5.
Esa semana fue como un sueño para JungKook.
Al día siguiente, como era sábado, partieron a YongPyong Ski Resort, un lujoso centro de esquí en el que iban a estar por toda la semana. Poseía no sólo pistas de esquí y lujosos hoteles, sino también piscinas temperadas y un sauna, una zona de golf, habitaciones de juegos y karaoke, restaurantes y pubs, tiendas para comprar distintas cosas y un salón de bolos. Además, contaba con teleféricos para recorrer todo el lugar.
TaeHyung no escatimó ningún gasto en ese pequeño viaje. Llevó a JungKook a todas partes para pasar tiempo entre ellos, y el omega sólo se dejaba llevar por esa efímera felicidad. Efímera, porque era lo que siempre pasaba entre ellos: el alfa lo mimaba unas semanas antes de volver a la rutina de todos los días.
Por eso mismo, no le dijo del embarazo todavía. JungKook quería disfrutar esos días sin preocupación alguna, sólo ellos dos y ese bonito lugar que parecía como un cuento de hadas. Tal vez ese era su florecimiento, pensó mientras abrazaba el brazo de TaeHyung y subían por el teleférico, abrigados para evitar el frío. Florecía pocas veces al año, cuando TaeHyung le dirigía una mirada, y después se escondía otra vez, esperando una señal para volver a nacer.
Aunque era un poco complicado ocultarle del embarazo a TaeHyung, comenzando por el hecho de que ya no podía beber alcohol. Usó mil veces la excusa de que no lo aguantaba bien, sin embargo, el alfa no parecía muy convencido por eso. Por otro lado, se fijó un día mientras salía de la tina, su vientre estaba un poco más hinchado. Era como si hubiera comido un montón de cosas ese día, con la tripa sobresaliendo un poco.
―Creo que estoy rechoncho ―comentó una tarde, mientras estaban en el salón de bolos―. ¿Me viste? Debería...
―No digas estupideces ―contestó TaeHyung, agarrando el bolo rojo con el que jugaba―. ¿Rechoncho? Aunque lo estuvieras, serías más adorable de lo que ya eres.
―¿Lo dices en serio?
―Claro ―el alfa le guiñó un ojo―, tendría más para agarrar cuando te follo, bebé.
JungKook estuvo tentado de lanzarle su bolo azul, pero sólo le sonrió, feliz.
El dos de enero les tocó volver de esas cortas vacaciones. El omega sabía que eso sería todo por ahora: TaeHyung volvería a trabajar y los murmullos regresarían. Estaba bien, ya se encontraba preparado para eso, porque era su rutina diaria. Atesoró esa bonita semana en el fondo de su corazón y la guardó con recelo, para recordarla cuando volvieran los días malos.
Al día siguiente, TaeHyung llegó a casa a las cinco y media. JungKook había estado de rodillas, en cuatro, buscando el control remoto bajo el sofá, cuando escuchó la puerta siendo abierta y TaeHyung apareció.
―¿Tae? ―preguntó, boquiabierto, y miró la hora―. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tan temprano?
―Quédate allí ―masculló el alfa, caminando hacia él y agarrándolo de la cintura―, ¿por qué no me recibes así todos los días?
JungKook le iba a preguntar a qué se refería, pero recibió una nalgada sobre su pantalón y las manos de TaeHyung le bajaron la prenda. Ni siquiera protestó o se quejó, tan sorprendido de que su alfa estuviera ahí, tan desesperado por hacerlo suyo.
Gimoteó al sentir la polla frotándose entre sus nalgas y sólo levantó más el culo, dándole mejor acceso al mayor.
Una vez acabaron, con el omega sentado en las piernas del alfa y haciendo arrumacos, recordó todo.
― TaeHyung―habló, con las mejillas coloradas y una sonrisa risueña―, ¿qué haces aquí? Siempre llegas más tarde, ni siquiera tengo lista la cena.
―Olvida la cena ―contestó el alfa―, ¿no me quieres aquí? Si es una queja, puedo volver...
―¡No! ―chilló JungKook―. No, llega siempre a esta hora, me encanta que estés en casa.
El omega no lo decía en serio, porque sabía que eso era una anomalía, se salía de la rutina. Tal vez TaeHyung sólo estaba cansado y decidió trabajar lo justo y necesario, y los próximos días todo volvería a la normalidad.
Sin embargo, TaeHyung volvió a llegar temprano la siguiente tarde. En ese momento, JungKook estaba en el baño, dándose una larga ducha en la tina, con burbujas en la superficie. Se sobresaltó cuando la puerta del baño se abrió, y su marido llegó con una sonrisa satisfecha. El alfa se desnudó pronto y se metió a la tina, entre los balbuceos atónitos de JungKook, y tal como el día anterior, tuvieron sexo.
―Estás muy insaciable ―le dijo el omega al terminar.
―No sé qué me pasa ―contestó TaeHyung, relajado en el agua caliente―, pero cuando siento tu aroma, mi alfa lo único que quiere es tomarte. ¿Te molesta? Sabes que...
―Tómame lo que quieras, mi amor ―contestó JungKook.
―¿Ves? ―gimoteó TaeHyung―. Eres tú, me estás tentando. Tu aroma es distinto, ¡es como si fuera un afrodisiaco! ¿Por eso ya no consumes alcohol?
JungKook se rió, escuchando las protestas de TaeHyung, pero sintiendo una leve culpabilidad. Debería decirle, ¿no? Ya era momento de decirle la verdad, que sería padre. Que ambos serían padres y tendrían una familia más grande y podrían usar esos cuartos vacíos que durante mucho tiempo lo persiguieron.
―Te amo ―le dijo, sin poder evitarlo, y lo abrazó.
TaeHyung le devolvió el abrazo.
―También te amo ―contestó el alfa, y JungKook no pudo evitar la sorpresa una vez más, porque era la primera vez que se lo escuchaba decir.
Era la primera vez que el mayor le decía eso. Siempre usaba los te quiero para los momentos de cariño, nunca un te amo, y eso hizo que su corazón se estrujara de una forma inexplicable, la emoción provocándole temblores en su cuerpo. Sin poder evitarlo, lo abrazó con más fuerza, y TaeHyung le besó la piel del cuello, sobre su marca.
―Me gusta cómo suena ―le susurró el alfa, y JungKook comenzó a mover sus caderas, sin poder evitarlo―, te amo, te amo, te amo, JungKook.
El omega se sintió embriagado con esas palabras.
TaeHyung siguió trabajando en su horario establecido por el resto de la semana y dejó las horas extras. Con el alfa en casa, hacían las comidas en conjunto, se ponían a ver series en la televisión y, a veces, iban de compras juntos también. La siguiente semana comenzó de la misma forma, y JungKook decidió que ya era el momento de decírselo a TaeHyung.
Quedó en ir a verlo a su trabajo a la hora de almuerzo, llevando la comida para que los dos comieran en la oficina de su esposo. Se puso lo más bonito que pudo, guardó las cosas y subió al auto. En ese momento, recibió un mensaje. Era de EunWoo.
EunWoo hyung
KooKoo, ¿estarás en casa más tarde?
Quería darte un regalo por tu embarazo.
JungKookie
¡No te preocupes, hyung!
Voy ahora a ver a TaeHyung.
EunWoo hyung
¡Bien! Te veo entonces.
JungKook tarareó todo el camino al edificio, sintiéndose tan feliz por cómo iban las cosas. TaeHyung, de alguna forma, pareció darse cuenta de lo que necesitaba el omega, y eso le hacía sentir tan contento que hasta podría cantar. Además, con la amenaza de TaeHyung en esa fiesta, los murmullos a su alrededor se esfumaron.
Es decir, a veces seguía sintiendo las miradas maliciosas, sin embargo, ya nadie susurraba cuando llegaba a algún lado. Eso era lo segundo mejor de todo.
Bajó del auto y entró al edificio, saludando a todo el mundo. En el ascensor se encontró con HoSeok, que también iba subiendo, y se fueron conversando todo el camino.
― Felicitaciones ― Agregó su amigo omega, cuando las puertas se abrieron―, por tu embarazo.
―¿Cómo...? ―preguntó, parpadeando.
―¡Se nota! ― HoSeok le guiñó un ojo―. Estás resplandeciente, KooK.
JungKook se puso colorado, pero salió detrás de HoSeok, tan contento y emocionado.
Mientras caminaba hacia la oficina de TaeHyung, se encontró con EunWoo a pasos de ésta. El alfa le saludó, sonriente también, y JungKook se acercó a hablar un poco con él.
― Pareces florecer ―dijo su amigo.
―Me siento como la más bonita de las flores ― Bromeó JungKook, riéndose.
―¿Sí? Mira, tengo un regalito para ti, por tu embarazo ― Contestó EunWoo, entrando a su oficina, y salió cinco segundos después con un ramo de flores: eran gardenias, de un blanco puro muy hermoso―. Me recuerdan a ti, Kook.
―¡EunWoo, no era necesario! ―dijo JungKook, conmocionado, pero recibió las flores―. Muchas gracias, esto es...
―¿Qué mierda es esto?
El omega se sobresaltó cuando escuchó la enfurecida voz de TaeHyung viniendo detrás de él. El chico se giró, viendo a su marido observando a EunWoo con los ojos refulgiendo por la rabia y las manos apretadas en puños. JungKook interpretó la escena enseguida: él recibiendo unas flores de otro alfa, que le estaba cortejando desde hace mucho.
― TaeHyung... ―comenzó a decir, con la voz temblando.
―¿Por qué mierda le estás dando flores a mi omega? ― TaeHyung lo ignoró, pasando de largo y empujando a EunWoo por los hombros. Si no fuera tan grave, sería gracioso pues su esposo era más bajo que el otro alfa, pero en ese momento estaba muy asustado―. ¿Acaso no te quedó claro lo que te dije la otra vez? ¡No te quiero cerca de él!
―No puedes impedirme estar cerca de mi amigo ―replicó EunWoo, mirándolo despectivo―. Si JungKook me dice que me aleje, entonces lo haré. Mientras, no tienes que meterte entre él y yo.
No fue la mejor elección de palabras, JungKook lo supo enseguida. TaeHyung no tardó en levantar su puño y golpear a EunWoo en el rostro, botándolo al suelo. El resto de los trabajadores a su alrededor exclamaron por la sorpresa.
―¡TaeHyung, por dios! ―gritó JungKook, espantado.
―¡¿Él y tú?! ―gritó TaeHyung, iracundo―. ¡Una mierda! ¡JungKook es mi omega, es mi esposo, y estoy harto de que trates de quitármelo!
―¡Mejor aprende a ser un mejor esposo si no quieres que lo enamore! ―escupió EunWoo, golpeándolo de vuelta.
―¡Basta, dejen esta estupidez! ―exclamó el omega―. ¡Por favor, deténganlos!
Nadie parecía querer meterse, porque los dos alfas exhalaban un montón de feromonas de rabia y cólera. El fuerte aroma golpeó a JungKook, haciéndolo temblar por el miedo de la situación.
EunWoo tenía el labio roto, mientras que la nariz de TaeHyung sangraba. Cuando JungKook sentía que rompería a llorar, la madre de su alfa apareció con una clara expresión de sorpresa.
―¡¿Qué demonios está pasando?! ―dijo, y agarró a EunWoo, que en ese momento estaba sobre TaeHyung, y lo tiró de la camisa ―. ¡Deténganse ahora!
Chanyeol, uno de los empleados, sostuvo a EunWoo. Hyorin fue donde su hijo y lo asió desde el saco, arrastrándolo hacia JungKook.
―¡Miren el desastre que son! ―gruñó ella―. ¿Cuántos años tienen? ¡Ya son adultos! ―los dos hombres se encogieron en sus lugares. JungKook tomó a TaeHyung del brazo―. ¡A sus oficinas, ahora, o los despediré! ¡Y no me importará que seas mi hijo, TaeHyung!
JungKook tiró de TaeHyung hacia la oficina, sin dejar de temblar. El alfa gruñía y miraba hacia atrás, a TaeHyung, pero al menos no volvió a lanzarse sobre él. El menor cerró la puerta.
―Estoy harto de ese idiota ―comenzó a decir TaeHyung, yendo a su escritorio a buscar un pañuelo―, mirándote, haciéndote ojitos, y tú dándole falsas esperanzas, como...
―Si me ofendes, me marcho de aquí ―habló JungKook, con la voz tiritando.
TaeHyung comenzó a limpiar su sangrante nariz. Seguía viéndose muy enojado, enfurecido y fuera de sí. JungKook nunca lo vio así, porque... porque nunca hubo motivos, en realidad. TaeHyung jamás fue celoso, no hasta ese punto, ya que, además, JungKook no le dio motivos para ello.
―¿Regalándote flores? ― TaeHyung lo miró―. ¿Por qué ese idiota te regaló flores? ―sus ojos se estrecharon―. ¿Ahora me vas a decir que son amantes?
JungKook dio dos pasos y lo abofeteó. La palmada resonó en la oficina, que estaba en sepulcral silencio, y el omega apretó sus labios. TaeHyung se movió a los segundos, dándole la espalda.
―Eres un cretino ―le dijo JungKook y sus ojos se pusieron llorosos―, vete a la mierda, TaeHyung.
Se volteó para salir de allí, pero el alfa volvió a girarse y le agarró del brazo.
―Perdón, perdón ―se disculpó, agotado―. Lo siento, dios, esto es... Perdón, no tuve que decir eso. Sigo muy enojado y...
JungKook sabía que no era la mejor opción, que debería esperar a que se calmaran. No era lo ideal en ese momento.
― TaeHyung ―sin embargo, el omega ya no lo aguantó más―, EunWoo me regaló flores porque... porque estoy embarazado.
El mayor se echó hacia atrás, sorprendido y atónito. Abrió la boca, pero no emitió sonido alguno por otros largos segundos. Presionaba el pañuelo contra su nariz, aunque más allá de eso, no hizo algún otro gesto.
―¿Qué? ―fue lo único que dijo luego de unos minutos.
―Estoy embarazado ― Repitió JungKook―, vamos a ser padres, TaeHyung.
Otros segundos de silencio.
TaeHyung fue el primero en moverse, pero no de la forma que JungKook esperaba. Él se imaginaba el grito de felicidad y un abrazo, sin embargo, ocurrió todo lo contrario.
TaeHyung se desmayó. Sus ojos rodaron, retrocedió un paso y cayó al suelo de forma estrepitosa. El omega no podía creer lo que estaba ocurriendo frente a él, y sólo contempló dos segundos el cuerpo inerte de su marido antes de gritar por ayuda.
Para su propia fortuna, Kyungsoo, otro de los trabajadores, apareció y observó la escena con sorpresa, antes de ayudarlo a arrastrar al alfa al sofá. Además, fue a buscar un paño con un vaso con agua para tendérselo al omega. JungKook no sabía cómo interpretar todo eso.
Mientras seguía inconsciente, le limpió la nariz para quitarle los restos de sangre, y con el paño húmedo, le mojó el rostro con cariño. Diez minutos después, TaeHyung soltó un quejido y comenzó a removerse. Abrió los ojos de golpe y lo observó, aturdido.
― Kook ―habló, con la voz ronca―, tuve un sueño horrible.
JungKook runció los labios.
―¿Soñaste que estaba preñado?
―¡Sí! ― TaeHyung tosió―. Pero me decías que era de EunWoo y querías el divorcio.
Ahora, el omega rodó los ojos, un poco enfadado todavía por lo que acababa de ocurrir. TaeHyung fue un idiota completo, le dijo cosas feas y, además, golpeó a su amigo. Por otro lado, se desmayó cuando le dio la gran noticia, ¿es qué podía ser más idiota?
― TaeHyung―dijo, con poca paciencia―, ¿recuerdas lo que hiciste y dije?
―¡Claro que sí! ―saltó el alfa, antes de soltar un nuevo quejido―. Por dios, ese estúpido tiene un puño fuerte. Cuando lo vuelva a ver...
―¡No harás nada! ―explotó JungKook―. ¡No le harás nada, porque EunWoo no hizo nada malo! ¡Estás más concentrado en eso que en...! ¡Ni siquiera me has felicitado por estar embarazado!
TaeHyung abrió la boca, atónito por el arrebato del omega. JungKook le miró con rencor y su pareja tuvo la decencia de verse avergonzado.
―Yo... uh... Lo si-siento, KooKoo ―se disculpó, tragando saliva―. Espera, entonces, ¿realmente estás embarazado?
―¡Claro que sí! ― JungKook se puso de pie―. ¡¿Por qué mierda estaría mintiendo?!
―Pensé que lo decías para hacerme una broma ―trató de explicar TaeHyung.
JungKook agarró el vaso, con restos de agua, y le lanzó el contenido. El rostro del alfa quedó empapado, pero se quedó congelado por la acción. Le estaba valiendo todos sus esfuerzos el no lanzarse sobre su esposo a darle otro golpe que le quebrara la nariz.
TaeHyung parpadeó.
― Eso quiere decir que... ―sacudió su cabeza―, ¿por eso no estabas bebiendo alcohol?
―¡Eres un genio, TaeHyung!
―No, no me estás entendiendo ― TaeHyung se puso de pie también, con una expresión calculadora ahora― JungKook, llevas sin beber alcohol por casi un mes.
Oh. Mierda.
El omega supo enseguida por donde estaba yendo la mente de TaeHyung. Lo podía casi ver ante sus ojos.
―Y EunWoo lo sabía, porque te regaló esas flores para felicitarte ―el mayor lo miró―. ¿Hace cuánto lo sabías y por qué demonios me estoy enterando ahora?
Rascó su nuca, incapaz de hablar para justificarse. Por dios, todo era un desastre en ese momento, ¿cómo las cosas podían dar un giro tan rápido en menos de un minuto? Ni siquiera sabía bien qué inventar para no salir tan trasquilado en esa tonta situación.
Aclaró su garganta, decidido a ser lo más honesto posible. TaeHyung iba a enfadarse y hasta ahí llegaría todo el amor que le dijo, pero ya no podía mentirle más.
―Cuando... cuando tuvimos esa pelea grande ―habló―, a inicios de diciembre. Estuve...
―Estuviste vomitando ― TaeHyung tenía las cejas arrugadas.
―Sí. Me hice un... un examen de la farmacia y arrojó positivo. Yo no... no sabía cómo decírtelo, porque habíamos discutido y estaban esos rumores y... Y tenía mucho miedo, TaeHyung―su voz tembló―. Sé que no es justificativo, pero no sabía cómo te lo ibas a tomar. Tenía mucho... mucho miedo de que ni siquiera te pusieras contento ―se puso a llorar, sin poder evitarlo, y soltando todo lo que estuvo sintiendo esos últimos meses―. Ni siquiera sabía sí me amabas en ese momento.
El omega frotó sus ojos para alejar las lágrimas, sin levantar la vista porque no quería ver el rostro de su esposo. No quería ver el odio y el repudio allí.
―¿Cómo podías creer eso, JungKook? ―preguntó TaeHyung.
―Porque no me lo decías ―sollozó el chico―, porque no... no me lo demostrabas seguido. Siempre me sentí... me sentí en segundo lugar, como si fuera un objeto decorativo para ti. Algo que admirar en ocasiones y nada más. Te la pasabas trabajando, apenas tomándome en cuenta, y escuchaba que tenías amantes, así que no sabía que... que creer. Estaba de-demasiado confundido, habíamos peleado y no hablábamos, era un caos en mi mente.
Siguió llorando unos segundos, en los que TaeHyung no habló. Parecía que le estaba dando su tiempo para continuar, y JungKook lo agradecía, porque temía que se pusiera a atacarlo enseguida, sin dejarle dar una explicación.
―Sólo quería que... que mi esposo me diera un poco de su tiempo, pero eso jamás pasaba. Me sentía muy, muy solo, Tae.. ―sorbió por su nariz, todavía sin mirarlo―. Hasta pensaba que, si me ponía a parir, ni siquiera te darías cuenta. Me sentía como un fantasma a tu lado, TaeHyung.
Más silencio. JungKook se sentó, desahogándose, soltando todo lo que estuvo guardando por años. Era como si el peso en sus hombros se estuviera esfumando, y era liberador, pero también muy aterrador. Si estuvo aguantando eso tanto tiempo fue porque no sabía lo que podía provocar, y ahora, estaba a punto de averiguarlo.
―Quise decírtelo en varias ocasiones, pero no encontraba el momento adecuado ―siguió JungKook―. Después, tuvimos esas vacaciones tan bonitas, aunque yo pensaba que no iban a durar. Siempre que... que hacíamos esas cosas, cuando me prestabas atención, duraba sólo unas semanas. Yo sabía que todo eso, tus atenciones, tus cariños, iban a desaparecer en algún momento, porque volverías a trabajar, y todo seguiría siendo igual.
― EunWoo, ¿cuándo lo supo él?
―La noche de la cena de la empresa ―confesó―. Se lo dije porque necesitaba decírselo a alguien. EunWoo sólo ha sido mi amigo, TaeHyung, nada más. Nunca ha sido nada más...
Sintió a TaeHyung sentarse en el sofá también, pero todavía era incapaz de verlo. Estaba muy asustado de lo que fuera a pasar ahora, de lo que iba a ocurrir. Para él, ya era casi seguro que su esposo le pediría el divorcio.
―Como la he liado, Kook-ah.
Levantó la vista bruscamente, mirando el rostro afligido y lloroso de TaeHyung. Jamás lo vio así de afectado en su vida, desde que lo conoció, siempre lucía como un alfa fuerte y que no se dejaba doblegar por nada. Ahora, parecía a punto de quebrarse también, y eso le asustó aún más.
―No estoy enfadado, Kook ―comenzó a decir TaeHyung, y el alfa le agarró la mano―, sólo estoy muy decepcionado de mí y de la forma en que te hice sentir estos años. No fue mi intención jamás, pero no sirve de nada que lo diga, porque al final sí te hice miserable.
―No, no miserable ―se apresuró en corregir el omega―, sólo...
―Te hacía sentir inseguro y que no valías nada, cuando eres todo para mí ―le interrumpió su esposo con amabilidad―. Cuando ocurrió eso en la cena, cuando vi la forma en la que te trataban, me di cuenta de que yo permití aquello. Fue por eso por lo que... que me prometí que cambiaría, que sería el esposo que te mereces. Por dios, tenía tanto miedo de que te enamoraras de EunWoo y decidieras abandonarme, KooKoo...
El omega soltó unas risas entrecortadas, moviéndose y sentándose más al lado de TaeHyung ahora. El alfa seguía teniendo esa mirada desolada, como si no supiera qué hacer, y JungKook le dio un apretón en la mano.
―Lamento haber sido frío y descariñado contigo ―agregó TaeHyung―, lamento haber priorizado mi trabajo antes que a ti, bebé. Nunca más va a pasar eso, lo prometo ―a pesar de su rostro desconsolado, el alfa le sonrió―. Y estoy muy, muy feliz de que estés embarazado, a pesar de que quise ser el primero en saberlo.
―Eres el tercero ―contestó JungKook. TaeHyung le miró con interrogación― Hobi lo ha adivinado hoy, dice que se me nota.
TaeHyung olisqueó el aire.
―Eso explica tus feromonas y por qué mi alfa parecía tan enloquecido por ti ―dijo TaeHyung―. Por dios, ¿cómo no lo noté? Soy un idiota, KooKoo.
―Sí ―concedió el omega, antes de corregirse―. Lo siento, no quise...
―Vamos, dilo ―provocó TaeHyung, más repuesto―, quiero escucharlo. Sé que te mueres de ganas, no voy a enfadarme.
JungKook, todavía con el rostro húmedo por las lágrimas, se rió torpemente. Sin embargo, TaeHyung le miraba con total seguridad.
―Eres un idiota ―habló, tímido―, un tonto, ¡todo es por tu culpa! Olvidar nuestro aniversario y dejándome de lado... ¡eres lo peor, TaeHyung! ―se calló unos segundos―. Y te amo. Te amo tanto que estaría dispuesto a ser tu segunda opción, a pesar de todo.
―No ―el alfa lo atrajo a su regazo―. Si te vuelvo a hacer sentir así, tienes el permiso para gritarme y golpearme. Y si lo sigo haciendo, puedes irte, JungKook. Puedes marcharte y romperme el corazón ― JungKook lo abrazó, sintiendo el aroma de TaeHyung envolviéndolo―. Te amo, precioso. Te amo con todo mi corazón.
―¿De verdad me amas? ―preguntó JungKook tímido, torpe, pero esperanzado. Siempre esperanzado.
―Claro que sí ―aseguró TaeHyung, besándolo―. Te lo diré cuantas veces quieras, hasta el final de nuestras vidas.
―Dímelo otra vez, por favor.
―Te amo, te amo, te amo, hermoso.
JungKook se rió, abrazándolo una vez más, con su corazón latiendo aceleradamente.
―¿Y a nuestro cachorrito también?
―Por supuesto ―un poco titubeante, el alfa le acarició el vientre por encima de la ropa―. Tu padre es un idiota, cachorrito.
JungKook se rió con más ganas ahora, todavía asustado por todo lo que acababa de ocurrir, pero más aún, sorprendido porque el mundo no se hubiera derrumbado. Durante mucho tiempo creyó que decir la verdad de sus sentimientos podía arruinarlo todo, pensó que priorizarse sólo traería problemas, sin embargo, no era así. TaeHyung lo escuchó, lo consoló, se disculpó y, por sobre todo, lo amó también.
―Quiero que te tomes unas vacaciones ―habló, sin soltarlo. TaeHyung hizo un ruido afirmativo con su garganta―, ¡quiero que vayamos a Europa!
―¿Europa? ―cuestionó el alfa, pero recibió un golpe en el hombro―. ¡Ouch! ¿Tengo opción para negarme?
―¡No! ― JungKook lo besó en la boca―. Si no lo haces, ¡le diré a EunWoo que me lleve!
― EunWoo puede irse a tomar por culo ―replicó TaeHyung―. Tendrás tu viaje, bebé. ¿Francia?
―¡Italia!
―¿Qué tal Alemania?
―¡E Inglaterra!
―Me dejarás en la miseria.
―Yo te haré miserable si no me llevas.
TaeHyung se carcajeó ante sus palabras y JungKook admiró la forma en que el alfa sonreía, con sus ojitos cerrándose, sus dientes asomándose. El omega pensó en lo mucho que quería que su cachorrito tuviera esa misma sonrisa, porque era preciosa.
―Ahora debes pedirle perdón a EunWoo ―agregó.
La risa murió, pero JungKook se puso serio, observando a TaeHyung arrugar los labios en clara señal de inconformidad.
―Ese idiota...
―Es mi amigo ―le interrumpió JungKook―, nada más. Te pusiste celoso por una estupidez.
―¿Celoso, yo? Claro que no, qué dices ―bufó TaeHyung.
JungKook sonrió levemente, acariciando el cabello de su esposo.
―¿Puedes pedirle perdón, por favoooooooor? ―le dijo, haciendo un puchero.
TaeHyung soltó unas maldiciones en voz baja, provocando que el omega se riera, y poco después su esposo se puso de pie. JungKook le agarró la mano, siguiéndolo fuera de la oficina. A su alrededor, los empleados volvieron a mirarlos, y algunos contuvieron el aire cuando lo observaron caminar hacia la oficina de EunWoo.
JungKook estaba listo para usar su arma escondida si volvían a pelear, que era ponerse a llorar. Si no funcionaba, no pensaba hablarle a TaeHyung en semanas.
El alfa tocó la puerta, y EunWoo apareció. Tenía el labio hinchado y el cabello hecho un desastre. Detrás, estaba Hyejin, una omega que trabajaba como secretaria allí.
―¿Qué quieres? ―dijo entre dientes el alfa más alto.
TaeHyung se aclaró la garganta.
―Lo siento ―se disculpó―, no quise golpearte. Es decir, sí quise hacerlo, y tampoco lo siento, pero JungKook me obligó... ¡AH, MIERDA, KOOK!
El omega había pellizcado a TaeHyung en el brazo, su rostro inconforme por lo que acababa de escuchar por parte de su esposo. EunWoo rodó los ojos.
―Yo tampoco lamento haberte golpeado ―replicó el otro alfa―, te lo merecías hace mucho, por todas las veces que hiciste llorar a JungKook.
Bueno, eso definitivamente no fue una gran idea.
Agarró a TaeHyung de los hombros, cuyos ojos refulgieron en clara señal de amenaza. Ellos nunca iban a llevarse bien, lo tenía claro.
Sin embargo, su esposo hizo algo que no se esperaba: se volteó y lo agarró de la cintura, atrayéndolo a su cuerpo.
―Quiero dar la gran noticia ―dijo en voz alta, haciendo que todos los empleados lo miraran. Su madre, que estaba hablando con unos mánagers, también se giró a verlos―, de que mi bonito esposo está en cinta. JungKook y yo seremos padres.
La gente lanzó exclamaciones de sorpresa, felicitándolos y sonriéndoles, aunque JungKook pudo ver algunos rostros maliciosos. Esos murmullos jamás desaparecerían, pero ahora, el omega no los iba a tomar jamás en cuenta.
Hyorin se acercó con clara expresión de sorpresa.
―¡Por fin seré abuela! ―dijo, contenta―. ¡Tu padre llorará de la emoción, TaeHyung! ¡Ojalá sea el primero de muchos cachorritos!
JungKook se puso colorado, sin embargo, TaeHyung lo miró y lo agarró de la barbilla.
―Claro que será el primero ―afirmó, feliz―, el primero de nuestra familia.
El omega lo abrazó, cerrando sus ojos y pensando que esa era la felicidad que siempre quiso.
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