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🅢🅘🅖🅛🅞 🅧🅘🅥
Silver amaba pasear, más cuando el día es perfecto para eso. Sol, pocas nubes, hasta los pájaros parecían alegrarla. Un día perfecto. El simple contacto con la naturaleza la hacía olvidar todo sus problemas en casa, todo los secretos que tenía que ocultar, para obedecer a sus padres.
Aprovechaba cada segundo fuera de casa para distraerse, justo ese día iba a ver a unos vecinos.
Una familia noble que vivía cerca, el chico menor Timothee, mostraba siempre interés por la pelirroja y siendo sinceros el era un buen partido para ella. Además de ser muy guapo.
La casa era divina, una de las mejores de la región, toda blanca y hermosa, con un jardín inmenso lleno de rosas rojas.
Silver comprobó su vestido rosado pálido, tejido por ella misma. Perfecto. Así que usando sus impecables modales tocó la elaborada alaba de plata con forma de lobo .
Para su sorpresa la puerta se abrió sola. —¿Señora Leflour? —Nadie contestó.
La curiosidad de Silver nunca a podido ser considerada como una cualidad, ya que siempre la ha llevado a los peores lugares.
Y esta vez no fue la excepción. Las blancas paredes del interior estaban manchada con sangre, mucha sangre, y los cuerpos de sus habitantes destrozados por doquier.
Quiso gritar, quiso huir pero se quedó paralizada al ver a quiénes estaban ahí, a los causantes de la muertes de sus vecinos. —Niklaus.
El mencionado le sonrió mostrándole su rostro más aterrador, su rostro de vampiro, su cara manchada de la sangre de sus amigos.
—Hola avecilla.
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Silver acompañaba a Klaus a la escuela Salvatore, ella debía explicarle a Hope, sobre la vuelta a la vida de su padre, debía encontrar la mejor escusa. Debía ganarse a la chica,así estaría un paso más cerca de estar en confianza con Klaus.
—¿Sabes avecilla? —Silver ni siquiera lo miró mientras hablaban, estaba muy conectada en la presencia que estaba sintiendo, una que hace tiempo no sentía. —No me creo, ninguna palabra que hayas dicho, sé que tramas algo y cuando lo descubra arrancaré ese corazón frío y manipulador de tu bonito pecho.
—Klaus. —La pelirroja cansada de las amenazas del híbrido y algo alterada por la presencia que los seguía dijo. —Tienes toda la razón, lo miró tengo un plan oculto, pero algo me dice que muy pronto tendremos que unir fuerzas.
—¿Unir fuerzas? Yo soy Klaus Mikaelson, soy invencible, nadie podrá acabar conmigo.
Y justo como lo imaginaba, sintió el sonido de un hechizo siendo lanzado. —Puede ser, solo que no es un amenaza para ti. —Klaus la miró paralizado por la voz del hechizo. —Ve... Tu hija corre peligro.
El híbrido comenzó a correr por todo el bosque encontradose a una Hope Mikaelson muy absorta en una pelea que ni siquiera sintió el olor de su padre.
Una pareja de brujos la atacaba.
Klaus pensó en intervenir pero de repente no pudo mover su cuerpo, pesaba como el demonio. Algo lo estaba reteniendo o más bien alguien.
Era obvio que Silver no lo dejaría aparecer así como así, además debía hacer que Klaus creyera que ella era de confiar sobre los temas de su hija.
—No te metas. —Le dijo Silver. —esto es entre brujas.
Silver miró con odio a las adversativas de la trihíbrida, dos brujas que se dedicaban a casar brujos, dos hermanas, con magia muy poderosa, una deliciosa magia que a Silver no le molestaría absorber.
—Es mi hija. —Dijo luchando contra el hechizo, pero era demasiado fuerte. —Debo....
—Silencio. —Los labios de Klaus quedaron cerrados. —Invisique. — Klaus le dio una mirada enojado antes de desparecer, la ira era evidente en su mirada, que Silver contrarresto con una de suficiencia. —Ahora se un buen chico y dejame acabar con unos viejos amigos.
Silver con lanzó un contrahechizo hacia una se las mujeres que trataba de llegar a una Hope algo cansada por la batalla. Dejando a todos en silencio y tratando de descubrir de dónde salió el ataque.
—Pero si mira con quiénes me encuentro, Cosa uno y Cosa Dos. —Silver salió de entre los árboles con los brazos extendidos y en cada mando una bola de fuego. —¿Qué pequeño es el mundo?
Ambas rubias platinada la miraron, llevaban años casando a las hermanas Leuksnasdottir, pero nunca las alcanzaban.
Silver y Sylene ni se inmutaban en prestarles atención, nunca podrían con ellas.
—¿Silver? —Murmuró Hope poniéndose de pie junto a la pelirroja.
Hope había descubierto su nombre y eso tomó por sorpresa a la Hereje.
—Hola pequeña loba. —La pelirroja le dio una mirada cálida a la joven, demostrandole que sabía que no solo era bruja —Creo que necesitas ayuda.
Hope miro a Silver confundida y a la sintiendo alivio al ver a la chica que antes la había ayudado. —Parece que siempre apareces cuando tengo problemas...
No pudo decir más porque fue despedida al aire, gracias al ataque de Mérida la menor de las hermanas.
Silver no la dejó caer, y usando su magia hizo que llegara al suelo sin recibir ningún daño. Lanzó por los aires a una de la rubias, la mayor, Miranda.
—¿Una para una? —Preguntó la jóven Mikaelson creando una bola de fuego para atacar a la menor.
—Hagamos un equipo Hope.
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