10. Difficulty breathing.
Hi~ Como saben he estado malita de salud y ya saben, nada de retarme por actualizar, sé lo que hago, pero por eso mismo hoy tenemos los últimos capítulos de transición juntitos, quería subirlos hoy porque si no iban a quedar dos intensos pegados y eso no le hace bien a nadie, así que espero que les guste.
Aslan no puede respirar.
Calma.
Debes calmarte.
¿Qué carajos pasó? ¿qué es lo último que recuerda? Skip. Le estaba reclamando que no podía dormir por lo que fue a leerle un cuento. No estaba solo. Eiji estaba ahí. Eiji y sus ojos brillantes. Su carcajada chillona. Estruendoso. Terco. Adorable. Le leyeron juntos una serie de cuentos infantiles para acabar con el principito y entonces Eiji se burló diciéndole que tenía un gran parentesco a la rosa, Ash deseó enfadarse como respuesta y no pudo así que se quedaron charlando toda la noche y fue ciertamente divertido. ¿Y luego? Sangre. Olía a sangre de Eiji. Ahí estaba el nipón, totalmente vulnerable enfrente de un depredador.
Ash lo miró.
Pulcro. Inocente. Intocable.
Apetitoso.
Primero lo trazó con un dedo al aire (nunca se atrevería a tocarlo considerando lo endeble que fluye su relación) bajó por su largo cuello del color del caramelo y con aroma a gloria y se volvió consciente de cada latido, respiración y jadeo pacífico que soltaba entre sueños, habría sido tan fácil, ni siquiera se habría dado cuenta, el aroma de la sangre lo llamaba como una droga a través de su piel, entonces Ash se atrevió a tocarlo con sus yemas frías y muertas, Eiji se acurrucó hacia su palma y esto despertó un sentimiento que si bien, es imposible de descifrar escalda como un geiser dentro de su tórax aún.
Y la verdad le cae como un balde de agua fría.
Iba a morder a Eiji.
Estuvo a punto de perder el control.
Porque Eiji es como una maldita adicción que camina totalmente despreocupado frente a sus fauces, es un conejito herido tentando a un lince que no ha comido en siglos.
Y tuvo que escapar del apartamento para no lastimarlo, Skip nunca se lo perdonaría (él mismo nunca se lo perdonaría, ¿por qué?).
Pero no siente más hambre, de hecho... sus manos se sienten pesadas como si estuviera sosteniendo algo o alguien, lentamente se reincorpora a su propio cuerpo, trata de respirar y cuenta, su hermano le enseñó que contar haría menos difícil respirar y no es un mentiroso, por ende obedece. Uno. Dos. Baja la mirada, telarañas rojizas salpican desde sus colmillos hacia el suelo de granita, de seguro Ash corrió hacia un callejón en Downtown y acá está. Tres. Cuatro. La sangre no cae en su totalidad sobre el suelo, sino que se detiene en un rostro, los ríos escarlatas bordean los ojos horrorizados casi como si fueran lágrimas, su boca se encuentra tiesa y muy abierta, probablemente murió suplicándole por una piedad que no llegó. Cinco. Seis. Su cuello está desgarrado.
Mierda.
No parece haberla mordido un vampiro.
Sino destrozado.
Pero Aslan tenía hambre y no existe nada más peligroso que un vampiro hambriento, si no era ella...
Habría sido Eiji.
Siete. Ocho. Hay moretones en el cuerpo de Ash, la chica debió forcejear con desesperación en vano, la brecha corporal es evidente y nadie logra equiparar la fuerza de un vampiro satisfecho, eso genera que Dino sea tan imposible de vencer, no solo el título de creador siendo el original, sino que además siempre está lleno y Aslan odia tomar sangre aunque nunca lo admita para no verse débil pero ahora hay un cadáver en su regazo, tiene su cuello despedazado, sus brazos se encuentran extendidos bajo el pecho del vampiro, su cabello está esparcido alrededor y teñido por el carmesí, luce tan quebrada, le recuerda a una vieja muñeca de paja.
Probablemente no exista humano que pueda amar a un monstruo.
¿Verdad?
—Y eso hacen los vampiros. Asesinan lo que encuentran a su paso sin importar el dolor que generan.
Es tal como todos dicen.
Tarde o temprano acabará matando a Eiji si lo mantiene cerca, el instinto supera cualquier pizca de racionalidad que se pueda encender y probablemente por eso siempre envidió y aborreció que Griff, Skip e incluso Yut-Lung encajaran tan bien en el mundo humano. Esto pasa cuando entran. Asesinan. Destruyen. No es voluntario. No es deseable. Pero siguen siendo igual de culpables.
—Eras solo una niña. —Se lamenta para sí mismo, luce increíblemente joven e incluso más que Griff.
Ash se levanta.
—Lo lamento.
Se aleja del cadáver, mira dentro de su mochila en busca de su identificación, también saca su celular para alertar a las autoridades y que la encuentren.
—Lo siento mucho. —Lee su nombre—. Nadia Wong.
Regresa a casa.
Probablemente investigarán a la chica antes de darle aviso a su familia, pero hay algo raro en dichosa muerte y es que Aslan usualmente recuerda cuándo caza ya que lo aborrece y ha soportado bastante más hambre que la de anoche, siente que falta algo en relación a los moretones en su propio cuerpo, la forma en que la chica se encogió hacia el vampiro casi pidiéndole ayuda pero también está su cara horrorizada, tal vez estaban huyendo de algo juntos, tal vez no. No lo memora. De cualquier manera, es el responsable de su muerte hasta que se pruebe lo contrario. Skip olerá la sangre encima. Mierda qué dolor. Pero Skip fue quién le dijo que fuera a cazar hace un par de días. Ash no ha podido devorar humanos desde que Eiji llegó a sus vidas.
Bastardo.
Le da risa que incluso sin quererlo Okumura lo haya jodido en eso.
Pero no tiene sentido, Ash no es un sentimental, ha fingido relacionarse antes con los seres humanos para mantener esta pulcra fachada, es adorado en la iglesia, devoto entre sus vecinos y un honorable viudo que cuida de su pequeño Skip. Nunca sintió remordimiento por matar. Sino mata Griff quedará a merced de Dino. Ash no ansía eso. Tampoco puede desamparar a Skipper, así que lo más razonable es seguir recolectando sangre para Dino, comiendo solo si es estrictamente necesario. Eiji ni siquiera le cae bien, al contrario, es un dolor de culo al que está aprendiendo a tolerar.
Y aun así...
—Bienvenido a casa, Ash.
Aun así.
—Eiji.
—¿Eh?
Deja caer su rostro contra el hombro del nipón quién lo ha venido a recibir a la puerta porque incluso estando prisionero esta es su verdadera naturaleza y duele, duele tanto darse cuenta de que tenía razón Skipper y del inicio a anhelado un poco de dichosa calidez, lo hace sentir más humano. ¿Y para qué lo sigue negando? Aslan muere por sentirse un poco más humano. Como Griff. Quiere de lo que tanto se burla, lo codicia más que nada.
—¿Ash? —Pero no puede, no si necesita vengarse de Dino antes de que haga más daño—. ¿Te pasó algo?
—No.
—Tienes la carita herida. —El moreno acuna con tanta preocupación sus mejillas que Ash siente que va a romperse en miles de pedazos y acá se da cuenta de que nunca fue tan fuerte ni feroz, de hecho es pequeño, es tan pequeño que cabe en una gorra de béisbol y un uniforme azulado—. ¿Te metiste en una pelea?
—Sí. —Miente—. Me metí en una pelea y me dieron una paliza.
—Y así subestimabas mis habilidades para vencerte.
—Tienes razón. —Ash no se aparta, permite que su cabello caiga en cascadas hacia el horrible suéter con un estampado de pájaro que viste—. Podrías haberme vencido la noche que nos conocimos, me estoy haciendo más débil con el tiempo, estoy cansado.
—Ash. —Y hay algo instintivamente dulce en la forma en que le vuelve a alzar el mentón, algo bonito y suave y calentito que perecerá apenas se entere—. ¿Quieres hablar de eso?
—No.
—Bien. —Eiji frunce la boca—. ¿Quieres quedarte a solas?
—No.
—Entonces... —Eiji aprieta su mano—. Me quedaré contigo un rato.
No tiene que ser para siempre.
Nunca te pediré un «para siempre».
—Gracias.
Ni siquiera entiende qué es eso que anhela de Eiji, se dice a sí mismo que es un alivio fugaz igual que una autolesión, sin embargo sus pensamientos se ahogan en su cabeza cuando el japonés lo arrastra hacia el comedor, le prepara una taza de té caliente para que se calme y aprieta su mano, es extraño, tiende a aborrecer el tacto incluso de sus conocidos íntimos como Yut-Lung y aun así, hay algo bonito en cómo sus dedos se deslizan entre los del humano hasta llegar a la misma temperatura. Y es cálido.
Eiji es cálido.
Ash está muerto en vida.
—Me asustaste cuándo llegaste así. —Entonces le confiesa como si a solas pudieran dejar el acto en que se odian a muerte para conversar como dos simples personas—. Has estado enfermo ese último tiempo, ya tuviste fiebre la vez pasada.
—Es porque no tomo la cantidad de sangre que debería.
—Dijiste que cazas para alguien más.
—Por mi hermano. —Musita—. No porque él me lo pida, él no sabe que lo hago, me mataría incluso muerto si supiera. —Ríe para sí mismo—. Pero sino cumplo con la cuota pueden hacerle daño y Griff es todo lo que me queda, su felicidad es lo más importante para mí, merece ser feliz como lo escoja.
—¿Eh? Tu hermano se escucha como todo un personaje.
—Lo es. —Ríe—. Te caería bien.
—Se escucha como alguien agradable.
—El único problema es que está casado con un vejete, digo, entiendo que Griff sea viejo en cuestión de edad, pero su marido se ve como una momia encarnada.
—¿Está casado con un humano? —Eiji lo pregunta con sus ojos brillantes y curiosos que lo incitan a buscar cierto parentesco con Skip aunque sabe que no existe y que dicha luz es inocencia a pesar de todo el dolor.
—Lo está.
—Dijiste que una relación entre un vampiro y un humano no podía funcionar.
—Y tú dijiste que ningún humano podía amar a un monstruo, aunque en eso te doy la razón.
—¿Por qué?
—Pues Griff no es un monstruo, es Griff. —Su confesión es tan infantil que le arden las mejillas pese a que es fuente de su imaginación—. Y Griff es genial.
—Ya veo. —El japonés le da un golpecito en el hombro—. Lo siento si te hice sentir como si tú fueras un monstruo, el otro día lo estuve pensando y la verdad no has hecho más que cuidarme a tu manera un poco retorcida.
—¿Estás reconociendo mis méritos?
—Algo así.
—Vaya, eso es nuevo.
—Cállate. —Gimotea con los mofletes rosados y Aslan tiene muchos deseos de seguirlo molestando.
—Me siento muy feliz de ser alabado por mi onii-chan. —Y aunque usa la palabra en broma...
—Onii-chan. —Rompe algo en Eiji al mencionarla—. ¿Sabes lo que significa?
—Hermano mayor ¿verdad?
—Sí. —Mierda, acá cae en la cuenta de su hermanita pequeña.
—No la volveré a mencionar.
—No. —Pero Eiji es comprensivo dentro de lo que puede—. Creo que me gusta cómo la pronuncias.
—Eiji...
—Es un sonido cantado. —La pequeña mierda se burla—. Cantado feo, claro.
Quizás esa sea la cuestión con Eiji y los verdaderos sentimientos que ha escondido tras una capa de rencor. Son caras de la misma moneda: así como Ash haría cualquier cosa para salvar a Griff inclusive si eso implica matar al mismo Dino Golzine y por ende acabar con todo el resto de la especie después de hacerlo humano, Eiji anhela venganza por la hermana que no pudo salvar. El odio se justifica para ambos casos y ambas especies. Pero no para ellos. Hay algo más entre ellos.
¿Qué será?
¿Qué será eso que lo enloquece? ¿Qué acaba con su paciencia aunque al mismo tiempo lo provoca?
No hay tiempo para responder, un ajetreo se arma frente al apartamento. Toc. Toc. La madera logra amortiguar los suaves golpes al otro lado. Son impacientes. Imponentes. Tienen un olor crepuscular.
—¿Esperas a alguien?
—No.
Y cuándo abre se encuentra con las personas menos deseadas.
—Shorter. —El aludido viste una sudadera de un tono casi tan chillón como su cabello, no viene solo sino que viene en compañía de un mocoso del porte de un edificio, no es que le importen temas tan superficiales como la altura, no obstante, estos dos apestan a feromonas—. ¿Qué hacen acá?
—Queríamos venir a saludarte de camino a casa.
—No es mi apartamento.
—Pero tú estás viviendo acá y eso lo hace tu casa. —Okey es obvio que busca confrontarlo, intención que comprueba cuando le intenta azotar la puerta en su nariz solo para chocar con una zapatilla aún más chillona haciendo presión en la base tal como haría un vendedor ambulante—. ¿No nos quieres acá?
—¿Tan obvio es? —Shorter luce a lo menos irritado con el comentario.
—Pues nos estás echando.
—Es un poco grosero venir de visita sin avisar antes, claro que los estoy sacando de mi propio hogar.
—Vinimos a ver a Eiji y a Skip, no a ti.
—Ajá.
—Es la verdad. —Lo dudo.
—Skip está en casa de unos amigos. —No es mentira, ese niño tiene habilidades sociales envidiables, aunque claro, omite que dichos amigos pertenecen a una pandilla pero siendo justos Bones funciona con la mente de un crío o eso aparenta.
—Supongo que solo vinimos a ver a Eiji entonces.
—Pues Eiji no los quiere acá.
—Creo que Eiji puede hablar por sí mismo.
—Creo que tu cabezota de melón no deja espacio para nada más que tu ego.
—Chicos. —El japonés se interpone por ambos bandos—. Sé que ustedes me pretenden cuidar, pero no quiero problemas innecesarios, soy un inquilino acá.
—No queremos darte problemas innecesarios tampoco. —Entonces Shorter procede a abrazar a Eiji al acomodarle una fétida axila encima de los hombros ¿y qué diablos le importa? Ya sabía que tenía un alfa y lo usó descaradamente para interceptar la manada así que al carajo, probablemente alguno de ellos sea su pareja y a juzgar por la mirada sañosa del edificio apuesta por ese. Ese es Jacob. Aslan maldice internamente el lavado de cerebros que tuvo.
—Pueden pasar. —Musita resignado.
—Ash.
—Está bien, deja que pasen, no es como si tuviera algo que ocultar.
—Eso está mejor.
La presencia de Shorter sin duda es intolerable y no, no solo se debe a la peste que desprende y que ahora lo hace cuestionarse seriamente si serán feromonas o alergia a tomar un baño, Aslan entiende que tiene otras intenciones con esta visita, Shorter no es sutil y está disfrutando de la agonía que da la incertidumbre. Antes sospechaba que el chino podía pertenecer a la manada de hombres lobos a causa de su hedor tan característico pero nunca tuvo pruebas para acusarlo (supone que es lo mismo para ellos) bueno, ahora las tiene.
—Eiji ¿puedes mostrarme las últimas fotos de tu proyecto? —El ambiente es incómodo y la pregunta del gigante lo hace aún más tenso—. A solas, ya sabes.
—¿Eh? Claro que puedo.
—Vamos a tu cuarto.
—¿Por qué necesitas quedarte a solas con Eiji para verlas? —Intenta disimular ese mordisco de celos que le genera con una gruesa capa de indiferencia que viste como un abrigo.
—¿Por qué te importa? No es tu proyecto de fotografía. —Bastan esas palabras para que los amigos del nipón le caigan mal. Groseros.
—Tienes razón. —Bufa—. No me importa.
—Sí, claro.
Y a Ash ni siquiera le importa que Eiji se lleve a esa copia barata de Jacob a su cuarto, no, al contrario, le da exactamente igual si quiere ir a convertirse en la mamá de una camada de cachorritos y criarlos en un ambiente que siempre apeste a perro, lo ve difícil con lo hipocondríaco que es el japonés, aun si se ve adorable por el exterior con su cara de bebé tiene alma de señora ¿cómo eso tendría alguna pizca de compatibilidad con ese pulgoso?, ¿qué no aprendió nada de crepúsculo?
Los hombres lobos no pueden amarse con los humanos.
Dah.
—Todavía no se lo hemos propuesto formalmente pero Eiji será el omega de Sing, se gustan incluso si aún no se han dado cuenta así que no te encariñes.
—No estoy encariñado.
—Y yo no vine a advertirte formalmente, ajá.
—Eres un hombre lobo. —Entonces el tema se pone encima de la mesa—. Eres miembro de la única manada que todavía queda con vida en Nueva York.
—El alfa de la manada. —Esa no se la esperaba—. Un gusto finalmente conocer al vampiro que anda acechando mi preciosa ciudad.
—¿Cómo te enteraste? ¿Fue Eiji?
—No, Eiji nunca rompe sus promesas.
—¿Entonces cómo supiste?
—Fuiste tú, lo haces demasiado evidente, solo te falta algún cartel con flechas y luces fosforescentes para hacerlo aún más notorio, no somos tontos ni estamos ciegos aunque tu especie nos subestime cada vez que tiene la chance.
—Vaya... —Ash sonríe, cruzando una de sus piernas por encima de la otra, pegando toda su columna contra los mullidos cojines del sillón—. ¿Sospechabas de antes?
—Tienes esa aura de protagonista de novela juvenil que me hizo poner mis ojos en ti, pero no poseía prueba alguna para acusarte, así que te diré esto una vez y quiero que lo escuches bien. —De pronto, las garras de Shorter se encuentran envolviendo el cuello de su camisa en un gesto que busca asustar pero a él solo le da risa. No tiene idea de con quién se mete—. Le pones una mano encima a Eiji y te puedes considerar más muerto de lo que estás, garrapata con cara de ángel y cuerpo de Adonis.
—Eiji y yo tenemos un trato, no le haré daño.
—¿Por qué?
—Le di mi palabra.
—La palabra de un chupasangre no significa nada.
—La de una bestia aún menos. —Lo suelta—. Si sabías que Eiji era una trampa ¿por qué le permitiste entrar a tu manada?
—Una advertencia para ti. —Proclama—. No te atrevas a pensar que él está solo, es un miembro de la manada, cualquier atentado en su contra es un atentado contra todos nosotros, conoces las reglas que rigen las especies y no quieres desatar una guerra.
—Las conozco.
Atacar a un miembro de la especie contraria implica una declaración de guerra inmediata y no desea ser el detonante de una lucha entre vampiros y pulgosos, ese será trabajo de Yut-Lung Lee al futuro.
—No tengo intenciones de luchar contra ustedes o quitarle a su alfa.
—Curioso que digas eso, Eiji llega apestando a vampiro a todas nuestras reuniones. —Shorter le tira una sonrisa altanera que sin duda le pone los pelos de punta, no le gusta el rumbo que está tomando esta conversación y no solo porque le ganan en número y sus aliados vampiros se resumen a... nadie.
—¿Qué diablos estás insinuando?
—Estás encaprichado.
—No. —Pero Shorter lo ignora para continuar.
—Noto esta posesividad que tienes hacia él, no me gusta, Eiji es mi amigo, no un juguete que puedes romper cuando se te dé la gana y luego tirarlo, la vida es valiosa, la suya, la mía, la de Sing, todos en mi clan, todas nuestras vidas son igualmente valiosas, ¿entendido?
—Entendido. —Brama para evitar conflictos en su propia casa—. ¿Puedes irte ya?
—Claro. —Shorter se levanta—. Ha sido todo un placer charlar contigo, Ash Lynx.
—Desearía poder decir lo mismo de ti, Shorter...
—Wong. —Repite—. Shorter Wong de la manada Wong.
«Wong».
Nadia Wong.
Joder.
¿Quedan con dudas sobre esto? Siga leyendo entonces.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro