Dos
Me encuentro nuevamente en este maldito hospital por tercera vez en lo que va del año, las constantes vibraciones de mi teléfono me avisan que mis padres no tardarán en llegar. Lo más probable es que sea la primera y última vez que vengan a verme durante mi estadía aquí, cuando desperté me dijeron que estuve inconsciente durante algunas horas, pero que lograron estabilizarme antes de que el asunto pasara a complicaciones mayores.
Me despido de mis pensamientos al escuchar a alguien tocar la puerta de la habitación desde el exterior de la misma.
— ¡Buenos días! — Me saluda muy sonriente el enfermero Jung. — ¿Cómo amaneciste? ¿Ya trajeron tu desayuno? — Dice mientras se acerca para sentarse en una de sillas cercanas a la cama.
— Buenos días, Hoseok. — Contesto intentando ser amable. — Para serte sincera... no quiero estar con nadie en este momento, me harías un gran favor si te retiras.
— ¡Vamos! No seas así... ¡Se supone que somos amigos! — Se queja mientras se levanta un instante de la silla para revolver mi cabello. — Además, tú más que nadie sabes que no podemos dejar a los pacientes ni un segundo solos luego de sucesos cómo estos.
Después del tiempo que he pasado aquí, él y yo hemos entablado una envidiable amistad.
— ¿Tienes información nueva sobre mis padres? — Pregunto.
Estaba por responder a mi pregunta cuando se vio interrumpido al notar dos figuras hacer presencia en la habitación, ambas caminan con lentitud a la vez que me escanean de pies a cabeza con la mirada, cuando finalmente están frente a mí es que logro examinar sus rostros de una forma más definida. El rostro de mi padre parece ser una mezcla de enojo y repulsión, mientras que el de mi madre está lleno de confusión y disgusto, pero hay algo que ambos demuestran en común.
Decepción.
Quisiera que por lo menos una vez en la vida sus expresiones demostrasen siquiera una pizca de tristeza y cariño, en lugar de decepción e ironía. Pese a mis deseos, supongo que eso es algo que nunca lograré ver.
El enfermero Jung se apresura a tocar el botón de la pared llamando al médico encargado de mí, este llega a los pocos segundos; avisándoles a mis padres de mi situación para luego retirarse y seguir con su trabajo, no sin antes decirle a Jung que esté pendiente de mí hasta que llegue la hora de revisión.
— ¿Es en serio? — Pregunta mi madre con disgusto cuando el doctor ya ha salido de la habitación. — ¿Nos hicieron venir hasta aquí sólo para decirnos que está bien?
No estoy bien, mamá.
— ¿Cuándo piensas madurar? — Pregunta mi padre en mi dirección. — Ya deberías dejar de hacer estos pequeños espectáculos y ponerte a pensar en tu futuro.
— ¿Cuándo vas a dejar de lado estos estúpidos jueguitos y ponerte a hacer algo de provecho por primera vez en tu vida? — Lo secunda mi madre con rabia.
Lo intento, pero no logro hacer nada.
— ¡¿Qué va a pensar la gente si se llegan a enterar de esto?! — Mi cuerpo comienza a temblar al observar a mi padre acercarse a mí mientras levanta una hoja con algo impreso. — ¡Tuvimos que pagarles mucho a los medios para que eliminaran la noticia lo antes posible! — Cuando finalmente llega mi lado me tiende el papel y me obliga a leer.
— ''La única hija de los Park es internada tras un nuevo intento de suicidio''. — Logro que las palabras salgan de mi boca, aunque se trate de un tono de voz notoriamente inestable.
— ¡¿Qué acaso no piensas en nosotros?! — Seguido de esto me arrebata el papel de las manos, convirtiéndolo en la bola para después lanzarlo directo a mi cara. — ¡Esto podría causar que nuestra reputación empeore!
— Señor Park, le recuerdo que se encuentra en un lugar no apto para cualquier tipo de peleas. — Interfiere Hoseok al ver que mi padre levanta su mano con la intención de impactarla contra mi rostro. — Le pido de la forma más amable que por favor se retire y vaya a hacer sus numeritos a otra parte si no quiere que llame a seguridad.
Escucho a mi padre tragar duro, sabe que tiene una reputación que mantener si no quiere que su empresa sea pisoteada por los noticieros y llamar a seguridad sólo provocaría que los medios tengan más contenido para la creación de sus noticias. Una vez más dirige su palabra hacia mí.
— Tus tíos y primos vendrán a visitarte en unos días, quiero que estés presentable y sonrías para que miren que estás bien. — Anuncia al alejarse y acomodar su traje rápidamente a pesar de que este se encuentre de lo más impecable. — Aunque al fin de cuentas no sirves para nada. Ni siquiera para terminar con tu propia existencia.
Mi padre sale de la habitación y mi madre lo sigue, ella se detiene en la puerta y me analiza una vez más. — Por favor, hazlo por el bien de nuestra familia y encárgate de tus propios asuntos. — Murmura con algo de aflicción en su noto de voz para finalmente marcharse.
Susurro un inaudible ''lo siento'' aun cuando estos ya se han ido, el sabor salado llega a mis labios y agacho mi cabeza con la intención de que mis lágrimas no sean notorias; sin embargo, Hoseok logra percibir mi estado de ánimo y se acerca a mí para rodearme con sus brazos. Me dejo ser envuelta por él y reprimo mis lágrimas mientras espero que el dolor se vaya.
Me despierto cuando el típico olor de los panqueques llega a mis fosas nasales, me remuevo en mi cama disfrutando cada vez más del aroma que me rodea. En cualquier momento mi madre subirá a hablarme para que baje a desayunar, esbozo una sonrisa antes de levantarme de la cama y correr hacia abajo.
Pero caigo en cuenta de que no puedo hacer eso y finalmente abro los ojos para encontrarme nuevamente encerrado dentro de estas despreciables cuatro paredes. Dirijo mi mirada al buro y me encuentro con una bandeja con algunos delgados panqueques.
— Oh, ha despertado. — Me sonríe una enfermera de apellido Song. — En unos minutos llegará el enfermero Shin e iremos a darle un baño, por el momento puede ir desayunado. — Informa al mismo tiempo que acomoda algunas cosas del sillón. Me resigno a asentir mientras siento mi rostro pintarse de mil colores.
Al principio me negaba a que alguien me viera en tal situación, pero no me quedó de otra más que resignarme y aceptarlo, aunque aún sigo poniéndome un tanto incómodo cuando llega la hora del baño. Sujeto la bandeja para colocarla sobre mi regazo y darme el gusto de desayunar, el sabor es bueno, pero no es algo que se pueda comparar con el sabor de la comida de mamá. Cuando he terminado el enfermero Shin entra a la habitación y ayuda a Song a trasladarme al baño.
Al dar por finalizada mi hora del aseo, los enfermeros me ayudan a vestirme y volver a la cama, cuando ya estoy en esta la doctora Choi hace presencia en la habitación y se dirige hacia mí con una sonrisa en su rostro, sosteniendo dos sobres entre sus manos, de uno de estos saca una radiografía y me la tiende para que pueda observarla con nitidez.
—¡Buenas noticias! Finalmente tu hombro ha sanado por completo. — Anuncia con alegría y me señala distintas partes de la imagen, a pesar de tener pocos conocimientos sobre el tema, me resulta fácil entender que ha vuelto a la normalidad, por lo que no puedo evitar esbozar una sonrisa. Del otro sobre saca otra radiografía, dejándome anonado a la espera de que me explique la situación. — Tu pierna derecha ha tenido una mejoría realmente buena y mañana por la mañana procederemos a retirar los últimos dos clavos que quedan en ella.
Volteo a verla incrédulo esperando a que me afirme que no no se trata de una mentira, ella me mira y asiente repetidas veces demostrándome que habla con la pura verdad. Sin lograr evitarlo, sujeto sus manos entre las mías y empiezo a sacudirlas mientras le agradezco con esmero.
— ¿El enfermero Jung lo sabe? — Pregunto emocionado, sé que a él le alegrará saber esto. La doctora Choi me lo afirma y se despide para ir a ver a los demás pacientes, los enfermeros se retiran segundos después.
Cuándo estoy completamente solo no puedo evitar soltar lágrimas de felicidad al pensar que cada vez estoy más cerca del final de este martirio, tomo mi celular con la intención de avisarles a las personas cercanas a mí, pero me arrepiento al ver las fotos publicadas por la página de la universidad el día de ayer.
El día de ayer fueron las presentaciones finales de los alumnos de último año, ayer era el día en el que mundo debía verme brillar cómo el gran artista que intento ser. De un momento a otro las lágrimas de felicidad han sido remplazadas por unas de tristeza y agonía, levanto la mirada y me encuentro con un lugar casi vacío, pero repleto de soledad y es ese preciso momento cuando lo recuerdo.
Estoy completamente solo.
Sabiendo que nadie entrará a la habitación en un largo tiempo, dedico el tiempo que me queda a ver los videos de mis compañeros desenvolverse sobre el escenario mientras son elogiados con aplausos y exclamaciones, aunque estoy feliz por ellos no puedo evitar sentirme triste y miserable por mí mismo, dejando que el arrepentimiento se aferre una vez más a la carcaza de mi corazón. Luego de unos minutos vuelvo a caer en los brazos de Morfeo, a pesar de las buenas noticias que he recibido me es inevitable no desear que al abrir los ojos descubra que todo esto sólo se ha tratado de una pesadilla inexplicablemente larga.
La joven Park se escabullía por los pasillos del hospital cómo si se tratase de una niña pequeña jugando a esconderse mientras corre. Con la diferencia de que ella ya no es una niña y que tampoco está en las condiciones adecuadas para correr.
Hoy es el día en el que sus tíos vendrán a verla y a pesar de saber que sus padres nuevamente se molestarán con ella, también sabe que aún no está lista para ver la cara de falsa preocupación de sus familiares y fingir que todo está bien. Sabía que al verlos lo primero que haría sería llorar y sus tíos intentarían hacerla hablar para obtener información y así vendérsela a los medios por una gran cantidad de dinero.
Cuando divisó al lujoso auto estacionarse a las afueras del hospital no pudo evitar salir corriendo tras pedirle perdón a la enfermera dejando que la revisión quedara inconclusa, seguido por unos gritos a su nombre por parte de los demás enfermeros con intención de detenerla. Corrió hasta llegar a una parte del hospital totalmente desconocida para ella, los pasillos se volvían cada vez más extensos y sentía que en cualquier momento algún enfermero la atraparía y sería trasladada de nuevo a su habitación. O en el peor de los casos, sería descubierta por alguno de sus familiares.
Sin saber que más hacer decidió que lo mejor sería dejar de huir para pasar a esconderse y corrió a una habitación que tenía las luces apagadas, estás normalmente significaban no estar en uso alguno. Caminó a oscuras mientras tanteaba con sus manos para no chocar contra nada, se negaba a buscar el interruptor y encender la luz ya que al hacer esto podía ser descubierta y eso era lo que menos deseaba. Dio unos cuantos pasos más tratando de hacer el más mínimo silencio y siguió usando sus manos para poder guiarse, se detuvo al escuchar un quejido por parte de algo que la hizo sobresaltar, seguido de esto la luz se encendió dejando ver a un chico con un rostro de dolor.
— ¿Quién eres y qué haces en mi habitación?
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