Un sentimiento llamado Felicidad (Muñeca)
La cazadora se encontraba en un pequeño puente hecho con unas tablas. Miraba fijamente a un punto mientras hacía unas sentadillas. Se daba ánimos con la mente. Aún no tenía muy claro que hacer, si pillar carrerilla y saltar hacia esa pequeña plataforma que la llevaría al Taller de la Iglesia de Sanación o ir poco a poco y dejarse caer, arriesgando a caer al vacío en un pequeño error.
Descubrir el origen del Sueño del Cazador era algo muy tentador. Dado a que su fisico no era nada espectacular, dijo que se arriesgaria a dejarse caer por una esquina y rezar por que cayese bien. Se sentó en el borde mirando abajo. La lámpara que llevaba en el cinturón no llegaba a alumbrar el sitio de la caída.
Cerró los ojos y le vino a la mente aquella persona por la que estaba haciendo eso: aquella linda muñeca, que era lo que primero veía al llegar al Sueño del Cazador. Aquella inocente muñeca siempre estaba para servirla y le ayudaba a mejorar por unos ecos de sangre y a veces se sentaba a su lado a conversar... aunque ella realmente hablaba poco y no sabía apenas nada del mundo fuera del Sueño del Cazador.
Por eso, la cazadora se sentaba a su lado y le contaba cómo eran los lugares en los que ella había estado: Yharnam, el Distrito de la Catedral, la Frontera de la Pesadilla, la Aldea Abandonada... y una vez fue la muñeca la que le dijo que el Sueño del Cazador procedía de un lugar en el que la Iglesia de Sanación tenía su taller. Así que la cazadora investigó e investigó... hasta encontrarse a unos metros de la puerta, pero unos pocos centímetros la separaban de vivir o morir.
Ella inspiró profundamente y se dejó caer con cuidado. Cayó en el borde de una plataforma y unas tablas de maderas se partieron, y rápidamente fue al centro de esta. Luego se dejó caer en uno más próximo, encontrandose delante de un portón. Sonrió aliviada. Salvada.
Empujó el portón, que hacía años que nadie lo abría para descubrir una copia casi exacta de su Sueño del Cazador. Ella se quedó impresionada mirando el lugar desde la puerta y empezó a caminar despacio, observando el lugar, pero alerta por si por casualidad había algún enemigo.
No habían mensajeros, no había luz... estaba abandonado.
Entró en la habitación y sus ojos se dirigieron rápidamente al fondo, donde había una muñeca sentada. Corrió rápidamente hacia ella y se arrodilló enfrente. Era exactamente igual que su amiga, pero esta estaba muerta, sin vida, desconectada, apagada. Lo que fuera. A la cazadora le entristecio el corazón verla así, pues eb ese estado asumía que tanto esa muñeca como su amiga no eran otra cosa salvo eso: muñecas. Ya le llamó la atención la primera vez que fue al Sueño del Cazador y ver que su muñeca estaba como esta, y que al tiempo tomó vida.
Ella suspiró levantandose y alejándose. Miró el lugar donde donde debería estar Gherman sentado. Hacía mucho tiempo que no lo veía. Paseó su mirada por las estanterías hasta que vio algo que brillaba. Un adorno para el pelo de vivos colores. Lo sacó del estante y lo limpió un poco con sus guantes. Era hermoso, era... perfecto para su muñeca. Sí, estos tonos tan vivos combinarían muy bien con la palidez de su cuerpo. Sonrió guardandoselo y se marchó de ahí cuando no hubo nada más que mirar.
Regresó al Sueño del Cazador, y de nuevo fue a su amiga lo primero que vio.
Estaba sentada en el borde, parecía que dormía por su respiración. Sacó el adorno para el cabello y la miró. Si, le quedaría muy bien. Lo acercó al cabello de la muñeca, y al tocar su cabello que parecía falso, ella se sobresaltó despertandose, lo que hizo que la cazadora saltase hacia atrás como reflejo defensivo.
- Oh... eres tú... lo siento, debo haberme dormido... - ella se levantó y se sacudió el vestido - Bienvenida, querida cazadora.
La cazadora adoraba que la tratara con tanto cariño, y quería creer que no fuese sólo un acto de respeto. La muñeca vio como la cazadora miraba a otro lado algo avergonzada mientras jugueteaba con algo en sus dedos.
- ¿Que trae en sus manos? Ese objeto brillante y...
No le dejó terminar a la muñeca porque ella se lo tendió y se lo dejó en la palma de sus manos.
- Es...hermoso... ¿Es un regalo? ¿Para mí? Oh, Cazadora... esto me hace experimentar un sentimiento raro... mi pecho se siente... como si fuese a explotar...
La Cazadora sonrió mirándola. Su timidez y sus palabras eran muy tiernas. Ella estaba experimentando alegría y no lo sabía.
- Mi pecho se siente igual que cuando la veo venir sana y salva de una cacería - dijo la muñeca apretando el adorno en su mano.
La cazadora dio un sobresalto abriendo los ojos ampliamente y mirándola.
- Si... y también cuando la escucho reír cuando me cuenta sus aventuras... no se si estoy así porque me lo ha dado usted, querida cazadora, o por ser... mi primer regalo... creo que este sentimiento... ¿Puede ser la felicidad? Debería preguntárselo a Gherman cuando regresara.
La Cazadora negó tranquilamente y la ayudó a colocarse el adorno, echando su sombrero un poco hacia atrás. Luego se sentó a su lado y dejó que la muñeca se apoyase en su hombro mientras ella le contaba dónde lo había conseguido y lo que había descubierto.
*
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La muñeca se encontraba de rodillas inclinada en una tumba, con las manos juntas haciendo una plegaria con la cabeza baja.
A sus espaldas, subía silenciosamente una cazadora mirándola fijamente. Veía a la muñeca temblar mientras rezaba, y puso una mano en su hombro. La muñeca se sobresaltó y cayó a un lado, mirando fijamente a la cazadora. Su rostro se fue calmando poco a poco y dejó salir una pequeña sonrisa.
- Oh, querida cazadora... es este sentimiento de nuevo... pero mucho mucho más fuerte que nunca...
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