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3.

Advertencias: omegaverse SeungMin!Alfa x JeongIn!Omega. Fic corto. Contiene algo de drama y angst, pero también fluff por algunas partes. 

El día de su aniversario, JeongIn no esperó nada especial, pero eso no evitó que no doliera.

SeungMin salió temprano ese día, murmurando sobre todo lo que debía hacer a lo largo de las horas. Él omega decidió levantarse con él para desayunar juntos, deseando en su interior que él alfa le deseara un feliz aniversario, sin embargo, no pasó nada de eso. Por el contrario, SeungMin comió en diez minutos, fue a lavarse los dientes y salió con un fugaz beso de despedida. JeongIn volvió a la cama, bajoneado.

Decidió distraerse durante el resto del día ordenando la casa. Para tardar más de lo normal, acomodó las cosas del comedor de otra forma, girando el sofá, moviendo el mueble de la televisión, cambiando de lugar la alfombra. Al final, no le convenció para nada, y regresó todo a dónde estaba antes, pero al menos desperdició gran parte de la mañana en eso.

Pensó, entonces, que podría ir a almorzar con SeungMin. Si preparaba algo y lo llevaba, podrían comer incluso en la oficina.

Sacó su móvil y decidió enviarle un mensaje.

In-ah

Seung

¿Estás muy ocupado?

Siempre enviaba mensajes, porque era mucho más rápido que llamarlo. Si estaba con demasiado trabajo, SeungMin tenía su móvil en silencio y casi nunca atendía llamadas por lo mismo.

JeongIn esperó con paciencia. Envió el mensaje a mediodía, así que decidió empezar a preparar la comida por si SeungMin contestaba pronto.

A las dos ya tenía todo listo. Su esposo todavía no contestaba.

Seung

Estoy corriendo.

¿Pasó algo?

JeongIn recibió el mensaje a las cuatro de la tarde. A esas alturas, ya había comido y guardado el resto de la comida.

In-ah

Nada importante, ya lo arreglé.

Avísame a qué hora llegas, para tenerte la cena.

Seung

Lo siento, bebé, no llegaré a cenar.

Come y ve a la cama, no sé a qué hora llegaré.

JeongIn contestó con un emoji sonriente, sin obtener respuesta. Miró el regalo envuelto sobre la mesa con desánimo, suspirando por su propia estupidez. ¿Realmente esperaba algo más?

Encendió la televisión y se puso a ver una serie, queriendo distraerse a pesar de que sus pensamientos estaban en otra parte.

Él sabía que, cada vez que estaban a punto de debutar un nuevo grupo, o algunos idols tenían un comeback, o debían gestionar los programas en los que participarían sus actores y actrices, el trabajo que tenía la empresa era el doble que un día normal. No era la primera vez que SeungMin llegaba tan tarde a casa. Sin embargo, llevaba mucho tiempo con un horrible presentimiento de que su alfa le evitaba y estaba con otras personas.

A diferencia de él, SeungMin pasaba la mayor parte del día rodeado de mucha gente, por lo mismo, solía llegar con su aroma disperso y mezclado con otros olores. Cuando JeongIn lo besaba o abrazaba, podía sentir con más fuerza un aroma a lavanda, característico de omegas.

¿Le estaría engañando con alguien de la empresa o sería un omega externo a ella? Probablemente lo último, si fuera con alguien de su lugar de trabajo, ya lo sabría. Muchos compañeros de SeungMin eran unos chismosos. ¿Se acostaría con ese omega? ¿O sólo serían un par de besos? Qué aburrido era si sólo se besaran, JeongIn apostaba por lo primero. Se acostaban y luego SeungMin se duchaba para eliminar el aroma de él, aunque siempre quedaban restos. ¿Y qué tal si lo seguía un día? No, eso sería demasiado obsesivo y terminaría haciéndose mucho daño si lo veía frente a él.

Sacudió su cabeza con fuerza, espantado, y le subió el volumen a la televisión, como si de esa forma pudiera ahogar todos los pensamientos que seguían surgiendo en su imaginativa cabeza.

A pesar del mensaje de SeungMin, decidió esperarle igual. Dejó su regalito sobre la mesa del comedor, se acostó en el sillón y siguió viendo películas. Quizás, si llegaba pasadas las nueve, podrían pedir algo para comer, eso estaría bien. No era la celebración de aniversario ideal, pero era mejor que nada.

Cuando dieron las once, se acurrucó en el sofá.

Cerca de la una de la mañana, SeungMin abrió la puerta lo más silencioso que pudo, queriendo evitar hacer mucho ruido para no despertar a JeongIn. Por Dios, cómo odiaba esas reuniones con los accionistas y gran parte de personas importantes de la empresa. Siempre iniciaban en una oficina y terminaban en algún bar. Por mucho que quisiera escaparse, no podía simplemente marcharse, pues sería una gran falta de respeto con sus padres, que también solían ir. Incluso pensó en llamar a JeongIn para que fuera, pero decidió que no lo molestaría tan tarde con sus tonterías.

Le llamó la atención ver la luz de la televisión encendida, y caminó hacia el cuarto de estar, viendo a JeongIn durmiendo en el sofá con una manta encima. Sacudió su cabeza en señal de reprobación, aunque también con cariño, y fue a despertar a su esposo. Antes de inclinarse, sus ojos se quedaron congelados en el regalo sobre la mesita: una caja mediana envuelta en papel.

Frunció el ceño ligeramente, ¿Para qué era eso?

Un pensamiento fugaz cruzó su cabeza: MinHo le dio ese regalo a JeongIn.

¿Qué se creía ese idiota, cortejando a su omega de esa forma? ¿Acaso creía que él no sabía que le estaba echando un ojo a JeongIn? Tendría que hablar con él alfa para decirle que detuviera ese jueguito, porque no le estaba haciendo ninguna gracia. JeongIn ya tenía a SeungMin, y no estaba dispuesto a compartirlo con nadie.

Pero primero, hablaría con su esposo.

Se sentó frente a él, sacudiéndolo con suavidad. JeongIn se removió entre quejidos.

―In-ah ―masculló SeungMin―, vamos, despierta, cariño ―él omega parpadeó, con sus ojitos hinchados por el sueño. Se veía muy adorable―. Venga, ¿Qué te dije, Nini? No debías esperarme.

Mmm... ¿Qué hora es, Seung? ―preguntó JeongIn, con la voz ronca.

―La una y cuarto ―respondió él alfa―. Lamento haber llegado tan tarde, precioso, te prometo que la próxima semana no será así. ¿Qué tal si vamos a cenar a un lugar bonito el lunes?

JeongIn asintió, pero SeungMin reconoció la decepción en su mirada. Últimamente, esa expresión parecía estar más presente en JeongIn que nunca, y el alfa trataba de entender bien el por qué.

Es decir, él no encontraba que fuera el mejor marido del mundo. Era descuidado y olvidadizo, un poco frío, pero tampoco era el peor. Trataba de satisfacer lo más posible a JeongIn, de hacerle feliz y de que nada le faltara. De alguna extraña forma, estaba muy encantado con ese bonito omega frente a él, y cada vez que le sonreía, SeungMin sentía a su alfa saltar de la emoción. Tal vez SeungMin debería ser un poco más atento. Bien, comenzaría a serlo de ahora en adelante.

Sin embargo, antes debía resolver el asunto de MinHo.

―JeongInnie ―le dijo, llamando su atención. Él omega, que se enderezó, le miró con interrogación―, ¿Quién te dio ese regalo?

Apuntó a la caja. JeongIn la miró unos segundos antes de voltearse a él.

―Yo lo compré ―habló él chico. SeungMin reconoció el dolor en su voz―, para ti.

Él alfa parpadeó, desconcertado. Agarró el paquete, observándolo y tratando de entender.

―¿Para mí? ―preguntó―. Pero no es mi cumpleaños, bebé.

―No ―concedió JeongIn, quedándose unos segundos en silencio. Él omega bajó la vista―, es de nuestro aniversario, Seung.

SeungMin sintió que se congelaba al escucharlo decir eso. Por su tono, por la forma temblorosa en la que habló, era fácil adivinar que JeongIn estaba a punto de llorar. Él alfa quiso darse de cabezazos contra la mesa.

Su aniversario. Su cuarto año de casados. Mierda, ¿Cómo lo pudo olvidar?

Ya le había prometido a JeongIn que no lo volvería a olvidar, considerando que el año pasado también se le escapó. ¿Es que acaso podía ser más idiota? SeungMin se merecía un premio al imbécil del año.

Hubo un instante en el que ninguno dijo algo. JeongIn sorbió por su nariz.

―Por Dios, lo siento, bebé ―susurró SeungMin, apenado. Ahora podía entender la decepción del omega―, se me olvidó completamente. Lo siento mucho.

―Está bien. ―aceptó JeongIn, sin mirarlo todavía.

La culpa aumentó al recordar a JeongIn, dos días atrás, a punto de preguntarle sobre el viernes. De seguro, le iba a decir que fueran a comer para celebrar su aniversario, para recordárselo de una manera casual. Además, se levantó a desayunar con él ese día, con toda probabilidad para tener un momento entre ellos. Y los mensajes que le envió...

Se movió para tomarle la mano. JeongIn apenas reaccionó.

―De verdad que lo lamento demasiado, Jeong ―continuó SeungMin, triste. Podía sentir el dolor a través del enlace―, ¿Qué tal si mañana lo celebramos? Te llevaré a comer donde quieras y te compraré lo que me pidas, ¿Sí? O también podemos quedarnos en casa, y te atenderé como él pequeño príncipe que eres. Dime lo que quieres hacer, y lo haremos.

JeongIn no contestó enseguida y tampoco le miró a la cara.

―Quiero ir a dormir, Seung ―habló JeongIn―, mañana lo vemos, ¿Bueno? Estoy cansado y tú también debes estarlo.

SeungMin quiso insistir, pero decidió que lo mejor era no presionar a su esposo. Debía estar muy afectado por lo que hizo, y no era para menos, lo comprendía totalmente. JeongIn era un romántico de primera, siempre parecía muy contento cuando SeungMin era atento con él. A veces, por todo el trabajo que tenía, solía olvidarlo y descuidarlo. JeongIn jamás reclamaba, sólo aceptaba todo con una sonrisa pequeña, y SeungMin no se sentía merecedor de él.

―Bien, vamos a la cama. ―concedió SeungMin, tratando de sonreírle.

JeongIn se puso de pie y caminó hacia el cuarto matrimonial. SeungMin apagó la televisión, suspirando por el agotamiento, antes de dirigirse también a la habitación. JeongIn ya se había puesto el pijama y se estaba cubriendo con las frazadas en ese instante, dándole la espalda. SeungMin no tardó en seguirlo.

Titubeante, lo abrazó por la espalda. JeongIn no dijo algo, pero tampoco se volteó a acurrucarse contra él como habría hecho antes.

―Perdón, bebé. ―volvió a disculparse por tercera vez.

―No importa, Seung ―murmuró JeongIn―, tienes mucho trabajo, ya lo sé ―hizo una pequeña pausa―. Mejor dejemos de celebrarlo, para no molestarte más los próximos años.

Hey, hey ―SeungMin sacudió su cabeza―, no volverá a pasar, ¿Está bien? Me encargaré de que el próximo año tengas la celebración que te mereces, Nini.

―Sí, claro. ―aceptó él omega, y el mayor sabía que no le creyó, pero no iba a insistir.

Cuando JeongIn se quedó dormido, SeungMin recordó que el año pasado le dijo exactamente lo mismo.

La culpa no lo dejó dormir.

A la mañana siguiente, decidió despertarse temprano a pesar de tener el día libre, y prepararle un desayuno a JeongIn para llevárselo a la cama.

Él omega, a su lado, estaba durmiendo profundamente, acurrucado en una bolita. SeungMin se sintió mucho peor al recordar lo ocurrido, porque su esposo no se merecía ese trato, la forma en que solía olvidarse de algunos detalles. Sería un mejor marido de ahora en adelante, eso ya lo tenía decidido.

En la cocina, calentó el agua en el hervidor y buscó la bandeja que solían usar para esas ocasiones. Sirvió jugo de fresa, el favorito de JeongIn, y calentó unas tostadas. Preparó huevo revuelto y acomodó dos muffins que él omega compró el día anterior. A Nini le preparó un té, mientras que él se hizo un café, pensando en dónde salir con su esposo ese día para recompensarle su actitud.

El zoológico podría ser, o quizás el acuario. A veces, JeongIn era como un niño pequeño que se sorprendía con ese tipo de paseos y los disfrutaba plenamente. La playa también sería una buena opción, podrían irse en ese momento y regresar el domingo, arrendando una cabaña para los dos.

Cuando dejó el hervidor en su lugar, su móvil sonó. Era su mamá.

―¿Mamá? ―contestó.

Necesito que vengas ―dijo ella a modo de saludo. SeungMin cerró sus ojos―, tenemos un escándalo. Una persona está denunciando a una idol de beber y fumar siendo menor de edad.

―No puedo, mamá ―contestó SeungMin―, hoy tengo planes con JeongIn. Dile a MinHo o a ChangBin, ellos pueden...

Te necesito a ti ―replicó ella―, a los tres para resolver esto. Ellos ya vienen. JeongIn lo entenderá, pueden hacer esos planes otro día.

SeungMin vaciló un momento, sin saber qué hacer exactamente. Sabía que JeongIn no le diría nada si le decía que debía marcharse, no era la primera vez que tenía que trabajar un día sábado por alguna emergencia. Su esposo aceptaría sus palabras en silencio, sin reclamar, y con una mirada de pena.

Frotó el puente de su nariz.

―Lo siento, pero no puedo ―dijo, firme. Su madre comenzó a reclamar―. Hace mucho no me tomó unos días para mí, y con Nini vamos a hacer algo especial hoy. El lunes podré ayudarlos a solucionar esto, pero ahora, no.

Le cortó la llamada para no escuchar sus réplicas. SeungMin guardó el celular en el bolsillo de su bata después de dejarlo en silencio, y agarró la bandeja con sus manos, llevándola al cuarto.

JeongIn seguía durmiendo.

Dejó la bandeja sobre el velador, subiéndose a la cama y moviendo a su omega con suavidad. Él muchacho se quejó en voz baja.

―Precioso ―le dijo, viéndolo abrir sus ojos. Él omega lo miró, un poco perdido―, vamos, ya has dormido mucho, ¿No lo crees?

―¿Sí? ―JeongIn bostezó, viendo la hora―. Son las nueve y media, Seung...

―Sí, y tenemos muchas cosas que hacer hoy. A comer ―JeongIn se enderezó, enmudecido al observar a SeungMin acomodando la bandeja en la cama―. ¿Qué tal si vamos a la playa?

―¿A la playa? ―repitió él omega.

―Hoy y mañana ―SeungMin creía que JeongIn se veía demasiado adorable con ese aspecto desorientado―. Suena como un buen plan, ¿No?

―Pero... ―él chico lo observó―. ¿No tienes que trabajar, SeungMin?

―No, hoy no ―SeungMin le agarró las mejillas, apretándoselas, y le dio un beso―. Este fin de semana te trataré como mi pequeño príncipe, así que cualquier cosa que me pidas, lo haré.

―¿De verdad? ―la penita pareció desaparecer del rostro de JeongIn, viéndose tan ilusionado y feliz―. ¿Lo prometes?

―Por supuesto ―le dio otro beso―. Nini, sobre lo de ayer... Perdóname, de verdad. No fue mi intención dañarte de esa forma, ¿Lo sabes? Eres muy importante para mí y no me perdonaría el herirte por mi estupidez.

―Yo también tuve que habértelo dicho ―habló JeongIn―, quería hacerlo, pero...

―No es tu culpa ―SeungMin le dio un tercer beso―, fue mi error. He estado con demasiado trabajo y eso hace que pierda la noción del tiempo. No va a volver a ocurrir, jamás, te lo prometo ―le pellizcó la nariz―. Ahora, ¿Qué tal si comemos? Luego nos arreglamos y vamos a la playa.

JeongIn no podía evitar sentirse emocionado con esa invitación, a pesar de que todavía se sentía un poco herido por lo ocurrido. Recordar lo mucho que esperó ese día para poder hacer algo con SeungMin, y que al final su marido lo olvidara, le hizo sentir muy decepcionado. Sin embargo, agradecía también que, al menos, el alfa estuviera haciendo un esfuerzo para solucionarlo.

Se acurrucó contra SeungMin, que sonrió con relajo al verlo más feliz. Comieron con calma y JeongIn le preguntó cómo le había ido el día anterior. Él alfa le habló sobre todo el trabajo realizado, pero no mencionó que su madre lo llamó para pedirle que fuera a trabajar. Sabía que JeongIn se sentiría culpable y le diría que podían dejar esa salida para otro día.

Media hora después, se dieron una ducha rápida para guardar sus cosas. JeongIn no recordaba la última vez que salió con SeungMin un fin de semana, por lo que estaba demasiado emocionado de pasar tiempo con su alfa.

SeungMin le dijo que irían a la playa Muuido, donde se quedarían en una cabaña que reservó mientras el omega se bañaba. El alfa cargó el vehículo, con JeongIn ordenando su bolso con útiles personales, cuando su celular sonó. Era la mamá de SeungMin.

―JiHyo, hola. ―saludó, un poco sorprendido de que le estuviera llamando.

Hola, JeongIn ―dijo ella, y sonaba agitada―. ¿Está mi hijo por ahí?

―Está fuera, ¿Quiere que se lo pase? Tal vez dejó su celular olvidado y por eso no contesta...

No me lo pases, me va a ignorar como está haciendo ―la mujer se escuchaba irritada y muy molesta―. Tal vez tú puedas convencerlo, lo necesito en la empresa ahora, estoy con un escándalo y SeungMin debe venir.

Ah...

Le dije que viniera, pero contestó que tiene planes contigo ―JiHyo soltó un bufido―. ¿Desde cuándo esos planes son más importantes que el trabajo? Pueden salir otro día, cuando se tome sus vacaciones, pero dile que venga, convéncelo para que esté aquí en media hora, ¿Lo puedes hacer?

JeongIn mordió su labio inferior, sintiendo la tristeza en su corazón. De alguna forma, se sentía muy responsable por todo lo que estaba ocurriendo, y también de satisfacer lo más posible a las personas que lo rodeaban. Una vez se casó con SeungMin, le debía respeto también a la familia Kim, especialmente a su alfa. La mamá de SeungMin fue muy comprensiva y lo recibió sin una mirada de desprecio, ¿No debería responderle igual?

―Trataré de hacerlo, ―respondió.

¡Me alegro, me alegro! Gracias, JeongIn. Espero que te vaya bien, nos vemos.

La mujer cortó sin esperar una respuesta. Él muchacho bajó su móvil, observando el bolsito que estaba ordenando.

Dos minutos después, SeungMin apareció.

―¿Estás listo? ―preguntó él alfa.

JeongIn lo miró.

―Tu mamá me llamó ―pudo observar como el ceño de su marido se fruncía enseguida―. Me dijo...

―No sigas ―le interrumpió SeungMin, enojado―. ¿Qué te dijo? ¿Qué me convencieras para ir a trabajar? Que se vaya al diablo.

―¡SeungMin! ―se escandalizó JeongIn―. Es importante, ¿Por qué no me lo dijiste? Yo podría...

―¿Qué, decirme que esto no importa y que fuera? ―volvió a interrumpirle, viéndose más enfadado―. Por Dios, ¿Puedes priorizarte un momento, JeongIn?

Él omega permaneció en silencio, bajando la vista. No era justo que SeungMin le estuviera atacando de esa forma, no cuando quién inicio eso fue él al olvidar su aniversario. Nada de eso estaría pasando si SeungMin no fuera un idiota.

Cortó ese hilo de pensamientos, ¿Cómo se le ocurría? ¡Era su alfa!

―Seung ―habló, tratando de sonar razonable―, ¿Y si vas a trabajar y cuando salgas, vamos a la playa? No me importaría...

―¿No te importaría esperar? ―SeungMin sacudió su cabeza―. ¿Aun si salgo a las siete, a las nueve, a las once? ¿Igual querrías ir? JeongIn, vamos ―suavizó su tono―, tú no quieres que yo vaya y yo no quiero ir, ¿Para qué nos complicamos? Mi mamá no tiene por qué meterse en medio de nosotros, este matrimonio es sólo de los dos ―él alfa se acercó y lo agarró de los hombros―. Sólo nosotros dos decidimos que hacer, no el resto, ¿Está bien?

―Pero... ―JeongIn no sabía por qué se ponía tan terco con ese tema, insistía cuando sabía que SeungMin tenía razón―, si tu mamá...

―Mi mamá no hará nada contra mí ni contra ti ―insistió SeungMin―, y si lo hace, yo me haré cargo de eso. Nini, por favor...

JeongIn tomó aire, luchando contra sus propios sentimientos, y entendió de dónde venía esa resistencia: fue criado para complacer y satisfacer, para tratar de contentar a todo el mundo. Él omega tenía ese complejo de que él estaba para servir como intermediario, y recibir todos los golpes necesarios para que las cosas fueran bien.

Se puso a sollozar.

―Está bien, está bien ―aceptó, y SeungMin relajó su expresión―, vamos, ¿Bien? Vamos ya, Seung...

―Sí, mi bebé ―concedió SeungMin, agarrándolo de las mejillas―, oye, no te pongas triste, ¿Bueno? Tú no tienes la culpa de nada, y hablaré con mi madre para que no vuelva a meterte en un embrollo como este. Sé que te es difícil decir que no, Jeong, pero a veces tienes que hacerlo.

―Bueno ―sorbió por su nariz, abrazándolo―. Te quiero.

SeungMin le besó la mejilla.

―También te quiero, In-ah.

Se aferró al alfa como pudo, sin dejar de sollozar.

Por un par de semanas, los pensamientos invasivos y tóxicos que JeongIn tuvo parecieron esfumarse de su cabeza.

SeungMin estuvo más atento a él los primeros días, y de seguro todavía se sentía muy culpable por lo que hizo, así que también estaba más cariñoso y dulce con él. Él omega no se quejaría de todas esas atenciones recibidas, por el contrario, se sentía muy feliz de ser mimado de esa forma.

Fue así las primeras semanas. Después vino el debut del nuevo grupo de la empresa, nuevos negocios, nuevas cosas que hacer... SeungMin volvió a sus horarios extendidos, a trabajar horas extras, a llegar tarde a casa.

JeongIn tenía claro que sería así, porque conocía a SeungMin y su adicción al trabajo. Estaba acostumbrado a estar en segundo lugar y se había cansado de luchar contra eso.

La mañana del tres de diciembre, luego de que SeungMin se hubiera marchado, despertó con náuseas y un fuerte calambre en su estómago. Terminó por ir al baño, arrodillarse ante el inodoro y vomitar hasta que se cansó, sin muchas ganas de comer por lo recién ocurrido.

De todas formas, quedó en juntarse con Felix después del almuerzo, así que volvió a la cama para dormir un poco. Últimamente estaba más adolorido de lo normal, a pesar de no hacer mucho.

Despertó otra vez cerca del mediodía, con un fuerte dolor de cabeza. JeongIn pensó que, con toda probabilidad, iba a enfermarse pronto. El invierno llegaría en menos un mes, sin embargo, ya estaba haciendo mucho frío en Seúl. Tal vez podría comprarse ropa nueva para la época.

Se preparó una sopa de pollo para que no le cayera mal, y se sintió un poco más repuesto en ese momento. Se lavó los dientes y no tardó en salir, sin muchas ganas de regresar a casa temprano, pues SeungMin ya le había avisado que llegaría tarde ese día.

Se juntó con Felix, que notó enseguida que no venía con buena cara. JeongIn lo saludó, teniendo cuidado de no tocarle su vientre de siete meses. Había insistido en ir a verlo a su casa, pero Felix alegó que estaba harto de estar encerrado y que quería salir. JiSung le hizo prometer que iba a cuidarlo.

―Tienes cara de zombie ―comentó Felix―. ¿No estás enfermo, Jeong?

―No, no te preocupes ―suspiró JeongIn―, es sólo que anoche no dormí muy bien. ¿Ya tienen fecha para el parto?

―¡Todavía no! ―se quejó él omega mayor―. Estoy un poco harto de esto, nadie dijo que traer bebés sería tan difícil, si lo hubiera sabido no habría dejado que JiSung me toque...

JeongIn escuchó a su amigo quejarse y maldecir a su esposo, sintiéndose deprimido por la situación. Pronto acabaría el año y no parecía que fuera a quedar preñado, ¿Tendría una mejor oportunidad el próximo año? Esperaba que sí, no sabía cuánto aguantaría SeungMin con un omega que no quedara embarazado.

―¿Lo has visto? Él omega de Kim está más gordo que nunca. ―escuchó decir cuando entraron a una tienda de ropa.

―Estuvo en una cena con su marido hace unos días y los altos mandos de la empresa, y era tan incómodo de ver...

―¿A qué si? No habló mucho y lo poco que decía era taaaaaan aburrido...

Olvidó lo que era oír todos esos susurros, pues cuando salía con SeungMin, la gente no decía esas cosas por si él alfa los escuchaba. Por otro lado, el tema del amante volvió a estar en discusión.

JeongIn pensaba que SeungMin sí le engañaba. Tal vez, esa amante que tenía era una omega que mantenía lejos del ojo público y con quien no iba a casarse. Después de todo, SeungMin estaba pagando la deuda de sus padres al tener a JeongIn como marido, y si le pedía el divorcio o marcaba a otro omega, estaría faltando a la promesa que hizo. Pero eso no quitaba que no estuviera revolcándose con otras personas, con otros omegas. Con toda probabilidad, buscaba tenerlo contento cada cierto tiempo para desviar su atención, y después volvía a sus andanzas.

Mordió su labio inferior.

Buscó distraerse con nuevas compras para el invierno, oyendo a Felix quejarse de que ya nada le quedaba bien.

―De todas formas, hace mucho no cenamos en pareja ―habló su amigo, llamando su atención―, ¿No deberíamos tener una? También no veo a SeungMin hace meses.

―Hablaré con él ―contestó JeongIn―, tú sabes que trabaja mucho y no tiene demasiado tiempo.

―Pero ¿Te presta atención? ―Felix lucía un poco escéptico.

Él Coreano fingió mirar el horrible suéter de color rojo y amarillo frente a él para así no observar a Felix, que parecía impaciente por una respuesta.

―Claro que sí ―dijo él menor―, hace unas semanas fuimos a la playa de aniversario.

Ah.

JeongIn ahora sí fijo sus ojos en Felix. Su amigo no parecía muy feliz por lo que estaba escuchando.

―¿Hay algún problema? ―preguntó, y su voz salió algo molesta.

―Claro que no, me alegro por ti ―contestó Felix, encogiéndose de hombros―, sólo que nunca me has parecido realmente satisfecho al lado de SeungMin.

Hubo un tenso silencio entre ellos. JeongIn dejó el feo suéter en su lugar, con más brusquedad de la que hubiera querido, y se volteó completamente a mirar a Felix. Sin embargo, el omega frente a él parecía más interesado en seguir buscando ropa.

―¿De qué hablas? ―dijo, enfadado.

Felix le miró con lastima.

―JeongIn, no es necesario que te pongas así ―dijo él extranjero―, lo que estoy diciendo es que... No deberías contentarte con un matrimonio arreglado, ¿Está bien? Estoy seguro de que serías más feliz con la persona que amas.

Sintió más enojo en su interior por lo que estaba escuchando, sin poder creerlo un poco. ¿Por qué Felix le decía esas cosas de repente? ¡Felix estuvo en primera fila en su boda, le dijo que SeungMin parecía un buen partido y le deseó toda la felicidad del mundo! Además, no es como si él hubiera tenido opción, sus padres arreglaron todo para darle un buen matrimonio que trajera beneficios.

¡Y no era sólo eso! ¡JeongIn amaba mucho a SeungMin, a pesar de que no fuera correspondido!

―Soy feliz con SeungMin ―dijo entre dientes―. No deberías decir esas cosas, Felix Hyung, podrían oírte y eso...

―¡Eso te metería en problemas! ―saltó Felix, mirando a su alrededor―. ¡A eso me refiero, JeongIn! Siempre estás más pendiente de mostrar un matrimonio estable que de ser realmente feliz. ¿Y sabes por qué te esfuerzas tanto en eso? ¡Porque tienes problemas con SeungMin!

JeongIn estaba seguro de que, si Felix no hubiera estado preñado, le habría dado un golpe en la cara. Ahora, miró a su alrededor para asegurarse de que no hubiera personas a su alrededor que escucharan todo lo que su amigo soltaba.

―No sabes de qué hablas ―acusó JeongIn, tan enojado―, ¡No sabes qué dices! Para ti todo es color rosa porque tienes un alfa que te adora, estás preñado, no debes aparentar ser más de lo que eres, ¡Todo es sencillo para ti! ¿Sabes qué, YongBok? ¡Vete al diablo! ¡No, vete a la mierda!

Antes de que el mayor pudiera replicarle, se volteó y salió de la tienda a paso apresurado, tratando de no mirar a nadie a la cara, porque si no vería la burla. Casi podía adivinar lo que debían estar pensando.

Que omega tan gritón y desastroso, ¿Cómo puede ser de la aristocracia?

Se entiende porque SeungMin tiene amantes, sólo mírenlo.

Salió del lugar para buscar su auto, forzándose en no romper a llorar por la situación. Sin embargo, no llegó muy lejos, porque escuchó a alguien llamándolo.

―¡JeongIn!

Se volteó, viendo a MinHo llegar corriendo hacia él. Él omega no quería hablar con nadie, pero sería de muy mala educación no saludarlo, así que lo esperó y trató de relajar sus facciones.

―Hola ―saludó, un poco mustio―. Lo siento, no te escuché...

―Tranquilo, no te preocupes ―él alfa le sonrió con encanto―. Hace mucho no nos veíamos, SeungMin te mantuvo un poco ocupado, ¿No?

Trató de sonreír, pero no sabía si lo logró bien. MinHo ahora le veía con un poco de preocupación.

―Lo siento ―se disculpó él omega, a pesar de que no sabía por qué pedía perdón―, he tenido un día largo y me pillaste desprevenido.

―Está bien. ―contestó MinHo.

JeongIn titubeó un momento.

―¿Hoy saliste temprano? Por lo normal, SeungMin sale como a las seis. ―habló.

―Trabajamos hasta las cinco ―respondió MinHo, luciendo como si no supiera si continuar sus palabras―. Es decir, SeungMin siempre hace horas extra. Como es accionista y abogado, siempre tiene más tareas.

―Sí, lo sé ―suspiró JeongIn. Habló antes de acobardarse―. ¿No quieres ir a tomar un café conmigo a mi casa?

El rostro de MinHo se iluminó. JeongIn no sabía por qué lo invitó, considerando que estaba casado. Pero... No harían nada malo. Él sólo le estaba invitando como amigo, nada más, porque estaba muy enfadado con Felix todavía, y si se quedaba solo, lo que le dijo el menor se repetiría en su cabeza una y otra vez y otra vez.

Él era feliz. Es decir, no completamente feliz, pero tenía buenos momentos, y eso era mejor que nada. Eso era mejor a que le hubiera tocado un marido abusador, que lo golpeara y lo violara. SeungMin jamás le presionaba a esas cosas. Tenía sus falencias, sin embargo, eso no lo hacía malo. Era mucho más feliz de lo que fue cuando era joven. JeongIn no quería mucho de él, sólo quería cariño y comprensión. Él ya amaba a SeungMin así, a pesar de sus errores.

―Claro ―dijo MinHo, siguiéndolo―. ¿Cómo ha ido todo, In?

―Lo normal ―habló, desesperado por concentrarse en otra cosa―, hay buenos y malos días. SeungMin ha estado mucho más atento, pero ahora debe concentrarse en el trabajo, lo he distraído mucho.

Siempre justificando, siempre defendiendo. JeongIn no quería que vieran los errores de SeungMin y se lo dijeran, porque eso le lastimaba. Él ya conocía esos errores y no quería que otros se lo dijeran.

―SeungMin siempre ha sido muy trabajólico ―comentó MinHo―. ¿No ha dicho nada de tomarse vacaciones?

Encendió el auto. Su teléfono sonó en señal de un mensaje, y le echó un vistazo rápido. Era Felix pidiéndole perdón y poniendo un emoji triste. JeongIn no contestó.

―Por ahora no ―contestó―, puede que para la primavera lo haga. Con esto del escándalo y del nuevo grupo ha estado muy ocupado.

―Me imagino ―dijo él alfa―, de todas formas, también quería preguntártelo. Me tomaré unas vacaciones en enero y pensaba ir a Latinoamérica. Si gustas, puedes acompañarme.

¿Ah? ―JeongIn parpadeó, sorprendido por el ofrecimiento―. MinHo, qué estás diciendo...

―Una propuesta ―le interrumpió él alfa con amabilidad―, debes estar muy estresado. O si quieres, puedo volver a recorrer Europa si quieres ir allí.

―MinHo, no ―barboteó él omega―, tú sabes... Tengo a SeungMin. Es mi marido.

Él mayor frunció el ceño ligeramente. JeongIn se concentró en el camino.

―No te estoy pidiendo matrimonio, In ―razonó MinHo―, sólo estoy diciendo... Si quieres viajar, podemos hacerlo, siempre como amigos. Jamás me propasaría con eso, Jeong.

Él menor asintió, rígido con la cabeza y sin saber qué decir exactamente, porque le agarró con la guardia baja. Incapaz de contestarle algo, el resto del viaje fue echo en silencio, hasta que llegaron a casa y JeongIn lo invitó a pasar. MinHo pareció retomar la conversación que dejaron a medias.

―JeongIn, mira, siéntate ―le dijo él alfa. Él omega se puso a calentar agua antes de entrar a la sala de estar, sentándose en el sofá al lado de MinHo. Le agarró la mano al chico, que lucía tímido y cohibido―. No es secreto que me gustas, ¿Cierto? Los dos lo sabemos bien.

―MinHo... ―murmuró JeongIn.

―No te asustes, ¿Bien? ―suplicó él mayor―. Me gustas mucho, desde que apareciste en la empresa por primera vez que me atrajiste. No sabes la decepción que sentí cuando me enteré de que eras el esposo de SeungMin. No podía creer como un omega tan precioso y sonriente podía ser marido de ese amargado y desganado hombre.

No pudo evitarlo, y las palabras de MinHo le sacaron una carcajada. Enseguida, la culpa lo golpeó y cubrió su boca con su mano libre, pero él alfa no parecía molesto por sus risas. JeongIn jamás pensó que escucharía esas palabras de otra persona, y peor, que él lo apoyara un poco en el fondo.

―Pero estoy bien si somos amigos ―continuó MinHo―, así como también me pondría muy contento que me correspondieras. JeongIn ―la mirada del alfa se intensificó―, si tú me lo pides, puedo ser tuyo de cualquier forma. Si tú me pides que nos escapemos, que huyamos a otro país y hagamos una nueva vida, yo lo haría. Incluso, si quieres pedirle el divorcio a SeungMin y necesitas un abogado, yo puedo serlo. Haría cualquier cosa por ti para hacerte feliz.

Esas palabras lo golpearon y quitaron el aire. JeongIn no podía creer lo que estaba escuchando, y menos lo que significaba. Jamás creyó que podría escuchar algo así viniendo de un alfa que no era su marido. Esa devoción con la que MinHo hablaba le hizo sentir mareado, porque, además, era lo que tanto quería de su esposo. Ese amor y esa devoción y esa pasión por el otro. JeongIn trataba de no mostrarlo, pero él haría lo que SeungMin le pidiera, y quería tanto que fuera algo recíproco, que le hacía sentir mal también.

―No digas eso ―susurró JeongIn―, porque mi corazón le pertenece a SeungMin, MinHo. A pesar de... A pesar de que él tenga sus defectos y a veces me haga daño, le sigue perteneciendo. Sé que es malo que piense así, pero no me importa.

―Está bien, Nini ―comprendió MinHo, sin lucir herido o afectado―, pero sólo quiero que sepas eso. Si te cansas en algún momento, si sientes que no puedes más, si te das cuenta de que es mejor separarte, estaré aquí para ti. Ya sea como amigo o como potencial alfa.

JeongIn quería llorar y asintió con la cabeza con fuerza. Se puso de pie, pero antes de ir a servirles algo, abrazó a MinHo.

―Lo siento. ―le susurró.

―No te preocupes ―consoló él alfa―, haz lo que creas correcto para ti.

Volvió a asentir.

Para su propia fortuna, MinHo desvió la conversación enseguida a otras cosas de las que hablarle, contándole que se compró un perrito pequeño y tenía plantas que cuidaba con amor. Él alfa tenía una facilidad para distraerlo, y JeongIn se encontró disfrutando esa compañía, no en un modo amoroso, sino fraternal o amistoso.

Se puso a cocinar, con MinHo metido en la cocina y siguiendo su conversación acerca de su tendencia a romper ciertas cosas. Se encontró riendo de lo que le contaba e incluso lanzándole algunas bromas, y JeongIn se sentía bien saliéndose un momento de la rutina. Era muy cómodo para él, así que, sin poder evitarlo, lo invitó a cenar. MinHo lo declinó amablemente.

Mientras se estaba arreglando para marcharse, la puerta de entrada fue abierta y SeungMin apareció. Su esposo se les quedó mirando con una expresión de sorpresa.

―¿MinHo? ―preguntó, mirando al alfa.

―Hola, SeungMin ―saludó él más bajo con una sonrisa educada―, ya me estaba yendo, pensé que llegarías más tarde.

JeongIn no tuvo que pensarlo de otra forma, pero ¿Eso se sintió como una pulla?

La mirada de SeungMin se ensombreció.

―¿Está lista la cena? ―masculló entre dientes.

―Sí, Seung. ―JeongIn rascó su nuca.

―Bueno, me marcho ―dijo MinHo, yendo a la salida―. Fue un gusto verte, JeongIn. Nos vemos mañana, SeungMin.

―Gracias por venir, MinHo Hyung. ―se despidió JeongIn, acompañándolo a la puerta. SeungMin no dijo algo hasta que la puerta se cerró y él omega se volteó.

―¿Qué estaba haciendo ese idiota aquí? ―preguntó él alfa.

―¡SeungMin! ―exclamó JeongIn, atónito―. No lo trates así, es tu amigo...

―¿Amigo? Por favor ―SeungMin tenía una mirada despectiva―. Un amigo no coquetearía con mi omega. JeongIn, ¿Eres consciente de que MinHo te coquetea y te mira?

Él menor decidió mentir, porque sabía que SeungMin se molestaría mucho más si le decía que lo sabía, o peor, si le confesaba lo que le ofreció MinHo.

―SeungMin, no tienes que ponerte celoso ―suspiró JeongIn―, yo jamás te engañaría. MinHo es sólo un buen amigo.

―No lo quiero cerca de ti. ―replicó SeungMin.

JeongIn no dijo algo respecto a sus palabras, pasando a su lado para servir la comida. Él alfa murmuró unas maldiciones más, yendo a cambiarse ropa antes de volver para cenar, así que no tardaron en sentarse a comer. Le preguntó cómo le había ido en el trabajo y la plática se centró en eso.

―Mañana volveré a llegar tarde. ―habló SeungMin, mientras acababan de comer.

―Me lo imaginé. ―comentó JeongIn.

―Espera, ¿Eso suena como un reclamo? ―preguntó él alfa, mirándolo con el ceño levemente fruncido.

―No ―él omega sacó un poco de ensalada y se encogió de hombros―, eres adicto al trabajo, SeungMin, ya me acostumbré a que llegues tarde.

―Tú sabes...

―Que tienes un deber que cumplir, sí ―completo JeongIn―, ya lo sé, SeungMin. Es sólo que... ―le miró de reojo―. Cuando tengamos un cachorro, ¿Será igual? ¿Llegarás tarde y apenas lo verás, SeungMin?

―Si es que puedes tener un cachorro. ―corrigió SeungMin, fastidiado, y JeongIn parpadeó.

Pudo notar enseguida que su marido se arrepintió de decir eso, pero ya estaba dicho. Ya lo soltó. Ya le hizo saber que creía que él omega no podía darle hijos, y sonaba claramente a una acusación.

―JeongIn... ―comenzó a decir él alfa.

―Ya, no importa ―JeongIn sacudió su cabeza―, no querías decirlo. El problema es que los dos sabemos que sí querías decirlo.

Silencio tenso instalado entre ellos. JeongIn quería echarse a llorar, pero lo volvió a aguantar. No sabía cuántas veces llevaba aguantando las lágrimas últimamente, sin embargo, en algún momento iba a explotar por completo. Lo único que esperaba era que no fuera delante de SeungMin, porque eso le haría sentir muy mal.

―No estás haciendo las cosas fáciles, In-ah ―suspiró SeungMin―, ¿Qué quieres que haga? ¿Qué renuncie? ¿Qué ignore mis deberes?

―Tienes un deber conmigo igual ―murmuró JeongIn―, pero nunca lo recuerdas. Sólo... ¿Te hago feliz? ¿Me necesitas? ¿Me amas? ¿O sólo estás conmigo por la deuda de tus padres? ―parpadeó una vez más para espantar las lágrimas―. ¿Tienes algún amante, SeungMin?

Eso lo hizo enfurecer, lo supo de inmediato. SeungMin se puso de pie, con el rostro rojo por la ira, sin embargo, permaneció en su lugar.

―No puedo creer que me estés preguntando eso. ―le escupió él alfa, antes de girarse y marcharse de allí.

Se quedó solo unos minutos en silencio, sin saber qué hacer exactamente, hasta que decidió recoger los platos. Sin embargo, cuando hizo el amago de levantarlos, su estómago dio una voltereta y tuvo que correr al baño a vomitar.

Una semana después, sentado en la tapa del inodoro y encerrado en el baño, miró el examen de embarazo frente a él.

Vaya. Positivo.

JeongIn pensó que, cuando ese día llegara, iba a sentir una inevitable emoción que le haría llorar. Es decir, ahora también lloró, pero de la angustia que sentía.

Ni siquiera sabía cómo se lo contaría a SeungMin, que parecía más frío y lejano que nunca. Si antes llegaba tarde, ahora era peor, y apenas hablaban algo entre ellos. En sus peores momentos, JeongIn pensaba en el ofrecimiento de MinHo, y el loco impulso de llamarlo se apoderaba de él.

Si antes quiso un hijo con desespero, ahora no tenía idea de lo que quería. Estaba muy asustado de la idea de un niño, pues si las cosas seguían así, SeungMin apenas estaría en su crianza y eso le rompía el corazón. Parecía que él alfa quería ese bebé para complacer a las personas, así como también lo deseó él en su momento.

Que ironía, entonces, porque los dos, a pesar de sus diferencias, eran también muy similares. Demasiado similares y diferentes a la vez.

¡Gracias por leer!

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