❈•≪04. Provocaciones dolorosas≫•❈
—¿Tienes planes esta noche?
MinGi pasó de tener su ceño fruncido y sus ojos entrecerrados, a abiertos como dos pequeñas esferas. Con una expresión de absoluto desconcierto, alejó el aparato de su rostro. Eso había sido verdaderamente inesperado. Estaba sin palabras.
—¿Cómo conseguiste mi número?
Al otro lado de la línea, escuchó lo que pareció ser un resoplido.
—Te dejé el mío y no me llamaste, entonces me dije, ¿por qué no hacerlo yo?— HongJoong yacía en la comodidad de su sofá y aunque nadie lo estuviera viendo, igualmente sacudió sus hombros, para acto seguido enredar su dedo en el cable de su teléfono.
El moreno no supo si ceder ante aquella actitud despreocupada o buscar motivos para estar en contra.
Porque era cierto que el joven vampiro le había dejado su número personal anotado sobre su buró antes de irse, y aunque lo guardó, nunca lo llamó. No tenían asuntos de los que hablar y apenas había transcurrido una semana desde que se alimentó, estaba en perfectas condiciones.
Y con ese en mente, ¿por qué deberían de comunicarse?
—Eso no es lo que pregunté.— murmuró con simpleza y vio a su cachorro correr hacia el jardín. Desesperado por atrapar un ave.
—Usé tu teléfono para llamar al mío, sencillo.— contestó tras un bufido—. Una vez estuve en mi casa me fijé en el identificador de llamadas, ¿ingenioso cierto?— agregó con entusiasmo evidente filtrándose por su tono.
—Bastante.— reconoció con mayor afabilidad tras suspirar—. Entonces, ¿decidiste tomar la iniciativa?
Al otro lado de la línea, HongJoong sonrió—. Podría decirse— tarareó y pronto agregó—, ¿Sabes que debes mantener a tu presa entretenida para que no se escape, no?
—La palabra adecuada allí sería asustada.
Inopinado fue para el moreno escuchar la risa del más joven que se hizo presente. Un tanto arrastrada pero genuina. Sus palabras monótonas al parecer, le hicieron gracia.
—¡Dios!, ¿cuántos años tienes?— exclamó con la diversión prevaleciendo en su voz—. De repente recordé a mis antiguos profesores. Según ellos no sabía elegir mis palabras.
—No veo la mentira.
En la soledad de su recinto, el pelinegro rodó sus ojos por segunda vez. El fastidio siendo fingido—. No me diste una respuesta— murmuró, zanjando ese banal tema—, ¿tienes planes para esta noche; sí o no?
—¿Por qué?
—Mi semana fue una mierda estresante, así que mis amigos insistieron en salir. Ir a tomar algo, ya sabes.— farfulló con simpleza, sus palabras se vieron acompañadas de un ademán vago de su diestra—. Te estoy invitando.
Una de las cejas pertenecientes al moreno se elevó por cuenta propia—. ¿Y es necesario que vaya por qué...?
—Oye, ¿siquiera tuviste un compañero antes de mí?— preguntó el hombre más bajo al otro lado, sintiendo como las arrugas comenzaban a formarse en su entrecejo.
Poniendo sus ojos en blanco, MinGi evitó dar una respuesta que sería demasiado obvia para su gusto.
—¿A dónde irán?— dijo en su lugar.
—Fever, por supuesto. Es el único lugar medianamente seguro para nosotros.
El noble discordaba y hallaba esa afirmación cuestionable, sin embargo accedió a pasarse por allí. Era viernes y su semana había sido intensa también. Aparte de que esperaba relajarse, tenía una responsabilidad que cumplir como su compañero. Al final del día y en su caso particular, era un acuerdo de dos.
No podía simplemente quitar cuanto quisiese sin dar nada a cambio. Las relaciones predador-presa no funcionaban así.
De igual forma, recordó que se estaba metiendo con alguien joven. No sabía qué tanto, pero por lo fresca que era su sangre, podía deducirlo. Su diferencia podía ser de unos pocos años o varios.
Insistía, ese detalle era difícil de precisar.
Todos en su especie poseían tal habilidad, y la información que podía obtenerse a través de unas gotas de sangre era escasa pero algunas veces útil. Mayormente estaba relacionada con la salud del cuerpo.
Colgando la llamada, se dirigió donde su eufórico Kkima. Jugaría con él un rato. Eso lo pondría de buen ánimo.
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MinGi frunció su nariz, en esta ocasión y por alguna razón que no comprendía, Fever tenía mayor concurrencia. Hasta el punto de que caminar hacia la barra le llevó tres minutos. Tres jodidos minutos.
Mientras aguardaba por ser atendido por alguno de los dos sujetos, su mente consideró que tal vez, habría algún evento del cual no tenía conocimiento por razones evidentes. No era un cliente recurrente.
Atragantándose con una maldición, el cuerpo del moreno se tensó por un toque desconocido y una presión punzante en la zona de su brazo izquierdo. Su cabeza se giró con brusquedad y sus ojos dieron de lleno con la mirada traviesa de un zorro.
—¡Hola, tú!
MinGi reprimió un improperio y se acercó hasta el rostro de HongJoong, de manera totalmente intencionada le sopló aire. Bufando con exageración.
—¡Esas no son formas de recibir a nadie!
El pelinegro ladeó una sonrisa y le dijo—. ¡¿Alguna sugerencia que se te ocurra?!
—¡Gritando no conseguirás verte atractivo!
Riéndose, el vampiro más joven realizó un seña de O con ambas manos, usando únicamente sus dedos pulgar e índice para seguidamente, pedirle que ordene una cerveza por él.
Y para obtener sus respectivas bebidas, tuvieron que esperar casi seis minutos.
Ignorando sus quejas internas, se dispuso a seguir al más bajo. Y luego de navegar entre un sin fin de cuerpos yendo y viniendo, arribaron al área privada. En su mesa no había nadie y por fortuna, la música era considerablemente débil allí. Lo necesario como para permitir una comunicación decente y escasa de gritos.
—¿Y tus amigos?
HongJoong enarcó un ceja para acto seguido tomar asiento sobre sus piernas—. ¿Quieres que te los presente?
—No, sólo estoy preguntando por ellos. Creí que te trajeron aquí para animarte.
—Así fue, pero tienen el mal hábito de dejarme tirado cuando encuentran objetivos más interesantes.— encogiéndose de hombros, le dio un trago a su cerveza. El desinterés en sus palabras era sincero. Dejando de ver alrededor, sus luceros castaños se clavaron en los suyos más oscuros—. ¿Para qué crees que te traje?
Fingiendo pensar en una respuesta, MinGi rodeó la cintura ajena con su brazo izquierdo al mismo tiempo que las extremidades contrarias se enredaban entorno a su cuello. Con la finalidad de hacer que su distancia sea una más reducida.
—¿Para intentar fajar con ropa?
Un brillo astuto apareció en sus ojos—. ¿Te van esas cosas?
—¿Fajar?, sí.— contestó con seca monotonía—. ¿Hacerlo en público?, no. De ninguna manera.
—¿Algún motivo de por qué?
—Ya te lo dije, no me gusta compartir.
HongJoong le mostró una pequeña sonrisa y procedió a inclinar su rostro a un lado—. ¿Eso incluye miradas?
—Incluso las miradas de ese tipo.— confirmó con simpleza, alzando su propia cerveza antes de darle un trago.
—Impresionante. Teniendo en cuenta que eres un noble.
La jocosidad en sus palabras, fue un detalle impresionante para el moreno. Se veía tan relajado al respecto que le asombraba. Se supone que los pura sangre eran la lujuria personificada. Libidinosos irremediables, cazadores deportivos y vulgares deshonestos.
Pero él como todos y a su manera, se salía de ese molde. No por mucho, cabía destacar pero lo hacía.
—Lo sé, y no tengo argumentos para explicarlo. Lo siento.
—Estoy impresionado, no espantado.— su señalamiento se había proyectado en un mascullo, como si su respuesta le hubiera crispado, pero su tono seguía siendo despreocupado—. Aunque tu actitud al teléfono, déjame decirte que fue una porquería.
—¿Quieres que te lo compense?
—Tienes mi atención, ¿cómo lo harás?
MinGi fingió pensar en ello de manera seria, como si sus dedos no se estuvieran deslizando por debajo de la camisa negra ajena. La sonrisa de HongJoong se volvió una torcida y sus rostros estuvieron más cerca. Pero su burbuja personal se vio rota por la abrupta interrupción de un tipo desconocido.
—¿Ya conseguiste a quien comerte?
El noble enarcó una ceja ante eso y tuvo que mover su rostro unos centímetros para divisar a quien había llegado y tomado asiento frente a ellos. Castaño, ojos redondos y una notable marca a un lado de su rostro. ¿O tal vez era un golpe?
No estaba seguro.
—¿Te cansaste de bailar?
—Al contrario, los vi y me sentí intrigado. No lo había visto antes.
La criatura sobre sus piernas soltó su cuello y sin bajarse, se volteó hacia quien, suponía, era su amigo.
—Es nuevo aquí.
—¿Extranjero?— exclamó con sorpresa, pasando a verlo con mayor detenimiento.
—No, en Fever. ¿Qué de él luce como extranjero?
El castaño se encogió de hombros—. Podría ser japonés.
—No lo es.
El joven vampiro no esperó a que el castaño le dijera algo de regreso, simplemente dejó su botella sobre la mesa y se levantó de su regazo, para seguidamente tomarlo por la muñeca y arrastrarlo lejos.
—¡¿Huyendo de tu amigo?!
Deteniéndose en un espacio vacío en la pista, MinGi llevó sus manos a la cintura de HongJoong. Pegándolo a su cuerpo, buscó facilitar el que sus palabras llegaran a él con mayor claridad.
—¡YeoSang es demasiado intenso, estará bien ignorarlo por un rato!
Riéndose cortamente, el alto asintió en aceptación—. ¡¿Esta vez sí bailaremos?!
—¡La primera vez lo hicimos, ¿qué tonterías dices?!
Por unos pocos minutos, pero tenía razón, lo hicieron.
Pero a diferencia de esa primera vez, ahora sus cuerpos estaban en mejor sintonía, se habían explorado y acoplado en la intimidad de la noche. La distancia actual no fue un velo delgado de tensión, en lo absoluto. No fue nada. Y sus cuerpos se movieron cómodos entre sí, manteniendo el contacto y los toques furtivos. Hubieron miradas cruzadas y algunas caricias más traviesas que otras.
En algún punto sus labios se encontraron, rozándose y con sus alientos mezclándose. Pero nunca se unieron.
Empujándose fuera de sus brazos, HongJoong le mostró una sonrisa burlesca. MinGi rodó sus ojos pero extendió sus manos cuando el contrario se las pidió. Momentáneamente se vio atacado por la sorpresa; sus dedos habían sido entrelazados. El agarre siendo algo flojo.
La música movida desapareció y gradualmente otra comenzó a llenar el lugar. Unos pocos se detuvieron para intentar seguir el nuevo ritmo, uno que era lento, sus tiempos estando marcados y las letras extranjeras siendo cantadas por una voz femenina. Palabras ahogadas por los sonidos que lentamente empezaron a tomar forma.
La pequeña criatura a unos pocos pasos de distancia no tardó en adaptarse a la nueva pieza. Y sin importarle la fijeza de su mirada, bailó. Unos pocos segundos antes de avanzar, la astucia calculada y sumamente intencionada delineaba sus movimientos.
—And it's on you. You know just when to show up uninvited.— repitió el pelinegro en un susurro, adornado por texturas; un tono quebrado y bajo—. Closing my eyes, waiting on you...— las palabras siguieron saliendo—, to come and bite it.
Cuando el roce de sus labios estuvo de regreso, HongJoong murmuró "So come and bite" en una voz de terciopelo y procedió a sostener el labio inferior de MinGi entre sus dientes. Fue una mitad de segundo antes de que se apartara como si hubiera cometido una travesura.
La conexión entre sus manos se perdió y sin embargo, él siguió embelesado. Aquella criatura representaba la seducción como a pocas había visto hacerlo.
La toxicidad se abrió camino por su mente, infestó sus pensamientos y activó sus impulsos. El anhelo vibró a lo largo de toda su complexión.
Si él quería jugar, ellos lo harían.
Decidido dio una amplia zancada, a la vez sus brazos se estiraron hasta que consiguieron atrapar al vampiro de negra cabellera. La mueca juguetona en sus labios rosados se ensanchó, incluso cuando sus extremidades se colaron por debajo de su prenda oscura y entraron en contacto con la piel de su espalda.
—Deberías...
Inclinándose, superpuso sus labios en un beso demandante. Mordisqueando el labio inferior impropio, adentró su lengua por la ligera abertura que obtuvo de su boca a causa de un quejido. Sus lenguas se acariciaron fugazmente cuando MinGi permitió que sus colmillos se expusieran lo suficiente como para lacerar el jugoso órgano que quiso introducirse en su cavidad. HongJoong siseó e hizo del agarre sobre sus bíceps uno más agresivo. Sus dedos enterrándose en su carne cubierta.
Impetuoso, MinGi frotó su lengua con la ajena. La saliva y la sangre enredándose en su lucha de voluntades. Sus manos en cambio, recorrieron aquella tibia piel a su alcance y cuando se encontraron trasladándose hacia los costados de su estrecha cintura, presionó sus dedos contra la carne. Sus yemas se hundieron y con desmedida saña, arrastró sus uñas por todo ese pequeño tramo. El cuerpo de HongJoong se sacudió y en su garganta nació un gruñido adolorido. Haciendo uso de su fuerza, éste logró alejarse por completo.
Entornando su mirada de ojos castaños, la pequeña criatura llevó su diestra hasta uno de sus costados. Las puntas de sus dedos se tiñeron débilmente de carmín.
—¡¿Algo qué decir al respecto?!
El noble ladeó su rostro y le dio una mirada evaluadora a las manchas; eran tan insignificantes como probablemente lo serían las heridas en su cintura.
Alcanzando su muñeca, sus dedos la rodearon y jalaron de aquel cuerpo. El contacto reapareciendo. Sus labios se pegaron al oído izquierdo del más bajo y de esa manera le dio una repuesta. Su voz salió rasposa pero no le importó.
—Si le vas a agitar las plumas a alguien, luego no te quejes de las consecuencias.
Apresando el lóbulo de la oreja de HongJoong entre sus dientes, MinGi lo manipuló unos fugaces segundos para seguidamente, hacer que uno de sus colmillos se presione sobre esa diminuta área carnosa. Su acción hizo que el impropio se estremezca. Y contrario a lo que su joven compañero pensaba, no lo perforó y antes de apartarse, depositó un beso allí.
Las horas siguientes que compartieron juntos fueron más tranquilas. Su lascivia característica se mantuvo al margen. Porque si bien era un rasgo desmedido en su especie, podían controlarlo.
Era una de sus mejores armas después de todo.
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