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›«Superación»‹

Omnisciente

— ¿Pero se pondrá bien? – James preguntaba.

En la enfermería solo se encontraban tres personas, ya la gran mayoría de estudiantes heridos habían sido atendidos y los pequeños habían sido llevados a su sala común.

— Lo hará, solo hay que darle un espacio para que salga de su shock – contestó Madam Pomfrey.

La mirada de ambos se posicionó en el castaño que se encontraba sentado en una de las camillas. Remus Lupin no había abandonado ese lugar desde que James lo dejo en la enfermería, le había explicado a Madam Pomfrey rápidamente lo que había ocurrido y el porque el castaño se encontraba en un estado lamentable.

Sirius suspiró mientras que con un empujón le indicaba a James que debían de llevarlo a otro lado, tal vez si lo sacaban podría tener algo más de paz. Pero lo que no contaban era con el hecho de que Remus se encontraba encarcelado en su propia mente y que, simplemente, no podía hacer nada.

Lo único que él sentía y sabía era que quería a su castaña a su lado, que la necesitaba, pero que se había resignado a aparecer. Y algo curioso era el hecho de que ella no había ido a buscarlo, cuando siempre que algo le pasaba iba con él.

James y Sirius intentaron hacer que hablara o que dijera algo, más para ellos, Remus solo estaba ignorandolos y llorando en silencio manifestando su duelo. Después de unos minutos parecía ser que los había escuchado, por más que no hubiese emitido palabra alguna, puesto que se paró y junto con ellos empezaron a ir a la sala común.

Pero aquel iba a ser el inicio de unos días interminables para los merodeadores. Los chicos iban y venían, Remus podía ver cómo traían comida o como intentaban sacarlo del cuarto, más simplemente no podía moverse y no era porque no quería, sino que simplemente no podía.

Los chicos no habían descansado bien en todos este martirio al que se enfrentaban, se turnaban para quedarse con su amigo, para que comiera y hasta para poder bañarlo.

Pero en ningún momento lo dejaron solo.

El que antes era la madre del grupo parecía haberse convertido en el bebé de este, puesto que no hacía nada más que dormir, quedarse en un silencio perpetuo con la mirada pérdida y llorar, tanto de manera silenciosa como no. Parecía un fantasma, parecía estar muerto en vida y los tres chicos ya estaban muy preocupados por ello.

Más fue una noche en la que podría.os decir que el castaño entro en razón, que su mente se apiadó de él y sintió que era el momento adecuado para desbloquear el recuerdo que con tanto esmero había intentado borrarlo.

Remus seguía pensando en porque si castaña no aparecía, para él, no había pasado ningún día sino tan solo horas y se le hacia extraño que la.castñaa no volviese, más cuando por su mente pasó el recuerdo de su bella castaña cayendo teniendo de fondo una luz verde lo hizo reaccionar.

— ¿Remus? – escuchó la voz de duda de James.

¿Paula ya no estaba?

— Hey, hey, Lunático, tranquilo – a lo lejos escuchó también a Sirius.

¿Y su dulce castaña? ¿Por qué ella no le decia esas palabras? ¿Donde estaba?

— ¡Remus basta! – sentí como Peter gritaba, sorprendiéndonos a los presentes.

El mencionado los miró confundido,  pero en cuanto bajo la vista a sus manos supo que estaba haciendo. Los chicos habían presenciado la.primera crisis que Remus tendría, de la nada el se habia parado y comenzó a arrojar cualquier cosa que encontraba o golpearse con estás.

— No está – susurró con la voz rota – Chicos, no está – murmuró de nuevo, en un intento de asimilarlo.

Un nudo de la garganta se formó en cada uno de los presentes. La vista de un Remus confundido pareciendo destrozado había sido suficiente para sentirse peor de lo que ya se sentían.

— No pude hacer nada y ella – el castaño se agarró de los cabellos – murió.

— Remus... – intento acercarse James.

— Se fue, ella realmente se fue – repitió sin saber que más decir.

— Lunático... – intentó la misma accion Sirius, fallando en el intento.

— ¡Chicos! ¡Mierda! ¡Se fue! – Remus cayó de rodillas llorando – ¡Murió chicos! ¡Ella murió! – sintió los brazos del pequeño Pet rodealo mientras que los otros dos se quedaban parados.

Pero en lo único que podía pensar era que en verdad se fue, se fue, se fue y se fue. Ella había muerto ¿Pero por qué? ¿Que había hecho mal? ¿Que fue exactamente lo que pasó? Su mente se volvió borrosa. Y una etapa de negación y confusión lo invadió.

Su Paula no podía haberse ido de esa manera, su Paula no debía de haberse ido de esa manera. Merlín ¿Cómo había dejado que aquello sucediera? ¿Cómo habían dejado que eso sucediera?

— De verdad... ¿Se fue? – murmuró en un susurro.

— Se fue Remus – Peter asintió siendo el único capaz de poder afirmar su consulta, podía sonar frío, pero era mejor que lo asimilar para que tuviera un correcto duo – Pero a la vez no – más aún así, podía aprovechar y consolarlo a la vez.

— ¿Cómo es eso? – preguntó tal niño pequeño.

— Está aquí – dijo mientras señalaba su corazón – Y la puedes recordar con esto – mencionó mientras que sostenía su muñeca.

El afectado frunció el ceño al sentir un peso en esta, la observó mejor y pudo ver cómo una linda pulsera se encontraba allí. Recordó al instante el significado de esta y la presionó.

Ninguno de los tres merodeadores restantes pudo saber que recuerdo aquella pulsera que Paula le había regalado en su cumpleaños había traído a la mente de su amigo pero tenían la certeza de que esté había sido de ayuda.

— ¿Remus? – el mencionado movió la cabeza como un gesto que escuchaba a Pet – No seremos ella, pero estamos contigo.

Y fue en este momento, en qué los cuatro supieron que no había retorno. Se habían comprometido a estar cada uno para el otro, sin importar qué. Habían perdido ya a un ser querido y no dejarían que otro más se fuera, lucharía contra todo pronóstico y si era necesario unirse aún más lo harían, pero no dejarían ninguno de lado.

Y es por ello, que en una promesa silenciosa, siendo sus propios testigos, decidieron que era momento de madurar y batallar con lo que los podía afectar.

°•°(...)°•°

Adhara había estado desaparecida y todo el colegio lo sabía, las últimas clases antes que la cancelaran ya habían culminado y la mencionada no había aparecido en ningún momento.

No era sorpresa que todo el mundo se había enterado de lo que había sucedido, no era sorpresa entonces que Hogwarts decidieran acabar las clases antes y adelantar la salida del colegio.

Los alumnos de menores grados habían sido promovidos sin dudarlo y los de mayores grados habían tenido la suerte de culminar con sus exámenes antes de la batalla que se había dado en Hogwarts.

Por estas razones, el castillo sentía vacío, la gran mayoría de estudiantes se encontraban alistando sus maletas para poder regresar a la seguridad de sus casas, para poder estar con su familia y aprovechar los momentos con estás.

La pérdida de una compañera había sido lo suficiente para abrir los ojos a los mayores y para asustar a los menores. La guerra, aquella que entre murmullos se decía que comenzaría había dado inicio y de una forma tan radical que asustaba.

La gente en el mundo mágico se cuestionaba si es que la normalidad de sus días seguiría, sí aún podría salir a las calles y de disfrutar de alguna salida, si es que podrían decir libremente sus deseos. La preocupación que sentían los de un estatus de sangre promedio eran los más asustados, todos sabían cuál era la razón por la cual este mago se había alzado, todos sabían sus objetivos y los métodos que utilizarías para ellos, por ende el miedo que les invadía.

Pero regresando a nuestra protagonista, la desaparición de está no había tomado sorpresa a muchos, todos allí sabían la razon y lo comprendían, o eso creían. Ninguno de sus amigos leones habían tenido contacto y Sirius refunfuñaba al no poder estar con ella. Supuestamente Slughorn, como el jefe de casa que era, había hablado con ella y está le había manifestado que lo único que deseaba era tener su espacio, mas Sirius sabía que aquellas eran puras patrañas.

Había hablado con Quejicus, por más que lo odiase sabía que era la serpiente que más contacto tuvo con Adhara, estaba a punto de preguntarle a su hermano, pero sabía que era demasiado inmaduro como para poder ayudarla, y su prima Cissy era demasiada testaruda como para ayudarla. Severus había sido la única vía hacía su chica y, sorprediendolo, había respondido a sus dudas sobre como se encontraba. Le había respondido todo sin ninguna lucha, más no lo había dejado pasar a verla, que fue lo único que le fastidio más lo supo comprender cuando Quejicus le explicó el porqué.

Si bien Adhara ansiaba con todas sus fuerzas esconderse en sus brazos y poder sentir la misma seguridad de siempre, ambos estaban lo suficientemente afectados como para poder consolar al otro. Lo único que harían sería hundirse en una miseria aún peor, por lo que solo quería sentirse mejor por sí misma y por la ayuda de alguien que no se vea afectado por la ida de su gemela más lo suficientemente empático como para comprender el dolor.

Y esa persona era Severus.

Por lo que resignado había dejado de insistir, más sus sentimientos y preocupaciones nunca desaparecieron y lo único que deseaba era poder superar la partida de su amiga castaña para poder estar con su pareja. Y sí, Sirius sabía que uno de los motivos de la desición de Adha era para darle un incentivo para superar el dolor que sentía.

Pero aquel día era uno distinto, porque Adhara había abandonado su sala común, más no porque había superado la situacion, sino porque buscaba ciertos materiales y recuerdos que necesitaba para la ceremonia que en unos días se llevaría a cabo.

Sin embargo el destino estaba en contra de Adhara y su búsqueda, puesto que en uno de los tantos pasillos vio como un sigular profesor apareció en su vista. Y en el momento en que conectaron miradas, Adhara pudia apostar que el profesor la buscaba y parecía más que contento por encontrarla y ganaría.

— Creía que ya no la vería más, Señorita Jones – exclamó haciendo que Adhara se confundiera.

— Sincerandome Profesor, no comprendo el porqué no me vería más.

— Oh, es que creía que después de lo sucedido, escaparía sin más.

— ¿Y porque tendría yo que escapar? – alzó la ceja intrigada.

— Bueno, entre los dos sabemos cuál es el motivo por el cual ocurrió está pérdida.

— Profesor Gallagher, creo que en algo se debe de estar confundiendo.

El mencionasl solo soltó una risa antes de mirarla como si fuera un vencedor.

— No hace falta que sigas, sé perfectamente lo que ocultas – sonrió victorioso – Oh señorita Jones, ahora sé tu secreto.

Adhara perdió rastro de aquella estudiante confundida a los ojos del profesor y pudo notar como está aportaba un pose más intimidante y sobre todo, el aura que emitía la hacía ver cómo una astuta joven.

— Parece que superó mis expectativas – soltó – Lo descubrió, descubrió lo que tanto oculté.

— ¡Lo sabía! Ahora ya nadie te tratará como la perfecta alumna que supuestamente eres.... – festejó.

— Pero no es el único secreto que guardo conmigo, Profesor – sonrió ladina mientras se acercaba.

— Oh Profesor, usted no se da cuenta de las equivocación que tomo al enfrentarme de está manera, y... Solo – el profesor perdió todo rastro de victoria – Recuerdo claramente la conversación que tuvimos antes de la batalla, usted trajo a un amigo ¿No? – el rostro del mayor palidecio.

— Pudo ser cualquier amigo – quiso excusarse.

— ¿Justo el mismo día en qué la protección del castillo se destruyó por dentro? No lo creo.

— Nadie te creería, nadie lo haría después de que se enteraran de la verdad sobre ti.

— Oh ¿Usted aún piensa que tiene valides su palabra? – cuestionó con fingida pena.

— ¿Qué quiere decir? –su voz salió vacilante.

Adhara sonrió de lado antes de llegar a su lado, la altura entre ambos era notable,así a pesar de ser más chica que él, este se sintió intimidado a tal punto de encogerse en su mismo lugar.

— Espero que haya disfrutado su estadía en el castillo – le dirigio una mirada de solayo – Porque será la última – y sin decir nada más, con el mismo paso elegante que el profesor está seguro de haber visto en otra persona, la pelinegro salió de ese pasadizo.

El profesor Gallagher se quedó parado pensando en lo que había dicho, más en cuanto reaccionó ya era tarde, el propio director del colegio acompañado del que reconocía como el auror Alastor Moody se encontraban detrás de él.

— Buenas tardes Profesor Gallagher, me parece que tenemos una conversacion pendiente – escuchó indicar Albus.

— Usted no lo comprende, ella es una...

— Alumna extraordinaria con un muy buen futuro de autor – cortó Alastor – Sí, sabemos buena ir para gente como usted es un peligro.

— Señores, no hay necesidad de... – más antes de proseguir empezó a correr, sin darse cuenta que un fino hilo estaba en su camino, haciéndole tropezar.

Con un asentimiento de Albus, Alastor se encargó de dejar aturdido al profesor y proceder a llevárselo, los dementores ahora tendrían un nuevo sujeto con el cual entretenerse.

Y dentro del nuevo futuro residente de Azkaban, un odio y sensación de venganza creció.

°•°(...)°•°

Lily Evans

Suspiré al notar como todos los estudiantes empezaban a dirigirse hacia las afueras del castillo. La hora había llegado pero no creía estar lista para esto. El cielo estaba despejado y parecía que el sol quería iluminarnos más que otros días, pero para su mala suerte, hoy no disfrutaríamos de este bello día.

Sentí como dos manos pasaban por mí hombro y me apegaban a su cuerpo para darme fuerzas y tranquilizarme, me apoyé contra él, en serio necesitaba esto.

Ninguno estábamos con ánimos para entablar una conversación y creo que no había necesidad de hablar, ambos estábamos compartiendo el mismo dolor y tan solo queríamos que el sentimiento de soledad desapareciera.

Unos pasos se escucharon acercarse a dónde nos encontrábamos, más ignore aquello, de seguro eran simples imaginaciones mías, más una tos fingida hizo que ambos voltearamos para ver de quién se trataba.

Me tensé al instante en qué lo reconocí al mismo tiempo que sentí como mí acompañante parecía empezar a molestarse, más con una mano en su pecho lo detuve de hacer cualquier acción que tenía en mente.

¿Por qué se encontraba aquí? ¿A qué había venido?

Noté como el recién llegado miraba nuestras acciones como si le doliera, más aún así, no me provocó nada, había perdido el derecho de reclamarme algo desde que aquel insulto había salido de su boca.

— Snape, creo que ambos sabemos que no es momento para lo que sea que quieras pedirme – le dije.

— Lily, no creo que entiendas... – negué con la cabeza.

— No – lo corté – Eres tu el que parece no comprender la situación. Te he dicho que no vamos a arreglar nada y que vengas en este día con tus tontas intenciones de...

— Evans – me cortó y lo miré a los ojos sorprendida – Adhara no va a dar el discurso hoy, tendrás que hacerlo tú – indicó.

— ¿Qu-Qué? – murmuré aún anonada por el que me haya cortado sin más y que me haya llamado por mí apellido.

— Adhara no podrá, tendrás que... – iba a repetir más lo interrumpieron.

— ¿Por qué no puede? – cuestionó James – ¿Qué le has hecho?

Miré mal al miope de mí lado, si bien todos estábamos preocupados porque Adha no haya aparecido en dos días, no habría motivo por el cual las serpientes le hayan hecho algo.

— Si tan amigo de ella eres, deberías conocer sus motivos – soltó – Dirás lo necesario, ella confía en ti – dijo dirigiéndose hacia mí y se fue.

— Estupido Qujicus – soltó fastidiado James, yo solo le pude dar un codazo.

Severus ya no era mí amigo, dejo de serlo después de lo que me había llamado. Pero entonces ¿Por qué me había dolido que solo se haya acercado por Adha y que me haya llamado por mí apellido? Miré a James, quien aún mantenía el ceño fruncido y parecía insultar por lo bajo a mi... a Snape. Negué con la cabeza, no era momento de pensar en eso, era momento de pensar que diría en unos cuantos minutos.

— Lo harás bien Pelirroja, siempre sabes que decir – me animó, yo asentí mientras que me apoyaba de nuevo en él.

Merlín ¿Por qué esto debe de ser tan difícil?

En mí cabeza estaban varias ideas de como empezar aquel discurso, más otras ideas llegaban y entonces tenía tantas cosas que decir pero a la vez tan pocas. Solté una pequeña exclamación de frustración a la vez que sentía como por este sentimiento de a poco mí sentimentalismo me hacía querer llorar. Si la situación como tal me daba ganas de irme a mí cuarto y seguir llorando, el hecho de que a pocos minutos Adhara me haya avisado de algo tan importante como este discurso, me hacía querer ir a esconderme más.

Pero no culpaba a la pelinegro, no podría hacerlo a sabiendas de la relación que tiene... Que tenía con...

— Pelirroja – sentí como James tomaba de mí mentón y la alzaba para entrelazar miradas – eres una persona con una facilidad de palabras y con una empatía increíble – apoyé mí cabeza en su mano al sentir como daba algunas caricias en mí mejilla – No necesitamos de unas palabras frívolas y formales, necesitamos de aquellas que tu tan hermoso corazón quiere decir – cerré los ojos asintiendo a lo que decía – Lo harás bien, lo harás más que bien.

Quise agradecerle, más las palabras no querían salir. Atiné a abrazarlo y a sentir como él correspondía el gesto, inhale su aroma y por primera vez en estos días pude sentir como mí cuerpo entraba en una paz que hace mucho tiempo buscaba.

El tiempo era relativo, lo sabía de sobremanera, es por ello que a pesar de haber sentido que una eternidad pasó estando refugiada en los brazos del miope, la verdad era que tan solo había estado allí unos minutos, los suficientes para que al separarnos darnos cuenta que teníamos que dirigirnos hacia el lugar que tan lleno de personas se encontraba.

En el camino vi a lo lejos como Alice y Marlene se acercaban a paso lento al mismo destino, por lo que me separé de mí miope acompañante para dirigirme a las chicas, las tres compartimos unas miradas sintiéndonos vacías al notar como una faltaba, entrelazamos nuestros brazos y juntas empezamos a caminar.

Nos posisionamos cerca a nuestras amistades cercanas, nos saludamos entre murmullos y con unas sonrisas de cortesía forzadas. Al terminar con ellos mí mirada se enfrasco en buscar a un amigo en especial, no me sorprendió el no haberlo encontrado a la primera, en estos días su aspecto había cambiado considerablemente, más el hecho de que esté acompañado por Sirius y por James era suficiente para saber de quien se trataba.

Los murmullos culminaron en el instante en que el director del colegio se empezó a acercar, en sus brazos traía algo envuelto con una manta del color favorito de nuestra castaña, los sollozos no se hicieron esperar, y por cada paso que Dumbledore daba las lágrimas salían de las personas. Mis ojos se aguaron al notar como con tanta delicadeza la dejaron en la linda mesa de roble que se encontraba al frente de todos.

Esperamos unos minutos a que toda persona que quisiera dejara algún presente o mostrará sus respetos conforme a su tradición. En ningún momento los sollozos pararon y junto con mis amigas nos agarramos de las manos intentando de alguna manera mantenernos firmes y fuertes.

Conecté mí mirada con la Profesora McGonagall, se le notaba decaída más aún conservaba aquella firmeza que la caracterizaba, ella con gesto de su cabeza me indicó que tenía que comenzar. Al parecer Adhara ya le había avisado del cambio.

Suspiré andes de soltar las manos de Alice y Marlene, quienes me vieron confundidas más al ver a dónde me dirigía creo que se dieron cuenta de a dónde iba.

Sentí las miradas puestas en mí, más en lo único que mí mente estaba enfocada era en la palabras que podría decir, no había planificado nada y era esto algo que me estresaba.

Me quedé parada por un momento en frente de la mesa donde se hallaba aquella manta, con mí mano toqué el borde de la madera, suspiré para dar la vuelta y sacar mí varita. La puse contra mí cuello y murmuré el hechizo que me ayudaría para que la gran mayoría escuchará.

— No existen las suficientes palabras para poder expresar lo que sentimos ahora y sí hubiese tenido más tiempo las hubiese creado – comencé – Pero el tiempo que tenemos cada uno es algo tan efímero e incontable.

Mí mirada vago por todas las caras mientras que dudaba si lo siguiente que diría estuviera bien o no. Conecté miradas con el que había sido mí apoyo en estos tiempos y con tan solo un pequeño asentimiento supe que era lo que necesitaba para continuar.

— Nadie aquí sabe hasta qué día tendremos para crear recuerdos, nadie sabe hasta donde viviremos – alce mí mirada sintiéndome más segura de mis palabras – Lo que sabemos, es que solo tenemos una oportunidad para aprovechar al máximo los momentos, y esto es algo que Paula sabía muy bien – sonreí al imaginarmela.

» Ella demostró lo que es aprovechar al máximo las oportunidades que se le presentaban, pocas veces la veía con mal humor, en su mayoría, era porque las levantábamos de uno de sus grandes y especiales sueños que tenía.

» Nadie puede negarme que ella era la alegría en su máxima personificación, era apasionada y sobre todo, creativa. Cuántas veces disfrutamos de las muchas de sus bromas, cuántas veces disfrutamos de sus abrazos repentinos o de sus comentarios ocurrentes que los decía con el propósito de hacernos reír.

Suspiré con añoranza mientras me acercaba a la mesa y acariciaba está con añoranza.

— Paula fue una gran amiga, una gran hermana, una gran estudiante y sobre todo – dirigí mí mirada al público de nuevo – Una gran persona. Que su memoria quedé con nosotros, junto a sus bromas y ocurrencias.

» Y en los momentos más difíciles, recordemos, porque estando dónde esté, siempre nos brindará energía y alegrías. Que descanses en paz Castaña y gracias por llenarnos de alegría y...

Escuché exclamaciones de sorpresa por lo que calle ¿A caso había dicho algo malo? El pánico me invadió y busque con la mirada lo que tanto revuelto estaba causando.

Las lágrimas que había retenido en todo lo que había hablado ganaron la batalla y salieron, mientras que con una sonrisa observaba la escena.

Los mismos fuegos artificiales que el día en qué las Gemelas Slyffindor se paseaban por encima de los asientos, pero lo que más nostalgia me había causado, era que solo se encontraba el león que con tanto esmero correteaba y jugaba por encima de nosotros. Este al mirarme se hacer hacia mí, o eso creí, porque en realidad se acercó a la mesa par dar como una caricia tal cual gato que pasa por tu pierna, para luego soltar y rugido delante de todos.

A lo lejos pude observarla, estaba sonriente y con unos movimientos de su varita al parecer se encargaba de darle más vida de lo usual al león, conectamos miradas y ella solo se encogió, negué con la cabeza y seguí disfrutando del show. El león se alzó sobre nosotros y explotó, dejando birllitos caer hasta desaparecer.

— ¡Hey, hey, hey! ¡Vamosle, pongamos algo de diversión! ¡Es mí despedida y debe de ser a lo grande! – se escuchó la voz de Paula, los fuegos que aún estaban paseaban por algún que otro lado se juntaron e hicieron un camino hasta la mesa para después alzarse y explotar formando una P junto con una L combinado. Las lágrimas cayeron más mí sonrisa en ningún momento se desvaneció.

Paula, gracias por todos los momentos vividos.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

* Alcemos las varitas *

Siento lo corto que ha estado este capítulo a comparación de los demás, pero entre ceremonias de último año es lo que más pude escribir para hoy.

Les soy sincera, Paula fue un personaje improvisado, más en cuanto lo cree supe de inmediato la importancia que tendría y a la vez cual sería su final.

En fin.

¡Que tengan un muy bonito fin de año! Y de todo corazón espero que comeniencen el año de lo mejor <3

Este nuevo año va a venir a lo grande, ya acabe el colegio, ya ingresé a la universidad, por lo que preocupaciones no habrán y tiempo libre para escribir si tendré wiiiii

Solo esperemos que no me pongan de esperancita y me manden a limpiar más de lo que uno ya hace😔👊

Les deseo lo mejor de lo mejor, les mando amor y buenas vibras, tomen awita porfa

Los ama,

Una Sltyherin,
no tan Sltyherin.

¡FELIZ AÑO NUEVO!
Que la alegría abunda en su hogar
Que las esperanzas nunca
los abandonen
Y sobre todo
¡Que la magia este de su lado!

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