Capítulo 12: La pelea.
Elliot.
El viernes llegó tan rápido que tuve que mirar dos veces la fecha en mi celular para creermelo.
Nunca había entrenado tanto en mi vida, mis músculos dolían tanto como mis puños.
A pesar de que Kendra es mi mejor amiga, es muy exigente como entrenadora. Pero llegado el viernes podía decir que ambos estábamos satisfechos con el arduo trabajo.
La pelea se realizaría luego del colegio; no conocía a mi rival, lo cual me ponía un poco nervioso.
Y más nervioso me pone el hecho de que acaba de tocar la campana. Fin de la clase. Kendra se acerca a mi escritorio con su bolso ya en mano.
Ve mi cara de nerviosismo y dice:
—Todo va a ir bien, has entrenado mucho.
Sí, era cierto, pero también es cierto que tengo la cabeza en otra parte. Debería estar sumamente ansioso por pelear hoy y clasificar en el torneo, pero no, estoy pensando en el sábado, cuando veré de nuevo a Nathan. ¿Cuándo mis pensamientos pasaron a ser sobre el modelo? Patético.
Caminamos lento rumbo al lugar donde será llevado a cabo el evento. Desde lejos se puede ver la fila que hay para entrar y escuchar la musica fuerte. Cualquiera pensaría que es un boliche.
Pero no. Es un antro. Literal.
Nos saltamos toda la fila y pasamos directamente adentro. Kendra espera afuera mientras voy hacia el cambiador.
Ni siquiera hay un ring. La multitud es tanta y aun así se las arreglan para dejar un espacio en el centro, donde dentro de poco estaré yo.
Me abro paso como puedo hasta que finalmente estoy frente a la puerta roja y destartalada que tiene un cartel que dice: "Bestuario". Sí, con B. Quiero conocer al que ha escrito el cartel sólo para darle un puñetazo.
Entro sin dudarlo. Si hubiese sabido que compartiría vestuario, probablemente habría tocado antes de entrar.
Frente a mí se encuentra mi rival, y no está exactamente vestido. Lleva puesto unos auriculares por lo que no sabe que estoy aquí. Está cantando a todo volumen y baila rítmicamente.
Intento ignorar al chico desnudo, y camino hacia una de las taquillas para dejar mi bolso. Mi mirada está fija en el piso, por alguna razón estoy totalmente avergonzado. A penas si pude averiguar el color de su cabello, lo único que llegué a ver fue su espalda.
Porque sí, gracias a Dios, está de espaldas a mí.
—¡Oh! Hola —Su voz me saca de mis pensamientos e inconscientemente volteo a verlo. Error. Sigue sin ropa interior. ¿Es que no puede vestirse de una vez?—, no te vi llegar.
Concentro mis ojos en los suyos, por nada del mundo puedo bajar la vista a su... bueno.
Mido al chico con el que pelearé. Sus ojos son verdes, casi azules; su cabello... bueno, no tiene, está rapado; es más alto que yo pero no puedo dejar que eso me intimide, en cuanto a músculos... pues para eso tendría que bajar la mirada.
—¡Soy Zack! —Dice más fuerte de lo normal. Veo que todavía tiene los auriculares puestos, me pregunto si me escuchará si le contesto.
—Yo soy Elliot.
Finalmente, apaga la música y procede a ponerse unos bóxer, ¡Gracias al cielo!
—Supongo que pelearé contra ti, ¿no? —Se ha quitado los auriculares y aun así su voz sigue sonando fuerte.
Me sonríe, intento descifrar si en una sonrisa amigable o desafiante, pero Zack es completamente inescrutable. Le devuelvo la sonrisa un poco arrogante.
Asiento y me preparo para la pelea.
Lo único que puedo escuchar son los gritos del público. Y me encantan.
Zack y yo ya estamos en el círculo improvisado que ha hecho la gente. Busco con la mirada a Kendra y la localizo en la primera fila. Ella me ve y levanta ambos pulgares. Zack sigue mi mirada y observa durante un largo rato a mi amiga.
—Si gano tendrás que presentarme a tu amiga, chico. —Me dice. Yo le tiro una mirada de odio. Ahora tengo una razón para motivarme y romperle los dientes.
El árbitro hace una seña para dar comienzo a la pelea. Zack y yo nos saludamos y ambos nos ponemos en cada esquina.
Zack levanta el puño para dar el primer golpe. Es lento, estoy seguro de poder esquivarlo. O lo estaba antes de que mi mirada vaya hacia la cabeza rubia que se encuentra al lado de Kendra. ¿Qué hace él aquí?
Demasiado tarde para responderme la pregunta. Siento como golpea mi mandíbula, el dolor es arrasador y me deja la vista en negro por unos segundos.
Escucho los gritos de ánimo de mi amiga y, sorpresivamente de Nathan. Volteo hacia ellos. Mi incredulidad aumenta cuando veo a Kyle al lado de su hermano. ¿Por qué vino a apoyarme?
Otra pregunta que no puedo responder. Esta vez el golpe va hacia mi nariz. Tengo que concentrarme, más ahora que estoy en presencia de mi enemigo.
—¡Si pudiste conmigo, puedes con él, enano! —Escucho la voz de Kyle de entre el público.
Eso me da más ánimo y una sonrisa adorna mi rostro cuando encajó mi puño en el estómago de Zack. Este a penas se mueve.
—Vas a necesitar mucho más que eso. —Murmura contra mi oído al tiempo en que golpea de nuevo.
Se me corta el aire. Se me nubla la vista y caigo, o no, no lo sé estoy demasiado aturdido. Lo único que me queda claro cuando cierro los ojos, es que perdí la pelea.
El hielo quema en mis heridas, pero no es peor que el sabor de la derrota.
—¿¡Qué demonios te ha pasado!? ¡Con suerte has dado dos golpes! —Los gritos de Kendra resuenan en las paredes de mi casa.
Cuando desperté ya estaba en casa.
—¿¡No has aprendido nada todo este tiempo!?
Dejo que se descargue sola. Yo también estaría gritando a los cuatro vientos, pero soy más del tipo calmado, el que se guarda todo para sí, y luego explota.
Si me lo preguntan, yo tampoco sé qué me pasó.
—No podía concentrarme. —Murmuro. Si levanto la voz, terminaremos gritando los dos.
—¿No, en serio? Todo el mundo se dio cuenta. —Se deja caer en el sillón a mi lado—. Esto no es cosa de hoy, hace varios días que andas distraído. O arreglas tus sentimientos o no volverás a ganar una pelea.
Me mira y espera que le cuente. La verdad es que no tengo idea. Si me pusiera a analizar la situación diría que todo empezó cuando Nathan apareció en mi vida. Pero no puedo echarle la culpa a él de haber perdido la pelea, y no sólo eso, tampoco había clasificado para el campeonato.
Ella suspira al ver que no tengo intenciones de explicar mi comportamiento.
—Y yo que pensaba que podríamos festejar en el club mañana... —Dice cabizbaja.
—Aún podemos ir. Emborracharnos para olvidar nuestras penas. —Digo en broma, sonríe ante mi idea.
Sí, eso era lo que necesitaba para volver a ser el Elliot de antes. Beber, beber y beber. Mañana sería el día, y de paso cumpliría mi palabra y daría mi primer beso.
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