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Ocho

Camino por los pasillos mientras intento memorizar los números de las habitaciones y como llegar a las diferentes salas para poder saber cómo llegar a ellas cuando me toque hacerlo. Doy por finalizado mi recorrido cuando ya me encuentro entrando devuelta a la sala de descanso de los voluntarios.

Desde el primer momento en el puse un pie dentro del centro de rehabilitación, descubrí que igual que siempre, tendré que intentar pasar desapercibida antes los ojos de todo aquel que me reconozca a causa de algún rumor que seguramente es falso. ¿Pero qué más puedo hacer? Las personas siguen juzgando cada uno de mis actos como si todo lo que hiciese les afectase en algo. Intento ignorar a todos los presentes mientras doy pasos largos hasta la oficina de Hobi, la cual, para mi desgracia—o suerte— se encuentra atravesando la sala de voluntariado. Al abrir la puerta de su oficina lo primero que me encuentro es con la imagen de Hoseok con la cabeza gacha mientras revisa las listas de los pacientes.

— ¿Ya estás lista? — Pregunta él cuando se da cuenta de mi presencia, se acerca a mí y me entrega el portapapeles. — Hice algunos cambios, tu primer paciente te espera.

Reviso detalladamente las primeras páginas, cayendo en cuenta de que es prácticamente lo mismo que leí antes de que me pidiera prestado el portapapeles. Estoy por rendirme en la búsqueda de algo nuevo cuando noto que todo lo contrario a lo que esperaba.

— ¿Qué pasó con los demás pacientes? — Pregunto con duda al ver las demás hojas en blanco. — El único nombre que ha quedado en pie es el de Kim Taehyung.

Hoseok me brinda una sonrisa extraña que no logro entender. — Cambios en el protocolo. — Se encoje de hombros. — Una nueva propuesta del sistema de voluntariado del hospital.

— ¿Y por qué no lo explicaron en la reunión de voluntarios?

— Porque por el momento es un programa que sólo estará dirigido hacia ti. — Por más que intente explicarme, no logro entender. — Asistirás a un sólo paciente como si fueses su enfermera interna, estarás a cargo de él y me ayudarás a completar las planas del seguimiento de su tratamiento.

— ¿Los demás lo saben?

— No, ni siquiera los directores del programa de voluntariado están conscientes de ello. — Nuevamente se encoje de hombros mientras yo siento mi piel palidecer. — Pero pronto se los haré saber.

Todos los pensamientos que había estado evitando vuelan velozmente por mi cabeza. Hoseok ha hecho muchas en secreto por mí, cosas que si salen a la luz de la verdad él será el más afectado. ¿Qué pasará si todo lo que hemos planeado resulta ser un fracaso irreparable? No soportaría ser la razón por la que mi mejor amigo pierda su empleo, o en un peor caso, termine tras las rejas.

Él parece notar mi inquietud e intenta calmarme con nuevas palabras. — No pasará nada, no existe algo por lo que debamos temer.

— Si alguien se da cuenta pensarán que estoy usando mi apellido para obtener privilegios.

— Te recuerdo que más allá de entrar como voluntaria, entraste como mi asistente personal. — De un momento a otro ha regresado a la mesa y se ha puesto a organizar expedientes. — Tú sólo sigue mis órdenes, los demás no tienen por qué poner duda o quejarse por lo que yo diga.

Aunque sé que trata de animarme para lograr convencerme, al oír sus palabras se crea un efecto completamente contrario en mi interior y las náuseas llegan a mí de forma inmediata. Por recomendación de muchos doctores, Hoseok había recibido la oferta de ser el director de enfermeros en el centro de fisioterapia, pero estaba dudando entre aceptar o dejar ir la oportunidad al ver que ahora tendría una carga más grande que podría resultar difícil de sobrellevar.

El día en el que lo llamé para pedirle un favor, le pedí que aceptara la oferta y me dejara trabajar con él, aun sabiendo que mi experiencia es básicamente nula en el campo médico.

— Ahora, si te encuentras lista, ya puedes retirarte. — Su rara sonrisa vuelve a hacerse presente provocándome así un inesperado escalofrío. — Busca el número de habitación en la hoja.

Me despedí con una reverencia mientras procedía a cumplir lo que me había ordenado. Los ojos de los demás voluntarios se posaron en mí persona desde el momento en el que puse un pie fuera de la oficina, agaché cabeza en mí en un intento de ignorarlo y sin más, corrí en buscar de la habitación antes dicha.



Corría lo más rápido que mis piernas me permitían para así lograr llegar a mi destino, los gritos de agonía llegaban a mi cabeza aún sin siquiera haberlos escuchado. Lo único que pedía era que lo que se decía en el pueblo fuera solamente un rumor y nada más que eso.

Las gruesas gotas de sudor empezaban a correr por mi rostro a causa de una mezcla de cansancio y preocupación, rápidamente aparté las que estaban sobre mis cejas para que no llegaban a mis ojos y obstruyeran mi visión. El aliento me faltaba y la respiración se me entrecortaba, pero me negaba a parar de correr hasta comprobar que todas las palabras que había escuchado solo eran el resultado de una vil mentira.

Sentía que el camino se volvía cada vez más largo, impidiendo de esa manera que me fuera capaz llegar al final de este. Un olor extraño llegó a mi nariz y aún si siquiera darme cuenta, las lágrimas corrían por mi rostro mientras se mezclaban con las gotas de sudor.

Esto no puede estar pasando.

Negué fuertemente para intentar disipar por lo menos un poco todo mal pensamiento de mi mente, pero algo en mi interior me afirmaba que todo cierto. Las lágrimas inundaron mis ojos, logrando así que perdiera la vista por un segundo y a causa de esto tropezara con lo que sea que se me haya cruzado en el camino. Sequé mis lágrimas y solté un suspiro con la intención de levantarme, pero al levantar mi mirada pude darme cuenta de que la información que me había sido otorgada era verdadera y no solo especulaciones como yo esperaba que fuera.

No había manera de negarlo, lo estaba viendo con mis propios ojos.

Lo habíamos perdido todo.

Un golpe resonó en el interior en mi cabeza, obligándome a soltar un grito de agonía y levantarme del suelo para intentar correr aún más rápido hasta mi el punto final de mi objetivo. Una pregunta no dejaba de resonar en mi cabeza, haciéndole competencia a dolor de la angustia y la desesperación por saber quién golpeaba más fuerte.

Finalmente llegué a los límites de los terrenos de mi familia, encontrándome con la imagen de lo que antes era un lugar lleno de paz y tranquilidad, representados con el color verde de la fertilidad y prosperidad que nos brindaban aquellas tierras abundantes en naturaleza. Ahora todo eso había sido cambiado de la manera más rápida y cruel posible por el color ardiente del fuego. Tanto era el rencor hacia nosotros que aquellos que nos odiaban tomaron la vil decisión de cambiar los tonos verdes del pasto hasta convertirlo en el lado oscuro del color rojo, dejando solamente los rastros de una feroz pelea.

Una pelea perteneciente a una guerra que hace mucho habíamos abandonado.

Estuve por dejarme caer sobre el suelo cuando una pequeña voz me hizo recobrar la esperanza, rápidamente dirigí la mirada hasta el lugar de origen de dicho sonido, encontrándolo en los restos de lo que solía ser el establo de los caballos. Mis piernas reaccionaron en el momento en el que aquella voz volvió a llamar a mi nombre, sin perder más el tiempo, me eché a correr hasta dicho lugar. Entre más me acercaba la imagen se hacía más clara y el sonido más audible.

Ya no había dudas, en definitiva, era él.

¡TaeTae Hyung!

Desperté.

Mi pecho se movía aceleradamente de arriba abajo mientras que las gotas de sudor corrían por mi rostro. Una vez más después de mucho tiempo, el sueño de un recuerdo convertido en pesadilla volvía a atormentarme de la peor manera posible.



La claridad de la habitación comenzaba a molestarlo, trayéndole devuelta a aquel momento en el que lo único que le era visible era el color del fuego y las cenizas cargando los restos de lo que solía ser su hogar. Se veía en la necesidad de apagar la luz de la habitación o tan siquiera cerrar las ventanas, pero recién había despertado y aún no se encontraba sobre su silla de ruedas, sumándole en hecho de que se encontraba completamente solo en la habitación, no existía manera alguna de llevarlo a cabo por cuenta propia.

La puerta de la habitación fue abierta de una manera lenta y tranquila, chocando fuertemente inesperadamente con el sentimiento de angustia del chico. La calma de la fémina se disipó al ver a su futuro paciente sostenerse la cabeza con desesperó, en primer lugar, pensó en correr hasta él y socorrerlo, pero su acción fue detenida cuando dicho chico le ordenó hacer otra cosa.

— ¡Por favor! — Pidió en un grito desesperado. — ¡Apaga la luz!

Para suerte de ambos, ella encontró el interruptor en una milésima de segundo y rápidamente cumplió con el deseo del chico.

— ¡No es suficiente! — Los gritos del chico empezaban a hacerse más fuertes, como si las voces en su subconsciente ya no eran capaces de permanecer dentro su cabeza. — ¡El rojo sigue estando presente!

La chica miró aterrorizada el lugar, ¿de qué estaba hablando? no había nada de color rojo en la habitación.

Buscó por la habitación alguna señal de lo que atormentaba al chico, sin obtener respuesta alguna, una idea llegó a su mente cuando divisó los casi inexistentes rayos del sol colarse por la ventana. Sorpresivamente, el día los había recibido con un caluroso abrazo el sol después tantos días de invierno. Aún sin saber si esa era la respuesta correcta, decidió que era la mejor opción, por lo que corrió velozmente hasta la ventana para cerrar la cortina y obstruir la entrada de dicha luz a la habitación.

Sólo así él pudo calmarse, y ella suspiró con tranquilidad al notar que la agonía de este se había detenido.

Ahora, la habitación había cambiado por completo en tan solo cuestión de segundos, trayendo consigo un efecto inverso a lo que había sido el sueño del chico. La oscuridad del lugar los había envuelto en una serenidad que ambos se negaban a abandonar. La respiración del chico finalmente se había y una pregunta empezaba a rondar dentro de la cabeza de la chica. A pesar de que fue por unos pocos segundos, ella sabía que la figura y la voz del chico frente a ella eran pertenecientes a una persona que había conocido hace poco tiempo.

— Así que tu verdadero nombre es Taehyung... — Susurró de una forma lo suficiente audible como para que él pudiera escucharla.

— ¿Disculpa? — Preguntó él con desoriento, nunca había escuchado esa voz en el centro de terapia, sin embargo, sabía que la había escuchado anteriormente. — ¿Quién eres?

Ella sonrió al escuchar la característica grave voz del chico, confirmando así las dudas a su pregunta.

— Es un gusto encontrarnos de nuevo, Kim Grey. — Se acercó a él mediante el tacto mientras procuraba no lastimarlo cómo en la vez de su primer encuentro. — Mi nombre es Park Blue y seré tu enfermera a cargo.

El chico soltó una carcajada al confirmar su sospecha, todo malestar en su cuerpo fue liberado y transformado en placidez. Sintió como la chica se trasladaba por la habitación a paso lento, cuando estuvo cerca de él tomó su mano y la envolvió entre la suya, transmitiéndose calma el uno al otro y logrando percibir sus sonrisas cuando el tacto fue concretado.

— El gusto es mío, Park Blue. — El chico cayó en cuenta de algo. — Ahora conoces mi nombre, ¿Qué me impide a mí ser conocedor del tuyo?

La chica lo pensó por unos segundos mientras su cuerpo vibraba bajo el pensamiento de su futura respuesta, ¿Debía decir la verdad? ¿Qué pasaría si él también la reconocía? ¿También la juzgaría como todos lo demás lo hacían? no estaba dispuesta a aceptarlo. El chico sintió como los nervios de la fémina se desprendían de su cuerpo para volver de inmediato al interior del mismo, ¿Cuál era la causa? se preguntaba sin comprenderlo.

— No debes responder si no quieres hacerlo...

La voz del chico salió con compasión, pero con una pequeña pizca de incomodidad. La chica soltó un suspiro desesperado, estaba cansada de ser vista de tal manera. Cuando él pensó que seguiría conociéndola sólo por su apodo, ella soltó unas palabras que lo dejaron asombrado.

— Mi verdadero nombre es Haneul.

Su nombre resonó en la cabeza del chico como un eco imparable hasta que los puntos se fueron conectando, abrió sus ojos con asombro al de recordar la conversación que había tenido hace menos de un día con su anterior enfermero. ¿Acaso era posible? ¿La dueña de esa mirada perdida y ojos soñadores era descendiente de aquellas personas que tanto daño le habían hecho?

Pero ese mismo pensamiento lo hizo concretar una nueva afirmación; ella no era cómo ellos.

A diferencia de lo que ella pensaba, el chico sólo agitó sus manos suavemente bajo el recuerdo de su primera presentación.

— Es un placer conocerte, Park Haneul.

—Lo mismo digo, Kim Taehyung.  

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