Capítulo 25 Pt. 2
No hay vuelta atrás
CONTENIDO +18
Kim Seojoon.
Salgo del parque y subo al primer taxi que consigo para decir la dirección del barrio de Itaewon. Las palmas de la mano me sudan y me las seco con el mono de chándal mientras remuevo mis pies, incómodo. El taxi me deja en la entrada del barrio al que de inmediato me bajo para entregarle el dinero.
No quiero volver a ponerme en un peligro constante, en donde tenga que volver a estar en manos de Kim Doyu, pero no hacerlo es tener mi polla y mis archivos para el dominio público.
Aprieto mi mandíbula mientras la multitud de personas se abren paso por todo el lugar. Camino por el lugar y vuelvo a revisar mi alrededor: la multitud está agitada, supongo que es porque es fin de semana y pueden tener alcohol en sus venas. Nunca compartí la necesidad de alcoholizarme y salir a fiestas, supongo que no me era algo que hubiera conocido, entonces no había motivo para desearlo.
Me muevo por línea recta hasta que soy interceptado por el par de sabuesos de Kim Doyu.
Hansu Seong me da una mirada rápida de arriba a abajo y sonríe, mientras se acerca poniendo uno de sus brazos sobre mis hombros. Me encojo por un momento y escucho su risa volverse agitada, no digo nada mientras soy jalado. Seongjun Choi se mantiene alejado y pendiente del teléfono.
Ambos me arrastran hacia el antro que tiene su nombre en luces de neón blancas DIRTY HEEL. El lugar está oscuro, solo iluminado por una tenues luces moradas y rojas en los costados de la estancia. Se pueden ver al fondo lo que parece un bar iluminado por luces blancas un tanto apagadas y siendo asistidas por 3 bartender, un baño en la esquina y al otro lado lo que parece un segundo piso puesto para el karaoke y más privacidad, seguramente. Las personas están esparcidas en su propio mundo, algunos están situados en la mesa de billar bajo el segundo piso y otros en las mesas bailando, disfrutando lo que parece ser una buena noche.
Dejo que me guíen hasta el segundo piso, mientras solo puedo enfocarme en el enorme cuerpo que me produce un horrible calor, parece que suda por los dos. Hansu Seong abre una habitación cerrada y deja la puerta abierta, Choi me suelta apenas llegamos.
Seongjun Choi me jala de golpe hacia adentro y apenas captó lo que pasa me congeló en el lugar. El cuarto está iluminado por luces de neón de un color rojo brillante que hace que los demás invitados se vean más aterradores. Kim Doyu está en el centro con un brazo sobre Lee Eun-yeong, junto a su amiga Seline y otras dos chicas que no reconozco, al lado derecho de Doyu se sentó Hansu Seong, y otros cuatros chicos, que son extraños a mi percepción. Seongjun Choi abandona mi lado y se sienta en el centro junto a sus amigos.
Kim Doyu está en el centro con una sonrisa sarcástica que apenas puede ser comparada con la mueca juguetona que me da Lee Eun-yeong, como si estuvieran disfrutando de un poder imaginario, un estúpido poder sobre un estúpido chico de apenas 18 años.
—Pensé que no vendrías —dice Kim Doyu, mirándome fijo.
—Quiero que me dejes en paz—acotó, haciendo que los murmullos a nuestro alrededor se vuelvan más firmes—, por eso estoy aquí.
— ¿Serás obediente?
— ¿A qué te refieres?
— ¿Quieres que te deje en paz? Lo haré, borrare todo, destrozare tu teléfono, ya no me serás de utilidad, Seojoon, pero ahora la pregunta es: ¿serás obediente?
Aprieto mis manos y miró el grupo de personas por encima, pero no distingo ninguna cara, solo lo que ya había mandado a investigar. Asiento con lentitud, siento una opresión en mi pecho, pero lo ignoro, tal y como he ignorado mis problemas.
—Bien, ven acá —Doyu chasquea la lengua antes de siquiera hacer un paso, —, así no, móntate en la mesa y ven hacia acá en perrito.
Trago grueso viendo el vidrio reforzado. Aprieto los puños sintiendo como mis uñas impactan contra mi palma, puedo sentir el sudor descender en mi espalda y mis piernas vibran ligeramente, pero hago lo que dice. Chocó con suavidad mis rodillas contra el vidrio y me pongo en cuatro patas, sintiendo como un rubor de vergüenza asciende a mi rostro. De inmediato, mis oídos son llenados por vítores y lo que parecen ser porras por los imbéciles de sus amigos, pero aún no digo nada y solo avanzó hasta llegar a donde Kim Doyu me necesita: frente a él.
Las rodillas y manos me molestan cuando freno y alzó la vista.
—Buen chico —Su sonrisa es tan maliciosa que me disgusta. Muerdo mi labio para callar cualquier queja que quiera salir de los mismos, y él toma mi mandíbula con su mano presionando para que pueda abrir la boca. Lo que hace que mis alertas se enciendan. Él no es gay, él no quiere eso de mí, él no está buscando eso de mí—. Saca la maldita lengua y muéstrasela.
Suelto un suave suspiro para después hacer lo que me pide. Dándole un repaso de la misma al grupo tanto a las mujeres y hombres, para después por inercia volver a cerrar la boca. Escucho algunas palabras, pero no capto nada de lo que dicen cuando Doyu vuelve a agarrar mi rostro para ver como acerca un píldora a mis labios sellados. No hablo y tragó en seco la píldora, es amarga y sabe a químicos.
¿Qué es eso? ¿Es...? ¿Droga? Mierda, me drogo.
Concéntrate, Seojoon, no podemos quedarnos así. Tenemos que vomitarlo, tenemos que...
¿Es anfetaminas? ¿Puede que sea un alucinógeno? ¿Quizás sea crack? ¿Cuánto tiempo puede que haga efecto? En las píldoras no es tan rápido, solo necesito que mis pensamientos no se desvíen.
—Apártate —masculla Doyu, haciendo que ponga toda mi atención en él. Sus rasgos se ven más firmes y duros a medida que lo veo. Sus ojos vuelven a enfocarse en los míos—. Ven aquí, perrito, sé obediente y siéntate a mi lado.
Mi garganta se siente seca y el dolor de mis rodillas se incrementan, así que hago lo que me dice. Dejándome caer a su lado, de inmediato la sensación de cuero del mueble me absorbe como si fuera una segunda piel que intenta apoderarse de la mía.
¿Qué es esta sensación? Ya está haciendo efecto, pero apenas han pasado unos minutos, no debería tener esa clase de pensamientos.
Un escalofrío recorre mi cuello de forma pausada para después sentir una dedo que no reconozco del todo. Levantó la vista encontrándome con los ojos de Doyu que están enfocados en mi rostro.
—Las personas hacen cosas estúpidas en el nombre del amor.
Frunzo el ceño, o eso intento.
—Yo no estoy enamorado.
—No lo decía por ti.
Ignoro sus palabras y percibo el sudor frío escapar de mi frente. Mi mente se siente nebulosa e incómoda, como si toda las texturas se estuvieran abriendo paso, como si toda la ropa estuviera dando demasiadas sensaciones al mismo tiempo. Miro al suelo para darme cuenta como las miles de millones de líneas de la cerámica se desdibujan como un patrón extraño para darme cuenta como el fondo se vuelve demasiado oscuro, demasiado profundo, y la sensación de que posiblemente pueda caer por ese oscuro centro me recorre la espalda.
Es un alucinógeno, no puedo alterarme, no cuando me mostrara cosas raras.
Una mano se posa en mi muslo haciendo que me sobresalte, y luego a Kim Doyu, quien solo está mirando fijamente con una expresión dura.
—No deberías mal viajarte, ten algo mas ligero —Me entrega lo que parece ser un papelillo, y mueve su mano para ponerlo en mi cuello. Me quedo quieto cuando me doy cuenta. Debe ser PCP o LSD, no puedo estar segura, no cuando son parecidos—. Eres bueno siguiendo instrucciones, mejor que mi novia, hasta eres más bonito.
—No deberías decir eso, suena gay.
¿Es mi voz? ¿Hable fui yo o alguien más? Miro alrededor, pero todos nos están mirando así que supongo que fui yo. No suena como mi voz.
—Tu no deberías reprenderme, te he visto con Lee Seung —se calla pero no por mucho tiempo—, no pongas esa cara, te he visto con él, con él tienes mejor cara, ponme la cara que le pones a él.
—Para hacer eso tienes que gustarme, y solo me das asco.
Se escucha un jadeo colectivo, lo que hace que me encoja en mi lugar. Mi garganta se siente aún más seca que de costumbre cuando un líquido translúcido se posa frente a mi. De inmediato lo agarro y lo sorbo de a poco, golpea caliente de un ardor parecido al fuego. Es... soju. ¿Tome soju? No debo mezclar alcohol con drogas, no debo alcoholizar... Tengo sed, la sed es más fuerte que el pensamiento y vuelvo a tomar, pero el ardor no disminuye en ningún momento, parece incrementar. La mano en mi muslo solo hace una ligera presión y miró a través del vaso a Doyu y a Choi hablando, parecen discutir algo, pero no logro escuchar bien.
— ¿Cómo estás cuñado?
Esa voz la reconozco, podría hacerlo hasta en mis pesadillas más lejanas. La que comenzó todo. La que piensa que mi vida es un juego. Secó el sudor de mi frente antes de darme vuelta. Giro la vista demasiado lento para mi gusto.
— ¿Porque...?
— ¿Me preguntarás por qué hice lo que hice? ¿Quieres que te cuente? Te puedo contar mis motivaciones, si quieres.
Sonríe, pero en mi mente sus ojos se ven más saltones de lo que recuerdo, su rostro se ve ligeramente más deforme y macabro. Bajo la vista hacia las perlas con la inicial de una D en la cadena y vuelvo a verla. Pone una de sus uñas color rosa pálido en mi mandíbula haciendo que no pueda dejar de verla.
—Pregúntame, Seojoon, te diré porque lo hice.
— ¿Por qué tu cabeza se ve más grande que tu cuerpo? —Sonrió un poco o eso creo, su rostro pierde el brillo que tenía y su uña deja de golpear mi mandíbula—, ¿crees que te lo daré? No necesito tu explicación, no la quiero, no me sirve.
Mis manos se sienten pesadas, pero aun así las muevo hacia donde está, pero antes de que pueda agarrarla una nueva mano se posa en las mías, arrojándose fuera de su alcance.
—Eso no es ser obediente, Kim.
Doyu está a mi lado, alzó la vista, pero mi cara es apartada de golpe. ¿Me acaba de golpear? Mi lengua se vuelve aún más pesada, mis manos están frías y mi rostro late como mi corazón a mil por hora. No deja de latir, no dejo de pensar en el latido errático de mi cuerpo, cuando mi vista se concentra en los pequeños hexágonos casi diminutos del sillón de cuero. Son muy pequeños, son como nosotros, nosotros también somos pequeños, pequeños, más pequeños que las hormigas.
No vayas por allí, piensa en otra cosa, recuerda que aún te duele la mejilla...
Mi rostro es apartado del cuerpo para ser sujetado por la mano de Doyu.
— ¿Te enseño a ser obediente?
—No.
Un nuevo golpe hace que mi corazón se acelere y mi respiración se pierda, me ahogo. La mano firme de Doyu vuelve a mi cara y aparta un par de lágrimas en mi rostro. ¿Estoy llorando? No logro sentir mi rostro.
— ¿Te enseño a ser obediente?
—Si.
—Bien.
Escucho un cierre ser abierto haciendo que suba las vista hasta dar con la mirada perversa de Doyu. Intento alejarme, pero unas manos se posan en mis hombros. Estoy rodeado. Mis vista se nubla y mi corazón martillea con rapidez sobre mis oídos como cuando corro, se siente igual al correr.
Trago grueso, intento apartarme de nuevo, pero es imposible cuando las manos se mantienen firmes. Me remuevo, con más fuerza pero las manos se vuelven hierros contra mis hombros, haciendo que me quede quieto. Kim Doyu muestra su miembro y por un momento me olvido de como respirar.
Reacciona, reacciona, golpea, haz, algo, maldita sea.
Pone un pulgar dentro de mis labios y por inercia abro los dígitos. Intento no sacar la lengua, pero sus dedos atrapan el músculo sacándolo de mis labios. Intento mover la cabeza, pero nuevas manos me apresan el cuello. Muevo mis manos intentando apartarme pero mi cuerpo completo es atrapado por manos de hierro.
Basta, basta, basta.
—Sin morder, no te gustara saber lo que te haré si eso pasa.
Antes de que pueda pensar, el miembro ingresa en mi boca. Mi corazón se detiene ante lo que estoy haciendo y mis ojos lagrimean. El olor es insoportable, demasiado fuerte y el sabor es repugnante. Siento la necesidad de tragar, lo que hago, pero al momento el miembro vuelve a sumergirse con más fuerza. Me ahogo con velocidad e intenté apartarme, pero no me lo permite, no puedo ver nada más que la mata de vello pubico. Me ahogo, me estoy asfixiando, no puedo respirar bien. Me intenté apartar, pero el miembro caliente empieza a golpear directamente mi boca. El dolor en mi garganta y en mis labios incrementa, haciendo que quiera vomitar.
El reflejo hace que la fuerza del vómito me suba por la garganta.
—No vas a vomitar sobre mi verga.
Se separa de repente, ocasionando que de mis labios escapen un jadeo por el dolor ejercido. Mis respiraciones se aceleran volviendo el aire con velocidad sobre mi cuerpo. Mi piel se siente fría y pegajosa, sudorosa e incómoda. Mis ojos siguen nublados, pero aun así logró ver a Kim Doyu limpiando mi saliva de su miembro con una servilleta. Desvió la vista para encontrar una cámara que estaba apuntando hacia abajo apuntado con la sonrisa de Seline y Lee Eun-Yeong.
Estoy muerto, estoy muy muerto, no puedo siquiera pensar en la posibilidad de que ese video salga a la luz.
—Ni para mamarla sirves —se queja Doyu y le arrebata la cámara a Seline de las manos. Intento tragar, pero me arde la garganta. Me remuevo, pero las manos se aferran con fuerza. —Si en 5 minutos no llega Lee Seung, hagan lo que quieran con él, pero si viene y le dicen algo sobre la persona del video, les aseguro que estarán muertos.
Doyu se levanta junto con Choi y Seong para caminar hacia la entrada mientras lo siguen Seline y Lee Eun-yeong. Quiero decirles que esperen, que no conozco a estas personas, que ellos aunque malditos puedo prever sus acciones, pero los otros son focos apagados, no se cuanta carga puede tener, si serán brillantes o están por completo ennegrecidos.
Intenté alzar la vista y un chico me dio una sonrisa sórdida, como si fuera un pedazo de carne y el tuviera hambre. Me remuevo, pero mi cuerpo está pesado. Suelto un suspiro frustrado cuando uno de ellos entra en mi vista, su rostro se ve más deforme que anteriormente. Son cuatros, cuatro chicos que están fantaseando con lo que pueden hacerme.
El vacío en mi estomago se vuelve pesado, las palmas de mis manos se sienten frías y mis ojos lagrimean.
— ¿Para qué esperar? —dice uno de ellos, tocando mi cabello o al menos creo que es mi cabello. Cabello, cabello, cabello que no es mío, si es mi cabello, no es como si no lo tuviera, solo...—, está sudando mucho, peguen más en su piel, la absorberá, ponle seguro a la puerta y abajo de la mesa tenemos un arma por si viene alguien. Vamos a divertirnos.
Mi vista se volvió borrosa y la latente sensación de vacío en mi estómago se intensificó. Un mareo y una arcada hicieron que ellos detuvieran las risas por un momento, mientras el aumento de la música sólo es comparado con el de mi corazón. Se me va a salir el corazón, se me va a escapar de la caja torácica y nunca más volveré a verlo. Mis ojos se vuelven a empañar y suelto un jadeo ahogado. Estoy llorando, intentó quitar las lágrimas, pero mis manos ya no son mis manos, se ven mas grandes, mas robustas y cuando las acerco no parecen ser mias.
No siento mi cara, no como mía.
Quiero vomitar.
—Ya basta, idiota, si le sigue poniendo así, se alterara. Dale Soju.
Mi mandíbula es forzada a abrirse y por mi garganta se desliza el licor caliente. Mi cuerpo lo rechaza, pero me tapan la nariz haciendo que la única opción sea tragarla. Apenas pasa el licor, quiero vomitarlo, pero no escapa de mi cuerpo. Quizás sea lo mejor, pero no puedo decidir nada ahora. Me recuesto en el mueble para ver las pequeñas constelaciones que se forman sobre mi cabeza, parece que ha pasado mucho tiempo desde que vi hacia el cielo, demasiado enfocado en el más, en el mañana, en la ausencia. ¿Ausencia? ¿de que? Me quiero quedar aquí, aquí solo yo. Unas manos se posan sobre mis muñecas y me jalan, el piso es profundo y oscuro, mi respiración se vuelve errática al ver como este no es un piso, parece ser un hoyo sin fondo.
—Cierra la boca, pendejo.
¿Habla conmigo? ¿Dónde está mi boca? Subo la mano, pero no logró llegar a ninguna parte. ¿No tengo cara? ¿Qué me está pasando? ¿¡Quien me quito la cara!?
Me quito de encima al chico, pero soy jalado de nuevo. Siento baba por el cuello. ¿Me estuvieron besando? ¿No entiendo? ¿En qué momento llegué al mueble?
—¡Kim!
Abro los ojos, ¿en qué momento los cerré? Me duele la cabeza y la mandíbula. Me intento levantar, pero una corriente de frío y dolor me dejan pausado.
Subo la vista para encontrarme con la mirada de Lee Seung y Min Yeong en mi, en mi cuerpo. Bajo la vista para ver por completo mi desnudez ser cubierta por una chaqueta que no parece ser mía. Mi piel parece estar marcada por manos, manos que me sujetaban las muñecas y manos que me marcaron la cadera.
— ¿Qué...?
El olor me golpea, y de inmediato, mi garganta suelta una arcada que se convierte en vómito.
Unas manos agarran la chaqueta para que no se mueva, mientras otra me pone la mano en la espalda y me quita el cabello del rostro. Un dolor en el pecho se forma a medida que sacó todo el alcohol de mi cuerpo, pero el olor del alcohol es tan fuerte que se desprende de mi piel como una segunda capa. Apenas la última contracción sale de mi pecho vuelvo a intentar erguirme, pero me recuestan en unas piernas cubiertas por jeans.
— ¿Dónde está su ropa? —preguntan, pero no reconozco a que lo dice o quien lo dice así que dejo que la persona que está jugando con mi cabello siga haciéndolo—. ¿¡Cómo puedes estar tranquilo!? Fue abusado y drogado por tu grupo y tú estás jugando con su cabello. ¡No deberías ni tocarlo, bastardo!
—Cierra la maldita boca.
Esa voz la reconozco, parece lejana.
¿Lee? ¿él sí vino? ¿Cuándo llegó? ¿vino a rescatarme?
Me levanto de donde estoy y miro a mi costado para encontrarlo a mi lado, sus ojos me encuentran y puedo ver como su vista está cristalizada. ¿Por qué estará triste?
Sus brazos me rodean y es cuando percibo su suave calor corporal. Mis dedos tocan la piel expuesta de sus hombros y espalda, para hacerme consciente de su desnudez. ¿Me dio su camisa? Él si es bueno, no dejaría que alguien me tocará. Mis piernas rodean las suyas y me aferro con fuerza a su cuerpo.
—No debí dejarte.
—No debiste dejarme —huelo su cabello, expulsa menta y una esencia tan única de él que hace que no me quiera alejar de él—. ¿Qué me hicieron?
—No lo sé, pero no hace falta que lo sepas, solo recuerda que los que te tocaron no volverán a hacerlo.
Sujeto un suspiro cuando una de sus manos se posan entre mis omoplatos. La sensación de la tela contra mi ropa es incómoda, así que me remuevo, haciendo que me quite la mano.
—Vístelo, tenemos que salir de aquí.
Lee Seung me viste mientras la figura de Min Yeong espera en la puerta con la mirada baja. Parece que está pensando en él algo, pero no puedo pensar en que. Bajo la vista para encontrar como Lee Seung me pone de nuevo los zapatos, por segunda vez en el día me ha puesto los zapatos. Supongo que es el mismo día, la misma ciudad, y que no estoy muy lejos de lo que pienso.
Salimos del cuarto para encontrar la multitud a flor de piel, dando un calor infernal en mi piel, bajamos las escaleras para salir del lugar. Luces brillantes y aire frío nos arrasa. Tengo sed, demasiada sed, tanta que mi garganta está seca y el sabor asqueroso del vómito se queda en mi garganta. Lee Seung se aferra a mi cuerpo mientras nos acercamos a su auto.
No dice nada mientras me sube en la parte de atrás y me recuesto del hombro de Min Yeong, me enfoco en la enorme chaqueta que está llevando, era la que tenía puesta, o eso creo, pero no parece ser el mismo color.
— ¿Sabes lo que te dieron, Seojoon?
¿Me habla a mi? Si, yo soy.
—Unas pastillas y mucho soju, y unas cosas en la piel, no se muy bien que era.
¿Qué era eso? Era...
Una imagen nítida de estar chupando la polla de alguien llega a mi mente, hace que mi pecho se comprime y mi corazón se acelera. El recuerdo de la corrida de alguien hace que me aleje de Min Yeong, su toque se siente sucio, se siente asqueroso, como si el toque de muchas personas se estuvieran esparciendo. ¿Lograron tocarme? ¿Abusaron de mi? ¿Yo? ¿Ellos? Subo la vista y conectó miradas con Lee Seung quien me está mirando desde el retrovisor. ¿Por eso no me tocó apenas me vio? ¿Por eso estaba desnudo? Llegan arcadas nuevamente, pero mi pecho se comprime de dolor al no tener nada devolver.
No entiendo.
¿Cuánto tardaron?
¿Cuándo llegaron?
—No llegaste a tiempo... ¿verdad? —susurro.
Min Yeong se tensa.
Lee Seung aparta la mirada.
No digo nada, no hace falta tampoco, pero puedo escuchar un jadeo escapar de mis labios para escuchar mi voz romperse. El dolor se convierte en una segunda capa de piel, la sensación de la prenda contra mi piel se vuelve incómoda, me remuevo, golpeo, alejo, aceleró, desvío, evito, pero unos brazos me cautivan, me aprisionan para mantenerme quieto. Grito, puedo escuchar mi voz, puedo escuchar las palabras que suelto, pero no logró captar algo que sea accesible, y me duele. Duele saber que me rompieron, que por más que me junte se llevaron algo de mi, algo que no puedo volver a conseguir.
Me destrozaron y no puedo hacer nada para recuperarme.
Mi garganta se siente irritable, mi pecho es una máquina de subir y bajar. Dejó que un jadeo escape de mis labios molesto. La sensación de estar incómodo con mi propio olor, cuerpo y piel permanece en lo más remoto de mi mente. Es molesto y angustiante. Me cuesta cerrar los ojos, pero es lo que intento cuando solo soy capaz de pensar en lo que me hicieron.
Me recuesto en los brazos ajenos del sentimiento de dolor que tengo, pero no por eso, menos molestos.
—Por favor haz que el dolor se detenga.
—Estarás bien.
Quiero creerle a la extraña voz, pero algo muy en el fondo no logra que le crea.
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