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El equilibro del mundo (Parte 4) El origen del poder arcano


Bueeeenas a todos, hoy vengo a deciros que adoro los memes de Djura :3

Nada más, sólo eso, que os aproveche la lectura, queridos :3

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 La sombra siguió bajando de la pared hasta el suelo mientras aparecía un hombre delgado de atuendo ceniciento que la miraba con una expresión severa. Zoba se abrazó a sus rodillas tirada en el suelo. El cazador levantó su cabeza mientras hacía una mueca moviendo su perilla y seguía vigilándola con un único ojo afilado, que le recordaba al de un halcón. Dios, ¿por qué todos los cazadores son tan imponentes?

 - D- Djura... - Zoba le llamó con un susurro, pues aún no se le había pasado el susto.

 - ¿A qué se debe que ahora no levantes tu arma ni aunque tu vida esté en juego?

El cazador ceniciento se acercó y le tendió una mano para ayudarla a levantarse, que ella tomó mientras sus piernas temblaban. En ese momento, Djura vio que ella no tenía armas.

 - Ah, entiendo... tienes suerte de que pasara por aquí... - cerró su ojo mientras le daba la espalda.

 - ¿Tú no me vas a mirar con pena o a burlarte de mí, o... decirme que me debería morir pronto? - Zoba lo miró con curiosidad.

Djura se giró a mirarla, deteniendo su paso.

 - No sé quién o quiénes te habrán hecho eso, pero yo no tengo por qué hacerlo. Tú respetaste mi ley cuando bajaste a Viejo Yharnam, así que te respeto, y si lo hago tienes mi aprobación como cazador honorable. Y yo no me burlo de los cazadores honorables, aunque no tengas armas. Repito, sólo has tenido suerte de que pasara por aquí.

Djura se dirigió hacia la pistola de la cazadora tirada en el suelo y la recogió para examinarla. No podía evitarlo, le encantaban las armas de fuego. La cazadora se frotó un brazo magullado, al lado de donde le faltaba un trozo de carne y se veía el cubito de su brazo mientras pensaba en las palabras del Polvorilla. La razón por la que ella no atacó a las criaturas de Viejo Yharnam... era Gilbert.

Zoba pasó sus primeros días de cazadora sentada bajo el rojo farol de Yharnam hablando con un extranjero infectado. Era raro y curioso, su amigo Gilbert la comprendía. Entendía que ser aceptada y fuerte no era fácil, aunque sus intenciones eran buenas... era alguien a quien contarle sus cosas que le salían mal sin miedo a que la insultaran.

Le confesó incluso que tenía celos de Gascoigne, un cazador extranjero como ella, pero querido y respetado que ahora... bueno, vio tiempos mejores. Gilbert fue quien le regaló su Rociador de Llamas para que no tuviese miedo cuando bajara a las alcantarillas. 

Poco tiempo después, con la llegada de la luna de sangre, Gilbert terminó su transformación y Zoba no tuvo valor a acabar con él. Era su amigo Gilbert infectado, no un monstruo. Y allí los monstruos eran iguales que su amigo, por eso no tuvo valor para herirles. Entendía bien cómo se sentía Djura al respecto con eso, y le respetaba profundamente.

Unos disparos la sacaron de sus pensamientos. Djura disparaba su arma contra el cadáver de la araña y le sacudió una patada con rabia.

 - Hija de... (Spiderman :3) - siseó enfadado.

Le tendió a Zoba su pistola, con el cañón abollado y roto en cierta parte delicada.

 - No tiene arreglo... lo lamento...

Djura mostraba verdadera rabia. Era admirable preocuparse así por algo, demostraba cariño real por su aficción.

 - ¿Por qué no vas a una lámpara para conseguir nuevas armas?

Tres puntitos aparecieron uno detrás de otro sobre la cabeza de la cazadora, que intentó no poder una cara de sorpresa ni moverse raramente para que Djura no pensara que era una idiota. No se le había ocurrido antes... y la mirada del ceniciento no se perdía nada.

 - Tú que conservas ambos ojos... - dijo apartando el pelo blanco de la cazadora de su cara, mostrando su ojo negro - Vaya... ¿qué es esto? No me había dado cuenta de esta curiosa mezcla tan... interesante...

Djura tomó su mentón para levantarlo y acercar su cara. Le impresionó el contraste de un ojo grisáceo, claro como los de la muñeca y otro negro oscuro como la noche cerrada. Ella quiso mirar a otro lado para no sonrojarse por su cercanía, pero no pudo evitar quedarse mirando su ojo negro y dorado... como el de un halcón.

 - Deberías tener cuidado con quien se acerca a ti... no todos te respetan como yo y algunos podrían... sobrepasarse.

Zoba bajó la mirada al suelo apretando un poco los dientes y se quitó de su lado caminando. Djura tenía razón, ella solía confiar demasiado pronto en la gente, y no quería pensar en las malas consecuencias.

 - Djura... a todo esto... ¿por qué has abandonado Viejo Yharnam? - dijo para intentar cambiar el tema de conversación.

 - Los infectados tienen miedo. Se han escondido todos y mi hogar parece más muerto que de costumbre. Algo malo va a pasar y he salido a investigarlo, pues tengo que protegerlos. Así que, cazadora, necesito tu ayuda. Yo llevo años sin venir aquí y no conozco el Nuevo Yharnam, estoy perdido. Te acompañaré hasta una lámpara y te escoltaré para que recojas tus armas nuevas, pero si es un infectado, te tocará correr.


Zoba se rascó un brazo nerviosa. Había omitido a Djura el pequeño detalle de que ella también estaba perdida.

*

Alfred caminaba solo por las calles del silencioso Yharnam, acosado por el llanto de un bebé. Ahora que estaba solo se dio cuenta de lo idiota que fue en la Pesadilla de Menfis. ¡Por poco le dice a Zoba que está enamorado de ella! No, el no podía decirlo sí como así, en un contexto tan malo... tendría antes que invitarla a dar un paseo y quedar, hacer que dejase de verle como un amigo y que le viese como hombre, para después declararse a ella tras una cita ideal. Y lo llevaría a cabo en cuanto se solucionase este percance. Sonrió tontamente con un ligero rubor en sus mejillas y se golpeó suave las mejillas para concentrarse.

Le llegó un ligero olor a incienso, más bien a sándalo que le dio curiosidad. Miró al cielo como si alguien se lo hubiese dicho y vio de casualidad a Micolash caminar por un tejado para sentarse en un borde dándole la espalda.

Alfred se escondió tras una esquina observándolo. Era su oportunidad de derrotar a ese monstruo que, incluso muerto, estaba en el mundo de la vigilia, ¿cómo lo haría? Micolash era un saco de sorpresas, y si lo mataba ahora, todo se resolvería y... Zoba le admiraría.

Sacó su arma de fuego y le apuntó a la cabeza. Micolash estaba delante de la luna y se dibujaba claramente su silueta, pero lo malo era que tal luminosidad cegaba a Alfred y no le dejaba apuntar bien. Entrecerró los ojos, y cuando se sintió seguro, apretó el gatillo. La bala hizo un ruido metálico al chocar contra uno de los barrotes de su jaula, y la instante desapreció en una bola de niebla.

 - ¡Maldición! - Alfred maldijo saliendo de su escondite.

 - Vaya, vaya...  - la voz de Micolash sonó a la altura del suelo - Ah, Kos... concédeme ojos de una vez... para que estos despistes no vuelvan a ocurrir...

Alfred fue a la siguiente calle y vio a Micolash corriendo calle arriba. No, otra vez no... Se dispuso a correr en su búsqueda cargando su pesada arma. La risa de Micolash le ponía de los nervios, parecida a la de una hiena, y demostraba que se lo estaba pasando bien, pero no corrían tan rápido como solía hacerlo, sino que se dejaba acercar un poco para provocarle.

Sonrió de lado girando por una esquina y Alfred aceleró para no perderle de vista, pero acabó chocándose estrepitosamente contra alguien envuelto en una nube de niebla mientras la risa de hiena de Micolash resonaba fuertemente.

Se cayó la suelo de espaldas y se frotó quejándose en voz bajas las zonas golpeadas. Se incorporó abriendo los ojos para ver a una figura vestida de negro tirada en el suelo enfrente de él que se incorporaba despacio. Tenía una mano en su cara mientras unas rastas negras y redondeadas le caían delante del rostro. Alfred vio que había tirado en el suelo una máscara de pico a su lado. La mujer la recogió rápidamente y se la colocó dándole la espalda. ¿Eileen?

 - ¿¡Eres imbécil o que?! ¿¡Qué haces corriendo detrás de él así, con lo lento que eres?!- Eileen le gritó furiosa.

 - ¿¡Pero cómo iba a saber que tú estabas ahí?! - Alfred se sacudió levantándose.

 - ¡Era imposible no saber dónde estaba con esa risa tan estruendosa! - ella se levantó imitándole y se alejó de él.

 - Claro, ¡¿y yo tengo que dar por hecho que por eso tú lo vas a emboscar?! ¡Claro que si!

 - ¡Es más efectivo que correr detrás de él como un maldito perro!

Mientras ellos dos se miraban con odio y peleaban, la risa de Micolash se escuchaba fuertemente y con viveza (así como la que sale al final de la canción de Thriller) Le divertía mucho ver a esos dos estúpidos cazadores pelearse entre ellos por su culpa. Le hacía sentirse superior mentalmente.

*

Bastantes calles más alejadas, los llantos ensordecedores del bebé que nadie encontraba le estaban haciendo enloquecer a Gascoigne, que llevaba solo un buen rato. Los demás habían aprendido a ignorarlo, pero él no podía. Sus oídos tan agudos no le dejaban. Ya se había olvidado de Micolash, ahora sólo buscaba a ese condenado bebé llorón y hacerlo callar de la forma que sea.

Ese llanto que se escuchaba de la misma manera en todas partes era muy frustrante, pues Gascoigne no podía encontrar su origen. Había repetido calles enteras y nada. Rugió enfadado golpeándose la cabeza contra un muro y restregándose. Le pitaban mucho los oídos y babeaba de sobremanera... no podía más. 

Se acercó a un callejón sin salida oscuro y escondido para intentar relajarse en la oscuridad y entonces... lo vio. Escondido del ojo humano de y de los vistazos fugaces, colocado en una esquina escondida, un carrito de bebé con aspecto antiguo donde estaba ese bebé llorando. Ese maldito bebé que no se callaba ni muerto... oh, espera... muerto si que estaría callado... por fin... silencio... y tranquilidad para él y todos.

Gascoigne sacó sus uñas y se acercó despacio al carrito enseñando los dientes y con el lomo erizado. En un lateral del carrito había escrito un nombre en un idioma antiguo: "Mergo". El bebé, que seguía llorando tapado por las sábanas, gritó y chilló más fuerte cuando notó la presencia agresiva y hostil de esa bestia lista para echarse encima suya.

*

En otra parte de Yharnam, en una pequeña plaza cerca de la Capilla de Oedon, los miembros de la Liga escucharon el llanto más fuerte del bebé a la vez que se ampliaba la brecha del suelo que estaban observando. El hermano gemelo mayor agarró a su hermano pequeño para evitar que se cayera a la grieta y apartarlo. Una figura blanca se alzó desde el interior despacio como si flotase en el aire.

Valtr se colocó delante de sus muchachos para protegerlos y les ordenó retroceder a los gemelos. La figura blanca tomó forma y apareció una enorme mujer con un vestido de novia con el vientre desgarrado y sangrante. Soltó un estruendoso grito de rabia y enfado y acabó por depositarse en el suelo lejos de ellos, al otro lado de la grieta.

Detrás de la novia, empezó a salir un curioso personaje con un atuendo de ceniza de hueso que se puso delante de ella mientras que sus manos invocaban llamaradas de fuego. Además, nuevos enemigos querían salir de la grieta, además de una enorme bestia envuelta en fuego.

 - Por todos los Grandes... - la voz de Valtr sonó en un susurro mientras apartaba su cabello de la cara - Y yo que me egué a luchar contra un sólo hombre...

La reina Yharnam gritó enfadada. Su hijo la estaba llamando... y ella no iba a faltar junto con el resto de Pthumerios llegados desde la grieta que conducía a las mazmorras.

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Hasta aquí la parte 4, donde las cosas empezarán a ponerse feas y donde más pereza me va a dar escribir porque no me gusta relatar peleas xD

Bueno, pero me obligaré a hacer algo por mi vida, no os preocupéis.

@@miguelito743 aquí está la foto infinitamente hermosa pero contaminada. Si alguien la encuentra sin nombres, acuérdese de mí, por favor.

Nos leemos! ^^

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