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›«La tormenta»‹

Omnisciente

Cuando Sirius despertó sintió el relajante jugueteo que su chica hacía en contra de su pecho. Sonrío inconscientemente al notar como sus piernas se encontraban entrelazadas con las de ella y como sus brazos se encontraban rodeando su cintura. Aprovechándose de esto último, la atrajo más a su cuerpo, sobresaltándola en el acto. Se escondió en su lugar favorito, divirtiéndose al notar como la acción causó unos escalofríos en su chica, sacando un par de quejidos por el sentimiento repentino. Dejó un par de besos en la conexión de su cuello y hombro, justo en ese hueco que se formaba cuando él se encontraba allí. Las manos de su chica no abandonaron nunca su jugueteo, así que siguió sintiendo las caricias que le dedicaba con una tierna dulzura. Empezó a subir, dejando un camino de besos hasta llegar a la comisura de sus labios, intentó tentarla, pero sabía que ella no caería después de haberla asustado por su repentino acto al despertar, así que sin más, unió sus labios. Disfrutó nuevamente de la suavidad que sentía su tacto cuando sus bocas se unían, adorando el sentimiento que iniciaba una tormenta en su estómago sin siquiera preguntarle si estaba preparado para luchar hasta llegar a la orilla.

— Buenos días, cariño — su ronca voz de recién despertada fue una sinfonía para sus oídos.

— Buenos días, nena — respondió su saludo con una voz aún más ronca de la que había pensado usar.

Adhara sonrió ante ello, dejando su jugueteo en su pecho para alzar sus manos y comenzar a enredar sus dedos en el largo cabello de su chico, quién cerró sus ojos para disfrutar el masaje relajante que ella le brindaba. En el proceso, le dedicó tanto largos como cortos besos, variando entre cortas e intensas batallas por quién tenía el control, terminando en un empate cuando ambos reconocieron que era momento de ir levantándose de su cama para poder asistir a las clases.

— Quedémonos — pidió la serpiente, viendo como Sirius realmente sí estaba dispuesto a asistir a clase.

— ¿Qué? — Cuestionó sorprendido — ¿Quién eres tú y donde has metido a mi Adhara asistencia perfecta Jone? — preguntó mientras la analizaba. Adhara rodó los ojos para luego pasar su mano por la cara de Sirius, molestándolo en el acto.

— Estrella... — se quejó, parando el movimiento de su mano — Quedémonos — pidió nuevamente, esta vez en un suave murmullo junto a unos ojos de corderito, que sabía ella, el León no se podía negar.

— Star... — murmuró, conectando miradas — ¿Qué sucede? — cuestionó. Ella negó, dando a entender que no era nada.

— Sirius... — pidió alargando la última sílaba, pero el pelinegro negó — Bien — rodó los ojos para alejarse de él.

El aludido la miró extrañado, mayormente, el de la actitud como niño de cinco años era él, no ella. Más su mirada cambió a una de comprensión al ver como su Star solo se había quedado sentada en la cama de ambos, con los brazos cruzados y, estaba más que seguro, con uno de esos pucheros que hacía cuando se molestaba. Y entonces supo que se trataba de uno de esos días.

Imitó su acción, sentándose detrás de ella, para poder rodearla con sus brazos y dejar un par de besos en su hombro derecho. Sonrió al ver cómo ella intentaba mantener su postura molesta sin conseguirlo con satisfacción y él lo sabía por la pequeña sonrisa que comenzaba a brotar de sus dulces labios. Pero aun así, Sirius sentía que algo iba mal.

— Cariño... — la nombrada giró su cabeza para mirarlo — ¿Qué sucede? — pregunto por segunda vez.

— Nada — respondió — Es solo que... — negó con su cabeza — Siento que deberíamos quedarnos aquí.

— ¿Otro presentimiento? — cuestionó, dándose cuenta del ánimo de su chica.

— Algo así... — murmuró.

— Hey — la llamó, sentándose a su lado — Star, nada malo va a pasar — afirmó.

— ¿Lo prometes? — Sirius vio la inseguridad en sus ojos.

— Lo prometo — Y Adhara también lo vio en los suyos.

Pero quiso creer. Quiso confiar en sus palabras, así que cerró los ojos, disfrutando del beso en su frente que recibió de su Estrella. Y con una sonrisa compartida, ambos se comenzaron a alistarse para el largo día que tendrían.

Sin despedirse adecuadamente de su lugar.

°•°(...)°•°

— Estuviste con ella — fue lo primero que escuchó cuando llegó al salón.

Sirius lo miró de soslayo, para luego tomar asiento a su lado de manera brusca. No, el mayor de los Black no tenía ánimos de hablar con James en ese momento.

— Pulgoso, no puedes solo ignorarnos después de lo que te hemos contado — comenta, sentándose de lado para poder tener una posición más cómoda para conversar con su amigo.

El mayor de los Black se cruzó de brazos mientras se recostaba en su silla, ignorándolo por completo al comenzar a jugar con su peso y la silla, haciéndola tambalear. James rodó los ojos antes de tomarlo del hombro para que lo mirara.

— Canuto — llamó con seriedad — Por favor, debes de comprender que...

— No fastidies, Cornamenta — cortó.

— ¿De verdad crees que haríamos todo esto por gusto propio? ¿De verdad crees que no nos duele lo mismo que a ti el saber lo que ella realmente es? — ataca con preguntas.

— No fastidies, Cornamenta — repitió.

— Canuto, tan solo sé sincero contigo mismo — pidió — Mírame a los ojos y, si dices que realmente crees que Adhara no está metida en nada raro, después de todo lo que te he contado a sabiendas que jamás te mentiría con un asunto tan grave como este, te prometo que dejaremos estas suposiciones — dijo, esperando a que su amigo tan solo lo mirara.

Pero el pelinegro siguió ignorándolo.

— ¡Deja de ignorarme y escúchame, Sirius! — rogó, esta vez tomándolo de los hombros para obligarlo a conectar miradas.

Pero antes de que el pelinegro pudiera hablar, el profesor Flitwick entró en el salón, saludando a todos e indirectamente salvando a Sirius de una situación de la cual él no sabría con certeza cómo hubiera terminado. Porque Sirius confiaba en su chica, pero también en su hermano del alma. Los momentos difíciles se acercaban... los momentos difíciles ya habían llegado. Y el pobre pelinegro se convertiría en el primero en tomar la decisión entre lo que era correcto y lo que era fácil.

°•°(...)°•°

Sirius sintió la tensión en el momento en el que se sentó en la mesa del gran comedor. Quiso escapar, realmente quiso viajar en el tiempo para poder... para evitar... realmente no sabría qué hecho cambiar exactamente.

¿Tal vez la primera vez que desconfiaron de su chica? ¿Cuándo la vieron salir de un bosque hace ya dos años? ¿O tal vez la segunda? ¿Cuándo James accedió a seguir a la rubia? ¿Podría tratarse de la tercera? ¿Evitar que James y Lily escucharan esa conversación? Pensar en las veces en que había traicionado la confianza de su chica le dolía. Aún más cuando se daba cuenta que en esta ocasión, simples palabras o acciones, no sería suficiente para que sus amigos abandonaran lo que consideraban cierto.

Y como siempre, Sirius los estaba encubriendo.

No sabía porque lo hacía, o realmente sí pero no quería aceptarlo. Ellos eran sus amigos, sus hermanos del alma. Eran las personas en quienes más confiaba, a quienes había acudido cuando necesitaba de concejos...

James era la persona a la que había acudido cuando la discusión que tuvo con su madre sucedió. No podía negar que en ese momento el nombre de su chica había aparecido en sus pensamientos, pero en esa ocasión había decidido ir con James, porque sabía que el miope no rompería con su promesa de estar allí cuando más lo necesitaba. Y no es como que su Star rompiera las promesas que le hizo... pero en ese momento de desesperación, solo pudo pensar en ir a un lugar seguro.

Y James era el único que podría brindárselo.

Pensaba, en las últimas horas era lo único que le quedaba para no volverse loco por lo que ocurría a su alrededor. Sus pensamientos se volvieron en su salvación. Pensaba, Sirius se inventaba situaciones en donde enfrentaba a sus amigos para que dejaran las acusaciones en contra de su chica y terminaba perdiendo la amistad de todos ellos. Inventaba situaciones en donde accedía a escucharlos, donde ellos terminarían convenciéndolo. Y todo por lo que había trabajado, todos los recuerdos y momentos especiales que había construido al lado de su Star, se perdían.

En cualquier situación realista que se planteaba, siempre perdía.

Pero existían esos pensamientos, que parecían casi fantasiosos por las conversaciones que él tenía un claro conocimiento jamás iban a suceder. Sirius se aferraba a ellas, porque en esas situaciones, no perdía a nadie. Su amistad con los chicos no se desvanecía y su relación con su amada Star tan solo se fortalecía. Sin embargo, tales situaciones tenían tanta probabilidad de pasar como de que su madre lo aceptara nuevamente en su casa.

Dejó de jugar con su comida por un momento, saliendo de sus divagaciones para escuchar lo que ahora sus amigos decían. Tal parece que seguían en el debate de qué es lo que debían de hacer a continuación, si deberían de contárselo a los profesores o si deberían de comenzar nuevamente con su propia investigación como habían estado haciendo hace ya muchos meses.

Lo único de lo cual Sirius podía decir que estaba agradecido con ellos, era que hasta el momento no habían incluido o mencionado a la leona de cabellera rubia, porque realmente le había agarrado un disgusto. Y el pelinegro se apenaba de ello. Él recordaba vagamente como en sus dos primeros años había congeniado bien con la rubia, hasta tal punto de pensar en llegar a ser más que amigos, pero él aún no conocía a la verdadera McKinnon, por lo que grande fue su sorpresa cuando vio la persona que realmente era cuando vio la forma en que miraba y escuchó la manera en la que se expresaba de su Star.

— Tal vez podemos acudir a ella — escuchó como Alice comentaba.

— ¿Ella? — James cuestionó confundido, pero al mismo tiempo que Sirius comprendió a quien se refería, el miope también lo hizo — No puedes hablar en serio — se negó.

Sirius se lamentaba el haberla invocado mentalmente.

— ¿Por qué no? — Cuestionó la castaña — Marlene siempre tuvo la razón, ahora lo sabemos.

— No, no sabemos nada completamente claro — Remus intervino — Sabemos la conversación y damos por entendido de que Adha posiblemente está en la decisión de si unirse o no, pero realmente no sabemos si es que...

— Pensé que habíamos quedado en que ella quería reunirse con ellos — Frank intervino, en un intento de que su pareja no se sintiera tan atacada.

— Y yo de que ustedes confiaban en ella como para seguir con esto — susurró Sirius para sí mismo, sintiéndose fastidiado por todo lo que comentaban de su Star.

— Y nosotros de que confiabas en nuestra palabra — James lo cortó, con el mismo argumento que había estado utilizando todo el día para hacerle entender al Black mayor que ellos no estaban mintiendo.

Para convencer a Sirius de que posiblemente Adhara no le haya mentido, pero estaba ocultando información muy importante.

— Sin discusiones — pidió Peter — No necesitamos que una preocupación a agregar a la lista tan llena que tenemos sean los rumores — informó.

— ¿No eras el que se encargaba de que aquellos no se extendieran? — preguntó confundida Alice, el rubio asintió.

— Lo soy, pero alguien más está teniendo poder sobre ellos — les contó.

— ¿Quién? — preguntó con curiosidad la pelirroja.

— ¿De verdad es necesario aclararlo? — Cuestionó con ironía — McKinnon.

Ninguno de ellos volvió a pronunciar palabras. Sirius sonrío para sus adentros, tal vez la información que el rubio había dado fuera suficiente motivo para que no intentaran volver a unir a McKinnon a su grupo de amigos, porque en el momento en que lo hicieran, Sirius reconocía que no habría vuelta atrás.

— ¿Entonces qué haremos? Estamos caminando a ciegas sin saber que hacer — Frank comenta, jugando con el jugo de calabaza.

— Marlene sabría que hacer — Alice vuelve a comentar como si no fuera la cosa — Y, siguiendo lo que hicimos hace unos meses, nos diría que tendríamos que conseguir pruebas.

— ¿Pruebas de qué?

— Quedamos en que Adhara estaba buscando reunirse con ellos ¿No es así? — Los chicos asienten — Entonces eso es lo que necesitamos, hallar pruebas que demuestren que...

— Dhara se acerca — Peter la corta.

Sirius levantó la mirada de su plato para buscar con ella a su chica. Sonrío sin poder evitarlo, notando como ella le devolvía la sonrisa mientras seguía caminando de manera alegre hacia donde se encontraba.

— Chicos — saludó alegre para tomar asiento al lado de su pareja — Estrella — saludó con un beso.

Sirius sintió como todos los pesares que había estado arrastrando desde que se reunió con sus amigos desaparecieron con la presencia de su chica. Por lo que sin contenerse, se escondió en su lugar favorito, ignorando por completo las divertidas quejas de ella y quedándose allí hasta que reaccionó cuando, después de una pregunta elaborada por su pelinegra, ninguno de sus amigos respondió. Salió del escondite, notando como Adhara veía con algo de confusión a sus amigos y él no podía hacer nada al respecto.

— ¿Chicos? — Los llamó nuevamente, frunciendo su ceño — ¿Está todo bien? — cuestionó esperando a que alguno respondiera.

— Todo bien, sabelotodo — James indicó con una sonrisa, sorprendiendo a sus amigos.

— ¿Completamente seguro, Míster Ego? Parecen un gryndilow por las caras que traen — comentó divertida.

— Minnie comenzó con sus discursos de siempre — mencionó con el mismo ánimo, para proceder a aclararse su garganta — Ustedes han de tener conocimiento de la importancia de estos EXTASIS — imitó a su profesora.

— ¡Deberían de tomarlo muy seriamente! — La pelinegra siguió su juego — En especial usted, Señor Potter — señaló al nombrado imitando la mirada de su profesora.

— ¿Por qué justamente yo? — Se quejó James — ¡Está Sirius también! ¡O hasta Frank!

— Ni trates de convencerme que el discurso... — Adhara fingió toser mientras decía "regaño" —... no empezó por ti, Míster Ego — señaló con una mirada acusatoria.

— ¡En mi defensa, sabes que soy muy malo a la hora de transformar seres vivos en objetos! — Se defendió causando una carcajada de la serpiente — ¿No te has parado a pensar en lo que pueden llegar a sentir?

— Eres único en tu especie, Míster Ego — negó con una sonrisa.

— Muchas gracias por el halago, Sabelotodo — devolvió el gesto.

Y como si hace tan solo unos segundos James no estaba desconfiando de la pelinegra, comenzó a hablar con ella sobre el partido que se jugaría mañana. Se gastaron bromas entre ellos, siendo acompañados por los comentarios de Peter y Sirius, escuchando las risas de los demás leones que los acompañaban, sin darse cuenta que estos estaban impresionados por la naturalidad con la que el miope hablaba. Con la naturalidad que poseía al... mentir.

¿Es acaso que cuentas con un superpoder, Sabelotodo? — James recordaba haberle preguntado — ¿O es algo nato de todas las serpientes?

¿Ahora que duda tienes respecto a mi casa, Míster Ego? — había preguntado mientras tomaba un sorbo de la botella que sostenía.

Las mentiras — respondió, notando como un brillo se encendía en los ojos de su amiga — La facilidad que tienen para mentir. ¿Cómo diablos lo hacen?

Es algo sencillo Míster Ego — Adhara había sonreído, dejando su cómodo lugar junto al pelinegro, sentándose recta y cruzando sus piernas — No lo hacemos.

James recordaba que había reído a carcajada limpia, pensando que era una broma. No obstante, cuando vio que quien era su amiga mantenía una postura digna de los integrantes de su casa, cayó en cuenta que lo decía seriamente.

¿Cuánto has tomado, Sabelotodo? — Preguntó con falsa acusación — ¿Cómo uno puede mentir sin mentir?

Convenciéndote, Míster Ego — la pelinegra jugó con la botella que traía en sus manos — Si estas convencido de que estás diciendo la verdad, los demás te creerán. No es cosa de fingir, no es cosa de mentir — cada palabra parecía ser saboreada por la serpiente — Es de convicción. Y de saber trenzar tus redes, claro está, para que en el momento en que uno caiga, tengas de donde sujetarte.

Adhara le había sonreído con una arrogancia que muy pocas veces había visto en ella. James recordaba como si hubiera sucedido ayer, la forma en la que se había quedado prendido de su mirada. La serpiente se había visto tan... tentadora, que fácilmente se olvidó de todo lo que a su alrededor existía. Hasta que, con una sonrisa provocadora, y guiño de su parte, el aura que le rodeaba desapareció. Adhara tomó nuevamente su postura relajante mientras se acurrucaba en su amigo, quien al notar que su Star había terminado la charla que tenía con el miope le dio un beso en su frente, antes de seguir charlando con Jordan, en una conversación sobre Quidditch que al final Adhara también se unió

Más dejando de lado una conversación que los apodados Sabelotodo y Míster Ego tuvieron en una de las tantas fiestas que junto a sus demás amigos organizaban, hablemos de cómo ahora James se sentía mal pero no lo demostraba.

James se había convencido de que todo estaba bien. Que la conversación escuchada no existía. Ni tampoco la planeación de investigaciones nacidas de sus dudas. El único hijo de los Potter comenzaba a construir sus propias redes, tirando de ellas para cambiar el tema, ocultando el inicio de su trenza de la pelinegra. Porque el león comenzó a utilizar el veneno que la serpiente le brindó, olvidándose que ella no podía caer ante su propia mordida.

— ¡Jone! — Las sonrisas se apagaron — ¡Se nos hace tarde! — exclamó su compañero de casa.

La pelinegra rodó los ojos, escuchando un abucheo provenir del miope.

— Bueno, esta serpiente se retira — comunicó Adhara, señalándose divertida.

— Abandonándonos nuevamente por las serpientes ¿Deberíamos sorprendernos? — James comentó con una fingida ironía que no se sintió como tal.

— ¿Nos vemos después? — Sirius pregunto, esperando que su chica no se diera cuenta de las dobles intenciones que tenía su amigo al dar tal comentario y deseando poder recibir una respuesta afirmativa.

Pero bajo las miradas atentas de los leones, Adhara negó.

— El profesor Slughorn me ha pedido que le ayude en el inventario — informó a su chico — Y sabes bien que le gusta hablar de los tantos conocidos que tiene y que sería una gran oportunidad que pudiera conocerlos — Adhara notó la forma en que el semblante de su pareja decayó un poco.

¿A caso se habría olvidado de algo? No lo creía, ella había revisado una de sus agendas y ninguna le indicó que ese día existiera algún evento de gran importancia. Así que, descartó la idea, pensando que solo se trataba del deseo de su chico de pasar más tiempo con ella, por lo que se acercó a Sirius, apoyándose en la mesa de la cual ya se había levantado, para poder juntar sus labios con los de su estrella.

— Después te lo compensaré — murmuró mientras le daba un guiño.

— ¡Se hace tarde Jone, él no es de ser paciente! — gritó nuevamente el chico, causando un gruñido de la pelinegra.

— Nos vemos después Estrella, lo prometo — los labios de la pareja se rozaron cuando la fémina habló — Chicos — se despidió de ellos con una sonrisa.

Se alejó de sus amigos manteniendo su sonrisa, acercándose a uno de los integrantes del equipo sustito, sabiendo que debía de ir con ellos a entrenarlos por si algo sucedía en el partido del día siguiente.

Pero antes de que llegara a la mitad de su camino, giró de manera brusca. Había sentido como si la estuvieran analizando, como si estuvieran juzgando cada uno de los pasos que daba. Pesada se sintió cuando conectó miradas con el grupo de leones que eran sus amigos, atrapándolos con sus miradas examinadoras. Ellos se asustaron, lo supo porque al ver que fueron descubiertos, apartaron sus miradas sin dudarlo, comenzando a hablar entre ellos. La confundió, no pudo distinguir si tan solo se trataba de alguna conversación que habían tenido sobre su persona o si se trataba de algo más.

Y por más que ellos habían presentado las mismas miradas que ciertas chicas le dirigían cuando pasaba por su lado, alejó sus inseguridades, tomando camino nuevamente hacia la serpiente. Ella no podía pensar ni dudar de sus amigos. Lo más probable era que estaban planeando alguna sorpresa, lo más seguro, con relación al partido que tenía contra los tejones.

O de eso, ella quería convencerse.

— Hablaron de un él — indicó James, en cuanto la pelinegra salió del gran comedor.

— No creo que se trate de ese él, James. Sería demasiado sospechoso decirlo en voz alta con tanta gente escuchándolos — Lily comentó, intentado tranquilizarlo.

— Tiene entrenamiento — Sirius comentó parando las suposiciones de sus amigos — Si se acuerdan que mañana tiene partido ¿No es así?

— ¿No había entrenado con ellos ayer? — Frank indagó.

— Sí, pero no con el equipo sustito — el pelinegro se encogió de hombros.

— Sirius, sabemos que no quieres que sigamos con esto, pero fingir que... — intenta hablar Remus.

— ¿Tan convencidos están de que les mentiría? — cuestiona sintiéndose indignado.

— ¿Por qué no lo harías? — James aprovechó nuevamente — Lo haces con ella ¿No es así? No le has dicho nada de lo que te contamos ayer.

Es diferente — murmuró entre dientes.

— No lo es y lo sabes, Sirius — el miope conectó miradas con su hermano del alma — Hay una razón por la cual no se lo has contado, hay una razón por la cual sigues aquí aun cuando te niegas a unírtenos...

— James, para — ordenó.

— No. Porque puedes negarte y fingir que nos estas ignorando. Pero tanto tu como yo sabemos que ya decidiste en quien vas a confiar — afirmó, creyendo tener la razón.

Y la tenía, pero ninguno de los bromistas quiso afirmarlo.

El grupo que creían saberlo todo dejaron de lado la conversación al ver como el pelinegro nuevamente los ignoraba. Ellos se centraron en la planeación de lo que harían a continuación, debatiendo si era necesario o no la ayuda que cierta leona de pelaje rubio podría brindarles. Teniendo en cuenta que por más temas cuestionables que conversaban, Sirius seguía con ellos. Haciendo morisquetas y gruñendo como un perro de vez en cuando, pero estando atento a escuchar todo lo que salía de sus bocas.

Porque allí, sentados en la mesa de su casa, ellos confiaban que se veían como si estuvieran charlando o planeando una broma, como era típico en ellos. Sin darse cuenta que sus caras, posturas y morisquetas eran más evidentes de las que podían imaginar. Porque recordemos que eran leones. Y como tales ellos representaban lo que sentían, Ellos no se atreverían a fingir o maquillar sus verdaderas intenciones, porque de ser así, estarían fallando a la lealtad que tenían hacia sí mismos.

Y él observó todo desde su mesa, disfrutando de la función que apenas iniciaba.

°•°(...)°•°

— Esto no se siente bien.

— ¿Y acaso está bien que ella se junte con los mortifagos?

— Marlene... — regañó Alice.

— Bien — rodó sus ojos.

Lily suspiró, manteniendo su postura encorvada. Las tres se encontraban bajo la capa de invisibilidad que James les había prestado para llevar a cabo lo que planearon. Siguiendo las instrucciones que el mencionado les dio, y también por los recuerdos de Lily, las tres leonas llegaron a la puerta de la sala común de Slytherin.

Hace ya varios minutos habían dejado de escuchar la voz de su compañero Jordan, quien narraba los hechos del partido de Quidditch al cual no estaban asistiendo. Y lo único que sus oídos captaban eran sus respiraciones y el ruido de los pasos que su caminar daban.

Marlene fue quien dijo la clave sin titubeos. La entrada a la sala común de las serpientes se abrió y las tres entraron despacio, dándose cuenta que todo el lugar estaba desértico. Alice, Lily y Marlene agradecieron internamente el fanatismo que Hogwarts tenía por el deporte más famoso que se practicaba en el mundo mágico. Entraron, admirando momentáneamente el ambiente que la sala común de las serpientes ofrecía. Lily tan solo había podido observar pequeñas partes cuando era amiga de Snape en los momentos en que lo acompañaba a recoger algunos libros, pero tales avistamientos, no tenían comparación con el completo panorama que tenía al estar dentro.

— Es muy... — Alice intento describirlo.

— ¿Pomposo? — Marlene intentó completar por ella.

— Elegante — pareció meditar por un rato — Y oscuro — completa.

— Se ubica en las mazmorras, Alice. Es normal que sea algo oscuro — Lily comenta con diversión.

— Bien, movámonos. Antes de que el partido termine o alguien ingrese — señaló Marlene, para comenzar a dirigir la caminata hacia las escaleras que, según las indicaciones de James, las llevarían hacía los dormitorios de las chicas.

Las tres llegaron al pasadizo, caminando hasta una de las últimas puertas que sabían poseería el nombre de su amig—... de su compa—... de Adhara. Lily sintió nuevamente un dolor crecer en su pecho, pero lo ignoró ante la exclamación de Alice diciendo que había encontrado la puerta.

— ¿Estamos seguras que no tiene ninguno de esos trucos de Jone? — preguntó Marlene.

— Según James, no. La última vez que vino para hacerle una broma, no sucedió nada — respondió Lily.

— ¿Y esa broma hace cuánto fue? — la rubia nuevamente pregunta.

— ¿Tres años? — responde con duda.

Las dos chicas la miran con incredulidad en sus ojos, pero ella no tiene otra opción que encogerse de hombros.

— Bien, tan solo esperemos que nada nos suceda o ella se enterará de lo que hacemos — Marlene suspira, tomando la manija para proceder a girarla con lentitud.

En el momento en que se abrió, las tres chicas cerraron sus ojos, temiendo que algo sucediera. Pero nada de eso paso. Abrieron sus ojos, encontrándose con una impecable habitación, o eso parecía al principio, porque en el momento en que entraron, Lily sonrió al ver en una esquina una silla con un montón de objetos apilados uno encima del otro.

— No es tan ordenada como dicen — menciona Alice divertida, viendo lo mismo que la pelirroja.

— Es porque sabe aparentar bien — Marlene murmura para sí, pero por el silencio de la habitación, ambas chicas la escuchan.

Lily y Alice comparten una mirada, suspirando rendidas, sin hacer ningún comentario.

Marlene.

Marlene McKinnon era un tema muy... complicado de tratar en el grupo de los leones. Pero, no necesariamente por los integrantes, sino que la misma rubia se mostraba algo distante y, hablando con la verdad, no podían culparla.

Desde un primer momento, la rubia siempre se mostró reacia a la serpiente y sus más íntimas amigas jamás le hicieron caso. Luego de Paula, y el sufrimiento que habían pasado, las tres parecieron unirse mucho más, hasta que llegó la primera vez en que la rubia saco a relucir la investigación en la que trabajo por casi seis meses, donde las chicas cortaron relación con ella. Pero después y, por aceptación de James, decidieron darle una oportunidad a sus investigaciones, hasta que Remus cortó con todo eso y, nuevamente, Alice y Lily decidieron no volver a entablar más que palabras corteses con ella.

Y ahora, después de unos meses, volvían a ella, en búsqueda de ayuda.

— Bien, se supone que estamos buscando un libro ¿Cierto? — cuestiona Marlene.

— Así es, según lo que Remus dice. Ella siempre para con un libro del mismo tamaño.

— ¿Mismo tamaño? — repite Alice confundida.

Lily suspira, sintiendo el mismo dolor que poseía desde que el plan se estaba llevando a cabo.

— Ella me contó que a veces camuflaba sus libros. En especial, aquel en donde escribía prácticamente toda su vida. Remus también menciona que le dijo lo mismo, por lo que llegamos a la conclusión que debía de tratarse de ese pequeño libro que tiene una tira de tela como separador y con un encuadernado mayormente elegante — les explica.

— ¿Lo ves por algún lado? — cuestiona Alice.

Lily comienza a observar con atención toda la habitación. Puede ver entre las paredes, un pequeño estante con elementos para pociones. A su vez, otro en donde se encuentran libros con varios marcadores y... algo dentro de ella vuelve a doler. Su vista queda pegada al espacio que existe delante de los libros guardados, donde hay una foto en específico que ella recuerda bien. Así que, sin importarle las miradas de sus amigas, se acerca al librero para tomarlo en sus manos y observarlo.

Recordaba ese día, se trataba de una de las primeras visitas de Adhara a su casa. Lily y ella llevaban hablando por cartas regular tiempo, por lo que quedaron en salir a pasear en algún centro muggle cercano a la casa de la pelirroja. Ese día, querían darse un momento para profundizar más en su amistad, puesto que las únicas veces que se juntaban era cuando Snape estaba presente, así que tomaron la salida como una oportunidad de conocerse más como un dueto. Habían disfrutado tanto, que la pelirroja recordaba, como Adhara tuvo que quedarse a dormir en su habitación porque ya era muy tarde como para que ella regresara a dónde vivía. Esa noche, habían hecho de todo menos dormir. Y como muestra, estaba la foto que se habían tomado con la cámara muggle de Lily. Una foto donde, si bien se veía borrosa por culpa del movimiento, se lograba observar a una joven pelirroja recostada sobre una pelinegra, ambas con unas gafas que Lily no recordaba de donde habían sacado, posando como si fueran unas divas ante la foto.

Sonrió con nostalgia, recordando más momentos. Parecía que aquella foto fue como un desencadenante, causando que muchos otros recuerdos que había construido con Adhara comenzaran a invadir su mente, sin dejar de aparecer uno tras otro y tras otro. La pelirroja tan solo se libró de los recuerdos cuando sintió como alguien le tomaba del brazo.

— ¿Lily? — Llamó con duda — ¿Estás bien?

— Sí, yo solo... — no supo cómo expresarse.

— Está bien — Marlene apareció en su campo de visión, con una mirada que parecía comprenderla — Estarás bien, duele menos con el tiempo — se encoge de hombros.

— ¿De qué hablan? — cuestionó Alice confundida.

Marlene le sonrió después de mucho tiempo, para luego tomar la foto que Lily tenía en sus manos, poniéndola en su lugar, asegurándose que no pareciera que hubiese sido tomada.

— El dolor de sentir que la traicionas — contesta ella, viendo la foto de su amiga con la serpiente — Disminuye con el tiempo — se encoge de hombros — Y en el momento en que te das cuenta que valió la pena la decisión que tomaste, ya no lo sientes.

— ¿Cómo sabes eso? Nunca fuiste cercana a Adha.

— Pero ella a ustedes sí — responde — Y de cierta forma, se sentía que las estaba traicionando al hacerlo a sus espaldas.

Ambas quedan mudas sin saber qué decir, porque realmente no había nada que decir. Marlene asiente silenciosa, antes de darse media vuelta para seguir buscando por la habitación de la pelinegra algún objeto sospechoso.

— ¿Viste algo más, Lily? — pregunta Alice.

— No, pero creo que... — Lily se calló al escuchar pasos.

°•°(...)°•°

— ¡Parece que las cosas se les complica a las serpientes! — Jordan comenta con entusiasmo — No podemos negar que sus buenas formaciones han servido de mucho siempre y cuando la capitana del equipo los lidera — relata — Pero los tejones se han dado cuenta de esta debilidad, porque sus golpeadores, bien posicionados estratégicamente, no paran de lanzar la Bludger hacia Adhara Jone, quien ya ha recibido algunos golpes más ninguno tan fuerte como para derribarla de su escoba — comenta y las serpientes no se lo piensan ni un solo momento para aplaudir ante lo último dicho, en un intento de darle ánimos a la capitana de su casa.

— Esos idiotas ni siquiera hacen el intento de defenderla — gruñe Regulus.

— Es por el entrenamiento anterior — Nott le comenta — ¿Recuerdas que la capitana los hizo practicar con cuatro bludger?

— No puedes decir que no se lo merecían.

— No te lo niego, pero ahora esta es su venganza — responde, antes de irse volando rápidamente hacia uno de los aros.

— La quaffle queda en manos del guardián de los Slytherin, quien se lo pasa de manera rápida a Bole, cazador de Slytherin. Bole sobrevuela mientras que Vanity y Jone comienzan a abrirle paso. Un cazador de Hufflepuff se acerca hacia ellos, pero Jone toma la delantera para encararlo y, en un rápido movimiento, se alza causando que la bludger que la perseguía choque con el jugador — las personas de las gradas se unen en un conjunto "auch" — El partido se para momentáneamente para confirmar si es que el jugador de Hufflepuff se encuentra bien...

— No puedo creer que haya hecho eso — James comenta frunciendo su ceño.

— ¿No recuerdas la misma táctica que utilizaste en tu partido con Ravenclaw? — Sirius salió a defensa.

Peter rodó los ojos, a sabiendas de la posible "conversación" tensa que entre ambos se formaría.

— No es lo mismo, la águila estaba a mi lado, no delante mío — respondió el miope.

— Yo lo veo igual y, por si te diste cuenta, regresó para ayudarlo a llegar al suelo — Sirius indica, señalando con su mirada a su pelinegra, quien se encontraba al lado del Hufflepuff, asegurándose de que se encontrara bien junto a la profesora que estaba de árbitro.

— Eso no quita lo que...

— Chicos — Remus los interrumpió, ganándose unas serias miradas que Peter no supo cómo el licántropo pudo soportar — ¿No les parece raro que los golpeadores de Slytherin no la ayuden? — Sirius bufó ante ello.

Oh, claro que tenía una idea sobre porqué esos idiotas no estaban cuidando la espalda de su Star. Regulus se lo había comentado y, después de que entre los hermanos Black atacaran con preguntas a Adhara momento antes del partido, ella misma les había contado que había aumentado la dificultad de los entrenamientos de esos dos por los comentarios que decían sobre su persona.

— Son idiotas, por eso lo hacen — contestó ante la duda de Remus.

— Gracias por la respuesta, Sirius, nunca había oído alguna con tanta justificación como la tuya — el pelinegro rodó sus ojos ante el sarcasmo de su amigo.

— El juego se reanuda. Bole mantiene su posición con la quaffle, los jugadores de Hufflepuff se le acercan pero emprende vuelo alejándose de ellos.

— ¿Quieren la quaffle? — se burla la serpiente, manteniendo su vuelo. Los tejones tan solo se quedan callados — Pues aquí la tienen — para de manera abrupta.

— Bole se detiene de manera repentina, alzando con sus manos la quaffle como si se los lanzaría a los tejones, pero Jone pasa por encima llevándose la quaffle.

— Ups, creo que me la quitaron — la serpiente sonrío antes de pasar por medio de los cazadores como su capitana le había indicado.

— ¡Te dije que funcionaría! — Adhara le grita a su compañera.

— Sí, sí, ahora concéntrate — Vanity le corta — Tienes una Bludger a las 7 — le indica, Adhara asiente mientras que observa el panorama.

— Vuelta al aro — indicó — Mantente en el medio de los tres.

— ¿Lo mismo que con el cazador? — Cuestionó divertida — Te van a acusar de maltratadora de tejones — se burló.

— Oh, como si fuera mi culpa que ellos se encaprichen conmigo. ¡Suficientes golpes he tenido! — se queja la pelinegra en una risa.

— Jone sobrevuela el campo y se dirige hacia los aros, el guardián se acerca a ella pensando que lanzaría pero la pelinegra gira de inmediato para rodear los aros. ¡Una bludger golpea al guardián de Hufflepuff! Jone pasa la quaffle a Vanity quien lanza y ¡Anota! — los integrantes de Slytherin celebran.

Sirius sonrió mientras aplaudía, ignorando las miradas de sus compañeros de casa. Aprovechando que el partido había tenido un pequeño tiempo, Adhara sobrevoló las gradas de los leones solo para fastidiarlos y de paso, saludar a su novio con un guiño.

— Después del muy notorio coqueteo que Jone dio para un integrante de Gryffindor del cual no sabemos para nada su nombre — Jordan comenta sarcástico, recibiendo una mala mirada de la profesora — ¡Pero Minnie, no he dicho nada malo! ¡Hasta Adhara lo sabe! — exclama señalando a la nombrada, quien para su vuelo para mirarlos y asentir concordando con Jordan.

— ¡Jordan tiene razón, Minnie! — le dice para buscar con la mirada a un pelinegro.

Las gradas rieron ante la situación. La pelinegra sonríe ante eso, dándole una mirada a Regulus cuando lo encontró. El Black menor asintió, comprendiendo que su amiga quería conseguirle el tiempo suficiente para que pueda encontrar la snitch.

— Después de la defensa de la capitana de las serpientes hacia mi persona, que por cierto, si te aburres del Black estoy disponible para ti — Adhara giró su cabeza para verlo fijamente, antes de negar e irse volando sin darle una respuesta verbal — ¡Oh, vamos Jone! ¡Somos muy buenos... No, Profesora! ¡Ya paro, ya paro! — Jordan dice, sujetando con fuerza el micrófono que la profesora quería quitarle.

Sirius notó como su amigo rodó los ojos, por lo que se preguntó si realmente no era James el que estaba saliendo con su chica por la reacción que tuvo. El buen humor que tenía desapareció por un instante. Pero al pensar en las parejas, recordó que no había visto a ninguna integrante del, nuevamente, trío de leonas. Ladeó su cabeza antes de buscar por las gradas alguna cabellera pelirroja, castaña o rubia, sin llegar a encontrarlas.

— James — lo llamó, el aludido volteó a observarlo — ¿Dónde está Lily? — fue directo.

El apellidado Potter se puso nervioso, pasándose su mano por su cabello en un intento de pensar qué responder. Pero en cuanto abrió su boca, unos aplausos resonaron de las gradas de los tejones. Ambos afinaron sus oídos, prestando atención a lo que Jordan narraba. Tal parece que una bludger había golpeado a Adhara y, a pesar de que se notaba bien, fue lo suficiente fuerte como para que soltara la bludger y tenerla distraída por unos cuantos minutos. Así que aprovechando la situación, Hufflepuff anotó. Pero nada de ello fue suficiente para que los dos chicos separaran sus miradas del otro, porque James se había delatado.

Y Sirius lo sabía, claramente sabía que habían planeado algo.

°•°(...)°•°

Las tres chicas comparten miradas de pánico, y lo más rápido que les fue posible, se juntaron para esconderse bajo la capa de invisibilidad. Estando cubiertas por ella, empezaron a rezar a Merlín porque la persona poseedora de los pasos que escuchaban no estuviera yendo en dirección a la habitación donde se encontraban.

Para su muy mala suerte, la puerta se abrió, dejando pasar a una figura encapuchada. Las chicas la observaron, notando como esa persona parecía tener la misma duda de entrar a la habitación que ellas habían presentado. Finalmente, después de unos segundos, la persona da un paso ingresando a la habitación. Y, bajo las confundidas miradas de las tres leonas, el lugar tomó un tono oscuro, como si la presencia de la persona ensombreciera el lugar.

— No te asustes — Lily palideció — Sabes que ella te confió... — pero antes de que pudiera terminar de hablar, la intrusa cayó al suelo.

— ¡Lily! — exclamaron alertadas las dos chicas, viendo como su amiga tenía su varita extendida.

— ¿Por qué lo has hecho? — cuestiona Alice confundida.

— Yo... — Lily les dirige una mirada antes de concentrarse en la encapuchada — Es que... Ella estuvo en la conversación — responde a sus amigas.

— ¿De qué hablas? — Marlene frunce su ceño — ¿Estas completamente que ella estaba en esa reunión?

— Es su... Es el... — titubea, por lo que suspira, intentando encontrar la calma que necesitaba —Es el mismo tono de voz de la chica a la que escuché — responde la pelirroja, esta vez más segura.

— Bien — asiente la rubia — Veamos de quién se trata entonces — menciona, mientras que saca su varita.

Las dos leones observan cómo, de manera delicada, la magia de Marlene da la vuelta a la encapuchada, dejándola boca arriba. Y es Alice quien se acerca, también con su varita, para retirar la capucha y el cabello que tapaba la cara de la intrusa.

Todas contienen su respiración al instante.

Es entonces donde los recuerdos de los sonidos que no reconoció Lily en un primer momento parecen cobrar sentido. Obtienen sentido al ver un moretón en el ojo de la encapuchada al igual que el hinchazón que presenta en su labio, el cual cuenta con una costra por una herida que parece infectada.

¿Qué—?¿Por qué? — Lily escucha en su mente la voz entrecortada de la encapuchada.

Porque soy una traidora — Esa fue la voz de Adhara, de eso no tenía duda. Pero antes de ello, la pelirroja sabía que había escuchado una especie de murmullos y un sonido como un destello al que había ignorado en su momento.

Lily ya no entendía, simplemente no comprendía. Adhara había intentado curarla, de eso estaba segura, de eso quería estar segura. ¿Si la curó, entonces por qué decía ser traidora?

— Tenemos que abandonar el lugar antes de que despierte — Marlene habla con miedo, sacándola de sus pensamientos — No la reconocen ¿Cierto? — cuestiona ante las miradas de sus amigas.

— ¿Deberíamos reconocerla? — pregunta Alice.

— Es una de las mortifagos identificadas — responde Marlene — Se le acusa de haber sido participe en un atentado contra una familia muggle.

— ¿Qué...? ¿Pero cómo ha podido entrar? Nadie puede aparecerse en Hogwarts — afirma lo que sabe.

— ¿Recuerdan el atentado del año anterior, cierto? — la rubia las mira con seriedad — Han encontrado una forma y se están aprovechando de eso.

— Debemos... — intenta hablar la castaña.

— Si avisamos a los profesores, nos preguntarán por qué estábamos en la sala común de Slytherin — interrumpe Marlene — Y si quieren mantener en secreto su desconfianza hacia Adhara, tendremos que ser rápidas en buscar lo queremos y abandonar este lugar.

— Pero...

— Marlene tiene razón — cortó Lily, sin sonar totalmente segura de ello — Debemos de buscar el libro y abandonar este lugar — esta vez sonó más segura.

Alice la miró con duda para luego asentir.

Así que, mientras Marlene se encargaba de dejar a la mortifaga en el lugar donde se había quedado antes de que cayera por el hechizo que le habían lanzado, Alice y Lily se encargaron de buscar entre los libreros y objetos que la pelinegra tenía en su habitación. Pero en todo el momento en que Marlene se enfocó en dejarla tal cual para que, antes de que salieran con un obliviate modificaran sus recuerdos y usarían un enervate para traerla devuelta, sus dos amigas se habían quedado observando ciertos objetos que les habían llamado la atención.

— ¿Chicas? — las llamó, notando como Lily parecía sostener otro marco de foto mientras que Alice tenía en sus manos un libro.

Frunciendo su ceño, con un toque a su cuerpo, Marlene las hizo traer de vuelta a la realidad.

— ¿Qué sucede Marlene? — preguntaron ambas, dejando de observar los objetos.

— ¿En qué pensaban? — cuestionó confundida.

— Yo... — ambas se vieron confundidas — Los recuerdos de esta foto — Lily comentó, enseñando el marco que tenía entre sus manos, donde se podía observar a quienes eran el grupo de leonas junto a Adhara.

Marlene recordaba bien esa foto. Por un reto que había perdido con Alice, la rubia tuvo que tragarse sus opiniones y ese día, todas ellas se juntaron en un picnic frente al lago negro, pasándola muy bien. Ella recordaba las risas de Paula, quien había planeado con su gemela el echarles agua para terminar provocando una guerra dentro del lago negro entre todas.

— Yo tan solo recordaba cuando le regalé este libro — respondió Alice esta vez — Parecía tan emocionada por tenerlo que me abrazó y agradeció cada vez que me veía por unos dos días — dice con una sonrisa — Pero después....

— Fue como si los recuerdos no dejaran de venir — completa Lily — Uno tras otro...

— Y tras otro — Alice completó esta vez.

Y Marlene lo comprendió.

— ¿También te pasó cuando sostuviste la primera foto? — Preguntó hacia la pelirroja, quien asintió — Están hechizados — con un rápido movimiento les sacó los objetos de las manos intentando no prestarles atención.

Pero la foto que Lily sostenía la llamaba, Marlene sentía que debía de verla, que debía de recordar más y cuando quiso ceder, el objeto fue elevado por magia hacia el lugar donde estaba antes. La rubia sacudió su cabeza, poniendo el libro que Alice había agarrado en el librero donde había un espacio.

— ¿Por qué haría eso? — Cuestiona Lily, mientras dejaba con su magia el retrato en su lugar — ¿Por qué hechizarlos?

— Porque está protegiendo sus objetos — responde Alice — Estos... tienen un valor sentimental — supuso con duda.

— Es más que eso — Marlene interviene — No quiere proteger esos objetos, ella bien sabe que la curiosidad es inherente de la persona.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Que se siente segura al saber que un intruso tocara algún objeto que le atraiga — Marlene explica — Y de esta forma, lo atrapará en sus recuerdos, hasta que alguien lo haga despertar.

— Los retiene hasta que ella vuelva — Alice deduce con sorpresa, viendo el libro que le había regalado, aquel que ahora tenía muchos marcadores de diferentes colores.

— Jone sabe que tiene secretos que mantener ocultos — relata Marlene con convicción — ¿Recuerdan que nos preocupaba el que tuviera alguno de sus trucos? — Ambas chicas asienten — Este lo es. Jone ha utilizado este truco para asegurarse de que la persona se quede en su habitación hasta que ella regrese, encontrándolo en infraganti.

— Entonces no podremos llevarnos nada — Lily concluye.

— A menos que encontremos los trucos — Marlene les dice — ¿Sabían ustedes que Jone ha escogido a dos estudiantes como aprendices?

Lily y Alice comparten miradas completamente confundidas que Marlene nota.

— Tiene de aprendices a una leona y águila — la rubia comienza a contar — Las mismas que le ayudaron en el día de San Valentín — las chicas asienten, recordando los comentarios que habían escuchado al respecto — Pues, parece que Adhara les ha estado enseñando sobre todos sus trucos y secretos. Y cabe la casualidad, que un pajarito me los contó — Marlene notó las miradas incrédulas de sus amigas, por lo que rodó los ojos para explicar — No, no me lo contaron ellas mismas. Jone sabe cómo elegir a gente de confianza — exclama en un intento de hacerlas sentir mejor, sin pensar realmente en como eso les afectaría.

No, Alice y Lily sabían que Adhara había cometido errores a la hora de elección de las personas de confianza, ellas dos estaban de prueba.

— Estas dos aprendices siempre se lo cuentan a una tal Michi — sigue contando, sin percatarse del conflicto interno que tenían sus amigas — Pero no es que sean tan disimuladas que digamos — se encoge de hombros — Así que por ello me he enterado que hay una manera de ver los rastros que la magia deja. Según lo que investigué, se verán como una especie de hilos — menciona, para proceder a murmurar unas cuantas palabras que ambas leonas intentan seguir sin lograrlo.

Ante el último movimiento de varita y palabra dicha por Marlene, frente a las tres chicas un montón de hilos de diferentes colores aparecen en toda la habitación, cegándolas por un momento. La sonrisa que Marlene poseía desaparece para transformarse en una mueca. La rubia suelta una exclamación de completa frustración. ¿Es que acaso Jone lo hacía propósito? ¿O era demasiado fanática a utilizar su magia como para que hubiera tantos rastros?

— Lo intentamos — se encogió de hombros Alice, impresionada por tantos hilos que habían en la habitación — Ahora, creo que lo mejor sería irnos antes de que cualquiera de estos trucos no nos permita salir.

— Un momento... — las detuvo Lily, teniendo su mirada fija en un lugar donde un montón de hilos se reunían.

Alice y Marlene observaron como la pelirroja utilizó su varita para sacar el objeto que parecía ser la unión de todos los hilos, los cuales empezaban a desvanecerse por la duración del hechizo, pero aun estando medio trasparentes, se pudo diferenciar que efectivamente, ese objeto los unía todos.

— ¿Ese es un peluche? — cuestiona Alice confundida.

— ¿De un perro? — Marlene es quien pregunta esta vez extrañada.

Lily no puede decir nada, reconociendo a la perfección el peluche. El dolor aumentó, a tal punto que dejó caer de manera brusca el peluche de perro negro. Las dos leonas no tuvieron tiempo de preguntar el porqué de la reacción cuando Lily, de manera desprevenida, tomó la capa de invisibilidad tapándolas a todas y apresurándolas a abandonar la habitación de una vez por todas.

Marlene fue quien modificó la memoria de la mortifaga, para que ella creyera que no había caído desmayada. Estando paradas en la puerta del lugar, procedió a despertarla. La rubia quiso quedarse para saber qué haría la mujer, pero el significado del peluche de perro parecía ser demasiado intenso, porque Lily no esperó ni un segundo más para abandonar la sala común.

No se sentía bien, hiciera lo que hiciera, Lily sentía que nada estaba bien.

°•°(...)°•°

— ¿Qué ellas están qué? — preguntó molesto, ganándose la atención de unos cuantos leones que los rodeaban.

— Sirius, primero escucha. Tenemos nuestras razones para... — intentó hablar James.

— ¡Lo que están haciendo está jodidamente mal! — Interrumpe con enfado — ¿A caso están completamente dementes? ¿Cómo van a osar a entrar a su habitación?

— Porque necesitamos respuestas — James contesta, siendo lo más sincero que puede ser con su amigo.

— Oh claro, ahora lo entiendo — murmura sarcástico — ¡Es más fácil indagar en su privacidad que el preguntarle directamente sobre si ella...! — un hechizo evita que termine su oración.

Completamente enojado, gira hacia Remus, quien solo puede desviar su mirada sin soportar la intensidad de la molestia de Sirius.

— Tranquilízate, Sirius. No quieres montar un show, no en este momento — Remus le aconseja sin mirarlo, centrándose en cualquier jugador para no mirar a su amigo. No obstante, el licántropo termina mirando hacia el suelo después de que sus ojos conectaran con el número Adhara portaba en su uniforme.

Oh claro. ¿Cómo podía haber olvidado que, en conmemoración a su gemela, Adhara había cambiado su número por el número que su Paula había tenido en su uniforme?

— Remus, quítale el hechizo antes de que se ponga peor — aconsejó Peter, quien miraba como Sirius parecía estar dispuesto a atacar en cualquier momento.

El licántropo asintió, haciéndole caso a las palabras de su rubio amigo y quitándole el silencius que había lanzado a Sirius, quién los miró con enojo antes de enfrascarse en una nueva discusión con el castaño y James, teniendo de espectadores a los leones que los rodeaban, quienes sentían incomodidad por la escena. Estos intentaron alejarse del grupo de bromistas, pensando que en cualquier momento las palabras podrían transformarse en una acción más agresiva, o al menos eso intuían al notar el enojo que el gran Sirius Black parecía presentar. Y por más que los merodeadores restantes lo intentaban calmar, era más que notorio para las personas que lo observara, que no podrían hacerlo. En especial, para una serpiente que conocía en su totalidad a su pareja.

Adhara frunció su ceño al ver de reojo, como sus amigos parecían estar en una discusión con su pareja. Quiso entonces acercarse tan solo un poco, pero sus planes se vieron arruinados cuando sus cazadores pasaron por su lado. La pelinegra sacudió su cabeza, concentrándose en recibir la quaffle.

Ella comenzó a dirigirse hacia los aros, intentando perder a los dos cazadores que la perseguían por el camino. Pero al pasar casi por el frente de su pareja, no pudo evitar distraerse al ver como parecía estar por saltar a los golpes, provocando que bajara tan solo un poco la velocidad de su vuelo. Los dos tejones se aprovecharon de su distracción, consiguiendo posicionarse a los lados de la pelinegra, logrando mantenerla en medio de ambos a través de empujones, todo con la finalidad de que soltara la quaffle.

La pelinegra bufó, sintiendo el dolor de los codazos que los tejones cazadores metían en un intento de mantenerla en el medio de ambos. Los miró molesta, transformando sus ojos de un color rojo en un intento de que se alejaran. Solo uno de los dos quedó estático por la impresión, pero fue lo necesario para que la pelinegra pudiera dar una vuelta por arriba, logrando posicionarse en el lado contrario del cazador de Hufflepuff, consiguiendo que él se estrellara con uno de los torreones de las gradas después de un ligero empujón. Suspiro de alivio, y sabiendo que no había cometido falta alguna, siguió con su vuelo acercándose a los aros.

Pero una bludger golpeó la parte trasera de su escoba. Y Adhara maldijo al sentir como comenzaba a tambalear, perdiendo la oportunidad de tirar.

— Yo que Jone, cambiaría a ese par que tiene como golpeadores — comentó Jordan, Adhara desde su lugar le levantó el dedo medio de manera "disimulada" — ¡Pero no te enojes, Adhara! — Pidió, ya que había notado el gesto de la cazadora — En fin. Rickett de Hufflepuff en posesión de la quaffle, mientras que es perseguido por Vanity. Rickett pasa la Quaffle a Macavoy, quien termina acercándose a los aros pero una bludger choca contra él. Ahora es Bole quien tiene la quaffle...

Adhara suspira deteniendo su vuelo por un momento para poder analizar los dolores que siente. Bufa sabiendo que tendría que recurrir a Poppy por algunas cremas para los posibles moretones que saldrían y por algo para el dolor que sentía en su pierna izquierda. Internamente, esperaba que no fuera nada tan grave como para quedarse en la enfermería.

Después de terminar su pequeño análisis y, escuchando como Nott había podido parar la quaffle y era su compañera quien tenía la quaffle en sus manos, se dirigió hacia Vanity para apoyarla y abrirle el paso. Pero su vista se dirige, sin ella poder evitarlo, hacia el grupo de leones que tiene por amigos, notando que siguen teniendo una especie de discusión entre murmullos.

— ¡Adhara! — escucha que la llaman, la nombrada gira bruscamente, observando como dos cazadores perseguían a su compañera. Así que vuelve a concentrarse, recibiendo la quaffle, apresurando su vuelo para llegar a los aros y, sin dudarlo, lanza la quaffle obteniendo otro tanto para su equipo.

— ¡Punto para Slytherin por nada más ni nada menos que su increíble capitana! — Celebra Jordan, Adhara niega divertida pero le manda un beso a modo de broma — ¡Cuídala Black, que tú y yo, realmente amigos, no somos!

Sirius dejando de lado la discusión que tenía con James, mira mal desde su lugar a Jordan, quien al ver la mirada matadora que el bromista le dedicaba, comienza a arrepentirse de lo que dijo.

— ¡Lo decía en broma, Amigo! ¡Sabes bien que...! ¡No profesora! ¡Ya paro, ya paro! ¡Sé que a usted le gusta mucho esa pareja y le prometo que no haré nada para intervenir en...!

— ¡Jordan! ¡Te lo advierto muchacho! — dijo Minerva.

— Está bien, está bien — asiente él — Hufflepuff en posesión de la quaffle. Macavoy es quien la posee. Vuela se acerca hacia los aros y... ¡Punto para Hufflepuff! — los tejones celebran.

— Vamos 240 a 210, Regulus — Adhara comenta acercándose a él — ¿Qué tipo de tiempo quieres? — cuestiona sarcástica.

— Uno muerto y sin movimiento — sonrió inocente ante la mirada escéptica de su amiga.

— Después de esto, me planteare seriamente tu posición como buscador — comentó antes de irse volando.

— ¡Eres la mejor capitana, Adhara! — gritó, sabiendo que ella conseguiría ese tiempo.

°•°(...)°•°

— ¿Podemos saber que sucedió allí? — preguntó la castaña con cuidado.

Las tres leonas se encontraban en el pie de las escaleras que las llevaría a las gradas del campo de Quidditch.

— ¿De qué hablas, Alice? — cuestionó Lily.

— Del peluche — respondió Marlene — ¿Qué significa ese peluche de perro? ¿Por qué abandonamos tan rápidamente esa habitación después de que vieras ese peluche?

— Fue un regalo — murmura.

La pelirroja observa las miradas de sus dos amigas, notando como la duda aún existía en ellas. Nuevamente, siente un dolor en su pecho, el cual no sabe cómo interpretarlo.

— En un verano, antes de... antes de todo — relata — Fuimos a una feria muggle. La pasamos bien — una sonrisa sale ante el recuerdo — La pasamos más que bien. Hubo un juego en donde yo me gané un peluche, era de un ciervo.

— El que tienes guardado en tu baúl — Alice comenta.

— Remus participó en otro juego y ganó un peluche de un lobo — los ojos de Lily se nublan un poco — Se lo regaló a ella.

— Paula — Marlene dice, comprendiendo la mirada de su amiga — Era el peluche que utilizaba para dormir — recuerda con añoranza.

— Antes de ese, hubo otro. Sirius ganó un peluche, uno de un perro — menciona, las dos chicas asienten comprendiendo — Pero sucedió algo, un chico ganó otro premio más grande y se lo entregó a Adhara. Ella lo recibió y todos pensamos que realmente había dejado a Sirius por este chico.

— ¿Entonces por qué tiene ese peluche? — Marlene frunce su ceño.

— Porque recibió el peluche del chico, pero no para quedárselo — informa — Se lo dio a otra persona, una chica. Y fue esta misma quien terminó tomando el brazo del chico llevándoselo consigo. Adhara regresó con nosotros con una sonrisa, aceptando el peluche de Sirius comentando que le gustaban más los perros — terminó su relato.

— Crees que te estás equivocando nuevamente. ¿No es así? — Alice infiere.

— Es solo que... — Lily queda callada, sintiendo un torbellino de recuerdos inundar su cerebro — Hubo tantos momentos en donde hubo una pequeña desconfianza, por más mínima que sea, como la de pensar que nos dejaría por el otro chico de peluche más grande. Y en todas esas nos equivocamos. ¿Por qué en esta no podría ser igual? — cuestiona, más para sí misma que para las dos chicas que estaban de frente.

— Porque no es una situación similar — Marlene interrumpe sus pensamientos — Lily, no está mal el querer saber la verdad, no está mal que tengas miedo por lo que ella está ocultando. Tu misma has leído los periódicos, debemos de saber en qué personas depositamos nuestra confianza. En estos momentos, más que en ningún otro, debemos de tener fe en nuestros presentimientos y dudas.

— ¿Pero si ella...?

— Si ella realmente no tendría pensado relacionarse con ellos. ¿Entonces por qué parecía mantener una charla como si se conocieran de antes? ¿Por qué parecía interesada en conseguir algo de ellos? ¿Por qué dijo que lo pensaría? ¿Por qué desapareció ayer del castillo? — La corta Marlene — Son tus propias dudas que tienes de esa conversación que me contaste y de lo que sucedió el día de ayer, son las dudas que no dejas salir porque temes que al pensar en ello la estas traicionando. Pero Lily, tan solo estás preguntándote lo que necesitas saber con certeza para confiar nuevamente en ella.

— ¿Y si no obtenemos respuestas por nuestra cuenta? ¿Qué pasa si seguimos caminando en un círculo sin fin? — cuestiona con duda, con miedo.

— Rompes la rueda — responde firme — Y la enfrentas.

°•°(...)°•°

— El partido sigue reñido — comenta Jordan — Llevando cuatro horas de juego, los buscadores no parecen tener señal alguna de la snitch. Slytherin va por delantera con 290 puntos, mientras que Hufflepuff cuenta con 240, teniendo una diferencia de cinco anotaciones. Los jugadores aún no aparentan estar cansados. Hufflepuff en posesión de la Quaffle, esquivan a Bole y también a Vanity. Pero como dicen, la tercera es la vencida, y con Jone la quaffle vuelve en posesión de las serpientes.

— Debería de darles vergüenza lo que están haciendo — ruge molesto.

— ¿Y acaso eres tu un santo al no confiar en las palabras de tus amigos? ¿De tus casi hermanos? —ataca James.

— No juegues a esa carta, James — advirtió el pelinegro. Pero no lo decía por lo que podría sucederle a su amigo, sino porque él no estaría completamente seguro de qué elegir.

— ¿Qué harás si quiero hacerlo, Sirius? — cuestionó el miope. Conocía a su hermano del alma, lo conocía demasiado bien como para saber a quién elegiría.

— Chicos, gente de espectadores, relajen esos músculos — Peter comentó, parándose en el medio de ambos.

— Aléjate, Peter — James ordenó, el rubio lo miró mal para luego hacerle caso.

— Peter tiene razón, podemos discutir esto después del partido — Remus indica, tomando la misma posición que Peter había dejado.

— ¿Y por qué no ahora? Así aprovechamos para que ella note lo que han hecho — Sirius no cede.

— ¿Estás seguro que quieres distraerla en medio de un partido donde están concentrados en tirarle las bludgers a cada segundo? —Peter pregunta — Porque si es así, con tan solo gritarle ella volaría hacia aquí sin siquiera pensar en cualquier otro objeto.

El pelinegro calla, aceptando que Peter tiene razón. Pero a pesar de su concejo, mantiene una cara seria. El rubio suspira, sabiendo que al menos era un avance... uno que se ve perdido cuando el pelinegro cruza sus brazos y opta por una postura firme. Peter rueda sus ojos, para nada es notorio que el pelinegro, efectivamente, se encuentra molesto.

— ... Bole tiene la quaffle y se lo pasa a Vanity, quien sobrevuela teniendo de guardaespaldas a Jone. Pero lamentablemente esta se ve con la obligación de abandonar su puesto porque nuevamente una bludger la persigue. ¡Oye Goyle, has bien tu trabajo! — Gritó fastidiado — ¡No Profesora McGonagall, le juro que sí estoy siendo imparcial! — se defiende.

— Chicos — saludó Lily, llegando al lado de James.

— ¿Consiguieron algo? — cuestionó el miope, la pelirroja negó.

Sirius observó el intercambio de palabras con su ceño fruncido. Si no fuera porque quería seguir apoyando a su chica y su hermano, él ya hubiese abandonado las gradas con tal de no escucharlos. Aun así, sintió algo de tranquilidad al saber que no habían logrado sacar nada. Sirius había escuchado de la propia Adhara sobre cómo varios de sus compañeros habían intentado robarle algunos apuntes de sus clases o hasta algunas pociones que preparaba por mero aburrimiento, todos ellos acababan siendo castigados por Slughorn. Él tenía la ligera sospecha de la forma en la que su chica se llegaba a enterar de los robos, por lo que realmente le tranquilizaba que no sacaran ningún objeto de su habitación, porque de haberlo hecho, su Star se enteraría de lo que hacían.

Y de lo que él estaba encubriendo.

— ¿Se enteró? — preguntó Alice a Frank, señalando con su mirada a Sirius.

— Así es — contestó la pareja de la castaña.

— ¿Le contaron por qué lo hicimos? — su pareja negó.

— No es necesario, Alice — Sirius comentó — Sé bien que es por esa conversación.

— No es solo por eso, Sirius — Lily intervino, notando la mirada apenada de su amiga por la forma en la que el pelinegro le respondió.

— ¿Oh, en serio? Ilumíname entonces, pelirroja — dijo sarcástico — ¿Por qué decidieron indagar en la habitación de mi novia?

— Porque ayer desapareció de Hogwarts.

— ¡Marlene! — exclamaron todos.

Habían acordado que no se lo dirían a Sirius, porque sabían que él se enojaría aún más con ellos al enterarse de que la habían seguido con el mapa del merodeador y también de manera física.

— ¿Cómo que desapareció de Hogwarts? — Preguntó con el ceño fruncido — Ayer se reunió con Slughorn, tenía que...

— Ayudarlo con sus pociones, lo sabemos — cortó la rubia — Pero después de ello, mientras que caminaba por los pasillos del séptimo piso, la perdimos de vista.

— ¿Perdimos? — cuestionó Sirius.

— Remus y yo — el nombrado cerró sus ojos.

Sí, claramente Marlene estaba hablando de más.

— ¿En serio Lunático? — Sirius lo miró con decepción —¿Tú? — una mirada que Remus aborrecía.

— Déjanos explicarte, Sirius — quiso defenderse.

— No — negó de inmediato — Ella te ayudó Remus. Y nosotros bien sabemos de qué estoy hablando. ¿Y te atreves a seguirla? ¿Solo por qué? ¿Una tonta conversación?

— Es más que eso Sirius — declaró — Desapareció de Hogwarts. ¿Recuerdas lo qué nos dijo Cornamenta? ¿Lo que ella quería de ellos?

— Díganme que no están pensando que realmente se fue a reunirse con ellos — pidió, pero las miradas de sus amigos contestaron sus dudas.

— Cuando estuvimos en su habitación, apareció una persona — Lily informó.

— ¿Y qué tiene que ver eso ahora? — cuestiona Sirius cortante, sin entender el porqué del repentino cambio de tema.

— Que esa persona era una de ellos — Marlene dice, acercándose al pelinegro y conectando miradas — Uno de los mortifagos reconocidos — aclara, ante su mirada de confusión.

— ¡Joder Goyle, tu trabajo es protegerla de las bludgers! — Los leones voltearon a observar el partido, asustados por el grito de su compañero y las exclamaciones de todo el alumnado — La capitana de Slytherin ha recibido una bludger en su espalda, causando que chocara con un cazador de Hufflepuff que la perseguía y ambos han caído de sus escobas, chocando bruscamente con el suelo. El partido se ha detenido mientras se revisa el estado de ambos, quienes están inconscientes.

— Adhara... — murmuran preocupados.

°•°(...)°•°

Adhara Jone

Lo primero que siento es un jodido dolor de cabeza junto a muchas voces que no hacen más que aumentar el dolor.

— ¿Pueden callarse? — murmuro despacio.

— ¡Adhara! — cierro los ojos con fuerza.

¿Estos eran idiotas o qué?

— Cállense — murmuro de mal humor.

— Llamaré a Madame Pomfrey — escuché a Severus hablar.

— Déjame te ayudo — sonrío al escuchar su voz, así que me esfuerzo en abrir mis ojos para poder observarlo.

— Hola — le sonrió inocente, él me mira por unos segundos para después dedicarse a acomodar las almohadas para que pueda sentarme.

Parece que mi chucho se ha enrabiado un poquito.

— ¿Cómo estás? — parpadeó antes de centrarme en la presencia del otro Black.

— Oh, hola Reg. — Lo saludo como si no fuera la cosa — Estoy bien — le sonreí, ignorando el dolor de mi cabeza.

— Adhara — volteó a mirar a mi chico — No mientas — ordenó, así que rodé los ojos, para luego volver a centrarme en Regulus.

— ¿Cuánto tiempo han estado aquí sin matarse el uno al otro? — pregunto, Regulus niega divertido al saber a quienes me refería.

— No puedo creer que seas tan idiota — Sirius comienza, ignorando mi comentario anterior — ¿Era malditamente necesario dejar que una Bludger te golpeara para que le consiguieras el tiempo muerto a Regulus y pudieran ganar el partido?

— ¿Ganamos el partido? — pregunté a Regulus, pero antes de que pudiera contestar el grito de mi pelinegro se escuchó.

— ¡Adhara! — cerré mis ojos por el dolor en mi cabeza.

— No levantes la voz, Black — Severus apareció junto a Madame Pomfrey,

— ¡Poppy! — Saludé con alegría — ¿Cómo ha estado todo por aquí?

— Muy bien muchachos, pueden retirarse — ordenó ignorando mi comentario.

— Pero Poppy — quise intervenir — Ellos pueden...

— No, usted debe de descansar Señorita Jone — indica con seriedad — Tiene que dejar descansar los huesos de su espalda y pierna que he sanado. Además, creo notar que le duele la cabeza — asiento ante su mirada acusatoria — Lo que imaginé, tome esto — me entregó un vaso — La hará descansar para que pueda curar bien los golpes internos que debe de tener. Y tendrá que mantener reposo si quiere que le dé las cremas para que no le duelan esos moretones que estoy más que segura van a aparecer.

— Lo haré solo si ellos se quedan — pedí, realmente quería que mis chicos se quedaran para hablar con ellos.

— Señorita Jone... — la interrumpí de manera inmediata.

— Por favor, Poppy — volví a pedir — Sabes que soy demasiado imperativa como para quedarme en este lugar sin compañía, y si ellos no se quedan... — no completé, sabiendo que Poppy sabría que sería ella la víctima de mis conversaciones.

— Solo uno de ellos — accedió.

— ¿Dos? — pregunté con esperanza.

— Uno — no cambió de parecer.

— ¿Uno y medio? — sonreí con inocencia.

— ¡Cassiopea! — los hermanos Black gritaron quejándose, provocándome un dolor de cabeza.

— Bien Poppy, Severus es quien se queda — decidí, ignorando las miradas indignadas de mi estrella y el renacuajo.

— Jóvenes Black — procedió a llamar la enfermera de Hogwarts.

— Pero... — una mirada de Poppy fue necesario para que ellos suspiraran rendidos.

Ambos me miraron mal. Yo les sonreí mientras los despedía moviendo mi mano, diciéndoles que los quería antes de que salieran de la enfermería. Tomé el vaso que tenía en mis manos para darle unas vueltas antes de proceder a tomarme la pócima que Poppy me había dado. Hice una mueca mientras lo ingería, realmente no sabía tan mal, pero contenía ciertos grumos que me hacían querer escupirlo.

— ¿Qué sucedió realmente? — Severus preguntó, viendo como dejaba el vaso en una mesita que tenía en manos.

— ¿Qué crees que sucedió, Sev? — cuestioné en respuesta — Pero antes que nada ¿Ganamos? — quise saber.

— Adhara... — intentó regañarme.

— Severus... — lo imité.

El nombrado con un suspiro asintió y sonreí victoriosa.

— Te trajeron a la enfermería, Parkinson ocupó tu puesto y a los pocos minutos Regulus atrapó la Snitch — asentí conforme. Después tendría que acercarme a Reg para felicitarlo y a Parkinson para agradecerle que fuera él quien tomara el puesto como lo habíamos acordado, aun cuando tan solo se trató de unos minutos — Ahora ¿Qué sucedió? — volvió a lo que quería saber.

— Nada Sev, no ocurrió nada — respondí.

— Nunca te caes de tu escoba, Adhara, a menos que así lo desees. Y por más que quieras convencer a ambos Black de que fue un plan para ganar el partido, te conozco lo suficiente como para saber que en tu plan no te hubieras llevado a un Hufflepuff contigo — fruncí mi ceño al escucharlo.

— ¿Un Hufflepuff conmigo? ¿De qué hablas Sev? — el de pelo graso me miró antes de negar, reconociendo que había soltado más información de la que debió.

— La Bludger te chocó por la espalda — asentí recordando eso — Te empujó hasta irte con un Hufflepuff y ambos cayeron — lo miré alarmada — Él está bien, cayó sobre ti — me relajé al escucharlo — ¿No lo recuerdas? — no contesté al instante.

Cerré mis ojos, repasando los últimos recuerdos que tenía en mi memoria antes de haber sentido como todo se volvía negro. Asentí como respuesta hacia Severus, mientras que en mi cabeza se repetía lo que él me había contado.

— Era Rickett, ¿No? — Cuestioné, recordando el número de su uniforme — Lo abracé para que no se hiciera daño.

— Y obtuviste un fuerte golpe en la cabeza por ello — eso explicaba los golpes internos, pensé — Ahora ¿Qué sucedió Adha? — centré mi mirada en mis manos.

— Nada Sev, ya lo dije — respondí, dejando de ver algunas heridas que tenía en las palmas.

— Adha... — no me creía, Sev sabía más que bien que estaba mintiendo. Pero realmente, no quería hablar de ello — Sabes bien que te sentirás mejor si no lo guardas.

Y nuevamente usaba su ingenio de concejero estrella para hacerme hablar. Dejé salir un suspiro antes de responder.

— McKinnon — dije.

— ¿Viste que no era tan difícil...? — Severus calló al meditar mi respuesta — ¿McKinnon? — repitió.

— Yup — respondí con un asentimiento, conectando miradas con mi amigo.

El pobre tenía fruncido su ceño, seguro por la confusión que sentía el escuchar nuevamente ese apellido que bien sabía no le agradaba para nada. Así que en un intento de poder hacerlo sonreír, acerqué mis manos para despeinarlo. No obstante, no fui lo suficiente rápida y mi querido amigo notó mis intenciones, logrando agarrar mis manos a tiempo para detener mis acciones. Bufé e intenté que me soltara, pero Sev no cedía. Después de unos cuantos minutos, y con una pequeña sonrisa, Severus soltó el agarre que tenía de mis manos causando que casi cayera al yo seguir intentando que me soltara. Lo miré mal pero él dejaba salir pequeñas risas que al final terminé por acompañar.

— ¿Qué sucedió con McKinnon? — preguntó después de un momento.

— No quiero responder a eso — contesté de inmediato, negando con mi cabeza. Realmente me sentía algo avergonzada — Sonaré como una de esas parejas celosas y...

— ¿Y acaso no lo eres? — comentó con diversión. Lo miré mal por ello, aún si sabía que lo hacía para que hablara.

— Ja, ja, que gracioso, Sev — rodé mis ojos, sabiendo que tendría que contárselo si no lo quería fastidiando hasta que le diera la información que quería — Estaba pensando en cómo conseguirle el tiempo a Regulus cuando noté como McKinnon se acercaba demasiado a Sirius...

— ¿Y Black no dijo nada? — preguntó Severus confundido.

Bien, si Severus reacciona así significa que mi distracción no es tan ridícula al fin de cuentas. Festejé internamente, tal vez aún no entraba en la categoría de parejas extremadamente celosas y posesivas.

— Parecía molesto — mencioné una vez dejé mis pensamientos de lado — De hecho, en todo el partido parecía como si estuviera discutiendo con los chicos — comenté, recordando cómo cada vez que lo veía de reojo, tanto él como los demás tenían posturas molestas, como si estar en las gradas no era lo que realmente querían hacer, no era donde querían estar.

Severus asintió ante la información que le brindaba.

— Aun así, en cuanto McKinnon se le acercó para decirle algo, el pareció sorprendido. Después ambos conectaron miradas y... — murmuré recordando esa escena, sintiéndome cansada mientras me recostaba en la cama — no pude ver más — acomodé la almohada — Sentí que la bludger golpeaba contra mi espalda. Ya sabes lo demás — murmuré lo último.

— Jamás escuchaste esto de mí — recostada miré a Severus, mientras abrazaba una almohada — Pero no te sientas insegura, Adha. Black te ama y no estaría en su naturaleza el engañarte con alguien, menos con la envidiosa de McKinnon.

— Yo también lo amo, Sev — murmuré somnolienta, sintiendo mis ojos cerrarse — Y aún no le he contado sobre ellos...

— Descansa Adha, estas desviándote del tema — escuché que decía, intentando calmarme.

Sentí como me arropaba con una de las mantas de la enfermería y también cómo mi cuerpo era ahora más ligero. Pero aún tenía un pensamiento rondando mi mente.

— Miedo Sev, miedo a su reacción...

°•°(...)°•°

Omnisciente

Durante los días que Adhara se quedó en la enfermería por orden de Madame Pomfrey, el presentimiento de que algo iba mal jamás se esfumo.

Todos los días y sin falta, Severus y Regulus la iban a visitar. El primero trayendo los apuntes y tareas que la pelinegra debía de ir avanzando para que no se atrasara en sus estudios. Mientras que el segundo era el encargado de traerle libros que, desde la perspectiva del renacuajo, serían lo suficientemente interesantes como para entretenerla cuando comenzara a sentirse aburrida. Y a pesar de las quejas de la serpiente, ambos habían llegado a un acuerdo silencioso de que siempre uno de ellos iría a almorzar a su lado, para evitar dejarla sola en momentos cotidianos pero importantes como era el comer.

Además de sus dos serpientes, también había recibido unas visitas de su equipo de Quidditch. Liderados por Parkinson, todos habían ido al mismo tiempo para poder hablar un poco sobre sus fallas del partido anterior y, sorprendiendo a la internada, los dos golpeadores se disculparon por su mal desempeño en el partido. Y por más que Adhara sabía que la promesa, sobre que no volverían a soltar comentarios despectivos nuevamente sobre su persona, se tratara de una mentira, no pudo evitar sonreírles y cederle otra oportunidad.

No sin antes haberle dado una caja completa de grageas de malos sabores para que compartieran entre ellos, claro está.

Pero sus visitas no habían terminado allí, porque ignorando las quejas de Madam Pomfrey, sus serpientes de primer año habían llegado para jugar a las traes en la enfermería. Y Adhara no podía negar que sintió una ternura invadirla cuando notaba como las serpientes ralentizaban sus pasos en el momento que le tocaba a ella atraparlos, en un intento de que no se esforzara porque, según lo que Poppy decía, su columna aún estaba recuperándose.

Así mismo, las visitas nocturnas de cierta persona tampoco faltaron.

Después de haberse quedado dormida durante la conversación con Severus, la pelinegra sintió algo húmedo levantarla. La apodada Star bien recordaba que sonrió cuando notó que se trataba ni más ni menos que de Canuto, por lo que sonriendo, hizo un espacio en la cama para que este pudiera subirse a la cama. Recordaba con una sonrisa como toda la noche se la pasó acariciando el suave pelaje que la forma animaga de su chico poseía, hasta que las energías se le acabaron y empezó a quedarse dormida. Sin embargo, logró sentir un beso en su frente antes de que abandonara la realidad y se refugiara en el mundo de los sueños, siendo lo último que escuchó unas palabras de afecto de su estrella.

Y no, no las repetiría porque a pesar de que él siempre se las dedicaba, Adhara no podía evitar la sonrisa y sonrojo que aparecían cada vez que pensaba en eso. Tal como sucedía en ese instante, donde tuvo que cerrar el libro y sus ojos, en un intento de que la emoción que provocaba las palabras de su chico disminuyera. Y es que como había comentado Severus, Sirius la amaba.

Pero para su pesar, existía una duda creciendo en ella. Todo porque Sirius había sido el único león en visitarla. Y desde lo más profundo de su ser, ella anhelaba la compañía de los leones que no la habían ido a visitar desde hace unos cinco días.

Le parecía extraño. Ella de verdad no comprendía del todo el comportamiento que los leones tenían con ella. ¿Había hecho algo para molestarlos? Se preguntaba. ¿Tal vez olvidó alguna reunión? ¿O posiblemente existía una conversación que tuvo con ellos y la malinterpretaron? No lo sabía a ciencia cierta y profundamente, deseaba que no tuviera nada que ver con los rumores que McKinnon soltaba a todos lados que iba.

Adhara de verdad estaba agradecida con Severus por ayudarla con las materias, pero no podía negar que esperaba la aparición de Remus con sus dinámicos apuntes y divertidas explicaciones. Tampoco podía negar que a pesar de que se divertía cuando su chico iba a visitarla por las tardes, esperaba que James entrara junto a él, así los tres terminarían planeando alguna broma que realizar después de que saliera de la enfermería. Además, en ella no estaba el negar que esperaba la visita de la pareja de castaños. Esperaba a Frank, porque con él tenía una especie de amistad—rivalidad, debido a los retos que se hacían con la finalidad de descifrar quien tenía la razón. Esperaba a Alice, ya que se había acostumbrado a resolver las dudas que ella poseía sobre el mundo muggle para terminar hablando de plantas muggles. Y ni hablar de lo tanto que extrañaba conversar con el pequeño Pet, en especial cuando siempre terminaban chismoseando sobre los últimos rumores que el rubio se llegaba a enterar gracias a su forma animaga. Pero sobre todos ellos, anhelaba la visita de Lily. La pelinegra esperaba que, radiante como lo era su cabello, la pelirroja entrara a la enfermería, saludando amablemente a Poppy antes de acercarse a ella con una gran sonrisa. Adhara se había mentalizado para recibir el regaño que la pelirroja le daría sobre lo descuidada que era, para luego comenzar a soltar todo tipo de comentarios sobre la barbarie que era el Quidditch en algunos aspectos. Adhara estaba preparada para reírse de los argumentos de su amiga además de tener algunos preparados para contradecirle.

Pero ninguno había aparecido. No hubo chismorreos con Peter, ni bromas con James. Tampoco retos con Frank o dudas que resolver de Alice. En esos cinco días, no se enteró de cómo se encontraba Remus. Y ella estaba más que preocupada por si su amigo de Durmstrang había podido mandar las pociones que ayudaban un poco a su amigo en sus días de luna llena o no. Al igual que las dudas, sobre si algo le había pasado a Lily o si había hecho algo para enojarla a ella y a sus otros amigos, no la abandonaron.

Porque Sirius parecía no captar, o más bien era que ignoraba, las preguntas camufladas que hacía sobre sus amigos. El pelinegro siempre terminaba cambiando de tema o desviándolo lo más rápido que se le fuera posible. Y había veces en las que Adha se preguntaba, sobre si la razón por la cual el pelinegro había decidido visitarla últimamente en su forma animaga, era porque realmente no quería hablar con ella.

Pero Adhara no tenía nada de tonta.

Y cuando el único león que la visitaba no lo hizo, comprendió que algo estaba pasando.

°•°(...)°•°

— Esto no está funcionando — exclamó.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó con confusión.

— Que debemos terminar con esto — indicó ella.

— No lo estás diciendo en serio... — se negó a creerlo — ¿Después de todo lo que hemos logrado? ¿Simplemente lo vas a dejar?

— No hablo de dejarlo — negó — Pero esto no nos está llevando a nada.

— ¿Cómo puedes decir eso cuando recién llevamos días investigando?

— Porque lo hemos hecho antes y no logramos nada.

Las palabras eran crudas, pero Lily solo estaba hablando con la verdad. Llevaban tan solo días, era cierto, pero la investigación que seguían haciendo los estaba llevando al principio, a no tener pruebas, a tener que seguir buscando más información.

— No conseguimos nada en la anterior vez — relata ella — ¿Por qué vamos a conseguir algo ahora? Estamos dando círculos.

— ¿Y qué propones hacer? — preguntó Alice — Y no digas que simplemente abandonar todo, porque ya hicimos también eso, y nos trajo de vuelta al mismo lugar.

— Tenemos que... — Lily intentó conectar miradas con Marlene, quien se encontraba analizando nuevamente la pared que estaba llena de fotos e hilos.

La rubia al notar el silencio, buscó la razón y se encontró con una Lily que nunca había visto, una que no estaba segura de sus acciones y de las decisiones que estaba tomando, una que tenía miedo de admitir lo que realmente estaba pensando. Así que hizo lo que hubiese deseado que ella hubiera hecho cuando también se encontraba perdida. Transmitiéndole confianza y valentía con su mirada, asintió, incitándola a que dijera lo que por el miedo había guardado.

— Tenemos que parar la rueda — indicó.

— ¿Y cómo haremos eso? — preguntó Marlene, dándole una mirada a su amiga para que prosiguiera.

Remus junto a Peter dejaron de mirar los recortes y periódicos que tenían en manos para mirar a Lily expectantes a su respuesta. Alice y Frank prestaron más atención de la que le estaban dando. Y James se quedó a su lado, esperando a que dijera cómo parar la rueda.

— Tenemos que enfrentarla — declaró Lily — No podemos seguir con estas investigaciones a sus espaldas, así no conseguiremos nada. La única forma de poder obtener respuestas a nuestras dudas, es solo si preguntamos directamente a quien nos debe respuestas.

— Ella no les debe nada — Sirius murmuró enojado.

Se había quedado recostado en su cama al no tener otro lugar a donde ir. Su mirada no se había despegado del techo de la litera desde que había llegado, intentando concentrarse en cualquier pensamiento que lo alejara de las conversaciones que lo rodeaban, pero no parecía funcionar. En ese momentos hubiese deseado haber salido de la habitación antes de que, como los paranoicos que estaban sus amigos, cerraran con hechizos de protección la puerta, al menos así podría pasear por el castillo o hasta buscar a su chica, importándole poco que Slughorn comenzara con sus comentarios de que el apellido Black iba a ganar más fama cuando ambos se unieran, como lo había hecho desde que Sirius acompañaba a Adhara a las fiestas que el profesor organizaba.

Pero se había quedado sin reconocer la razón detrás de su elección.

— Tal vez no — James cedió — No lo sabremos a ciencia cierta hasta que le preguntemos.

— ¿Entonces sí lo haremos? — preguntó Peter con duda en sus ojos.

— ¿Qué otra opción nos queda? — devolvió la pregunta James.

— Siempre podemos comentárselo a McGonagall — Alice respondió — Debe de haber una razón por la cual ha encubierto algunas de sus salidas.

— ¿Y eso no seguiría siendo el investigar a sus espaldas? — interviene Lily con voz queda.

— Sería buscar respuestas de otra persona — Frank intervino — Para asegurarnos que...

— ¿Asegurar qué, Frank? — Preguntó Marlene — Sabemos que desapareció de Hogwarts un día después de su reunión con ellos. Y no puede tratarse de una de sus escapadas románticas porque Black no tenía la menor idea de eso — el aludido rodó sus ojos al escuchar su apellido.

— Oh claro, hablen como si no estuviera presente — comentó con ironía.

— Yo estoy con Lily — aseguró su posición — Si quieren saber la verdad, deben enfrentar a la persona de la cual están dudando.

— ¿Y cómo harían eso? — Remus preguntó — Les recuerdo que está en la enfermería y no va a salir de ella hasta dentro de algunos días.

— Es muy fácil de solucionar — Marlene sonríe — Hay una persona por la cual Adhara haría todo, incluso, convencer a Madame Pomfrey de abandonar la enfermería antes de tiempo.

— No lo vamos a involucrar — Peter negó de inmediato — Tuvimos la misma discusión la anterior vez, respetaríamos su posición. Él no tiene nada que ver.

Sirius no podía involucrarse, porque de hacerlo, perderían el único nexo que sería capaz de reparar la ruptura con Adhara si se llegaban a equivocar. Y los de cabellera rubia eran los únicos que lo tenían presente.

— Peter tiene razón — el rubio mira con sospecha al miope — Pero es la única forma en la que podremos obtener respuestas.

— Siempre podemos esperar a que salga de la enfermería — Alice menciona.

— No tenemos tiempo — declara Lily — Los EXTASIS son la semana que viene, si queremos estar tranquilos para entonces, debemos de hacerlo ahora.

— No podemos obligarlo.

— ¿Y hemos dicho que lo haremos?

— ¿De qué hablas?

— Que él solo te responda.

Las miradas cayeron en Sirius, quien se encontraba sentado, observando con atención la pared que frente a él tenía.

¿Por qué no decirles? — recordaba tenerla entre sus brazos, brindándole la calma que necesitaba después de los malos sueños que tuvo.

No quiero hablar de eso ahora, Estrella — había susurrado aferrándose a su abrazo, estando casi atemorizada.

Ellos no son Paula, Star — le había dicho — Ella aún no estaba preparada para tener conocimiento de ello, ella realmente no sentía lo que decía.

Paula fue sincera — notó como Adhara no quería hablar de la castaña — ¿Y ellos acaso lo están? — Cuestionó cambiando de tema — No quiero hablar de ello, no quiero recordar que lo último que recibí de ella fue una mirada de miedo.

Ellos no son Paula — volvió a repetir.

No lo son — aceptó en un suspiro, antes de voltearse para quedar cara a cara — Pero cuando se enteren descubrirán que fue mi culpa.

No lo fue. Tú no lo pediste — el pelinegro recordaba cómo la culpa invadía a su chica — Star...

Sirius cerró sus ojos con fuerza, intentando alejar el amargo final de aquella conversación. Negándose como lo hizo en ese recuerdo, haciendo caso omiso a la afirmación que su chica había dado.

— ¿Sirius? — escuchó la voz de su hermano del alma.

Deseó no haberse quedado. No, se corrigió. Deseó haber hecho caso a la petición de su Star, así como también deseó no hacerle una promesa de la cual no estaba seguro poder cumplirla. Abrió sus ojos, encontrándose con una preocupación amarronada.

— Arréglalo — pidió.

Arréglalo todo.

°•°(...)°•°

— Ellos tan solo tienen sospechas... — comenzó Severus.

— Lo saben — declaró Adhara, aceptando lo que se había negado a creer.

Tan solo había pasado unas cuantas horas desde que consiguió que Poppy la dejara salir de la enfermería, con la única promesa de que evitaría correr o caminar demasiado rápido para que su columna pudiera acostumbrarse nuevamente a sus actividades cotidianas. Adhara había asentido y aceptado rápidamente, todo con la esperanza de poder escapar del lugar para hacer caso a sus presentimientos e ir a buscar a su pareja. Para nada se sorprendió cuando encontró a Severus y Regulus esperándola en la puerta de la enfermería, pero si le pareció extraño que comenzaran a aturdirla con conversaciones variadas sin permitirle del todo el poder explicar lo que ella quería hacer.

Así que se dejó llevar por sus instintos, logrando que ambas serpientes contaran lo que con empeño intentaban ocultar.

El día de ayer no hubo rastro de la presencia de los Merodeadores ni de su cercano grupo de amigos. Provocando la creación de muchos rumores. Uno de los más escuchados, era que mientras planeaban una broma algo había salido mal. Otros decían que solamente se habían dado un descanso de todo y que por ello habían faltado al taller de duelos. Pero el rumor que menos se oía parecía ser el que se acercaba a la realidad, y es que esos rumores tan solo habían llegado a oídos de las serpientes más cercanas a Adhara. Este, decía que hubo una discusión, una donde se escuchaban voces de todos los merodeadores junto con las voces de Frank, Alice, Lily y... Marlene. Una discusión donde todos parecían estar molestos con una persona de diferente casa a la que ellos pertenecían, porque su nombre fue la palabra que más se repetía junto con sinónimos de la palabra traición.

No tenía que unir demasiados puntos. Ella misma sabía en los problemas que se podía meter cuando aceptó el trato pero pensó que había sido lo suficiente astuta como para que no sospecharan, pensó que ellos confiaban lo suficiente en ella como para llegar a pensar que era una de ellos.

— Ellos creen que sus sospechas son ciertas, que son verdades — dijo — Por eso es que ninguno ha venido a visitarme — susurró para sí misma — No es que hayan estado estresados por los EXTASIS, es que no me querían allí — se dio cuenta, mientras su mente repasaba las actitudes que lo leones habían presentado un día antes del partido.

Oh, ese día James se había metido tanto en su papel que por un momento le había creído. Su error fue no haber preparado a los demás para que le siguieran la actuación, una actuación que Adhara reconoció como la experta que era en mentiras. La serpiente se había dado cuenta que no era bienvenida en esa mesa, y había sido una completa ingenua al pensar que era porque se encontraban fastidiados por el regaño de McGonagall y por ello fingían estar bien, para que el orgullo que todo león posee no decayera.

Ahora reconocía, que había cometido un gran error al esperar demasiado de ellos.

Adhara sintió nuevamente como ese presentimiento, el mismo que sintió cuando despertó al lado de su estrella, se hacía más intenso, más fuerte.

Negó, no queriendo aún afrontarse a la realidad de una manera tan estrepitosa como esta.

Más ya no había vuelta atrás. Adhara había ignorado los vientos fuertes que habían estado alertándola desde la primera vez que los leones la ignoraron. Adhara no había dado la relevancia que merecían los vientos al pensar que la tormenta terminaría por desviarse, pensando que seguiría navegando con calma hasta que terminaran su último año. Pero cuando los vientos decidían su objetivo, el elegido solo podía rezar por misericordia.

Y tal fenómeno meteorológico no estaba dispuesto a dejarla ir con la misma facilidad que en otras ocasiones la navegante se había librado.

Porque esta vez, Adhara sentía que no tendría a su ancla para mantenerla fuerte ante la tempestad que se acercaba.

°•°(...)°•°

— Está hecho — Peter les indica.

— No puedo creer que realmente estemos haciendo esto — negó Alice, sentándose al lado de su pareja — ¿Por qué no simplemente mandamos a Sirius a por ella y listo?

— ¿No notas lo arrepentido que se encuentra ahora? — Peter le pregunta, señalando al pelinegro que se encontraba en una esquina.

— Y no es el único — Remus indica — ¿Y si uno de nosotros va y la trae? — cuestiona.

— No la han visitado en los días que lleva en la enfermería — Marlene relata — ¿Y da la casualidad que cuando sale sí lo hacen?

— Podemos decir que fue por los EXTASIS — Frank murmura, Remus y Alice lo señalan, como si tuviera toda la razón del mundo.

— No va a aceptar ese cuento — negó Peter — Es demasiado lista. En cuando salga de la enfermería y escuche lo que dicen, va a unir los puntos.

— Eso quiere decir que tenemos el tiempo suficiente para poder salir y evitar que escuche esos rumores — empezó a sacar conclusiones Remus — Una aproximado de cinco minutos, podríamos llegar rápidamente si utilizamos los pasajes que conocemos y...

— Remus — Lily lo tomó de los hombros para tranquilizarlo — Ya está hecho.

El de cicatrices asintió, intentando concentrarse en los verdosos ojos de su amiga para poder entrar en calma antes de que le diera un ataque por los nervios que tenía encima. Pero tan solo podía pensar en la reacción de Adhara, lo único que podía pensar era en el temor que sentía que su amiga se enterara de lo mucho que llevaban desconfiando, de lo mucho que llevaban investigándola a sus espaldas.

Solo podía pensar en cómo reaccionaría cuando viera que habían traicionado su confianza.

— Si te hace sentir más seguro, Lunático — James comentó teniendo en sus manos el mapa del Merodeador — Aún sigue en la enfermería.

— ¿Y qué está haciendo? — quiso saber.

— Persiguiendo a Poppy — la respuesta sacó una sonrisa al licántropo.

Sí, eso era algo que Adhara haría. Era lo mismo que había hecho la primera vez que se quedó en la enfermería, siendo acompañada por quien había sido su pareja. Pensar en Paula lo hizo sentir tranquilo y aún más lo calmó al ver la pulsera que ella le había regalado adornando su muñeca.

— Mierda — todos voltearon a ver a James — Desapareció.

— ¿Cómo que desapareció? — preguntaron los merodeadores restantes, antes de acercarse rápidamente hacia el miope, intentando todos ver al mismo tiempo el mapa.

— Estaba aquí, junto con Quejicus y el tonto de tu hermano — James no notó la mala mirada que Sirius le dio cuando llamó tonto a su renacuajo — Pero ellos siguen allí.

— ¿Ese mapa no tiene defectos? — preguntó Lily.

— ¡El mapa jamás se equivoca! — respondieron los cuatro completamente indignados.

— Solo fue una idea... — susurró.

— Los nervios, discúlpanos Lils — Remus pidió, la pelirroja asintió sin saber que más hacer.

— Estaba cerca de las mazmorras — James comenzó a hablar — Eso quiere decir que pudo haber tomado algún atajo.

— Nosotros conocemos todos los atajos, Cornamenta — indicó Sirius, buscando con su mirada el nombre de su chica por el mapa.

— Te recuerdo que tu querida pareja es una experta en ocultar las cosas — contestó frunciendo su ceño.

— Como marcas — murmuró Marlene con ironía, ganándose miradas fulminantes de los demás — ¿Qué? Que ustedes lo piensen pero no lo digan no los hace mejores personas que yo ¿Sabían?

— Eso no tiene nada que ver, McKinnon — dijo Peter.

— Lo que digan — se encogió de hombros la rubia, antes de caminar en dirección de sus amigas — ¿Por qué el cambio drástico?

— ¿De qué cambio hablas, Marlene? — preguntó Lily.

— De su cambio — señaló con la mirada a los Merodeadores.

— ¡Te dije que lo arreglaras, estúpido bambi! ¡No que lo empeoraras!

— ¡Lo estoy arreglando, tu eres quien lo empeora chucho pulgoso!

— Marlene — Lily sonrió divertida — Son los merodeadores — respondió la pelirroja — Y esta es su forma de enfrentar tiempos difíciles.

— ¿Con discusiones sin sentido? — preguntó confundida, notando como los cuatro bromistas empezaban a echarse la culpa mutuamente por no conocer todos los trucos de la serpiente.

— Con risas — apenas terminó Lily de hablar, las risas de los merodeadores se escucharon.

Ambas observaron cómo ellos compartieron un suspiro colectivo después de que las risas culminaran. Procediendo a mirarse como si fueran lo más importante de la vida del otro, compartiendo una especie de conversación entre miradas antes de volver a unas posturas maduras, aparentando estar más tranquilos.

— Son raros — opinó.

— Especiales, sería el termino adecuado — le sonrió la pelirroja.

Marlene iba a responder cuando unos toques en la puerta sonaron. Todos los leones presentes compartieron miradas, sintiendo la tensión invadir sus cuerpos al llegar a la conclusión de quien estaba tocando la puerta. Los golpes en la puerta volvieron a sonar, con un movimiento de varita, la puerta se abrió, dejando ver a una silueta que conocían bien.

— ¿Jordan? — preguntó confundido James.

— ¡Potter! — saludó contento — Con que aquí se encontraban todos ustedes — comentó mientras entraba.

— ¿Qué sucedió? — se acercó el miope, en un intento de que no entrara lo suficiente como para ver la pared con las fotos que tenían de la serpiente.

— Nada importante, a decir verdad — se encogió de hombros — Tan solo venía a dejarles esto, McGonagall me pidió el favor que se los entregara — dijo mientras le estregaba unos pergaminos.

— Gracias — agradeció el miope.

— No te preocupes — sonrió el león — Más bien, no se olviden de la fiesta que prometieron. Creo que sería bueno para relajarnos después de los EXTASIS — comentó.

— Lo tendremos en cuenta — asintió James.

— Ah, antes de que me olvidara — Jordan volteó a verlos serio — Espero que lo solucionen.

— ¿De qué hablas? — preguntó James confundido, pero el comentarista de los partidos de Quidditch se fue antes de decir alguna palabra.

— ¿Están seguros que el rumor solo llegó a esas dos serpientes? — Remus preguntó a los rubios.

— Sí — respondió Peter.

Todos voltearon a mirar a Marlene.

— Marlene... — Alice empezó a regañarla.

— Está aquí — cortó la rubia con su mirada fija en donde estaba la pared de las fotos.

Marlene no necesitó explicar cómo lo sabía, cuando de a poco una figura femenina se dejaba revelar.

— Adhara... — empezó a hablar Lily.

— ¿Esta es la razón por la que no me dejaban venir? — preguntó sin recibir respuesta.

Eran un grupo de siete estudiantes, todos pertenecientes a la histórica casa de Gryffindor, donde la virtud más importante era la valentía. Ellos se consideraban grandes leones, dispuestos a dar todo de sí y enfrentarse a cualquier dificultad que les impidiera lograr a su meta, con una valentía inquebrantable. Pero estando Adhara presente, los leones se convertían en gatitos que temblaban ante el pensamiento de recibir la mordida de la serpiente.

Adhara siguió observando las fotos y periódicos que se encontraban en esa pared, al igual que las relaciones que había, reconociendo el significado de los colores de los hilos. Porque tenían el mismo significado que Remus le había enseñado para subrayar sus libros de teoría avanzada.

— ¿Saben? Hasta Jordan me fue a visitar a la enfermería — les contó, como si se tratara de una plática cotidiana — Conversamos sobre Quidditch y también le pregunté si algo había sucedido con ustedes — la pelinegra sonrió ante el recuerdo — Es un buen amigo, utilizó la excusa de los EXTASIS y también de que estaban muy concentrados planeando una broma en contra de Goyle por no haberme cuidado la espalda — solo Sirius supo por qué había comenzado a contar eso — Deberían de mantenerlo más cerca, ya saben — dejó de mirar la pared para mirarlos directamente — Invitarlo a las reuniones de desconfiemos de la persona que no ha hecho más que apoyarlos y ayudarlos desde que comenzaron una amistad.

— Jone, no creo que estés en posición de...

— McKinnon — la pelinegra sonrió — No creo que estés en posición de hablar cuando, realmente, el problema no es contigo. Pero, si te agradecería que me regresaras los libros que me pertenecen antes de que pueda conversar con quienes son el problema.

La rubia parpadeó perpleja.

— No tengo ningún libro que te pertenece — afirmó.

— Que sepas que no mientes mal — halagó con ironía — Tu tono de voz es firme y se nota que has trabajado en controlar ese temblor de tus manos que poseías en tercer curso cuando estabas ansiosa o nerviosa — la rubia formó puños sus manos, sin saber cómo ella sabía de eso — Pero sigues manteniendo el mismo gesto que haces cuando mientes, frunces tu ceño, tan solo para fingir que estás hablando seriamente — la leona retrocedió un paso cuando la serpiente hizo el amago de acercarse a ella — Pero ambas sabemos la verdad, no eres más que una leona asustadiza porque haya encontrado tus huellas.

La pelinegra sonrió al notar como había provocado a la rubia. Adhara sabía que estaba dando los suficientes motivos para que tanto esa rubia como los demás pensaran que sus sospechas eran ciertas, pero esa leona había acabado con la paciencia que les dedicaba a las personas que la irritaban. Simplemente ya no podía aguantar su presencia, no cuando reconocía que era ella quien había iniciado todo.

— Basta — Lily se acercó a su amiga, tomándola del brazo antes de que lanzara un hechizo a la pelinegra — No saques ese lado Adhara — pidió la pelirroja — No cuando nosotros no hemos hecho nada.

— ¿No han hecho nada? — repitió — ¿Y qué es esto? — señaló la pared.

— Eso es a lo que nos hemos visto obligados a hacer — respondió Lily.

— ¿Obligados? — Repitió Adhara, ganándose un asentimiento de la pelirroja — ¿Por quién? — quiso saber.

— Por ti — respondió.

— Por mí — repitió.

Y fue allí donde la máscara que traía puesta empezó a resbalarse por culpa del agua que estaba reteniendo para no demostrar el intenso dolor que le había provocado esas palabras. Adhara apartó su mirada de la pelirroja, dirigiéndola nuevamente a la pared. Lily vio como dejó escapar un suspiro profundo, de esos que haces en un intento de conservar la calma y retener las lágrimas.

— ¿Qué he hecho yo para obligarlos a que desconfíen? — preguntó, esperando una respuesta que no fue dada al instante — ¿Qué he hecho para que crean en los rumores que todos dicen? ¿No habíamos aclarado esto a principio de año?

— Lo hicimos, esto no es solo por los rumores, Adhara — Remus tomó la palabra, sintiendo que era su deber explicarle que sus acusaciones de principio de año no tenían nada que ver con lo de ahora — Esto no es por lo que te dije a principios, ese tema lo resolvimos.

— Si el tema hubiera sido resuelto no estaríamos en este asunto, Rems — relató ella — Están acusándome de lo mismo que negué a principios...

— No quieras hacerte la víctima, Jone — Marlene intervino — No cuando no lo eres.

— Claro, porque yo no soy la que está siendo juzgada en estos momentos.

— Adhara...— James quiso hablar.

— No, Mister Ego — Adhara los miró con dolor — Yo realmente creí que confiaban en mí.

— Lo hacemos — quiso hablar Peter — Dhara, realmente confiamos en ti — la mencionada negó.

— No lo hacen — ella afirmó — Ustedes no confían en mí. ¿Y quieren saber cómo estoy segura de eso?

Los leones cerraron sus ojos con fuerza en el momento en que Adhara se levantó la manga izquierda de la polera que traía puesta, negándose a ver la marca que ellos creían la serpiente poseía.

— Porque si lo hicieran, no hubieran apartado la mirada — los leones abrieron sus ojos al escucharla.

No había nada. En el brazo de la pelinegra no se encontraba la marca que habían observado en el diario el profeta. Lo único que se podía observar eran pequeñas heridas, que todos asumieron, se trataban de las que había obtenido en su último partido de Quidditch.

— Nosotros... — Lily quiso acercarse, pero Adhara retrocedió.

— Por tres años, soporté sus comentarios acerca de mi casa — comenzó a relatar — Porque pensaba que realmente me apreciaban lo suficiente como para dejar de verme como solo una serpiente. Pensé que me apreciaban lo suficiente como para que me vieran como una amiga, como una persona de confianza... — Su voz se entrecortó por un segundo y esta vez quienes eran cercanos a ellos sintieron un dolor en su pecho — ¿Pero qué puedo pensar de ustedes cuando hacen esto? — Señaló la pared — ¿Qué puedo pensar de ustedes cuando crean un rumor para traerme aquí, porque no son lo suficientes capaces de decirme a la cara que están desconfiando? ¿Qué puedo esperar de ustedes cuando necesitan de pruebas físicas para creerme? — los chicos no respondieron.

— No te hagas la víctima, Jone — repitió Marlene entre dientes.

— McKinnon — la rubia hizo todo lo posible por soportar su mirada — El problemas no es contigo, es con tus amigos.

— Y es por eso que es mí problema — la rubia afirmó — Porque son mis amigos y los defenderé si es necesario — Adhara la miró divertida, casi con burla.

— De verdad crees que las víctimas aquí son ustedes ¿No es así? — Preguntó con una ceja alzada — Claro, la arrogancia del protagonista siempre te ha cegado.

— No es ninguna arrogancia, es la verdad — se defendió.

— Es la verdad que tú has creado — corrigió — Dime ¿En qué momentos son ellos los atacados si soy yo quien ha sido vigilada? ¿Cuándo han sido ustedes quienes me han estado tomando fotos a mis espaldas? ¿Cuándo he sido yo quien está sufriendo de acusaciones que no son ciertas? — la rubia no dijo nada.

Bajo un deseo de esperanza, Adhara esperó que alguno de ellos hablara. Esperó pacientemente, pasando su mirada por cada uno, a que expresaran cualquier comentario que demostrara como se sentían o lo que pensaban. Más ellos tan solo tenían caras inexpresivas junto a miradas pérdidas en algún lugar entre sus manos y el suelo. Y la esperanza que sentía se le fue arrebatada, cuando incluso su pareja huyó de su mirada.

Por lo que en un intento de escaparse del sentimiento de ahogo, en un intento de escaparse de...

— Eres una de ellas —la afirmación de McKinnon detuvo sus pensamientos — ¿No es así?

— ¿Es necesario que muestre nuevamente mi antebrazo, McKinnon? — preguntó hastiada.

— No, pero nos harías un favor al enseñarnos tu espalda — la rubia sonrió al ver como la pelinegra, que había estado de espaldas, volteaba a verla — En específico, la parte de tu hombro derecho.

— ¿De qué estás hablando?

— No finjas — ordenó — Sabes muy bien de qué estoy hablando. Al fin y al cabo eres una de ellas, ¿no es así? —Marlene dio unos pasos — Una de las sucesoras de las cinco grandes — reveló.

— Una leyenda — Adhara entendió — Una jodida leyenda — repitió sin creérselo — ¿Por un estúpido cuento quieres que...?

— ¡Oh por Merlín, Jone! — bufó exasperada — Déjate de tus actuaciones. Eres una de ellas, todos aquí vieron la foto que te tomé con tu marca — señaló una de las fotos que estaba en la pared — Y si no es así, si esto de aquí es un invento mío — le arrojó la foto — ¿Por qué no nos muestras tu espalda? ¡Si tanto quieres que confiemos, debes hacerlo!

— ¿De verdad quieres saber por qué no lo haré, McKinnon? — Adhara vio la foto para luego arrugarla sin apartar su mirada de Marlene, quien temió cuando la vio acercarse — Porque yo no debo de hacer nada para que estúpidos leones como ustedes — la pelinegra dejó de ver a la rubia para ver a los demás leones — Para que quienes decían ser mis amigos — un dolor en el pecho sintieron los mencionados y también la serpiente — vuelvan a confiar en mí.

Y sin decir más, se dio media vuelta decidida a salir de la habitación de las personas a las que había permitido que... Pero antes de que terminara sus pensamientos, en el momento en que estaba por abrir la puerta, un hechizo chocó con está, impidiéndole la salida.

— McKinnon, por lo que más quiera Merlín, deja de joder... — la palabra se atora en su boca —...me.

Ella no puede creer lo que ve. Su mente se niega a aceptarlo. Adhara ladea su cabeza, sintiendo como un dolor, distinto al que le había acompañado desde que entró a la habitación, la invadía.

Delante suyo, tiene a la persona que jamás pensó la apuntaría con su varita, a quien jamás pensó se mostraría alerta a sus acciones, para atacarla si llegara a ser necesario. La serpiente sabe que fue quien cerró la puerta, porque nota la determinación en su mirada, y porque puede ver el aura atacante que la rodeaba.

Llena de sorpresa, sintiendo un nudo subir a su garganta, duda en decir su nombre, pero es su apodo el que se le escapa en un entrecortado suspiro.

— ¿Tomatito?

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17 776 palabras.

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