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Capítulo 13: Su cuerpo.

Nathan.

Después de la desastrosa pelea, recibo un mensaje de Kendra que dice que al otro día irían al club. Según ella es para animar a Elliot, pero yo estoy convencido de que es para ahogar penas.

De una u otra forma, me parece un plan excelente. Ya era hora de volver a salir. El contrato con la nueva empresa era bastante exigente y no había descansado casi nada, aún no había llevado a Elliot a conocer al nuevo equipo ya que había estado entrenando, pero visto que no lo iba a precisar más... Estoy ansioso por llevarlo de nuevo al estudio.

No sé por qué me encanta posar para él. Aunque no esté, técnicamente, posando para él, sino para la cámara pero... bueno, no lo sé. Simplemente me encanta sentir su mirada sobre mí.

Unos sonidos me sacan de mi mente. Provienen del otro lado de la pared, es decir, el cuarto de Kyle; y son inconfundibles.

No es la primera vez que se oyen gemidos desde su habitación, pero esta vez son bastante más audibles. O está mirando porno a todo volumen, o está con una nueva chica. Descarto la primera opción al distinguir dos voces.

Golpeo con fuerza la pared para callar los sonidos. No es que me guste escuchar eso ahora mismo, y menos de mi hermano. Los sonidos cesan durante un rato, aunque después de varios minutos vuelven con menos intensidad.

Intento ignorarlos mientras busco la ropa para salir hoy.
Estoy ansioso sin ningún motivo. Recuerdo la conversación que tuve con Elliot el otro día, si no se había olvidado, hoy intentaría dar su primer beso. La pregunta es por qué yo no he dejado de pensar en eso. Tendría que ser algo irrelevante para mí pero el simple hecho de pensar en Elliot besando a otra persona, hace que se me pongan los pelos de punta, y eso es lo que más me fastidia: no entender mis propios sentimientos.

¿Qué es lo que quiero?

Porque estoy seguro de que Elliot no me gusta. No soy gay.
Quizás me atraiga un poco, pero eso no significa nada, puede ser producto de que hace mucho no salgo con alguien. Y con la persona que últimamente pasó más tiempo es con Elliot, al ser mi representante. Sí, eso es todo. Estoy confundiendo las cosas.

Quizás yo también necesite distracción femenina esta noche.

Me abotono la camisa negra; a pesar de tener un placar lleno, es la única camisa que me gusta, la única que uso para salir al club.

Salgo al pasillo una vez que estoy listo. La puerta del dormitorio de Kyle —que se encuentra al lado del mío— se abre, primero observo salir a mi hermano con solo un boxer, no me ha visto, está mirando a la persona que se encuentra dentro de la habitación. Espero conocer a su acompañante pero lo que menos me esperaba era que por la puerta saliese un chico. ¿Desde cuándo a mi hermano le gustan las dos cosas?

Ninguno de los dos me ha visto y el desconocido se acerca y lo toma de la cintura, finjo una tos bastante alto. Ambos se separan sobresaltados. Miro a Kyle un poco sorprendido, alzando mis cejas de forma interrogativa.

—Eh, yo ya me iba. —Dice el chico. Ahora que mis ojos se posan en él, lo reconozco vagamente.

Es el chico que peleó contra Elliot.

No recuerdo su nombre pero estoy seguro que es él. Su pelo oscuro rapado y unos ojos verdes inconfundibles.

Cuando pasa por mi lado lo detengo.

—¿Cómo conociste a Kyle? ¿Qué intenciones tienes? —No sé por qué le pregunto. Solo quiero que no lastime a mi hermano.

—¡Nathan! No lo escuches, Zack. Vámonos. —Kyle lo toma del brazo y prácticamente lo arrastra hasta la salida.

—¡Gusto en conocerlo, señor Cooper! —Grita Zack desde la salida.

¿Señor? ¿Cuántos años se creía que tenía? Gruño molesto y decido intentar olvidar toda esta situación. Ya hablaría con Kyle más tarde.

Agarro las llaves del auto y voy de camino a recoger a mi representante y su amiga.

Creo que estoy un poco emocionado. Quizás demasiado. Una hora antes de lo acordado ya me encuentro en la casa de Elliot. Si mal no recuerdo, el enano tarda tanto en prepararse como una chica.

Pero eso no me detiene de tocar el timbre. Unos pocos minutos después, Kendra abre la puerta. Tiene el pelo mojado y una toalla envuelta en su cuerpo, el cual miro inevitablemente. ¿Quién abre la puerta semi desnudo?

Desde el primer momento en el que vi a Kendra, jamás la vi con esas intenciones, siempre me pareció muy adorable, algo así como una hermana menor.

Se ruboriza y exclama—: ¿qué hacés aquí? ¿Ya es la hora? Ay por Dios, ya es la hora, y Elliot sigue durmiendo.

Balbucea un par de cosas más mientras corre hacia adentro.

—No, no es la hora. —Explico, pero dudo que me haya escuchado.

Vuelve del pasillo con un vestido puesto, un labial en la mano y un zapato en la otra. Me mira alarmada.

—Aún no es... —Pero me interrumpe.

—¿Podrías despertar a Elliot y decirle que se apure?

Bueno, quizás debería dejarle creer que vamos atrasados, todo sea por ver a Elliot durmiendo. Soy malvado, lo sé.

Ella sigue yendo de un lado para otro. En algún momento se dará cuenta de que es súper temprano.

Cuando me dispongo a caminar, me doy cuenta que es la primera vez que me adentro en su casa y no tengo idea de dónde está su habitación, por lo que me propongo investigar.

Abro todas las puertas (no son muchas, ya que la casa es pequeña) hasta que doy con un cuarto completamente a oscuras.

Enciendo la luz para encontrarme con el desorden total de la habitación de Elliot. Hay ropa, libros e incluso un par de guantes de boxeo tirados por todos lados. El lugar es tan pequeño que tengo que pisar varios objetos para llegar a la cama.

Las sábanas cubren totalmente a Elliot, sólo se puede llegar a ver sus cabellos azules.

Me siento en la cama, él se remueve pero no se despierta. Debe de estar bastante deprimido por haber perdido la pelea. Decido levantarlo suavemente.

—Elliot. —Ni un indicio de vida.

Remuevo las sábanas para poder ver su rostro. Durmiendo es incluso más lindo. Sus labios rosados entreabiertos, y sus facciones tan relajadas le dan el aspecto de ser alguien tranquilo y no el enano violento, fan de las golpizas que es. Admito que me gusta dormido. Y me gusta despierto. ¿Encontraré alguna faceta que no me atraiga de él?

Vuelvo a llamarlo suavemente. Nada. Intento otra vez. Quizás tenga que recurrir a algo menos suave. Me levanto y arranco las sábanas que lo cubren:

—¡Despierta, maldito enano!

Debería haber pensado dos veces antes de destaparlo. La vista de un Elliot con solo los bóxer puestos... no debería ser legal.

Abre los ojos y me observa, si las miradas matasen... Noto que al principio está confundido, como si siguiera soñando.

—¿Nathan? —Se sienta en la cama frotándose los ojos. Cuando se da cuenta que está en ropa interior se ruboriza y se intenta cubrir.

A pesar de que se ve adorable, digo:

—¿Por que te cubres? Los dos somos hombres. —Y eso me suena tan vago. No quiero que se cubra.

—Eh... sí, claro. Somos hombres. —Pone una voz más gruesa y se levanta con las manos en la cintura, me da una vista más clara de todo su cuerpo. No sé por qué me sorprendo de que tenga buen cuerpo, con todo el ejercicio que hace. Aun así me quedo embobado mirándolo.

Sé que estoy observándolo demasiado, y que él es consciente de eso, pero es inevitable. Su cuerpo es como un imán para mis ojos. Debe estar ruborizado, pero no quiero subir mi mirada de su abdomen. No sé por qué Elliot no interrumpe el momento, es como si le gustase mi mirada sobre él.

La tensión solamente es rota por Kendra, que entra en el cuarto.

—¡Me mentiste! ¡Es temprano!

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