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Fiesta de los cazadores (Parte 4) Comida de pajarito


Continuamos con los celitos de Alfred en la cena de Navidad ^^

Por cierto, se avecina uno romántico de Alfred y otro no romántico de Henryk ^^

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Antes de que ninguno hablase, Zoba colocó todo lo que faltaba en la mesa con rapidez.

 - Venga, a sentarse y a comer, que se enfría - dijo metiendo prisa.

 - Es ensalada y marisco. No se enfría - Djura dijo con un siseo cruzando los brazos sin mirarla.

 - ¡Que se enfría he dicho! - Zoba presionó los hombros de Alfred para obligarle a sentarse de una buena vez en la mesa.

Luego ella fue a su sitio y se sentó suspirando y mirando a todos. Sabía de antemano que sería una cena complicada, pero al menos, en la forma en que estaban sentados no debería causar problemas. Si Alfred había chocado con Valtr por su gran imaginación y sus celos a flor de piel, Djura los separaba de estar juntos, y éste, al estar sentado entre las dos personas más dedicadas de la mesa, le obligarían a comer y no estaría tan mal.

Eileen, al lado de Zoba y al frente de Viola, no se encontraba tan tensa. Henryk... él se portaba bien en su esquina, y Alfred y Djura, por llegar tarde, castigados enfrente de Gascoigne.

Gascoigne sirvió comida en el plato de sus hijas para que comenzaran a cenar ya y reinaba el silencio en la mesa, a excepción de sonidos de cubertería. Sí, todavía era difícil hablar, había tensión.

Alfred miraba de reojo a Zoba mientras ella le pelaba una gamba a Viola. Después de hacer una, con la segunda le enseñó cómo hacerlo. Sonrió un poco mirándolas. Zoba... sería una madre excepcional. Si trataba así a los hijos de sus amigos... ¿cómo sería con los que... él le diera? Escondió la cara entre sus manos al imaginarse a Zoba con dos pequeños gemelos rubios, como él y con las bonitas facciones de ella. Le salía la sonrisa tonta y ese sonrojo infantil solos. Pero... ¿tendrían tiempo para eso? O... ¿llegaría el tiempo ideal, cuando acabe toda esta masacre?

Él suspiró volviéndola a mirar. Le hubiese gustado sentarse a su lado, contarle cosas a su chica mientras cenaban, y tomar su mano debajo de la mesa con disimulo para relajarse un poco... pero Zoba miraba a alguien de reojo constantemente, y no era a él, cosa que le molestaba mucho. Ella atravesaba toda la mensa mirando enfrente suya a Henryk.

El viejo cazador tenía comida en su plato pero no se había quitado la parte de tela que cubría la mitad de su cara, que se movía lentamente indicando que masticaba. Junto con Viola, estaban pendientes de cuando se llevaba la comida a la coa, pero en un parpadeo de ambas a la vez, estaba masticando de nuevo, sin que nadie viese su cara al comer. Era muy complicado pillarlo llevando comida a su boca.

Suspiró dejando la tarea un poco de lado mirando alrededor y a los invitados. Le llamó la atención que Viola estaba haciendo migas de su pedazo de pan, haciendo algunas bolitas que guardaba a un lado y que todos habían comido algo o había comida en sus platos... excepto en el de Eileen. Ella sólo estaba sentada mirando al frente ignorando la comida. 

Zoba le puso un poco de comida en su plato, haciendo que ella le mirase.

 - También es para ti. Es una comida pacífica. Come un poco solo, por favor... que llevo todo el día metida en la cocina...

Eileen asintió un poco mirándola y volvió a mirar al frente. Todos habían dejado de comer para ver a Viola estirarse en la mesa hacia la Cuervo mostrando sus manos, donde había varias migas y bolitas de pan que ella había hecho.

 - Los pajaritos comen bolitas de pan, no comen ensalada ni carne. Como nadie ha cocinado bolitas de pan, yo te hice para que puedas cenar con nosotros.

Eileen permaneció quieta un momento observándola a ella y a sus manos con pan. Ella, pequeña e inocente, pensaba que su máscara era parte de ella y que comía por el pico. Se echó hacia delante un poco y puso su pico entre sus manos golpeando con suavidad fingiendo comer de sus manos como un pajarito.

 - ¡Papá, el pajarito come de mis manos! - ella se giró hacia su padre feliz, momento que aprovechó Eileen para quitar con una asombrosa mezcla de velocidad y sigilo el pan de sus manos y guardarlas en su bolsillo para que pareciese que se lo había comido todo.

Ella se puso a hacer bolitas de nuevo para la Cuervo bajo la atenta mirada de su padre, que sonrió orgulloso. Luego miró a Eileen, que, sabiendo que podía haberle dicho la verdad a su hija, le hizo el favor de hacerle feliz. Parece ser que le debía una disculpa por haber sido brusco con ella al principio.

Eileen ahora comía por debajo de la máscara sin que se viese nada de su rostro, procurando que Viola no le viese comer mucho de otra cosa que no fuese pan, algo que no era difícil, pues Viola continuaba intentando pillar a su abuelo comiendo, que se reía con disimulo cuando volvía a comer sin que ella le viese. Su cara de frustración era tierna.

Aun así, de vez en cuando le lanzaba bolitas de pan al plato de Eileen, que escondía en sus bolsillos cuando no le miraba. La otra hija también estaba entretenida, pues le gustaba ver como entre Valtr y Alfred obligaban a Djura a comer poniendo cosas en su plato. El viejo Polvorilla estaba muy harto. Harto de comer, de la gente, de la compañía y de estar encerrado en una casa desconocida.

Después del primer plato, el segundo ya fue más animado. Comentaron sus cosas de cazadores, sus perspectivas del mundo, de lo que habían visto por separado, sin llegar a encontrar una solución para nada.

Pasando al postre, las niñas se pusieron muy felices al poder comer por fin galletas y dulces. Para ellas, Zoba calentó leche, y para ellos hizo café y té, que repartió en la mesa. 

Zoba supo poner los más dulces a un lado y los más amargos a otro... pues sabía que Alfred era muy goloso y quería bajarle los humos un poco con ellos. 

Su opuesto, Djura, no le gustaba el dulce. Si ya de por si le costaba comer, le acercó los oscuros para que tomase alguno, que le gustaban más e iban con su personalidad.

En vez de sentarse, se quedó de pie abrazando el cuello de Alfred dejando apoyar su cabeza en la suya. Necesitaba estar cerca de él un poco, y él de ella. También le peló algunos dulces para dárselos ella, y siempre se llevaba un beso en la yema de los dedos al acercarle a su boca un bombón. Puede que ella aún no conociese el lado macabro que escondía su dulce chico por dentro.

Viola seguía intentando pillar a su abuelo comiendo mientras él la seguía vigilando. La hermana mayor miraba al viejo Polvorilla mover su café solo. Le daba curiosidad cómo ese hombre podía comer los bombones negros que tan asquerosos le parecían a ella.

 - ¿No te gustan los bombones dulces? - le preguntó.

Djura fijó su ojo en ella cuando notó que la pregunta iba para él, y tardó unos segundos en responder.

 - No - frío y seco.

 - Si no te gustan los dulces... es como si no te gustase la Navidad... - ella le mantenía la mirada.

 - Es que no me gusta - la voz siseante de Djura  se metió en la cabeza de la pequeña.

Esa respuesta dejó heladas a las niñas y con la boca abierta. ¿Cómo no puede gustarle a alguien los dulces, la Navidad, la nieve y los regalos? Zoba intervino antes de que la situación se torciese.

 - Porque Djura, si sigue así, se va a convertir en un monstruo... de la Navidad... - ella se puso detrás del Polvorilla mientras él giraba los ojos.

 - No me voy a transformar en nada - dijo cruzando los brazos.

¿Un monstruo de la Navidad? - preguntaron a la vez las dos niñas.

Ellas se imaginaban a unas de esas bestias humanoides que acosaban Yharnam... pero con un gorrito de Papá Noel. Pero seguramente no era así.

 - Vamos enfrente de la chimenea y os lo cuento, dejemos a los adultos hablar de sus cosas en la mesa... sin censura.

Las niñas y ella se fueron a sentar delante del fuego con sus vasos de leche y galletas, pendientes de la cazadora. Ella se sentó también en una forma femenina.

 - Bueno... ¿así que no conocéis la historia del monstruo de la Navidad?

Ellas negaron con énfasis mirándola.

 - Nos sabemos todos los cuentos de princesas del mundo, nos los cuenta papá, pero ninguno de un monstruo... aparte de la Bella y la Bestia.

 - En este cuento, niñas, no hay ninguna princesa. Sólo un monstruo, su perro y una inocente niña.

Gascoigne se giró a ver la cazadora. Su cara le avisaba que el cuento debía tener un final feliz. Un monstruo, un perro y una inocente niña... podía acabar mal. Ella le guiñó el ojo con una expresión cómplice. El cuento iba a comenzar.

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Iba a comenzar en el siguiente capítulo :3

¿Qué os ha parecido nuestra Eileen siendo... dulce?

¿Djura siendo tan... frío?

Y lo que queda para luego :3

Nos vemos en el siguiente! ^^




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