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Fiesta de los cazadores (Parte 3) El Confederado y el Ejecutor

Se acerca la Navidad por aquí y la verdad motiva escribir en clase con los dedos helados, y con guantes escribo de pena en mi libretita.

Bueno, al lío con mi historia y las fotitos ^^

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Un atractivo hombre con un atuendo blanco y una armadura de color parecida dejó de regañar a su compañero y mostró a la cazadora sus palmas de la manos como símbolo de rendición. Sus ojos claros se encontraron con los de la cazadora con una tímida sonrisa.

- ¿Me perdonas la vida? - preguntó sonriendo.

Ella suspiró relajándose devolviéndole la sonrisa y bajó su arma mirándolo con ojos cariñosos.

- Alfred... - dijo con dulzura - mira que te gusta hacerme enfadar... ¿por qué llamas y luego te vas?

- Perdón, pero a mi compañero... le dio vergüenza y se escapó un par de veces de mi lado...

Debajo de su brazo, presionando contra su pecho, Alfred apresaba la cabeza de un hombre delgado y mayor que él, que trataba de zafarse de su agarre.

- Suéltame... - susurraba entre dientes - no puedes obligarme.

- Sí, si que puedo - contestó Alfred con una sonrisa - es más, lo estoy haciendo. Venga, pasa, viejo ermitaño.

Alfred le dio un empujón haciéndole entrar. Zoba le miró con una sonrisa feliz.

- Me imaginaba a cualquier persona en tu lugar, Djura...

- Yo también - dijo con disconformidad.

- Es broma, claro que quería que estuvieses aquí. Y no te enfades, anda...

- No era necesario que nadie me invitase a nada - contestó sin mirarla.

Las dos niñas se levantaron de la mesa para ver a los dos invitados nuevos que no pasaban a comer.

- Niñas, ¿le dais en la mesa un sitio a nuestros nuevos invitados? Yo voy a preparar el primer plato.

Ellas dieron una gran sonrisa y se acercaron a tomar sus manos, a la vez que Djura retrocedió para no tocarlas.

- No te atrevas a resistirte ni a decir nada que no debas... pues ahí dentro hay unos cazadores que saldrán a por ti al momento, y vas a comer con ellos y pasaremos una buena noche en compañía de algo más que bestias.

Djura observó la cara de la cazadora, que tenía una sonrisa tranquila y feliz, pero con una sonrisa oscura en los ojos que la hacía parecer peligrosa. Miró de reojo a Alfred, que tenía un gesto igual. Se sentía como si hubiese sido arrastrado a una trampa, pues él no quería ir a ninguna fiesta o reunión. Seguía sin aceptar las manos de las niñas.

Gascoigne se levantó de la mesa, y Zoba agarró a Djura tirando de él a la mesa, antes de que llegase el padre de familia, y le sentó al lado de Valtr, haciendo sentirse fuera de lugar al Polvorilla. Al menos le sentó al lado de alguien tranquilo.

Zoba fue hacia la cocina con una sonrisa y Alfred en vez de ir a la mesa, tras echarle un vistazo y la siguió a esconderse con ella allí con ella. Fue hacia ella silenciosamente mientras ella cerraba el frigorífico de haber preparado uno de sus platillos especiales.

Posó sus grandes brazos por la cintura apegándola y escondió su cara en su cuello. Le hizo sonrojar a la joven cazadora.

- No me has saludado como siempre... - le susurró al oído.

- Alfred... en público me da vergüenza... - dijo ella sin mirarle a la cara.

- Aquí en la cocina no nos ve nadie... - susurraba mientras la apegaba más contra su cuerpo.

Las mejillas de la cazadora se tornaron de un rojo más oscuro al notar su guantelete ponerse en su barbilla y girar despacio su cara hacia él, hasta hacerse cosquillas con sus patillas. Juntó sus labios cariñosamente sin ninguna prisa en un beso dulce. Se mantuvieron un poco, y luego se separaron y se quedaron mirando a los ojos, con las frentes juntas. Él le sonrió feliz sólo para hacerla avergonzar.

- Que bonita eres...

Ella quiso alejarse pero sólo consiguió un cariñoso abrazo contra su pecho por parte de él. Ellos no llevaban mucho tiempo juntos, pero asumían que cualquier error un día de estos podía hacer que uno perdiese al otro.

También era la primera relación de ambos y tampoco tenían prisa por nada. Si tenían poco o mucho tiempo, no tenían que correr. Sólo disfrutar de la compañía del otro y quererse. Las cosas llegarían cuando tuviesen que llegar.

- No me has guardado un sitio a tu lado... - dijo con algo parecido a un puchero.

(No sé lo que entendéis vosotros por un puchero, pero en mi zona, hacer pucheros es poner una cara triste y suplicante para conseguir algo a cambio)

- Si tú supieras todo lo que te has perdido... por llegar tarde - ella se apartó de su abrazo para colocar bien la comida y llevar la bandeja a la mesa.

- Si, ya, pero... - él se echó el pelo hacia atrás con un gesto de disculpa - Me costó mucho encontrar... bueno, emboscar al Polvorilla.

- Pero si le invité de parte de Gascoigne, él iba a venir...

- No iba a venir, Zoba. ¿No te das cuenta? Es un ermitaño solitario que no quiere tratar con nadie, más que lo justo, y contigo, cosa que no me gusta. Así que digamos que lo he secuestrado.

- Y se te escapó dos veces en la puerta - ella se puso en jarras con una sonrisa.

- Cuando bajé la guardia. Es muy astuto y sabe cuando me relajo... al pensar en ti...

Les dio un sonrojo a los dos a la vez desviando la mirada.

- Que... bien te sienta la ropa normal... bueno, quiero decir, ropa que no... que no es negra, con sangre, con armas...

Zoba la calló poniendo dentro de su boca un aperitivo y que dejase de hablar.

- Lo entiendo... ropa que no es de cazador. Una falda y una blusa.

- En realidad te sienta todo bien... cualquier cosa que te pongas...

Ella le dio la bandeja enorme de ensalada y ella cogió cuencos con marisco.

- Ve y lleva esto a la mesa, nos esperan...

Alfred suspiró con una sonrisa y la ayudó a llevar la comida a la mesa. En el salón se empezó a escuchar el sonido de un golpeo metálico. Viola había cogido el yelmo de Valtr y se había sentado en el suelo a usarlo de tambor.

- Viola - la llamó su padre girándose en su asiento.

- ¿Por qué llevas un cubo en la cabeza? - le preguntó la niña levantándose.

- Niña, eh... Viola, no es un cubo - Valtr se levantó a recuperarlo - Devuélvemelo.

- ¡No quiero, quiero jugar un poco más con él hasta que venga la nana con la comida!

- Hermana, con eso no se juega - su hermana mayor se puso de parte apoyada por su hermano y padre.

Viola, viendo que se acercaba a ella, salió corriendo hacia la cocina con el yelmo esquivando a Alfred que estaba saliendo. Alfred siguió caminando hasta la mesa y se escuchó un golpe en la cocina.

Se asomaron algunos a ver cómo el Maestro de la Liga sujetaba a la cazadora por la cintura con una mano y con la otra la bandeja, recogiendo al vuelo todo el marisco que volaba en el aire al chocarse las dos. Dejó la bandeja en la mesa y se separó de la cazadora. Viola miraba con la boca abierta agarrando el yelmo.

- Perdón, fallo mío. ¿Te hice daño?

- No, para nada, fue más la sorpresa. Gracias por impedir que se caiga la comida.

- No es nada del otro mundo...

Viola, esta vez no opuso resistencia cuando Valtr tendió sus manos hacia ella recogiendo su yelmo. Este hombre era alucinante, por eso su hermana le miraba embobada.

Un golpe fuerte llamó la atención de todos en la mesa. Alfred había soltado demasiado fuerte y con algo de violencia mirándoles. Nadie podía tocar ni acercarse demasiado a su chica de esa manera.

Una pregunta cruzó su mente al cruzar sus ojos con los del Maestro de la Liga... ¿Puede el líder de los Ejecutores vencer al líder de la Liga?

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Pues lo veremos en el próximo capítulo :3

Os está gustando?

Nos leemos en el siguiente! ^^

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