Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El cazador y la sanadora (Parte 3) ¡Juguemos al escondite!

Pues tengo examen mañana y aquí estoy, escribiendo. Bueno, eso a vosotros no os importa, sólo disfrutad el capítulo, porque voy a empezar a liarla :3

--------------------------------------------------------------------------

Corriendo y divirtiéndose, llegaron a una pequeña capilla abandonada. Era bastante más pequeña que la de la de Oedon, y tenía un piso de arriba acondicionado para la vida doméstica de una persona con un cuarto especial donde tenía sus objetos y pasaba el rato. Pociones, algo de alquimia, objetos de magia arcana, algún arma extranjera, báculos de hechicero...

 - Siéntete como en tu casa. Nunca recibo invitados, así que... esto del orden no lo llevo muy bien - dijo cerrando la puerta con un toque de un báculo, que hizo que se rodease de un aura azul.

 - ¿Para que sirve eso? - preguntó Jack.

 - Para que nadie pueda entrar... ni salir... - dijo con un susurro y cambiando la cara seriamente.

Jack frunció el ceño suavemente al ver ese gesto serio inusual en ella, que poco le duró porque le costó seguir fingiendo, dando lugar a una risa floja.

 - Vaya cara se te pone... - decía riendo.

 - ¡No hagas eso más, me molesta!

 - Te voy a devolver todas y cada una de las veces que te burlaste de mí siendo tan inocente - dijo apuntándole con el dedo.

 - Pasarán años hasta que puedas igualarme - dijo sentándose en el sofá.

 - Tengo todo el tiempo del mundo... - dijo yendo a la cocina a por algo de comer y beber.

Jack observó el lugar con sus ojos afilados. Era un hogar para una persona, ciertamente, tal vez un sacerdote o un monaguillo en sus buenos momentos, pero estaba en un sitio elevado y desde arriba podía ver bien la aldea. Tenía una buena vista de la calle principal y de todas las Amygdalas. Su niña sabía elegir.

Luego miró las demás cosas. Un par de sillones, una mesa pequeña, una pequeña muñeca en un tocador... parecía la habitación de una niña crecida, que era justo lo que era. La habitación de las armas y su trabajo estaba cerrada, y al lado un baño. Todo era muy normal.

Ahora ella vivía sola y se ganaba la vida a su manera. Sentía claramente un vació entre los dos, demostrando que se había perdido la mayor parte de la vida de su hermanita. Ahora ella no tiene miedo, sabe defenderse, tiene amistad... y eso le daba curiosidad. Ella no se acercaba a jugar de niña con otros chicos de Yharnam si Jack no iba con ella. ¿Cómo se daba este paso?

Tenía los brazos cruzados y la mirada perdida en su pensamientos hasta que se espabiló con el ruido de unos platos en la mesa.

 - He puesto algo dulce, estarás harto de beber sangre, demasiado salada, ¿no?

 - Cuando te acostumbras la encuentras hasta dulce... - dijo acercándose.

 - Que asco... ¿te la bebes con tropezones y coágulos gordos?

Él le revolvió el pelo fuerte para que se callase. Comieron galletas y una bebida dulce, parecida a zumo.

 - Zoba... entonces... ¿ya no te da miedo nada?

Jack pudo pronunciar la frase que le daba vueltas en la cabeza. Ella le observó masticando.

 - A todos nos da miedo algo, aunque digamos que no...

 - Lo siento enana, pero soy un cazador - dijo cruzando los brazos con una sonrisa arrogante - a mí no me da miedo nada.

 - Pues de pequeño le tenías pánico al papá de Viola... - dijo observando una galleta.

 - Eso no cuenta, era pequeño. Y a ti también te daba miedo.

 - Claro que me daba miedo. Tú parecías no tenerle miedo a nada, aunque ahora me doy cuenta de que lo escondías, y las cosas que a ti te daban miedo, a mi me provocaban terror.

 - Zoba, es que... siempre estaba de mal humor, era como siete veces más alto que yo, ¡siete veces más fuerte que yo!

 - No se si estás describiendo a al señor Gascoigne o a David el Gnomo...

Sí, como habréis visto, la cronología de nuestros protagonistas es un poco posterior a la del juego, pues ellos son de la generación de Viola, niños de Yharnam que experimentaron desde pequeños lo que era la plaga. Pero como yo soy todapoderosa aquí, esto no influye para el resto de cazadores, ellos siguen con la misma edad y forma que los conocemos.

Se rieron juntos un rato. Al terminar la merienda, Zoba se quedó sentada mirando hacia la ventana. Parecía que le costaba decir algo, pero se relajó y lo dijo finalmente.

 - Hay algo que me da mucho miedo... muchísimo...

Jack la observó callado esperando que continuase. Así que aún había algo.

 - Es... pánico puro lo que siento. Pierdo las fuerzas y tiemblo, empiezo a llorar como una cría y huyo a esconderme. Son ataques de ansiedad muy fuertes. A veces me da hasta miedo salir a la calle...

Ella se puso a jugar con una de sus coletas acariciándola sin mirarle, sumida en sus pensamientos.

 - Pero... ese alguien a quien has encontrado... puede protegerte de ello... ¿no? - preguntó dudoso.

Ella giró los ojos hacia él y sonrió con calidez.

 - Ya lo ha hecho más de una vez. No está siempre conmigo porque... bueno, es complicado de contar... pero voy muchas veces a verle, o cuando tengo miedo, viene a visitarme.

 - Pensaba que me habías dicho que no recibías visitas... - dijo extrañado.

  - Es un caso muy particular, sólo ha venido dos veces... en tantos años...

A Jack le daba demasiada curiosidad esto. Zoba había medido sus palabras de forma que la identidad y el sexo de esa persona permaneciese oculta y no le miraba a la cara. Estaba muy ausente en sus pensamientos mirando a un punto fijo, poniendo una mueca de vez en cuando. Seguramente estaba recordando.

 - Bueno, dejemos de hablar de mí... también tengo que preguntarte cosas, ¿no? Yo también quiero saber en qué clase de hombre de te has convertido. Quiero saber si has hecho amigos, si has madurado, si tienes pareja, si te sigues lavando los dientes por las noches o se te olvida...

Jack dio una pequeña sonrisa y empezó a contarle a Zoba lo que ella quería escuchar: su paso por Yharnam, los bosques, Byrgenwerth, su amigo Alfred, el Sueño del Cazador con Gehrman y la Muñeca, la Pesadilla del Cazador e incluso las cámaras subterráneas con ayuda de los cálices. Zoba escuchaba feliz. Tenía muchas ganas de inspeccionar esto último.

 - ¿Crees que algún día podrías llevarme?

 - ¿A los laberintos phutumerios?

 - ¡Sí! Quiero conocer esos lugares tan míticos, dónde estaba la sangre, las conchas de fantasmas, ¡y Ebrietas! 

Jack asintió suavemente. No era una zona fácil (depende de la profundidad) y si ella no estaba dispuesta a matar algunos monstruos y debía protegerla, tal vez sería un poco pesado. Pero si Zoba, lo haría. Ella le miró fijamente frunciendo suavemente el ceño.

 - Aja... estás pensando que como yo no mato monstruos seré una carga, ¿verdad?

 - No no no no no no no no... bueno sí.

 - Puedo matar monstruos si es necesario - ella se levantó y abrió una puerta al lado - pasa a mi humilde armería.

Jack se levantó curioso porque tenía ganas de ver que había tras la puerta, y qué armas podía usar esa cría. Se quedó parado en la puerta mirando con los ojos abiertos una pared llena de armas que no había visto nunca.

 - He pasado mucho tiempo viajando y bueno... me da por coleccionar - admitió ella con una sonrisa.

Jack se acercó mirándolas. Ciertamente le sonaban, pero no eran de aquí: un cuerno de mariposa lunar, un catalizador de latón de luna oscura, una espada del caos... La pequeña espabilada había hecho un viajecito a Lordran y se trajo uno humildes souvenirs.

 - Se utilizarlos. Puedo defenderme y cruzar de zona, pero luego resucito a los fallecidos y les pido perdón mentalmente por el dolor ocasionado - dijo ella acariciando un arco.

Jack la miraba sin palabras, raro en él. ¿Con cuántas más cosas podría sorprenderle?

Esa noche se quedaron hablando hasta las tantas, sin sueño y con mucha vitalidad.

 - ¡Jack, vamos a jugar fuera!

 - Está demasiado oscuro y es peligroso...

 - ¡Mejor! ¡Vamos a jugar al escondite! - ella se levantó quitando el hechizo de la puerta.

 - ¡¿Qué?! ¡Hay bestias y no se ve nada!

 - ¡No hay bestias, ya lo viste! ¡Por favor, Jack, hace años que no jugamos!

 - ¿Al escondite tiene que ser?

 - Por favor... - ella dio pequeños saltos en el sitio haciendo bailar las coletas y puso una carita suplicante.

Jack suspiró.

 - De acuerdo... juguemos al escondite... pero sólo una ronda.

 - ¡Vale, me escondo yo! - dijo corriendo y bajando.

 - ¿Por qué? - él la siguió de cerca.

 - ¡Porque conozco Yahar'gul mejor que tú y será más divertido! - ella salió fuera y le esperó - No vale usar antorchas, ni linternas, ni mucho menos armas.

 - ¿Armas? ¿Armas no por qué?

 - Para no hacer ruido. Puede que sí que quede alguna bestia, será más emocionante huir de ella.

Jack la analizó con la mirada. Era muy raro que Zoba saliese fuera a juagar, de noche, sin luz ni armas... esto hace unos años sería impensable. Miró su cara infantil. Ella de verdad estaba emocionada. La confianza en sí misma la hace fuerte.

 - Si te parece muy difícil, puedes usar mi vestido como guía. Brilla un poco en la oscuridad.

Jack se crujió los dedos y el cuello.

 - Corre, porque no vas a durar ni cinco minutos escondida. Contaré hasta 50. Ah, y no vale ocultarse en ninguna casa.

La sonrisa de Zoba no tenía precio. Saltó ilusionada y empezó a correr despacio por la calle a esconderse. Jack suspiró y contó mentalmente. Bueno, hasta 20 o así, pues se aburrió rápido. Miraba mientras la luna y el cielo. Se sentía desnudo sin sus armas ni luz, pero al menos tenía algunos objetos con él por si se tenía que defender. Pero Zoba no se llevó las campanas en su muñecas.

Empezó a caminar en dirección hacia donde se había ido Zoba sin hacer ruido con sus zapatos durante unos minutos, mirando en todos los callejones. Tras un rato, llegó al final de la calle, que parecía el patio de una gran institución. Se asomó al portón a mirar. Era algo más luminoso, pues una luna de sangre le daba brillo. 

Justo cuando se iba a ir, vio un destello por el rabillo del ojo al final del patio. Dentro de un habitáculo, vio el brillo del vestido de Zoba esconderse.

 - ¡Oye, eso cuenta como una casa! - dijo acercándose.

Escuchó su risa divertida y entró al habitáculo. Parecía más grande, pero no estaba seguro, porque no se veía completamente nada. Lo primero que hizo fue taparse la nariz. Olía muy mal ahí dentro, muy fuerte.

 - ¡Zoba, joder, vaya sitio! - dijo buscando con la mirada el suave brillo de su vestido.

Empezó a caminar despacio hacia el fondo de la habitación donde se veía una tenue luz, subiendo dos escalones que por poco lo hacen tropezar. La luz de su vestido era lo único que le indicaba la posición de Zoba.

 - Me lo he pasado muy bien, Jack, ha sido un despiste que me vieses...

 - Vámonos, Zoba, huele fatal...

 - No habrás ganado hasta que me toques - dijo con voz infantil.

Jack giró los ojos y se acercó más tendiendo la mano hacia su vestido, pero algo se interpuso. Era otro tipo de tela, fría, polvorienta y vieja. Le dio un escalofrío de inmediato y miró a Zoba cuando su mirada se empezó a nublar.

 - ¡Sal de aquí! - le gritó a la chica.

 - Estoy bien, Jack, no te preocupes por mí... cuídate, nos veremos pronto.

Unos instantes después, Jack desapareció de la habitación.

*
*
*

No pasó mucho tiempo hasta que abrió los ojos con dolor de cabeza. Miró alrededor intentando enfocar la vista. Estaba tumbado en el suelo, en medio de un camino con unas grandes piedras a los lados con formas de calaveras. Instintivamente, se llevó las manos a la cintura a por sus armas, pero no estaban.

Se levantó sacudiéndose el polvo y su mirada se centró rápidamente en un enorme edificio al fondo del lugar, con una gran linterna naranja que brillaba con cierto movimiento, provocando un frenesí que hacía morir a las bestias del lugar. Era una escuela inmensa.

 - Me cago en mis muertos...

*
*
*

Zoba suspiró mirando el cadáver que tenía delante y le colocó bien la ropa que le agarró Jack.

 - Bueno, Jack ya está en la Pesadilla, ahora debo volver y...

Se giró al escuchar unas botas rápidas entrar a la habitación y gritó con horror y pánico. Instantes después, su cuerpo sin vida caía al suelo a los pies del cadáver que tocó Jack y desapareció en una nube de polvo negra.

 - Maldición... he llegado tarde... maldita niña...

---------------------------------------------------------------------------------------

Y así lo dejo, porque se me están ocurriendo unas ideas preciosas *risa malvada*

Es que me encanta la escuela de Mensis, la Pesadilla de Mensis, el Huésped, etc, etc, y quien me conozca sabe que no los puedo pasar por alto.

Aunque bueno, tal vez las cosas no son como estáis pensando... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro