22. Can't scream.
Hola mis bonitos lectores~ Ahora sí no queda nada de la dinamica, estos capítulos les refuerzo harto las advertencias, recuerden que nadie los tiene obligados leyendo y pueden parar si así lo desean, pero hoy y mañana es más intenso, luego tenemos capítulos muy dulces como debe ser. Pero eso.
Espero que les guste~
—Nosotros nunca podríamos funcionar, pero aun así... estoy enamorado.
—Oh, Ash.
—Lo siento.
Cuando el dolor se enmudece recuerda esas palabras, recuerda que a pesar de la culpa degollándole el alma se atrevió a corresponder sus sentimientos, entonces Ash le sonrió y lo apoyó sobre su pecho desnudo, estaba helado, tan helado como un témpano de hielo y Eiji tuvo miedo de sufrir hipotermia a raíz de sus caricias, pero incluso si su corazón no latía y habían dos marcas de colmillos en su cuello, incluso si la manta no calentaba lo suficiente y sabía que lo suyo no funcionaría, fue lo más hogareño, cándido y tierno que sintió en la vida. Estuvieron un tiempo así: en silenciosa complicidad, sabiendo que lo suyo no iba a resultar, que el lince se lastimaría a sí mismo tratando de no devorar a su conejo, que el conejo tarde o temprano caería en las fauces de otro depredador. Estaba jugando con Skipper mientras hacía vista ciega, el infante quería usar el viejo peluche de Nori Nori de Masako, aun siendo su posesión más valiosa se lo entregó y luego...
¿Luego?
Mierda.
Eiji intenta regresar con desesperanza al presente, repasar cómo su cuerpo se siente o desglosar un indicio de dónde está. Pero su cuerpo no responde. Sus párpados se sienten pesados, como si fueran dos láminas de plomo imposibles de levantar. Su boca está seca. Tan seca que se rompe por moverla. No puede gritar. No tiene voz. Nada. No sale nada. Y es malditamente frustrante. Lo único que puede descubrir es que debe estar en una especie de laboratorio por el olor tan estéril y a la vez sangriento.
Hay sangre corriendo, la escucha.
Plic. Plic. Plic.
Hay voces pronunciando un nombre de manera burlona. Es corto. Conoce esa palabra: Ash. Pero no lo dicen con un tono cantado o de estornudo, acá lo lanzan con desprecio, casi como si lo escupieran.
Eiji busca mover algún músculo aun sino aprecia las extremidades, hay correas de cuero envolviendo tanto su vientre como sus brazos y tobillos, está expuesto igual que un conejillo de indias y su cabeza pesa un infierno encima de su cuello, se profesa mareado, deshidratado y asqueado aunque no sabe de dónde surgen estas sensaciones.
—Ah, mira, el samurai boy ya despertó.
Arthur.
Es la voz de Arthur.
Ni siquiera logra pronunciar el nombre, su voz es un hilo patético que se quiebra, se divide y culebrea en las brillantes baldosas del laboratorio, su cabeza pesa tanto que debe apoyarla en el respaldo de metal y esa sensación es un helero diferente al de Ash, sus ojos cafés se pasean por el sitio, lo rodean aparatos, sonidos y olores desconocidos, todo luce hermético y extraño excepto la sangre, hay tubos y bolsas repletas de sangre, es acá cuando cae en la cuenta de las intravenosas que tiene conectadas. Es un banco de comida humana.
—Vaya, vaya. —Arthur para enfrente de la silla con las manos en la cadera y un gesto de triunfo, Eiji se dice que es raíz del cansancio, sin embargo, puede jurar que se ve más temible que nunca, su piel brilla con un lustre angelical, su silueta parece más hercúlea y definida que nunca y sus ojos... incluso si recién se alimentó son de un escarlata profundo—. Por fin despertaste.
Arthur es una bestia con hambre y Eiji es un conejito lastimado, un festín que guarda litros de sangre.
—A-Ash.
—¿Ash? —Su sonrisa se esfuma—. ¿No has aprendido nada?
—Ash...
—¿Te he dado permiso para hablar?
Entonces el vampiro gruñe hundiendo las garras en su cuero cabelludo y dándole un tirón al respaldo de la silla, a raíz de la fuerza sobrehumana Eiji siente cómo cada tuerca, filamento e imperfección le queda grabado igual que un tatuaje o una marca de ganado, es débil, su piel es de papel en contraste a los vampiros. Eiji puede romperse. Arthur no. Max. Max también puede romperse ante las torturas de este lugar.
¿Qué tal Skip?
—¿D-Dónde están Skip y Max? —La mueca del vampiro es sádica, le divierte este carnaval de tortura ya que sabe que un mero mortal no puede hacer más que exhortar piedad o rogar una muerte digna.
—Tú no eres quién hace las preguntas acá.
Arthur ríe.
Se sienta a horcajadas de Eiji tal como Aslan lo hizo durante su primer encuentro pero esto se aprecia terriblemente mal, odia la sensación de tenerlo encima y ni siquiera poder moverse para protegerse, no puede cubrirse a sí mismo, es desagradable. Cadera contra cadera. Pecho contra su latido. Ayuda.
—No has aprendido nada todavía. —Gruñe—. Por culpa de Ash te has convertido en comida para el ejército de Dino.
—Y para algunos clientes. —Añade entretenido otro vampiro.
—Sí, no creas que esto ha terminado, Dino puede ser un vampiro, pero es excelente traficando seres humanos, al parecer los extranjeros están de moda, sufrirás en carne propia el infierno que Ash tuvo que pasar para estar a dónde está.
—Estás loco.
—Tal vez. —La respiración de Eiji se corta cuándo los dedos de Arthur bajan por su torso, no le gusta que lo toque con semejante confianza y aunque no está pasando nada, las lágrimas se acumulan en los ojos—. Pero soy el que tiene el poder acá, eres un simple humano, a Dino le gustan los monstruos hermosos, al menos tú deberías tratar de ser lindo.
Ni siquiera puede hablar, se ha paralizado.
Mierda.
Ash. Ash. Ash.
Tengo miedo.
—No he olvidado la puñalada que me diste en el vientre. —Las manos de Arthur bajan a su estómago y el roce helado lo hace querer vomitar, las intravenosas tiemblan en un grito desesperado para que se aparte y lo deje en paz—. Creo que debería hacerte pagar, ahora soy el favorito de Dino y por eso tengo ciertos privilegios.
—¿Privilegios?
—Sí. —Arthur sonríe como si hubiera estado esperando la pregunta—. Como saborear la mercancía.
Eiji da bocanadas de aire para no morir ahogado, intenta patear fuerte, sus rodillas no reaccionan al tener la correa demasiado apretada, ni siquiera sabe cuánto tiempo lleva aquí o cuándo fue la última vez que comió, debe aceptarlo, está débil y esto pasará, Arthur hará lo que quiera y ni siquiera podrá poner aguante.
—Debes ser bastante resistente para ser la puta de Lynx, los vampiros tenemos fuerza sobrenatural.
—Para. —Suplica—. No me toques.
—Pero tú estás entero aun luego de haberte acostado con él.
Eiji llora en silencio.
No grita.
—Dime... —Arthur se reclina apegando sus cuerpos—. ¿A qué sabe tu sangre?
Eiji grita en un eco estrangulado que brota cuando los colmillos de Arthur se hincan en su cuello con tanta violencia que teme que le haya arrancado las cuerdas vocales, las lágrimas empañan su mirada a causa del dolor, es lo más doloroso que ha sentido en la vida y no solo eso, sino que la manera que Arthur lo está despojando de su sangre sin importar qué tanto pelee, implore, llore o resista provoca que se sienta...usado. Como si perdiera su "valor", como si Arthur estuviera tomando algo que nunca podrá recuperar por más que lo busque. Como si estuviera quitándole su propio cuerpo, despojando a Eiji de todo eso que lo hacía ser Eiji y eso que ni siquiera lo ha violado. Ja. Pero probablemente Ash no lo quiera de regreso así de inmundo y manchado, lo ama al ser puro e inocente y sino se mantiene con dichos valores simplemente dejará de servirle. Ya no es puro.
No existe nada puro en la manera que Arthur lame su piel, se siente sucio y es como si cada roce del vampiro estuviera expandiendo una capa de mugre que sin importar las veces que se frote no saldrá, es algo que tendrá que adoptar como parte de su identidad. El llanto corre, sus puños caen sobre el soporte de la silla, ni siquiera puede golpear al contrario. No va a gritar. Se obliga a callar. Ni un grito ni jadeo. No le dará ese placer.
—Eres delicioso.
—Para. —Por favor, por favor, por favor.
—Vi la forma en qué alimentaste a Ash. —Entonces le da una lamida por el cuello antes de separarse, Eiji nunca olvidará la sonrisa que le obsequia al saborear su miedo.
Grande. Imponente. Gozosa.
Satisfecha.
Está malditamente excitado mientras lo tortura, cosa que confirma cuando aprieta sus mejillas entre sus palmas ásperas y gélidas, las pupilas rojas se posan en su boca y entonces Eiji teme en serio, Ash la ha tenido mucho peor, no posee derecho a quejarse si está sufriendo menos, Dios sabe la cantidad de atrocidades que su dulce Aslan habrá tenido que soportar. Puede hacer esto. Tiene que sobrevivir por su familia.
—Me pregunto si tu sangre sabe mejor de tu boca.
—N-No.
—¡Veamos si a Lynx esto le gusta!
—¡Alto!
Eiji se disocia en ese momento, lo prefiere de esa manera, una parte de sí mismo cree que si es buen niño y espera quietecito a que Arthur termine de lastimarlo entonces...entonces podrá irse a su casa, a los brazos de Aslan. Simplemente lo soporta. Lo hace lo más rápido posible. Pero no puede. Porque Arthur es brusco y voraz y le está succionando demasiada sangre, va a matarlo si sigue, intenta hacer algo para protestar o advertirle. Pero Arthur toma y toma y toma y toma. Y Eiji siente que su vida se escapa de sus propios dedos. Su pulso desciende. Sus latidos bajan lentamente y no ayuda que aquel vampiro esté tan helado, tan pesado y tan hambriento encima suyo. Morirá acá. Morirá a manos de Arthur o Dino lo venderá para prostituirlo.
Plic. Plic. Plic.
Su sangre chorrea.
Entonces tiene muchas ganas de llorar.
Pero en su lugar...permanece quieto. No responde al beso. Ni a la violencia. Ni a las amenazas. Nada. Se queda con los ojos llorosos mirando un punto fijo del laboratorio igual que una muñeca rota, reza para que Arthur no lo mate por beber demasiado. Rezar es todo lo que puede hacer. Otō-san, ayuda.
A veces las personas mueren, la muerte es falta de explicación, no discrimina, nos busca a todos de igual manera y a algunas personas el tiempo para partir les llega antes.
No es así para los vampiros.
«No es justo», piensa.
No es justo que Arthur sea lo último que vea en esta vida, otō-san.
Y lo que le da más pena es que Arthur ni siquiera lo desea o le apetece genuinamente, sino que sabe que lo está utilizando para cabrear a Ash y que su vida, su integridad, su cuerpo sea rebajado...duele.
Duele ser un humano en un mundo de vampiros y duele aún más amar a un vampiro siendo mortal.
Ash...
¿Me seguirás amando aunque esté usado y me hayan roto?
Pero debes pensar que soy un quejoso, ni siquiera me violaron y no fue para tanto, le he dado sangre a los vampiros antes, por eso, no debería afectarme tanto que Arthur tomara sin mi consentimiento, pero lo hace, lo siento, soy débil y me afecta y me siento asqueroso.
Sí.
Se siente roto. Usado. Mancillado.
No es un dolor de cuerpo, es de alma, es un dolor similar pero diferente a lo que pasó en Izumo, por eso, sabe que no se recuperará, sabe que esto jamás sanará, pero no fue para tanto ¿cierto? Solo lo han usado como una bolsa de comida comunitaria, Eiji ríe y se pregunta si es un prostituto de sangre.
—Sigues vivo.
Dino Golzine entra.
Sus ojos verdes (un verde totalmente diferente al de Aslan) relumbran a través del laboratorio, tiene un porte elegante que le da un aspecto señorial como si fuera el conde en una vieja novela, el bastón que carga consigo se encuentra repleto de joyas magnánimas y hostigosas, hay colores que Eiji antes ni siquiera ha visto adornando la funda de oro, no obstante esa que llama su atención es la que yace arriba. Un Jade. Un claro ejemplo de cómo ve a Aslan. Una posesión. Una mascota. Y una propiedad.
Si bien, Eiji no sabe mucho de la relación entre Ash y Dino, sí sabe que el rubio resistió transgresiones sexuales igual que Yut-Lung, ambos le explicaron que ese era el precio por ser una joya, sin embargo, en algún punto el vampiro original perdió el deseo (Ash le dijo que dos adolescentes no excitaban a un pedófilo y ahí fue cuando comenzó a experimentar con niños como Skip) y en vez de pedirles que siguieran vendiendo su cuerpo, les pidió el alma. En más de una vez Aslan le confesó que odiaba eso ya que sentía que lo trataba como una "esposa trofeo" o una mascota.
—No esperaba que resistieras tanto, tu otro compañero ya está drenado.
—Max. —Gruñe.
—Y aún tienes energía para desafiarme, con razón Ash se interesó por ti.
—Tú... —Los músculos del nipón se tensan encima de la silla de metal, arde, cada segundo es tortura en carne abierta y lo peor, es que pese a su sangre perdida las intravenosas no han dejado de robarle más—. ¿Qué pretendes hacer conmigo?
—Serás un castigo ejemplar para Ash, debo recordarle por qué soy su dueño.
—No eres su dueño. —Los regordetes dedos de Dino se menean alrededor de la joya del bastón, un tarareo escapa divertido entre sus labios raspando su bigote—. Ash no le pertenece a nadie.
—Me pertenece a mí.
—¡No es...!
—Y ahora tú. —Levanta el bastón para intimidarlo—. Ahora también me perteneces y supongo que debería darte un pláceme como corresponde al negocio, después de todo, venderé cada trozo tuyo.
—No soy un objeto.
—Lo eres.
Dino sonríe.
—Igual que tu familia y todo el resto de Izumo. —Eiji abre los ojos totalmente pasmado, aunque no debería extrañarle que alguien tan poderoso maneje esa información hay algo en el tono que musita o en cómo sus ojos se oscurecen más y más tras cada sílaba.
—¿Cómo sabes?
—¡Ei-chan!
La puerta se abre nuevamente.
—¡Ei-chan!
Skip entra totalmente inmovilizado por las garras de un guardia, el crío llora, patalea y suplica, nunca lo ha visto tan horrorizado en toda su vida, al seguir el temblor de sus pupilas sabe que Dino lo causa, probablemente debe recordar lo que pasó, Ash le explicó que Skip fue criado para la satisfacción del grupo de pedófilos que dirige y Skip. Dios. Su niñito.
—Te me escapaste una vez. —Toda la atención del vampiro original se dirige al niño—. No cometeré el mismo error dos veces.
Recuestan a Skip en una camilla de metal, inmovilizan sus cuatro extremidades mientras lo conectan a una serie de aparatos que hacen sonidos extraños y de repente, Eiji se encuentra forcejando contra sus propias correas porque...
Entonces yo te cuidaré. Y yo no rompo mis promesas por nada del mundo.
—Encontramos esto con el mocoso.
Tiran el peluche hacia el piso.
—¡No toques a Nori Nori! —Skip solloza con fuerza pidiendo el peluche—. ¡Nori Nori me protegerá!
—¿Nori Nori? —Dino consulta con una sonrisa torcida, su bastón aplasta la panza de felpa del pájaro con semejante brutalidad que incluso las costuras crujen—. ¿Crees que eso te protegerá?
—Ei-chan me lo prometió.
—Aww. —Ríe—. Ei-chan, se lo prometiste.
Dino se burla, dando pasos imponentes hacia dónde está el juguete para levantarlo, camina y queda enfrente de Eiji, su mirada cobriza se halla clavada en el peluche, en cómo su pequeño animal estuvo manteniéndolo aferrado a la vida, en cómo Masako solía cargarlo a todas partes, fue el único pedazo que pudo rescatar de ella, fue lo que lo protegió, luego se lo pasó a Skip, le prometió protegerlo, no puede... no puede fallar la misma promesa dos veces.
—Parece tener un gran valor sentimental para ti. —Dino ríe, rasgando el peluche por la mitad en un solo tirón, el relleno blanquecino cae hacia el piso del laboratorio, el rostro del ave queda deformada y hay un dolor irreparable agrietándose en su corazón—. Es una pena que la sangre sepa mejor entre emociones fuertes, una pena para ti, claro.
—Para.
Por favor.
—Ahora haré que veas cómo mato a Skipper, ya no me sirve, no debió existir de un inicio y ni siquiera es un vampiro real al haber sido transformado de maneras... poco convencionales.
—¡No! ¡Ei-chan!
—¡Skip!
—¡Ei-chan! ¡Ayuda!
No tiene idea de cómo Skip se las arregla para fugarse de los guardias, aflojarse las correas antes de que estén totalmente selladas, saltar de la mesa de metal y empezar a correr, pero en vez de escapar para la salida en busca de su salvación corre directamente hacia Eiji, lo envuelve encogiéndose sobre su pecho como un polluelo que se quiere refugiar de la lluvia, el nipón no puede corresponderlo por estar inmovilizado, pero su corazón pega un brinco con fuerza, Skip no hace la gran cosa, solo abraza al mortal y solloza en silencio.
—Quiero ir a casa. —Las palabras hipean junto a sus lágrimas y es acá cuando se percata de lo cálido que Skip se siente a pesar de todo—. Quiero a papá.
—Skip.
—Pero qué conmovedor.
—¡No lo toques! ¡Suéltalo! ¡Skipper!
Uno de los guardias de Dino jala a Skip del cabello para arrastrarlo de regreso a la mesa de operación, la imagen de su pequeño gritando, suplicando por ayuda con los ojitos hinchados, las palmas alzadas en su dirección lo hace cuestionarse si así se sienten las madres cuando les quitan a sus cachorros y los ahogan enfrente de ellas.
Eiji ni siquiera puede llorar en ese punto, ni gritar, ni moverse, solo puede apreciar cómo inmovilizan al infante encima de la camilla mientras su corazón se hace mierda.
—¡Ei-chan!
El aludido aprieta con fuerza los párpados e intenta no mirar, no tiene la fuerza para mentirle y decir que todo estará bien, nada estará bien, nada nunca estará bien. «Perdóname, Skip» se dice mientras las lágrimas se le estancan en la boca e inician la operación, perdóname por no cumplir mi promesa.
«Perdóname».
«Perdóname».
«Perdóname».
—¡Ei-chan!
Skip saca sus colmillos, entorna los ojos rojos, gruñe, repite su nombre como si fuera un rezo que lo pudiera salvar, forcejea contra las correas, patalea en la camilla, clama por el peluche, llora, gimotea, chilla, ruega por Aslan, repite sus nombres una y otra vez como si fueran sus papás. Ei-chan. Ei-chan. Ei-chan. ¡Ash! ¡Tengo miedo! ¡No quiero morir! ¡Por favor! ¡Sálvenme!
Y entonces...
Todo queda en silencio.
Eiji alza la mirada, si tuviera comida en el vientre habría vomitado ya que Skip...sus ojitos tan grandes y vivos, su piel del tono del caramelo y sus rubores besados por el sol, sus pequitas escondidas sobre su nariz, su cabello esponjoso de conejo bebé, todo esto se ha ido para ser reemplazado únicamente por una capa nubosa en sus pupilas. Ya no se mueve. Ni respira. Y se ve frío. Le han inyectado veneno y le han sacado sangre en la mesa de operaciones. Pero Eiji ni siquiera tiene energía para reaccionar.
Debe ser un mal sueño. Sí. Esto es una pesadilla.
Quiero despertar pronto en tus brazos, Ash.
—No te sientas mal por el mocoso. —Dino se mete una bolsa de sangre dentro del traje—. Vivió aun más de lo que le correspondía, debería estar agradecido.
Ash...
—Además, le salvé la vida, era un esclavo cuando lo conocí, fue afortunado de que lo comprara.
¿Por qué no me despiertas?
—Ahora regresarás a tu celda, mañana te venderemos junto al resto de la mercancía en una subasta muy esperada, no solo la sangre de humano es deliciosa, sino que también lo es su carne y más para las ninfas e incluso algunos hombres lobos con gustos extravagantes.
Por favor, Ash.
Ya despiértame.
Pero Ash no lo despierta y Eiji es arrastrado por un guardia hacia una especie de calabozo en el suelo inferior de la mansión.
Es el infierno.
Toda su vida Eiji se creyó maldito pensando que estaba atrapado en el averno a raíz de sus pérdidas, pero acá abajo, siendo encadenado en una celda repleta de personas que parecen más cadáveres y serán vendidos como si se trataran de mercancía comprende que ni siquiera estaba próximo al fuego infernal. La crueldad es impresionante. Cuesta distinguir quién está vivo de quién no, todos los seres humanos tienen en común marcas de dónde les han sacado sangre, algunos se ven enfermos y como si fueran traumas andantes, tuvo suerte, a pesar de lo duro que fue soportar estos ¿días? ¿semanas? ¿años? Sabe que fue afortunado, no queda vida en las pupilas de esta gente. Son carne pudriéndose.
—Pórtate bien, no le des problemas a papa. —El vampiro obeso que lo ha escoltado le advierte para poderlo encadenar a la pared—. Estás fuera de turno hoy pero eso no significa que estarás a cuidado o a salvo, eres la debilidad de Ash.
Cierran sus cadenas.
—Y te usaremos como tal.
Cierran la celda, a diferencia de la mesa de operaciones dónde yace el cadáver de Skip acá hay ruidos por todas partes, eso hace que le sea difícil respirar o concentrarse en cualquier otra cosa, hay llanto, hay gritos, hay peleas, es caos.
—Nos tratan como si fuéramos vacas, pero estoy seguro de que las vacas reciben mejores tratos en el matadero. —Eiji conoce esa voz.
—¿Max?
Teme alzar el mentón y estar hablando con un fantasma, ha tenido demasiadas pérdidas y no más...
Por favor, Ash, despiértame.
—¿Eiji?
A ambos les cuesta reconocerse en la oscuridad, la atmósfera de la celda resulta irreal, está lóbrego, mohoso y el aroma a enfermedades podridas inunda todo lo demás, el nipón entrecierra su mirada, trata de distinguir el rostro de quién se encuentra encadenado al lado, hay poca luz colándose sobre la única ventana que tiene la pieza y es una luz helada, más, eso es suficiente para que distinga todas sus facciones: un mentón masculino recubierto por escasos vellos castaños que con el sol se parecen a un tono miel, su piel ligeramente bronceada por vivir antes en Los Ángeles, su camisa de "anciano", sus cabellos cortos tirados hacia atrás y sus ojos azules gentiles.
—¡Max! —Entonces finalmente se permite llorar de alivio—. Estás vivo todavía.
—Claro que estoy vivo. —Pero se ve mal, hay una sombra agónica expandiéndose sobre el mayor lo que le genera preocupación, luce mucho más pálido y sus mejillas incluso están succionadas—. ¿Qué tanta sangre perdiste?
—No sé. —Traga duro—. No recuerdo.
—Yo tampoco.
—Ya veo.
—¿Y Skip?
Entonces los ojos de Eiji se cristalizan con tanta pero tanta pena que no hace falta decir más.
—No pude salvarlo, Max. —Eiji se encoge hacia sí mismo—. No pude hacer nada.
—No podrías haber hecho nada contra ellos, te habrían matado.
Y comprende que es verdad, que tiene limitaciones humanas y esto no es una película dónde tendrá un power up de la nada, esta es su realidad le guste o no y hay cosas que no puede cambiar, no pudo evitar la muerte de sus seres queridos y rompió su promesa, no es un "onii-chan" genial, lo lamento.
—Te mordieron. —Max nota las brillantes marcas en su cuello—. ¿Te hicieron algo?
—No. —No en comparación a lo que el resto ha pasado—. Estoy bien.
—Eiji.
—¿Qué pasará con nosotros, Max?
—Mañana nos venderán en una especie de subasta. —Su mirada azulada se pasea por el resto de la celda—. A nosotros y a todos ellos.
—¿Este es el final?
—Lo siento. —Max sonríe con tristeza—. Lo siento mucho, Eiji.
Por favor.
Ven y despiértame pronto, Ash.
Ya mañana nos vamos de lleno con Ash para darle cierre a esta patita del fic.
See ya~
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