[ 10 ] ฿‡ CONTROL MENTAL ‡฿
Noah oculta algo y Blue está
entre la espada y el cañón
Marchando una de sangre en vez de puré para el pelirrojo
Noah salió al exterior ante la vista de todos teniendo a mi padre en la nuca y a Dallana a su derecha.
Tome aire y me preparé para la avalancha de problemas.
Salí a mi lugar al lado de Nick, despacio. Esperando un milagro mientras me colgaba la mochila a la espalda, sentándome con el corazón a mil y los huevos en la garganta.
El enfado se apoderó de mi padre, su cara era la misma cara de culo seria de siempre. Pero esta vez sus ojos desprendían desprendían esa luz de enfado, ese tono azul oscuro, ahora hasta parecían negros. Apretraba su marcada mandíbula, y sólo me miraba a mí.
Pude llegar a escuchar algunos susurros a mi espalda. Y detrás de mí padre había una dualidad entre la gente. Unos se aguantaban la risa, y otros le miraban con terror en sus ojos. Intentando limpiar la comida de sus manos.
-Espero que la próxima vez tengáis más consideraciones por la gente que os cocina. -Hizo una mirada paaronamica al lugar. Para acabar de nuevo en mí.
Entonces ladeó su cabeza para que le siguiera, me levanté empezando a caminar con la mirada de Noah como última vista de aquella mesa.
Caminé hacia el exterior, con la figura de mi padre besándome el culo y todo el comedor viéndome. Una vez fuera, donde nadie lo podía ver ni oír, estampó su mano en mi hombro y se acercó a mi oído apretando con fuerza.
-A mí despacho. -ordenó con aire de enfado.
Nos separamos en aquel pasillo. Esperé a que estuviera más lejos para seguir sus ordenes. De camino me paré al lado de una basura y tiré el trozo de tarta que tenía en el pelo. Subí las escaleras hacia la zona de superior, algo más limpio y mentalizándome de que tenía un pie en la tumba.
Abrí la puerta del despacho y entre como pedro por su casa al vació cuarto. Apoyé mi espalda en la madera y la puerta que se cerró junto con un suspiro que salió de mis labios, tiré la mochila a una de las sillas que estaban frente al gran escritorio.
Y me senté no antes de darle una patada a mi asiento.
Miré todo el lugar con el corazón acelerado. Recordando ese recuerdo. Tomé aire y seque de sudor mis manos en mis cargo negros.
Crucé mis piernas dejando escapar otro suspiro que sonó entre cortado, y eché mi cabeza para atrás, miré la puerta y espere unos segundos para ver si venía.
Uno, dos, tres...
Mi pie se movía veloz contra el suelo y sólo deseaba que él viniera cuanto antes para quitarme está charla y hostia del medio.
De todas formas él no podía demostrar que había sido yo, ¿verdad?
Miré la botella de Vodka que estaba sobre el escritorio. Hacía mucho que no veía una así por aquí. De seguro mi padre y sus manos derechas habían tenido una de esas reuniones. Cada vez que iniciaba una nueva Liga, se juntaban para hablar de planes futuros, apostar, y muchas veces subían a los que tenían enchufe por aquí arriba.
Miré al techo con un mohin alzando las cejas.
-Fabuloso.
Volví a la botella, nunca había probado el alcohol en mi vida. Y sonreí al ver mi oportunidad. Me incliné y cogí el frio envase con mis temblorosos dedos. De todas formas no lo notaría.
«¿Pero qué dices, Blue? Claro que se dará cuenta.»
Entonces alguien estampó la puerta contra la pared, y la cerró con la misma o más fuerza. Cosa que hizo que casi se me cayera la botella de cristal al suelo.
-Te vas a cargar otra puerta, no hay tantos árboles ahí fuera ¿no? -No me hizo falta girarme para saber que era él, pero al menos me dio tiempo de dejar la botella en su lugar o disimularlo.
Un pegote de nata empezó a bajar por el puente de mi nariz, lo atrapé con mi roja y larga lengua para que no se me cayera encima. De la ropa y me manchara más.
Sin esperarlo su mano se clavó en mi hombro, mientras que la otra fue a parar a mi cara con un trozo de papel, para intentar limpiar el desastre.
Pero en vez de eso parecía que me estaba ahogando. Llevé mis manos a su brazo intentando quitármelo de encima. ¿Me estaba limpiando o matando?
-Siempre en medio de los problemas, no sé cómo lo haces.
Tras unos segundos de agonía me dejó respirar. Pero ahora mis mejillas eran presionadas por sus robustos dedos.
-Auch. -pronuncié como pude.
Me miró con una expresión de decepción.
-¿Qué hago contigo Blue? -Acercó su rostro al mío. -. ¿Y cómo se supone que llegas tú a comer al comedor, y todos sé pelean con comida?
-Quizás podrías soltarme, me haces daño -Llevé mi mano a su brazo. -. Y yo que sé, ¿casualidad?
Empujó mi cuerpo al respaldo de la silla dejando así libre mi rostro. Lo seguí con la mirada hasta el escritorio, donde se apoyó poniendo sus manos en este. Miró la botella que estaba movida de lugar bajando su mirada. Giró su cabeza hasta fijarse en mí, entornando los ojos y dejando que su pelo le tapara su cara.
Alcé mis hombros arqueando mis cejas. Mi padre ladeo la botella y colocó sus manos en el borde de la madera, mirándome desde las alturas.
El silencio comenzaba a tener vida propia, siendo uno más en aquella sala. Cuya temperatura comenzaba a bajar. Me veía incapaz de mantenerle la mirada por mucho más tiempo.
-¿Quién coño te crees, Blue? -Su voz tan repentina casí me hace saltar del asiento. Se podía ver reflejado al mismísimo Satanás en esos ojos azules, ahora oscuros. Su tono era bajo, pausado y tranquilo. Tres adjetivos que en mi padre significaban peligro.
Un rayo de luz se colo por la ventana dando de lleno en él, un rayo amarillo que le rodeo en un as de luz, en lo que mis ojos percibieron a contraluz.
-Nadie. -Bajé mi mirada y mi voz apenas se escuchó. Debía de mantenerme serio, era una situación seria.
-Te he preguntado -golpeó la mesa y yo me sobresalté demasiado por no verlo venir. -. En voz alta, o se te comio la lengua la cobardía.
Apreté mi mandíbula, con mi pierna moviéndose veloz. No quería levantar la mirada. No, no le quería mirar. Si lo hacía todo mi cuerpo templaria.
-¡Nadie, nadie! -pronuncié firme sin levantar la mirada.
Se impulsó con la mesa dando un golpe acabando inclinado muy cerca de mí.
-Tampoco te pases, ¿oíste?
Tragué grueso y afirmé sin poder subir la mirada. Las manos me sudaban y sentía como la habitación se hacía cada vez más pequeña. Como esas cuatros paredes me empezaban a apostar.
Mi padre rompió la cercanía y retrocedió unos pasos.
-Entre ayer y hoy me estas tocando la polla de una forma increíble. No te haces una idea de los problemas que estás causando. Todo por ese chico.
«Blue cállate, no abras tu puta boca, calla.»
Tome aire temblando por el cólera. No iba a permitir que me hablase así, que me faltará el respeto. Ya no podía culparme de sus problemas.
Entonces levanté la mirada, con la barbilla bien alta. Y sentía como aquello no iba a llevar a ningún lado bueno.
-Pensaba que no te iban ese tipo de cosas -Lo miré furioso, él levantó una ceja, arrugando su frente -, dicho de la boca de un abierto homofóbico suena demasiado gay. ¿No crees? Víctor. -Acabé mi frase haciendo énfasis en la palabra "Víctor". Era algo que le tocaba las narices. Ensanche una gran sonrisa, pero cerré los ojos cuando vi que él me iba a soltar una hostia. Y así fue y como nunca, con la mano bien abierta y toda su fuerza concentrada en el golpe.
-Tenme un respeto señorito, ¡me escuchas! No eres nadie para decir eso -Volvió a apresar mis mejillas en sus dedos, pero ahora con mucha más fuerza -, y mucho menos para vivir. Si por mi fuera ya estarías bajo tierra -con lo alto que dijo todo eso, era imposible que nadie lo hubiera escuchado. Con suerte alguien vendría a mi rescate por si a este desgraciado se le cruzaban lo cables.
Pero ahora tenía mucho más miedo, por si le hacía algo a Noah después de hacérmelo a mí. Un montón de recuerdos de gente muerta de las peores maneras azotó mi mente. Tenía que salir de ahí aunque fuera partido por la mitad.
-¡A caso no merezco mis derechos como persona! -Me incorporé hacía él, mostrándole que no me iba a dejar ridiculizar. Pero así sólo le estaba echando más leña al fuego.
-¿¡Derechos!? -Me soltó la cara y apreto su mandíbula -. ¿De veras me estás preguntando eso a mí? Sabes perfectamente como funciono, el karma es mi unica ideología -Me señaló con el dedo. Sí era verdad que le gustaba mucho tomarse la justicia por su mano. Decidiendo sobre la vida de cualquier persona. -. Y como vuelvas a decirme algo así, haré que lo recuerdes por el resto de tu vida. Y tú y yo sabemos que no digo nada en vano. Así que nunca, repito nunca, me vuelvas a llamar Víctor. Las confianzas con tu novio.
Golpeó con su dedo índice en mi pecho, lo miré serio desde mi altura que era más pequeña que la suya. Ya no aguantaba más, iba a explotar. Sentía el fuego azul brotar de mis venas.
-¡Y sino qué! -exclamé desde más profundo de mis sentimientos y garganta, sintiendo como mi cuerpo se quedaba ligero al decir algo a así. Finalicé por levantarme dando un golpe en los brazos de la silla.
Luego todo pasó demasiado rápido.
Agarró mi cuello empujandome contra la pared más cercana con una fuerza brutal, tirando la silla al suelo y poniéndome a su altura de dos metros.
Los oídos me pitaban por el golpe en la cabeza y mis manos se aferraban a sus brazos.
Sacó su pistola que siempre llevaba encima, y la puso sobre mi cabeza. Eso me pilló por sorpresa. Mis ojos se abrieron hasta el tope, baje mis manos a su muñeca mientras que me impulsaba con los pies contra la pared para poder liberarme. Intentando conseguir recuperar algo del aire que estaba perdiendo.
Mi aura parpadeaba descontrolada mientras sólo se oían mis arcadas y quejidos.
Su respuesta fue empujarme más fuerte contra la pared, dejando que una ráfaga de aire proveniente de su aura fucsia azotara mi cara. Se empezó a ver envuelto en una luz y humo de ese mismo color, y su mecha brillaba aún más que nunca.
-¿Qué pasa, eh? No te puedes defender, al final no vas a ser tan poderoso como se dice. ¡Vamos usa tus poderes. Ohh, es verdad, no funcionan! ¡Porque el puto miedo te hace débil y anula tus poderes! Ese es uno de tus fallos, Blue. Y por lo que no llegarás a ser todo lo grande que podrías ser. -hizo desaparecer su aura con un simple pasar de mano por su cara.
Cerré los ojos soltando una arcada por la presión en mi cuello, llorando haciendo muecas de dolor comenzando a ahogarme.
No quería morir asfixiado, no. Quería respirar, necesitaba aire. Mis brazos temblaban al igual que mis piernas. Podía oír a mis pulmones gritar dentro de mí.
Su risa de psicópata flecho mis oídos y esta fue interrumpida por el ruido del cañón del arma cargándose.
«No»
Al ver mi final tan cerca no pude evitar sonreír y dejar que mis labios emanaran una risa juntada con el llanto que con el paso del tiempo se convertía en carcajadas entrecortadas por la falta de aire.
Al ver que nada pasaba abrí mis ojos que estaban sumergidos en lagrimas y vi su cara. Me sonreía mientras su lengua descansaba en su paladar y sus ojos azules estaban clavados en los míos, que poco les quedaba por ver. Parecía que estaba esperando a que le hiciera algo para iniciar una guerra que claramente él tenía ganada. Presionó la pistola sobre mi cuello y yo tragué saliva como pude, incliné la cabeza cerrando mis ojos para que cuando los abriese estuviera en eso que llaman paraíso.
Segundos de un extraño silencio donde sólo se oían mis arcadas, todo acabó.
Tiró mi cuerpo al suelo en un giro de trama y descargó el arma en el techo sin previo aviso, haciendo que me pusiera a la defensiva.
Tosia sin control alguno, con mi rostro ardiendo. Sentía que en una arcada iba a echar la pota. Mis pulmones me exigían demasiado aire en pocos segundos. Haciendo que mi pecho subiera y bajará rápido.
Solté un grito ahogado mientras llenaba el suelo de lagrimas. Justo después él inmovilizó en el suelo. Lo cogí de los brazos sin ningun logro, queriendo evitar que me ahogase de nuevo.
-¡Para! -grité, con tos de por medio.
Quitó el pelo de su cara, y luego el mío apretando mi cabeza contra el suelo. Tragué saliva y comencé a respirar rápido por la nariz. La nata se juntaba con el sudor.
-¡La próxima vez haré que la visión sea mas real! -amenazó rebelando que él fue el causante de la visión del baño, lo del recuerdo había sido él. Él me había hecho ver todo. Casi me deja sordo con su grito. Aún no entendía como nadie había tirado la puerta abajo. Pero más sordo quedé yo cuando le chille lo que pensaba.
-¡Que te jodan, me oíste tú, matame, adelante. Sabemos que lo deseas!
Levantó su puño con una intención clara, dudaba que mi rostro aguantarse otro golpe más. Pero mi heroína llegó a tiempo como siempre.
-¡Víctor! -ella me lo quitó de encima y lo empujó en la pared.
No lo pudo retener por mucho más, debido a temas obvios de fuerza.
-No te metas Beatrix. -Le iba a hacer daño, pero corrí a por el arma que estaba en el suelo, y fui en su ayuda. Amenazando a mi padre con esta, matandolo si hacía falta.
-¡No la toques!
¿Era un buen momento para preguntar cómo se disparaba? La precisión y todas esas mierdas. Si fallaba estaría muertisimo.
-Vaya con el niñato, giro en los acontecimientos señores. ¡Vamos dispara, hazlo!
Cargué el arma lentamente como mi intuición me dijo, pero Beatrix corrió hacia mí y me la arrebato descargándola en el techo. Para luego parar a mi padre que vino a por mí. Al final lo que se iba a romper iba a ser el techo y no la puerta.
-¡Parad los dos ahora mismo! Lo va a matar Víctor, y me niego a cubrirle las espaldas. Y ¡tú! -Me miró con cara de enfado y decepción, me sentí regañado desde que sus ojos se posaron en mí -. No juegues con fuego, no siempre estaré aquí para apagarlo -Bajó su tono y sus ojos marrón miel mostraron serenidad -. Vete a tu cuarto, Blue. Y date una ducha. -susurró señalando la puerta con la cabeza.
Cogí mi mochila del suelo y la puerta se llevó otro portazo de mi parte. Ya que estábamos un estruendo, uno más no iba a despertar a nadie de la siesta.
Control mental: uno de los poderes de mi padre, y se podría decir que el más fuerte. Le ortogaba la capacidad de controlarte, incluyendo que yo o tú vieramos o sintieramos lo que él quería. La línea entre la vida real y una visión era muy fina. Tan fina que casi nunca la podías diferenciar. Se sentía tan real, que parece una historia de terror en carne propia. Cualquier cosa se podría hacer realidad.
Verlo desde fuera era algo hipnotizante. Era como estar en una historia de ficción.
La persona atacada se quedaba totalmente rígida en el sitio. Con la cabeza alzada. Todo su cuerpo se rodeaba del aura color fucsia de mi padre. Y si te fijabas podías ver como por sus venas corría una sangre con la misma tonalidad. Los ojos de la persona perdían por completo el color, quedando grises. Si se tardaba demasiado podías ver como los huesos se comenzaban a ver debajo de la pálida piel de la persona.
Tome aire y saqué esas imágenes de mi cabeza. Me creaba escalofríos por todo el cuerpo pensar eso.
Cerré con ira la puerta de mi cuarto. Tirando todo sobre la cama, ahora mismo nada me importa. Necesitaba relajarme.
Encontré ese lugar perfecto en mi pequeño baño, así que me encerré dentro, apoyando mi cuerpo sobre la puerta. Haciendo que mi vista se fuera directa a mi reflejo sobre el espejo de encima del lavamanos.
Al ver la línea roja que dejaron las manos de mi padre en mi cuello me vine abajo. Levanté mis manos temblorosas, llevándolas sobre mi cabeza, enredando cada uno de mis dedos en mi cabello. Las lagrimas empezaban a caer como un río por mis mejillas. Y mi pecho a subir y bajar, dejando un ardor que subía por mi garganta.
Solté un grito proveniente de lo más profundo de mi dolor, sentía que en cualquier momento de mi boca iba a salir la sangre proveniente de mi garganta, transformada en el veneno de todo lo que callaba.
Me fui dejando caer, al tiempo que mi figura iba desapareciendo del espejo y mi llanto se dejaba escuchar por todo el habitáculo.
Dejé que mis manos ocuparan ahora mis ojos y mi cuerpo el suelo. Sentía que me faltaba la respiración. Mis piernas también empezaron a temblar, acompañadas de un hormigueo. Mis pulmones me empezaron a exigir cada vez más aire. Y mis ojos que les dejase liberar todo el dolor.
Sentí unas pequeñas e inocentes manos por mi cabeza, era el Peque. Extendí mis brazos y lo estreché contra mi cuerpo con fuerza. Besando su frente y temblando. El sólo tenía diez año, pero para mí ese número no simbolizaba nada. Era alguien con quien tenía la necesidad de cuidar, y proteger. Si él se moría algo dentro de mí también lo hacía.
Limpié mis mejillas y ojos con la manga de mi camiseta, dejando de sentir su cálido cuerpo y efectivamente, cuando lo quise abrazar de nuevo él ya no estaba.
Hipé por última vez antes de levantarme con ayuda del lavamanos, evitando mirarme al espejo de nuevo. Atranqué la puerta con un tenedor doblado para que nadie pudiera entrar mientras me duchaba. Quité la ropa de mi cuerpo y la introduje a la lavadora pequeña lavadora.
Encendí el agua de la ducha y dejé que esta acariciara mi cara, cabello y cuerpo desnudo, enfriando mi cuerpo. Cerré los ojos dejando que el vapor del agua templada y sonido del agua inundaran la sala. Solté mi último sollozo y llevé mis manos a mi rostro.
Minutos después, me secaba el pelo con el secador al tiempo que me acomodaba mis Jordans blancas de bota. Había cambiado mi conjunto anterior por una sudadera negra ancha y unos pantalones cargos azul oscuro. Cuando mi pelo estuvo listo pase a mis ojos, los cuales no me llevaron ni un minuto maquillar. Con el tiempo aprendía a hacer la línea más pareja, aunque había veces que resultaba imposible.
Detuve toda acción al ver que la marca de mi cuello llamaba demasiado la atención. Empecé a repiquetear en la encimera aguantándome las lagrimas y sin poder dejar de mirarme, me lancé al cajón del maquillaje y busqué la base de mi tono que guarde hace años.
La atrape entre mis dedos y coloqué un pegote en la esponja de maquillaje, aplicándola por todo el cuello.
Mi padre me había regalado esa base para ocultara mis cardenales de adolescente.
«Jaja, que buen padre.»
Pude respirar hondo una vez ya no podía ver la marca, me apoyé en el lavamanos y dejé que mi frente tocara la fría encimera.
Tiempo después le di un sentido a mi cabello, seguido me dejé caer a la cama para coger mi mochila oscura. Me tomé unos segundos para tumbarme y encender el móvil. Dejé que el brillo del aparato iluminara mi cara y mi dedo presionara el botón de contactos.
-Mierda -maldije, el número de Noah se había borrado de mi brazo, y no me había dado tiempo de apuntarlo. Llevé mis manos a mi frente como un estúpido, cerré los ojos en un intento de relajación. Y pensé que quizás se lo podría pedir otra vez. -. Ja, eso sí no te desmayas antes.
Algo así se podría malinterpretar, y no quería eso.
Cuando ya me había tomado un descanso me senté en la cama y empecé a abrir los cajones de la mesilla de noche en busca de una colonia. Cogí el frasco de la colonia que Beatrix me había regalado en mi pasado dieciocho cumpleaños.
Eché un poco en mi muñeca y sudadera, haciendo que un aroma fresco, suave y otoñal indundo mis narices. Dando así por finalizado todo.
Abrí la puerta de mi cuarto para volver con Noah, y al salir la inesperada figura de mi padre me hizo dar un bote.
Lo miré de arriba a abajo y tomé aire.
-Joder, que susto. -susurré sin tener que pensar en mis palabras, peinando mi pelo con mi mano izquierda mientras la otra aguantaba un asa de la mochila.
-Ven hijo. -alzó sus brazos y me abrazó rodeando mi cuello y presionando mis brazos con su tronco.
¿Debería temer o relajarme?
Puse mis ojos en blanco y me mordí la lengua aguantándome ese teatro por unos segundos más. Cuando era pequeño funcionaba, pero ya no tenía diez años, ni nueve, ni ocho...
Un grupo de adultos pasaron y mi padre los saludo. Intenté seguirlos con la mirada entre todo el manojo de pelos. Y una vez entraron a una sala acabé con esa tapadera. Y me lo quité de forma brusca.
-Déjame en paz. -Empecé a andar alejándome de allí, echando mi pelo para atrás.
Cuando creí que me dejaría ir estiró de mi capucha deteniéndome. Agarró mi nuca acercando su boca a mi oído. Empezó a reírse y giró mi cabeza para que lo mirara. Inclinó esta cogiendo mi barbilla, sonrió mirando a mi cuello y luego me miró a mí.
Me soltó y yo esperé para girarme, pero estampo sus manos en mis hombros volviendo a estar cerca de mi oído.
-Nos vemos esta noche campeón. Cuida tus pasos, y no te olvides de que soy tu sombra. -Golpeó seguidamente mi hombro, y soltó una risa despreocupada, peinando su pelo corte mullet.
Le puse mi cara seria de aguantarme el llanto, y le saqué el dedo. Total, que tenía para perder, esta noche me iba a moler por lo de hoy. Apuntarlo con un arma cargada había sido el primer paso para cavar mi tumba.
Cerré la puerta de las escaleras de superiores con las llaves, y una vez en el ala común me aseguré de no haberla dejado abierta.
Empecé a caminar sin rumbo por aquellos pocos transitados pero grandes pasillos en busca de Noah.
Ahora mismo la gente estaba en su hora de tiempo libre. Por lo que no se veía mucha gente por ahí.
Alguien a mi derecha me silbó repetidas veces y al girar mi cabeza ahí estaba el gilipollas de Diego.
Me aguanté la risa al acordarme de su cara llena de puré esta mañana.
-Pero si es él chico grunge -Su escuadrón de subnormales sin vida y él se empezaron a reír y silvar. -. Cuidado no nos vaya a pegar su depresión.
Los mire entornando mis ojos y poniendo mi sonrisa recta, sus risas seguían durando y a mí me estaba tocando la polla.
Diego se cruzó de brazos y me mantuvo la mirada apoyado en la pared.
Si fuera por mi hubiera sacado a pasear mi aura. Y entonces lo único que le hubiera contagiado habría sido una buena dosis de dolor.
-Si os hace gracia el estilo de ropa de una persona mejor que no os cuenten un chiste. Seguro que es demasiado para las pocas neuronas que os quedan -reí -. Y andate con cuidado Diego, o lo siguiente que va a manchar tu ropa será la sangre y no el puré. ¿Capito? -Levanté las cejas y sonreí para irme sin dejarles responder, con cara de asco.
Tras andar unos metros y girar una esquina ahí estaba él, apoyado en la puerta del comedor mirando su móvil mientras en la otra mano sostenía un paquete de pan de pipas. Se había lavado su pelo, aún estaba algo húmedo y sin control, pero seguía con el mismo conjunto dado que no se había manchado.
«Suertudo.»
Aproveché para mirarlo por unos segundos muy largos, luego me miré a mí, el cual parecía un vagabundo al lado de un Dios griego.
¿Con qué diablo tenía que pactar para parecerme a él? Aunque sólo sea un poco.
Noah levantó su mirada y me asusté entrando en pánico. Me había pillado mirándolo como un acosador.
No me quedó otra que sonreirle, entonces él me saludó con la mano donde tenía la comida. Se impulsó con ayuda de la pared y camino hacia mí, con prisa.
-¿Dónde te habías metido, Mimado? Corrí en cuanto me lavé el pelo hasta aquí. Sabía que ibas a volver y por eso te esperé -Me abrazó como pudo y nos balanceó mientras su risa feliz se cortaba por el contacto con mi ropa, durante unos segundos muy largos. Olí el jabón de su pelo, y su cuerpo ardía como siempre -. Que bien hueles, ¿no?
-¿Yo? -No Blue, su prima del quinto, no te jodes, tócate los pies.
Noah me colocó bien la capucha de la sudadera, tan perfeccionista como siempre. Baje mi mirada poniéndome un poco rojo y luego me ofreció comida.
-¿Quieres? Yo ta estoy lleno.
Alcé los hombros, no sonaba mal.
-Sólo si prometes no tirarmela encima. -Levanté la mirada con mis mejillas ardiendo en fuego vivo y me quité el pelo de la cara.
Él negó con una sonrisa ante mi broma.
-Toma, anda -me paró cuando iba a meter la mano para coger -, y lo prometo. -Me dio la pequeña bolsa y se guardó el móvil en el bolsillo de sus pantalones anchos.
Sonreí cogiendo aquello y llevándome un trozo a la boca con vergüenza. Si no estuviera delante la devorarria enterra.
«Ah eso si te lo comes no, pero la comida del comedor no»
Eso diría mi cuerpo si pudiera hablar.
-¿Te quieres venir donde antes?, te puedo dar el número de alguna gente y pasar un rato de chill antes de que anochezca. Ahora es el momento idóneo para estar ahí.
Levanté mis hombros y puse mis manos frente a mi boca porque me daba vergüenza que me viera comer. Entonces afirmé.
Cerró sus puños y doblo sus brazos para después subirlos y bajarlos a modo de victoria.
-Pues vamos compañero, andando.
Sonreí tragando la comida. Entonces Noah se paralizó mirándome. Su mirada bajó a mi cuello, pude notar como sus ojos verdes perdian algo de brillo. El corazón se me paró de inmediato, al igual que la respiración. Si se le ocurría preguntar no iba a saber disimularlo. Y entonces sí se iba a liar bien. Desvié mi mirada y recé para que no se diera cuenta de las marcas bajo el maquillaje.
Noah bajó su cabeza quitando su vista de mí, y llevó su mano a su boca. Creando un silencio algo incómodo.
Entonces carraspeo y movió su mano.
-Perdón, es que estaba pensando si cerré la puerta del cuarto -soltó una risa nerviosa -. Hay veces que se me pasa. Pero bueno, ¿vamos a fuera? Si quieres podemos reírnos un rato de Diego y sus marionetas.
Lo miré y su sonrisa tan única estaba ahí, sus hoyuelos, solo para mí. Noah me rodeó con su brazo izquierdo y empezamos a andar. Zarandeó nuestros cuerpos como si estuviéramos borrachos y yo solté una carcajada.
Pero mi mente se mantenía ocupada.
Qué había pasado, ¿sé habría dado cuenta de mis marcas? La verdad es que se le vio bastante preocupado cuando me miró.
Lo bueno es que al menos no había preguntado. Aquella pregunta sólo quedaría en el aire de aquel pasillo.
Al salir fuera un ambiente mucho más cálido y cercano inundó todo a mi alrededor.
-Siéntate, Blue -Noah soltó mi brazo y yo me senté de nuevo en la hierva. Apoyando mi cabeza en mi mochila.
Aquello estaba más lleno que esta mañana, dado que era las horas libres de todos. Miré al fondo de aquellos jardines que tenían varios kilómetros de distancia. Estos sólo llegaban hasta un límite. Que era el final del primer edificio. Porque tras un muro de pinos y cipreses, se escondia el jardin de superiores. Siempre había sentido como un aura extraña ahí, como si hubiera alguien.
Dejé de observar aquel muro artificial para hacerlo con los de verdad. Se alzaban metros por encima incluso de los edificios. Tan sólo podías ver el cielo y algún que otro pájaro. Nada salía o entraba de ahí.
Salvo La Liga avanzada. Como ya os conté un grupo de elegidos para salir al exterior. Para ello necesitaban el permiso de Víctor. Y salir por varias puertas blindadas hasta sepa Dios donde.
A veces había gente que tomaba sus horas libres para entrenar sus poderes. Ellos ya lo hacían varias veces a la semana. Pero aún así había personas que no quedaba satisfecha con ello.
A
quellos jardines brillaban de verde bajo la luz de la tarde. Aunque a algunos árboles ya se les empezaban a caer las hojas, debido a que era noviembre.
Hace años había un pequeño estanque con peces, pero se murieron y en su lugar había una fuente en la que en verano la gente se salpicaba agua y se creaban grandes guerras de agua.
Reí
-¿De qué te ríes? -Dallana se sentó a mi lado. Tenía su liso pelo castaño por los hombros suelto. Vistiendo un mono largo azul marino, con una camiseta de rayas de manga larga debajo.
La miré de reojo.
-De nada interesante -Me senté en el suelo. Ella me empezaba a caer mejor, pero aún así no me fiaba ni un pelo.
Ahora que me fijaba, cualquiera diría que ella y Noah son hermanos de sangre. Era algo cuestionable, aunque mi talento para atribuir parecidos era igual de bueno que mi orden. O sea, negativo.
-¿Qué pasa Noah? -Dallana y yo nos giramos a la vez al oír la voz de Nick.
Este se acerco a Noah que estaba de pie, y lo despeinó suavemente.
Entonces todo se fue a la mierda en segundos. Noah le gritó a Nick y lo empujó con mucha fuerza. Desde ahí pude ver como sus verdes ojos se llenaron de ira.
Dallana se me adelantó y fue a separarlos.
-¡Nick, ¿qué coño haces?! -le gritó.
-Perdón, perdón -recogió su mochila del suelo y se fue enfadado hacia el interior del orfanato.
Noah se quitó a Dallana de encima a mala gana, y se llevó las manos a la cabeza apartándose unos metros más de nosotros.
Dallana sopló y volvió a su asiento a mi lado.
Me alcé sin poder evitar querer ir con Noah y abrazarlo.
-¿Qué ocurre? -pregunté curioso, no entendía nada, aquello no era para nada algo que Noah haría, estaba, un poco impactado.
Lo que estaba claro es que había una pieza del puzzle que se me había escapado.
-¿No te lo ha dicho? No le gusta que le toquen el pelo, lo odia -Entonces se acercó a mí y bajó su tono de voz -. Tiene un trauma, nunca a querido hablar de ello.
Noah la miró con la boca a medio abrir, queriendo decir algo. Pero se limitó en controlar su respiración.
Encogí mis cejas y miré a Dallana asimilando aquello que me vino tan de sopetón, luego lo miré a él. Analizando cada movimiento intentando atribuirle eso a Noah. Pero me era imposible pensar que él tuviera algo así.
«Quizás él me podría entender mejor. »
Fue en ese momento donde me enamoré más de Noah. Me enamoró el saber que ambos nos podíamos entender y curar, hablar sobre un tema tan delicado como los traumas.
Pero espera.
«¿no había tocado su pelo antes en el baño?»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro