Diez
Distrito Geumjeong Gu, Busan.
Park Jimin.
Luego de una noche colmada de inquietantes pensamientos y escenarios que jamás en su vida imaginó que llegaría a experimentar, Park Jimin finalmente había logrado conciliar el sueño para así poder descansar un poco antes que llegara el momento de salir nuevamente a luchar por sus derechos, cosa que desde hace unas semanas se había convertido en una exasperante rutina.
Pero fue interrumpido minutos después de la salida del sol, cuando unos fuertes golpes se hicieron pronunciar desde el otro lado de la puerta principal de su vivienda, obligándolo a separar sus parpados y levantarse de su cama de manera apresurada para poder descubrir quién lo buscaba con tanta insistencia a tal hora de la mañana.
Soltó un sonoro bostezo mientras pasaba rápidamente sus manos por su rostro en un intento de parecer más despierto. Antes de encaminarse hacia la puerta, se desvió un poco hacia la ventana con la única intención lograr de identificar un poco a la persona que solicitaba su presencia, pero el notar a un hombre parado viendo fijamente hacia el interior de su casa lo hizo sobresaltar de la impresión al ver dicha escena.
— ¡¿Quién es usted y qué hace aquí?! — Preguntó con notable fastidio al momento de abrir la puerta, llamando la atención del hombre de forma inmediata.
— Tranquilícese, señor Park. — El hombre hizo la acción de sacudir su traje, a pesar de que este se encontraba impecable. — Soy uno de los gerentes de la empresa Leather Leaders. Necesito tratar algunos temas con el dueño de la vivienda antes de proseguir con la adquisición de las tierras.
— El señor Park es mi padre y en estos momentos no se encuentra presente. — Se excusó, aunque pensándolo bien no mentía del todo.
Su padre, Park Donghyun, fue obligado a abandonar este mundo meses atrás a causa de una enfermedad en sus pulmones que su decrépito cuerpo no pudo soportar.
Las comisuras de aquel hombre se elevaron de tal manera que Jimin palideció cuando fijó su mirada en aquella expresión burlista disfrazada de una amable sonrisa.
— ¿Acaso crees que no lo sé? — Preguntó con sorna. — Si no conociera su situación actual hubiera contactado directamente a su padre en lugar de buscarlo a usted.
— Pues déjeme informarle que no yo tengo nada que hablar con usted. — Jimin hizo el hámago de cerrar la puerta para darle fin a ese falso intento de conversación, pero el hombre se apresuró en hacer uso de su pie para evitar que esta se cerrara.
— ¿Acaso los pobres no tienen modales? — Sin más, empujó la puerta y se adentró al hogar de la familia Park mientras observaba con disgusto el lugar. — Incluso creo que está de más preguntar, con lo muerto de hambre que pareces ser lo más seguro es que ni siquiera hayas asistido a la escuela primaria, me sorprende que puedas expresarte bien.
El joven juró que en ese momento sintió la sangre burbujear en su cuerpo de forma rápida tal y como si estuviera en su punto de ebullición. Sabía que las palabras dichas por ese hombre solo eran un intento de hacerlo salir de sus casillas, así que llevó una de sus manos a su sien y la acarició un poco mientras dejaba escapar ligeros suspiros de su boca.
El hombre seguía mirando a su alrededor como si todo lo que se encontrara con su mirada le provocara arcadas, Jimin formuló distintas opciones en su cabeza para hacer que el tipo abandonara su casa de una vez por todas.
— ¿Podría refrescarme la memoria y hacerme recordar en qué momento le concedí el permiso para entrar? — Preguntó con ironía en su tono de voz. — Porque no recuerdo haberlo hecho, supongo que para ustedes el ser invasores de la propiedad privada es rutina del día a día.
El hombre intentó responder ante su deplorable pero cierta acusación, sin embargo, Jimin fue más rápido que él y retomó su palabra de forma casi inmediata.
— Aunque en realidad no me importa aclarárselo... Es cierto que provengo de una familia de clase media baja y que mis padres no tuvieron la dichosa oportunidad de continuar con sus estudios, pero hicieron todo lo posible para que yo lograra lo que ellos no pudieron y por eso ahora soy un gran profesional en mi vocación.
— ¿Y qué hay de relevante con tus logros? — Volvió a reír socarronamente. — En la sociedad en la que vivimos lo único que te hará sobresalir es la importancia de tu apellido y el prestigio que este contrae. — Del portafolios que cargaba en sus manos, sacó unas hojas y las extendió en dirección del joven. — Trato de comprender tu desagrado hacia nuestros actos, pero no es nuestra culpa que hayas tenido la desdicha de haber nacido en un hogar de escasos recursos. Estás en tu derecho de sentirte avergonzado de tu familia.
— ¿Sentirme avergonzado de mi familia? — Soltó en un susurro rebosante de ira. — ¿Acaso no escucha sus propias palabras? ¿O me dirá que usted también nació en cuna de oro? Aunque eso llegase a ser cierto, al parecer terminó siendo el vocero de una tienda lamebotas de una empresa de prestigio nacional.
El rostro del hombre se hinchó de la furia y los dedos de sus manos se volvieron rojos por tanto apretarlos, ¡¿un mocoso infeliz lo estaba subestimando de tal manera?! Aunque en el fondo sabía que decía la verdad, se negaba rotundamente a aceptarlo.
Por otro lado, Jimin intentaba controlarse para no soltar más ofensas hacia el tipo que invadía su propiedad, porque a pesar de que solo trataba de defenderse de sus desagradables insultos, sabía que no era lo correcto. Ni siquiera sabía quién era o nivel de poder que tenía, así que debía abstenerse de seguir con el mal ambiente que se había creado.
Pero aun así no podía permitir que ese desconocido hablara de su familia como si los conociera de toda la vida, él no era conocedor de todo lo que su familia había logrado en los últimos años, y que de no haber sido por el doloroso vacío que dejó la partida de su amado padre, no se habrían demorado tanto tiempo en ponerle un alto a la situación actual.
El hombre suspiró fuertemente y se abrió paso hasta la puerta principal. Cuando se encontró a punto de atravesar la salida, dio media vuelta en su lugar para hablar con Jimin una última vez antes de su partida.
— Tienen solo unas semanas más para desalojar la vivienda. — Advirtió con furia en su mirada y sorna en su sonrisa. — El plazo de tiempo se encuentra escrito en esos papeles.
Jimin se apresuró a tomar las hojas que antes había dejado caer y empezó a leer todo lo que estaba escrito en ellas.
En efecto, se trataba de una orden de desalojo.
¡¿Cómo le diría a su amada madre que ahora además de perder al amor de su vida, también tendría que despedirse del lugar que le sirvió como hogar por tantos años?!
Simplemente no podría hacerlo, encontraría la forma de lograr que nada de eso llegase a pasar.
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Ya había trascurrido aproximadamente un mes desde la inesperada visita del gerente de Leather Leaders, su madre aún no volvía a casa, Jimin la había convencido de quedarse más tiempo en la casa de campo que junto a su esposo había comprado gracias a las notorias ganancias producto del negocio familiar que solían manejar.
Jimin aún no juntaba el valor suficiente para confesarle la situación actual a su madre, situación que había empeorado con el paso de los días y que muchos de los demás habitantes del sector habían desistido y abandonado el lugar luego de que se les diera grandes cantidades de dinero a cambio.
Pero eso era algo que él se negaba a aceptar, el valor sentimental que tenía hacia lo suyo era mucho más grande que todo el dinero que tratasen de darle.
Los únicos que conocían su situación eran su hermano; Park Jihyun, menor que él por dos años, a quién tuvo que contarle todo lo que estaba pasando luego de que regresó de la casa de campo sin avisar y encontró a Jimin discutiendo con algunos empleados de Leather Leaders que trataban de convencerlo de abandonar su vivienda de manera tranquila.
Y sus amigos Jungkook y Taehyung, a quienes tuvo que contarles cuál era la razón de su inesperada ausencia.
Y ahora se encontraba una vez más parado frente a las maquinarias contratadas por Seoul Park Inc., quienes desde hace unos días había ordenador empezar con el proyecto de la construcción del centro comercial, sin importarles si algunas personas aún no habían desalojado sus hogares.
Junto a él se encontraban los vecinos que aún no habían desistido, sea por motivos de valor sentimental, o porque muchos de ellos no tenían otro lugar al cual ir. Le agradeció al cielo cuando vio llegar a los equipos de producción de uno de los noticieros más importantes del país, de los pocos noticieros no amarillistas que seguían al aire. Eso les dio oportunidad para que cada uno de los presentes demostrara su descontento hacia lo que estaba ocurriendo.
Jimin soltó un sonoro suspiro rebosante en paz cuando terminó de expresar sus palabras, de alguna u otra manera finalmente habían sido escuchados y el mundo se daría cuenta de su situación. Se sentía en tranquilidad al saber que había dado un paso hacia adelante y ahora estaba mucho más cerca de su objetivo.
O eso fue lo que creyó hasta que vio que uno de los empleados de Seoul Park Inc, notoriamente ebrio, se acercó hasta su hermano menor y lo aprisionó mientras lo sujetaba con fuerza por el cuello.
— ¡¿CÓMO SE ATREVEN A INTERRUMPIR NUESTRO TRABAJO?! — Los presentes intentaban separarlos, pero el hombre amenazaba con el mango de su botella a todo aquel que se le acercara. — ¡DEBERÍAN BUSCAR ALGO MEJOR QUE HACER Y LÁRGARSE DE AQUÍ DE UNA MALDITA VEZ!
Jimin corrió hasta posicionarse detrás del hombre y empezó a forcejear su agarre del cuerpo de su hermano, la diferencia de tamaño y fuerza era extremadamente notoria, pero Jihyun logró liberarse luego de unos segundos.
Los presentes empezaron a cuestionar por qué había un trabajador ebrio en sus horas laborales, algunos de los otros empleados se acercaron en un intento se excusar a su compañero y que el noticiero detuviera la grabación de una vez por todas.
No muy lejos del lugar, se encontraba Jihyun obteniendo un rápido chequeo para verificar que todo estuviera bien, mientras que su hermano se acercaba a los trabajadores para escuchar de qué manera intentarían librarse del problema que uno de ellos había provocado.
— ¿Cómo es posible que permitan que sus empleados trabajen en estado de ebriedad? — Preguntó la reportera al jefe de obra, pero este se negó a responder.
— Sólo fue un accidente. — Comentó uno de ellos. — No fue algo que pasó a mayores, por lo que pueden dejar el tema de lado.
— ¡¿Qué solo fue accidente?! — Respondió Jimin con furia. — ¡Mi hermano pudo haber resultado herido!
— Pero no sucedió. — Respondió otro empleado con obviedad, Jimin se hizo para atrás al percibir un ligero olor a alcohol proveniente de este. — ¡¿Podrías dejar de quejarte e irte?! Estamos ocupados.
— ¿Ocupados emborrachándose? — Preguntó con ironía. — Ni siquiera hacen bien su trabajo estando sobrios y engañarse a sí mismos al intentar hacerlo ebrios.
Jimin estaba por retirarse hasta que sintió algo chocar contra su pómulo izquierdo, levantó su cabeza con desconcierto, sin poder comprender nada de lo que había pasado, hasta que fijó su mirada en la persona que acababa de posicionarse frente a sus narices, el mismo tipo que se había encargado de hacerle llegar la orden de desalojo.
Sin más, el tipo dio una señal a los empleados ebrios antes de retirarse y estos se acercaron a Jimin mientras empezaban a golpearlo hasta el punto de quedar tendido sobre el suelo. Luego de varios minutos, finalmente habían logrado separarlos del cuerpo maltratado del chico, sin embargo, este ya no sentía dolor físico alguno, enfocándose solamente en la agonía que le provocaba el no saber qué le espera del mañana.
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