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El Equilibrio del Mundo (Parte 3) Todos son estúpidos menos yo

Perdonad la poca actividad, pero a mis profes les encanta joderme las tardes mandando trabajitos :3

Pero siempre encontraré un ratito para escribir para vosotros ^^

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La cazadora cayó por el agujero con un agudo grito e hizo lo posible por intentar estabilizarse en el aire y caer de buena manera, pero terminó sobre un cuerpo blando que no la tomó en brazos. Al abrir los ojos y enfocar, se encontró tumbada de espaldas sobre un atuendo de Menfis. Micolash estaba tumbado boca abajo apoyado en los codos con la mirada sobre ella.

- Que ataque tan efectivo... no lo he visto venir, ha sido una sorpresa... - dijo con una sonrisa socarrona.

La cazadora se precipitó a levantarse y a alejarse de su conocido enemigo y miró hacia el techo, pero Valtr se había ido sin que ella le hubiese visto. Miró con odio a Micolash.

- ¿¡Cómo se puede ser tan cobarde?! ¡Has matado a un cazador que no podía defenderse! – le reprochó.

- Como si los cazadores no matasen a monstruos que no pueden hacerlo... - siseó levantándose - ¿No podría ser que el ataque fuese para ti?

- No te creo, ya nos conocemos bien, eres cruel, retorcido, sin escrúpulos... te voy a matar, Micolash...

- Oh, me voy a sonrojar con tantos halagos... - sonrió mirándola - ¿Y cómo piensas matarme, por cierto?

La cazadora se echó mano al cinturón para ver que sólo tenía la pistola. Su hacha se había quedado arriba.

- Me encanta ver cómo la soberbia de un cazador desaparece al ver que no tiene arma derecha... cuán dependiente sois de vuestra fuerza... y lo poco que usáis el gran arma que es la mente... - dijo señalando su cabeza y comenzando a salir caminando de la habitación.

- Los cazadores no somos tan estúpidos como crees... - ella apretó los dientes sacando su pistola.

- ¿Ah, no? – Micolash puso una mano sobre la barandilla y se asomó al escuchar unos rugidos.

Se veía a Gascoigne por un pasillo rugir y correr destrozando las marionetas de Micolash mientras le buscaba.

- ¿Y ese es un cazador veterano? No me hagas reír... si usase su olfato ya me habría encontrado, pero es más fácil correr demostrando su furia y fuerza hasta encontrarme por casualidad... si es que me dejo...

- ¡Es que has matado a su mejor amigo! – la cazadora se acercaba sigilosa.

- Y mírale, no puede contenerse y pensar con claridad. Yo he perdido a mi hijo... mi creación... ¿tienes alguna idea de la cantidad de tiempo, energía y magia arcana he necesitado para Argos? Ni idea, tu cerebro no llega a entenderlo... Todos son estúpidos menos yo.

La cazadora se colocó detrás suya sin hacer ruido y le colocó la pistola en la nuca a través de la jaula. Micolash sonrió al sentir el frío cañón.

- Dime, asesina de dioses... ¿vas a matarme para vengar al viejo cazador o... para demostrarle a los demás que no eres un estorbo?

- Eso que más te da... - dijo presionando más el cañón a su piel – antes de disparar dime por qué has hecho todo esto.

- No llegarás nunca a entenderlo... me pareces muy interesante, pequeña Zoba, pero tu inocencia no te llega a entender muchas cosas... y me gustaría enseñarte yo, pero de momento no entenderías mis intenciones. Oh... podría hacerlo hace mucho tiempo... hace tanto que podría, pero necesitaba una gran cantidad de magia arcana y... no me daba cuenta que la solución a mis problemas estaba tan cerca de mí... - no pudo evitar reprimirse más y se empezó a reír descontroladamente.

Tanta palabrería y al final... pues no le dijo nada.

- Micolash... - su mano temblaba de la rabia – dímelo...

- Resumiendo, porque me aburría mucho... - giró su cabeza un poco con una enorme sonrisa de lado para ver la linda cara enfadada de la cazadora.

- ¡Zoba! ¡¿A qué esperas?! ¡Dispara! – la voz de Eileen apareció por un pasillo.

Cuando la cazadora reaccionó, había una gran nube de niebla delante de su cañón de pistola y no había rastro de Micolash. Se había escapado delante de sus narices. Bajó el arma con la cara descompuesta mientras Eileen llegaba a su lado. Antes de empezar a recibir una regañina, el llanto de un bebé resonó en las galerías y se vio a Micolash corriendo por el pasillo de un piso superior.

- Sígueme – Eileen emitió la orden y empezó a correr rápidamente hacia unas escaleras.

Zoba miró hacia atrás un momento. No había tiempo para recuperar su arma. Siguió a la cuervo hacia una nueva estancia donde estaba Alfred frente a un espejo. Le pegó un puñetazo al cristal.

- Ha huido por aquí, nosotros no podemos usarlo. Se me ha escapado por tan poco... - dijo con un gesto de enfado.

- ¿Habéis visto más espejos como este? – Eileen se giró al ver venir a los gemelos juntos.

- He reconocido la capilla de Oedon por el cristal antes de que él cruzase, así que ha huido a Yharnam – Alfred se sobresaltó al ver que el espejo brillaba y volvía a funcionar – Quiere que le sigamos, sólo quiere jugar este cobarde...

- Creo que eso no es... - Zoba miró hacia atrás para ver venir a un más tranquilo Gascoigne siendo dirigido por Valtr hacia ellos – conozco a Micolash y no quiere que nos quedemos solos en su casa sin que él nos esté vigilando.

- Aun así es un maldito cobarde... Zoba, ¿y tú hacha? –Alfred y el resto se giraron hacia ella.

- Esto... - ella miró al suelo jugueteando con un mechón de pelo más largo – lo he perdido...

- ¡Ja! ¡Vaya vergüenza de cazadora! – Valtr empezó a caminar sin mirarla hacia el espejo – Contaré los segundos que te quedan hasta que te maten.

Fue el primero en cruzar hacia el otro lado del espejo hacia Yharnam dejándolos solos. Los gemelos corrieron fueron corriendo a seguir a su líder sin añadir nada.

- ¿Qué le pasa a ese? – Alfred les miró.

- La pérdida de Henryk ha hecho daño en la moralidad del grupo – Eileen giró un poco su máscara de pico hacia la bestia que ahora era Gascoigne – Acabemos con nuestro objetivo, llevamos ventaja porque él no conoce Yharnam.

Zoba suspiró mirando al suelo y bajando los hombros con desánimo. Alfred se acercó a ella y le puso la mano en el hombro.

- No te preocupes, Zoba – dijo con una sonrisa – La flor más hermosa es aquella que nace en la adversidad *, y tú lo estás consiguiendo. Estás aguantando valientemente.

Asintió despacio y se acercó a Gascoigne con cuidado y tomó su enorme brazo para incitarlo a caminar hacia el espejo. Alfred entró el primero, seguidos de la chica y la bestia y cerrando el grupo la cazadora cuervo. Al cruzar y abrir los ojos, se encontraron en una pequeña plaza en Yharnam central. Y ahora, ¿cómo encontrar a un hombre entre las calles de la enorme Yharnam?

- Y ahora supongo que querréis que nos dividamos en grupos para buscar al chiflado de la jaula en la cabeza, ¿verdad? – Valtr se cruzó de brazos.

- No tenemos elección, maestro de La Liga – Eileen se acercó – tiene la capacidad de crear trampas y convertir la ciudad en un completo caos.

- Me niego a participar en esto. Me niego a perder más hombres – Valtr les dio la espalda.

Mientras Alfred se unía a la cazadora cuervo para convencer a Valtr, Gascoigne empezó a olfatear el aire. Ahora que se había calmado un poco, podía pensar mejor y usar su ahora desarrollado olfato para encontrar a su enemigo. Se metió corriendo en un callejón ayudándose a correr con sus manos. Zoba se precipitó a seguirlo. Gascoigne encontraría antes que todos ellos a Micolash, eso seguro. Y seguramente, le despedazaría, pues en el mundo de la vigilia, Micolash no tenía tanto poder como en la Pesadilla de Menfis.

Corrió todo lo que pudo para no perder de vista la figura plateada de Gascoigne corriendo a veces parecido a un gorila, otros sólo con sus patas traseras. Yharnam de noche era un laberinto, y los monstruos aparecían. Sin embargo lo que se escuchaba, era un llanto de un bebé, pero por más que Gascoigne aguzase el oído, no conseguía encontrar la procedencia.

Mientras, en la plaza, Alfred se giró frustazo ante la cabezonería del maestro de La Liga con retirarse de la batalla sin sentido que se estaba creando. Era sólo un hombre, podrían ellos solos. Alfred se dio cuenta que ni Gascoigne ni Zoba estaban.

- ¿Y estos dos? - Alfred miró a Eileen.

- Cruzaron el espejo delante de mí – Eileen se giró - ¿Se han ido juntos?

- No lo sé... pero el cazador no está... emocionalmente estable. No podemos dejarlo sólo con Zoba, podría atacarla.

- Podría pensar que es culpa de Zoba la muerte de Henryk – ellos dos se miraban fijamente.

- Es que lo es – Valtr les dijo mientras se encendía un cigarrillo más atrás.

- Si lo piensa Valtr, por qué Gascoigne no lo haría... - Alfred miraba a Eileen con la cara descompuesta.

Al momento, Eileen empezó a correr hacia un callejón.

- ¡Separémonos para buscarles, quien encuentre a Zoba que no se separe de ella, no tiene armas!

- Maldita sea... - Alfred cargó su rueda y empezó a correr hacia otra calle.

Valtr dejó salir una risa mientras daba una calada.

- Jugarse la vida de dos fantásticos cazadores como ellos por una niñata estúpida... que perdido está el mundo... - dijo mirando al cielo.

Valtr conocía bien el grupo que estaba formando. No es una buena idea crear enfrentamientos internos, pero no escondía el odio que le tenía a Zoba, al igual que Gascoigne no escondía el suyo por Micolash, ni Eileen por Gascoigne, pues necesitaba matarle antes de que se volviese contra ellos.

- Vámonos, chicos... - dijo tirando la colilla y levantándose.

En ese momento, Yharnam fue sacudido por un gran terremoto que les hizo tambalearse un poco. Una enorme grieta se abrió cruzando la plaza y haciendo que la escultura que adornaba su centro se desmoronase en su interior. Los gemelos, incapaces de ocultar su curiosidad, se asomaron un poco.

- Chicos, tened cuidado... - Valtr se acercó un poco – Qué mierda es esto...

Alfred corría por las calles llamando a Zoba por su nombre y mirando por si la encontraba muerta, desmayada, herida. Buscaba sangre, pelo, lo que fuese. Ya pensaba encontrarla muerta y se estaba agobiando. Vio una sombra venir de un callejón corriendo.

- ¿Zoba?

La cuervo apareció a su lado.

- ¡Joder, eres tú! – dijo ella frustrada.

- Lo mismo digo... llevo un rato corriendo y nada... - Alfred bufó.

- Como no la encuentres o no llegues por tu armadura, su lentitud y tu rueda pesada, te vas a acordar de mí, Ejecutor.

- ¡No me amenaces, Cuervo! ¡Como no la encuentres te arranco las plumas!

Se lanzaron maldiciones y corrieron por caminos distintos.

Mientras, por los callejones de Yharnam, Zoba había perdido a Gascoigne al no conseguir seguir su ritmo de bestia incansable. No se le oía escuchar sus patas golpeando el suelo ni sus gruñidos. Pero el llanto del bebé sonaba, ni más lejos, ni más cerca, ni más fuerte ni más suave.

Llegó a un callejón sin salida y suspiró dejando de correr para recuperar el aliento. Se puso las manos en las caderas y miró alrededor jadeando. Hacía mucho frío y le quemaban los pulmones. Y además... se había perdido. Le dio una patada a una piedra frustrada.

- Maldita sea, Micolash... - dijo resoplando, y unos mechones de pelo se subieron con el soplido.

Lo que no sabía ella, es que ocho enormes ojos negros la miraban desde la oscuridad de la noche y bajaban por una pared silenciosamente hasta sus espaldas. La cazadora suspiró y se giró para encontrarse cara a cara con una enorme araña gigantesca que levantó sus patas delanteras enseñando sus colmillos.

Ella retrocedió con un sonoro grito y agarró su pistola, pero las enormes patas delanteras de la araña la golpearon derribándola al suelo y quitándole el arma de la mano. Retrocedió sobre sus caderas mirando cómo los colmillos de la araña se humedecían acercándose y sus enormes patas peludas la acorralaban contra un muro. Menos mal que no tenía aracnofobia... pero empezaría a tenerla en los segundos que le quedaban de vida.

Sin embargo, una oleada de disparos contra la cabeza dura de la araña le hicieron chillar e hirió sus ojos al girar la cabeza. Las balas entraron por las cuencas de sus ojos y dañaron su gran cerebro haciéndola caer delante de una temblorosa cazadora. Una sombra caminó despacio hacia su lado sin que se supiese quién le había salvado la vida.

- Tanto cazador suelto y tardáis una eternidad para acabar con un problema... - los pasos se acercaban y la sombra se acercaba al cuerpo que aparecía observando a la cazadora tirada en el suelo – Agradece que fuese una araña gigante, porque sabes que si fuese otro tipo de monstruo, no habría disparado...

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Hasta aquí la tercera parte, pronto habrá más, si así lo queréis ^^

¿Sabéis quién ha matado a la araña gigante?

Nos leemos, cazadores! ^^



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