17: Birthday
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El día que Seokjin cumplió 30 años fue el mismo día de su quinto aniversario aleatorio.
Fue una crisis.
En primer lugar, habían decidido que fuese en el cumpleaños de Seokjin porque ambos habían estado lo suficientemente ocupados en sus respectivos trabajos como para no tener espacios de tiempo libre en común.
Así que no estaban en su mejor momento, ¿De acuerdo? Casi no podían hablar durante el día y, por la noche, estaban tan cansados que en ocasiones solo podían conformarse con algún mensaje de buenas noches, porque sus horarios de repente eran polos opuestos y eran esporádicas las ocasiones en las que alguno de los dos se quedaba a dormir.
Seokjin estaba extremadamente triste y sufría de insomnio y su pequeña cura temporal que habían sido los abrazos de Yoongi desaparecieron de repente, dejándolo con jornadas de 10 horas de trabajo y 3 horas diarias de sueño a lo sumo.
Adelgazó considerablemente, pero Yoongi no lo sabía porque no se habían visto realmente en un par de días, y los días anteriores solo no tuvieron el tiempo suficiente.
La segunda crisis llegó cuando Seokjin cayó en cuenta de que estaba cumpliendo treinta y miró las líneas de expresión de su frente y sus mejillas y las esquinas de sus ojos frente al espejo con juicio e incomodidad.
Y pensó en el tiempo que pasaba día a día y una especie de urgencia se apoderó de su cuerpo, como si de repente, en cualquier momento, pudiese quedarse sin tiempo.
Trabajaba 10 horas al día y dos horas más se invertían en el camino de ida y vuelta y luego las horas inutilizables del sueño y entonces ¿Qué le quedaba?
Y pensó en que no había visto a Yoongi en un tiempo y no se había quedado prendado de su pecho por la noche y no habían rodado por las sábanas mientras se besaban tranquilamente.
Tranquilamente, como si tuviesen todo el tiempo del mundo.
Deberían tener todo el tiempo del mundo.
Así que había decidido tener al menos un día para englobar todo el tiempo del mundo con Yoongi.
Pidió permiso en su trabajo con antelación, hizo la reserva del café al que iban cada año mientras Yoongi hacía lo mismo para asegurarse de que tuviesen ese día para ellos solos.
No era como era antes, por supuesto. Todo el tiempo del mundo eran quizá unas horas. Pero eran un total de 20 abrazos y quizá unos 500 besos y eran las mismas horas de tocarse y mirarse y estar en compañía del otro y de repente todo el tiempo del mundo era el infinito en horas contadas.
Era encontrarse temprano por la mañana y desayunar en su café favorito mientras tomaban sus manos, era ir al museo y sacarse fotos con fósiles y comer paletas en vasitos de plástico en la plaza.
Era almorzar en casa y que Yoongi le regalase su libro favorito del momento en edición de lujo por su cumpleaños y que Seokjin les comprase entradas vip para el último partido de basket como regalo de aniversario.
Era dormir la siesta sobre la alfombra de la pequeña sala del apartamento de Seokjin mientras Yoongi cantaba su versión ligera y de voz profunda del "feliz cumpleaños Seokjin-ah, feliz cumpleaños a ti".
Era despertar con los rayos del sol y regar las plantas en el alféizar de su ventana que Yoongi compró el año pasado y tomar juntos una ducha.
Era secarse el cabello mutuamente y poner música en el pequeño parlante rosa para bailar lentamente por el pasillo y la cocina.
Era ir a cenar mientras sonreía en grande y tomarse fotografías con la mala iluminación de las velas donde todas sus líneas de expresión de marcaban como curvas y relieves suavizados por la simple felicidad.
—Feliz cumpleaños, Seokjin-ah, feliz aniversario aleatorio —Yoongi besó su frente antes de darle un beso esquimal, rozando sus narices juntas con una sonrisa.
—Feliz aniversario aleatorio, Gichi.
Por este año y por todos los años más. Y por nuestro espacio infinito en un lapso de horas y por todo el tiempo del mundo.
Todo el tiempo del mundo contigo.
Esa noche durmieron en la misma cama mientras se abrazaban toda la noche.
Se sintió como volver a casa después de un largo viaje.
Seokjin pensó, mientras la respiración de Yoongi se relajaba y las farolas de la calle reflejaban halos de luz por la habitación a través del papel de la ventana, que incluso si partirse en un largo viaje y se extrañasen mutuamente por un largo, largo tiempo, no importaría.
No importaría si siempre pudiese regresar a casa.
Y casa era Yoongi.
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