Capítulo 22
Si él llama, estaré allí.
Kim Seojoon.
Frena en seco, dejando la moto aparcada en el estacionamiento de lo que parece ser una calle concurrida. Un motel con las letras en grande, dando la bienvenida. Nos bajamos mientras llevamos arrastrado a Min Jung-Hee, quien sigue inconsciente. Llegamos a la recepción y esperamos a que Lee Seung vuelva.
Golpeó ligeramente la cara de Min Jung-Hee, pero su rostro permanece boca abajo con la espalda encorvada, lo sujeto entre mis brazos para intentar calmar mi errático corazón. Lee Seung me hace una seña para que lo siga y camino con el pesado cuerpo de Min Jung-Hee detrás de mí. Por suerte, la habitación está en el primer piso y Lee Seung me ayuda a trasladarlo hasta allá. Lo dejo caer en la cama y me acuesto en el borde del mismo.
El latido en mi rodilla que he estado ignorando, se vuelve más fuerte cuando estiro la pierna. Joder, creo que me lo rompí.
Lee Seung ha entrado al baño, para volver a salir y sin decirme ni una palabra, agarrar mis manos para apoyar mi brazo sobre su hombro y alejarme de la cama. El baño es grande y de un color crema, mientras una de las bañeras está siendo llenada.
—Quítate el pantalón y la camisa —alzó una ceja, intentando que me dé más información—, tienes que bañarte.
—No me dirás, cómo fue que llegaste a nuestro rescate.
—Tú rescate, al otro lo dejaría morir —aclara. Agarra mi cadera y me da un empujón para que suba en la encimera que acompaña el lavamanos. Se arrodilla desatando los cordones de mis zapatos, de uno en uno, sin importarle el color de los mismos ni la suciedad que puedan tener.
—A mi rescate entonces, ¿Cómo es que sabías que estaba en peligro? —se queda callado, pero busca el otro zapato para desatarle las cuerdas—, ¿Sabes que tu gente fue por mi cabeza?
—No es mi gente, Seojoon, no los estoy controlando. Mi gente no te dañaría, ni te tocarían —aclara, y me quita las medias de ambos pies. Lo frenó con una mano y este por fin, alza la vista.
—No te creo, Kim Doyu ha estado molestando y es de tú gente.
Termina de subir su cuerpo hacia el mío y se rasca la nuca con nerviosismo.
—Hace una semana que Kim Doyu cambió de bando, tomó Itaewon y los barrios de esté lado, bajo la mano de un beneficiario anónimo. No he podido movilizar a nadie contra él porque el muy imbécil me tiene de manos atadas por mi hermana. La está usando como un tiro al blanco.
— ¿Y cómo sabías que estaba aquí?
—Tengo infiltrados en su base, es más fácil de interceptar así.
— ¿Y tú infiltrado te informó de inmediato de que estaba en peligro? —me burlo con desconfianza—, ¿Por qué..?
—Joder, porque eres tú.
—¿A qué te refieres? —pregunto bajo, pero es capaz de escucharme por nuestra cercanía.
—Dios, eres tan lento.
Se levanta de inmediato poniendo sus manos en mi nuca y acercando mi rostro al suyo. En su mirada parece que una determinación cerrada lo abruma por completo. Tragó grueso cuando su mirada cae directamente en mis labios que están ligeramente abiertos, por instinto, los humedezco con la punta de la lengua. Nuestras respiraciones se vuelven lentas y profundas. Intentó hacer de todo para no mirar sus labios, pero falló de inmediato cuando él atrapó su labio inferior con sus dientes. Es atractivo, por Dios, es muy atractivo, y cuando está tan cerca, como lo está, puedo distinguir perfectamente sus ligeras pecas. Las yemas de sus pulgares ahuecan mis mejillas y el momento parece volverse eterno, pero denso.
— ¿Por qué sería lento? —susurro, perdiendo la voz un momento, pero recuperando la firmeza casi al final.
Lee Seung me mira un poco confundido, pero suaviza sus expresiones cuando se aleja un poco para verme en su totalidad.
—Porque aún no te das cuenta de cuanto quiero besarte —susurra con la misma complicidad.
— ¿Cuánto quieres...?
Las palabras mueren en mis labios cuando sus labios atraparon los míos en una suave armonía. Suave, atrayente e hipnotizante, como si sus labios y los míos nunca hubieran conocido más labios que los nuestros. Su mano se posa en mi cuello y con un suave apretón corta el aire de mi garganta, parece que está tentando el terreno.
Ahogo un jadeo y rompo el beso. El calor se condensa en mi rostro y mi cuerpo entero vibra, mientras su mano sigue pegada a mi cuello. Lo miró por sobre mis pestañas, y casi puedo escuchar la suave risa ronca que sale de su boca. Se vuelve a apoderar de mis labios y con un movimiento se posiciona entre mis piernas. El beso empieza a tornarse fuerte a medida que su mano se mueve entre mis piernas cubiertas. Su lengua delineó mis labios haciendo que los abra con un nuevo jadeo, que él calla con su lengua. Devora mis boca como si la odiase. Mi mente se nubla y cualquier derroche de duda y cordura, solo sale de mi mente.
Quiero besarlo, tan mal, que me hace sentir sucio por desear besar así, nunca había querido besar tanto a alguien. Sus labios vuelven a los míos y nuestras lenguas vuelven a encontrarse como si fuera el mismo aire para respirar.
Se separa cuando el aire se vuelve escaso y apoya su frente de la mía. No debería estar haciendo esto, no cuando no confíe en él y menos cuando todo lo que me dice es posiblemente falso, pero que me condenen si no lo deseo.
Sus manos abandonaron mi cuello y viajan hasta mi nuca, subiendo con delicadeza para enredarse por el mismo.
— ¿No me detuviste? —pregunta con suavidad, rozando su labios con los míos, uniendo nuestro aliento en el proceso. Sisea, callando cualquier aclaración que pueda haber intentado hacer, haciendo que lo mire, y este se aleja un poco para que nuestras miradas se junten—. Solo por esta vez merezco la culpa porque te deseo demasiado—aclara—, pero ten presente que no existirá una segunda, no, si no lo deseas.
—Esto no cambia nada, Seung, no confío en ti.
—Bonito —dice en un tono muy bajo como si intentara que la palabra fuera un secreto—, yo tampoco, y aún así estoy aquí.
Mi cuerpo sigue caliente y nervioso, y quizás sea por los golpes que recibí hace poco, pero lo dudo, como también dudo que la respiración de Lee Seung no sea inestable por mi culpa. Me fijo de nuevo en sus labios, pero bajo la mirada, poniendo una mano en su pecho para alejarlo.
—Me bañaré solo, ahora vete.
Duda por un momento, pero al final asiente. Sale del baño, y al momento suelto el aire que retuve inconsciente. Intento cerrar los ojos, pero sin su compañía solo me puedo concentrar en el dolor en mi costado, en el latente fuego en mi rodilla y en la dolorosa erección de mi entrepierna.
Me bajo en un pequeño brinco con cuidado. Me quito la ropa y revisó las heridas que tengo, ninguna se ve demasiado grande ni peligrosa, pero si son dolorosas al tacto. Miró en dirección a los puntos de la herida del asalto, pasó uno de mis dedos por sobre esta, pero no se ve afectada por el dolor. Ha cicatrizado bien. Camino hasta dar con la bañera la cual terminó cerrando y me hundo en el agua caliente. Me limpio cualquier rastro de sudor, sangre y busco heridas visibles, pero tengo apenas algunos moretones notables. Vuelvo a colocarme la ropa de antes, pero sin la ropa interior, para salir secando mi cuerpo, de inmediato la escena que me recibe es un desastre.
Lee Seung y Min Jung-Hee están peleando, pero peleando de la forma en que hace que mi mente se blanquee. Las manos de Min Jung-Hee están atacando a Lee Seung de forma rápida mientras que Lee Seung solo se protege cubriéndose de los golpes con ambas manos, formando un escudo. ¿Por qué no está atacando? Puedo recordar perfectamente como en el callejón de una sola patada derribó al segundo de Kim Doyu, pero ahora parece ser incapaz de tocarlo.
—Hey, ¿Qué estás haciendo? —grito haciendo que Min Jung-Hee pierda la concentración lo que le da chance a Lee Seung para cambiar la posición, poniéndose sobre él y girando su cuerpo.
Su brazo está en su espalda, cuando me doy cuenta que Jung-Hee está dando la espalda y por ende su trasero choca con la pelvis del otro. Eso no debería importar, ni siquiera debería haberlo registrado, sin embargo, lo registró y me irrito por lo mismo.
—Apártate, Seung.
— ¿¡Estás con él!? —grita Min Jung-Hee, intentando escapar del agarre de Seung—. ¡Eres un maldito traidor, sabía que no debía confiar en lo que decía Daehyun!
—No es lo que piensas.
— ¿¡Que mierda estoy pensando, Seojoon!? Estás con el maldito de Lee Seung y esperas que esté tranquilo. ¿Aceptaste el hecho de que te gusta un maldito a...?
La voz es amortiguada por la mano de Lee Seung presionada contra la cabeza de Min Jung-Hee mientras este es ahogado por la cama.
—Lee, Basta.
Min Jung-Hee se mueve contra el ahogamiento, pero los ojos de Lee Seung se enfocan en el cuerpo de Min Jung-Hee, en su sometimiento.
—Nunca te han dicho que no deberías de meterte en lo que no te concierne.
Me acerco, pero permanezco inmóvil cuando Lee Seung se levanta de la cama y con todo el cuerpo jala a Jung-Hee contra el piso, dejándolo caer de forma estruendosa. Me acerco de inmediato para ver cómo su piel está roja por la falta de aire y se esfuerza por mantenerse despierto.
Me quedo mudo, pero los brazos de Jung-Hee, se abalanzan contra mi para mantener su enfoque en su cuerpo. Quiero preguntarle el porque a Seung, él porque casi ahoga a Jung-Hee, él por qué parece tan inquieto por una muestra de su pasado, pero al momento mi mente solo puede pensar en el cuerpo de Jung-Hee.
¿Qué clase de persona se queda con alguien que es capaz de casi matar por la verdad?
— ¿Te gusta un asesino, Seojoon? —pregunta débilmente con ese rapado de voz que resulta del casi ahogamiento.
Mis ojos captan los de Lee Seung, pero este no me mira, ya que nos desviamos al instante por el sonido de un teléfono, su teléfono. Se mueve hasta salir de la habitación, dejándome con un molesto Min Jung-Hee. Se levanta de un golpe y mueve su mano en su garganta. Camino hasta el mini refrigerador para conseguir agua, pasándola con cautela. Me la quita bruscamente y le da un sorbo.
—Nuestra ubicación fue comprometida, tenemos que movernos.
—No iré contigo —gruñe Min Jung-Hee porque su voz no suena nada bien—, camina Seojoon.
Min Jung-Hee intenta caminar a la puerta, pero la mano de Lee Seung se envuelve en el brazo de Min Jung-Hee. Ambos se miran por un breve segundo, pero el odio es casi una tercera presencia, como si se pudiera oler el vinagre y el azufre a su alrededor. Lee Seung quita su mano como si el contacto le diera asco, pero Jung-Hee, no se mueve, como si estuviera esperando a que dijera algo.
—No te invite, rubio, pero me parece gracioso cómo la gente de Daehyun parecen omitir los hechos y me llama a mi asesino, mientras que al otro imbécil no lo mencionan.
—No hace falta...
Está golpeando su lengua contra el paladar, arrojando un ruido extraño. Le arroja una mirada cargada de indiferencia y lo que parece ser hostilidad, para volver a posar sus ojos sobre mi, haciendo que me tense.
—Intenta llevarlo —vuelve a posar sus ojos a su lado, pero esta vez la intensidad de su mirada se vuelve siniestra. Parece una maldita arma cargada—. No te golpee porque no quisiera hacerlo, si no porque a él no le gustaría.
— ¿Lo retendrás contra su voluntad?
Me parece molesto que están hablando de mí como si fuera una maldita propiedad, como si no supiera lo que estoy haciendo, como si no supiera los riesgos a los que estoy presentando por estar aquí. Antes de que pueda contestar la pregunta, me aclaro la garganta.
— ¿Qué creen que hacen discutiendo sobre mi como si pudieran controlarme? Te recuerdo que por tu culpa estoy en esta situación —señaló a Lee Seung—, y te recuerdo que si no fuera por él seguiríamos en esa otra situación.
Permanecen callados a mis palabras, mientras intento alejarme de ellos, pero unas pisadas hacen que sujeten mis manos y me devuelvan al cuarto, cerrando la puerta de golpe. Seung pone su palma en mi boca y presiona su cuerpo sobre el mío. Escuchamos pasos dirigiéndose hacia otro lugar y los tres caminamos con suavidad hacia la ventana. Intentando conseguir las típicas escaleras de seguridad.
Ingresamos por la misma, y los tres saltamos hacia estas, bajamos la par a gran velocidad y nos escabullimos por el callejón más cercano. La mano de Min Jung-Hee agarra con rapidez mi muñeca haciendo que lo mire con enojo, pero no parece darle importancia cuando nos movemos entre las personas. Lee Seung capta mi mirada, pero no hace nada para intentar interceptar y no me permito pensar en la decepción que surge en mi estomago por ese hecho. Min Jung-Hee y yo nos alejamos en un taxi para poner fin a nuestro encuentro con Lee Seung.
—No diré nada —dice, haciendo que lo mire con desconfianza. No esperaba que abriera la boca, pero pensar que existiera la posibilidad de eso hace que me inquiete—, pero, ¿sientes algo por Lee Seung?
—No.
—Bien, suficiente tienes con los sentimientos de Daehyun —frunce el ceño como si se estuviera regañando—, digo, no es que Daehyun sienta algo...
—Daehyun me beso, no es como si pudiera ocultar el hecho de que le gusto.
— ¿Él hizo qué?
— ¿Qué?
—Nada.
Frunzo el ceño, pero no digo nada a medida que el viaje termina dejándome en mi casa.
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