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Blow

—¿Tu papá sabe que fumas?

—¿Y a ti qué te importa? Vete antes de que llame a la policía y les diga que eres un jodido drogadicto que quiso abusar de mí.

—Hey, tranquila —elevó sus manos a la altura de su pecho—. Aquí la única que se metió en un callejón solitario para fumar fuiste tú, yo tan solo hice una pregunta inofensiva.

—Claro, lo que digas... —rodó los ojos y tomó una gran calada. Sus pulmones se expandieron mientras el humo ingresaba a su boca. No era el mejor sabor del mundo, pero vaya que le calmaba un poco.

Aunque tener a un completo extraño frente a ella no era para nada cómodo. A propósito estaba lejos de su casa para que ningún vecino o conocido le reconociera y, aunque no conociera a ese tipo de nada, en sus planes tampoco estaba el seguir ahí siendo observada por él. Fumaba solo para bajar sus nervios, ni siquiera estaba segura de hacerlo de la forma correcta.

Jungkook avanzó hacia ella y se apoyó contra la pared manteniendo una distancia que no era del todo prudente. Seonyou pensó en si era tonto como para actuar de esa forma. Ella no dudaría en enterrarle el cigarrillo encendido en el ojo si llegaba a ser necesario. En las calles podía haber cualquier loco y mientras fuera en defensa, haría cualquier acción por muy arriesgada que fuera.

—¿Tienes algún cigarrillo extra y fuego que me des? —tenía claro que llevaba un tiempo sin recurrir a su adicción, pero no podía dejar a una chica sola cuando momentos atrás había visto a un grupo de chicos bastantes cuestionables.

—¿Si los tuviera, por qué razón te los tendría que dar? No son precisamente baratos y menos para dárselos a un extraño.

—Jeon Jungkook, diecinueve años, hijo único, estudio en Samgaksan, repetí curso y probablemente vuelva a repetir. ¿Esto basta como presentación para no ser un completo extraño?

—Sigues siendo un completo extraño, pero bueno, yo ya me voy así que puedes tener este -le extendió el cigarrillo que había estado entre sus labios. Se había consumido bastante, pero algo le quedaba.

—Gracias —lo tomó y se quedó observando un par de segundos el débil humo que salía de la punta—. Si fuera un pervertido esto sería jodidamente excitante, eh.

Seonyou le miró en silencio y con sus labios transformándose en una fina línea. Por primera vez en su vida parecía que se había topado con un verdadero loco. Era cosa de observar la forma en que sus pupilas se expandían viendo el objeto; como si un fuego naciera en sus iris y se expandiera por todo su ser.

Su boca seca parecía demostrar una lucha interna entre si dar una calada o apartar el objeto de una vez. Y por los visto ganó la segunda opción, pues el cigarrillo terminó siendo apagado contra la pared y el poco humo que ya casi no salía se terminó por extinguir. De un momento a otro ya ni siquiera cenizas quedaban.

—Si en verdad no lo querías pudiste solo marcharte. La idea es no dejar evidencia, ¿sabes?

—Deberías dejar este hábito —ugnoró sus palabras mientras nuevamente se le acercaba, esta vez invadiendo más su espacio—. Tus pulmones se van a hacer mierda si lo sigues haciendo.

—Ya estoy completamente metida hasta el cuello en eso. Y no deberías intentar sonar preocupado o algo así —elevó su cabeza sin dar algún paso hacia atrás—. Cada uno tiene sus propios demonios y sus formas de enfrentarlos. Qué bueno si venciste los tuyos, pero algunos hacemos lo que podemos.

Sus ojos estaban temblando. Jungkook se sintió inmensamente reflejado e identificado en ella. Las luchas no eran fáciles, mucho menos cuando no había apoyo. Estaba seguro de que la chica frente a él no tenía a nadie en verdad. ¿Sino, qué hacía ahí para después seguramente dejar escondida cerca de su casa esa sudadera que olía a vainilla y cigarrillos y así no elevar tantas sospechas?

Aun siendo alguien de malos hábitos sintió pena por quién se encontraba parada frente a él como si en serio tuviera las fuerzas para hacerlo.

—Te acompaño a tu casa. Iré tres metros atrás y me iré cuando me digas. Es lo menos que puedo hacer para agradecerte por el cigarrillo aunque no lo haya fumado.

—Eres muy insistente y caprichoso.

—No lo creo. Si así fuera ya te podría haber estampado contra la pared para poder besarte. En cambio, sigo en mi lugar sin moverme —le explicó sin tampoco apartar los ojos—. ¿Qué dices? Es tarde y puede ser peligroso si estás sola por aquí.

—Insisto en que no me cuesta nada hacer un escándalo para que la policía llegue y te lleve.

—Correré el riesgo —elevó una de sus comisuras—. En todo caso, no sería la primera vez que me llevan.

Ambos se continuaron observando. Era una casualidad que sus caminos se hubieran cruzado esa noche pero, sin saberlo, el otro podría volverse una adicción tal y como los cigarrillos que Seonyou guardaba en su mochila.

Solo era cosa de tiempo.

—Es tan injusto. Como sabes a cigarrillos me haces caer otra vez en una nueva adicción.

—En realidad tú solito te metiste en el vientre de la bestia —Sonrió tras terminar el beso para luego tomar una calada y expulsar el humo en su rostro—. Desde el primer momento que me viste estoy segura de que ya sabías lo que podía pasar y aun así te arriesgaste.

Era la una de la madrugada de un día sábado y todo estaba en calma en la casa de Jungkook. Su padre se perdía entre botellas de alcohol todos los fines de semana y no aparecía en el hogar hasta los días lunes en la noche, así que no había problema alguno en llevar a Seonyou ahí. Los padres de la chica pensaban que se quedaba con una amiga tras la escuela intensiva y no le decían nada. Después de todo era una estudiante e hija ejemplar, no había nada que le pudieran sacar en cara.

—Para solo tener diecisiete eres una jodida manipuladora, You.

—Nah, cada uno se deja manejar como quiere. ¿Quieres una calada?

—No. Quiero otro beso.

Y si Seonyou se había vuelto adicta a los cigarrillos, Jungkook se había vuelto adicto a ella.

Con delicadeza le tomó el cigarrillo que tenía agarrado entre sus dedos y lo terminó por apagar para dejarlo en el cenicero en el velador a un lado de su cama. Lo había comprado pensando en ella y ya muchas veces había cumplido su función a la perfección.

Con eso hecho ya se pudo subir sobre la chica sin preocupación alguna de que lo pudiera quemar a él o incluso a ella. Ya había pasado una vez y no quería que se repitiera. Observó su rostro dándose el tiempo de apreciar cada pequeño detalle. Muchas veces no podía creer que en serio fuera real. Y no importaba que tuviera facciones de cansancio como esas ojeras que parecían nunca abandonarla y sus ojos que se mantenían más cerrados que abiertos, o su boca que generalmente estaba hecha una línea recta sin mucha gracia. Seonyou le parecía tan hermosa.

Deslizó una de sus manos por su cuello hasta dar con su mandíbula y el pequeño brilló que surgió en los ojos ajenos lo invitó a que se acercara un poco. Si la primera vez que la había visto quiso invadir su espacio, en ese momento tan solo quería fusionar sus mundos de una vez y volverse solo uno. Pero cada vez que estaban así de cerca sentía su garganta secarse y algo de sudor en sus manos y en otras partes de su cuerpo. Y es que no era tímido, para nada, ya muchas veces había pasado noches desvelándose gracias a ella. Quiso pensar que solo eran los nervios gracias a que por primera vez en su vida alguien le daba la atención que tanto había añorado en el pasado.

—¿Qué pasa? ¿Acaso soy mucho para ti?

—Eres justo lo que necesito. Aunque... Por eso mismo creo que me hice adicto —juntó suavemente sus narices mientras cerraba sus ojos—. Te sentí venir y aun así no pude escapar. Es un gran problema, pero ya estoy hasta el cuello...

—Los dos estamos en un gran problema —elevó su cabeza lo suficiente para que sus respiraciones se comenzaran a mezclar.

—Solo quiero que quemes mis labios —su pulgar comenzó a acariciar la pálida mejilla, deslizándose hasta llegar a su comisura derecha—. Por favor, no te detengas ahora, me tienes listo para-

Y lo interrumpió. Le gustaba dejarlo con las palabras en la boca.

Sus labios se encontraron y surgió esa chispa que tanto le gustaba a Jungkook. Besarla era como fumar un cigarrillo, primero empezaba por la chispa del fuego y el tacto en sus labios, luego la primera calada como un suspiro que se quedaba atrapado en su pecho y esa sensación que se extendía por todo su cuerpo. Sus labios quemando y sedientos por tomar ese par de labios una y otra vez. Prácticamente se sintió volar cuando las manos de Seonyou le comenzaron a acariciar como si de un instrumento se tratara.

—Ups, creo que te interrumpí hesus manos se pasearon por la cintura de Jungkook, casi bajando un poco más para dar con la cinturilla de su pantalón.

—Puedes hacer lo que quieras —le respondió para luego tironear su labio inferior—. Yo también haré lo que sea, tan solo dime qué hacer.

—Tomando en cuenta que te tengo aquí conmigo incluso estando en la misma mierda... Mereces un premio por eso —le regresó una suave mordida logrando sacarle un suspiro—. ¿Qué dices si se lo doy a tu cuerpo? Sería una falta de respeto tenerte así y no hacer nada al respecto, ¿no crees?

Jungkook realmente estaba perdido por ella, por eso mismo siguió sus indicaciones sin decir ni una palabra cuando le dijo que se pusiera de pie y apoyara su espalda contra la pared. Podía sentir a la perfección como su mano se movía por su abdomen hasta que llegó a su entrepierna y rozó justo ese lugar que estaba tan sensible. Jadeó sin poder evitarlo mientras en sus labios se formaba una pobre sonrisa y sus ojos hacían lo posible por conectar con los de ella.

Pero entonces la mano se terminó por colar bajo su pantalón y su ropa interior, y se le hizo imposible no cerrar los ojos buscando algo más de apoyo en la pared que tenía detrás de sí. Estaba en el cielo, y más cuando sus propias manos fueron a explorar el cuerpo ajeno. Todo se terminó por descontrolar cuando sus labios se encontraron otra vez en un beso mucho más fogoso y demandante.

Sí, definitivamente estaban volando.

Desde que Seonyou había ingresado a la universidad encontrarse se había vuelto mucho más difícil. Jungkook muchas veces pasaba por ese callejón esperando poder verla, pero tan solo había un lugar vacío sin mucha iluminación, e incluso la mancha del cigarrillo que había apagado ahí ya había desaparecido.

Continuamente se sentía inquieto. Cuando no la tenía a su lado se sentía incompleto, como si le faltara algo de vital importancia para poder seguir viviendo con normalidad. Había conseguido un trabajo algo flexible siendo repartidor, pero las jornadas eran agotadoras y tan solo quería ver a su chica con sabor a cigarrillos. No deseaba nada más en el mundo.

El reloj marcó las cuatro de la mañana. Otra noche en la que se quedaba pensando en ella y en lo que estaría haciendo. A veces deseaba ir a verla a su casa, pero sabía que era imposible. Seonyou tenía una muy buena reputación ante sus padres como para que él se apareciera siendo un chico de tantos del montón. Y claro, ¿quién querría que su hija estuviera con alguien que apenas había terminado algunos estudios mientras ella estaba en una de las universidades más prestigiosas? De tan solo pensarlo una pequeña risa se le escapó.

Era lindo soñar y perderse un rato en esas fantasías donde el que estuvieran juntos era una realidad. No como la verdadera, en donde la chica estaba tan rota y él intentaba ayudarla cuando ni siquiera consigo mismo estaba seguro de haber hecho un buen trabajo. Aunque la pasaban bien, de eso no había dudas. Habían disfrutado tanto, como la vez en la que habían despertado en los asientos traseros del automóvil que le había pedido a un amigo para llevarla a dar una vuelta. Esa noche había sido inolvidable en muchos sentidos, y una sonrisa se formó en su rostro con tan solo recordarlo.

Su celular comenzó a sonar y su sonrisa solo se hizo más grande cuando vio quien le estaba llamando a esa hora. Respondió enseguida sin siquiera dudarlo.

—Hey, You. Ya hace varios días que no sabía nada de ti. ¿Cómo has estado? -puso un brazo tras su cabeza mientras se acomodaba en su cama.

—Lo normal, ya me conoces. Mi vida no es para nada interesante o divertida.

—Cuando me tienes contra la pared se me hace que sí se vuelve divertida, eh. Si te pudieras ver en esos momentos... -se removió incluso si ya había hallado una posición cómoda— Me estoy arrepientiendo de no ser lo suficiente pervertido como para grabarnos.

Hubo un momento de silencio entre ellos. A los lejos solo se sintió alguna bocina de un vehículo.

—Jungkook —su voz sonó seria, una clase de seriedad que ya no estaba acostumbrado a escuchar de su parte.

—¿Si?

—¿Cómo dejamos que esto llegara tan lejos? Tenemos que dejarlo.

Nuevamente el silencio reinó, pero es que Jungkook no sabía qué decir. ¿Podía ser acaso una broma?

—¿Dejarlo? ¿De qué hablas? —tomó asiento al borde de la cama& Estamos bien. No nos vemos como antes, pero es lo de menos. Puedo hacer un esfuerzo e ir a tu universidad todos los días si es necesario, pero no me digas eso. Sé que no soy el mejor chico y que tal vez te da vergüenza que quienes te rodean te vean conmigo, pero es lo que hay y solo me importa que tú me aceptes.

—No es nada de eso. Es solo... Te hago mal, Jungkook —su voz se escuchó como un suspiro cansado—. No quiero arrastrarte a mi mierda cuando tú tienes tus propios asuntos. Lograste conseguir un trabajo y hasta arriendas un pequeño lugar. Yo solo soy una distracción y un estorbo para que puedas seguir con más logros. Te tengo atado a algo que no tiene futuro.

—Seonyou, no digas eso. Gracias a ti es que he podido visualizar un mejor futuro. Llegaste a mi vida y me hiciste darme cuenta de que valgo algo.

—Me alegra saber que al menos pude ayudarte en algo, pero en serio no podemos seguir. Lo siento.

—You... —no hubo respuesta— Seonyou... —pero entonces le cortó. Y aunque quiso seguir insistiendo, después de quince intentos de llamada se rindió.

Así fue como después de mucho tiempo Jungkook terminó tomando un cigarrillo para encenderlo y ponerlo entre sus labios. Lo peor era que su verdadera adicción ya no eran esos objetos que destruían pulmones. A quien necesitaba era a Seonyou, porque solo con ella había sentido que en serio valía algo.

Y quiso regresar a esos momentos felices que habían vivido, a esos como cuando habían despertado en el auto de su amigo casi sin saber quiénes eran o dónde estaban. O a esa ocasión en la que se habían besado por primera vez. Sí, definitivamente todo era mejor que estar tirado en su cama pensando en esa última conversación.

¿Dónde podía conseguir una estrella para pedirle regresar a su lado?

06/06/22

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