El equilibrio del mundo (Parte7) Las puertas de los cazadores
Si @@miguelito743 se puso la foto de cabecera de perfil, yo también me he puesto la mía :3 pero la de mi loquillo :3
Comencemos:
-------------------------------------------------------------------------------------------
" - ¿Demasiado orgullosa como para mostrar tu verdadero rostro? Ha sido una cacería limpia.
Zoba se levantó del suelo, empapada de sangre totalmente. El hacha de Gascoigne había destripado a la enorme Bestia Clérigo y la cascada de sangre había caído sobre ella. Ella se miró asqueada mientras temblaba y miró al gran hombre delante de ella. Le había pedido ayuda a ese cazador al que tanta envidia tenía por ser querido y aceptado para acabar con esa bestia... porque ella sola sería imposible. Y todo el trabajo lo había hecho él...
- No eres tan mosquita muerta como tú crees, sólo tienes una barrera que tienes que derribar para que salga tu verdadero ser – Gascoigne se echó el hacha al hombro – Te contaré algo... la gente sólo me respeta porque no conoce mi verdadera faceta.
Zoba se levantó y se quitó toda la sangre del pelo que pudo mientras le miraba.
- Hay cazadores que en una situación de estrés y adrenalina se ven ante dos puertas. Pueden ser iguales o diferentes, pero siempre acabas cruzando la más fácil y la que menos cuesta abrir.
Zoba le siguió arrastrando su arma mientras volvían de ese puente que no llevaba a ninguna parte, mientras le escuchaba con atención.
- En mi caso, tengo una puerta de madera, rota, casi abierta, y otra que es un muro de hormigón. Me es más fácil abrir la de madera, que es la que me lleva a perder la cabeza por el olor de la sangre, la que me quita la humanidad... la puerta que muchas veces me hace olvidar a mi familia y parecer más una bestia que una persona. Pero no me permito cruzarla, sólo me quedo en el marco... porque cuando me transforme en una bestia, nunca podré volver a la normalidad.
Zoba iba a su lado caminando y mirándole. Acababa de perder a su amigo Gilbert y tenía el corazón dolido. Que Gascoigne le contase lo que pasaba en el caso de algunos cazadores le daba curiosidad, pero no entendía a que venía.
- ¿Qué pasa si consigues ir a la puerta de hormigón? – preguntó en voz baja.
- Hay un modo bastante... bastante superior a como solemos luchar. Aumentan los reflejos, la velocidad, fuerza y conocimiento del entorno. Nos volvemos unos supercazadores... pero sólo si no tenemos mucho nivel de infección, si somos valientes, que dedicación tenemos por el prójimo... - Gascoigne la miró de reojo – Te lo cuento porque me he dado cuenta que tú te ves frente a ellas, pero no sé cómo son tus puertas, y ni siquiera parece que las veas.
- Yo no veo dos puertas cuando estoy luchando. Sólo veo un monstruo que... me da miedo...
- Las ves, pero no te das cuenta de que están ahí. Las puertas son una decisión. Cuando notes tu estado, verás cómo son las puertas. Si te cuesta verlas, es porque no necesitas cruzarlas y te falta madurez. Zoba... - Gascoigne se paró mirándola - ...tienes envidia de mí...
Ella se sonrojó mirando a un lado. Le había descubierto.
- ...pero yo tengo envidia de ti... porque aún no tienes que decidir una puerta... ni sabes cuál tendrás más fácil... aprovéchalo, cuídate de la puerta que te lleva a ser una bestia... no pases tu vida esperando a que aparezcan, gana confianza, viaja y hazte fuerte, haz amigos y compañeros... no temas si los pierdes o los defraudas, pues somos humanos y necesitamos oportunidades... pero compensa tus errores. No te vengas abajo... aunque a veces te veas como un ser inútil, hay gente que te quiere cerca. Busca lo que te da vida y aférrate a ello. Serás fuerte antes de que te des cuenta. Recuerda, joven cazadora... lo que haces en la vida, tiene eco en la eternidad*
Tras estas palabras que desestabilizaron a la cazadora empapada en sangre, Gascoigne emprendió el camino bajando por unas escaleras yendo a su casa, donde esperaba el motivo por el que no cruzaba la puerta de madera: dos niñas asomadas a la ventana esperando verle aparecer.
Zoba miró al cielo. La persona que la apreciaba acababa de morir, ¿qué le quedaba? ¿Qué podía encontrar que le diese vida?
- Oh... mira que cazadora tan curiosa... nunca he visto ninguna con tanta sangre encima... en vez de verte fiera, te vez débil, asustada como un ratoncito...
Ella se giró rápidamente y vio en lo alto del arco del puente a una cazadora vestida de negro, con plumas y sentada en el borde. Ese fue el momento en el que Zoba conoció a Eileen, después de que ella observase la pelea con tranquilidad."
*
Zoba abrió los ojos en el suelo. Había tenido un flashback de una de sus primeras peleas, la vez que combatió con Gascoigne y cuando conoció a Eileen. Recordó las palabras de ese hombre enorme, sinceras y curiosas, y lo mal que se vio delante de Eileen. Sin embargo, ella... la cuida y está ahí para ella. No podía defraudar a nadie.
Gascoigne... él ahora se ha transformado en una bestia, no pudo evitar cruzar su puerta fácil de madera y ahora no puede retroceder. Se ha cerrado a sus espaldas.
Se levantó del suelo y se sacudió con enfado. Su pupila se había afilado y sus colmillos agrandado. Empezó a correr por los callejones a gran velocidad en busca de ese bebé y el cabeza reja.
*
Los ataques de la Nodriza, tanto sus embestidas y sobretodo sus golpes giratorios hacían que los cazadores se dispersaran y no pudiesen agruparse para acabar contra un enemigo todos a la vez. Valtr estaba en su límite y sólo deseaba destripar al Protector. Gascoigne seguía reñido con el Sabueso, pero no podía golpearle, o se quemaría. Djura seguía reñido en sus golpes lejanos que cada vez surtían menos efecto, y Alfred también se ensañaba con el Sabueso. Eileen, sin embargo, no tenía un rival al que pudiese tenerle ventaja. Sus golpes a corta distancia y rápidos no le dejaban acercarse al Sabueso ni a la Nodriza sin salir gravemente herida, así que pensó que el Protector sería mejor y darle un respiro a Valtr, ya que lo vio escupir sangre.
El hermano mayor Madaras había parado de correr y miraba a la nada. Jugueteaba con el silbato de su hermano en su mano, acariciándolo con el pulgar. Escuchaba la pelea tras él, llantos, gritos, golpes y choques de armas... mientras que su otra mano que temblaba agarraba su hacha más fuerte. Miró al frente y suspiró con decisión.
Empezó a correr en dirección al Protector, lanzándose al suelo y rondando para esquivar las hoces de la Nodriza. Valtr lo tenía suficientemente entretenido como para que no mirase al menor que se lanzó a sus espaldas con un grito de guerra colocando el mango de su hacha en su cuello e intentando inmovilizar sus brazos que lanzaban fuego.
El Protector se tambaleó ante el peso en su espalda que se aferró a él con las piernas fuertemente. Eileen corrió hacia Valtr.
- ¡Tu subordinado lo tiene amarrado, ataca, Valtr!
- ¡No! – gritó el Maestro de la Liga - ¡Le voy a herir a él!
- Mis cuchillas atravesarán su cuerpo y llegarían a tu Confederado, debes hacerlo tú, Valtr. Él confía en ti más que en mí. Mucho más. Hazte cargo.
Valtr miró como el hermano menor lanzaba toda su frustración de la muerte de su hermano contra su asesino. Pero él tenía otros planes.
- ¡Hey, Valtr! – dijo soltando una carcajada - ¿Le tienes aguante al alcohol?
Valtr alzó una ceja levantando su arma.
- Agárralo fuerte, le atacaré sin hacerte daño, eres un campeón, compañero...
- ¡Hey, Valtr! Recuerda, a mi hermano le gusta el whisky doble, a mí, cortito – dijo con una enorme sonrisa.
Valtr notó esas palabras mal pronunciadas y forzadas, pero al fijarse bien, vio la razón: tenía el silbato de su hermano sujeto con sus dientes.
- ¡Quieto, suelta eso!
Valtr abrió los ojos y fue a correr hacia él, pero Eileen lo detuvo agarrando su brazo.
- ¡Suelta, pajarraco!
- Respeta la decisión de tu subordinado.
- ¡¡No voy a perder a más hombres!! – le gritó en la cara.
- No lo estás perdiendo si se va porque quiere – el cuervo le plantó cara.
Valtr le fue a contestar, pero la voz del menor le llamó la atención.
- ¡Hey, Valtr! ¡No te sientas mal! Sólo es que... mi hermano dijo que los hermanos gemelos tienen que estar siempre juntos, y yo no puedo seguir adelante sabiendo que ha muerto una parte de mí – él dio una pequeña sonrisa.
Valtr quiso lanzarse sobre él de nuevo, pero Eileen lo agarraba.
- ¡Hey, Valtr! ¡No te sientas culpable! ¡Eres el mejor Líder del mundo! ¡Estoy orgulloso de ser de tu pelotón! – soltó una carcajada - ¡Hoy es un gran día para morir!*
El menor seguía enganchado a él mientras el Protector se removía. Este no se arriesgaba a tirarse al suelo para aplastarle, por si otro le atacaba en una posición vulnerable, y no podría levantarse.
Eileen tuvo que sujetar con los dos brazos a Valtr en el momento en que un agudo pitido se escuchaba por la plaza. Algunos volvieron la cara para ver cómo la cabeza de una enorme serpiente aparecía en el suelo, debajo del menor y el Protector, que los engulló a ambos de una bocanada y desapareció el suelo entre una pequeña nube de polvo y tierra.
La bestia que se crió con ellos considerada como su hermana, la Serpiente de Madaras del Bosque Prohibido, tuvo la orden de hacer que el hermano menor se reuniese con su hermano mayor, que se negaba a vivir sin él.
Valtr cayó de rodillas mirando el agujero que quedó enfrente suya. Se pasó las manos despacio por el pelo inspirando y expirando lentamente para que no le diese un ataque de ansiedad.
- Esto... es imposible...
- Sólo es imposible si lo crees* - la cuervo le agarró del brazo.
Entre la euforia y la locura del momento y el haber visto morir a sus dos amigos en tan poco tiempo, la mente de Valtr estaba nublada. Eileen se apresuró a levantarlo del suelo y apartarlo de la plaza, antes de que pasase la Nodriza barriendo el suelo con sus cuchillas.
*
Zoba corría por las calles, saltando vallas y trepando unas paredes con gran agilidad. Necesitaba seguir ese olor a incienso, ese olor traidor que necesitaba encontrar para limpiar su conciencia de niña inútil y hacer algo por sus amigos. Corría susurrando palabras inentendibles y maldiciones mientras miraba hacia todos lados.
Se subió a un pequeño tejado, y vio a Micolash caminando con el carrito hacia una vieja iglesia que conocía bien: la que llevaba a Viejo Yharnam. Escuchaba a Mergo llorar y al momento a Micolash hacer un "chist" con enfado. Ya estaba cansado de oírle.
Ella corrió por los tejados y se descolgó hasta una columna del lateral de la iglesia antes de que Micolash entrase. Él la miró con una sonrisa de lado.
- Ah, mi pequeña Amygdala con ojos felinos... ¿estás perdiendo la cordura? No me digas que es porque no aciertas mi aventura fallida...
Zoba se lanzó hacia él y le devolvió el golpe que le dio en el vientre con una patada en el pecho, apartándolo del carrito. Sacó a Mergo suavemente y meció la bolita de mantas en sus brazos sin quitarle la mirada a Micolash. Él se levantó despacio del suelo.
- ¿Vienes con el ego subido, cazadora estúpida? Mírate... apareces como un lagarto en una pared...
- No me vas a hundir, Micolash, no me importa lo que digas de mí. Los cazadores somos unas escorias de por si, así que si me insultas, me estás halagando... - dijo con una sonrisa de lado.
- Zoba... Zobita Zoba... - avanzó un par de pasos y apareció detrás de ella poniendo despacio sus manos sobre sus brazos desnudos – no sabes lo poco que me gustan las chicas salvajes... no son nada femeninas... sin embargo... tienes unas cosas que realmente me ponen los pelos de punta de la excitación... - dijo susurrando en su oído donde tenía el pelo rapado y el cuello más expuesto.
Las pupilas de Zoba volvieron a ensancharse y ponerse normales y suspiró largamente. Esa voz otra vez, la voz lenta y grave de Micolash que hacía que no existiese el resto del mundo... salvo él... diciendo esas cosas...
- Ah, Zobita... pequeña cazadora llena de vida... si vieras cómo me llamaste la atención la primera vez que te vi aparecer por mi pesadilla... mis ojos se fueron rápidamente a tus piernas... sobre todo esta... - la mano derecha de Micolash bajó peligrosamente por su brazo, cintura, cadera y muslo de Zoba hasta la herida cicatrizada que enseñaba parte de su fémur – Nunca he visto una herida como esta... tan bien cerrada... tan bien diferenciados los músculos y las libras... el hueso limpio y duro... - sus dedos se aventuraron a meterse dentro de herida, acariciando esa sensación nueva.
Ella se estremeció cerrando los ojos un poco y movió la pierna ante esos dedos helados en sus músculos.
- Luego investigándote... vi que tenías otra herida así en el pecho... otra bajo tu seno izquierdo... en tu muñeca izquierda... y en tu pie derecho... ¿me las enseñarías todas? – susurró cerca de su cuello, dándole su aliento frío – Tengo mucho tiempo libre que dedicarte, Zoba...
Zoba se zafó de su hechizo con hipnosis percatándose que su otra mano iba directa a quitarle a Mergo de sus brazos. Se alejó de él sin quitarle la mirada.
- Micolash... a mí no me atrae para nada un hombre al que... le ponen mis cicatrices... - dijo con una sonrisa de lado.
- Zobita... estas cambiando tu forma de ser... - dijo mirándola curioso - ¿Acaso esta es la verdadera Zoba?
- Qué más da... no será para ti – dijo sonriendo.
- No sólo me gusta tocar esas heridas abiertas... sino que me hiciste descubrir... que me causas unos estallidos de placer internos cada vez que te veo llorar... - Micolash giró su cabeza sonriendo de lado.
- Tienes unas filias muy raras, Micolash, pero no, lo siento, pero no. Yo ya tengo a alguien en mente... - dio unos saltitos al bebé que soltó una sonrisa.
- ¿Tienes... a alguien? – Micolash amplió su sonrisa, despertando interés.
Zoba sonrió con superioridad. Va a ser cierto que el tener pareja hace que despierte el interés en otros.
- ¿Quién es? Dímelo... será un secreto... - la mirada llena de interés de Micolash se acercaba a ella de nuevo.
Ella sonrió negando mientras mecía al bebé.
- Ah... ya veo... quieres que hable yo de la mía para saber de ti... que chica más traviesa y lista... me estás gustando mucho, Zobita... ya no eres la niña tonta de antes.
- Micolash, no te voy a decir de mi vida privada y punto, maldito gato curioso. Y no, no me interesa que me cuentes de tu vida privada sentimental – ella caminó meciendo a Mergo, que estaba callado – Es que ya me la sé – dijo girando con una sonrisa.
- ¿Qué sabes? Tú no sabes nada... - Micolash endureció su mirada.
- Me dijiste que la conocí... así que... bueno... hice memoria sobre las personas que ambos conocemos teniendo en común y...
Ella hizo un silencio a propósito que enfadó a Micolash. No le gustaba quedar por debajo de nadie y esa chica le estaba desafiando demasiado.
- No sabes nada – dijo enfadado.
- ¿Qué no se nada? Micolash... soy una cazadora... pero no soy tonta... - ella sonrió de lado – Puedo estar loca... quien sabe... puedo estar cuerda... no lo sé...
- ¡Maldita niñata! – dijo apretando los dientes - ¡No te atrevas a...!
- ¿...a hablar de Rom?
Los ojos de Micolash chisparon con odio un segundo mientras se refugiaba bajo la sombra de la iglesia, pero al momento volvió su brillo pícaro.
- Me gustaría que me contaras la historia de cómo te enamoraste de una maestra de Byrgenwerth que acabó siendo parte de un experimento para convertirse en una carcasa negra con ojos errante y triste en un lago... sí, no sabía defenderse bien y acabó muerta. Un Grande, aunque no del todo, muerto más por mi linda hacha – dijo con una sonrisa inocente.
- La linda hacha que ya no tienes... - dijo entre dientes – No me vas a dañar la moralidad con tus cuentos del pasado... que tú no superes tus pérdidas no significa que yo no lo haga. No tiene utilidad volver a ayer, porque entonces era una persona distinta.*-- Me lo vas a pagar caro, Zobita... muy caro... la subida de ego que tienes te la voy a quitar de un plumazo.
- Micolash, eres un perro ladrador...
Zoba colocó a Mergo en el carrito y lo arropó.
- Ahora si me disculpas, tengo que llevar a este niño con su madre y que se te acabe el juego de una vez. Si no estás cerca de Mergo la mayor parte del tiempo, no puedes permanecer aquí, ¿verdad? Te crees poderoso y estás muy limitado...
Con una sonrisa, ella empezó a empujar el carrito para subir las escaleras, pero unos tentáculos rodearon sus extremidades con fuerza y taparon su boca apartándola de él y levantándola del suelo. Intentó patalear todo lo posible y librarse de ellos, pero siguieron subiendo y subiendo. Echó una mirada hacia atrás para ver que Micolash estaba subiendo hacia un torreón de la iglesia llevándola con los tentáculos.
- No te vas a mofar de mí e irte como si no pasase nada... - la fría voz de Micolash se escuchó en su oído – Estoy harto de este mundo... y de su gente...*
La colocó en una barandilla, con sus pies en poco espacio para maniobrar y apretó sus brazos contra su cuerpo mientras los tentáculos hacían de gruesas cuerdas para amarrarla.
- Vamos, Zobita... mira hacia aquí... no quiero que te pierdas nada del espectáculo...
Micolash la agarró del pelo y la obligó a mirar hacia la Capilla Oedon. Allí se veía a la gigantesca Amygdala entretenida con la pelea y un brazo extendido. Al levantarlo y acercarlo a su fea cabeza, Zoba se percató de que había agarrado a Eileen con sus seis dedos. Tenía los brazos prisioneros entre sus dedos y por más que se removiese, no podía salir de ahí.
- Nunca juegues conmigo, Zoba... - le susurró Micolash al oído, mientras las pupilas de Zoba titilaban de miedo – Nunca te creas mejor que yo... porque podrías sufrir horribles castigos... como el de ver a tu mejor amiga morir...
---------------------------------------------------------------------------------------
Y aquí lo termino, me gusta cerrarlo y dejarlo en el aire con lo que pueda hacer en el próximo capítulo.
Buneo, el número de cazadores va descendiendo y con ellos la moral del resto, sin embargo, no paran de venir nuevos enemigos y aún no sabemos el motivo de que esté aquí Micolash. (para dar por culo, ya lo digo yo)
¿Se salvará Eileen de las garras de Amygdala?
¿Podrá Zoba hacer frente desarmada a un enfadado Micolash?
Y... ¿Quién puede ser la persona a quién Zoba tiene en mente? ¿Por quién siente ella algo más especial?
Ya me lo pensaré, hasta pronto! ^^
Sabía que no era la única mal de la cabeza que shippeaba a estos dos :3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro