CAPÍTULO 1
El sol iluminaba tenuemente la habitación donde descansaba Caelum. Los débiles rayos del sol rozaban sus ojos, no recordaba haber dejado las ventanas abiertas. Molesto, se levantó de su cama y cerró las oscuras cortinas que impedían el paso de la luz solar.
—Vaya día de mierda —dijo entre balbuceos. Su ropa andrajosa y su mal aliento no ayudaban mucho. Con su rostro inexpresivo de siempre, se dirigió al baño para asearse, hace varios días no lo hacía. Su expresión era la misma, sus ojos estaban adornados por unas profundas ojeras que contrastaban con su mirada, vacía, falta de vida.
Luego de vestirse y calzarse, dirigió sus pasos hacia la cocina, donde su desayuno fue una soda y un pan. Tomó su chaqueta de cuero para salir de su departamento; conduciendo su motocicleta hasta su trabajo.
La empresa de cosméticos donde él trabajaba estaba llena de mujeres, quienes lo consideraban un adefesio asqueroso, inútil, y quien no debería estar en un sitio como ese, sin embargo, nadie más hacía el trabajo pesado. Con la misma actitud de siempre, entró sin formular una sola palabra, tomó su uniforme y comenzó a trabajar cargando los camiones de entrega.
Todos los días era igual.
—Disculpa, Cael, ¿podrías llevarle esto a la nueva empleada? —pidió la gerente al muchacho, él reaccionó en automático, tomó el paquete y caminó hasta la oficina que su jefa le había encomendado. Respiró profundo mientras sacudía un poco su ropa. ¿Qué clase de empleada contratarían, quien no podía ni recoger su propio uniforme? Sacudió su cabeza mientras caminaba, eso a él no le incumbía. Entró a la oficina luego de escuchar un "adelante". Con la vista al suelo, estiró sus manos para entregar el paquete.
Los pies de la nueva empleada estaban cubiertos por unos elegantes tacones negros, y unas medias del mismo color. No se atrevió a ver su rostro debido a las reglas del sitio. Caelum no se preocupó, ya que todas las empleadas de la empresa era mujeres plásticas y con kilos de maquillaje sobre su rostro. Sin él se veían horribles.
—Eh... Disculpa, ¿podrías ayudarme con el cierre, por favor? —solicitó la mujer. Caelum consideró esto como una autorización para levantar la mirada.
Sus sorpresa fue grande al ver a una mujer totalmente natural, hermosa; ni una gota de maquillaje arruinaba su bella piel. Disimuló carraspeando, y le ayudó a la chica con el cierre. Sin decir ni una sola palabra, volvió a inclinar la cabeza, desviando la mirada.
Ella era realmente hermosa. Suavemente cerró la puerta de la oficina, y sintió un ligero cosquilleo en su pecho. Por primera vez en muchos años, sintió un leve calor en sus pómulos. Volvió a su expresión inicial al darse cuenta de lo que estaba haciendo, eso no era propio de él, y mucho menos con una mujer de la empresa. Tal y como todas las nuevas, arruinaría su rostro con cosméticos.
O al menos, eso pensaba él.
Siguió con su trabajo, cargando camiones de pesadas cajas llenas de productos de belleza. Le esperaba un turno largo, su cuerpo ya tenía ligeras señas de sus costillas debido a su mala alimentación. No importaba, él terminaría sus 16h de carga y volvería a su departamento, donde la soledad, desorden y malas vibras lo esperaba cada madrugada.
Recogió con esmero las últimas cajas antes de su primer descanso, cuando descubrió un grupo de mujeres criticando a la nueva empleada.
—¿Ya la viste? ¡Vaya tipa! Su rostro se ve horrible sin hidratar, ¡y ni digamos de su piel! Parece cráter de volcán.
—¿Verdad que si? Yo le dije a la jefa que no la contratara, pero no me hizo caso. Yo no sé lo que le vio a una mujer tan fea.
"A mi me parece muy bonita" pensó el chico.
—Un poco difícil el compañerismo aquí, ¿no crees? —escuchó decir a sus espaldas. Caelum tuvo un espasmo al verse descubierto—. Tranquilo, solo pasaba por aquí y para mi suerte, encuentro a mis futuras compañeras criticando mi apariencia. Voy para el baño a colocarme un poco del maquillaje que me han traído.
El chico la miró con una ceja levanta, ¿cuando le preguntó hacia donde iba?
—Deberías quedarte así —comentó suavemente—, el maquillaje te hará dependiente de él, tu piel ya es hermosa.
Caelum tuvo una crisis interna al escucharse, ¡se suponía que no debía hablar con las empleadas, y mucho menos coquetearles! Aunque... no era coqueteo decirle a una que se hermosa sin maquillaje, ¿o si? Sintió mucha pena al verse envuelto en una situación donde la primer impresión era importante, y más con una chica realmente natural, fuera de las expectativas de la empresa.
La risa de la chica lo sacó de sus pensamientos. Se sintió doblemente avergonzado por la situación. Apenado, trató de esconder su expresión con su gorra mientras ella seguía riendo. ¿A caso dijo algo gracioso?
—Está bien —rió—, no me pondré maquillaje, eres un chico muy agradable.
Caelum sintió su rostro arder por la verguenza. ¡Que pena! Su primera impresión no fue la mejor; quedó como un chismoso, y mujeriego.
—Me llamo Miralia —dijo ella y extendió su mano—. Un gusto conocerte, ¿cual es tu nombre?
—C-Caelum.
El chico no era de muchas palabras, tampoco era muy expresivo, no obstante, no pudo evitar que su rostro se tornara rosáceo debido a la vergüenza del momento. Solía trabajar con chicas diariamente, pero ninguna tenía interacción con él y no eran de su gusto, además, era una regla en la empresa que ningún hombre tenía permitido hablar con las chicas, invitarlas, coquetearles ni mucho menos interactuar con ellas.
Sin maquillaje perdían su belleza, pero Miralia no, era bella en todos sus aspectos. Su rostro nítido, sin ninguna imperfección contrastaba con su cabello pelirrojo y las adorables pecas que lucía, su rostro era la viva encarnación de la sencillez y la hermosura; tan sonriente, amable y con un buen humor. Intentando mantener la misma expresión; Caelum extendió su mano hacia Miralia para presentarse.
—Un placer conocerte, Miralia.
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