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❈•≪10. Disturbios imprevistos≫•❈

En el correr de los siguientes días, MinGi y HongJoong no se vieron ni una vez. Ambos estuvieron ocupados con sus respectivos trabajos, principalmente el mayor. Su editorial había experimentado atrasos, lo que derivó a que ciertas reuniones se pospusieran y algunos detalles no pudieran ser concretados.

No culpaba a nadie, a veces sucedía. Pero el saberlo no ayudó con su frustración. El mantenerse comunicado con el mestizo, lo distrajo lo suficiente por alguna razón. Nunca hablaron de temas muy importantes y de hecho, las primeras veces se apresuró en hacer de su comunicación efímera, a pesar de que le prometió mejor dicho aspecto.

Obtuvo insultos y algunas quejas por no hacerlo, pero luego se volvió natural para él invertir una hora de su tiempo en charlar por teléfono con el pelinegro. Se la pasaba bien y como sus llamados se daban cuando estaba en la intimidad de su casa, no interfería con su horario, lo que era favorecedor y no le suponía mayores distracciones.

En una de esas charlas nocturnas, el mestizo le informó que se estaba encargando de un evento grande, balbuceó sobre muchas cosas al respecto, en primer lugar que era para una empresa, bastante exigente con la cual tuvo tres reuniones únicamente porque los lugares que seleccionó, no les convencían lo suficiente. Tuvo que cambiar el color de los materiales cinco veces y la organización de las mesas dos cuando finalmente estuvieron satisfechos con el sitio. Sin embargo, el noble notó el entusiasmo sincero en el impropio. A pesar del estrés, estaba contento por haber sido elegido.

En esas conversaciones, aprendió que su criatura siempre tenía algo para comentar. Incluso si eran nimiedades, él pronunciaría alguna estupidez u ocurrencia que prolongaría su llamada. Era ingenioso y cuando se lo hizo saber, por primera vez, no se le ocurrió nada inteligente que aportar más que un tartamudeo incomprensible. Eso le causó gracia, se rió y lo molestó por varios minutos. Hasta que y al parecer, el contrario se sintió demasiado avergonzado como para seguir en línea que simplemente le cortó.

Pensar en eso lograba hacerlo reír, había sido inesperado pero divertido. Su criatura andaba por la vida a su ritmo, seguro de sí mismo y aún así no pudo soportar que se burlara un poco de su palabrerío, increíble.

Aunque ese acontecimiento le sirvió para aprender que si presionaba los botones correctos, conseguiría avergonzarlo.

Y él lo había escuchado en ese estado, pero inesperadamente le surgió el deseo de verlo de tal forma. Qué haría o cómo reaccionaría, necesitaba presenciarlo para saciar un repentino capricho. Aparte de que tendría algo más con que molestarlo.

Y tocar sus nervios era un gusto reciente que había adquirido.

Al final y luego de varios días, su rencuentro se dio. No había sido planeado por ninguno, la verdad es que había sido una sorpresiva coincidencia y las expresiones en sus rostros cuando estuvieron frente a frente, reafirmaban el hecho. No esperaban verse "tan pronto". Sus días habían estado agitados que ni siquiera pensaron en ello.

Pero sabiendo que Fever había sido su punto en común por semanas y que el vampiro más bajo era asiduo del lugar, el mayor debió anticiparlo. Aunque sea un poco. Pero su mente nunca lo consideró, su jornada fue extenuante y se encontraba allí a la fuerza. Arrastrado por su grupo de amigos.

En el momento que él y el pelinegro se toparon de camino a la barra, se quedaron congelados, mirándose con incredulidad. Como si fueran un producto de su imaginación alterada por el cansancio. Pero no era así y su burbuja se rompió a causa de un participante externo. Uno que rodeó con sus brazos la cintura de MinGi, sacándolo de su ensimismamiento de golpe y provocando que las cejas de HongJoong se alcen en un gesto inquisitivo. Por un costado del alto apareció un rostro alegre de cabellera castaña.

—Vine para ayudarte con las bebidas.

—Eres el festejado— replicó con su entrecejo fruncido—, se supone que hoy tienes una justificación para no hacer nada. Mejor ve por San.

WooYoung le dio una mala mirada y golpeó sus costillas con saña al apartarse—. Ni en mi cumpleaños...— farfulló en un resoplido, incrédulo—. Iré por YunHo.

Viendo al castaño alejarse, su atención estuvo de regreso en el silencioso mestizo a unos pocos pasos de distancia. Sus ojos no perdieron la oportunidad de escudriñarlo.

Su oscura cabellera estaba revuelta, no sabía decir si era intencionado o producto del viento, de cualquier forma se veía bien. Una camisa de satén azulada cubría la parte superior de su cuerpo mientras que en la inferior portaba unos pantalones oscuros y ajustados.

—¿Tu amigo?

Él asintió luego de levantar su mirada, fijándola en la contraria—. Estamos aquí por su cumpleaños 137.

—Oh— exclamó asombrado—. Él más joven entre ustedes, curioso.

—Larga historia.— murmuró con un ademán desinteresado. No era el lugar indicado para hablar de algo que ni siquiera él entendía cómo resultó de esa manera—. ¿Qué hay de ti?

—Sólo pasó el rato.

MinGi produjo un sonido gutural en señal de que le había escuchado y al notar que YunHo todavía no se aparecía por allí, redujo la distancia entre sus cuerpos. Su rostro se ladeó mientras que su dedo índice se estiró hasta el accesorio que rodeaba con firmeza el cuello impropio. Jalándolo, la piel que era cubierta quedó expuesta a su vista lo necesario. En ella no habían marcas de ningún tipo.

—¿Con tus amigos?— la respuesta que obtuvo fue corta pero afirmativa—. Te queda bien.— comentó una vez terminó de acomodarlo.

HongJoong sonrió, acercándose hasta poder rodear su cintura con sus brazos—. Su fin no es estético pero agradezco el cumplido.

—¿Por qué lo usarías entonces?

—¿Para qué crees tú?

El moreno se mostró confundido por la pregunta, pese a ello no tardó en poner su mente a trabajar, en busca de alguna explicación. El material del accesorio era oscuro, quizás de cuero y fijándose en su ancho, era demasiado para considerarse una gargantilla. Lo normal es que fueran delgadas, independientemente de su material. Pero lo que el mestizo portaba era de tal vez unos cinco o siete centímetros, no podía precisarlo. Detalle que le llamó la atención. Al final las posibles respuestas se redujeron y el beso que recibió en la zona donde su pulso yacía, le fue de ayuda para entenderlo mejor.

La complacencia invadió su cuerpo y tensó su corazón inadvertidamente. Su consideración le pareció encantadora.

—¿Lo llevas siempre que sales?

—No tiene sentido que venga a sitios como estos con el cuello expuesto.— murmuró con lo que parecía ser una expresión indiferente—. ¿No te sientes halagado?

La forma en la que alzó su mentón le provocó ganas de reír y si bien las retuvo, no reprimió la sonrisa que surcó sus labios. Le era imposible. Estirando su diestra, acarició aquella suave mejilla a su alcance.

—Es algo lindo, lo admito.

El mestizo abrió y cerró su boca, como si fuera un pez que boqueaba por oxigeno—. Eso... yo... n-no... no es lo que te pregunté.

Sus palabras se tambalearon un poco al formarse, producto del nerviosismo supuso el moreno. Disfrutándolo, llevó ambas manos hasta las mejillas contrarias. Sosteniéndolas en busca de crispar sus nervios.

—Lo sé, pero es lo que quise decir.— sus labios se estiraron en una sonrisa altanera para a continuación decir—. Fue algo lindo. En serio.

Un costado de su cuerpo fue pellizcado y su unión se quebró, el ambiente jocoso fue cortado con brusquedad ante la intervención física de un brazo enganchándose a su cuello.

—Ya estoy aquí.— anunció su amigo, estrechando su agarre—. WooYoung dijo que necesitarías ayuda así que... ¡Oh!— exclamó, deteniéndose en cuanto su mirada se desvió y notó que no estaba sólo allí parado—. Hola tú, ese es todo un atuendo.— dijo con una sonrisa convincente—. Te ves caliente.

MinGi no se detuvo a pensarlo dos veces al momento de ejecutar su siguiente acción, ni siquiera la consideró por un miserable segundo, sólo siguió su impulso y le propinó un codazo a YunHo en la boca de su estómago. Aparte de robarle el aliento, consiguió que le soltara.

A los vampiros les gustaba compartir y pavonearse, aspecto que ya se había señalado con anterioridad, pero contradictorio a eso, estaba el detalle de que les daba igual siempre y cuando era algo que quisieran. Ellos tenían muchas parejas por diversas razones y a unas las intercambiaban con mayor predisposición que a otras. Mayormente aquellas que no fueran su fuente principal.

Y en su caso todos los botones que no debían ser presionados, lo fueron; esa criatura era su única fuente de alimento principal y tenían un acuerdo cerrado. Por ende, tanto el cumplido como el guiño no le sentaron bien. Y más cuando tenía conocimiento de que su amigo lo había hecho con toda la intención de irritarlo. Asimismo, él no estaba en edad para simular que le importaba una mierda.

—Sólo mueve tu flojo trasero a la barra, ahora te alcanzo.

YunHo intercaló miradas entre él y el más bajo antes de irse. La emoción en ella le causó intriga, su mente estaba maquinando algo. Podía notarlo.

—Que malo.— dijo el impropio, dándole una mirada entretenida—. Deberías ser más amable con tu amigo.

—Cariño, ya soy bastante indulgente. No sólo con él, con los otros dos también.

—Si tú lo dices.

Él se limitó a rodar los ojos al mismo tiempo que se acercó hasta tomarlo por las caderas—. ¿Estás pasándola bien con tus amigos?

Los labios del pelinegro se estiraron en una sonrisa conocedora—. ¿Tanto me extrañas que quieres pasar el rato conmigo?

—¿Quién mencionó algo sobre extrañar?— preguntó con una ceja en alto, divertido—. Sólo quería saber cómo iba tu noche.

—¿Y a ti no te está esperando el tuyo?

Riéndose, lo estrechó contra su cuerpo y se inclinó para facilitarse el que su rostro se pueda ocultar en la curvatura entre su cuello y su hombro. Estaba notablemente de buen humor que nada se lo podía joder.

—Entonces, ¿quieres venir conmigo?

—¿A tu amigo no le molestará?

El noble se apartó para verle—. Para él, mientras más personas, mejor. ¿Qué dices?

—No veo porqué no, ya que insistes tanto.

—Como si no quisiera.

La única contestación que obtuvo fue una risa corta.

Para cuando se dignó llegar junto a YunHo y darle una mano con las condenadas bebidas, éste le lo miró mal. Aún así, él no excusó su tardanza, ¿qué podría decirle de todas formas? Se entretuvo coqueteando, era obvio e innecesario de señalar.

Y en cuanto llegaron hasta donde el festejado se encontraba, San fue el primero que reparó junto a quién venía acompañado. Una de sus cejas se enarcó y le dio una mirada significativa, la cual no le costó entender. Para no querer compartir demasiada información sobre su amante, se esforzaba mucho para meterlo en su círculo. Que tenía razón, parcialmente al menos. Pero como se esperaba de él, lo ignoró y arrastró al pelinegro hasta un asiento disponible, estarían un poco apretados pero no le dio mayor importancia. El castaño conocía a muchas personas para su gusto. Y tan pronto ese pensamiento se manifestó entre otros, WooYoung apareció. E invadió su espacio sin ninguna consideración, su mejilla se apoyó contra su hombro mientras analizaba al mestizo. Sus ojos barrieron su rostro en todas las direcciones posibles y descendieron por su cuerpo con detenimiento.

—No te he visto antes, soy WooYoung.— con su observación culminada, se presentó sonriente. Su tono de voz siendo amistoso. Típico de él.

—Kim HongJoong, un gusto.— respondió el receptor con sus labios curvándose con suavidad a la vez que aceptaba el apretón contrario—. Feliz cumpleaños, por cierto.

Su castaño amigo giró el rostro para verle—. ¿Es él?— tras un corto asentimiento, su mueca se convirtió en una de comprensión—. Escuché mucho de ti, no te creas que por él. No es fanático de ser abierto con sus amigos.

—Piérdete por ahí.— masculló el moreno. La fuerza que empleó no fue la verdadera como para apartarlo.

—¿Lo ves?— inquirió tras apuntarlo con su pulgar, su resoplido fue de molestia fingida—. Con YunHo pensamos que se siente avergonzado. Tú no sabes, pero este bastardo es difícil de manejar.

—Ustedes son muy entrometidos, lárgate.

—Su temperamento es una mierda y pese a su apariencia es bastante considerado.— comentó como si no estuviera siendo fulminado—. ¿Soy genial, cierto? Estoy aquí, diciendo sus puntos buenos en lugar de los malos... ¿lo estoy haciendo, no?

Su amante se rió, porque claramente no lucía como si lo estuviera haciendo mientras que él se dedicó a reiterarle que se callara y se fuera a otra parte.

—Se podría decir.— murmuró el mestizo allí.

—Bien. Hasta usas eso en tu cuello.— señaló con entusiasmo, riéndose—. Si te pide crear un pacto puedes mandarlo a volar como su última...

En ese preciso instante, el alto concluyó que su amigo se estaba tomando demasiadas libertadas. Era un convertido y si bien su tolerancia al alcohol era alta en comparación a los humanos, era inferior a otros vampiros. El castaño estaba achispado y con su lengua floja. Se encontraba diciendo cosas que no debería y que tocaban fibras sensibles. Tantas que la acidez en su pecho le inspiró ganas de quebrar lo que estuviera a su alcance.

—Tu cumpleaños acabará mal como sigas hablando.

WooYoung se mostró confundido en una primera instancia, sus labios cayeron en una mueca hasta que el entendimiento se apoderó de sus encantadoras facciones.

—Lo siento. Mi error.— su tono fue bajo, teñido por la pena sincera. El beso que fue depositado en su mejilla le supo amargo. No lo quería y mucho menos lo necesitaba—. Un gusto verte HongJoong, por favor diviértete. Bailar siempre es una buena opción, adiós~.

Se retractaba, su buen humor pudo y fue jodido, y con maestría cabía destacar. Cualquier cosa mala que sucediera ahora, no podía ser peor.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

MinGi quería reventar su cabeza contra lo que sea, no importaba el objeto mientras le hiciera daño. Las cosas se pusieron peor.

Fever se había llenado de personas, el aroma a sudor estaba por todos lados acompañado por el asqueroso humo de cigarros y la música por alguna razón, hoy le parecía más estruendosa. Habían algunos focos de luz dañados incluso.

HongJoong intentó animarlo, manteniéndose a su lado, bromeó y siguió el consejo disfrazado de WooYoung sobre arrastrarlo a la pista para bailar. En esos ratos estuvo bien, ocupado y parcialmente distraído. Sin embargo, quería irse a su casa. Había tenido suficiente.

Desde un principio él no quería estar allí, sus amigos insistieron que no podían hacer una celebración tranquila para el más joven del grupo y entonces, como anteriormente dijo; fue traído a la fuerza. La primer hora no fue la gran cosa pero cuando tuvo que ir a la barra para reponer las bebidas porque nadie más quería mover su trasero y hacerlo, se dio cuenta que estaba por llegar a su límite de tolerancia. Toparse con su criatura en medio de una encrucijada sobre permanecer o abandonar le hizo creer que no estaría mal prolongar su estadía.

Luego las intervenciones de sus amigos aparecieron, comentarios que no debieron hacerse se vocalizaron y sus miradas conocedoras le crisparon. Desde el inicio él no iba predispuesto a divertirse y ese era el resultado.

Pero todo empezó irse al carajo cuando más humanos aparecieron, el sitio era un lugar supuesto a ser libre de prejuicios y discriminación, y su entrada no era limitada a vampiros a pesar de ser creado por uno. Eso lo tenía bien en claro. Quien conociera cómo llegar, era bienvenido. Y por supuesto, él había estado asistiendo con bastante regularidad, mayormente para complacer a su amante. Eso no significaba que su concepto de Fever hubiera cambiado, le seguía pareciendo de seguridad dudosa y sus alertas al respecto no desaparecieron tampoco, al contrario, él sólo las ignoró.

Porque aparte de presenciar un par de disputas leves y discusiones subidas de tono, realmente no vio nada muy extremo o agresivo. Y ahora mismo, viendo todo ese caos, sus focos rojos brillaban en su mente con asquerosa notoriedad.

Estaba cerca de la barra, se había alejado de sus amigos para ir por una botella de agua y al quedarse más tiempo del planeado, HongJoong decidió acercarse para hacerle compañía. Para ese instante había suprimido todas sus ideas y reflexiones. Así que no le costó enfocarse en el mestizo pegado a su costado derecho.

Se mantuvieron allí sin hacer mucho por tal vez, unos tres minutos cuando sus nervios se tensaron, con esa sensación familiar que había suprimido; un mal presagio.

Antes de que pudiera ponerlo en palabras, el caos se hizo más visible para otros, hubieron gritos, reclamos fervientes y sonidos de objetos rompiéndose. Por un momento consideró la posibilidad de que un par de ebrios se estuvieran saliendo de control y volviéndose problemáticos. Pero las exclamaciones furiosas que se alzaron sobre el bullicio general, le advirtieron que no era el caso.

—Nos tenemos que ir.— informó hacia el pelinegro, lanzando su botella a un lado—. Intenta de localizar a tus amigos y salgan de aquí.

—Pero, ¿qué...?

Una botella de cerveza se rompió cerca de ellos, ambos siguieron el sonido y observaron a un vampiro con las palmas de sus manos a carne viva, quemadas y temblorosas. A sus pies había una ridícula cruz, por el color y las heridas debía ser de plata pura. Ellos eran alérgicos a esa mierda y si bien el tipo no moriría, pasaría largos días adolorido hasta que su piel consiga regenerarse.

Escucharon a alguien exclamar que se lo merecía y el descontrol fue en ascenso. Para MinGi, era como estar en presencia de una de las últimas purgas que hubo a principios de su siglo de nacido, sólo que esta era menor en cuanto a participantes y en un recinto de longitudes no muy amplias a comparación de las calles o plazas.

Pero a los humanos eso no les importaba, les daba igual meterse en su sociedad y hacer en ella lo que quisieran. Estaba tan acostumbrado a verlo que la impotencia en su pecho se había convertido en odio. Igual o mayor al que su especie recibía.

Con HongJoong desapareciendo de su lado, se apresuró a ir donde sus amigos. Mientras se mantuvieran lejos de esos tipos, mejor. Y para cuando llegó a ellos, se veían bastante desorientados por el alboroto que se hallaba sucediendo a varios metros.

—Larguémonos de aquí, ahora.— masculló con su tono elevado, recibiendo miradas inquisitivas—. Humanos, se está volviendo caótico eso allá.

Ninguno pareció interesado en preguntar por detalles, simplemente se levantaron y presurosos buscaron la manera más discreta de salir de allí. Llamar la atención de todos esos sujetos y confrontarlos no sería apropiado, traían objetos de plata con ellos y ocultar tantos cuerpos sería un grano en el culo para todos lo que quisieran participar. Y carajo, él no quería. Era más práctico y astuto sólo correr fuera.

Lo que hizo, con dificultades porque moverse era trabajoso. Las personas yendo en diferentes direcciones hacían de su andar uno lento, volviéndose obstáculos. Y lo que le hizo maldecir con ganas fue que al estar distraído, su mano entró en contacto con un objeto de plata. Un tipo fornido había caminado a su lado, sosteniendo un rosario y con su violento balanceo, rozó la piel del dorso de su mano. La quemazón se extendió por sus nervios en segundos, inyectó dolor en todas sus terminaciones. Al bajar su mirada a la herida, sus ojos observaron la piel grotescamente abierta, su alrededor siendo una mezcla irregular entre el rojo y el negro. Sosteniéndose su zurda, reprimió el impulso de arrancarle la cabeza al sujeto que le observaba con reconocimiento y cruzó finalmente la puerta.

—Infierno de mi....

MinGi detuvo su improperio al apretar y de paso, cerró sus ojos. Por el estruendo dentro, no pudo percatarse de que en el exterior llovía.

—¿Qué le pasó a tu mano?

Adrede ignoró la pregunta de San y se concentró en no perder los estribos. El agua fría que impactaba contra su cuerpo le servía de distracción. Es más, lo agradecía.

—¿Min...?

El aludido siseó por silencio. Al respirar hondo, el ardor se hizo tangible en todo su cuerpo a pesar de que estuviera concentrado en una área específica. Ellos habían evolucionado para subsistir pero carajo, esas reacciones alérgicas eran insoportables.

Con desesperación buscó por un foco de atención más amplio, así que puso sus funciones a trabajar. Su agonía no le haría olvidar la posibilidad de que su criatura pudiera seguir allí metido. Y no es que dudara de sus capacidades para cuidarse, pero disminuir sus preocupaciones al respecto sonaba como una buena idea para él.

Sin embargo, el clima no parecía querer cooperar. El aroma a petricor era intenso, superponiéndose al dulce que correspondía a la sangre de HongJoong. El rastro era débil y tuvieron que pasar quince minutos para que consiguiera aislarlo de otros. Así fue como percibió un indicativo fresco a unos metros de su persona, ya no estaba en Fever. Extrañamente saberlo le sirvió de consuelo.

—Salgamos de aquí.

Nadie dijo nada, después de todo las palabras no eran necesarias. Para ninguno el día resultó de la forma que esperaban.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

Eran poco más de las tres cuando llegó a su casa, con su cuerpo experimentando un cansancio desconocido y su mano punzando de la misma infernal forma. Les indicó a sus amigos que descansaran donde quisieran, no tenía ganas suficientes para hablar o hacer algo y tras un corto silbido, le indicó a Kkima que lo siguiera escaleras arriba.

Tan pronto entró a su habitación, escuchó un forcejeo provenir de su ventana. Su ceño se arrugó y su mirada se levantó de golpe en el momento justo que fue abierta.

—¿Necesitas ayuda con eso?

—Hay una puerta.— respondió en su lugar, con su cabeza sacudiéndose en un ademán flojo.

El pelinegro se encogió de hombros una vez se encontró de pie—. ¿Puedo entrar?— preguntó con sorna. Una que decidió ignorar.

—¿Por qué usar la ventana?

—Al caminar hacia aquí percibí otros aromas, supuse que serían tus amigos y viendo cómo te pones cuando se trata de ellos y yo en un mismo espacio, consideré que sería la mejor opción.— dijo con monotonía una vez se detuvo a tres pasos de su cuerpo y sostuvo su mano izquierda entre las suyas más pequeñas—. ¿Quieres ayuda con esto o no?

MinGi miró a HongJoong con detenimiento, su cabellera oscura estaba caída y adherida a su frente, mientras que sus prendas eran un desastre, pegadas a su cuerpo y mojadas. Seguramente sentía que eran una molestia como él lo hacía con las propias.

—¿Cómo supiste de mi lesión?

El mestizo bufó, exasperado con sus continúas preguntas—. Tu carne está expuesta y encima quemada, ¿sabes lo fuerte que huele?— masculló con una mano deslizándose por sus hebras, apartándolas de sus ojos—. Ahora, ¿podemos ir a tratarla o todavía tienes dudas?

—¿Preocupado, pequeño?

El aludido pasó de su burla y sin ejercer fuerza como para causarle daño, lo llevó hasta su baño. Asegurándose de resoplar para hacerle saber que su risa no le estaba cayendo bien tampoco.

Una vez allí, la puerta fue cerrada y el vampiro más joven se puso en marcha, buscando el botiquín. Al encontrarlo, se dispuso a maniobrar sobre su lesión sin decirle mucho, en realidad nada porque estaba decidido a ignorarlo. El noble hubiera hecho alguna broma pero el alcohol fue vertido sobre su carne y su diversión desapareció, su rostro se contrajo y sus labios escupieron tensas maldiciones.

El proceso de su curación fue insoportable, doloroso como el infierno e inevitable. Para cuando las vendas fueron colocadas, no se sintió aliviado. Todavía escuece, notó. Y que desagradable manera de hacerlo tenía. Cristo.

—¡Tienes una bañera!— saliendo de su nebulosa, se enfocó en la criatura que curiosa y emocionada miraba alrededor—. No tenía idea.

—¿Cómo podrías?

El mestizo le dio una mirada entrecerrada, exponiendo su descontento. Pero el moreno pasó de éste, rodándole los ojos. Cada vez que le decía de ir a tomar un baño luego de que tuvieran una acalorada sesión o varias rondas de ella, las respuestas que recibía eran quejas reticentes. Aquel ser era un flojo y por ese motivo siempre terminaba limpiándolo con una toalla. Sabía que aquello no era la cúspide de la higiene pero peor sería dejarlo sucio.

Porque si bien no se conocían a profundidad, él estaba al tanto de lo capaz que era de irse a dormir de esa manera.

—Ahora mismo hubiera sido inteligente que me preguntaras si no quería probarla.

HongJoong se giró para verle y le sonrió, su aparente malhumor desvaneciéndose y en su lugar apareció la malicia. Sus entrañas se apretaron y lo observó tomar asiento sobre la cerámica, sus ojos castaños mirándole de regreso con una chispa traviesa en ellos.

—No creo que pueda hacer mucho con una mano fuera de juego.

La criatura se rió—. Hablaba de bañarnos únicamente, sin sexo de por medio.— la burla tiñó su explicación al mismo tiempo que hizo de su chispa una más brillante—. ¿Es que sólo piensas en eso?— le preguntó sonriente.

Su labios se sintieron resecos y los humedeció al pasar su lengua, su mirada se prolongó sobre la piel apretada del cuello ajeno.

—No.

Su respuesta se escuchó como si estuviera sin aliento y no le importó. El más bajo en cambio, pareció sorprendido con su contestación.

—¿No?— repitió con una ceja en alto, por alguna razón escéptico.

Sacudió su cabeza, en una negativa muda a la par que se acercaba. El mestizo le atraía, eso estaba claro. Y definitivamente le ponía caliente. Era bastante bueno cuando se trataba de encenderlo, queriéndolo o no. Pero contrario a lo que pudiera parecer, la lascivia no siempre estaba en su mente corrompiendo sus pensamientos cuando se trataba de su pequeña criatura. Había algo más allá de eso, era intenso y abrasador. Despertaba un hambre diferente en él.

Inclinándose, llevó su rostro hasta el cuello ajeno y con su boca abriéndose, enterró sus colmillos sobre el protector de cuero. No llegó muy lejos pero el sentimiento se hallaba allí; MinGi quería devorar a HongJoong.

En eso gastaba tiempo pensando a veces y más precisamente, en estos últimos días. Quería tomar, tomar y tomar. Dejarlo seco. Tragarlo por completo. Fundir el rojo de sus corazones en uno solo.

Era un sentimiento sofocante y retorcido, tan familiar que no le sorprendía. Pero sí le frustraba de la misma forma que le preocupaba. Él no podía ser honesto al respecto debido a que explicarlo no era precisamente fácil.

—No.— reiteró al enderezarse, su voz salió ronca y baja.

Su amante notó que no estaba dispuesto a decir algo más esclarecedor y asintió, en aceptación a pesar de la intriga reflejándose en sus ojos castaños.

Al carraspear éste le dijo—. ¿Al final tomaremos un baño o no?, es asqueroso seguir con esto encima.

La tensión que cargaba el ambiente disminuyó con levedad, lo que el alto agradeció. Que siguieran su naturaleza, ahora mismo, no los llevaría a nada bueno.

—Si te levantaras de allí...

Recibió una mirada reprobatoria, pero su indicación fue seguida con obediencia. El agua corrió en la bañera mientras que ellos se desvistieron. Intercambiaron algunas palabras y comentarios, fueron irrelevantes pero con ellos buscaron llenar el silencio. Tomar un baño juntos fue entretenido, si ignoraba lo estrecho que estuvieron, lo fue. Pasaron largos minutos limpiando al otro, no hubieron insinuaciones y fue agradable.

Para cuando se hallaron en su habitación, con prendas nuevas y secos, observó al vampiro más joven tirarse junto a Kkima en la cama. Una de sus cejas se enarcó involuntariamente tan pronto lo vio abrazarlo.

Unión que no duró mucho, su cachorro le gruñó y tras removerse, consiguió escapar lejos. Hacia una punta. Acción que puso un mohín de falsa tristeza en el rostro del pelinegro.

—Le gusto solamente cuando tengo comida conmigo.— masculló luego de chasquear la lengua.

Con una sonrisa el moreno se dirigió hacia su ventana. Todavía llovía fuera. Luego de asegurarla, corrió la cortina. Su alrededor se sumió en la oscuridad.

—Creí que lo habías encantado.

—Es sólo una cosa interesada.— contestó en un resoplido, viendo a Kkima saltar fuera de la cama—. Míralo irse, sabe que estoy hablando de él.

La indignación teatral del impropio le hizo reír con ganas, colándose bajo las sábanas le dijo que lo olvidara, eso no era posible. Pero el agudo ladrido del can fue una objeción según el pelinegro, claro.

—Ya déjalo, empezaré a creer que estás loco.

—Es la verdad, sólo te niegas a ella porque es tu bebé.— remedó con exageración, acostándose a su lado.

—¿Celoso de un perro?— inquirió con incredulidad.

—¿La herida mató algunas de tus neuronas?

Sus divagues sin sentido continuaron y no fue hasta las cinco que finalmente se indujeron al sueño.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

MinGi se despertó cuando su necesidad por ir al baño se volvió una verdadera molestia, pero alejarse de esa comodidad no fue tan sencillo como uno esperaría, más aún teniendo una urgencia como la suya. Pero tener a HongJoong aplastado sobre su cuerpo y siendo ambos una maraña de brazos y piernas, lo puso un poco difícil. No iba a mentir.

El mestizo descansaba sobre él con absoluta despreocupación, con su nariz presionándose en su garganta y su aliento siendo una caricia constante sobre su piel. Al tomar consciencia de esos factores, apretó su zurda en la cintura ajena. El dolor fue un consuelo insignificante para la sangre que viajaba en dirección sur y se acumulaba. En su mente insultó a la lascivia, sus intentos por seducirlo temprano en la mañana eran irritantes.

Y más cuando su urgencia ahora era otra.

Haciéndose de su autocontrol, empujó su prominente erección lejos del estómago contrario y respiró hondo. Se distrajo al silbar con brevedad; de esto no hubo respuesta. Pronunció el nombre de su cachorro tres veces y siguió sin obtener algún chillido de regreso. Al mirar hacia la puerta, la notó entreabierta. No estaba más allí, eso era seguro.

Sus funciones que todavía no terminaban de activarse, se vieron interrumpidas cuando una de las piernas del pelinegro se desenganchó de las suyas y se movió, colocándose cerca de lo que consideraría terreno peligroso. Desentendiéndose de su aburrido techo, posó su mirada sobre la cabellera de su amante.

Habría tomado esa acción como una aleatoria de un ser inconsciente, si quien la realizó no se hubiera reído.

—¿Por qué tan rígido?

Los vellos de su cuerpo se erizaron al instante a causa de la voz ronca de su criatura.

—¿Molestándome tan temprano?

—¿Molestándote?— preguntó éste con diversión, levantando la cabeza para que sus ojos puedan saludarse. Aquellos brillaban entretenidos, secundados por una sonrisa torcida—. Todavía no he hecho nada.

«¿Cómo que todavía...?», su línea de pensamiento se cortó con brusquedad cuando la lengua del más joven acarició su garganta. Su respiración se atascó en su pecho tan pronto su piel fue succionada. Una sensación electrizante viajó por todo su cuerpo y lo hizo exhalar ruidosamente por la nariz. Una mano se coló dentro de su camisa y se mantuvo jugueteando cerca de su ombligo. Trazando figuras irregulares o tirando de sus escasos vellos.

Apartándose unos centímetros del otro, sus ojos oscuros se encontraron con los más claros. Reconoció en ellos la travesura, era la mirada que siempre tenía cuando trataba de tocar sus nervios.

—¿Eso fue nada?— quiso saber con una ceja enarcada.

—¿Te pareció poco?, puedo intentar algo diferente.

El noble no contestó y le devolvió la mueca burlesca, para sus adentros aceptó el desafío. Él también podía intentar algo.

Y vamos que el dolor en su mano izquierda todavía era un suplicio, pero dado a que su mente literalmente no estaba registrando nada que no fuera a quien tenía enfrente, le dio igual utilizarla. Valía la pena.

Parsimoniosa, su zurda se deslizó por el costado ajeno, ascendente. Pasó de estar en su cintura a tocar sus costillas cubiertas, el contacto con la piel de su brazo fue efímero y el toque en su hombro fue leve cuando sus yemas se arrastraron por su clavícula apenas visible. Llegaron al final y subieron por su cuello expuesto, desprovisto del protector. Sus palpitaciones sosegadas se trastabillaron, tentadas.

Su palma acunó aquella suave mejilla y con la misma moderación, su pulgar acarició el labio inferior del mestizo. Fue un roce insignificante y que a duras penas pudo ser percibido por ambos y sin embargo quemó. Incitándolos a conseguir más.

La tensión estaba por todas partes, envolviéndolos en una densidad asfixiante que la volvía difícil de ignorar. Estaba allí, tangible y caliente pese a que la temperatura en sus cuerpos fuera por lejos más discreta.

Humedeciéndose sus propios labios, MinGi dejó que su pulgar descansara sobre la garganta contraria, fueron sólo unos miserables segundos antes de presionar, quería sentir sus palpitaciones con mayor certeza. HongJoong jadeó asombrado y su boca se abrió con ligereza. No tardó mucho en percibir que su corazón latía de la misma manera que un corazón humano lo hacía; firme y constante. Estaba emocionado.

Acortando la distancia entre sus bocas, lo besó. No podía ni quería resistirse a ese hilo invisible que insistía con que se hallaran.

Sus labios se presionaron entre sí de buena gana, encantados con el contacto y sin mayores preámbulos comenzaron a moverse. Creando un ritmo que si bien era lento, no carecía de determinación. Ellos se estaban probando, disfrutando del sabor del otro.

El beso estuvo exento de segundas intenciones, fue profundo y duradero. Hasta que la lujuria metió de lo suyo, otorgándoles fogosidad. Empujándolos a un vacío oscuro pero acogedor.

Sus dientes maltrataron sus labios y sus manos se recorrieron sin rumbo fijo, simplemente tocaron. La necesidad se instaló en la parte baja de sus respectivos estómagos, seduciéndolos a ir más allá.

Chocando sus caderas, sus erecciones cubiertas consiguieron quedar al ras. Sus entrañas se hundieron y sus terminaciones se sintieron arder. El calor de la pasión los devoró sin aparente esfuerzo y los sumió en un manto de euforia desenfrenada.

Ellos se frotaron y se molieron con fervor, importándoles poco que tuvieran prendas entre medio que dificultaban un contacto más íntimo y satisfactorio. Sus bocas en todo momento permanecieron juntas, maltratándose y robándose el aliento mutuamente.

HongJoong deshizo su unión, propinó besos húmedos a lo largo de su mandíbula y tiró de la piel con sus dientes de forma inestable. Su respiración era desordenada, una combinación de jadeos y exclamaciones a medio terminar que hacían eco en su mente vacía de ideas.

La frente de MinGi se arrugó producto de la desesperación mientras que de sus labios hinchados escapaba un quejido gutural, el placer lo tenía tenso de todos sitios. Sus nervios estaban como cuerdas a punto de romperse, la sensación era tan dulce y desgarradora. Y el fuego que habitaba bajo su piel era sencillamente enloquecedor.

Escupiendo una maldición, intentó que sus cuerpos estuvieran más pegados. Sus vaivenes mutaron en intensidad, pasaron a ser erráticos, en algún tramo bruscos sin llegar a causarse daño. Querían alcanzar el éxtasis lo más pronto posible. Dejarse consumir por completo.

Queriéndose entretener, llevó su boca hasta la piel a su alcance. El mestizo se estremeció cuando las primeras marcas rojizas fueron plasmadas sobre la zona de su clavícula. Y en el momento que los dientes del moreno intervinieron, participando de su vehemente ataque, todo se hizo aún más insoportable.

Ellos continuaron ascendiendo, como si no tuvieran fin. Envueltos en esa bruma indecente pero cautivadora que la lascivia personalmente había creado para atraparlos.

Y un buen trabajo había hecho porque ninguno se resistió demasiado y se vieron tentados por su dulzura ardiente con relativa facilidad. Por esto fueron premiados con el cumplimiento de su anhelo; el clímax los aplastó de pies a cabeza, derritió sus nervios y fundió sus neuronas. Su entorno se volvió difuso y las sensaciones placenteras explotaron dentro de sus cuerpos.

MinGi parpadeó un par de veces, aclarando su visión y cuando su respiración se reguló, levantó la cabeza. HongJoong mantenía sus ojos cerrados y su respiración era un tanto inestable. Observándolo, concluyó que le hubiera gustado verlo con las mejillas sonrojadas. Es un color que le sentaría bien y pondría un encanto diferente en su apariencia.

Para su desgracia, sus contemplaciones se vieron arrojadas lejos por los disturbios alegres de un tercer y no anticipado participante. Su silbido se detuvo y la puerta de su habitación fue abierta por completo, San los miraba con reconocimiento y una sonrisa ladeada.

Si sus apariencias no los delataban con respecto a qué estuvieron haciendo allí, el aire cargado lo haría con mayor eficacia.

—¿Teniendo sexo ma...?

No lo dejó terminar. El noble cogió una almohada y la tiró en su dirección; acertó.

—Por la mierda de Vlad, ¿no sabes tocar?

—Sí, pero no puedes culparme por no saber que estabas con alguien.— respondió el mestizo de hebras azules con su entrecejo fruncido, sin dudas el trato que le dio le crispó pero había algo más. Podía suponerlo por la forma extraña en la que le miraba—. Y yo que venía a despertarte para desayunar. Mira cómo me pagas, ¿te parece correcto?

—Pudo ser peor— señaló desinteresado y con sus hombros sacudiéndose—. Iremos en un momento, gracias y largo.

Su amigo salió, no sin antes dedicarle un par de palabras nada agradables. Su boca no tuvo tiempo a caer en una mueca, la risa de quien estaba tendido a su lado le distrajo.

—Por eso es importante tener la puerta cerrada.

—¿Cómo podría haber predicho esto?

—No podías, pero yo no tenía mi erección pegada a tu estómago.— enderezándose, el pelinegro apartó las sábanas a un lado—. De todos modos, eso no hace menos importante el que debió estar cerrada.

—¿Siendo pudoroso en este punto?— preguntó en un resoplido, incrédulo de que estuviera siendo culpado.

HongJoong deslizó una lenta sonrisa altiva por sus labios hinchados mientras que sus ojos escarlata le veían y resplandecían con mofa. Quizás no debió, pero MinGi lo encontró atractivo y devastador a partes iguales.

—Yo no le di una mirada de muerte a mi amigo y tampoco le mostré los dientes.

—¿Cómo?

El mestizo sacudió su cabeza y tras realizar pequeñas muecas se puso serio, le miró fijo para luego juntar sus cejas hasta que formaran evidentes arrugas sobre su frente. Seguido a esto, siseó, mostrándole sus dientes en un gesto que aparentemente, debía ser amenazador pero lo halló gracioso.

—¿Estás bien?

Produciendo un sonido exasperado el impropio le informó que se iría a limpiar, si quería ahorrar agua y no tardar más de lo necesario estaba invitado.

Tan pronto quedó solo se llevó una mano al pecho y apretó su camisa gastada con fuerza, creándole arrugas.

«Carajo, carajo, carajo... ¿yo hice eso?».

Si fuera humano ahora mismo no estaría sólo sonrojado, su rostro completo e incluso su cuello se habrían coloreado con el más brillante de los rojos. Pero en sus mejillas apenas y había un rastro visible de rosa, uno que discordaba con el bochorno demoledor que invadía su sistema.

Su comportamiento había sido inadecuado, por decir menos. Cristo, ¿qué rayos estaba mal con él?

Tuvieron que pasar tres minutos para que se dejara de cuestionar, pero para cuando quiso acompañar al pelinegro, éste ya había terminado de arreglarse. Un hecho lamentable. Y con él también alistado, fue que bajaron en silencio a la cocina.

El ambiente era agradable y todos parecían de buen ánimo, luego de saludar al trío se encaminó directo a su cafetera de acero inoxidable. El mestizo siguiéndolo de cerca a la par que hurgaba entre sus cosas, en busca de alimentos que fueran de su interés y que pudiera ingerir.

—¿Cómo se encuentra tu mano?

YunHo fue el primero en preguntarle, su tono tranquilo teñido por la curiosidad. Bajando su mirada, le dio un rápido vistazo.

Al momento de cambiar sus vendas la imagen que quedó al descubierto fue cruda, la piel todavía no cicatrizaba y se hallaba inflamada, una mezcla de morado intenso casi negro teñía su piel. En definitiva diría que la herida lucía grotesca y a más de uno le revolvería el estómago.

Las reacciones alérgicas en su especie eran extremas y un verdadero sufrimiento.

La estupidez que los humanos se inventaron sobre atravesar sus corazones con estacas de madera dolía menos y cicatrizaba con mayor rapidez.

—Apesta.— sentenció tras encogerse de hombros, no mentía. Si la movía, le dolía. Si no lo hacía, le dolía igualmente. Decir que apestaba era acertado—. Pero ya sanará.

—¿Es tu consuelo?

Él resopló—. Es una realidad, no tiene caso maldecir o llorar.

—Por eso es que los humanos se las toman contra nosotros.— comentó San, con un chasquido de su lengua. MinGi se giró para verle—. Esa indiferencia puede irritar a más de uno, ¿sabes?

—¿Pero acaso mentí?— preguntó con total seriedad—. ¿Si suelto un par de quejas al aire me recuperaré con mayor rapidez? ¿o lamentarme lo hará?— una de sus cejas se enarcó, en petición de una respuesta que no llegaba—. No, "no" es lo que tienes que decir.

—No es a lo que me refería.— farfulló el mestizo de hebras azules. Su ceño se había arrugado y el descontento delineaba sus facciones.

—Es bueno liberar las emociones.— intervino WooYoung con calma, sin ver a ninguno—. Si te lastimas y duele, es normal llorar. La herida no desaparecerá, tienes razón.— admitió con simpleza, deteniéndose antes de agregar—. Pero te sentirás mejor y al cabo de un rato lo terminarás olvidando.

—Vivirían una vida más sencilla si ellos reconocieran que las heridas son inevitables y eventuales.

El castaño se mostró en desacuerdo, su cabeza se sacudió con levedad—. El saberlo no lo hará menos doloroso.

—Pero llorar tampoco borrará el hecho de que pasó o dolió.

—No se trata de borrarlo.— refutó WooYoung con exasperación, dándole una mirada crítica. Dejándole en claro que su terquedad comenzaba a irritarle—. Llorar es una forma de reconocerlo, el enojo también e incluso la frustración. Luego lo aceptas y lo superas.

—Tú hiciste todo eso, ¿cuándo se supone que lo superarás entonces?— murmuró San, con sus palabras arrastrándose en un intento por pasar desapercibido. No fue el caso.

—Púdrete.— escupió el castaño, sin ver al mestizo en cuestión—. El punto es que a diferencia de ustedes— continuó, sus ojos todavía fijos en el noble—, los humanos no pueden suprimir sus emociones o racionalizarlas. Decir algo tan frívolo como; "atropellaron a mi hijo anoche, fue una pena. ¿Viste que anunciaron lluvias intensas para hoy?" No es posible para ellos.— aseguró con mayor convicción—. Necesitan un duelo.

MinGi asintió, su café estaba listo y se aprovechó de eso para meditar las palabras ajenas con la profundidad posible en un período tan corto.

Como WooYoung dijo, los vampiros podían enfriar sus mentes al punto de que las emociones intensas no los afectaban "como deberían". Ellos podían apartarse y verlas desde una perspectiva impersonal y casi vacía. Como quien analizaba la decoración de una habitación o se debatía por cuál alfombra era mejor comprar.

Irónico, teniendo en cuenta que ellos eran seres pasionales, la encarnación del pecado y los placeres más oscuros o mierda parecida. Y sí, podían enojarse, frustrarse, hastiarse, desesperarse o incluso odiar, pero procuraban mantener dichas emociones y sentimientos al margen. Si no fuera el caso, él habría presenciado veinte purgas a lo largo de sus 157 años en lugar de catorce. Rara vez se iban a los extremos y la empatía que sentían por los suyos, era en realidad insustancial y con ella disfrazaban su deseo por conservar la especie.

Pero por lo que había visto y aún veía, los humanos existían en el mundo de una forma diferente a ellos. Totalmente diferente.

—¿Lo entendiste ahora?— preguntó su joven amigo, expectante porque dijera algo.

—No es como si antes no lo hiciera.— replicó en un bufido—. Sólo estaba exponiendo mis puntos.

El castaño rodó sus ojos pero no dijo nada al respecto, decidiéndose por zanjar el tema. Eran las diez, sábado y todavía llovía, no querían arruinarse los ánimos tan pronto en la mañana. Y todos allí eran unos expertos en el tema.

Dándole un sorbo a su bebida, el moreno notó que el silencioso de HongJoong finalmente acabó de preparar su desayuno. Se veía satisfecho con su café seguramente cargado de azúcar y sus tostadas de pan integral. Y él lo habría dejado seguir con su camino a ocupar un asiento, si no se hubiera percatado de un detalle al que tal vez, no debería darle mucha importancia, pero lo hacía.

Vaya novedad esa.

Su asiento estaba ocupado con porquería de alguno de sus amigos y el otro disponible quedaba entre medio de YunHo y San. Darse cuenta de esto no le hizo gracia. Uno era demasiado intenso y el otro un entrometido de primera.

«Definitivamente no», se dijo para sí.

Dejando su taza a un lado, le pidió al mestizo que aguardara un momento y presuroso se acercó a la que era su silla, deshaciéndose de las prendas secas y arrugadas en ella, le indicó que podía sentarse. No fue discreto en sus acciones y dio igual que susurrara, cualquiera allí lo escucharía incluso si decidía escribirle una nota. Motivo por el cual pasó de las miradas de sus amigos y se situó con total tranquilidad a un costado del más joven entre ellos.

—Ahora que estoy en mis sentidos puedo verte mejor, eres bastante lindo.

Fueron las palabras de WooYoung, su tono como siempre fue ligero y amistoso, con una sonrisa decorando sus labios. Una que HongJoong correspondió.

—Gracias, eres lindo también.

El castaño se rió y sacudió su mano, descartando el cumplido. Sin embargo le encantó recibirlo, fue obvio para todos.

—Estoy un poco desorientado aquí...

—Si no salieras tanto con tus nuevos amigos.— farfulló San, haciéndose el distraído. Su comentario no le cayó bien al castaño.

—Ignoremos eso.— murmuró WooYoung con cierta irritación, sin ver al de cabellera azul—. Sería bueno si compartieras algo con nosotros, creo que ya te lo dije, pero MinGi no es muy comunicativo.— de repente se detuvo con su ceño arrugándose—. ¿Te lo dije a ti, cierto?

El pelinegro se mostró divertido pero asintió—. ¿Algo en especial por lo que estés interesado?

—Cualquier cosa estaría bien. No soy exigente.

«Bastardo mentiroso», resopló el noble en sus pensamientos. Aquel vampiro era muchas cosas menos conformista.

—¿Puedo preguntar por qué tanta curiosidad?

—Se alimenta de ti y te acuestas con él.— señaló YunHo con monotonía, como si aquello no fuera obvio para todos—. Sabes cómo es y tú..., bueno, eres tú.— farfulló con un encogimiento, limitándose a decir cuanto menos pudiera—. Causa intriga el que hayas aceptado.

—Ya veo, ¿así que soy demasiado libertino para él?— preguntó con una ceja en alto, sonriéndole burlesco.

—¿Desde nuestra perspectiva o la humana?

—Desde la que consideres más apropiada.— musitó en un tono plano.

—¿Quién aquí no lo es?— fue su contestación, no tenía adornos emocionales de ningún tipo. Fue concisa y casi aburrida para su emisor—. Nosotros cazamos, engaños y jugamos con las mentes humanas para complacer nuestras necesidades en nombre de la supervivencia y a veces del deseo. Hemos matado también.— agregó con un flojo encogimiento de hombros, desinteresado de tales acciones y como si éstas estuvieran libres de importancia—. Pero no es a lo que me refería...

—MinGi es cerrado y si te ve como su presa, eres su presa. No hay punto medio. No comparte.— aseguró San, interviniendo. Viendo entre ambos sucesivamente—. Y no se necesita ser muy listos para notar que eres el lado opuesto de la moneda. Mientras más atención recibas mejor, ¿no?

—Siempre que esté interesado en recibirla, por supuesto. Viene genial.

—Pero ese tipo allí la detesta y a eso se refería YunHo, sus estilos de vida son polos opuestos.

—Escuché por ahí que esas son las mejores combinaciones.

—¿Y no escuchaste nada sobre su mediocre funcionalidad?— inquirió YunHo.

El silencio que se instaló fue pasajero.

—Se ven muy confiados al hablar.— murmuró HongJoong en un tono apreciativo, dedicándose a jugar con la taza entre sus pequeñas manos—. Es incluso hasta gracioso que esté siendo juzgado por otros vampiros. Toda una nueva experiencia, debo admitir.— con esas palabras dichas, sus labios rosados se curvaron hacia arriba, en una demostración de su buen ánimo. La sonrisa fue torcida—. Y a pesar de las apariencias, puedo mantenerme fiel a un acuerdo, no es tan difícil.— la mueca alegre desapareció y con serio detenimiento vio a cada uno de sus amigos—. Sé muy bien que MinGi quiere tener una relación exclusiva y no tengo problemas con eso, somos compatibles, su sangre es deliciosa y aunque hay veces en las que actúa como un imbécil, me trata bien. No tengo quejas. 

—Eres bastante joven, tres veces más que MinGi y a penas ha...

—¿Tú siempre estuviste en relaciones amplias?— preguntó con serenidad, interrumpiendo la repentina objeción de YunHo—. Que aburrido.— musitó tras el asentimiento que recibió, su nariz se arrugó de manera cómica—. En mi caso, yo ya he estado en una relación monógama antes, así que sé en qué me estoy metiendo. Con eso aclarado, ¿alguien tiene alguna otra preocupación que quiera compartir?

Sus amigos se miraron entre sí y aunque no parecían del todo conformes, sacudieron sus cabezas, poniéndole fin a la conversación. Observando a HongJoong, MinGi diría que no había nada extraño en él o en su expresión, pero por el rictus en sus labios, sabía que no era así. No le había caído muy bien la actitud de sus amigos.

Y no lo culpaba, ellos eran insistentes y no se detenían cuando algo no les convencía. Cuidar sus palabras y maneras no les importaba tampoco, lo que hacía aún más irritante estar bajo el foco de esos tres. Lo decía por experiencia.

Por alguna razón, mientras más lo miraba, más lindo encontraba su disgusto y queriéndolo reconfortar, llevó su mano izquierda hasta su cuello. Aquellos ojos escarlata no tardaron mucho en posarse sobre los suyos morados. En la intensidad de su color brillaba la curiosidad por su repentina acción, él se negó a decir algo y en su lugar le sonrió con suavidad.

—Entonces— comenzó diciendo WooYoung—, ¿no dirás nada sobre ti?

—¿No lo he hecho ya?

El castaño sacudió sus manos—. Sobre ti.— repitió con afabilidad—. Te daré un ejemplo.— dijo ante su confusión—. Tengo 137 años, aunque eso ya lo sabes, me gustan las cosas dulces, la música, dormir, actualmente no trabajo y estos sujetos se convirtieron a la fuerza en mis amigos. A ese tipo de cosas me refería.

—¿A la fuerza?— preguntó el pelinegro con su rostro ladeado.

—Fui convertido con 17 años, así que no tenía mucho de dónde elegir. ¿Qué hay de ti?

HongJoong se sintió de repente curioso, quería saber más al respecto de la conversión de WooYoung, pero al notar que su expresión aburrida era forzada y que su sonrisa no alcanzaba a sus ojos, desechó la idea de inmediato. Incomodar a alguien que no conocía, no formaba parte de sus pasatiempos.

En su caso al menos.

—Nací como vampiro, desde el momento cero.— respondió una vez acabó con su café. Bromeó en un intento por conseguir del contrario una sonrisa—. También me gusta la música y dormir, principalmente en verano ¿sabes por qué?— el castaño asintió, riéndose con brevedad pero de manera honesta, le había hecho gracia—. No sé si les haya dicho pero yo tengo un trabajo como organizador de eventos.

El impropio pareció sorprendido—. ¿Y cuánto tiempo es que llevas?

—Tres años, es un buen trabajo siempre que te guste.

—¿Y a ti te gusta?

—Al principio no lo hacía.— dijo con sinceridad luego de un corto silencio reflexivo—. Sólo quería salir de la cotidianidad y no me pareció mala idea con un trabajo que mantuviera la mente ocupada.

—Los vampiros realmente le temen al aburrimiento y la soledad, ¿eh?

HongJoong apoyó su codo sobre la superficie de la isla y en su palma descansó su mejilla, dándole una mirada evaluadora a WooYoung. Lo encontraba interesante, para ser un convertido no se hacía a la idea de que ya no era lo que alguien consideraría como un humano.

—¿A ti no te afecta?— quiso saber.

—¿No me veo en perfectas condiciones?

—Eso parece.— concedió con sencillez—. Pero decir que le tememos es... demasiado.— el contrario enarcó una ceja—. El aburrimiento es desesperante y la soledad, bueno...

—Se podría decir que nos vuelve un poco locos.— farfulló MinGi ante su falta de palabras. Su tono fue monótono y al verlo, su expresión era plana. Como si no estuviera interesado en lo que hablaban—. Te lo dije una vez, la soledad puede jodernos la mente y obligarnos a cometer un par de atrocidades. Todos los seres vivos quieren algo de compañía al final del día.

—Se supone que los vampiros no lo están.

El alto rodó sus ojos pero no parecía molesto—. Esta cosa dice lo contrario.— masculló al dejar su taza sobre la isla para así poder presionar su índice en el medio de su esternón—. Late, aunque de la ilusión de que en algún momento ya no lo hará.

—Los humanos sólo tienen demasiada imaginación.— agregó YunHo, sin ver a nadie en específico.

WooYoung se rió—. Oh créeme, sé de lo qué hablas.

De ahí en adelante, HongJoong dejó de ser el centro de atención de todos, lo que agradeció. Al terminar de comer su última tostada, él sintió más que vio, como MinGi se inclinaba en su dirección. Y para su sorpresa, recibió un beso fugaz en la mejilla.

Girándose a verlo, le dedicó una mirada inquisitiva, ¿estaba siendo reconocido por algo, lo estaba confortando o acaso recompensando?

El noble hizo un ademán con su cabeza y apuntó a sus amigos que conversaban entretenidos a la par que movía sus labios; Lo siento, fueron las palabras que articuló únicamente para él.

Los vampiros eran indiscretos, ambos lo sabían y por eso no tenía sentido que se disculpara. Pero que lo hiciera fue agradable y en respuesta, le sonrió enormemente. Realizando una seña de que lo entendía con sus dedos pulgar e índice.

Su sonrisa fue correspondida por una más sutil y su cuerpo fue rodeado en un abrazo inesperado. A duras penas consiguió reprimir su risa por la "extraña" actitud del mayor y aunque tardó, envolvió sus brazos en el cuello impropio de buena gana. Lo que le hizo ganarse otro beso, sólo que ahora en su garganta.

Las imprevistas muestras de afecto lo hicieron sentir acalorado, su pecho se expandió y su estómago cosquilleó con una sensación cautivadora.

—Si que me interroguen hace que te comportes así, creo que la siguiente vez no me molestará tanto.

—Ambos sabemos que lo hará, eres un bebé y te enfurruñas fácil.

—Esperaba oír algo lindo, ¿sabes?— musitó el bajo con desapruebo, alejándose unos centímetros para verlo.

—HongJoong.

El nombrado resopló—. ¿Qué?

—¿No querías oír algo lindo?— le preguntó el más alto con sus cejas curvadas—. Pienso que tu nombre lo es.

—Oh cállate.

Si bien lo empujó lejos, el moreno estuvo de regreso en cuestión de segundos. Rodeándolo con sus brazos y dándole un beso bajo la oreja. Fue apenas un roce efímero y eso le contentó más de lo que hubiera previsto.

HongJoong no lo sabía, pero las acciones de MinGi se vieron impulsadas por la mirada de YunHo. Era una crítica que no le había gustado que tuviera sobre su criatura. Y se lo hizo saber a través de su ceño fruncido.

Su mensaje era claro; deja de verlo.

Y aunque obtuvo lo que buscaba, continuó considerablemente cerca del espacio personal del mestizo más joven allí. A éste no parecía importarle y eso funcionó para él.





Aquí nuevo capítulo y con un YunHo descontento. Btw, gracias por leer la historia ♡


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