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❈•≪15. Acontecimientos compartidos≫•❈

HongJoong estiró sus brazos sobre su cabeza y tras liberar una pequeña exclamación, tomó su vaso desechable y lo lanzó en la papelera a su costado. Luego de asegurarse que los papeles más importantes estuvieran guardados, se levantó de su asiento y como el resto, se dispuso a disfrutar de su descanso. Con pasos perezosos se dirigió a la pequeña sala que Illusion tenía para sus empleados y una vez allí, fue directo a prepararse un café. El tercer del día.

El proceso fue calmado, no había nadie y el silencio era agradable. Pero no duró mucho para su infortunio, detrás de su espalda se escucharon voces animadas y en pocos segundos, un grupo de personas ingresó. No les prestó atención en un principio, hasta que una voz femenina se dirigió a él.

—¿En verdad te mordió un perro?

Volteándose por un momento, identificó a quién le había hablado, estaba a menos de dos metros de su persona y sentada cómodamente en una de las sillas. Viéndole con atención en lo que esperaba por su respuesta.

—Síp.

—¿Y cómo sucedió?

—La verdad no recuerdo bien.— su tono pensativo fue natural, después de todo estaba inventando una mentira sobre la marcha—. Sólo pasó.— sus hombros se sacudieron con esa vaga afirmación—. Creo que era callejero, ni siquiera se veía agresivo y en mi defensa, no parecía muy grande.

—Aguarda, ¿ibas a tocarlo?— la sorpresa en la voz de la mujer fue sincera, incluso sus ojos se expandieron con ligereza—. ¿A un perro de la calle?— quiso confirmar.

—Creí que no te gustaban.— agregó SeongHwa a la distancia. No parecía seguro de su historia.

HongJoong le dio un sobro a su café una vez estuvo listo, se alejó unos pasos y apoyó su espalda contra una pared en un rincón. Permitiendo que otros usaran de los instrumentos con mayor eficacia.

—No lo iba a tocar.— dijo con tranquilidad—. Tenía algo de comida encima y no me pareció mala idea dársela, no la iba comer y tirarla era un desperdicio.

—Eso fue bastante imprudente, ¿sabes?

Él le sonrió con sus labios apretados—. Sí, ahora lo sé. Gracias por la obviedad Harim.

La mujer levantó ambas manos—. No culpes al mensajero, sino al mensaje.

El mestizo rodó sus ojos, dedicándose a beber de su café en lugar de pensar en alguna contestación inteligente. Su cerebro rápidamente etiquetó esa acción como una perdida de tiempo y palabras.

Pero cuando sus ojos se encontraron con los de SeongHwa, notó sus intenciones por decir o preguntar algo más, para su fortuna, el hombre fue interrumpido por la presencia de la cansada señora Suh.

—El señor Song volvió a llamar.

Los ojos de HongJoong se cerraron al instante, allí estaban las palabras que no quería oír cuando se hallaba en esa área de la empresa y con algunos de sus compañeros presentes. En primer lugar, porque el espació se volvía tan silencioso que daba la impresión de que nadie respiraba, ni siquiera él. Y en segundo, porque podía escuchar sus interrogantes aunque no las formularan. El dueño de una exitosa editorial llevaba días llamándolo, ¿era por un trato a nada de cerrarse o por asuntos personales? ¿Habían concretado algo o todavía estaban en discusión? Y la más relevante, ¿el jefe tenía algún conocimiento al respecto, de ser así, cuándo se los comentaría?

Todos estaban tensos y ansiosos por algo de información que no lo disimulaban. Podía pedirle a Suh que fuera más discreta en esta situación, pero la mujer estaba harta de ser una intermediaria forzada entre ambos. Y él estaba seguro que en su contrato no venían especificaciones tales así que la comprendía.

La mujer entrada en edad suspiró y la vio dirigirse hacia la nevera, en busca de algo para comer seguramente. Luego de coger un sándwich simple y un jugo de manzana, se acercó y le tendió una nota.

"Preguntó lo mismo de siempre, ¿sigue todavía en casa reposando?
Luego dio unas recomendaciones y colgó".

Agradeciéndole, salió fuera. El descanso estaba por terminar y era probable que todos se encontraran desesperados por compartir sus ideas y especulaciones. Algo que claramente no harían con su presencia en la habitación, eso sería demasiado descortés al parecer.

—¿Quieres que haga algo?

Metiéndose la nota en uno de sus bolsillos del pantalón, HongJoong no se molestó en ver por encima de su hombro, sabía que SeongHwa era quien lo seguía de cerca. No tenía sentido confirmarlo y tampoco le interesaba saber cuál era su expresión mientras decía aquello con tanta seriedad.

—¿Con qué?

—El acoso del señor Song.

Tal vez no debió, pero él se rió. Fue breve pero se sintió genial al hacerlo, menos tenso. Hallaba gracioso que pensara en el "señor Song" como un ente desconocido cuando ya se vieron una vez, aunque claro, lo presentó por su nombre únicamente. Era lógico que no pudiera asociarlos.

Y asimismo, MinGi no lo estaba acosando. Sí, había llamado cinco veces a su trabajo, pero las primeras dos fue para comprobar su estado, o eso le dijeron cuando se reintegró luego de tres miserables días en reposo. A Suh le sorprendió que el "hombre" estuviera al tanto de su incidente pero no hizo preguntas sobre ello. El miércoles volvió a llamar y para finales de la semana, también. Hoy era la quinta llamada que recibía. Y a él le parecía un buen número si tenía en cuenta que las había realizado en el transcurso de casi una semana y media.

Si ese vampiro quisiera "acosarlo", pondría más empeño. Por favor, que lo llamara no era nada. Él sabía dónde encontrarlo y su horario de trabajo. Su especie era mejor que eso cuando se trataba de asechar a alguien.

—Tenemos asuntos pendientes, no es nada de eso.

—¿Seguro?, porque no me molestaría hablar con él si te incómoda.

—No lo hace.— aseguró en cuanto llegó a su escritorio.

SeongHwa una vez más, se mostró escéptico ante sus palabras pero a él no le importó y con total tranquilidad tomó asiento en su silla.

—Entonces, ¿quieres ir a comer luego del trabajo?— le preguntó el hombre de manera causal, como si su respuesta no le interesara y su café fuera de hecho mucho más llamativo a la vista—. Para que puedas distraerte, últimamente pareces... ¿ansioso?

—¿Invitas a comer a todos los que tienen un problema en su vida?

—La comida es buena para levantar el ánimo, ¿no lo sabías?

—Soy un vampiro.— le recordó con un tono de honesto aburrimiento. El contrario pareció apenado por su momentáneo despiste y con esto agregó—. Pero sí, supongo que el sexo y la comida animan a cualquiera. Incluso a nosotros.

—¿Entonces aceptas?

—¿Ir a comer contigo?— preguntó en busca de una confirmación—. Quizás pase, lo siento.

—Siempre das la misma respuesta, haces que sea difícil volverse cercano a ti.

El pelinegro se encogió de hombros, realmente desinteresado de los reclamos juguetones que el impropio pudiera hacerle. No se encontraba de humor para andar por la calle, mucho menos para conversar con un humano sobre banalidades irrelevantes.

—No tengo nada qué decir sobre eso.

—¿En algún momento aceptarás?— inquirió luego de una profunda exhalación—. Te vendrá bien, insisto. ¿Qué dices?

—Los humanos dan muchas vueltas.— comentó en un chasquido, mirándole con fijeza. A causa de sus palabras intencionadas, las palpitaciones del tipo cobraron vigor. Su corazón retumbaba, como si estuviera siendo devorado por los nervios—. Eso es lo que observé en estos años, ¿sabes?

—¿En serio?— su respuesta fue vacilante e incluso sus pupilas temblaron, inseguras de por dónde quería ir.

—Síp, se toman muchas molestias por tonterías y endulzan sus gestos cuando su fin es... sucio.— su mano se movió en un corto ademán y sus labios pronunciaron la última palabra con lentitud, adrede—. Tú sabes de qué hablo.

—¿Lo hago?— su pregunta se proyectó con cierto temblor destacable.

—Intenciones superficiales, a eso me refiero.— le aclaró con simpleza.

—Pero nosotros somos algo más complejo que... eso.— refutó con desapruebo sincero—. Deberías intentar conocer a alguien y luego...

El pelinegro torció una sonrisa—. ¿Por qué crees que lo digo? Experiencia.— pronunció sin un tono en particular—. Por eso prefiero a los vampiros, son claros. No adornan sus acciones, si te quieren para sexo, alimentarse o ambas, sólo te lo dirán. Sin vueltas.

—No conociste a los humanos correctos, si ese es el caso.— decretó luego de unos silenciosos segundos.

—¿Eso piensas?

El contrario masculló lo que al parecer, fue una afirmación—. Tal vez no le estás dando la oportunidad a las personas indicadas. Pero esa es sólo mi opinión.

Con eso dicho SeongHwa desvió su mirada, en un intento por verse casual, quizás. Pero la realidad es que quería ser tomado en cuenta. Y ese era el principal problema para HongJoong, el sujeto era agradable, un buen compañero y de mucha ayuda cuando se tenía una duda. Pero tan pronto la sangre de su cuerpo empezaba a viajar en dirección sur debido a la emoción y ligera posibilidad de obtener lo que deseaba, su gusto por él perdía consistencia.

Mirándolo con detenimiento, se sintió algo crispado de que no comprendiera su indirecta. Había sido bastante obvia si le preguntaban, pero SeongHwa nunca las cazaba. Motivo por el cual comenzaba a considerar que se hacía el tonto y sólo las ignoraba. Lo que no le gustaba y de hecho, lo hacía peor. Casi diez veces peor. Él no era tan amable, mucho menos indulgente. No a una gran escala como para tolerarlo por mucho más.

Decidiéndose por no darle más vueltas a esas "pequeñas" cuestiones, acabó de una vez con su bebida y se puso de pie con la serenidad de un monje. A propósito ignoró los buenos modos que alguien debe tener con un compañero de oficina y lo sujetó por su camisa, obligándolo a que lo mire directo a los ojos.

—Tú, ¿qué estás...?

—¿Qué día es hoy?

—Miércoles.— respondió el alto, confundido.

—Muy bien, ¿y tu nombre es Park SeongHwa, cierto?— el aludido asintió con rapidez—. ¿Y tu edad es...?

Aunque vaciló, pronto dijo:

—25 años.

—¿Y el color de mis ojos?— preguntó en un tono más suave y bajo.

—Castaños.

—Velos bien y dime por favor, ¿de qué color son?

SeongHwa separó sus labios un par de veces, indeciso sobre qué responder.

—¿Rojos?

—No es una mala respuesta.— concedió con tranquilidad, casi en un susurro—. Necesito que inhales y exhales. No tienes que apresurarte, eso es. Lento, lento.— su compañero cabeceó con brevedad y siguió su orden de manera dócil. Su expresión se volvió plana y dejó de parpadear para la sexta inhalación—. De acuerdo, ahora tú regresarás a la sala de descanso por más café, en tu mente te escuchaste natural y yo no sospeché de que estuvieras huyendo. La conversación terminó sin mucha gracia, no pienses en ella. Incluso si estás en tu casa, no lo hagas. Olvídala.

HongJoong lo soltó y precedió a sentarse, una vez que aseguró de lucir cómodo es que chasqueó sus dedos. En ese instante, un mareado SeongHwa regresó a la realidad.

El hombre carraspeó y miró a su alrededor antes de decirle, con una voz calma:

—Creo que iré por una dosis nueva de café.

—Adelante, sin compromisos.— respondió con monotonía, sin mirar al vaso casi lleno del impropio.

—Nos vemos luego.

Él no dijo nada y lo vio marchar sin más, en el segundo que desapareció, dejó escapar una profunda exclamación. Una que se asemejó a un quejido. Borrar interacciones o en su defecto, alterarlas, era agotador aunque luciera como una acción sencilla.

Si ellos pudieran eliminar sentimientos todo sería mucho más fácil. Él en verdad deseaba poder hacerlo, pero el problema radicaba en que, primeramente y en el caso particular de SeongHwa, sólo sentía atracción. Deseo. Y conceptos tan abstractos como estos no podían ser manipulados. HongJoong tampoco sabía cuándo despertó en realidad el interés del humano, era reciente, eso sí, pero de ahí en adelante saberlo no le servía de mucho. Y borrar su memoria por completo no tenía caso, lo despedirían. Su trabajo y logros estaban allí guardados, después de todo.

Aunque su interés por el hombre no fuera mucho, procuraba que existiera el mínimo para así evitar joder su vida. Dentro de lo que podía, claro.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—YeoSang llamó preguntando por ti, otra vez.

HongJoong ni siquiera terminó de sacarse su abrigo cuando las palabras de su amigo llegaron a sus oídos.

—¿Por algo en específico?— quiso saber una vez se halló en la sala.

—Lo mismo de siempre; dónde estás.— contestó JongHo con un tono sereno, con su mirada apartándose de su revista—. Sé qué algo pasó entre ustedes, pero sería bueno que alguno dijera algo. Fingir que no te quedas conmigo se está convirtiendo en una molestia.

—Te agrada, no mientas.

—No lo hago.

—Seguro.

JongHo le miró con censura—. Tampoco sé qué te sucedió aquella noche.

—¿Le mencionaste algo de eso?

—No, me hiciste prometerlo con sangre.— le recordó en un bufido, aparentemente disgustado—. Entonces, ¿me dirás o no?

HongJoong apretó sus labios entre sí, deteniéndose de dar una contestación negativa. JongHo mantuvo su palabra y no le dijo nada a YeoSang, más importante aún, lo trató y ayudó, dándole alojo incluso. Su anterior resolución sobre mantener lo sucedido para sí mismo, flaqueó. Si veía todo con mayor detalle, su amigo merecía saber algo, aunque no fuera muy explícito al hablar sobre los acontecimientos, no importaba, con que lo mantuviera al tanto estaría bien. O eso elegía creer.

—No es tan serio— comenzó diciendo—, en realidad él se puso un poco... persistente con la idea de que es un noble y debía ser más precavido.— agregó en un suspiro. Sus dedos se presionaron en sus sienes al rememorar la frustración que aquellas reiteradas discusiones le ocasionaron—. Oh cierto, ¿recuerdas al tipo alto y atractivo de Fever?— su amigo asintió de inmediato y para confirmar le susurró, ¿el de mala cara?—. Bueno, soy su alimento y YeoSang parece que ya tuvo suficiente con esto porque empezó a insistir con que terminaría comiéndome.

—¿Comiéndote?— repitió su acompañante con el rostro arrugado por la incomprensión que la palabra le causó.

—Exacto, algo sobre un hambre voraz propia de nobles. Ese tipo de delirios.— agregó con un ademán.

—Para aclarar, ¿esa noche que fui a buscarte estabas en su casa?— el mestizo de cabellera oscura pronunció un sonido afirmativo—. ¿Y YeoSang te dijo que algo como eso podría pasarte y tú lo ignoraste?

—Técnicamente.

—¿Qué significa eso?

—Puede que presionara a MinGi un poco, sólo un poco.— admitió con un tono agudo, ayudándose de sus dedos pulgar e índice para enfatizar sus palabras—. No estaba centrado y sólo me aproveché de la situación. Y ahora que lo pienso, si en verdad había algo que comprobar, ese fue el momento ideal para hacerlo.

—Estás loco.— aseguró el más joven en un resoplido, cubriéndose el rostro unos segundos—. Al menos discúlpate por ser tan impulsivo.— masculló en un quejido, golpeándolo ante su falta de reacción.

—¿Desde cuánto estás bien con esa porquería sin sentido?— preguntó HongJoong en su lugar y con su ceño fruncido.

Su amigo decidió dejar eso a un lado—. Y sólo para estar seguro, ¿YeoSang dijo que era un rasgo de los pura sangre y de nadie más, cierto?

—Así es. Único de ellos, ¿por qué?

JongHo asintió con una expresión pensativa y no dijo nada, los segundos pasaron y se transformaron en minutos donde el silencio se volvió el protagonista entre ambos.

—Oye, ¿no dirás algo?

Su amigo se sobresaltó y le dio una mirada rápida—. Sólo quería confirmar, a veces escuchas mal las cosas. Es todo.

—No te creo.

Al joven vampiro no le importó, simplemente se encogió de hombros y como si no hubieran conversado de un tema relevante, se levantó de su sofá. Alejándose del mayor.

—Tengo algunas reservas en la nevera, ¿quieres beber alguna?

—No, gracias.— HongJoong cruzó sus brazos y vio a su amigo caminar a su cocina—. Cualquier cosa que estés pensando, puedes sólo decírmelo. No me enojaré.

—Siempre que dices eso terminas enojado.

—Ese no es el punto.— masculló en un quejido, hastiándose de las evasivas—. Vamos, dime, ¿en qué pensabas?

—¿Ya hablaste con...? ¿Cómo se llamaba?— le preguntó luego de interrumpirse, la duda siendo honesta.

—MinGi.

—Entonces, ¿hablaste con él?

—Todavía no.— su amigo le enarcó una ceja, inquisitivo, mientras se servía un poco de sangre en un vaso de cristal—. Pero pienso hacerlo, no me mires así.

Y no mentía, él quería hablar con MinGi, pero no tenía porqué hacerlo de inmediato en su observación personal.

Esos días en los que pasó en compañía de JongHo, aprovechó para reflexionar sobre sus acciones y las consecuencias que estas mismas desencadenaron. No estuvo colgado en el tiempo, retrasando lo inevitable como su amigo suponía. Sólo se dio... un respiro. Un momento para verlo todo desde otra perspectiva. A veces era necesario.

—Oye— pronunció el más joven, volviéndose a sentar a su lado—, ¿por qué no salimos?— sugirió con tranquilidad, dándole un sorbo a su bebida de vibrante color—. Podemos buscar a alguien, necesitas entretenerte.— afirmó luego de examinarlo—. O también podríamos llamar a uno de tus proveedores, ¿qué dices? ¿Acaso no es buena mi idea?

—No es mala pero hay un problema. Mi único proveedor es MinGi.

Los labios teñidos de carmín de su amigo cayeron en una mueca de incredulidad. Sus ojos incluso lo miraron de arriba abajo, seguramente a la espera de que le dijera que era broma.

—Espera, ¿tú acabas de...?

—¿No lo sabías?— interrumpió con tranquilidad, a sabiendas de qué preguntaría—. Es una relación exclusiva.

—¿Y no lo extrañas?— quiso saber de inmediato, todavía incrédulo—. ¿La diversión, la variedad, las distintas dinámicas?— cuestionó el impropio casi sin aliento, mirándolo con fijeza—. Eres joven, tú... ¿cómo...?

—No es tan complejo.— murmuró con sus labios casi apretados y sus palabras arrastradas.

—Creo que ahora puedo entender un poco más a YeoSang.

HongJoong prefirió tragarse sus comentarios, no tenía que ser muy listo para darse cuenta que, como refutara la media afirmación de JongHo o las anteriores que de hecho le hizo el vampiro que no estaba allí presente con ellos, esa conversación se estiraría a un punto desagradable.

Y él había decidido que en esos días, no pensaría en nada innecesario.





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