Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Fever.

Al menos alcanzamos a ver bien completo lo que paso con Nadia para que no queden tantas dudas, pero iba a ser muy pesado sino eran estos juntos, ahora tenemos más el pov de Eiji y la manada para entenderlo mejor, pero no den nada por sentado todavía~

Cementerio Green-Wood (Nueva York), Estados Unidos.

La actualidad.

Está lloviendo en el funeral de Nadia.

Plic. Plic. Plac.

Las gotas caen igual que teclas musicales que golpean el pavimento para emitir un eco áspero, faltan paraguas en el entierro y aunque sobran las flores estas impresionan marchitas, sus pétalos se hallan apagados y desprovistos de cualquier rastro de matiz tal como la cara de la chica, han dejado la tapa abierta para que se puedan despedir y parece irreal.

Nadia está muerta.

De verdad está muerta. Eiji alza la vista como una sombra hacia la lápida, tiene un grabado que hace mención tanto a su sentido del humor como a sus valores.

«Con amor el agua es suficiente; sin amor la comida no satisface» Un viejo proverbio chino que hace alusión a lo sagrado que es el amor, lo importante es estar juntos incluso sino tienen nada ni siquiera para comprar comida, no importa.

Ella es... ella era así.

Y es la misma Nadia que lo acogió cuando Shorter lo arrastró al Chang Dai vociferando que: "acababa de adoptar un introvertido para la manada" por supuesto Eiji no se tomó literal el comentario puesto que desconoció la verdadera naturaleza de los hombres lobos. Pero Nadia fue dulce, lo trataba como las mamás se supone que deben hacerlo pero su mamá nunca lo hizo y ahora...no hay atisbo de eso.

Hay flores en el funeral. Hay manada. Hay lluvia. Hay gotas. Hay plic, plic, plac.

Pero no hay lágrimas siendo derramadas.

Es una costumbre de los hombres lobos no lamentarse la partida de los muertos y al contrario, tratar de celebrarlas recordando aquellas cosas que hicieron honorables en vida, no obstante Shorter tiene una mirada vacía y está apretando su quijada mientras agarrota un ramo de hortensias blancas.

«Perdón» significan.

Perdón y gracias.

—¿Quieres despedirte antes de que la entierren? —Sing le está apretando con fuerza la mano, tiene que mantener su fachada de futuro alfa y por eso no puede mostrar debilidad, pero Nadia usó el rol de mamá en su vida y Eiji ve a través de sus grietas. Esto lo está matando—. ¿Sing?

—No quiero.

—Te acompaño. —Eiji lo alienta—. Vamos a despedirnos juntos.

Sing asiente.

Caminan hacia el ataúd, su tráquea está cubierta por su vestido chino de cuello alto, su cabello negro y corto se encuentra adornado por pequeños brotes en deseo de una nueva vida, pero los tallos aun a través del cristal se ven secos y desnudos, como si se estuvieran descascarando bajo sus mechones y no se puede quitar la sensación de que hay algo mal con esta Nadia, es ella sin duda, posee detalles que la hacen ser ella como su boca con forma de corazón o sus pestañas de hollín (que Shorter igual heredó) aun así siente que están dispuestos incorrectamente como un bosquejo sucio. Luce extraña.

Además, su muerte es extraña.

La mató un vampiro.

Pero no hay marcas de dientes en su cuello y es bien sabido que las dejan.

—Adiós. —No se permite detener en eso, Sing está hincando los dedos contra el ataúd, la mandíbula le rechina en un llanto amortiguado y debe estarse esforzando realmente duro para no mostrar esos verdaderos sentimientos vulnerables—. Adiós y te amo, Nadia.

—Sing... —Eiji lo sostiene con fuerza, es su preciado amigo, a pesar de las disputas que pueda llevarle el trato con Ash en este momento todo lo que importa es que pertenece a la manada y por ende Eiji puede apoyar a dos de sus seres más amados—. Lo estás haciendo muy bien.

—Gracias. —Sus ojos se vislumbran atiborrados de lágrimas, si dejaran caer el paraguas se perderían en el replicar de la lluvia. Plic. Plic. Plac. A Nadia le gustaba armar canciones de la nada—. Me lastima no poderle decir todo lo que siento, pero tengo el corazón atorado, como si hubiera un tapón arriba.

—No es necesario que se lo digas todo ahora.

—Pero ella nunca lo sabrá entonces.

—Lo sabrá. —Piensa en Izumo y en los funerales de sus padres, piensa lo desfigurados que quedaron y en cómo le prohibieron mostrar el ataúd, fue el único que asistió además de sus abuelos y tampoco pudo dar grandes discursos y de hecho ni siquiera pudo pedir perdón—. Nadia te adora, no lo dudes.

—Eiji.

—Eras su regalón, más que Shorter.

—Sí. —Sing sonríe—. Supongo que sí.

—Claro que sí y se le notaba, siempre te guardaba la porción más grande y alardeaba de ti, te amaba.

—Ella también te amaba mucho.

De repente.

—Siempre pensó en ti como un hermano menor.

Está llorando.

Como si las palabras de Sing hubieran roto la llave que contenía sus lágrimas no logra retenerlas aún más tiempo.

Suelta el paraguas y se aferra a Sing como si fuera un salvavidas en una marejada, siente sus lágrimas calientes pender como copos de nieve hacia su mentón en una avalancha. Porque le duele. Y aunque trate y trate y trate de mantenerse disociado. Lejano. Ido. No puede renegar de quién es. Ni todo lo que perdió. Nadia era inocente, nunca se quiso involucrar en asuntos del clan, ella ansiaba un mundo dónde todas las especies pudieran coexistir, por eso fue tan especial para Eiji, nunca lo menospreció, ni trató de cambiarlo ni lo forzó a nada. Además... Shorter. Dios. Nadia lo es todo para Shorter. Cuidó de su hermanito desde pequeño, se esforzó más que nadie para darle una vida digna, lo adoró tanto.

Nadia era buena. Inocente. Ingenua.

Nunca le hizo mal a nadie.

¿Así que por qué?

¿Con qué derecho se la llevan?

La impotencia azota en olas de magma dentro de su vientre, arde bajo la lluvia y golpea el pecho del menor aun si entiende que no debe armar una escena pero le duele, joder, cada ser querido que Eiji debe dejar ir es un trozo de alma que no regresa jamás.

No es justo, no es justo, no es justo, no es justo, no es justo, no es justo, no es justo, no es justo, ¡alto!

¿Qué pasa si los vampiros vienen por nosotros?

Además eso le reactiva algo. Algo viejo. Olvidado. Con aroma a mar, con sensación de arena húmeda deslizándose entre los dedos de los pies, con ojos brillantemente ingenuos y ecos chillones que dicen cosas cursis como «Nori Nori» u «onii-chan».

—Es culpa de los vampiros. —Lao ni siquiera sostiene un paraguas cuando dice eso, hay odio a través de sus pupilas, un tipo de odio que estaba dormido por el bienestar de Sing y se reactivó bajo la gota que colmó el vaso. Plac—. Esto es guerra.

—No habían marcas de dientes. —La voz de Shorter es una estalactita que se craquela en el aire, no mira a Lao ni al resto de la manada, su atención se encuentra al lado de Nadia.

—Apestaba a vampiro.

—Lo sé.

—La mató un vampiro.

—No. —Divaga—. No fue un chupasangre quién la mató, el asesino quería hacerla sufrir y se encargó de que fuera de esa manera, no buscaba recolectar sangre, quería enviarnos un mensaje y de seguro sabía quién era ella y qué relación tenía conmigo.

—Shorter.

—Es mi culpa.

No, quiere decirle.

No es tu culpa.

Pero Eiji comprende demasiado bien la impotencia de perder a quienes amas como espuma ante la punta de los dedos, por eso, no puede contradecirlo, el dolor de Shorter es solo suyo, nadie tiene el derecho de arrebatárselo, sí de consolarlo y apoyarlo más adelante, no obstante están en el entierro y las heridas siguen demasiado frescas para tocarlas.

—Fue mi culpa. —Repite intentando recomponerse, su cabello púrpura es una plasta triste que cayó gracias al peso de la humedad, ninguno está vistiendo un traje por costumbre del clan, deben honrar en lugar de lamentarse—. Y ella probablemente lo sabe.

—Wong. —Lao le advierte dando un par de pasos hacia adelante—. Te estás comportando como un alfa débil.

—¿Realmente me quieres desafiar en el funeral de mi propia hermana?

—Quiero evitar que sigan sucediendo tragedias, tenemos que acabar con los vampiros, tú mismo lo dijiste, mandaron un mensaje claro.

—¡Lao! —Sing le grita—. Ya para, ten algo de respeto por Nadia.

—¡¿Crees que a mí no me duele?! —Entonces el aludido por primera vez se muestra frágil—. La amé mucho Sing, era de la poca familia que nos quedaba ¿ahora cómo crees que me siento sabiendo que por mi culpa...? Debí actuar antes, no puedo perdonarme eso, no lastimarán a los demás.

—No es el momento. —Shorter finalmente sentencia—. Nadia merece que estemos de luto tal como corresponde, no quiero más cuestionamientos sobre el tema.

—¡Sí, líder!

No hay lágrimas en el funeral de Nadia, pero todos aúllan. Y una vez el ritual se concibe consumado...

—Eiji, necesito hablar contigo.

—Shorter.

Es hora de pagar.

No van muy lejos para conversar, se quedan vagando en el cementerio, a pesar de la llovizna el suelo cruje bajo sus zapatillas igual que papel seco, haciendo demasiado ruido entre las lápidas, incluso el eco de las pisadas es silencioso, hasta el viento impresiona contener el aliento mientras las delicadas gotas de lluvia tocan las teclas en un crescendo grisáceo y aunque pronto anochecerá, el cementerio luce totalmente gris y no sabe si la muerte arrebata color o si el lugar lo succiona. De cualquier forma queda frente a frente a Shorter. Ninguno lleva paraguas. Las gotas los empapan. Huesos. Piel. Almas.

Tap. Tap. Tap.

—No sé qué tramas con Ash ni te presionaré para que me lo cuentes, somos amigos y por eso mismo confío en ti, Eiji.

—Shorter. —Mierda—. Lo descubriste.

—Claro que lo descubrí, eres un terrible mentiroso y además apestas a vampiro, ¿cómo no me debía dar cuenta? No lo hiciste muy difícil para mí.

—Perdón, no quería traicionarte, no iba a hacerlo tampoco, solo quería aparentar estar traicionando a los tuyos para que me dejaran tranquilo, te prometo que nunca les haría daño. —Todo eso es real.

—Eiji. —El aludido aprieta puños y tiembla, ni siquiera pensó en las pérdidas que su venganza podría conllevar.

—¿Me vas a sacar de la manada?

¿Podemos ser amigos todavía?

¿Podemos estar bien?

—No te sacaré de la manada, nunca me has pedido nada, asumo que si me pediste pertenecer entre nosotros es porque estás metido en un lío bastante grande, pero necesito que sepas que no le temo a las amenazas de Ash, sé que es el vampiro que acecha en Nueva York.

—Parece que has atado varios cabos sueltos. —Eiji ríe sin gracia—. Lo siento por no contarte, quería contarte antes.

—Lo imagino. —La mueca de Shorter se suaviza, han sido muchas pérdidas y no anhela sumarle una extra al final del día—. Pero sí quería pedirte un favor.

—¿Qué cosa?

—Averigua si Ash mató a Nadia o si fue otro vampiro.

—¡Ash nunca lo haría! —Es escalofriante la certeza con que las palabras brotan de su corazón antes de que su boca registre lo qué ha gritado—. No es esa clase de vampiro, no tiene tanto interés en el resto de las especies, ni siquiera en los humanos.

—Por favor, tengo que saber qué acciones tomar.

—Shorter.

—Por Nadia, ella lo merece.

—Él no me lo dirá.

—Lo hará. —Shorter coge sus manos—. Le importas, lo noté en la visita, los vampiros se encaprichan fácilmente con sus juguetes y él está realmente encaprichado contigo.

—¿Eso es todo lo que soy para Ash? —Pregunta con tristeza y odia que le dé tristeza—. Tienes razón.

—No te encariñes de los seres que no poseen corazón. —Shorter acomoda una palma sobre el nipón y el toque lo hace estremecerse y se desliza como una gota más por encima de su suéter—. Nosotros somos una familia para ti, te estoy dando esa prueba de fe al no delatarte.

—Lo sé.

—Por favor.

—Bien. —Se resigna—. Haré lo que pueda.

Pero no puede hacer más que rumiar en su cabeza, piensa en las palabras de Shorter, sabe que tiene toda la razón y que los vampiros son caprichosos y que cuándo les da hambre matan aun si se implica a un pueblo entero, lo vivió en carne propia, lo sobrevivió. Y al mismo tiempo ha conocido de manera genuina tanto a Skip como a Ash y le gusta lo que conoce. No los odia ¿a quién engaña? No son nada de lo que se imaginó y más que tolerarlos, los estima.

Tap. Tap. Tap.

Mira la lápida de Nadia, escucha los aullidos desgarrados, siente las gotas de lluvia calarle al corazón.

¿Cuántas víctimas más son necesarias para que reaccione?

El camino a casa se siente pesado y caliente, como si hubiera un caldo de cerebro en su cabeza, esto se ha vuelto mucho más complicado e intenso de lo que un simple mortal puede tolerar, nunca ansió involucrarse en una disputa entre vampiros y hombres lobos, Eiji vino a rehacer su vida ayudando a Ibe y dio la casualidad de que la gente más importante que conoció (y por los que revivió su corazón) son lobunos, nunca quiso utilizarlos y reanalizándolo todo...tampoco se cree capaz de usar a Ash, ni siquiera entiende a qué está jugando, solo sabe que tiene pena porque Nadia murió y extraña mucho a su familia.

—Tadaima. —La palabra apenas brota de su boca, se siente mareado.

—Okaeri.

Esta es una costumbre bonita que han implementado.

Hogar.

Hay un hogar esperándolo (¿por cuánto?).

—¿Ei-chan?, ¿por qué estás todo mojado? —La preocupación en los ojos del infante es abrumadora, no tiene cabeza para tolerarla, de hecho, no tiene cabeza ni para mantenerse de pie por lo que tiene que utilizar el soporte para evitar desplomarse. Su respiración sube y baja. Se siente terrible. Podrido y sucio—. ¡Ash! ¡Ven rápido!

Ash.

Conoce el nombre, Shorter le dijo que era un simple capricho.

—¿Qué pasa?

—Ei-chan...

—¡Mierda! ¡Eiji! —Pero si es de esa manera...—. ¿En qué diablos estabas pensando? Debiste llevarte un paraguas—. Si para Ash solamente es un capricho...

—¿Por qué me miras tan lastimado?

Se desploma en los brazos del vampiro.

Todo se va a negro.

Plic. Plic. Plac.

No recuerda más que una abrumadora fiebre al despertar, se pregunta si los licántropos tendrán un tipo de resistencia sobrehumana para cualquier enfermedad, se ríe por lo banal de la situación, pero supone que esta solo fue la gota que derramó su vaso, había estado resistiendo mucho estrés a nivel emocional y psicológico, aun si trata con puros seres superiores Eiji sigue siendo frágil como el papel, rompible cual cristal y roto como el peluche de Nori Nori que su hermana le dio. Ay. Y lo peor es que su mente no se halla más clara cuando recobra la consciencia, al contrario las acciones de Ash suelen ser erráticas e incluso contradictorias.

No sé cómo sentirme, Ash.

Tú, que matas sin piedad entre toda esa sangre. Tú, que odias crepúsculo y por eso te ruborizas. Tú, que dices que nadie te importa. Tú, que hablas con adoración de tu hermano. Cuidas de Skip. Pudiste matarme. Pero nunca lo hiciste. ¿Cuál es el real? ¿O eres ambos, coexistiendo juntos, uno al lado del otro? A veces tengo mucho miedo. No de ti. Sino de mí.

—Estás despierto.

—Lo estoy. —Eiji se remueve, poco a poco comprende que está en una cama, que hay paños helados encima de su frente y que Ash está apretándole la mano—. Hola.

—Hola.

—Supongo que afuera hacía más frío de lo que creí.

—Realmente eres un idiota. —Lo reprocha—. Salir en la lluvia sin paraguas, ¿acaso sabes lo peligroso que podría haber sido? Tú no eres inmortal, tienes solo una vida.

—Lo sé. —Eiji se intenta sentar en la cama, más el vampiro lo detiene, sentándose enfrente, estando tan cerca que puede saborear la bruma helada que pende de sus labios.

—Temí que se detuviera tu corazón.

—¿Qué?

—Cuando te desmoronaste en mis brazos pensé que te había perdido, eso... —Los jades que parecen siempre tener una capa de oscuridad recubriéndolos y chispeando con un aire demoníaco se ven de un verde totalmente diferente, sigue siendo jade, solo que este es diferente—. Me asusté.

¿Por qué te importa?

Porque los vampiros se encaprichan fácilmente con sus juguetes y él está realmente encaprichado contigo.

—¿Eiji? —No quiere saber sea cual sea la respuesta.

—Ash. —Eiji vacila—. ¿Tu corazón late? —Y se arrepiente al instante ante la expresión tan lastimada que recibe de respuesta.

—No. —La voz de Ash es suave pero con una nota distinguida como si hablara en todos los idiomas, todos al mismo tiempo y por eso, Eiji no puede entenderlo—. Ya no late.

—¿Alguna vez lo hizo?

—Sí.

—Ash...

—Alguna vez fui algo más que esto. —Entonces los dedos del lince se han entrelazado ante los suyos, de repente, su palma se encuentra sobre aquel fornido tórax, la sensación de tocarlo es extraña y le recuerda a una estatua de porcelana, se siente frío y duro, como si estuviera hecho de mármol, pero lo que llama su atención es el silencio que retumba dentro, todo está calmo—. Ya no.

—¿Te convertiste en vampiro por voluntad?

—No, ni Griff ni yo lo hicimos.

—Oh.

—Fue mi papá, él tenía planes diferentes en su cabeza, salieron mal.

—Lo siento.

—Está bien. —Sonríe—. No es como si fuera tu culpa.

—Ash. —Y entonces ha llegado el momento de preguntar, sostienen el contacto visual mientras que su mano todavía presiona su tórax, se miran a los ojos, se acercan—. La noche que llegaste lastimado ¿te peleaste con alguien?

—Eiji.

—Necesito que seas sincero. —Traga duro—. ¿Acaso tú mataste a Nadia?

Pero ni siquiera puede responder.

La puerta se abre de golpe. Se escuchan gritos en el comedor. Hay escombros. Polvo. Caos. La puerta del dormitorio se hace mierda y Ash usa su cuerpo para protegerlo de cualquier impacto, acá percibe lo realmente débil que el vampiro impresiona por la falta de sangre, si la hubiera matado no debería estar tan anémico, pero le dijeron que no la mataron por sangre sino por mero placer a ejercer dolor sobre los demás.

—Ash Lynx.

Del polvo emerge una silueta.

—Te he estado buscando por todas partes, papa no está muy feliz con tu desacato, se enteró de ese pequeño humano que tienes y no le gusta.

—Arthur. —Gruñe—. ¿A qué has venido?

—A llevármelos a ambos.

Está lloviendo dentro de la casa.

Plic. Plic.

Plac.

Ahora sí, nos vemos mañana con todo, sino alcanzo a responder todos los comentarios de ese entonces lo haré más tardecito porque se me viene un día pesado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro