🅢🅘🅖🅛🅞 🅧🅘🅥

  El sol brillaba en el cielo y sus cabellos rojos resplandecían con el. Como una hermosa pintura, estaba la chica mirando las flores. En su mirada aun era visible la inocencia, sus ojos los más cálidos del mundo, parecía que el solo brillaba por ellos. A simple vista se pesaba eso, pero era mucho más, demasiado.

Trataba de hacerla florecer pero siendo sinceros, Silver tenía el mismo talento para la magia que un borrego para cantar y los borregos no cantan.

  Según sus padres, ella sería la más poderosa de todos... Estaban muy equivocados... O eso creía ella.

  Fue ese día cuando lo conoció, cuando alzó su mirada ahí estaba él, observándola con curiosidad, Niklaus Mikaelson. —Hola.

  Ella no respondió y llevo disimuladamente su mano hacia su espalda donde guardaba una estaca, nadie odiaba tanto a los vampiros como ella, pero el no era cualquier vampiro. 

—Hola. —Respondió luego de analizar sus probabilidades. Se puso de pie sin perder el contacto visual y sin importar la tierra que cubría su hermoso vestido. —¿Qué trae a un noble, por estás tierras?

—Una boda. La de Sylene Leuksnasdottir y mi hermano. —Esas palabras descolocaron  a la pelirroja. Su hermana se casaría con un vampiro.

  Silver amaba a su pequeña luna como a nadie, es la verdad, Sylene era el tesoro más preciado de la pelirroja, pero aún así la mayor a descubrir el estúpido error de su hermana, tenía deseos de agarrarla por su cuello y hacerla entrar en razón.

La ira que sintió fue tan fuerte que hizo que en ves de florecer la flor se marchitara. 

Sobre su cadáver y sin miedo sacó la estaca y lo atacó,directo al corazón, pero el vampiro fue más rápido y volteó el juego, ahora la estrechaba contra su cuerpo y la estaca apuntaba al corazón de ella. —Me agradas avecilla. —Dijo el hombre. —Si no puedes defenderte con tu inútil magia, tienes un plan B, pero debes aprender a conocer a tu enemigo a saber sus puntos débiles.

Palabras que Silver escuchó y grabó en su memoria, pues muy pronto se volvería enemiga de todos. Muy pronto todos ser vivo se volvería un medio para un fin.

—¿Ah si? —La chica luchaba por liberarse de su agarre. —¿Cuál es tu debilidad?

—No tengo, soy un vampiro original.

Ella usando toda su poca fuerza se volteó y lo encaró. —Todos tienen una debilidad, puede que ahora no, pero algún día la tendrás.

              🅐🅒🅣🅤🅐🅛🅘🅓🅐🅓

New Orleans, una cuidad donde las brujas y lo súper natural conviven con lo humanos, una cuidad donde Klaus Mikaelson se autodenominó Rey, donde han muerto cientos de brujas, vampiros y lobos.

En los ojos de la pelirroja resaltaba el hielo, el frío estaban apagados, tanto que cualquiera que la mirara la respetaba al instante, se notaba que era alguien de autoridad.Pero nunca estuvieron tan fríos como cuando vio la antigua mansión Mikaelson. Un lugar que debería arder como todo el que lleve esa sangre.

Silver había llegado a la cuidad con un objetivo, ir al hogar de los Mikaelson y encontrar algo perteneciente a Klaus, algo que haya sido usado por el.

Entrar a su casa no sería fácil, pues el lugar lo cuida Freya Mikaelson, la primogénita Mikaelson y por lo tanto una bruja con la que hay que tener cuidado. Su poder no tiene límites o eso se cree. Pero no es algo que le quite el sueño a Silver.

—Llevame a la habitación donde guardan las cosas de Klaus. —Susurra a una pluma y luego sopla haciendo que esta vuele.

  La pelirroja sonrió ante la simpleza del hechizo, nadie que la conociera podría creer que hace años ella no podía ni hacer florecer una simple flor... Incluso llegó a pensar que la magia no era para ella... Solo buscaba en el lugar equivocado.

La pluma tocó suelo frente a una puerta cerrada, sin ganas de tocar algo, que no fuera lo que llevaba planeado fue, abrió la puerta con un movimiento de la mano.

Silver si algo es es arrogante y narcisista, incluso cuando nadie la ve.

  Cada mueble de la habitación estaba cubierto por telas blancas, oculto del polvo, que reinaba en el lugar.

En el centro una gran cama, donde no dudo en sentarse. —Oh Klaus... en que objeto habrás dejado suficiente energía como para usarlo para el hechizo.

Silver recordó todo lo que le gustaba pintar a híbrido. —Un pincel servirá.

Pero ese día el destino quiso que no solo encontrara un pincel, pues mientras tomaba el pincel dio con un retrato hecho por el, no muy antiguo, de hecho lo hizo días antes de su muerte.

Ella limpió el polvo de la pintura y su asombro fue tal que tuvo que cerrar la ojos y volverlos a abrir, con miedo de que fuera una ilusión, pero no lo era, eran tan real como la lluvia.

Un retatrato de ella, mil años después Klaus la había vuelto a dibujar, esta vez a color. Pero nada fue tan impactante como lo que decía atrás.

"Cuando vi que el cabello de mi hija era rojizos, solo quise que fuera cono tú, que con una sonrisa pusiera el mundo a sus pies. "

   Silver sintió rabia al ver el cuadro, Klaus no tenía el derecho, no podía, hacerla recordar los sentimientos que el mismo destruyó, lo mejor sería quemar el retrato y olvidar que existió.