Su relación había empezado de manera precipitada, sido un poco desordenada y explosiva desde el principio. Para algunos fue inesperada, para otros, la anticipaban. Y quienes la conformaron, nunca repararon en ello.

Sólo sabían que fue intensa, como la fiebre en una noche de verano. Y un día, como una brisa que fácil llega y fácil se va, desapareció sin dejar rastros.

Dejando a un corazón sangrando y tiñendo la palabra amor con el más intenso de todos los rojos.

¿Quién dijo que con un siglo vivido o dos, amar sería más fácil?