El equilibrio del mundo (Parte 6) Ilusión de amor
Vivo enamorada de ese dibujito de Gascoigne que voy a imprimir en un papel de 2 metros de alto y voy a pegar en mi armario :3
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El ánimo con el que comenzó la pelea de los miembros de la Liga contra los pthumerios empezó con energía y positivismo infundido por las palabras de los gemelos y el recuerdo de su amigo fallecido. Pero las cosas no eran para nada fáciles. Aunque la reina Yharnam no participase en la pelea y sólo gritase y llorase en una esquina, el Protector no dejaba que ambas hachas de los gemelos le tocasen, pues los mantenía a raya con sus llamas y su duro traje bien protegido le protegía de varios golpes que pudieran escaparse.
A su vez, Valtr no lo llevaba el tener que entretener a ese enorme sabueso mientras que sus chicos intentaban acabar con el Protector primero para luego unirse a él. El ruido de su Sierra Giratoria lo alteraba mucho y se movía demasiado embistiendo a Valtr en una carga ígnea que lo derribaba al suelo varias veces. Su orgullo estaba dañado, sus ropas de Alguacil rotas y quemadas, y las cuchillas de su arma negras de intentar herir el hocico de la bestia. Pero ahora que había decidido luchar, no admitiría que le estaba costando horrores hacer que el sabueso no mirara a sus chicos.
- ¡Chicos, tenéis que prometerme algo! – dijo Valtr mientras golpeaba el muslo del sabueso en un golpe efectivo.
- ¿El qué, Valtr, el que? – dijeron a la vez sin quitar sus ojos de aquel enemigo que los tenía cansados.
- ¡Que vais a derrotarle! ¡Prometedlo, y estaré tranquilo! – dijo con una sonrisa abriéndole una herida al sabueso en el vientre - ¡Necesito que mis chicos estén juntos en esto!
- ¡Prometido, Valtr! ¡Cuidaremos todos de todos! – el hermano mayor consiguió dar un golpe en la espalda al Protector, pero no pudo continuar por las llamas.
Al tener la promesa hecha, Valtr se relajó un poco y se hizo crujir el cuello mirando al sabueso. Este se fijó en los hermanos que luchaban rodeando al otro enemigo.
- Eh, chucho, ni se te ocurra mirarlos, ¿no te basta conmigo? – dijo con una sonrisa de lado limpiándose un poco de sangre de la boca y apartó su pelo rubio de la cara – Aún no me has derrotado, pulgoso.
El sabueso le gruñó mientras empezaba a acercarse. Valtr sonrió levantando su arma. El valor que se había infundido en el corazón del Maestro de la Liga le dio confianza para seguir adelante, aunque sabía en su interior, en lo más profundo de su ser, que solos no podrían contra ellos. Todos tienen un límite.
Tras unos minutos de pelea muy intensos, se notó la bajada de energía de los gemelos. El Protector enfundó sus puños en fuego y ahora que tenían menos capacidad de reacción se acercaba hasta ellos para empezar a golpear directamente. Un nuevo peligro se acercaba a ellos, pues los gemelos, cansados, no rendían como antes. El Protector golpeó al hermano mayor que se defendió con su hacha, la cual salió volando lejos de su alcance, y entre elegir en recogerla o esquivar el próximo puñetazo, eligió lo segundo.
Por si acaso, su hermano menor fue en su ayuda a golpearle también jadeando. El Protector, sin ningún signo o muestra de cansancio, golpeó su vientre con el codo estando de espaldas y le quitó el arma también de las manos lanzándola y empujándole, cayendo al suelo de espaldas.
El hermano pequeño dio un gemido de dolor, pero apoyó las manos rápidamente en el suelo para incorporarse y ver delante de él al Protector con un puño ardiendo abalanzarse sobre él. Era demasiado rápido como para apartarse. Ese puño ígneo con su guante envuelto en lava le daría de lleno.
Cerró los ojos girando la cabeza en un rápido movimiento escuchando el movimiento del puño ardiendo detenerse muy cerca de él. Luego el sonido de algo cayendo al suelo y haciendo ruido. Abrió los ojos asustado y vio tirado en el suelo algo que conocía bien: el silbato.
Levantó la cabeza para ver el cuerpo de su hermano mayor siendo atravesado por el puño envuelto en llamas.* Sus ojos estaban escondidos en una sombra negra y su boca tenía una mueca dura contenida que forzaba a mantener cerrada para no gritar de dolor de sus órganos internos cauterizándose por ese calor abrasador. Sólo abrió la boca para soltar un poco de sangre que cayó sobre la cara de su hermano pequeño impactado por la escena.
El Protector, a su espalda, giró un poco la máscara de su cara y después sacó su puño de su cuerpo, haciendo que el cuerpo del hermano mayor cayera de rodillas al suelo soltando más sangre por su boca y dando una bocanada de aire forzosa después.
- Her...mano... - el pequeño no podía moverse por los temblores de su cuerpo.
El mayor seguía vivo delante de él con los ojos cerrados. Para ellos, el mundo a su alrededor se había detenido. Sólo existía esa horrible visión delante de ellos. El menor ni siquiera podía moverse a abrazar a su hermano, pues seguía temblando traumado. El Protector volvió a colocarse en posición para volver a golpear con su puño de fuego al hermano jadeante.
- ¡No le toques! – el hermano menor se adelantó a abrazarle para protegerle.
Rápido como un rayo, el sonido de un arma giratoria golpeó el costado del Protector y se mantuvo ahí rajando su cota de malla buscando llegar al cuerpo. Los ojos pequeños de Valtr mostraban verdadero odio y rabia mientras intentaba alejarlo de su Confederado.
- ¡No permitiré que vuelvas a ponerle una mano encima! ¡Soy el Maestro de la Liga, deberías saber que soy capaz de hacerlo y de que estoy dispuesto a morir en lugar de cualquiera de mis subordinados, no, de mis amigos!
El Protector retrocedió mientras un furioso Valtr se le echaba encima, con más fuerza de lo normal. Mientras, el hermano menor consiguió abrazar a su hermano mientras seguía temblando.
- Hermano... necesitas atención... tengo viales de sangre...
- Lo siento... hermano...
El hermano menor lagrimeó tenso mientras ponía sus manos sobre la herida de su hermano en la espalda.
- Es inútil... lo siento... mi vida está por terminar... tendréis que beber por mí también... - tosió apoyando la cabeza en el hombro de su hermano pequeño.
- ¡Dijiste que todos cuidaríamos de todos! ¡Yo... no he podido...! – el menor comenzó a soltar lágrimas.
- Pero yo de ti si... es el trabajo de los hermanos mayores... cuidar de los pequeños... y aún eres mi hermano... el hermano de... uno de los mejores de La Liga... o al menos eso dice Valtr...
- Pero nunca he conseguido matar a tantos monstruos como tú...
- Eres adoptado* - dijo con una risa ronca.
- Imbécil... somos gemelos... - el menor cerró los ojos con una sonrisa mientras abrazaba a su hermano más.
Pero su hermano se escurrió de sus brazos hacia un lateral cuando su cuerpo perdió fuerza y cayó al suelo cerrando los ojos definitivamente con una sonrisa y desaparecía entre una niebla negra. El hermano mayor Madaras se había ido, pero sonriendo, y haciendo sonreír a su hermano con su típica broma de siempre.
Miró al suelo encontrando tirado ahí el silbato de su hermano que recogió con la mano temblorosa mientras sollozaba. Valtr seguía reñido con furia en ese enemigo, pero se había olvidado del sabueso, que se acercaba en silencio a por el hermano menor.
*
Zoba empujaba el carrito de Mergo con bastante tensión sin quitar la mirada de él. A su izquierda caminaba la enorme bestia de Gascoigne, bastante tranquilo emanando seguridad, pero aun así su presencia imponía. Miraba de vez en cuando a Djura a su derecha, y compartían una mirada cómplice indicándole que también estaba nervioso por la situación, pero lo disimulaba bien.
- Bueno... ¿no dices nada?
Djura la miró a ver a qué se refería, y ella señaló con la cabeza al bebé, dentro del carrito con disimulo, intentando que le dijera que opinaba de esta situación de llevar a un Grande incorpóreo en un carrito.
- Ah... pues... se parece a su padre, ¿no? (chistaco del Djura XD ambos incorpóreos, pues claro que se parecen)
Ella dio una risita que tapó con su boca a la vez que llamaba la atención de Gascoigne. Unas llamas se veían asomar entre unos edificios cercanos, y se escucharon los llantos amargos de la reina Yharnam, a los que Mergo respondió con unos pequeños sollozos. Gascoigne metió la cabeza dentro del carrito y al momento se escuchó una pequeña risa de bebé.
- La bestia y yo nos adelantamos, puede que haya gente que necesite ayuda... y puede que estén matando infectados – Djura se giró hacia ella - ¿Puedo confiar en ti para que hagas sólo una cosa bien?
- Sí, claro... no soy tan inútil como creen todos... tú incluido – dijo con seriedad.
- Lo digo para darte fuerza – Djura hizo una mueca que parecía una sonrisa – Desde aquí veo a la reina Yharnam, una sorpresa, por cierto. Sólo tienes que rodear los callejones y acercarte con el niño, no atravieses la plaza, hay una pelea. ¿Podrás?
- Obvio... - dijo intentando sacar la enorme cabeza de Gascoigne del carrito, que se estaba despidiendo del niño.
Djura preparó sus armas y caminó hacia la plaza, seguido después de la bestia, que le echó una última mirada. Ella miró el carrito.
- Venga, pequeño, no hagamos esperar a tu madre...
Ella giró el carrito y dio unos pasos por un callejón cercano y rodear la plaza, pero una voz la llamó cuando dio unos pocos pasos.
- ¡Zoba!
Se giró al reconocer su voz. Alfred venía corriendo hacia ella con una sonrisa.
- ¡Te encontré por fin! Uff... - dijo mientras se paraba a recuperar el aire.
- Alfred... ¿me estabas buscando? – dijo con una pequeña sonrisa.
- Claro... cómo no hacerlo, sabes que me encanta estar contigo...
Eso hizo a Zoba sorpenderse y sonrojarse un poco. Que directo fue eso...
- Eh... lo siento... no debí... - dijo rascándose la nuca y mirando a otro lado – Por cierto... eh...
Alfred señaló el carrito con disimulo.
- Ah, es una historia un tanto larga, tengo que rodear la plaza para llevarlo hasta su madre, ¡es Mergo!
Alfred parpadeó confuso.
- No entiendo nada... pero no te voy a dejar sola, te acompaño, vamos, y me lo vas contando mejor – le dedicó una de sus mejores sonrisas.
Zoba sonrió un poco y empezó a caminar con él tirando del carrito rodeando unas calles. Alfred miraba de reojo el carrito mientras Zoba le contaba lo que habían descubierto.
- Y parece ser que Micolash ha secuestrado al pequeño y se aprovecha de su poder. Con él seguramente creó a Argos, ha podido viajar a este mundo de nuevo... y si no lo encontramos...
- ¿Y si no lo encontramos...? – Alfred la miró de reojo.
- Pues que no tenemos ni idea de cuál será su siguiente movimiento... yo pensé que él nos dejó el portal del espejo abierto para que no nos quedemos en su Pesadilla sin él vigilándonos, te lo dije... pero no sé por qué vino él también... ni cómo puede estar aquí...
- Uh... parece que conoces muy bien a Micolash... da un poco de envidia... - Alfred se puso la mano en la barbilla.
- ¿Conocerle? No creo... sólo creo que... mmm... cómo explicarlo... le entiendo.
Alfred paró de caminar mirándola seriamente.
- ¿Le entiendes? – alzó una ceja como si no le creyese.
- No que justifique sus actos, solo sé por qué hace las cosas... o la mayoría de ellas...
- Pero no sabes por qué ha venido a este mundo... - Alfred se acercó a ella con pasos lentos.
- Necesito meditarlo... pero primero tengo que devolver a Mergo con su madre para...
Alfred la cayó poniéndole un dedo en los labios, que ella miró parpadeando.
- ¿Por qué estamos hablando de él pudiendo hablar de nosotros... ahora que estamos solos? – dijo con un susurro.
Zoba parpadeó y miró a Mergo en la cuna. Ni estaban solos ni tenían tiempo para eso. Se escuchaba de lejos la pelea que se estaba llevando a cabo en la plaza.
- Alfred... ahora no es momento para...
- ¿Acaso no te das cuenta de lo que me pasa? ¿Tengo que decírtelo claramente?
Le apartó un mechón de la cara a Zoba que lo miraba con sorpresa.
- ¿Es que te pasa algo?
- Que cortita eres... - Alfred iba a poner una mueca de enfado, pero al momento la cambió por una sonrisita.
Entre la confusión de Zoba, Mergo empezó a llorar en el carrito. Zoba lo miró con un poco de pena y meneó suavemente el carrito.
- Si, perdona... ya nos vamos con mamá...
Zoba dio otro paso, pero la mano de Alfred la detuvo agarrando su muñeca.
- Zoba...
La voz de Alfred se volvió un poco más dulce, pero era terriblemente fría. Eso hizo a Zoba estremecerse.
- ¿De verdad no me vas a decir nada? – Alfred dio una sonrisa... terriblemente falsa.
El llanto de Mergo se hizo más fuerte. Zoba entrecerró los ojos y dio un tirón a su brazo, pero no pudo soltarse de Alfred.
- ¡¿Quién eres?! – le gritó.
- Tu peor pesadilla*
La mano de Alfred empezó a cambiar y se volvió más pequeña. Sus vestimentas cambiaron a un uniforme y sus cabellos y ojos claros se volvieron oscuros con una sonrisa de lado. Finalmente, una jaula apareció en su cabeza.
- Pobre cazador... locamente enamorado de una chica tan corta de mente... abre los ojos un poco... que también vaya chica que ha tenido que escoger para que le guste...
Zoba se enfadó ante las palabras aparecidas en la boca de Micolash sobre Alfred. Dio un tirón de nuevo a su brazo y esta vez pudo zafarse de la mano de Micolash.
- ¡No hables así de Alfred! ¡No le conoces, ni a él ni a sus sentimientos!
- Le escuché en la Pesadilla cuando juró protegerte... tú ni te diste cuenta. Vamos, incluso yo lo he notado. ¿Tú no? Que fracaso de mujer...
- No hables mal de los sentimientos de las personas, mucho menos de los de Alfred – la mirada de Zoba era fiera – Le conozco desde hace mucho, y tú no puedes venir aquí, hacerme creer con una falsa ilusión que eres él y decirme sus sentimientos en vez de que lo haga él cuando lo considere oportuno.
- ¿Ah, no? – dijo con una sonrisa socarrona.
- No, ¡tú ni siquiera sabes lo que es estar enamorado!
Micolash cambió su mueca lentamente de sonrisa socarrona a una de seriedad con enfado, llegando a dar miedo. Zoba retrocedió un par de pasos con el carrito alejándolo de él.
- Me dices a mí que no hable de los sentimientos de tu amigo... y tú no eres nadie para hablar de los míos. Si tanto te gusta saber cosas de mí y me "entiendes" tan bien... te diré que sí, estuve enamorado hace un tiempo... de una mujer excepcional. Es más... la conociste.
Zoba le miraba fijamente. Imaginarse a ese hombre enamorado pensando en una mujer era algo... bastante nuevo para su imaginación. En un parpadeo por su confusión ante la revelación de Micolash, él dio un paso rápido hacia ella y le agarró del pelo dándole un fuerte rodillazo en el vientre. Después la tiró al suelo.
- Ahora que eres tan curiosa y tienes tanto tiempo para meditar en vez de hacer las cosas bien y ayudar a tus compañeros, seguramente te pongas a pensar como una estúpida sobre quien estoy hablando. Acabarás mal, Zoba... muy mal...
Micolash se giró y agarró el carrito con Mergo. En unos instantes, desapareció del lugar. De fondo, se escuchaba la pelea de la plaza. Gritos de furia, de dolor, gruñidos del sabueso... y ella... le había fallado a Djura. No, a todos. A Mergo, a Yharnam, Gascoigne... todos aquellos que estaban metidos en ello. Sollozó abrazando su vientre adolorido y abrió los ojos mirando por un callejón.
A lo lejos se veía la plaza. Vio a Gascoigne rugirle al gran sabueso intentando hacerle retroceder, pero él no se asustaba y le devolvía las amenazas. Djura tenía un conflicto interior, y era que no sabía bien contra qué tipo de monstruo estaba peleando, así que disparaba de vez en cuando, pero sólo para desviar su atención. También aparecieron por un callejón Eileen y el verdadero Alfred cogiendo sus armas para pelear. Aquellos dos que empezaron como cazadores rasos y evolucionaron eligiendo sus presas por separado volvían a sus orígenes juntos. Por último, vio pelear como una fiera a Valtr contra un extraño ser mientras era seguido por uno de los Madaras.
Valtr tenía razón. Ella no tenía nada bueno. No hacía nada bien. Era un total fracaso, alguien que no debió nunca aceptar la propuesta de Eileen de ir con ellos hacia la Catedral. Ellos... ¿podrían derrotarlos? Sin su ayuda, claro que saldrían bien las cosas.
Vio también a Yharnam mirar por los callejones con sus manos juntas mientras seguía llorando y sollozando. Al ver la pelea, lanzó al aire un grito enorme y desgarrador lleno de dolor. Del aire cayeron unas plumas negras de las que Djura se percató al instante. Luego, delante de la reina, un enorme Grande aterrizó. Llevaba unas túnicas negras, y tenía seis brazos, de los que sacó seis hoces enormes y miró hacia la pelea. La Nodriza también buscaba a Mergo, y quería venganza por habérselo robado.
Zoba cerró los ojos mientras dejaba salir dos lágrimas tirada en medio de la calle. Si la cosa ya estaba mal, ahora estaba peor.
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¿Sabéis que personaje de anime muere igual que el hermano mayor Madaras? He narrado todo esa escena muy parecida al anime :3 Si no, cuidado los spoilers.
Bueno, pues la he liado parda metiendo a la Nodriza, pero era normal que Micolash no dejase que Zoba le entregase al niño... bueno, al Grande.
Y a todo esto... ¿quién pudo ser la chica de la que se enamoró Micolash? Hagamos repaso de las chicas que conocemos... y de las que no llegamos a conocer...
Nos leemos! ^^
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