Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El equilibrio del mundo (Parte11) Fanática loca

Aquí subiendo el capítulo raudo porque no hay wifi, he tenido que conectarlo al móvil xD

Por eso creo que tengo sólo dos referencias, el no poder buscarlas ni acordarme, pero en fin, me mola el capi, aquí lo dejo :3

-------------------------------------------------------------------------------------

Micolash sonrió mientras se asomaba a ver a su querido Grande retorcerse de dolor en el suelo de Viejo Yharnam. Suspiró satisfecho alzando las manos y mirando hacia la puerta.

- Que se abran las puertas de Viejo Yharnam, pues...

Sus manos empezaron a brillar para quitar la barrera de la puerta, pero se giró atrás por un ruido. Zoba había subido hasta la torre.

- Pero... - miró al suelo y vio que había quitado la escalera - ¿cómo has...?

- ¡Con la otra escalera de abajo!

Zoba se lanzó y le propinó un fuerte puñetazo en la cara, por dentro de los barrotes, haciendo que se tambalease. Sacó las hojas de Eileen y las empuñó para lanzarse contra él. Tenía una sobredosis de adrenalina y de enfado, y por primera vez, se sentía capaz de ganar una pelea sola.

- ¡Deja de molestar, Micolash! ¡Ya tienes a Argos! ¿¡Por qué otro?!

- ¡Argos es un Grande creado en mi mundo, no puede viajar a este porque está anclado!

No sabía manejar bien esas armas tan ligeras, pero quería usar esa debilidad para herirle como pudiese, ya que no llevaba ningún tipo de armadura. Al atacar con el arma de dos manos, Micolash las detuvo agarrando las hojas con sus palmas vacías, haciendo que se cortara las manos, pero no se quejó.

- Zoba.... – dijo mirándola con voz grave - ¿Qué te dije sobre lo de plantarme cara? ¿Por qué no quieres que abra las puertas... si es lo que Djura te ha pedido? ¿Vas a desperdiciar la última oportunidad que te dan de hacer una sola cosa bien?

Zoba frunció el ceño mirándolo de cerca. Las manos de Micolash temblaban mientras escurrían sangre hasta el suelo.

- Lo que no quiero es que tú le abras la puerta. Si la abres, te burlarás de él, le hablarás y le humillarás enseñándole lo que has hecho con las bestias, porque sólo quieres verle sufrir... a él y a todos... así que si yo le abro la puerta a Djura, cumpliré, le demostraré que no soy una inútil y que respeto su hogar... por eso no puedo dejar que le abras tú la puerta.

Ambos acercaron sus caras con una expresión seria y desafiante. Micolash dio una sonrisa de lado.

- Me encanta esa mirada que tienes... pero a la vez la odio... - le dijo con una pequeña risa.

- ¡No me hagas enfadar!

Ella sacó las armas de sus sangrientas palmas y empezó a arremeter contra él, pero Micolash caminaba hacia atrás girando su cuerpo para no ser más herido, hasta llegar al borde donde estaba la escalera.

- No vas a poder matarme ahora, Zobita...

- No tengo prisa, puedo venir a por ti luego – ella sonrió.

Y con un rápido movimiento que Micolash predijo tarde, clavó el puñal más pequeño en uno de sus costados, haciéndole gritar de dolor, y le empujó con una pierna para que cayese al piso inferior.

No se esperó a verle caer, y corrió hacia la gatling de Djura. La giró y colocó, y le añadió las balas que le faltaban. La apuntó hacia el portón y deseó que Djura pudiese apartarse sin ser herido. Empezó a girar la manivela de la vieja arma y una ráfaga fue contra la puerta de madera. Concentrada en ver cómo se empezaba a astillar la madera, no vio la enorme sombra que se le echaba encima.

Se giró a ver cómo el enorme monstruo creado por Micolash le daba un enorme zarpazo lanzándola fuera de la torre, dejándola caer al vacío, y muriendo al caer al asfalto mientras gritaba. Desapareció después de chocar y ser comida por una niebla negra.

Podría ser todo esto una catástrofe... pero ella era la única que soñaba.

En la pelea de la plaza, Lady María se llevó una mano al pecho con un chillido sin que hubiese sido herida y jadeó. Le dolían las heridas de su pecho de su suicidio mucho. Algo le había pasado a su chica y ella no fue a socorrerla. Gehrman se lanzó a por ella a apartarla de donde un segundo después, la enorme mano de seis dedos de Amygdala golpeó el suelo.

Djura siguió golpeando la puerta rota consiguiendo poco a poco abrir un boquete. Se giró al escuchar unos pasos. Alfred bajó las escaleras para unirse a él.

- No tengo intención de tocar tus monstruos, sólo quiero cuidar de Zoba, ya que tú ni su... pareja, lo harán – dijo con seriedad, pues aún seguía herido.

Djura le ignoró y continuó rompiendo la puerta hasta abrir un lugar por donde podía entrar si se agachaba. Cruzó la puerta de madera hasta Viejo Yharnam y dio dos pasos al frente... para quedarse petrificado mirando hacia su torre del reloj donde un engendro compuesto por ciertos de monstruos trepaba hasta arriba mirando alrededor. Chillaba y gritaba por cientos de bocas y sus miles de extremidades se retorcían.

El ojo de Djura titilaba nervioso y lleno de tristeza. Toda su dedicación hacia ellos para proteger esas personas escondidas dentro de una locura y un cuerpo mutado se esfumó al ver ese engendro lleno de dolor pidiendo a gritos una muerte final.

Alfred también entró a Viejo Yharnam y miró hacia ese monstruo seriamente. Ignoró a Djura y a su dilema moral y empezó a caminar en busca de Zoba.

Micolash estaba caminando lentamente hacia el interior de la enorme capilla al lado de la torre de Djura. Entró por la parte alta y se derrumbó en una esquina estable con un gemido. Le ardían las palmas de las manos y la herida de su costado le podría costar la vida pronto.

Se dejó apoyar en la barandilla, y esta cedió. Su cuerpo se precipitó al interior de la iglesia, pero pudo desaparecer en niebla un instante antes de caer al suelo y aparecer un poco más alejado, haciendo que la caída le doliese menos.

Se quedó tumbado boca arriba jadeando mientras sujetaba sus heridas. No recordaba cómo era el dolor físico. Era un sentimiento que le recordaba que, pese a todo, estaba vivo. Malditamente vivo.

Levantó una de sus manos por encima de su cabeza y miró el profundo corte de su palma. ¿En qué estaría pensando al agarrar las hojas? Él no quería pelear contra Zoba... ahora sólo quería matarla. No matarla, pues ella volvería. Hacerla sufrir por todo, hacerla gritar y llorar de pánico, hacer de su vida un infierno. No tenía ningún tipo de interés en ella... que no fuese el de hacerle daño.

Buscó entre su ropa un objeto cuando vio que su visión se volvía borrosa y sacó una campana de sanación. La agitó suavemente y suspiró esperando a que sus heridas se curasen.

Zoba apareció tirada en el suelo del Sueño del Cazador. Se quedó ahí tumbada boca abajo sollozando mientras agarraba fuertemente las empuñaduras de las Hojas de Piedad. ¿Por qué? Ella se había esforzado, lo había hecho todo como Djura le dijo, se había enfrentado a Micolash y tenía ventaja... y finalmente todo sale mal. Sobre todo si está sola. Es demasiada responsabilidad.

Esperó un poco, esperando la voz dulce y las caricias comprensivas de su querida Muñeca... que nunca llegaron. Se incorporó poniéndose de rodillas y se secó los ojos. Miró alrededor. La Muñeca no estaba por ahí. Miró a la enorme luna al lado de la casa de Gehrman. Era blanca, gigantesca y brillante. Estaba tan cerca... y no pudo evitar acordarse de su amiga.

- Oh, Eileen... - dijo sollozando - ...te lo juro, te necesito de vuelta... por favor... - miró a la luna lagrimeando – Por favor, baja del cielo 5 minutos... y enséñame a ser fuerte como tú lo eras*...

Tras unos sollozos, se levantó del suelo y se acercó a una de las tumbas para volver a Viejo Yharnam, cuando escuchó un leve tarareo. Se pensó que la Muñeca estaba cantándoles a los mensajeros del tocón, pero no era la melodía que ella sabía tararear. La Muñeca se sabía "My fear lady", y esta era algo más como... "Come Little childrens"

Buscó con la mirada y entró en la casa de Gehrman. Salió por la otra puerta mirando alrededor, y una pequeña pluma negra cayó sobre su hombro. La tomó y miró hacia el tejado.

- ¿No te parece que este lugar es casi como estar en la luna? Al final hemos ido juntas muy cerca de ella. La promesa está casi cumplida.

Lágrimas cayeron por las mejillas de la albina al reconocer la silueta de la Cuervo sentada en el tejado de Gehrman, que la miraba tranquilamente con una mano sobre las rodillas.

- Eileen... Eileen...

- No, no sigas llorando... ya bajo yo... - Eileen se fue a levantar despacio.

Antes de eso, Zoba pegó un salto felino a engancharse en el bajo tejado y patalear para subirse. Luego se fue corriendo a cuatro patas a tirarse encima de su amiga sin ningún reparo o vergüenza. Ella le dejó suspirando y poniendo una mueca de dolor por debajo de la máscara.

En su pecho, Zoba decía cosas inentendibles mientras lloraba y sollozaba sin apartarse de su ropa.

- Aparta... - dijo ella poniendo una mano en su hombro.

Pero con eso sólo conseguía hacer que ella se acercase más. Suspiró pensando en que tenía que decir algo que no quería para conseguir que se apartase.

- Me duele... - susurró.

Zoba saltó hacia atrás como un resorte y se frotó la cara.

- ¡Perdón, perdón! Eileen... estoy muy contenta de verte... pensé que... pensé que...

- Nada, Zoba... no es nada... sólo necesito reposar. Finalmente, este Cuervo tuvo su entierro celestial y puede quedarse en el Sueño del Cazador, tal y como quería...

- ¿Entonces no puedes volver? Eileen, te necesitamos... Micolash ha creado un Grande a partir de las bestias de Viejo Yharnam... y ha aparecido Gehrman y María y están peleando contra Amygdala...

- No puedo, Zoba... no insistas... yo no puedo volver al mundo de la vigilia – Eileen tendió una mano para colocarle bien el pelo a la pequeña – Yo no pertenezco a ese mundo ahora...

- Supongo que... pensar en que cada vez que vuelva aquí te veré... es un pensamiento muy egoísta, ¿verdad? – dijo con una triste sonrisa.

- Deberías ser un poco más egoísta, no podrás sobrevivir si piensas tanto en los demás... aunque tu dedicación por los demás es lo que hace que en ellos surja el deseo de protegerte involuntariamente. Ahora, debes volver. Acaba con todo, yo esperaré tu regreso pacientemente... y miraremos la luna como si estuviésemos ahí, ¿de acuerdo?

Zoba se sorbió la nariz asintiendo. Sacó las Hojas de Piedad de su bolsillo y se las tendió a Eileen.

- Vaya, tienen sangre... - dijo mirándolas - ¿pudiste manejarlas para defenderte?

- Herí a Micolash con ellas... - dijo con una sonrisita.

- Entonces has hecho más que muchos. Sí, son mis armas, pero te las presto por ahora. Cuando todo acabe, esperaré que me las devuelvas. Sabes que sirven para quitarles la vida a los cazadores sin cordura... pero aunque Micolash no sea un cazador, tiene menos cordura que muchos otros a los que he asesinado.

Ella volvió a acariciar su cabeza como si fuese un gatito y le indicó con un gesto que se fuera. Zoba se bajó de un salto, con la energía de nuevo en su cuerpo y corrió hacia la tumba. La miró antes de desaparecer con una sonrisa para ir de nuevo a Yahar'gul.

Eileen suspiró sola en el tejado y se puso la mano en el vientre ayudándose a tumbarse. Le dolía mucho la cintura y los riñones, por la herida de su muerte. Pero se le pasaría pronto.

- Pequeña cazadora... espero que mantengas tu cabeza en su sitio siempre... quién sabe lo que puede pasar con nosotras una vez que vuelvas al Sueño del Cazador loca... y te encuentres con esta cazadora de cazadores... - suspiró de nuevo – Espero haber hecho bien contando la situación de ahí fuera a esa... muñeca.

*
*
*

En ese mismo momento, pero en Viejo Yharnam, Djura caminaba sin prisa hacia donde se encontraba el enorme engendro. Reconocía claramente los gritos de angustia y dolor de esos monstruos, y decidió algo. Antes que permitir que los cazadores de ahí arriba acabasen con el Grande y bajaran a Viejo Yharnam de nuevo, un lugar prohibido para ellos, sería Djura el único que se enfrentaría al enemigo, pues se consideraba que sólo él tenía derecho a tocar esas bestias.

Sí, él impuso su ley y su norma para Viejo Yharnam. No molestar a las bestias. Pero, ¿y qué? Las normas están hechas para romperse... como los edificios... y la gente*.

*
*
*
Micolash se incorporó cuando se sintió mejor. Sus heridas se cerraron y sanaron, y no quedó ni cicatriz. Sólo una leve molestia y su ropa de estudiante con sangre. Escuchó los pesados pasos de un cazador por la parte de arriba y se refugió detrás de la enorme cruz del centro con una bestia crucificada. Miró hacia las escaleras esperando ver bajar a su enemigo, pero escuchó un estruendo.

Sí, un cazador bajó por las escaleras, pero rodando y chocándose con todo. Acabó tirado en el suelo jadeando pesadamente y soltando sangre por la boca. Micolash entrecerró los ojos reconociendo esas ropas de la iglesia del enorme cazador rubio del que se había burlado hace un rato, el líder de los Ejecutores.

Le vio agonizar con una gran herida en su clavícula que soltaba mucha sangre e intentar levantarse, pero le era imposible. No tenía fuerzas para eso. Giró la cabeza hacia donde estaba Micolash escondido dejando salir un suspiro tembloroso.

Micolash se preguntó en qué estaría pensando ese cazador agonizante antes de morir, qué es lo que pasaría por su mente durante esos segundos de dolor. Le vio soltar dos lágrimas pequeñas antes de quedarse inmóvil finalmente con los ojos oscurecidos, por lo que a Micolash no le costó mucho adivinar que seguramente sus últimos pensamientos fueran para la chica que a él le gustaba, y con la que él no podía enfadarse pese a todo.

Se acercó a él cuando era inofensivo a mirarlo de cerca antes de que Alfred empezara a desaparecer. Una herida profunda al lado de su cuello, mortal, y de improvisto. Desde luego fue un ataque sorpresa que no vio venir. ¿Pero de quién? ¿Quién asesinaría así a un cazador?

Una risita le hizo levantar la mirada hacia el final de las escaleras, por donde parecía que provenía.

- ¿Eres... tú? ¿Micolash...? ¿De verdad eres tú?

Una voz femenina le hizo levantar una ceja. No la reconocía, y le daba curiosidad. Era una voz aguda que quería intentar parecer suave y dulce. Al momento, a Micolash le dio un escalofrío de mala espina.

- Muéstrate – dijo seriamente.

- No... me da vergüenza... - dio una risita tímida y un poco macabra – Aw... Micolash de verdad quiere verme...

Micolash miraba hacia las escaleras seriamente. Apareció al final de las escaleras un enorme cuchillo lleno de sangre con una pequeña mano de guante blanco. Después de asomó la cara de una mujer rubia de ojos azules pálidos y dementes. Sobresaltaba un sonrojo de su pálida piel. Se puso la otra mano en la mejilla.

- Ooohh... de cerca es mucho más guapo... - se tapó la cara con vergüenza.

Micolash no se tragaba nada de eso. La situación de una loca psicópata no pegaba aquí. Sólo molestaba.

- Veo que has asesinado a este hombre... ¿tú sola? – preguntó.

- ¡Si, si, si! Este hombre iba buscando a alguien, deduje a que Micolash-sama, y como vino hacia aquí, le asesiné porque Micolash-sama estaba despistado curando sus heridas. Así demostraré a Micolash-sama que soy útil...

- ¿Micolash...sama? – levantó de nuevo una ceja.

No es que a Micolash no le gustase ser llamado –sama, sino que le daba mal rollo esa chica. Pero definitivamente, ella había podido acabar con uno de sus enemigos.

- ¿Y qué vas buscando de recompensa por... salvarme la vida, si tú lo dices?

Ella dio un chillido contenido y bajó un par de escaleras.

- ¡El reconocimiento de Micolash-sama! ¡He leído todos los libros donde es mencionado, conozco toda su historia, absolutamente todo de Micolash-sama! ¡Quiero que me permita ayudarle con sus experimentos y sus intenciones malvadas!

La chica no podía disimular su excitación y deseo por estar cerca de ese hombre. Realmente parecía una loca yandere.

- Y... a todo esto... - Micolash la miró con un pequeño suspiro - ¿Tú eres...?

Ella dio otra risita.

- Bueno... la gente me llama... Iosefka... pero creo que ni siquiera me llamo así... pero Micolash-sama puede llamarme como quiera... porque estoy a su servicio totalmente... moriría por Micolash-sama...

Él giró los ojos con disimulo. No sería fácil deshacerse de ella... pero tener a alguien capaz de hacer lo que fuese por él... no sonaba nada mal. Una aliada... loca, pero totalmente fiel.

- Bueno, bueno, bueno... Iosefka... ¿no?

Ella chilló tapándose la cara con un notable sonrojo. No soltaba el cuchillo ensangrentado. Estaba muy mal de la cabeza.

- Muy seguramente un tuerto Polvorilla está peleando contra mi Grande... sería muy amable por tu parte si... vas a mirar cómo va esa batalla...

- ¡Lo que sea, Micolash-sama, es todo un gusto servirle y obedecerle!

Dio otro chillido y empezó a subir de nuevo para salir de la iglesia. Micolash aún no se creía que una loca le hubiese asaltado así encima. Una fanática loca... podría hacer con ella lo que quisiese.

Se giró con una sonrisa de lado y escuchó unos pasos lentos con tacón. Se quedó quieto en la iglesia escuchando. No era Iosefka, porque ella estaba fuera. Vio movimiento al final de la iglesia, donde estaba la capilla, y vio una hermosa mujer con un vestido. Se quedó parada ahí al final mirándolo.

- ¿Eres tú el hombre que hace soltar agua por los ojos a la cazadora?

- ¿Qué dices? ¿Quién eres? – Micolash entrecerró los ojos. Le sonaba enormemente su cara - ¿Lady María?

- Soy una Muñeca que cuida a la cazadora. Cuando suelta agua por los ojos, ella pone una expresión que no me gusta y sufre... yo no quiero que sufra más. Si tú eres el hombre que la hace estar tan mal... vengo a pedirte que pares.

La Muñeca, con sus manos en el regazo, se inclinó hacia delante con una reverencia hacia él. Micolash se llevó la mano a la boca para evitar reírse de ella. Llevaba dos personas muy raras en muy poco tiempo.

- No tengo tiempo que gastar en ti. ¿Zoba ha mandado a su mamá a pedirme por favor que me vaya? Por favor... que bajo ha caído... - dijo empezando a reír.

- La cazadora no sabe que estoy aquí – dijo volviendo a ponerse recta – He venido por mi cuenta.

- ¿Quieres decir que una Muñeca totalmente manejable como una marioneta ha tenido la capacidad de tomar una decisión así ella sola? Qué pena que el motivo sea tan estúpido... - Micolash negó suavemente sonriendo.

- Ningún motivo es estúpido si sirve para ayudar a alguien a quien quieres... - la Muñeca entrecruzó sus dedos.

Micolash empezó a caminar por la iglesia a paso ligero hacia ella. Llevaba la expresión seria y las manos apoyadas en sus riñones. De una de ellas aparecieron un par de tentáculos.

- ¿Entonces...?

- No tengo tiempo que perder contigo ni con tus estupideces.

Levantó su mano enfadado y unos tentáculos la golpearon fuertemente lanzando su delicado cuerpo contra una cristalera, rompiéndose ella y su porcelana. Se salieron sus articulaciones y su vestido se llenó de cristales. Su bonita cara se rajó y sus ojos quedaron sin vida.

- Puff... muñequitos...

Micolash subió dos escalones hacia afuera cuando escuchó un ruido. Era un ruido de movimiento y giró la cabeza despacio. Las partes de la Muñeca se movían solas agrupándose. Las piezas intactas se volvían a su sitio y las rotas y rajadas se pegaban solas. Todo hasta volver a formarla perfecta como antes. Se levantó despacio y sacudió su vestido quitando el polvo y los cristales.

- Puedo aguantar todos los golpes, porque me levantaré después. Puedo morir y resucitar incluso en el Sueño del Cazador. Si tengo que estar aquí y morir muchas veces hasta que alguien venga a matarte, lo haré. No quiero que la cazadora lo pase mal. Prefiero hacerlo yo que no puedo sentir.

Micolash no escuchó toda la conversación. Se quedó en "puedo morir y resucitar", que le hizo poner una enorme sonrisa de lado girando la cabeza interesado.

- ¿Morir... y resucitar... cuantas veces quieras?

La Muñeca hizo un gesto afirmativo con la cabeza que hizo que los ojos de Micolash brillasen con un brillo desconocido.

- Vaya... para eso se necesita mucha energía... ¿verdad?

La Muñeca respondió a eso girando la cabeza sin saber qué contestar.

- Oh, seguro que si... seguro que sí... tanta como la que tiene un Grande... que es justo lo que necesito... más energía... ¿me dejarías investigarte?

- ¿Investigarme? ¿Así dejarías a la cazadora en paz?

- Si a cambio ella no se enfrenta a mí, yo no tengo por qué hacerle... soltar agua por los ojos... - dijo sonriendo de lado.

La Muñeca le observó fijamente. Micolash también miraba sus ojos claros fijamente sin quitar su sonrisa, una sonrisa reveladora que significa que no cumple nada de lo que dice.

------------------------------------------

Awww, que lindo shippeo me ha salido :3

Micolash x Iosefka :3

Aunque a ver que pasa cuando lo pille con la Muñeca, aquí llueve sangre.

Bueno, feliz Halloween con retraso :3



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro