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Había llovido mucho los últimos días y el laboratorio clínico en el que trabajaba Seokjin a veces estaba demasiado lleno de gente. Tantas personas y tanta humedad lo hacían sentir como que hacía demasiado calor. Sin embargo, según el noticiero del clima, la temperatura era la más baja que había experimentado la ciudad en todo el año.

Seokjin sentía que se estaba ahogando.

—Doctor, ¿Puede señalarme el consultorio de audiometría? —Seokjin no era doctor, era psicólogo, ni siquiera era psicólogo clínico, pero no importaba que labor hicieras, si trabajabas en una clínica, eras un doctor.

—Oh, es el consultorio de al lado — señaló. Estaba comenzando a sudar y su tapabocas se pegaba a su rostro, la bata y el uniforme se sentían ásperos en su piel y él solo quería ir por Yoongi, comprar su maleta nueva, organizar sus vacaciones y olvidarse de todo por un tiempo.

Olvidarse de todo menos de Yoongi. Seokjin jamás querría olvidarse de Yoongi. Para el caso, pensar en él y en su viaje y en sus juegos interminables era lo que le permitía sobrevivir al día en una clínica llena de personas y gritos y desmayados aquí y allá porque les habían sacado demasiada sangre y no habían comido nada en toda la mañana.

Seokjin se tomó un tiempo de descanso para el tercer desmayado del día. Era media mañana aún y no tenía pacientes por atender por su cuenta. A veces eran entrevistas, a veces eran tests y pruebas psicométricas, a veces eran días de informes y tabulaciones. Se sentía mareado de pensar.

Se encerró en la pequeña sala de descanso con su desayuno y sacó su teléfono, su dedo bailó sobre el nombre de su persona y dudó por unos segundos. Yoongi sabía que Seokjin lo llamaba cada día a la misma hora porque era la hora en la que tomaba sus descansos, así que se aseguraba de siempre tener su horario despejado en ese momento para poder dedicarle unos minutos.

Vaya, que Yoongi no necesitaba decirle que le quería, Seokjin lo sabía, pero había pequeños momentos en que simplemente anhelaba tenerlo cerca y que dijera solo dos palabras, podrían ser su nombre o podrían ser te amo, pero que dijera dos palabras que pudieran encerrar su corazón en un fresco lugar organizado. Que lo sacaran del caos de la clínica.

Desde que Seokjin había comenzado a trabajar era menos el tiempo que tenían para estar juntos, pero pronto se irían de viaje y podrían ir a todos los museos, a todas las cafeterías y todas las lunas de miel que se habían perdido antes.

Dudó en llamar, sin embargo, porque era inevitable a veces sentirse inseguro.

Ya sabes.

Por cosas.

Al final no llamó, Yoongi lo llamó a él. Y contestó de inmediato, sin pensarlo porque era una respuesta automática, una conducta aprendida. Lastimosamente, lo primero que salió no fue lo que pensó que diría sino una tos estremecedora que vino desde lo profundo de su pecho.

Ah, así que por eso tenía calor.

—¿Hyung?

—Yoongi-yah, hyung se ha enfermado ¡Eres muy joven para enviudar!

—... Hyung, no vas a morir. Te resfriaste ¿Verdad?

—Lo siento, me dijiste que tomara el paraguas y lo olvidé.

—Mm, no tienes que decir lo siento. No a mí, al menos, eres quien enfermó. ¿Quieres que vaya por ti?

—¿Lo harías?

—Lo que sea por ti.

—...

—...

—¿Ves lo que haces? Ahora ¿Cómo podré no besarte cuando te vea?

—Podrás soportarlo, eres fuerte, hyung, ¡Fightin'!

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Las horas se pasaban más rápido cuando tenía algo que esperar.

Cuando tenía a alguien a quien esperar.

Y entonces incluso si tenía fiebre y su garganta se sentía como si la hubiesen raspado con lija, Seokjin sentía que era un día despejado a pesar de las nubes de tormenta.

En realidad se sentía feliz.

No había visto realmente a Yoongi en unos días y a veces la ausencia era una presencia física que se sentaba en la esquina de la habitación y agregaba toneladas de algodón a su garganta.

No era que fuera dependiente o algo por el estilo, era que Yoongi era como una celda fija de un excel sistematizado. Y entonces todas las páginas cambiaban, una tras otra, pero esa celda estaba siempre ahí.

A Seokjin le gustaba. Seokjin le amaba. Seokjin era feliz con Yoongi en su vida. Y no era como si no fuese feliz antes, pero la felicidad se había sentido como momentos esporádicos antes que podía tocar con recuerdos diseccionados en su memoria. Yoongi se sentía como felicidad al alcance.

Felicidad que burbujeaba como un refresco.

Felicidad de encontrarse y contarse cosas y apoyarse mutuamente y esperar pacientemente.

Por amor a Dios, Seokjin ni siquiera había besado a Yoongi una sola vez, pero había agarrado su mano y sostenía su corazón entre sus dedos, no podían decirle que no era felicidad.

Entonces las horas se pasaron como un borrón de gráficos e informes clínicos y entonces la chica del módulo 3 llamó a su consultorio y dijo que alguien lo estaba buscando.

Salió disparado, ya sabes, como cuando te dicen que tu pareja fue a buscarte y tú realmente querías verle.

Yoongi estaba ahí, con su abrigo [de Seokjin, fue un robo público], tenía su paraguas morado [también de Seokjin] y su nariz estaba enrojecida por el frío [Seokjin diría que esa nariz le pertenecía, también]

Corrió hacia él y juntó sus frentes. Yoongi se envolvió a sí mismo en su abrazo y los cubrió a ambos con su abrigo, como solía hacer Seokjin en el pasado.

Seokjin se sintió pequeño incluso si era el más alto de los dos y escondió su cabeza ardiendo por la fiebre y mareada por la enfermedad en la curvatura del cuello de Yoongi, que estaba frío y era cómodo.

Los arrastró hasta la salida, maniobrando el paraguas, la bolsa de medicinas que había comprado en el camino y a un Seokjin enfermo y enfurruñado.

Yoongi quería decir: te abracé por primera vez en un día lluvioso como hoy.

Secaste mi cabello y yo sequé el tuyo en un día lluvioso como hoy.

Me di cuenta de que te amaba en un día lluvioso como hoy.

No dijo nada, pero abrazó a Seokjin contra su pecho mientras detenían un taxi y se montaban en él y siguió abrazándolo mientras se quedaba dormido contra su cuerpo.

Yoongi siguió sin decir te amo, pero lo llevó a su apartamento, lo acostó en su cama, le preparó medicina. Se quedó a su lado mientras comía y luego se metió entre las sábanas con él. Lo apretó con fuerza, envuelto en un montón de mantas gruesas, y se acurrucó contra él mientras acariciaba su cabello sudoroso.

Yoongi no dijo te amo, pero compró un termómetro por él y colocó paños de agua tibia en su frente. Se quedó cada segundo a su lado sin pensar en que podría enfermarse también y, al final, se quedaron así, como dos pequeñas orugas colgando de un diminuto nido de pájaros.

—Yoongi-yah

—Hyung, intenta no hablar o dañarás tu garganta. Vamos a dormir.

—Yoon-ah

—¿Mm?

—Te amo mucho.

—Mm. Lo sé.

—Como, con todo mi corazón.

—Lo sé.

—Solo estoy mareado por la medicina.

—Bueno, puedo darme cuenta.

—Pero igual te amo, y tú me amas. Como, con todo tu corazón.

—...Mm. Tienes razón.

Seokjin ya estaba medio dormido, pero aún así sonrió. Afuera la lluvia seguía cayendo, sin embargo, dentro del pequeño nido seguía siendo cálido y puro y perfecto.

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N/A: así que el capítulo de hoy fue básicamente lo que pasó en mi día, pero yo no tengo un Yoongi que vaya a la clínica por mí y me cuide. Sigh.

¿Seokjin psicólogo que trabaja en un laboratorio clínico tiene sentido de repente? Sí, cómo de que no.

En fin, espero que estés teniendo los mejores días.