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Elección de juramento (Djura/Alfred)

Hoy, en este one shot os voy a contar mi segunda experiencia con Djura, cuando intenté que no se volviese hostil conmigo y la cosa acabó... bueno, ya lo veréis :3

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Zoba bajaba con felicidad unos escalones oscuros y sujetando una antorcha. Hoy era día de búsqueda de objetos y reliquias, no tenía que empuñar sus armas. Es más, no debía. Si había algo que no echaba de menos al entrar a Viejo Yharnam era el sonido de la metralleta de Djura a lo lejos.

Sí, nuestra chica había conseguido hacer una especie de tregua con el Polvorilla de mal carácter. Ella perdonaba a las bestias de Viejo Yharnam, y él no le disparaba. ¿Bastante justo, no?

Aun así, a Djura no le gustaba demasiado que Zoba siguiese entrando a su hogar así como así. Le recomía un poco la desconfianza, el temor al engaño y la inseguridad... de traicionar el regalo de su insignia de los Polvorillas que le dio, como un leve gesto de confianza. Por eso la vigilaba de cerca con la mira de su arma. 

Lo único que veía era a una hábil cazadora moviéndose con velocidad saqueando cadáveres y esquivando bestias. No le importaba que saqueara, él no quería esos tesoros, los muertos tampoco (díselo a Lady María, guapo)

 - Bueno, bueno... - dijo Djura para sí mientras la miraba acercarse a su torre - eres una buena cazadora.

Djura lo pensaba. Pensaba que le gustaba ver a la cazadora corriendo perseguida por bestias pero siempre saliéndose con la suya. Ya no hay gente justa ni con principios, y ella lo era y los tenía. Abandonó su gatling para asomarse a ver a la cazadora subiendo las escaleras.

Subió el primer tramo y se arregló su ropa. Miró a lo alto y saludó a Djura con una sonrisa.

 - ¡Hola, Djura! ¿Cómo estás hoy?

Él sólo se cruzó de brazos y apoyó su peso en una de sus piernas mirándola desde arriba. No solía responder a esas típicas preguntas que llevaban a una charla más larga e innecesaria.

Ella se metió por las vigas que daban a lo alto de la iglesia de al lado, y Djura bajó en silencio para seguirla y asomarse a la barandilla, pues desde su torre no la podía vigilar ahí dentro.

Se apoyó con cuidado en la vieja barandilla mirando a la cazadora que caminaba con gran lentitud manteniendo el equilibrio en una de las vigas. Él sonrió de lado. La primera vez que la vio subir sus escaleras hacia la torre, se dio cuenta de que la cazadora padecía un enorme vértigo.

Ahora, verla temblar sobre las vigas de madera con muchas bestias abajo que chillaban al percatarse de su presencia era un espectáculo. Se aguantó una sonrisa de lado al ver que la cazadora avanzaba arrastrándose por la viga, pues su Cañón de la iglesia y su Pica de la iglesia le quitaban equilibrio para estar de pie.

Salió fuera a tomar el aire, pues la cazadora tardaría en hacer algo que mereciese la pena ver. Puede que no tuviese que vigilarla tanto, que ella sólo saquearía y se marcharía.  O eso pensaba él, pues se escuchó un golpe y muchos chillidos de monstruos.

Volvió a entrar y la encontró en el piso de abajo temblando en una esquina mientras empezaban a acercarse monstruos a ella. Pero había algo más... un pequeño monstruo tirado en el suelo... muerto.

Djura apretó los dientes y la rabia le invadió. En el momento en el que él se confió y le quitó la vista de encima, le había traicionado cruelmente.

 - Eres una rata taimada... una maldita y sucia rata astuta... - le dijo desde arriba.

Zoba lo miró desde abajo temblando y empezó a negar rápidamente.

 - No, Djura... por favor... - susurró.

 - Lo tenías todo para ser una buena cazadora... nobleza, honradez, fuerza... y ocultabas una malicia con tu toque de inocencia haciendo que te crea y me confíe. Esta vez, las bestias se darán un festín.

 - ¡Djura, no es lo que crees!

La cazadora, tan concentrada e impactada por las palabras tan duras del Polvorilla, olvidó que estaba siendo rodeada por las bestias. Vio a Djura negar lentamente y salir fuera, abandonándola a merced de las bestias.

Una de ellas, con los ojos escarlatas y más agresivo que el resto, saltó sobre ella soltando un zarpazo sobre su cara, haciéndola gritar y reaccionar a la situación. Se levantó y la apartó con un empujón para salir huyendo hacia las escaleras.

Su cara sangraba profusamente, pero no le importaba. No se iba a ir, tenía que explicarle a Djura que ella no le atacó, que no era lo que parecía.

Empezó a subir las escaleras buscándole muy nerviosa. Sus manos temblaban al agarrar la madera de la escalera y jadeó asomándose a la plataforma donde estaba siempre el Polvorilla.

 - Djura...

Un disparo hizo volar su sombrero de cazadora y ella escondió la cabeza rápidamente.

 - Djura, déjame explicarte...

 - No quiero escuchar nada de tu bífeda lengua de serpiente y tu actitud de rata de alcantarilla.

 - ¡Te lo digo en serio, no miento! ¡No sé mentir, lo sabes, menos traicionar a alguien!

Zoba escuchó al Polvorilla acercarse y se deslizó hasta el final de la escalera, mirándole desde abajo.

 - Nuestro pacto se ha roto, cazadora. Lárgate de aquí, no vuelvas más. No quiero verte por aquí. Y si vienes... no te dejaré caminar tranquila. Fuera.

La cazadora temblaba retrocediendo. Sus palabras duras le dolieron mucho en su frágil corazón. Iba a empezar a llorar y sus lágrimas se mezclaron con su sangre. 

Echó a correr huyendo del lugar hacia el portón de madera. Djura no perdió el tiempo y cumplió lo que dijo, empezando a dispararle.

Ella se sabía el camino de memoria, sólo tenía que esquivar a esas bestias. Llegó al portón y lo cruzó sin mirar atrás, y continuó subiendo y subiendo hasta llegar a Yharnam.

Todos los monstruos dormían o descansaban, había poca actividad. No se daban cuenta de esa presencia triste que caminaba por las calles llena de impotencia y amargura hasta esconderse en un callejón.

Escuchó un sonido muy conocido para ella. Un cuervo. Cuando la vio, empezó a arrastrarse hacia ella. Zoba tomó su Pica de la Iglesia con las dos manos y la levantó como haría un verdugo.

 - Tú no fuiste humano... no fuiste como yo... no pasa nada si te mato, ¿verdad?

Sus ojos tenían lágrimas y su voz era temblorosa, sollozando en silencio. Tomó impulso justo cuando lo iba a hacer el cuervo para saltar sobre ella y clavó su Pica con fuerza en su espalda, dándole una muerte rápida o indolora.

Ella lloró dejándose caer al suelo de rodillas. Parece una tontería ver así a una cazadora, que rompe a llorar por... ¿por qué? No, no es tuna tontería perder a un ser querido por un accidente o un malentendido, sobre todo a causa de algo tan importante. Había matado a un monstruo sin querer, y ahora... no tenía valor de volver con Djura. Fue repudiada. 

Se restregó las manos por la cara apartando sus lágrimas y sangre de su mejilla. Con sus sollozos no escuchó a un monstruo acercarse por detrás tambaleándose. Se giró demasiado tarde a ver a unas manos finas y azuladas agarrar su cuello.

Gritó con fuerza y agonía cuando ese Chupacerebros abrió su cabeza para sacar esa ventosa que se aferró a su cráneo, más vulnerable sin su gorra de cazadora. Le dolía mucho tener esa sensación de hurgar en tu mente y succionar tu vitalidad.

Volvió a empezar a llorar cuando el monstruo dio un chillido gutural desprendiéndose de su cuerpo y cayendo al suelo muerto, separando su cuerpo de la ventosa, que quedó en la cabeza de la cazadora.

 - ¿Zoba?

Ella chilló cogiendo su Pica y atacando hacia esa voz, que se defendió con su propia arma, un gran martillo eclesiástico. Extendió una de sus manos y le quitó la ventosa de la cabeza.

- Tranquila, ya pasó... ya está muerto... déjame ver esas heridas...

Ella retrocedió en el suelo mirándolo. Empezó a calmarse cuando reconoció a su amigo Alfred... bueno, más bien su amor platónico imposible.

- Si, si... yo... gracias... pero yo estoy bien... no me mires...

Ella le dio la espalda mientras trataba de limpiarse la cara. Alfred se volvió a acercar y tocó su hombro.

- Tienes un corte grave en la mejilla... ¿Tienes viales de sangre?

- Si...

- ¿No quieres que te vea, o...?

Ella negó. Tenía ganas de llorar otra vez. Todo lo anterior que tenía acumulado más ahora Alfred aquí, su amor a primera vista, cuando para él es sólo una conocida cazadora chillona, llorona y cobarde. Alguien del montón.

- Perdona, Alfred... no quería molestarte...

- Vine yo por mi cuenta al escucharte...

Él intentó ver su herida, pero ella se giró con los ojos cerrados y con fuerza. Sabía que era una herida grave en toda su mejilla, que quedaría una cicatriz enorme que le recordaría toda la vida. Iba a empezar a llorar de nuevo.

Ya ni sabía por qué. Tenía mucho que sacar y ahora él estaba enfrente, arrodillado a su lado, mirando su cara sucia, herida y con la cabeza llena de babas.

Se estremeció al sentir algo frío en su mejilla herida. Alfred le estaba limpiando con un pañuelo con agua.

- No llores... te dejará cicatriz, pero al menos no ha sido en el cuello o en los ojos.

Él terminó de limpiar la herida y retiró la mano. Ella secó sus ojos.

- Un mal día, ¿Verdad?

Ella asintió triste. Seguro que se veía horrible a sus ojos. Él se levantó y tomó su mano ayudándola, llevandola hasta un ataúd cercano a sentarse en una esquina. Se sentó con ella y se acercó tomandola por los hombros.

- La compañía es buena para los días malos, además si quieres contarme o no, escucharé.

Él esperó unos minutos con paciencia hasta que ella se decidió a hablar.

- Odio ser cazadora. No quiero seguir por este camino... cada día es... peor que el anterior y cada vez que pienso que me puede pasar algo bueno, lo fastidio.

- Tal vez es sólo una racha de mala suerte...

- Que me lleva durando desde que vine aquí. Desde siempre...

- ¿Tanto odias esta vida?

- Odio matar, odio la sangre, odio tanta oscuridad... yo no pensaba que esto iba a ser tan cruel. Pero lo que más odio es la soledad... apenas hay personas cuerdas con lo que hablar... y que no soy tan importante para nadie como para que se preocupen por mí... pero yo me preocupo muchísimo por todos...

Alfred comprendió que era muy humana y tenía muchas cosas calladas y acumuladas, y que el confesarlas le hacía llorar.

- ¿Así que... no quieres ser cazadora?

- Me arrepiento mucho del pacto... yo se que es algo cobarde, pero siento que le he quitado este puesto a alguien más cualificado...

Alfred se levantó y le tendió la mano. Ella le observó, se tapó la cara con su pelo y la aceptó. Alfred tiró de ella y le apartó el pelo de la cara

- No las escondas,  deja que les de el aire... Cuéntame tu mal día, puede tener arreglo.

La cazadora se rindió y le confesó a Alfred la relación que estaba consiguiendo con Djura y cómo terminó todo.

- Fue un accidente, lo juro... - decía apretando los puños - me caí de la viga, mis armas pesaban demasiado y no me dejaban mantener bien el equilibrio y me caí encima. Djura me llamó rata taimada... a mí... que no se mentir...

Alfred escuchó callado la versión de la cazadora llegando a una plaza.

- Zoba, este mundo se desmorona, ya te has dado cuenta... así que tienes que elegir entre desmoronarte en él o seguir adelante.

- Pero el problema es que sueño... pero a este paso me volveré loca... una borracha de sangre.

- ¿Es eso lo que quieres ser? ¿Una cazadora agresiva sin voluntad vagando sin rumbo? Pocos destinos hay peores que ese...

- Entonces... ¿Que puedo hacer?

Alfred vio la cara de la cazadora a punto de llorar. Suspiró mirando al frente.

- Sigue adelante y sigue luchando. En tu camino encontrarás gente perdida como tú y gente ubicada que te ayudará con sus experiencias. Yo tuve la suerte de encontrar a alguien, pues hace tiempo yo también soñaba, y era un cazador como tú.

Alfred miró al cielo con una pequeña sonrisa, recordando con nostalgia el pasado.

- También me sentía sólo y perdido, hasta que aparecieron en mi camino el Maestro Logarius y los Ejecutores. Ahí fue cuando descubrí el que sería mi camino hasta ahora. Dejé de soñar... y me convertí en Ejecutor. Esa es mi historia, no hay más que te pueda decir.

Zoba meditó en silencio con la mirada perdida.

- Lo entiendo... si... pero sigo dolida. Supongo que es porque violé su ley... maté monstruos que son personas... me duele eso...

- Aunque no lo creas, son muchos los cazadores que tienen leyes y normas en su vida... sirven para mantener la cordura..

Dijo esto último susurrando a su lado mientras pasaban caminando despacio al lado de unos gigantes que dormían sentados, agarrando sus grandes hachas.

- Incluso yo tengo las mías... tengo bestias que prefiero no matar...

El vello de la cazadora se puse de punta al ver que esos gigantes llevaban el mismo atuendo que Alfred. Los gigantes fueron Ejecutores. Se quedó pensativa hasta que Alfred se detuvo enfrente de la Capilla Oedon.

- Si realmente necesitas amigos o una razón para seguir adelante, te recomiendo unirte a un juramento. Piénsalo bien, cazadora.

Él le dio una pequeña sonrisa y caminó marchándose. Zoba entró en la Capilla y se marchó al Sueño del Cazador.

Debía tranquilizarse e informarse sobre los juramentos, pues nunca había pensado en pertenecer a uno.

Cuando descansó y lo tuvo decidido, bajó las escaleras sin molestar a la Muñeca que dormía y se marchó con una lámpara, en busca de quien sería su nuevo mentor. ¿Iría en busca de Valtr, el Maestro de la Liga? ¿De Annalisse, reina de los Sangrevil? ¿Eileen, líder de los Cazadores de Cazadores? ¿O iría a ver a Alfred para estar con él en los Ejecutores? Pero no olvidemos que también están los Polvorilla con Djura al mando...

¿A por quién iría Zoba a buscar la aceptación de su líder para pertenecer al juramento?

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Y fin :3

Final abierto para que elijais lo que os guste :3

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