Fiesta de los cazadores (Parte 2) Misteriosas llamadas a la puerta
Aquí regreso con otra parte :3
Me perdonan si las escribo cortas, pero las hago en mi libreta de la universidad, en la tarde no tengo tiempo para nada.
¿Y la Universidad? Bueno, me deben unos favores que cambiaré por apuntes, jeje.
No olviden comentar sus partes favoritas! ^^
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Gascoigne miró de nuevo hacia la puerta sin soltar a su hija pequeña de su regazo. No quería dejar a sus hijas solas ni un momento, ya fuese con la Cuervo o quien sea, por eso Zoba se quitó las manoplas del horno para ir a abrir. Echó un rápido vistazo a las niñas antes de abrir la puerta.
- ¡Abuelo! - las niñas saltaron de sus asientos para ir a lanzarse a por su abuelo Henryk.
El viejo cazador se dejó hacer tendiendo cada brazo a las niñas tomando sus pequeñas manos- Ellas empezaron a tirar de él hacia la mesa para empezar a jugar. Además, siempre que él venía a visitarlas, les traía algún dulce o golosina.
Gascoigne dio una extraña sonrisa mirándolos. Sus niñas querían demasiado a Henryk para considerarle una amenaza, además de que eran buenos compañeros.
Volvió a mirar a la puerta para ver al Maestro de la Liga quitarse el yelmo de forma de cubo de su cabeza, y hacerle una suave reverencia a la cazadora, que, con ropas normales y casuales en vez de su atuendo de cazadora, alegraba la vista de muchos. Quitó la nieve que se quedó en su plano yelmo y ropa antes de entrar.
Gascoigne lo examinaba. Sin yelmo no le daría miedo a las niñas y ahora que tenía la ayuda de Henryk para cuidar de las niñas, Valtr no era una amenaza. El Maestro de la Liga se acercó a él.
- Padre Gascoigne, un gusto verle después de tanto tiempo. Le agradezco la invitación, y traje un presente - Valtr dejó encima de la mesa una botella de licor - No sabía que tenía usted hijas, les hubiese traído algo también que pudiesen tomar.
Gascoigne le quitó importancia y miró a sus hijas. Se estaban tirando encima de Henryk obligándole a sentarse y tumbarse sobre la alfombra enfrente de la chimenea. Él se resistía sin hacerles daño y cubría sus bolsillos con las manos para que ellas no le quitaran los dulces que traía. Con un rápido movimiento, digno de un gran lanzador de cuchillos, sacó sus dulces de entre sus ropas y se los lanzó a Gascoigne, que cogió al vuelo y dejó encima de la chimenea, donde ellas no llegaban.
- Jo, papá, es sólo una piruleta... - la mayor se frustró - No ocupa sitio en la barriga, comeré...
- Después de cenar - sentenció Gascoigne.
- La nieve, las galletas, los dulces... todo después de cenar - dijo cruzándose de brazos - Mamá no era tan estricta, ojalá vuelva pronto...
Gascoigne la miraba con seriedad mientras ella iba a sentarse lo que traía la cazadora en una bandeja. Luego puso sus manos en sus hombros y los apretó con cariño y confianza.
- No te vengas abajo - le susurró al Padre - las estás criando muy bien, eres un gran ejemplo para ellas, justo y bueno.
Él miró al suelo un momento. Él las amaba, más que a su vida, pero durante el tiempo en que él era un activo cazador, fue su mujer quien las crió. Él sólo podía verlas algunas noches. Qué más quisiera ahora, que sólo le tenían a él, colmarlas a caprichos y darles todo lo que quisieran... pero no es así como debe criarse a unas niñas huérfanas de madre. Su pérdida le hizo un gran daño que no podía mostrar a nadie.
Miró a su hija Viola, la más pequeña e inocente, que estaba sentada encima de su abuelo Henryk riendo, y no le dejaba levantarse del suelo. El cazador taciturno y misterioso suspiró rindiéndose y cruzó sus ojos con la máscara de pico de Eileen. Estaba muy cerca de ellos y ni se percató de su presencia. Se incorporó rápidamente haciendo que Viola diese una pequeña voltereta hacia atrás quedando sentada en la alfombra, que se puso a reír levantándose y tomando la mano de su abuelo.
- Es Eileen... es la amiga de la nana y es buena... ¡es un gran pajarito!
- Pajarito... - susurró Henryk sin dejar de mirar a la Cuervo.
Se quedó en tensión mirándola un poco más, viendo su figura negra sentada en una silla con las piernas cruzadas, y luego se retiró llevando a Viola de la mano hacia la mesa.
Notó rápidamente cómo Gascoigne quería sentarme. Se quedaba él entre las niñas, y en los otros extremos de ellas, Henryk y Zoba. Los demás que se repartiesen como quieran.
Zoba dejó el último entrante en la mesa y suspiró. Aún faltaba alguien, pero no pasaba nada si ellos empezaban a picotear, pues tenían hambre.
La hermana mayor se quedó observando al Maestro de la Liga
(Aquí una foto preciosa de la hermana mayor de Viola)
Un hombre rubio, con una melena cuidada y suave, vestido con ese traje azul marino y su bastón apoyado en la silla. Qué hombre tan elegante... ¿él era el jefe de su abuelo Henryk?
Valtr la miró con sus ojos azules y un gesto sereno. Era, con diferencia, quien más tranquilo estaba de todos los presentes. Dejó su sierra fuera del alcance de las niñas, y con el báculo cerca, pues si había una emergencia, era más que de sobra. El Maestro de la Liga era un hombre orgulloso, respetuoso y decidido. Un gran hombre en el que depositar confianza... si eres de su agrado, claro.
(He aquí una foto de mi ideal de Valtr, por si no le conocíais :3, y aquí enterándome ahora después de tanto, que su nombre se pronuncia VOLTER, alucinando me dejan...)
La niña le sonreía. Le parecía totalmente un caballero... ¡o incluso un príncipe! Aunque sí, era algo mayor para ella.
Su padre la observaba. Sus niñas no tenían amigos, eran muy pequeñas cuando comenzó la desolación en Yharnam... y ahora ellas estaban conociendo a sus... compañeros de trabajo. Su curiosidad saltaba a la vista, y los cazadores también se alegraban de ver que quedaba algo de vida inocente y pura todavía.
Gascoigne miró a su izquierda, a su hija Viola, que no estaba. La pequeña sigilosa se había escabullido de su asiento hacia la cuervo.
- ¡Pajarito, a comer! - dijo tomando una de sus manos.
Eileen se tensó al sentir la mano de la niña tocar la suya. Sintió la confianza que le tenía esa niña a través de sus dedos y que no tenía miedo en acercarse a ella. El roce con otra persona, sobre todo con cariño... se sentía tan raro para ella...
Viola tiró de ella hasta llevarla a la mesa con suavidad y la sentó enfrente de ella, y al lado de su amiga Zoba, Si alguien que quisiera sentarse a su lado llegaba tarde, ya no había sitio, sintiéndolo mucho.
Zoba sirvió bebida a todos, y también el licor que trajo Valtr, con permiso de Gascoigne y dio un suspiro silencioso. Su cara se iluminó cuando tocaron a la puerta y dejó la botella para ir a abrir con una aparente felicidad. El resto de comensales se inclinaron para intentar ver la puerta desde sus asientos.
Cuando la cazadora abrió la puerta, se encontró sola. Salió fuera a mirar alrededor. No había nadie. Bajó la mirada y vio muy removida la nieve reciente que había caído en la entrada, que Gascoigne limpió de nieve hace un par de horas. Las huellas de Eileen eran casi invisibles, las finas de Henryk, los zapatos de Valtr... y unas grandes botas con unas huellas finas también, pero con un dibujo de suela diferente al de Henryk. Cerró despacio y sin hacer ruido y volvió a la mesa quitándose el delantal.
- Había alguien, dos personas ahí fuera, pero se han ido corriendo precipitadamente, eso indican las huellas - les comentó.
Las niñas empezaron a reírse en voz baja.
- Es un tocatimbre, es una broma, llaman y se van corriendo...
Los cazadores sabían que ya nadie hacía una broma como esa, sin gracia y aburrida, y que no había quién para hacerla. Zoba volvió a sentarse en la mesa, entre Eileen y Viola, y Valtr se sentó también al lado de Henryk, dejando dos asientos entre Eileen y él.
Al rato volvieron a llamar a la puerta. Estaban picoteando y hablando de sus cosas, y a Zoba no le importaba levantarse a abrir, pues era quién más cerca estaba de la puerta. Pero volvió a frustrarse cuando abrió la puerta y no había nadie, de nuevo. Cerró un poco más fuerte y bufó enfadada.
Abrió un armario donde dejaba sus cosas y se colocó su enorme Cañón de la Iglesia. A la próxima no se quedarían con ella más. A las niñas se les quitó la risa, ahora la nana iba en serio.
Se quedó en la puerta esperando mientras Eileen miraba por la ventana del salón con discreción. Le hizo un movimiento con la mano cuando alguien se acercó a la puerta, y la cazadora la abrió rápidamente apuntando con su cañón.
- ¡Es la última vez que te burlas de mí!
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Y aquí lo vamos a dejar por ahora :3
¿No os parece adorable este Gascoigne siempre vigilando a sus niñas y cuidando de ellas? ^^
Y bueno, a todo esto, ¿quién falta por venir a la mesa? ¿Quién o... quiénes?
Nos leemos! ^^
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