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20. Knife wound.

Hola mis bonitos lectores~ Okey, hoy iniciamos un nuevo arquito que marca el principio del fin, siento que los siguientes 3 o 4 capítulos son bien potentes en tema de violencia, transgresiones y abuso, todo lo que está un poco implicito en BF más o menos, pero lo refuerzo harto para que tengan ojito con este tipo de contenidos, también se hace mención muy leve de ideación suicida pasiva. Pero eso. Sin más que decir, espero que les guste.

Cuando era niño, Eiji se ahogó.

«Ayuda» pidió.

Recuerda haberlo gritado con todas sus fuerzas viendo cómo las burbujas de oxígeno subían y subían hacia la superficie sin emitir sonido alguno, sus pies se sentían pesados, aún tenía puestas esas viejas sandalias de madera que solía usar con el kimono, a sus abuelos les molestaba que usara ropas "más occidentales" así que se veía enjaulado de normas y más normas, siempre sintió que no retribuía su supervivencia lo bastante, fue el único que quedó de su familia, aunque otros parientes lo recibieron se aseguraban de dejarle más que claro con cada mirada lo que pensaban: ¿por qué tú y no los otros?

Desde ese día Eiji supo que tendría que esforzarse para probarle a la familia y a sí mismo que merecía seguir con vida.

Que no fue en vano su persistencia.

Que podría vengarlos.

Qué no era una carga para nadie.

Por un tiempo se tragó esa mentira hasta que se ahogó, primero se desesperó, por supuesto aunque sus abuelos insistían en que era "el hombre de la casa" ni siquiera era un adolescente y la herida tan grande en relación a su familia se infectaba cada día un poco más, pero luego... se dio cuenta de que la muerte era calma y que realmente a nadie le importaba si moría.

Entonces se dejó hundir, desistió de luchar, extendió los brazos, enderezó la espalda, acostó su nuca como si la estuviera acomodando en su almohada y se permitió abrazar por el frío del mar, memora que hacía tanto frío que le castañearon hasta los dientes, sus dedos poco a poco cosquillearon en la sensación más adormecida que ha sentido hasta que dejaron de responderle y el cielo... el cielo lució más hermoso que nunca bajo el fondo del agua. Paz por fin. Tranquilidad. Era solo un momento más que tendría que tolerar antes de descansar, una última lágrima derramada, una última ola rebosante de culpa que azotaría su corazón y es todo.

Pensó en Masako y en lo mucho que la extrañaba.

Pensó en su peluche de Nori Nori y cómo lo cosió porque era su favorito y Eiji adoraba a su hermanita y en cómo ella quería ser dibujante y era brillante y linda.

Eres la persona a la que más admiro, ¡mi onii-chan es genial!

Entonces lloró.

Finalmente debajo del mar se permitió llorar, deseando tener el peluche de Nori Nori bajo sus brazos para al menos todavía recordarla, porque él ya no... ya no la recuerda.

—Ei-chan.

Y ese recuerdo rompe el hielo de su cabeza porque Skipper está abrazando ese mismo peluche, todo su corazón duele como si otra vez se estuviera llenando de agua, sabe que no se parecen en nada y ni siquiera son de la misma especie, pero aun así, espera que Masako viva a través de Skip.

—Tengo miedo.

Por eso, no puede dejarla morir dos veces.

Menos a manos de los vampiros.

A manos de Dino.

—Ei-chan. —Skipper abraza con fuerza al peluche, lo envuelve entre sus dos brazos mientras se pega al aludido.

—Estaremos bien.

—Pero...

—Además, Max está con nosotros.

El adulto los abraza a ambos mientras los terminan de transportar, si bien Dino tiene prohibido estar en el territorio de Yut-Lung les tendieron una trampa y lo hicieron a través de Skip pero no culpa al crío ni a nadie en realidad, lo único que pueden hacer es enfocarse en mantenerse con vida, vendrán a rescatarlos apenas se percaten de su desaparición, lo sabe. Ash. Ash. Ash.

Confía en Ash.

Le confía su vida.

—Nos va a llevar con Dino. —Hay terror en la voz de Skipper—. Lo puedo oler en Arthur...nos arrastra a una muerte segura.

—Vaya, para ser un mocoso dices cosas muy aterradoras.

—¡No soy un mocoso! —Skipper gimotea pateando el piso—. ¡Soy un hombre grande! ¡Estoy adulto!

—Pues no pareces muy adulto con tu medio metro de altura.

—Soy medio vampiro. —Gimotea escondiéndose en Eiji—. Pero Ash y Griff son vampiros completos.

—Oh.

—¿Lo sabías, Max?

—Lo suponía. —Max esboza una sonrisa tan triste que en cualquier otra situación indagaría, pero si hacen demasiado ruido acá terminarán castigándolos y son simples mortales—. Suponía que era así.

Las ruedas traquetean encima de la autopista.

Plac. Plac. Plac.

Plac.

La camioneta está hecha para transportar ganado, no están solos, sino que hay decenas de humanos achoclonados entre las paredes de metal, aferrándose a oraciones, pidiéndole al Dios sordo que por favor los salve de algo que él mismo creó, son familias mutiladas, trozos de personas, bebés llorando en el pecho de una mamá desesperada, niños tirando por las mangas de papá y otros que han dejado de llorar, tienen una mirada que Eiji conoce demasiado bien, la vio demasiado al otro lado del espejo al haberlo perdido todo. Vacío. Ido. Muerto. Max y Skip se acurrucan en el mismo rincón que Eiji, se tratan de proteger como tres polluelos que tarde o temprano irán a la huincha en el matadero, tiene mucho miedo y sus ojos arden. Porque eso es demasiado cruel incluso para los vampiros. Inhumano.

Sí.

Ellos son inhumanos, no es necesario que los amontonen en una camioneta como si fueran alimento para recordarles la brecha, o arrebatar recién nacidos que ni siquiera pueden beberlos al ser ínfimos, tampoco era necesario traer a personas agonizantes para preservar el sabor, vaya parece que a Dino le divierte jugar con la vida y la muerte, hay niños, Dios, Ash dijo que era un pederasta por eso temía, temía por Skip y por cualquier otro niño mortal. Eso despierta una rabia dormida que siempre estuvo ahí, invernando, esperando para salir. Porque a diferencia de las películas sin importar cuánto diente de ajo carguen o agua bendita o crucifijos o incluso si se esconden tras la luz del día, no existe chance contra un vampiro.

Entonces todo lo que pueden hacer es rezar, despedirse de sus familias y esperar la muerte ¿es eso?

¿Cómo luchas contra algo que no puedes matar?

¿Cómo apelas a un corazón que no late?

Eiji. Eiji. ¡Eiji! ¡Tienes que vivir!

Eres mi niñito y te amo infinitamente.

«Yo también te amo infinitamente, papá» debió decirle y nunca se perdonó por no hacerlo.

Pero ahora que han regresado los vampiros...

¿Cómo podría...?

—No se separen de mí. —Max los aprieta de las manos con fuerza—. No nos perdamos de vista ante nada del mundo, ¿entendido?

—Tengo miedo. —Skip llora—. Quiero ir a casa, quiero a papá.

—Yo también. —Eiji lo consuela—. Por eso debemos escuchar a Max, promételo Skipper, promételo.

—Lo prometo.

¿Qué pasa si los vampiros vienen por nosotros?

Los bajan en filas de la camioneta igual que hacen con las vacas al llegar al matadero, aun si se hallan esposados Eiji se niega a separarse de Skip por lo que lo sube en su espalda igual que su papá lo hizo con Masako esa fatídica noche, los brazos del niño se tensan como un collarín alrededor de su cuello, sus puños caen sosteniendo a Nori Nori sobre el corazón del mortal, pero no dejan de caminar ni de seguir a Max a la entrada del infierno.

Los meten a los tres en una bodega mugrienta, Skip se mantiene sollozando bajo, buscando consuelo en el peluche del ave mientras que él y Max intercambian miradas silenciosas llenas de disculpas, le hubiera gustado conocerlo más, sabe que es una persona importante para Ash y que a pesar de toda su reticencia lo considera la verdadera figura paternal, idea que corrobora cuando el adulto lo acuna.

Dulce. Cálido. Protector.

Le recuerda a su papá y un poco a Ibe-san.

Ay.

—No sé cómo saldremos de acá. —Musita—. Pero prometo que los sacaré sanos y salvos, estuve en el ejército hace muchos años y sé pelear.

—No contra monstruos. —Skip farfulla con la boca trémula y la mirada ida—. Eres un mortal, por lo que no puedes hacer nada contra ellos.

Menos contra Dino Golzine.

El original.

—¿Sí? Pues llevo años lidiando con una familia de vampiros tercos y me las he arreglado bien. —Ese tono es vigorizante y se encuentra repleto de energía y el contraste con su expresión drenada resulta llamativo e incluso...doloroso—. Todavía sigo vivo a pesar de todo ¿no?

—Sabías que ellos eran vampiros.

—Claro que lo sabía.

—¿Desde cuándo?

Max frunce levemente el entrecejo, hace frío dentro de la bodega y tanto frío que incluso los alientos se transparentan en una calina fantasma, impresiona ser un contenedor metálico e impermeable al sonido, todas sus paredes se hallan recubiertas de moho, no hay ventanas ni luz, ni otros olores más que el de la suciedad y la muerte seca, los únicos agujeros están en el techo, parecen haberse creado a raíz de una balacera, pero son pequeños y ni siquiera dejan pasar el oxígeno, solo mugre. Están en una jaula para insectos, Eiji se aprecia en una caja fuerte hundiéndose en el mar otra vez. Cae y cae.

«Ayuda» pide.

Ash.

Estamos acá.

—¿Max?

—Desde siempre. —Hay una sonrisa nostálgica en la cara de Max, la bodega está totalmente oscura, tan oscura que ni siquiera da paso a las estrellas—. Siempre lo he sabido.

—¿Por eso te le acercaste?

—Al principio sí. —El mayor estira su espalda contra las plaquetas de metal, cada una de sus costillas rechina como si fuera una ramita floreciendo a través del moho, la noche es macabra dentro de este cofre para humanos, lo remonta al templo de Izumo dónde papá iba a dejar plegarias—. Era un mero novato que quería ser cazador, sospeché que Griff era un vampiro cuando nos presentaron.

—¿Cómo?

—Era helado. —Max estira sus piernas y las suelas se apoyan contra un charco de mugre que salpica, Skip aprieta aún más la manga de Eiji, suplicando silencioso por amparo—. Era un cubito de hielo.

—Sí. —Recuerda—. Me pasó similar con Ash.

—¿Conmigo también?

—No, cariño. —Eiji pasea sus dedos sobre la pelusa negra que tiene el infante en la cabeza, va suave, lento y cuidadoso, procura hacerlo con ternura, intenta transmitirle la seguridad que Ibe genera en sus momentos de más ansiedad—. Tú eres calentito.

—¿Calentito? —Le pregunta con sus ojos brillantes y muy brillantes sosegando progresivamente sus temblores corporales, quedándose quieto contra la pared de metal, hundiéndose en la mezclilla que tiene su jardinera y apretando el peluche con más fuerza—. ¿Lo soy?

—Lo eres.

—Eso significa que todavía tengo algo humano. —Tanto Max como Eiji están de acuerdo.

—Entonces eres un niño. —Max lo confronta ya que es paternal y entiende cómo contener de forma emocional a los más vulnerables, comprende porqué Ash lo ama tanto—. Eres un niño y eso que me querías engañar haciéndote pasar por un vampiro, humano tramposo.

—¡Ah! Es verdad, debo tener algo de humano todavía.

—¡Claro que es verdad! —Eiji apoya al adulto—. Max es un cazador experto y todo, él sabe del tema.

—Sí, los vampiros aunque puedan ser maestros camuflándose en nuestro mundo ya que incluso nos pueden hipnotizar para que les creamos nunca podrán encubrir la temperatura, eso fue lo que acabó delatando a esos hermanos que amo con mi alma pero me vuelven loco la mitad del tiempo y la otra mitad intento descifrar cómo se pronuncia su apellido.

—Callenreese. —Dice Skipper fluido—. No es tan difícil.

—Claro que lo es.

—Son dos palabras compuestas: —El infante les expone—. "Callen" de callarse y "reese's" como mis chocolates preferidos, esos que vienen rellenos de mantequilla de maní.

—¿Qué?

—Callen-reese viene del verbo "callar al chocolate", todos lo saben.

—¡Mocoso! —Max chilla—. ¡Lo acabas de inventar!

—No es verdad, ¡heredé el IQ de papá!

—¡Lo es!

—¡Ei-chan!

—¡Es trampa acusarme con tu mamá!

—¡Ei-chan! El viejo me está molestando.

Pero al menos eso ayuda a que la tensión se derrita progresivamente, esa plasta de malos recuerdos que amenazaba con arrastrarlo al infierno pasa a segundo plano ante risas tan estruendosas, los dos sin duda parecen niños peleando y la imagen logra aligerar el latido de su corazón y al mismo tiempo, que le dé peso a la situación. Está pasando. Realmente son prisioneros de Dino Golzine. Se hunde al fondo del mar otra vez, todo se siente pesado e irreal y le cuesta respirar. Pero debe ser fuerte. Skip. Depende de él. No se perdonará si le pasa algo. Aguántatelo. Sé el hombre de la casa. Hazlo por ella. Por Masako. Por Nadia. Por todos los que perdió. Y los que no ha perdido.

—¿Nunca pensaste en confrontar a Griff? —Ahogarse tanto tiempo en su cabeza lo hizo más directo.

—No.

«¿Por qué?», quiere preguntarle.

Merecías saberlo.

—Porque...

Max mira su anillo.

La argolla es lo único que relumbra en aquel mugriento contenedor.

—Porque a veces Griff ponía una expresión realmente dolorosa cuándo le preguntaba por el pasado, quería saber, claro que quería, era su marido y además un aficionado a los vampiros y por eso dedico mi vida a su estudio pero tampoco quería forzarlo y en el fondo me daba miedo que me viera como...

—Algo dispensable. —Eiji termina el pensamiento.

—Sí. —Max lo observa anonadado—. ¿Cómo supiste?

—Me pasa mucho con Ash.

—Oh, es cierto. —Max se toca la barbilla y entrecierra la mirada, analizando con tanta concentración el rostro del nipón que casi tiene la impresión de estar siendo escaneado—. Nunca nos presentamos, no formalmente al menos y es un honor por fin conocer al novio de mi hijo adoptivo.

—No soy su novio.

—¡Lo eres! —Skip gimotea con las mejillas infladas—. ¡Los he visto pasarse la sangre!

—Es... —Eiji se muerde el labio—. Complicado.

Ya que esa es la cuestión, aunque en las películas juveniles o en los libros de terror tener un romance con un vampiro es fuente de deseo en la práctica es muy... peligroso, son de mundos diferentes, Ash se lo dejó claro del inicio. Además, no hay en todo el vasto y oscuro mundo de espectros y demonios ninguna criatura tan terrible, ninguna tan temida y aborrecida, aun así aureolada por una aterradora fascinación, como el vampiro. No es ni espectro ni demonio. Pero comparte con ellos esta naturaleza oscura y posee las misteriosas y terribles cualidades de ambos.

No puede seguirlo negando.

Está perdida, tonta y ciegamente enamorado de Ash.

Pero Ash...

Y su familia. Y la lealtad con el clan de Shorter. Y el propio pasado. Y su identidad. ¿Elegir a Ash sobre todas las demás cosas en el universo no implica renunciar a todo su universo presente? Incluso si lo pudieran hacer funcionar y fuera más allá de un juego, tarde o temprano se cansará de su mortalidad porque la vida de Eiji es solo un parpadeo para alguien tan extenso como Ash.

—Hey. —Max parece empatizar con esta lucha interna—. No lo pienses tanto, muchacho, un tiempo ponía esa misma cara tormentosa y me comía vivo, no te hace bien.

—Sí. —Eiji suspira—. Supongo.

—Eiji...

No hay tiempo para decir más.

La puerta se abre, Arthur entra con los ojos rojos y los colmillos sobresalientes, apunta a una persona de los tres. Max. Sus secuaces entran para arrastrar a Max fuera del contenedor. Skip grita. Gimotea. Solloza. Pide piedad. Qué no se lo lleven. Qué no lo maten. Qué por favor se apiaden. Arthur carcajea al aire antes de probar su fuerza sobrehumana enterrando sus garras en el cabello de Max, alzándole el rostro para estamparlo una y otra vez contra el suelo, a diferencia de los vampiros lo que se rompa se quedará roto. Eiji grita. Se levanta. Intenta defenderlo. Defenderlo como no pudo hacerlo por ese papá que le salvó la vida. Otō-san. Lo siento. Lo siento. Yo también te amo infinitamente. Dijiste que las personas cuando mueren nunca se van del todo. ¡Pero tú te fuiste! ¡Te fuiste y yo me quedé solo!

—¡Para!

Eiji solo se percata de que es quién está gritando cuando ve sangre caer hacia su nariz, claro que ese otro vampiro no perdería la chance de golpearlo.

—Aún no olvido la puñalada que me diste. —Arthur le escupe—. Samurai boy.

Se van.

Se llevan a Max.

Skipper y Eiji permanecen abrazados en silencio sin dejar de sollozar, están en territorio de vampiros y no son competencia para Dino, todo lo que pueden hacer es esperar la muerte y esta...esta es toda la realidad que tienen los mortales en este mundo. Es una mierda. Pero al menos...quiero protegerte.

Porque te amo.

—Los vampiros vendrán por nosotros. —Entonces Skipper llora y llora apretando un peluche de Nori Nori porque acaban de desfigurar a la figura de protección que tenían y probablemente lo maten ya que así son ellos, unos sádicos—. Él va a venir por mí.

—No, no vendrá. —Eiji le asegura limpiando las lágrimas de sus regordetas mejillas, ambos aprecian que es una mera fantasía y que Dino vendrá cuando quiera, pero necesitan esto. Necesitan mentirse.

—¿Pero y si pasa?

—Si eso pasa... —Eiji se arrodilla frente al más pequeño—. Nori Nori te protegerá. —Y claro que esta respuesta lo hace inflar las mejillas y esbozar un medio-puchero, el contenedor se halla iluminado a causa de la hilera de agujeros en el techo que permiten el paso de las estrellas, aun así, prevalece la sensación de oscuridad pegoteada como una segunda piel o quizás como un alterego solapado. Yace en su piel. En los huesos. En las entrañas. En la sangre.

—¡Nori Nori no puede protegerme! ¡es un peluche! —Se lamenta porque es un sabelotodo y le basta tener un par de cientos de años para entenderlo todo acerca de la vida—. No puede cuidarme.

—Entonces...

Traga duro.

Su corazón late con fuerza.

Tap. Tap. Tap.

—Entonces... —Tap—. Entonces...yo te cuidaré. —Declara extendiéndole el meñique—. Lo prometo.

—¿De verdad?

—Sí. —Skip le corresponde el gesto—. Y yo no rompo mis promesas por nada del mundo.

—Gracias, Ei-chan. —Skip sonríe con la misma sonrisa que solía darle su hermana—. ¿Sabes? Aun si los vampiros dicen que los seres humanos son débiles para mí eres la persona más fuerte del mundo.

—Pero...

—Eres la persona a la que más admiro, ¡Ei-chan es genial!

Y esa confesión...

¿Por qué tú y no los otros?

Hace que le duela el corazón demasiado.

Es irónico cómo estando atrapado a merced de Dino se siente más libre que nunca, sin embargo hay algo en las palabras de Skip que lo remontan a esa noche, no para que cambie lo sucedido (no podría cambiarlo por más que quisiera) pero sí para que lo vea con ojos diferentes, por esto, vuelve a tirarse al mar, cae hacia el fondo igual que pasó en Japón, se siente perdido, herido, que toda su humanidad murió junto con su familia mientras se hunde en la agonía. Las burbujas de oxígeno suben. Grita. No se escucha nada. Deja de pelear, se acurruca hacia sí mismo esperando lo inevitable, todo en matices azules con el cielo más hermoso que ha vislumbrado. Y entonces...sale.

Tiene que salir. Esto ya no se trata de vampiros, hombres lobos ni humanos. Sale hecho un Eiji herido pero que quiere dejar de estar herido, sale listo para sanar.

Skip.

Skip necesita que alguien lo cuide como nunca nadie lo cuidó a él. Mentira. Ibe lo cuidó.

—Ash vendrá por nosotros, Ei-chan.

—Lo hará.

—Somos su familia, vendrá por nosotros.

—Skip. —Eiji traga duro, percibe los pasos al otro lado de la puerta, los reconoce—. Mantente fuerte.

—Ei-chan. —Sus manos se entrelazan con fuerza.

—Te amo.

—¿Por qué te estás...?

—¡Tú! —Arthur entra—. Es tu turno, samurai boy.

—¡No! ¡No lo toquen!

—Has sido lo suficientemente molesto para ganarte la atención de papa.

Los solemnes pasos de Arthur resuenan como si estuvieran zambulléndose en agua, no le da chance de levantarse y seguirlo, al contrario con una velocidad inhumana lo ha cogido del casco de la cabeza para arrastrarlo por toda la bodega y duele, es el dolor físico más grande que ha sentido, percibe los ojos atiborrarse de lágrimas por lo insoportable de la punzada y es como si le estuvieran despegando el cuero cabelludo pero se niega a gritar y rogar clemencia ante Skip, tiene que transmitirle una falsa sensación de seguridad para cuando no esté. Mira al peluche de Nori Nori en sus brazos.

«Cuídalo», le ruega.

Por favor protégelo por mí, hermana.

—Este se cree demasiado rudo. —Arthur ríe, arrastrándolo igual que un animal desollado listo para ser colocado en la vitrina de la carnicería.

—Se va a convertir en la nueva puta de papa.

—Ash se morirá cuando lo vea pasar por ese destino. —Carcajean—. Muero por ver su expresión de puro sufrimiento.

—Siempre me pareció tan petulante.

—Veamos si le gusta ver a sus seres amados romperse por su culpa.

Lo arrastran y lo arrastran por un laberinto de pasillos, Eiji se encuentra tan mareado por el tirón de pelo que no recuerda el camino como para devolverse en caso de huir, maldice sus debilidades, aun así no se queda ahí.

Mantente fuerte, mantente fuerte, mantente fuerte.

Vuelve con Ash.

Papa.

Está lloviendo sangre cuando conoce a Dino Golzine, la lluvia carmesí arremete desde sus puños que se hallan enfundados en guantes blancos hacia los gruesos ventanales de la oficina, el vampiro pasea sus manos empapadas hacia sus colmillos blancos como el marfil y más afilados que los de Ash o los de Yut-Lung, aunque los ojos no son rojos existe una chispa sangrienta que le hiela la sangre e impide que se levante y se quede arrodillado, casi como si estuviera obligado a hacerlo. Dino le sonríe. Corre de ahí, le dice la voz en su cabeza.

—Por fin nos conocemos.

Hay un bastón en su otra mano, viste un traje, parece un vampiro sacado directo de las novelas y de esos que dan miedo, quieres matar con ajo y arrojarles agua bendita.

—Eres el capricho de mi Aslan.

—Yo no...

Plaf.

Retumba una bofetada.

—No te di permiso para hablar, ganado.

Eiji no puede físicamente abrir más su boca, sabe que debe haberlo hipnotizado y queda asombrado por la cantidad de poder que disfruta este vampiro, así que él le ha dado origen a todo pero no tiene tiempo para pasmarse con la idea, porque Dino se encuentra arrodillado enfrente con un rostro que delata asco e incluso fastidio, toma su muñeca, agarra un cuchillo y le corta las venas, duele, el corte es profundo y duele como si fuera un muñeco de trapo y estuvieran deshaciéndolo hilo por hilo ante una afilada navaja.

—Tengo muchos planes para ti. —Entonces le dice con una sonrisa torcida—. Pero primero, procura satisfacer a mis chicos.

Eiji mira a sus captores.

Todos los vampiros tienen los ojos rojos.

Mierda.

—Solo no lo maten todavía.

¿Mañana? Mañana nos vamos con los lobos, no esperen que este rescate sea inmediato e impulsivo, si quieren que salga bien necesitan planificación y más que nada, refuerzos, así que paciencia porque si se quedan ahí también es por algo importante.

Nos vemos mañanita.

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