Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24. Bloody clothes.

Hola mis bonitos lectores~ Hoy llegue temprano porque ha sido un día extraño y no sé si más tardecito les podré subir algo, así que acá estamos. Como les comente, vamos a poner un poquito más en stand by los conflictos principales para resolver los secundarios y así llegar al 100% al final. Como el capítulo de hoy está más enfocado en el MaxGriff a cualquier otra cosa debo dedicarselo a MakikoMakiMaki porque soy un simp a mucha honra. Pucha Maki, te pense caleta en este capítulo y lo vas a notar enseguida, así que lo hice de corazoncito.

Espero que les guste~

Baghdad Belts (república de Irak).

Hace nueve años.

Habían días que eran simplemente una mierda.

No esperaba que estar en medio de una guerra fuera tan crudo, se enlistó con el objetivo de airearse de la corrupción que su trabajo de periodista implicaba, Max quería estar cerca de la verdad y anheló poderla encontrar en el corazón de la lucha.

Una guerra entre vampiros y humanos.

No tenía idea de qué hacía ciertamente ahí, se sentía fuera de lugar en medio de los bombardeos lo que además era inútil considerando que así no se mataban inmortales no obstante sentía que habría cometido suicidio sino salía de su agencia. Así que acá está. Tragándose sus propias entrañas con la esperanza de aplacar el hambre. Viendo a sus amigos morir en pleno campo de batalla. Convirtiendo sus ojos en testigos de cosas con las que ningún humano podría vivir y no solo por los vampiros pero su escuadrón había sido abandonado, no hay nada en esa ciudad de arena, hartos se han enfermado, otros han tenido la suerte de morir y los peores han recurrido a renunciar a su humanidad al extremo de cometer canibalismo o asesinatos a los suyos.

Max no se cree capaz de comer a alguien aunque en más de una ocasión el estómago le rogó que lo hiciera.

Pero la imagen mental de sus compañeros. De bocas ensangrentadas. De carne engullida. De la ropa, ropa que también vestía...ensangrentada por ellos mismos. No. No podría vivir con esto, tal como la mayoría terminaría disparándose entre los ojos y volándose los sesos, no todos terminaban muertos que esa era la peor parte, algunos quedaban conscientes lo suficiente para vivir un infierno. Max no quería morir ahí.

Menos a manos de un vampiro.

—Tomaremos un descanso en el siguiente pueblo. —Eso no le gustó, los instantes de paz le resultan macabros y aunque es triste ahogarse en dicha paranoia bien sabido es que los vampiros acechan y aprovechan la debilidad—. No me mires así Lobo, los soldados están agotados.

—¿Está seguro de que nos recibirán, general?

—No. —El superior frunce la boca y es una señal de desesperanza, aunque los locales sean humanos prefieren no involucrarse en la guerra y les cierran la puerta en la cara—. Pero debemos tratar, todos nosotros estamos muertos de hambre y sed.

—Además de cansancio. —Balbucea uno de sus compañeros—. No podemos seguir más tiempo sino nos reponemos antes.

—Pero...

—Cálmate cazador de vampiros. —El general bromea—. No se irán de una noche para otra pero que bien te hará un poco de sueño.

—Bien. —Max traga duro—. Tiene razón.

—Así me gusta, cazador.

No es que fuera un cazador realmente pero para mantenerse cuerdos se pusieron apodos y el suyo...

«Max Lobo».

El suyo hace alusión a cazar vampiros, no de forma explícita, no obstante es bien sabida la enemistad que se guardan los vampiros y los hombres lobos, hasta dónde Max sabe, las manadas de licántropos que restan son sumamente escasas y no tienden a cazar humanos por gula.

Max odia a los vampiros.

Aprendió a odiarlos.

El pueblo al que llegan es increíblemente... pobre, no existe otra palabra para describir cada carencia que infesta en lugar, sus habitantes no solo lucen exhaustos por la constante lucha, sino que además de los vampiros deben lidiar con la situación de su país, las casas parecen más cartones con pañuelos en lugar de techo, el aire apesta a muerte y enfermedad, las edificaciones son escombros en los que la gente se reúne, duda que haya un hospital o comida o que los deseen recibir. Mierda. Esa injusticia le retuerce las tripas, por un lado deben resguardarse para que no sean mutilados por chupasangres, por otro lado deben cuidarse de su propia nación al estar en un terreno rico en drogas. ¿A esto vino?

Jugar al héroe le quedó muy grande.

—Nos van a recibir. —Se engrifa al escuchar eso, sospecha.

—¿Quién nos va a recibir?

—Yo los recibiré.

Esa es la primera vez que lo ve.

Radiante. Imponente. Hermoso. Sus ojos son azules aunque no cualquier céreo, sino uno que parece arrancado de un retrato de época o robado de las páginas de una novela, es la clase de azul que bajo el sol impresiona transparente pero en la noche se hace celeste, sus pestañas lucen cobres, pero sus cabellos sin duda son de un castaño salvaje que contra los rayos de Irak llegan a confundirse con esa especie de rosa rubio que solo se encuentra en las cosas lindas y dulces como malteadas y algodones de azúcar. Su cuerpo es el de un soldado también. Sus manos se ven ásperas lo que habla de trabajos de esfuerzo físico, su piel de mármol tiene pecas a causa del sol. Es precioso. Un oasis en el desierto.

Griffin Callenreese.

Es un vampiro camuflado entre humanos.

Max sabe reconocerlos, este hombre sin duda es un vampiro.

La cuestión es ¿por qué?

Podría masacrar a todo el pueblo si se le diera la gana, nadie más parece haberse dado cuenta contra aquel descubrimiento, Max decide que lo mejor es acceder y mantenerse cerca, nunca ha entablado una conversación con un chupasangre y si sus intenciones son matarlos tarde o temprano los matará sin que puedan escapar.

—¿Pasa algo? —Su jefe le pregunta al extraño—. Te has quedado mirando a mi subordinado.

—No. —Max entrecierra los ojos apreciando un pequeño rubor en las mejillas y eso resulta extraño.

—Lobo se ve duro pero no muerde. —Su jefe le golpea la espalda.

—No lo estaba mirando por eso, no es nada.

Pero Max no baja la guardia, de hecho, la alza y lo hace evidente, no es normal la naturalidad con la que encaja ese chupasangre en su escuadrón, por donde lo mire es una disonancia para ambos lados como si fuera un vampiro jugando a ser un humano cuya farsa resulta tan buena que nadie vislumbra lo que sinceramente está pasando.

Y no es que Griffin sea malo per ce, pero es un monstruo.

—Me estás evitando.

—Yo no...

—Ni siquiera lo niegues, sé que lo haces.

Una noche como cualquier otra Griffin lo confronta en relación a eso, Max por los síntomas del PTSD que más adelante desarrollará (pero en ese entonces no sabía) sufría de ataques de pánico en medio de sus sueños y cuando eso pasaba iba a tomar aire, no lo relajaba por supuesto, la trinchera es toda una carnicería y los cuarteles son caldos de infecciones, por ende era elegir entre el escenario menos malo, aun así, trataba de serenarse.

—Pero no te culpo por hacerlo. —Ambos se acomodan en la arena, uno al lado del otro, Max se toca el cinturón para verificar que tenga la daga por si trata de matarlo, al menos quiere morir dejándoles heridas a los desgraciados—. Supongo que me veo sospechoso.

—Lo haces.

—¿Alguna vez...? —Griff ni siquiera lo está mirando—. ¿Alguna vez has construido una máscara y te has forzado a usarla?

Max no sabe qué responder.

—La he tratado de hacer con los pocos trozos de memoria que tengo esencialmente de Aslan porque creyó que desaparecer sería bueno para mí. —Sus labios se fruncen—. No lo es.

—¿Aslan?

—Mi hermanito bebé.

—Oh. —No sabía que los vampiros tenían familias, claro, podría estarle mintiendo, no obstante algo en sus ojos azules le dice que no lo hace y el dolor es... genuino. Ja. Un vampiro sufriendo, qué chiste.

—Traté de usar los pedazos que me quedan de él y de mi vieja vida para convencerme de que podría estar destinado a esto, de que está bien, que estoy bien pero la máscara nunca se ajusta dentro de lo que se puede a mi cara y se termina agrietando, es una máscara que no es de mi talla pero aun si lo fuera... se me caería, sé que lo haría.

—¿Por qué me dices esto?

—Ya que no confías en mí. —Entonces Griff lo mira—. Tienes razón al no hacerlo, no soy una persona real. —Y su contacto visual es tan intenso que le descarrila los latidos, queda atónito por lo preciosos que son sus ojos, mirarlo es como sumergirse en un cielo estrellado que refleja el universo en su fin, su creación y en su explosión, es una electricidad que nunca antes ha sentido, ¿lo está hipnotizando?

—Lo que dijiste se escuchó bastante real. —No sabe por qué lo consuela, no ansía empatizar con su especie tan despreciable, son monstruos—. ¿Por eso estás acá? ¿Por tu hermano?

—En parte lo estaba buscando. —Ya que hay muchos vampiros en Irak—. Pero sobre todo me estaba buscando a mí mismo, quería entender qué clase de persona soy.

—¿Tienes una respuesta?

—No todavía.

—Griffin.

—Pero espero ser alguien bueno, me gustaría ser alguien como tú.

Max traga duro sin poderle quitar la mirada de encima, de pronto sus mejillas se sienten ruborizadas porque algo en sus palabras fue una fuerza sobrenatural para su corazón, una tormenta en su sequía de verdad, una avalancha en su espíritu estancado, un manantial en sus labios desérticos, un deleite para sus ojos, un inicio, un final y todo lo del medio. Es tonto. Pero tal vez Griffin podría ser diferente.

Así que se mantuvo a su lado en la guerra. Y después de esto. Se hizo cazador de vampiros esperando que le confesara su verdadera naturaleza. Y lo mantuvo a su lado con la excusa de que podía vigilarlo y así evitar que matara a alguien. Pero Griff nunca mató. Ni una sola vez. A veces, eso lo hacía parecer realmente enfermo. Max estuvo más de una vez tentado a buscar sangre, pero eso implicaría ejercer presión en el vampiro y no quería presionarlo.

Tarde o temprano me lo dirá, entonces pensaba.

Va a decirme.

Va a decirme porque nos amamos.

Nunca le dijo.

╬╬════════════════════════════════════════════════════╬╬

Nueva York (Downtown), Estados Unidos.

La actualidad.

—Eres un vampiro.

Hasta ahora.

—Sí. —Griffin sonríe con mucha tristeza—. Perdón.

—¿Por qué me pides perdón?

—Perdón, Max.

Max lo mira sin saber qué decir para arreglar las cosas, están en la habitación que Yut-Lung les presta durante su estadía y todavía tiene mucho que procesar en relación a lo transcurrido gracias a Golzine pero sabe que Griffin no tuvo la culpa de eso e incluso lo fue a rescatar, conoce a su esposo y lo hace mejor que nadie, lo ama, lo adora, le importa un carajo que sea un vampiro, aun así, las palabras no salen de sus labios y de repente, yace un muro infinito entre ellos que no puede cruzar, durante una charla Ash le habló del leopardo en las nieves del Kilimanjaro, cómo este estaba congelado al interior de una carcasa. Esa impresión le da Griffin ahora.

Una mariposa en su crisálida. Un cadáver de leopardo congelado. Una estatua en un vitral. No puede escucharlo o hacer más que mirar. Mierda. ¿Qué debe decirle para que le crea?, ¿o todo ya es vano?

—Firmaré el divorcio sin darte más problemas, no te preocupes.

—¿D-Divorcio? —Max palidece.

—Sí, lo entiendo. —Griffin se abraza a sí mismo muy pequeño—. Yo también querría el divorcio ante esta clase de situaciones.

—¿Pero de qué estás hablando?

—Viste lo que soy.

—Griff.

—Soy un monstruo. —Silencio—. Y tú odias a los monstruos.

Eso es verdad.

Pero Max en ningún momento ha pensado que Griffin sea un monstruo, de hecho, es lo más humano que ha tenido el placer de vislumbrar, pese a su naturaleza sanguinaria tiene el corazón más cándido que existe en la faz de la tierra y quiere decírselo y sin embargo, su mirada baja hacia el agarre entre sus manos y se percata de lo verdaderamente helado que es la piel de su marido o de cómo no sintió pulso de él ni una sola vez o de sus ropas ensangrentadas. Sí. Griffin está bañado de sangre. Y todavía resuena estar colgando dentro de la celda a punto de desmayarse cuando lo vio entrar transformado en una bestia con los colmillos afuera y las pupilas enrojecidas, todos los demás gritaron y sollozaron por clemencia, Max quería pedirles que se calmaran y hablarles de las bondades de Griffin pero muy en el fondo... también pensó que lucía como todo un vampiro.

Y ahora, se siente incorrecto verlo a los ojos.

Ahora las cartas están sobre la mesa, hay ropa ensangrentada y un anillo roto.

«¿Me amarás incluso cuando ya no sea joven y no tenga nada que ofrecerte, Max?» le cuestionó en su boda mientras bailaban.

«Te amaré incluso más allá».

Max sin quererlo confirmó los temores más catastróficos de la mente del vampiro, pero fiel a aquella alma tan bondadosa, Griff se atribuye la culpa a sí mismo. No a Max por ser un humano e imperfecto.

—Sé que no debes querer verme y que debes odiar estar en el mismo cuarto que yo, pero te suplico que todavía no te vayas, es peligroso. —Griff siempre se echa el yerro por todas las cosas que pasan a su alrededor casi como si se sintiera culpable por el mero hecho de existir y eso le da rabia, siempre es así.

—No me iré. —Casi como si su existencia fuera un pecado—. No tengo pensado irme y además estoy débil por toda la sangre que me quitaron.

—Cierto.

—Me quedaré, es una promesa.

—Eso es un alivio. —Realmente luce aliviado por lo dicho—. Me mantendré lejos de ti, lo último que quiero es que te sientas incómodo con mi presencia. —No estoy incómodo con tu presencia, te amo, Dios, te amo tanto.

—Griffin. —Max intenta detenerlo, no obstante, su cuerpo sigue totalmente drenado encima de esa elegante cama.

—Adiós, Max.

No le gusta el tono que usa.

Suena a despedida.

—¡Espera!

Entonces junta toda la fuerza que le queda y lo agarra de la manga, sus manos se impregnan de toda la sangre que hay a los bordes de su camiseta, está a punto de soltarlo por lo mismo puesto que una cosa ha sido saber que Griffin es un vampiro y otra ha sido verlo, más considerando sus traumas aun sin afrontar con la especie. Pero en ese momento sus miradas se cruzan y...

—Estás llorando. —Y Griffin sigue siendo Griffin y nunca ha dejado de serlo—. Estás llorando, cariño.

—No me llames así, por favor. —Max siente que lo puede romper si usa las palabras incorrectas, así que se limita a tirarlo un poco más de la camisa, pidiendo en silencio que se siente a su lado y hablen, merecen esta conversación—. No lo hagas más difícil para mí, me duele dejarte ir.

—Entonces... —Max se inclina, se siente un infierno moverse en esas condiciones, más considerando que apenas han pasado unos días desde que dejaron la mansión pero lo vale—. No me dejes ir, Griff, cumple con la promesa que me hiciste en nuestra boda.

—Las cosas han cambiado.

—Las cosas no han cambiado, siempre he sabido que eres un vampiro.

—Mentira.

—No es mentira, lo sé desde que te conozco en Irak.

—Si es así... —Las lágrimas caen como estrellas del cielo roto en sus ojos—. ¿Por qué te veías repleto de terror cuando te rescaté?

—Estaba en shock.

—¿En shock? —La sonrisa de su esposo es trémula, triste y nostálgica, no es que no le crea sabe que Griff le cree como si su finitud dependiera de esto, el problema es que esto lo vuelve doloroso—. Tú no viste la cara que pusiste cuando entré para rescatarte y es una expresión que me va a atormentar, no es tu culpa, te creo que hayas estado en shock porque fue la primera vez que me viste realmente, pero no te atrevas a decirme que eso fue solo shock, fue miedo.

—Griffin.

—Me tienes miedo Max, incluso ahora estás temblando. —Baja su mirada, se percata de sus propios temblores de manos, se odia, no son voluntarios, el miedo no es algo que se pueda controlar a mera voluntad, es algo que poco a poco debe digerir.

—Mi cerebro aún está tratando de procesar varias cosas, entiéndeme, pasé días siendo torturado a manos de Dino, tengo derecho a sentirme asustado.

—Nunca te negaría algo así, puedes estar asustado.

—Eso no significa que esté asustado de ti. —Max mira a Griffin, aprecia con suma claridad lo que le quiere decir y no se atreverá: no significa que estés asustado, pero lo estás ¿verdad?

—Estoy muy agradecido por lo feliz que me has hecho durante estos años, me hiciste feliz, Max, me hiciste más feliz de lo que jamás pensé que podría ser y te debo la vida por eso.

—Tú también me hiciste feliz.

—Sé que te es difícil de creer porque ni siquiera tengo corazón pero de verdad te amé, te amé tanto.

—No me es difícil de creer, yo también te amé. —¿Por qué estamos hablando en pasado?

—Eso me alegra.

—Griffin. —Max toma las manos de su esposo—. ¿Por qué esta charla parece una despedida?

—Porque lo es. —El vampiro se ha sacado su anillo de bodas—. Este es nuestro adiós.

—¡Pero...!

—Estoy rompiendo contigo, Max. —Te estoy dando una salida.

Si Max quisiera una salida es esta, nunca pidió involucrarse en el mundo de los vampiros, pensándolo fríamente es lo más inteligente y debería tomarla, si está lejos de los Callenreese probablemente no lo buscará más Dino y mierda, tener que soportar esos días de tortura fue mucho peor que Irak, esto lo hizo consciente de la brecha entre humanos y seres sobrenaturales y a su vez, reanimó la injusticia que sentía a la especie. Pero Griff. Griff que fue lo único humano en guerra. Veía fotos de su hermano menor. Y le mandaba cartas aunque no respondía. Y escribía poemas. Y reía y su risa era tan adorable que le salvó la vida. Y sanaba aun sin ser médico. Griffin siempre vio a los más necesitados. Vio algo en Max que Max nunca vería. Algo maravilloso. Escondido. Secreto. Algo que amó y cuidó y sanó.

Griffin que se ruborizó al pedirle una primera cita. Apretó los párpados con fuerza en su primer beso. Ama ser la cuchara pequeña. Es frío, pero más cálido que nadie. Lo mima. Le cocina cosas deliciosas. Ríe y molesta a Aslan aunque sea un adulto. Siempre impulsó a Max a seguir sus sueños. A sanar. Su dolor tuvo acogida. Le enseñó a amar.

Y Max lo ama tanto.

¿Así que dejarlo ir cuando las cosas se ponen duras? No, ese no es el estilo de Lobo.

Solo le toma tiempo procesar eso, necesita atravesarlo en vez de ignorarlo y acoger tanto emociones feas como bonitas, es humano después de todo.

—¿Recuerdas lo que me dijiste sobre usar una máscara? —Si bien el vampiro luce desconcertado al cambio de tema, no lo evade.

—Lo recuerdo.

—Siempre sentí que seguías usando una máscara conmigo.

—Oh. —Max aprieta las palmas de su esposo, impidiéndole la huida.

—No porque te haya sentido falso o algo así. —Detiene el tren de la catástrofe antes de que siquiera deje la estación—. ¿Pero cómo decirlo? Siempre sentí que te estabas esforzando demasiado, lo que me hacía sentir fuera, entiendo por qué tenías miedo de contarme, por eso nunca te presioné sobre el tema de ser un vampiro, quería que si me lo contaras naciera de tu corazón.

—¿Y si nunca te contaba? —Max sonríe, sacándose la espina.

—Eso también habría estado bien. —Porque esa es la dualidad entre el amor incondicional y ser un humano imperfecto, hay que saber amar la totalidad del otro, no solo cuando este se adapta a cierto estándar o comodidad, en las buenas y en las malas, eso es lo que realmente significa—. Por fin creo que te estoy mirando por primera vez.

—Max.

—Por fin te veo, cariño. —Max desliza sus dedos debajo del mentón de su esposo para delinearlo al ritmo de su respiración, lo hace lento y suave y lo acoge todo, el gélido de copo de nieve que sangra a través de su piel, sus colmillos levemente escondidos tras sus labios rosados, sus ojitos azules pero que esa noche fueron rojos—. Te veo, Griff.

—Debe ser algo feo de ver.

—No. —Max acomoda la segunda palma en su mejilla—. Sigues siendo lo más hermoso que he visto, tan hermoso como el día que te conocí.

—No tienes que ser amable, está bien, lo entiendo.

—Griff. —Pero Max no cede ni cederá—. No te amo menos por esto y no planeo dejarte.

—Pero te doy miedo.

—Tal vez. —Tampoco tendría sentido negarlo, debe explicarlo—. No me das miedo tú sino la especie y más a raíz de lo sufrido en la mansión de Dino, mi corazón y mi cerebro necesitan tiempo para que puedan estar en sintonía otra vez, pero quiero pasar ese tiempo y proceso a tu lado.

—No podemos.

—Griff. —Max posa su frente sobre la del vampiro—. Te haré una sola pregunta y necesito que seas sincero en tu respuesta, ¿puedes hacer eso?

—Sí.

Griff se hace pequeño dentro de su camisa, no puede respirar por el nudo en su garganta, Max posee la impresión de que se está sosteniendo a sí mismo tan fuerte y por tanta tensión que le aterra soltar la pregunta y que eso lo desmorone por completo, viéndose incapaz de reconocerse a sí mismo pero Max sabe que sino clarifica sus sentimientos acá y pasan esta prueba ambos terminarán cayendo en un abismo de desesperanza, por eso, Max arrastra de forma silenciosa sus palmas hacia los hombros de su esposo, las baja hacia sus brazos, lo sostiene en el toque temeroso y suave que resulta inclusive melancólico y eso los hace estremecer a ambos. No dicen nada por un largo tiempo, se quedan aquí, congelados, intactos, porque saben que esa respuesta lo cambiará todo.

—¿Me amas?

Deja la batalla en manos de Griffin.

—¿Qué?

—¿Me amas a pesar de todo, Griffin? —Su aliento le golpea el cabello, removiendo sus hebras rubias rosadas de algodón de azúcar, chocolate caliente, malvavisco y todas las cosas lindas del mundo.

—No. —Aunque dice eso, el vampiro se ha aferrado con desesperación a la espalda de Max—. Nunca podría seguirte amando luego de esto.

—Mientes.

—Max.

—Y eres un terrible mentiroso todavía.

—Para.

—Te amo, Griffin Callenreese. Te amo ahora más que nunca.

—Ay Max.

—Te amo y eso nunca cambiará.

Griffin pierde toda la fuerza que le resta al arrojarse a los labios de Max, esas palabras se amortiguan lentamente con los jadeos dulces hasta que simplemente perecen en bocas estrechándose ante una pasión tan grande que resulta abrumadora, no puede seguirse mintiendo más y se siente egoísta, si amara a Max debería dejarlo ir, tiene experiencia con amantes priores y Dino es peligroso, ni siquiera tiene derecho a ser feliz ¿con qué cara codicia esto? Pero los labios de Max son reconfortantes, cree que por esto valdría la pena morir. Sí. Si alguna vez estuvo vivo así se sintió.

—Corres peligro a mi lado.

—Me da igual. —Max lo besa y lo besa y lo besa mucho más—. Me da exactamente igual si me amas todavía.

—Puede que no te guste lo que encuentres debajo de esa máscara.

—Mientras seas tú... —Max detiene los besos solo para mirarlo—. Mientras seas tú lo que encuentre lo amaré.

—No puedes saberlo.

—Cariño. —Le vuelve a poner el anillo—. Esa es parte de la diversión del matrimonio, dijimos "para siempre" en el altar ¿verdad?

—Mi "para siempre" es un poco más largo que el de la mayoría.

—No me importa. —Max le besa los nudillos—. Lo que tenga que durar.

Griff entiende, las reacciones de su pareja son sumamente humanas, de hecho, sería patológico que no hubiera cabida al miedo, lo esperaba así como esperaba aprovechar su instante de vulnerabilidad para dejarlo ir y aceptar su destino, no obstante, acá está, aferrándose más fuerte que nunca porque en el fondo, Griffin se cree merecedor de la felicidad y eso es horriblemente narcisista. Pero fue más horrible saber que a pesar de craquelar su máscara y mostrarle su cara genuina, no lo repudió, nunca al extremo de quemar una iglesia, al contrario, le puso el anillo.

Rosas blancas para simbolizar la pureza de un amor.

Rosas blancas para Max.

—Antes de ti estuve a punto de casarme. —Así que le descubre eso—. Cuando le confesé lo que era no solo se aseguró de herirme tan profundo que esa herida jamás podría sanar, sino que se arriesgó a matarme y murió intentándolo.

—Griffin.

—De ahí entendí que todo amor proveniente de un humano era frágil y que por eso aceptarlo sería...

Ningún humano podría amar a un vampiro.

—Tonto. —Pone en orden sus pensamientos—. Me sentía tonto volviéndome a arriesgar pero desde que te conozco me has hecho sentir como si fuera humano otra vez y eso es tan lindo, cada día solía prometerme que te dejaría ir, pero cada día me dabas una nueva razón para amarte y al final ocurrió esto y no me diste chance de cortarte.

—Por favor, no lo hagas. —Le pide—. Puede que me tome tiempo acostumbrarme a la idea y lo más seguro es que te haga muchas preguntas tontas, pero quiero quedarme a tu lado.

—¿Puedes amar a un monstruo?

—Te amo a ti y no eres un monstruo.

Quedan en silencio.

Griffin mira a Max igual que la primera vez que lo contempló en Irak, sabiendo que era una tormenta que llegaba a remover su tenue ilusión de comodidad y aun así, abriendo las ventanas en su casa de paja porque en el fondo, Griffin quería esa tormenta. A diferencia de ellos, Max es humano por ende no puede hipnotizar, ni batallar con una fuerza sobrenatural, ni defenderse pero su simple existencia lo ha obligado a creer que merece ser feliz.

Así que tal vez esté bien tener esto.

—Lamento lo que tuviste que pasar con Dino.

—Está bien. —Max aprieta con fuerza los párpados, está listo—. Pero aprendí algo estando ahí.

—¿Qué cosa?

—Aprendí cómo matar a Dino Golzine.

Esto lo refuerzo harto en los capítulos finales pero lo complicado de matar a Dino es que primero, no puede hacerlo un humano, un humano no puede matar a un vampiro ¿verdad? y segundo, como Dino es el vampiro original una vez muera, todos los vampiros de su linaje mueren con él, entonces caemos en un problema, porque matarlo es practicamente un suicidio en caso de ser vampiro o una misión imposible en caso de hacerse humano. Pero problema para el domingo, el capítulo de mañana es muy dulce, sanador y lleno de memes. Basicamente.

See ya~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro