hacia los lados y pegó su cara a mi abdomen. Torné mis ojos y solté un suspiro gracioso, luego tras una posible idea una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro.
Baje mi cabeza poniéndome de cuclillas y comencé a susurrar en su oído mientras acariciaba su cabeza.
—Si quieres podemos montar nuestra propia fiesta.
Nada más proponer aquello comenzó a dar saltos por todas partes y aproveché para ponerme una sudadera azul clara.
—Hey muchacho, ya —Intenté pararlo pero resultó imposible, era muy hiperactivo de pequeño, por si no os lo había contado. Finalmente lo atrapé y sacudí en el aire despeinandolo mientras él reía a carcajadas —. Te voy a lanzar por los aires enano. —dije con voz de villano.
Lo lancé a la cama haciendo que él soltara un mini chillido ahogado. Se levantó como pudo y vino a atacarme pero el caer de un sonoro trueno le hizo pegarse de nuevo a mi cintura.
Y la lluvia comenzó a caer de nuevo, furiosa y agresiva.
—Hey —Acaricié su cabeza y me senté con él en la cama. —. ¿Quieres que te pinte las uñas?
Afirmó entusiasmado, pero aún con algo de miedo.
—Voy a buscar el pintauñas ahora vengo.
—¡No! —me impidió que me levantara y comenzó a temblar. Entonces lo cargué en brazos y nos dirigí al baño.
—Mira. —Le señalé la ventana con el pintauñas ya en la mano.
La lluvia chocaba con fuerza sobre el cristal y de vez en cuando el cielo se iluminaba y luego, el ruido.
El pobre no sabía dónde meterse.
—Shh, tranquilo, Peque —Lo abracé y lo lleve a la zona de confort, la cama. —. Es solo una tormenta. Ya verás como se te olvida que está lloviendo en cuanto empecemos la fiesta.
Me dolía muchísimo el estómago y estaba reventado, pero me tocaba hacer de hermano mayor, supongo. Es una forma bonita de llamar aquello. También para no sonar a que había perdido por completo la cabeza.
Tapé nuestros cuerpos y él se sentó en mis piernas pero sin dejarme ver su cara. Así que le obligué a que me mirara mientras buscaba una cosa en la mochila.
—¿Qué ocurre campeón? —Le puse los auriculares inalámbrico con música pero le dejé libre una oreja.
—Que ya no estás conmigo. —Bajó su mirada apenado. Arqueé una ceja con una sonrisa.
—¿Estás celoso por Noah? —cantureé en forma de burla.
Me miró con unos ojitos de perro abandonado y afirmó.
Yo solté una risa y lo abracé besando su mejilla con mucha fuerza .
—No te voy a dejar por Noah —Le aseguré apoyando mi espalda en la pared.
—Sí —Se levantó y se puso de pie en la cama —, os haréis novios y ya no me harás caso —A causa de mi risa él apretó mis mejillas con fuerza —. No te rías. Es un momento serio. —Quiso decirlo enfadado, pero la verdad no me lo podía tomar en serio.
—Vale, discúlpeme capitán —Me lo quedé mirando fijamente —. A lo mejor sí te dejo por Noah. Y me besaré con él e iremos cogidos de las manos a todas partes. Comeremos juntos, y no me separare de él.
Por alguna razón ese pensamiento removió algo dentro de mí. Algo que nunca había sentido.
—¡No!, ugh que asco —Se sentó a mi lado cruzado de brazos. Era un crío y a los críos no les gustaban ese tipo de temas, je.
¿Os he dicho ya que de pequeño era muy pero que muy inocente? Era demasiado inmaduro para mí edad. A veces incluso me trababa al hablar, pero eso por supuesto es completamente normal en cualquier edad. Ya no lo hago, uno de mis logros de vida. Hasta que Noah me ponía nervioso y se me olvidaba hablar.
—Estás celoso. —cantureé de nuevo en su oreja.
—Calla. —me abrazó con enfado y yo reí.
Después de un par de rayos y truenos después, se le había pasado el enfado, creo. Ahora él observaba expectante como le pintaba las uñas de negro.
—Entonces, ¿cómo te cae Noah? —Alterné la vista entre él y el pincel.
—Mal. —dijo con énfasis de enfado.
—Oye —Debo admitir que casi se me escapa una risita. —, pero si es muy majo, como no te va a caer bien.
En el fondo lo comprendía, a ver, nunca antes había pasado tanto tiempo con alguien que no fuera él. Y tenía razones para estar celoso, era un niño. Un niño que dependía de apoyo y compañía todo el día.
—Entonces... ¿no puedo traerlo a dormir? —le pregunté con una sonrisa pícara.
—No.
—Valee, no lo haré —Tampoco podía y como mi padre me pillara con Noah DURMIENDO. Me podía dar por muerto, a mí y a él. En ese mismo instante el mundo entero arderia en llamas.
El Peque se veía tan concentrado que no quise interrumpir como miraba el pincel pasar por encima se sus uñas tiñendolas de negro.
Realmente siempre le fui muy fiel a mi padre, hacía lo que me decía y me creía todo lo que salía de su boca.
Pero, desde aquel día, veintinueve de julio, todo cambio. No me gustaba nada hablar de ello, pero es que ni conmigo mismo. Aquello me entristecía y aún me creaba la sensación que sentí en ese instante. Aquella sensación de dolor y traición, cuando mi padre casi me mata.
Mucho dolor.
El día que mi padre casi me mata con diez años, y el niño que tenía delante, aquel niño que, ¿existía? Quizás no, aquel niño solo estaba a veinticuatro horas de vivir aquello, pero para él el tiempo nunca pasaba. Siempre estaba estancado en esa edad justa.
Me estremecí por un escalofrío que recorrió mi espalda y cerré el pintauñas habiendo acabado.
Le sequé las uñas con mis poderes de viento y él me miró asombrado, luego rio. Aquello me hizo sonreír.
—Ya estás, hermoso.
—Gracias, tete. —me abrazó con fuerza y eso me sorprendió bastante. De pequeño también era muy cariñoso y abierto, ahora no.
Me costaba mucho confiar en las personas y sobre todo lo que peor se me daba era dar consejos, era pésimo en eso.
En fin.
—Sabes —susurré mientras él se tumbaba dándome la espalda. La lluvia seguía siendo igual de intensa, la tormenta estaba justo encima nuestra —. Me voy a casar con Noah. —le chinché.
—¡No! —gritó sin mirarme y yo reí mientras miraba la hora.
—Mierda. —las cinco de la mañana.
—No digas malas palabras, sabes que Papá se enfadará.
Lo miré de reojo y le solté una pedoreta cerca de su cara y me tumbé. Luego le di la espalda y me recosté tapándome porque tenía mucho frío. No soportaba dormir con mi cuarto a mis espaldas. Tenía la necesidad de dormir pegado a la pared para tener todo visualizando.
Ya, ya lo sé. Manías de Blue Parckson, ¿por si viene un fantasma? Bueno siendo sincero no sería la primera vez que pasa algo paranormal aquí.
Vaya, menudo giro en los acontecimientos cierto, nah, era broma. Bueno no la verdad para que nos vamos a engañar.
Un trueno y el Peque abrazondome me asustaron por doble. Se subió por encima mía y acabó entre mis brazos. Llevé mi mano a mi corazón, respiré hondo y luego abracé al torbellino plantando un beso en su frente.
Y si señores, a partir de esa noche, de ese mismo momento. Mis problemas acumulados caerían sobre mí sin ninguna piedad.
Y me dormí víctima del cansancio.
Y durante unos escasos minutos me sentí dentro de un sueño. Uno muy real.
El sol del coliseo me estaba dejando ciego. Cientos de personas ocupaban los asientos a mi alrededor. Miré todo eso confundido.
Y al girar me crucé con una chica de mi edad. De pelo rojo y largo, con los ojos marrones. Me sonreía, llevando un, vestido de novia.
Mi respiración se hizo más veloz y me miré, llevaba un traje. El corazón se me disparó. Observé mejor mi alrededor, estábamos bajo un altar.
«No, no.»
—Puede besar a la novia, joven.
El cura nos miró. Yo observe a aquella chica. Me miraba esperando a que la besase. Pero aquello no me estaba gustando, no me apetecía. Simplemente no me sentía cómodo besando los labios de una chica.
Pero ella se incorporó y plantó los suyos sobre los míos. Y a diferencia de la cálida y electrizante sensación del sueño de Noah. Esta se sintió demasiado lejana, sin sentimientos.
Todo el mundo aplaudió a nuestro alrededor.
Y entonces alguien tocó mi hombro. Era Noah, verlo me removió el estómago. Sostenía un ramo de flores en sus manos. Se adelantó y me abrazó, sentí como todo mi cuerpo temblaba, como un rayo de electricidad chocaba por todo mi cuerpo.
Cuando se separó una chica rubia de pelo negro se plantó a su lado.
—Felicidades, Blue. Bienvenido a esto. —Noah rodeó el brazo de la chica.
Y mi corazón se paró al fijarme detenidamente en ella. Estaba embarazada, y llevaba un anillo.
De la nada todo se tornó demasiado borroso, y unas naunsias recurrieron mi estómago. Y me desmayé.
Di un salto de la cama algo sonámbulo. Busqué nervioso en mi dedo algún anillo, pero no había.
Recuperaba la respiración mientras me acomodaba de nuevo en la cama.
«Todo había sido una pesadilla. »
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