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›«Nadie salga de aquí»‹

Omnisciente

El día más esperado por los grados mayores e intermedios había llegado, aquel día se daría la salida a Hogsmeade que se hacía habitualmente para que los jóvenes pudieran despejarse. En este día nuestro ya tan conocido grupo bromista había planeado pasar todo el día en las tres escobas, debido a que hace más de una semana no visitaban a Rosmerta y se lo debían. Porque sí, para ellos, no haberla visitado desde hace una semana era un tiempo demasiado prolongado y necesitaban redimirse por haberla privado de su magnífica compañía.

Sin embargo, la emoción que tenían por pasar un día al completo todos juntos haciéndole compañía a Rosmerta, había disminuido después de haberle avisado a Adhara el plan que tenían, puesto que la serpiente había declinado la salida con la excusa de que ya tenía planes para la visita a hogsmeade y para la sorpresa del grupo, aquellos planes no los incluían. Si bien se sintieron indignados y mandaron a Sirius para que tratará de convencer a su pareja, no lograron hacerlo, ya que la fecha de este día era uno de los más odiados por los Merodeadores.

Era 9 de Enero.

Y un día como este hace 16 años un niño con tendencia quejica había nacido. Como habrán comprendido, era el cumpleaños de Severus Snape, conocido como Quejicus por sus enemigos.

Los Merodeadores supieron en ese instante que  la única manera en la que verían y hablarían con Adha por toda una semana sería en clase, ya que esta tenía la tendencia de pasar una semana entera con el cumplañero. Por lo que todas las juntas y reuniones que no tuviera incluido al cumpleañero del momento serían canceladas y evitadas por la pelinegra.

Claro, las juntas con todos pero solo teniendo de excepción de Sirius, porque a pesar de que aquella semana sería especialmente de su amigo serpiente, Adhara no podía descuidar de su querido León, por lo que sus encuentros por la noche no serían cancelados por la pelinegra, a pesar de que Severus se quejó de ello, solo para tener una excusa junto a Regulus de fastidiarla.

Y aún sabiendo todo ello, el grupo de bromistas, o mejor dicho uno de los líderes, no se daría por vencido tan fácilmente, por lo que en estos momentos él estaba yendo en busca de la Sabelotodo, como le había apodado,  para convencerla de que no los cambiará por Quejicus y que los acompañará por lo menos por una hora, a sabiendas que lo único que recibiría sería un gran "no" de su parte.

— No conseguirás nada Jamie – se burló Paula, quien también estaba incluida en los planes de los muchachos. ¿Y cómo no lo iba a estar? Si era la pareja del licántropo Merodeador y la primera mejor amiga de los demás integrantes.

— Se nota que no has aprendido nada en el tiempo que llevamos de amigos Valentina – Paula frunció el ceño al escuchar su segundo nombre – Tengo una gran habilidad de convencimiento.

Paula lo miró como si fuera un espécimen raro para luego reírse sin ningún filtro. James la volteó a ver indignado, mientras que los demás solo observaban la escena con una sonrisa, todos sabían que lo dicho por James no era del todo cierto, si bien puede convencer a las personas de ciertas cosas, no era una habilidad nata que tuviera, si hablamos de intentar convencer a Adha, no, claramente no lo lograría. 

Todos allí sabía que por la única persona que cancelaría los planes con Severus sería Paula, ya que la pelinegra nunca se negaba a algo de lo que la castaña le pedía, obviando claramente cuando las peticiones que involucraban arriesgar no solo su estado físico sino mental, allí Adha tenía que sacar su lado materno y tal cual una madre regañarla por aquellas locas ideas.

— Sí, habilidad de convencimiento – Paula se secó una lágrima que le había salido por las carcajadas que dió – Suerte con eso, la necesitarás – le dió unos golpecitos en el hombro al miope.

— La suerte es para los perdedores – exclamó mientras que se cruzaba de brazos.

— ¿Por qué crees que te las doy? – cuestionó divertida y está vez ninguno pudo contener la risa que lo dicho por Paula había ocasionado.

— Demasiado Astuta – señaló mientras la observaba atentamente.

— Algo se me debe de haber pegado de pasar tanto tiempo con mí gemela ¿No? – cuestionó con una sonrisa y todos asintieron.

El grupo de amigos estaba solo a unos cinco minutos de su destino, cuando notaron a un adulto que nunca habían visto en todo hogwarts. Al principio solo pensaron que debido a lo lejos que estaban no podían reconocer a quien le pertenecía aquella silueta, pero en el momento en que el hombre estuvo lo bastante cerca a ellos supieron que su primer pensamiento era el correcto.

Con un elegante caminar que imponía un aura de grandeza es que aquel señor que vestía de un traje negro acompañado de una capa y postura firme se acercó a ellos. Los chicos, sin siquiera haberlo notado, habían reaccionado poniéndose igual de rectos que aquel señor y formando una rotonda donde Peter se encontraba en el medio. Un escalofrío les había recorrido a cada uno cuando la mirada del Señor se posó en ellos y sus instintos les advertían que tuvieran cuidado. Pero como dignos Gryffindors, no se echaron para atrás y siguieron caminando sin importar que en tan solo unos pasos se encontraron y, debido a la conexión visual, tendrían que saludarlo.

— Buenas tardes jóvenes — saludó el de postura elegante.

— Buenas tardes señor —  respondieron el grupo de leones y siguieron su camino, más un suspiro de parte de aquel hombre los hizo detenerse.

—  ¿Sucede algo, señor? — consultó Remus, el mencionado sonrió, aunque los leones no pudieran verlo, y volteó hacia ellos con un rostro dudoso.

—  Oh, no es nada muchachos —  respondió con una ligera sonrisa.

—  Insistimos —  la castaña dio un paso adelante posicionándose al lado de su pareja — El suspiro es el idioma de los perdidos, o al menos eso dicen — el de porte elegante asintió.

— Y tienen razón los que lo dicen — para aquel entonces, el grupo de leones se había acercado por instinto a aquel hombre para mantener la conversación — Me encuentro en una no tan grata situación. Hace mucho tiempo que no piso Hogwarts y... 

—  Está perdido —  lo interrumpió el miope, ganándose una intensa mirada del hombre.

—  Así es muchacho — aceptó sin más.

— Si nos dice hacia dónde quiere dirigirse, podríamos ayudarlo a encontrar el camino a dónde se dirige —  Remus habló haciendo demostración de sus buenos modales.

—  Es grato encontrar jóvenes con tan buenos modales como ustedes —  el licántropo no pudo evitar sonreír por ello — Me dirijo a hacerle una visita a un buen amigo, creo que lo conocen, Albus Dumbledore  — los cinco asintieron ¿Cómo no iban a conocer a su director?

— Claro —  el miope sonrió —  La oficina del director ¿Cómo no conocerla? —  cuestionó más para si mismo.

—  Se encuentra a unos cinco pasadizos de aquí, después de pasar por el gran comedor, doble a la mano izquierda y encontrará una estatua de una águila — el ojigris habló.

— Al llegar, solo debe de decir la palabra secreta de la semana, lo más probable es que sea "Pastel de arándanos" —  continuó la fémina del grupo.

— Y si por alguna razón se desvía del camino, puede consultarle a los cuadros, le serán de ayuda —  murmuró el pequeño del grupo.

— Oh, sin duda es grato haberme encontrado con tan buenos jóvenes como ustedes —  cpaseo su mirada por aquellos cinco jóvenes, tomándose su tiempo para observarlos.

— Muchas gracias por sus palabras, Señor —  agradeció Paula.

— Pero, es tiempo de separarnos, nos esperan para la visita a Hogsmeade — James mencionó, pensando si es que llegaron a alcanzar a la pelinegra para fastidiarla por un momento.

—  Comprendo, entonces no les quito mas tiempo — Y con un gesto, el señor tomó el camino contrario al que ellos iban.

Los leones no pudieron evitar seguir con la mirada aquel hombre, sintiéndose atraídos y a la vez repelidos por el aura de elegancia y autoridad que desprendía. Dejando de lado aquellos pensamientos, siguieron con su camino.

A los pocos minutos llegaron, encontrándose con McGonagall quien los observaba con una ceja alzada.

—  ¿Por qué su demora? —  preguntó firme.

—  Ayudamos a un señor —  respondió Paula.

—  Quería ir con Dumby —  siguió James.

— Y como buenos estudiantes de Gryffindor le indicamos el camino —  completó Sirius.

— ¿Joven Lupin? — el mencionado asintió a sabiendas del porqué lo mencionaba.

—  Es cierto profesora, un señor de porte elegante nos preguntó dónde se encontraba la oficina de Dumbledore, creo que se trataba de algún mago del ministeri por la vestimenta que traía —  contestó él mientras que Paula, James y Sirius veían la escena con incredulidad.

— ¡Minnie! — se quejaron al mismo tiempo.

— Oh, por Merlín —  se cruzó de brazos — Ya les he dicho que me digan Profesora McGonagall como deberían.

—  Minnie para los amigos, Profesora —  hablaron los tres al mismo tiempo causando un suspiro de la mayor.

— Denme sus autorizaciones para que puedan ir a Hogsmeade antes de que los castigue — ordenó y el quinteto la obedeció sin ninguna broma más, no por temor a que le quitaran Hogsmeade, sino, porque querían alcanzar a la pelinegra.

Después de haberse despedido de Minnie con bromas incluidas, corrieron al carruaje que los llevaría a  Hogsmeade. Nada más llegar al pueblo, su búsqueda por la pelinegra empezó, pero al no encontrarla se dirigieron resignados hacia las tres escobas, donde Frank les pasó la vos por lo que se dirigieron hacía aquella mesa.

— Que hermosa sorpresa encontrarte aquí, Evans — sonrió James coqueto mientras le guiñaba el ojo.

— No puedo decir lo mismo, Potter —  Lily, quien se encontraba con Marlene y Alice en la misma mesa dr Frank, musitó frustrada. Aquel día iba a ser solo de chicas, pero Paula tuvo que declinar, y Alice quiso traer a su novio a la salida y, para el colmo, ahora tenía que soportar a Potter; sin duda no era la salida que había planeado.

— Vamos Lily, James, por hoy dejemos de lado las diferencias y tengamos una junta normal — Paula pidió.

— Solo si Potter se comporta — rodó los ojos la pelirroja.

— Todo lo que tu quieras, peli-peli —  se desordenó el cabello con una sonrisa.

Paula suspiró , no era la salida planeada pero por lo menos todos sus amigos estaban juntos y hasta este momento nadie había lanzado algún hechizo a otro, por lo que podríamos considerar a esto un milagro. Rosmerta se acercó a ellos a cabo de unos minutos y el ambiente tenso quedó atrás, puesto que todos allí se concentraron en la entretenida conversación que tenían con la dueña del lugar, haciendo bromas y molestándose con apodos que los no bromistas no comprendían; más la conversación tuvo que terminar porque la mayor tenía que seguir atendiendo a los demás clientes, así que se despidió de ellos sin no decirles que por aquel día, la casa les invitaba un postre, a lo que los chicos intentaron negarse, cosa difícil con Rosmerta, por lo que no tuvieron opción a rechazarlo. Siguieron conversando sin ningún piropeo de James a Lily y sin ningún intento de coqueteo de Marlene a Sirius, solo se la pasaron conversando como los amigos que eran, riendo por alguna anécdota contada o contando algún recuerdo de las fiestas que los merodeadores organizaban.

Sin embargo, el parloteo terminó cuando al escuchar el ruido de la campana que avisaba que nuevos clientes habían entrado, voltearon a ver de quienes se trataba, encontrándose con el ya conocido grupo de Slytherin. Ambos grupos conectaron miradas y un ambiente tenso inundó el lugar,ambiente que se vió interrumpida cuando una pelinegra salió de unas de las mesas del fondo del local para recibir a sus serpientes amigos.

— Ya pensaba yo que me habían plantado — bromeó con una sonrisa.

— En realidad... — Regulus comenzó pero fue cortado por Dhara.

— Ni lo menciones, vengan, Ross me cumplió mi capricho y tengo ya listo tu postre favorito Sev —  y sin decir más, jalo al mencionado del brazo ocasionando que el grupo de serpientes sonrieran y la siguieron ignorando las miradas de los leones.

— ¿Nos acaba de ignorar? — preguntó Alice sin poder creerlo.

—  Es la semana de Severus — Paula aclaró.

— ¿Semana de Severus? —  preguntó aún confundida.

— Cuando es el cumpleaños de alguien importante para Dhara, por toda una semana el cumpleañero tendrá la atención de ella, por más que no lo quiera —  contestó Peter.

— Eso no tiene sentido —  Marlene comentó.

—  De hecho la tiene —  Lily habló —  Adhara tiene amigos que entre ellos no se llevan bien y siempre busca darle el tiempo suficiente a todos por igual, a pesar que a veces se quede sin tiempo para ella misma — los que conocieron a la pelinegra asintieron conforme mientras que la rubia solo rodaba los ojos.

—  El único afortunado que se libra de esa regla es Sirius — molestó James —  NO hay noche alguna en donde no la pasen juntos ¿No es así, chucho? —  fastidió con una sonrisa picara.

— Cierra la boca Bambi.

— Aww, el chucho está avergonzado.

La gran mayoría de los leones rieron, excepto una rubia y un pelinegro. Sin más, reanudaron la conversación que previamente tenían antes de que las serpientes ingresaran en el lugar. La encargada del lugar llegó a su mesa llevando el postre que les había prometido y las cervezas de mantequilla que los chicos habían ordenado. Los chicos siguieron divirtiéndose al igual que todos los alumnos que se encontraban en Hogsmeade,lo sabían por los murmullos y risas que venían de las afueras de las tres escobas. O eso creían, porque de un momento a otro, el murmullo desapareció  y tanto por las afueras del lugar donde se encontraban tanto por dentro el silencio se hizo presente. 

Adhara fue la primera en levantarse de su mesa y dirigirse a la puerta del local, teniendo encima suyo todas las miradas de los presentes, una de sus manos se posó en la puerta y con la otra sostenía su varita. Con unos gestos, indicó los jóvenes que mantuviera el silencio y dio una mirada intensa a Rosmerta, quien entendiendo lo que quería decir sacó su varita a la espera de alguna señal de la bruja. Adhara tomó en sus manos la manija de la puerta, abriendo la puerta lentamente y salió del lugar. Los merodeadores imitaron la acción y cuando estaban a punto de salir escucharon un grito, un grito de una persona muy conocida para ellos.

— ¡Rosmerta, ahora! – el solo escuchar la exclamación de la pelinegra fue suficiente para alertar a todos.

— Expecto Patronum, llama a Albus querida – murmuró la encargada del lugar, todos observaron la luz incorpórea que salió del lugar.

Cuando los merodeadores junto a Paula estaban por salir, una explosión sonó y notaron como la pelinegra entraba apresurada mientras señalaba a las mesas donde se encontraban los estudiantes de 5to año.

—Ustedes, quedan a cargo de que nadie menor salga de aquí – ellos asintieron sin cuestionar, a pesar de no entender que sucedía

— ¿Cariño qué sucede? – se preocupó Sirius, ella negó con la cabeza cuando este quiso acercarse a ella, abrió su boca para hablar, pero antes de que pudieran pronunciar una palabra, gritos tras explosiones empezaron a escucharse.

— Están atacando Hogsmeade – contestó ella.

Y  como si aquello hubiera sido una declaración de guerra, un hechizo entró por la ventana en dirección a la encargada del lugar, pero antes de este le pudiera llegar, varios de los presentes lanzaron un protego salvándola de quien sabe que hechizo.

— Necesito cuatro grupos más, todos de 6to a 7mo año – ordenó, los voluntarios se acercaron a ella sin siquiera consultar que es lo que tenía en mente.

Sirius en esos momentos sabía que la cabeza de su pelinegra estaba a mil por hora, por lo que a pesar de sus negativas, la agarró del mano dándole un apretón para luego conectar miradas, aquel simple gesto había sido suficiente para que la pelinegra se calmara. 

Si Sirius estaba con ella, nada malo iba  a suceder.

— Escuchen, sé que tienen miedo, en especial porque casi nadie de aquí ha pasado por esto – los gritos se siguieron escuchando – pero por hoy, necesito que se concentren, hay menores por todo el pueblo y nuestro deber ahora es protegerlos – la mayoría asintió a sus palabras.

— Adhara tiene razón, hoy día no hay ningún mago con experiencia a excepción de los cinco profesores auxiliares, debemos de ayudarlos – todos asintieron a la idea de Potter.

— Bien, tu mandas, cariño ¿Que necesitas? – habló Sirius y todos dirigieron su mirada hacia Adhara.

Ella sonrió al notar como se habían olvidado por un momento de las diferencias entre las casa, y trazó un plan que todos comprendieron y acataron de inmediato.

— Rosmerta, quédate aquí, espera a que Dumbledore responda y llama a los del ministerio – la nombrada quiso protestar – Necesitamos que alguien se quede a cargo y eres la única con mayor experiencia aquí – ella asintió comprendiendo el asunto.

— Tengan cuidado, por favor.

— No te preocupes, jamás te dejaríamos sin nuestras visitas cotidianas – le guiñó un ojo Paula.

— ¿Listos? – todo asintieron.

— ¡Entonces vamos y defendamos! ¡Demostremos que ellos no debieron de meterse con nuestro paseo!

— ¡No debieron meterse con nuestros amigos!

— ¡Con nuestros compañeros!

— ¡Y en especial, con nosotros!

Y dando un grito de guerra, todos ellos salieron de las tres escobas, encontrándose con un Hogsmeade destruido y aterrorizado. Todos ellos temieron por un momento, hasta que notaron a los culpables y en el momento en que las miradas de ambos bandos conectaron, todo temor fue convertida en ira, ira que dio inicio a una lucha sin precedentes.

Los hechizos iban y venían, los grupos de defensa formados cubrían las espaldas de los grupos de rescate que iban en busca de todo aquel que necesitaba ayuda para llevarlos a las tres escobas, donde los más inteligentes de 5to curaban a los heridos siendo guiados por Rosmerta. Por otro lado los grupos de ataque se concentraban en abrir el paso y llevar a los magos atacantes a algún lugar donde no habría alumnado que pudieran lastimar. La táctica creada era fácil y efectiva, pero el único temor que Adhara tenía es sobre la capacidad que aquellos mago desconocidos poseían, al fin y al cabo solo eran unos chiquillos intentando librar con magos de quien sabe cuantos años más de experiencia. En esos momentos los que participaron del taller de duelo agradecen a Moody y a los Gemelos Prewett por las enseñanzas.

— ¡No dejes que te toque un solo maldito hechizo, James!

— ¡Vaya Paula, si no me lo decía no lo iba a hacer!

— ¡Dejen de lado sus bromas, estúpidos!

— ¡Evans, cuidado!

Lily giro alarmada viendo cómo un hechizo iba directo a ella, temiendo por su vida se quedó estática, cerrando los ojos, aceptando que era su fin sin ni siquiera tratar de evitarlo. Más lo único que sintió fue un cuerpo aferrándose a ella y llevándola al suelo.

— ¿ACASO ESTAS LOCA EVANS? – James no pudo evitar gritar – ¡No dejes de luchar ni aunque te haya caído una maldita maldición asesina! ¡Joder! – el miope se separó de ella, desviando algunos hechizos que se acercaban.

— Potter, tu... – Lily alucino, notando por primera vez al verdadero James Potter, ese del cual Paula le había comentado, ese del cual siempre pensó que era mentira.

Se quedó mirándolo, mirando como no había nada de aquel presumido egoísta ególatra y pedante James, ese que solo sabía divertirse burlándose de los demás y preocupándose por nada más y menos que él mismo. Notó como el James que estaba allí era otro, el que estaba allí era el mismo que buscaba la manera de ayudarla con sus cosas a pesar de que ella lo rechazaba, de ese que no se rendía hasta por lo menos ver una sonrisa en ella, de ese que siempre se preocupaba por sus seres queridos. Su corazón dió un brinco y a pesar de no estar en una situación adecuada, fue esta misma la que hizo que la venda que la tenía cegada se fuera por completo.

— Sí Evans, salvé tu vida – él le dirigió una mirada, una mirada llena del cariño que siempre le había profesado pero que recién lo notaba – Así que escúchame bien, jamás debes de rendirte – le extendió una mano para ayudarla a pararse – Eres alguien importante para mí, Evans. Y sé que ese no es motivo suficiente para que luches, por lo que te pido que luches por ti y por tu futuro, no hay mejor persona que pueda protegerte que tu misma, eres brillante y sé que podrás con esto y más – ella asintió, estando aún hipnotizada por los almendrados ojos de James.

— Gracias James – murmuró ella y dándole un pequeño beso en la mejilla, salió corriendo hacia donde estaban algunos niños.

James llevó una mano a su mejilla y sonrió como idiota.

— ¡Oye Romeo, tenemos compañía por aquí! – más personas empezaron a llegar.

— ¡James, Sirius tiene razón, reacciona y trae tu jodido trasero aquí! – grito Paula escondiéndose detrás de una roca para esquivar algunos maleficios.

— ¡Ni hasta en las batallas puedes controlar tus palabras, Gemela! – Adhara llegó donde estaban y con un movimiento de su varita, rompió el suelo para levantar las rocas y lanzarlas a quienes estaban frente suyo.

— ¡Ni que tu pudieras, Geme! – gritó, saliendo de su escondite para posicionarse a su lado cuidando su espalda.

El castaño negó con su cabeza y se dirigió a sus amigos, esquivando y protegiendo a los que buscaban heridos, ignorando como algo de sangre rodaba por su mejilla.

— ¡Rubia ten más cuidado, te recuerdo que soy de los tuyos!

— ¡Confirmo, Rubia tienes una puntería del asco!

— ¡Jódete Adhara! ¡Y Paula no te metas!

— ¡No le hables así a mí chica, McKinnon! – soltó el ojigris, causando un bufido de la susodicha.

— ¡Dejen sus niñerías y concéntrese! – regañó el licántropo.

— ¡Solo por ti mi Remusin! – gritaron Sirius y Paula, el primero solo por molestar.

Adhara al notar cómo les iban ganando por cantidad, intentó buscar un hechizo o algo que pudiera ayudarlos de entre todos los libros que había leído para igualar el campo de batalla.

— ¡¿Alguno de ustedes vio de Severus?! – cuestionó.

— ¡Está en Honeydukes con los de tercero!

— ¡Que alguien vaya por él ahora!

— ¡¿Qué piensas hacer, Adhara?! – preguntó Regulus.

— ¡Solo háganme caso, Severus a mí lado! – ordenó cuando lo vió.

— ¿Qué planeas?

— ¿Recuerdas el hechizo que estábamos practicando?

— Ni siquiera lo hemos probado, es algo arriesgado.

— En situaciones desesperadas se necesita de medidas desesperadas, ¿O tienes alguna idea?

— Después de esto no hay vuelta atrás, no hemos creado un contra-hechizo para los efectos que pueda causar.

— Cuento con ello – el asintió, ambos juntaron sus espaldas a la vez que levantaban al mismo tiempo sus varitas, teniendo sus brazos juntos y firmes.

Los presentes no pudieron escuchar lo que con tanta firmeza ambos magos recitaban, más no importaba lo que hubieran dicho, si no lo que aquello había causado. De ambas varitas empezaron a salir dos grandes hilos de luz que se envolvían para dar de lleno a los atacantes de Hogsmeade, una muy brillante explosión cegó a todo el bando que se enfrentaba a los estudiantes, Severus y Adha seguían juntos espalda con espalda mientras que movían sus varitas con una excelente coordinación que daba hasta envidia, todos pudieron notar como varios hilos de luz rodeaban a los atacantes y los inmovilizada.

— ¿Qué están esperando? ¡Usen el maldito Desmaius! – gritó Adhara para traer de vuelta a todos los chicos de su asombro.

Estos hicieron caso a su pedido y empezaron con dejar inconscientes a todo atacante que veían, estos al ver que estaban perdiendo, empezaron a desaparecer, la vista les dolía pero hacían un esfuerzo por intentar esquivar los rayos que salían de las varitas de los estudiantes.

Quedaban solo unos cinco atacantes cuando Albus apareció y, antes de que hiciera algo, aquellos cinco se habían juntado y desaparecido juntos. En ese momento, tanto Severus como Adhara bajaron las varitas y se sonrieron algo cansados. Habían estado utilizando la legeremancia para poder conectar sus pensamientos y los había agotado, sin contar que para haber mantenido ese hechizo tuvieron que gastar gran parte de su energía. Adhara se giró y observó cómo de a poco, los estudiantes salían de los locales donde se habían escondido, también pudo observar como los que participaron en la pequeña batalla ayudaban a otros y se juntaban entre amigos dándose abrazos.

Buscó con la mirada a su grupo de amigos y dio un largo suspiró al ver cómo todos sus leones estaban juntos y, a pesar de las heridas que podía notar a lo lejos, parecían estar bien. Desvió su mirada buscando el verde de las capas hasta que dio con ellos, sonrió alegre al ver que ninguno se encontraba en alguna situación preocupante. Le dio un empujón a su amigo para acercarse al segundo grupo, llegando allí no pudo evitar abrazar a Regulus y repetir la acción con los demás.

— Me alegra que estés bien – murmuró estrechándolo fuerte.

El pequeño Slytherin solo pudo abrazarla aún más, tanto él como todos allí tenían una ligera idea de quienes habían sido los atacantes, más ellos no habían recibido ningún tipo de órdenes y, por más que hubiesen querido, no podían haber apoyado al otro bando puesto que se delatarían solos. Todos allí sabían que la próxima reunión iba a ser demasiado intensa y el solo pensarlo les daban escalofríos. Estaban aterrados, al fin y al cabo eran solo unos críos con ideales extremistas inculcados por sus padres. No podían hacer nada más que aceptar lo que le ordenaron y cumplir con las reglas con las que crecieron, sino querían que sus familias o ellos mismos salieran perjudicados.

El director de Hogwarts haciendo uso de su gran magia comenzó con la reconstrucción de Hogsmeade, siendo ayudado por los profesores que se encontraban, por otro lado los magos del ministerio empezaron a llegar, acercándose al de barba plateada para enterarse de que había sucedido en ese pequeño y tranquilo pueblecito.  

Después de cerciorarse que todos sus queridos amigos de slytherin se encontraban bien y sin ninguna herida de gran magnitud, Adhara se dio el permiso de ir a revisar cómo se encontraban sus leones, quienes habían permanecido en grupo desde que Dumbledore había llegado.

— Gemela... — la mencionada se lanzó a los brazos de la pelinegra, ambas se abrazaron con fuerza. Se separaron un poco para revisarse mutuamente y verificar que la otra no se encontrara en malas condiciones.

— Nunca más vayas a enfrentarte sola de esa manera — Paula le exigió, si bien aquella acción había ayudado a culminar con el atentado, la menor de los Lovegood había sentido una preocupación intensa cuando notó a su gemela ponerse frente a todos aquellos magos sin ninguna protección de por medio.

— Técnicamente no me encontraba sola, Sev estaba a mi...— la mirada de su gemela la hizo callar y asintió dándole una sonrisa — Si con eso te quedas más calmada, no lo volveré hacer — Paula asintió satisfecha para luego volver abrazarla.

— Te amo, Estupida — soltó en medio del abrazo.

— Te amo, Tarada — respondió sin separarse.

— ¿Sabes Remus? Creo que ellas nos engañan y ni intentan disimularlo — comentó divertido el pelinegro.

— Concuerdo contigo Sirius, no me sorprendería si nos dejaran — le siguió el juego el Licántropo, ambas gemelas se separan con una sonrisa traviesa y se acercaron a sus parejas.

— Tienen toda la razón, llevamos años juntas — Adhara rodeó la cintura de su gemela mientras esta se apoyaba contra ella.

— No queríamos decirle por miedo a que no lo aceptaran — continuó Paula.

— Pero viendo que ya no podemos ocultarlo más... — ambas chicas se dieron una mirada llena de "pasión y amor" para luego mirar a sus parejas.

— Terminamos — dijeron ambas para luego darse vueltas y caminar juntas lejos de sus "ex-parejas".

El grupo no pudo evitar las sonoras carcajadas, las expresiones que ambos chicos traían eran demasiado graciosas. La actuación de ambas muchachas había sido tan real que temían que no fuera más que una actuación, por lo que apresurados corrieron para alcanzarlas.

Los ojos del mismo color del cielo que el Director del colegio de magia y hechicería tenía no se apartaron de aquel peculiar grupo, observó con una sonrisa como dos muchachos abrazaban por la cintura a las gemelas Slyffindor y estas reían, mientras que sus demás compañeros los seguían entre burlas y charlas. Ignoró en aquel momento al agente del ministerio y se detuvo a contemplar aquel grupo de jóvenes que tenía el placer de enseñar. Sonrió, deseando internamente que nada acabara con el grupo y con las emociones que los rodeaba. Dándoles una última mirada, regresó su atención a la charla con el que provenía del ministerio.

Pero él no era el único que miraba con tanto detalle ese singular grupo y entre el tumulto de estudiantes que paseaba de un lado a otro, nadie prestó atención a aquel singular hombre que desapareció no sin antes analizar con precisión aquella pelinegra que convocó ese hechizo desconocido para él.

•°•(...)•°•

La hora de la cena había llegado y todo el alumnado estaba en el gran comedor, más el ambiente que se sentía era diferente a los días anteriores. Los de primeros años se mostraban asustados, los de grados intermedios susurraban entre sí y los de grados mayores mantenían un semblante serio.

Las heridas que tenían algunos de los alumnos eran pruebas de que lo acontecido no era un mal chisme contado, había sido real.

El ambiente se sentía tan pesado, que hasta a los profesores se les veía desanimados, nadie parecía querer estar allí, los que habían ido a Hogsmeade ese día habían probado por un momento lo que los atormentaría en los siguientes años. Todos allí serían forzados a crecer por lo que pronto ocurriría, la guerra parecía ser inevitable.

— ¿Seguros de esto? – Remus cuestionó, mientras se acercaba un poco más a sus acompañantes, en un intento de que nadie más lo oiga.

— Lo necesitan, en especial los pequeños – Paula le respondió, mientras que les daba una mirada a los pequeños leones que no parecían ni entusiasmarse por el gran pastel de chocolate que estaba frente a ellos.

— No creo que los profesores estén de acuerdo – Peter comentó, mirando de reojo a los mencionados – Parecen demasiados serios como para querer soportar alguna broma – y tenía razón, los mayores tenían las caras más largas que habían visto en sus seis años en el colegio.

— Serán ellos los primeros en aceptarlo – debatió James – A nadie le gusta que Hogwarts esté tan callado – Peter suspiro, aún pensando que era una mala idea pero con buenas intenciones.

— ¿Por qué se demorarán tanto? – comentó la castaña ansiosa.

— ¿En serio lo preguntas? – el miope la vio con incredulidad – Hablamos de ese par de acaramelados, de seguro se entretuvieron con algo – la fémina del grupo rodó los ojos, sabía que el miope tenía razón, su gemela junto a su novio eran unos acaramelados a más no poder, pero conocía a la primera muy bien, si se trataba de alegrar a los niños sería la primera en dar todo por ello.

— Harías lo mismos si de Lily se tratará – el nombrado desvió la mirada sonrojado.

El grupo de amigos rieron.

— Más bien, ella no deja de mirar hacía aquí – Peter señaló por lo bajo.

— ¿Eh? – alzó su vista rápidamente, notando cómo es que su enano amigo le señalaba con la cabeza el lado izquierdo, donde una pelirroja lo observaba de lejos.

Lily al ver cómo es que fue atrapada, se sonrojó fuertemente antes de bajar la mirada a su plato e intentar seguir la conversación con Marlene y Alice.

— Al parecer por fin cayó en tus encantos, James – Paula comentó sonriente, acordándose de la plática que había tenido con Evans en su cuarto antes de venir al gran comedor.

Lily Evans por fin había perdido la venda, por fin notó que James Potter estaba de verdad enamorado de ella, que de verdad la apreciaba y que no era una más de ls lista. Le había costado, claro que lo había hecho, Potter había tenido que salvarle la vida para que ella se diera cuenta de la verdad que por tantos años había negado.

— ¿De verdad lo crees? – preguntó con un brillo en sus ojos, sus amigos presentes asintieron con una sonrisa.

— Parece ser que por fin se dió cuenta que a pesar de la inmadurez que presentas...

— ¡Hey!

— ... puedes ser maduro cuando quieres, en especial cuando de tus seres queridos se trata – la castaña asintió conforme con lo que su novio había dicho.

— Ahora solo dale un poco de tiempo para que lo asimile, aún es reciente y si vas ahora solo habrá retroceso – aconsejó Paula – Deja que está vez sea ella quien te busque y no al revés – le sonrió dándole ánimos.

— He esperado seis años para aunque sea tener esa mirada que me da ahora – James sonrió conforme consigo mismo – Y puedo esperar mucho más, todo lo que ella necesite para poder ser el causante de sus risas y suspiros – sonrió como tonto enamorado mientras que era observado con una sonrisa de sus amigos.

Sin dudas alguna, Potter eran experto en dar amor y provocar ternura, no se sorprenderían si su hijo fuera igual de encantador como él en todos los sentidos, al fin y al cabo, iba a ser educado por el Magnífico James Potter y, como no, teniendo de padrino al Grandioso Sirius Black, aquel chico saldría todo un rompe corazones y bromista de primera. Sin embargo, aquello se podría poner en duda si es que la madre de este niño sería Lily Evans, la cosa podría variar de sobremanera, ya que tal vez salga igual a la madre y no a al padre. Pero James sabía que de alguna manera seguiría con el legado de bromistas. ¿Y quien sabe? Tal vez su futuro hijo podría ser mejor amigo del futuro hijo de sus amigos y viceversa. Sonrío con la imagen mentalmente de Remus, Sirius y él enseñándoles a los juniors toda clase de secretos del castillo mientras que Peter sería el tío consentidor que siempre está para darle chucherías a los pequeños. Cuando se imaginaba su futuro, no podía dejar de lado a ninguno de sus amigos puesto que para él ellos eran más que eso, ellos eran familia y no podría dejarlos de lado, se sentía casi al completo con ellos y les agradecía por todo; tan solo le faltaba aquella persona dueña de sus suspiros y sería completamente feliz.

— Todo listo – el grupo entero saltó de sorpresa al darse cuenta de la presencia del pelinegro.

— ¿Y Dhara? — cuestionó Peter, dándose cuenta que la mencionada no se encontraba con él.

— En su mesa — se encogió de hombros —  Pero ya está todo preparado, nada más Dumbledore decida desaparecer la comida,  el show comenzará — todos asintieron conformes.

El único inconveniente que se podría presentar era que los profesores pararan todo con un simple arresto momentum y los chicos no podrían cumplir con la meta de alegrar a los demás. En ese instante lo único que deseaba el grupo de bromistas era que el tenso ambiente que se había visto apoderado de Hogwarts desapareciera y que volviera el ambiente alegre que caracterizaba al colegio de magia y hechicería.

— ¿Están listos? — murmuró Paula al notar una de las señas que había inventado junto a su gemela — Es  en cinco minutos —  todos allí asintieron y sacaron sus varitas mientras conjuraba algo por debajo de la mesa. Mientras que por la mesa de las serpientes, una pelinegra copiaba la misma acción que sus amigos y además se aseguraba de tener el hechizo, que ayudaría a la broma a ser más eficiente, ya preparado.

— Sea lo que estés planeando, no me involucren — Regulus comentó al notar las miradas que su pelinegra amiga compartía con los de la casa enemiga.

— ¿Eh? ¿Pero por qué? —  cuestiono algo desilusionada aunque en el fondo sabía que de igual manera el pequeño Black estaría involucrado.

— Te conozco, sea lo que harás puede que termine mal — contestó.

— Qué poca fe tienes en mí Renacuajo — se indignó la pelinegra.

— Solo, no apuntes cuando empieces a lanzar —  murmuró Severus, Adhara negó con una sonrisa, sin duda Sev siempre podía leer los planes que se le ingeniaban.

—  ¿Lanzar? —  repite confundido Regulus —  ¿De qué hablan?

—  De eso —  Adhara señaló detrás del Black menor, donde los bromistas de Gryffindor se pararon de la mesa con una bola de nieve en la mano.

—  ¡Pelea de bolas de nieve! — gritaron los cinco mientras que lanzaban a cualquiera las esferas y por arte de magia, desde el suelo empezaba a brotar nieve creando una capa gruesa por todo el piso.

— ¿Pero qué...? —  Regulus no pudo terminar cuando una bola de nieve le dió en toda la cabeza.

— ¡Vamos Reg! —  lo alentó Adha mientras se acercaba a los más pequeños de su mesa que sonreían al sentir los copos de nieve que caían del techo del gran comedor—  ¿Listos chicos? ¡A la carga mis pequeños! — gritó mientras que se paraba encima de la mesa y señalaba con su varita al lugar donde se encontraban los merodeadores estos al ver como varias bolas de nieve se dirigían a ellos intentaron escapar por lo que las municiones hechas por nieve cayó en otros leones.

Paula se acercó con una sonrisa hacia el grupo de Ravenclaws donde se encontraba su hermano y, haciendo uso del hechizo que su gemela les había enseñado, lanzó unas 20 bolas de nieve a aquellas águilas.

— ¿Juegas Hermano? — cuestionó con una sonrisa, este rió para seguirle el juego como cuando eran niños y los demás no se negaron a participar de aquella batalla.

Los Hufflepuff no necesitaron de motivación como las otras casas sino que ni bien notaron las intenciones de los bromistas por excelencia de Hogwarts se unieron a aquella improvisada y divertida guerra de bolas de nieve. Los profesores se quedaron pasmados los primeros minutos, mirando de un lado a otro como las casas se iban atrincherando y convertían del gran comedor un lugar de guerra de nieve. Cuando despertaron del shock, algunos se dejaron llevar y se unieron a su casa perteneciente mientras que otros creaban su propia trinchera y le lanzaban a todo alumno que veían.

Eran profesores, sí, eran mayores que ellos, por supuesto; pero eso no eran motivos suficientes como para no participar de aquel infantil pero divertido juego y es que, en momentos como este lo que importaba era disfrutar de los días alegres y de tener a todos juntos unidos y pasándola de lo mejor ¿De qué serviría pasarse la vida entera lamentándose o preocupándose por lo que puede pasar? Ningún estudiante y profesor de Hogwarts le daría el gusto al atacante de Hogsmeade el verlos decaídos, claro que no, toda persona que ha estudiado y se ha dejado enseñar por Hogwarts sabe que el amor y la felicidad es lo más valioso y precioso que una persona puede tener.

Podía ser que perdieran por un momento la luz del camino, pero todos sabían que solo se necesitaba de pensar en Hogwarts y en el hogar que esté era para que el sol vuelva a salir.

Porque Hogwarts era el hogar de muchos y también la luz de esperanza de otros.

Y teniendo todo esto en cuenta, la guerra de nieve duró hasta altas horas de la noche, parado solo cuando todo estudiante estaba cansado. Albus haciendo elegancia de su poder limpió todo el gran comedor y lo dejo como se encontraba antes del alboroto que se había creado. Después invitó a todos los alumnos a formar un círculo, mientras que formaba una fogata en el medio del comedor y le pedía a los elfos domésticos del castillo que por favor prepararán chocolate caliente para todos y que después les hicieran compañía.

De aquella noche se puede decir muchas cosas, como que en el círculo se pudo notar la combinación de colores de casas, como que los profesores se sentaron con ellos y comenzaron a contar sus anécdotas, como que el Profesor Dumbledore les contó una de sus leyendas favoritas mientras que con su magia creaba algunas figuras usando el fuego de la fogata del medio. Se puede contar que todos allí se sintieron como la gran familia que Hogwarts era, que los pequeños estudiantes se sorprendieron de ver a una gran cantidad de elfos domésticos y que congeniaron con ellos de inmediato. Se puede contar que la banda de música de Hogwarts se lució tocando algunas melodías que llevo a bailar a más de uno, que los fantasmas se unieron a la celebración y que se tuvieron que traer algunos cuadros para que todas las pinturas pudieran de disfrutar del momento.

Pero sobre todo, se puede decir que Hogwarts volvió al ambiente que comúnmente tenían día tras día. Al ambiente hogareño que esté desprendía.

•°•(...)•°•

La fogata había terminado y por ende el momento compartido también, el Director del colegio indicó que fueran a descansar y que no se preocuparan por las clases que tendrían mañana, puesto que las primeras horas serían canceladas para que los chicos pudieran descansar y recuperar las energías que aquella magnífica velada les había robado.

Pero como de costumbre, más de un alumno no hizo caso a las indicaciones por el profesor, por lo que sí regresaron a su sala común más no a descansar, sino a seguir con la plática con sus demás amigos o simplemente a pensar sobre lo sucedido.

Este era el caso de nuestra protagonista, quien junto a su inseparable compañero de lecturas se encontraban en frente de la chimenea que su sala poseía, ambos sentados al lado del otro, teniendo a Adha apoyándose en Severus y leyendo el libro que por en ese momento había obtenido la atención e interés de ambos.

Las respiraciones de ambos y el ruido de las hojas volteando era lo único que se escuchaba, además del crujir de las ramas de la fogata, pero a pesar de aquel agradable silencio, las mentes de ambos no se encontraban precisamente calladas. Los pensamientos sobre lo que había sucedido en Hogsmeade no dejaban de aparecer a cada rato y por consecuencia tenían que verse obligados a leer más de una vez la misma frase del libro por no estar concentrados lo suficiente. Severus fue el primero en apartar la mirada del libro para luego suspirar y mirar a su compañera.

— Te tendrá aún más en la mira – Severus le murmuró cuando se aseguró al completo que se encontraban a solas y que no habría ningún chismoso por algún lado escuchando algo.

— Lo sé – Adhara permaneció neutra, aún con su mirada en la lectura, aunque no le estuviera prestando total atención.

— ¿Y qué harás? — cuestionó preocupado — No esperes que respete tu decisión de no unirte a él — conectaron miradas por un momento —No te dejará en paz — concluyó. 

— Pues creo que haré lo mismo que hacen las personas en tiempo de guerra – el de larga cabellera la miró atento – sobrevivir – y con esa palabra dieron por terminado la charla.

Regresaron a su lectura, y a los pocos momentos empezaron a comentar sobre ella como si aquella charla no los hubiese dejado con un sabor agridulce. Hablaron sobre que habían entendido del libro y sobre lo que más le llamaba de atención de este. Se concentraron en hablar de otra cosa que no fuera de lo acontecido hace algunas horas, solo para olvidarse por un momento de la situación que los rodeaba.

Guerra.

Aquel primer atentado había sido el inicio de esta.

Lo sabían, todos lo sabían.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

7233 palabras

¡Hey! ¿Qué tal?

Espero que estén disfrutando de este maratón.

Cómo se habrán dado cuenta, estamos entrando ya a la parte en donde el sin nariz aparece.

Y solo quiero decir que ciertas cosas se han cambiado (como el ataque de Hogsmeade que sé que no ocurrió en la trama original) pero esto es un fanfic, así que espero que no haya problemas con ello.

Bueno, creo que eso sería todo. Espero de todo corazón que tengan un muy buen día y que puedan encontrar la respuesta a todas aquellas tareas que les dejan sin estresarse demás.

Los quiere y ama,

Una Slytherin,
no tan Slytherin.

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