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›«La calma»‹

Omnisciente

— Mí habitación, ahora — ordenó, aun sintiendo la tensión en sus hombros.

Sus acompañantes acataron la orden en silencio, sin intención de contradecirla, notando cómo había estragos de la conversación que a su amiga le seguía afectando. Llegaban, recién, a la sala común de Slytherin, después de la reunión con los otros.

Subieron las escaleras juntos. Ninguno de sus compañeros de casa comentaron sobre su acto, ya todos estaban acostumbrados a que el trío de serpientes se juntaran en alguna de las habitaciones de sus integrantes. Al llegar a la habitación, como era costumbre de ellos, Severus lanzó el hechizo que no permitiría a ningún curioso escuchar lo que dentro se conversará. Estando allí, los tres compartieron una mirada antes de soltar simultáneamente el aire que habían estado reteniendo. Su firmeza se debilitó y los tres se sentaron en la cama de la chica para luego tumbarse en ella, dejando que la tensión que había surgido por el mal rato que habían tenido comenzara a desaparecer.

— No pude retenerlos... — murmuró culpable — Ellos tan solo aparecieron, surgieron del bosque como si nada, pero supe a dónde irían en cuanto... — quiso seguir hablando.

— Renacuajo — la pelinegra tomó la mano de su cuñado, cortando su hablar al pasar su dedo por el dorso de su mano, en una caricia que lograría tranquilizarlo — Nos avisaste a tiempo — indicó esperando que la culpa que sentía desapareciera.

— No es cierto, de ser así no hubiesen conversado con Sev, es lo que querías evitar — señaló apenado.

— En algún momento, iban a tener que emboscarlo — explicó la pelinegra — Fue lo mejor que estuviéramos con él en ese momento, de no haber sido así...

— Me hubiesen amenazado y atacado por haberme negado — completó el pocionista — Pero con ustedes presentes, no se atreverían a hacerme algo.

— Con Adha presente, querrás decir — se lamentó el menor — Yo no hubiera podido hacer nada.

— Te menosprecias, Reg. Tienes más habilidades que cualquiera de ellos y tienes más inteligencia que ese idiota — soltó con molestia — Además, jamás debes de olvidar los títulos y posición que posees.

— ¿Qué quieres decir? — cuestionó con intriga — Dijiste algo parecido a esa chica.

— Eres parte de los sagrados veintiocho, eres el más joven de su bando — enumeró — ¿Por qué crees que ellos querían probar tu lealtad cuando estaban aquí?

— ¿Por qué soy débil? — cuestionó, sabiendo que era lo más probable.

— No, porque por una razón, él te eligió — corrigió.

— ¿Y cuál es la razón?

— La razón es lo de menos — señaló — Aunque puede variar entre tu inteligencia, tus habilidades o tus conexiones — pero de igual forma contestó.

— Lo que les importa, es que él te escogió, él te pidió — dijo el pocionista.

— ¿Y eso qué? ¿Por qué su petición ha de ser importante?

— Porque a ellos no los eligieron — Adhara sonrío.

— Fueron ellos quienes lo pidieron — Severus completó.

— Y tú siendo elegido, tienes una posición más alta que ellos — concluyó.

— ¿Entonces esa chica...?

— Se menosprecia al igual que tú — habló, cerrando sus ojos y pensando en ella — Pero es inteligente, mucho más que ese estúpido. Lo único que le falta es reconocer los talentos que posee.

— ¿Por qué la ayudas si no quieres unirte a ellos? — cuestionó Regulus — ¿Por qué quieres reunirte, si no quieres relacionarte con ellos?

— Porque el querer no tiene comparación con el deber — respondió la serpiente — Porque puede ser mi contraria, pero al mismo tiempo es mi aliada.

— No soportaste que lo hiciera ¿No es así? — Severus indagó.

— Ninguna persona merece lo que ese cobarde hizo — contestó entre dientes — Tan solo la ayudé porque a mí me hubiese gustado que lo hicieran.

— Y de cierta forma, le diste la relevancia que necesitaba, al igual que la confianza, para que fuera ella quien te consiguiera lo que deseas — la pelinegra asintió.

— Se siente importante porque él lo ha encomendado para tal misión, pero no reconoce que no posee la capacidad de llevarlo a cabo. Es inseguro, busca aprobación de sus superiores, así que jamás recurriría a alguien por ayuda.

— Porque eso demostraría que no es tan capaz como se pensó.

— Pero entonces ¿Por qué te sigues reuniendo con él, cuando sabes que no lo logrará?

— Por qué es tan idiota que suelta información importante con tal de convencerme — responde la pregunta del menor — Y porque de esta forma, acaparo su atención.

— ¿Sabes a quienes han estado reclutando? — Severus interviene, preguntando al menor.

— A los jóvenes — respondió, recordando la conversaciones — Son más susceptibles y manipulables.

— ¿Y ellos a quien siguen? — cuestionó nuevamente Severus, sabiendo que con eso el menor llegaría a una conclusión.

— Si ellos veían que Adha se negaba, entonces no lo aceptarían — concluyó Regulus — Son jóvenes, pero son serpientes, son leales a quien los protege.

— Y si él no les presta atención, si él tan solo tiene la intención de utilizarlos... — dejó suelta la idea.

— Jamás se interesarían — completó comprendiendo las acciones de su amiga — Evitas que haya nuevos reclutas — la pelinegra asiente confirmándolo.

— Protejo a quienes me permiten protegerlos.

°•°(...)°•°

— ¡Cuidado! — exclamó la Ravenclaw.

La leona se giró encontrándose con una bengala yendo a su dirección, cerró sus ojos esperando el impacto pero no sucedió nada. Al abrirlo, se encontró con la bengala sostenida en el aire, con sus ojos curiosos salió del camino de esta y lo tocó. Daiana se sobresaltó al ver como el objetó terminó chocando con la pared que había estado detrás de ellas.

— Eso estuvo muy... — la leona se dio cuenta de la presencia de otra persona — cerca. Hola Señorita Jones — saludó con una sonrisa inocente.

— Adha o Adhara chicas, se los he mencionado — responde la serpiente con una sonrisa.

— ¿Qué tal profesora Jones? — cuestionó Paige.

— ¡O podría ser sensei! — mencionó divertida Daiana.

— Mejor se escucharía Maestra — sonó misteriosa.

— ¡Eso se escucha genial! — celebró chocando palmas con su mejor amiga — Maestra quedará.

Adhara sonrío con nostalgia al ver su interacción, notando como después de haber llegado a su acuerdo, comenzaban a hablar entre ellas mismas olvidándose de su persona. Hasta que, por un milagro de Merlín, voltearon a verla.

— ¡Maestra! — se acordaron de su persona.

— Hola chicas — saludo, nuevamente, divertida.

— ¿Qué nos enseñará hoy día? — cuestionó Paige.

— ¿Teoría, práctica, hechizos? — siguió Daiana.

— ¿O puede ser que hagamos actividad en campo? — sugirió la Ravenclaw.

— ¿Una broma en conjunto no suena mal, no cree Maestra? — la leona hizo un baile con sus cejas en dirección a la serpiente.

— Porque de ser así, tenemos muy buenas ideas que podría interesarle — Adhara alzó su ceja divertida al notar a donde querían llegar sus pupilas.

— ¡Podríamos utilizar los confetis y hacer que todos salgan a disfrutarlos!

— ¡Una especie de show! ¡Con los fuegos artificiales!

— ¡Iguales a los que hicieron en su presentación de bromistas!

Adhara negó con una sonrisa, ambas de verdad estaban más que emocionadas por llevar a la práctica lo que en el último mes les había estado enseñando. Pero aún les faltaba comprender una sola cosa. Adhara no había accedido a ser su Maestra para que se convirtieran en las próximas gemelas Slyffindor.

No, ella realmente no quería que cuando se fuera, ellas tomarán el título que junto a su gemela habían creado. Adhara no deseaba que ambas jóvenes se esforzaran en parecerse o hasta llegar a ser iguales que las gemelas Slyffindor. Lo que realmente esperaba de ellas, la sincera razón por la cual les había enseñado ciertos trucos, es porque deseaba que, tanto Daiana como Paige, por sus propios nombres, por sus propias acciones, por su propio estilo de bromas, se ganen un título en el castillo. Y la serpiente tan solo les había estado brindando los materiales necesarios para alcanzarlo.

— Paige, Daiana, hemos conversado sobre esto — interrumpió en un suave tono, no queriendo parecer molesta, simplemente queriendo explicarles nuevamente las razones de sus acciones — Ustedes son unas grandes bromistas, son un dueto sin comparación...

— ¿Igual como ustedes lo fueron alguna vez? — cuestionó Daiana con un brillo en sus ojos.

— Sin comparación — repitió con una sonrisa — Ambas son únicas y no serán iguales a nosotras porque van a ser ustedes mismas. Con Paula creamos las gemelas Slyffindor en un principio, para hacerle frente a los Merodeadores — comenzó a relatar — Más después nos dimos cuenta de que significábamos algo más, buscábamos a través de nuestras bromas dar a entender que si un león y una serpiente se juntan, grandes y maravillosas cosas pueden pasar, a tal punto de ser imparables — las jóvenes escuchaban con encarecida atención — Ese fue nuestro objetivo, y en cierta parte lo logramos. Hicimos muchas bromas, provocamos risas y hasta provocamos que las personas se sintieran más a gusto con su físico — menciona recordando cuando hicieron un cambio de look a gran parte del alumnado por el cumpleaños de su gemela, donde mucha gente pareció amar el nuevo corte que les dieron — Queríamos reír y hacer reír a los demás, buscando a su vez, que las diferencias entre ambas casas se dispersen o calmen un poco.

La leona y la águila asintieron, comprendiendo de cierta forma lo que su Maestra serpiente quería decirles.

— ¿Pero y ustedes? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuál es su motivación? — cuestionó ella — Les he brindado todo este apoyo para que ustedes puedan encontrar su objetivo. Pero sobre todo, para que puedan llevarlo a cabo utilizando su propio estilo de bromas.

— ¿Propio estilo?

— Sabrán que con Paula mayormente hacíamos bromas que involucraron fuegos artificiales o colores brillantes. Ese era nuestro estilo. Nuestro centro. ¿Cuál es el suyo?

— En la gran mayoría de bromas que planificamos, siempre estaba presente que sean de manera sorpresiva.

— Y es cierto, pero hay un factor esencial — apuntó Adhara.

— La pintura — la leona mencionó — En todas nuestras bromas siempre incluimos pintura, que te cayera encima, que estuviera en el piso para que se resbale y se manchen, que explotara mientras que uno camina... Todo era con la pintura.

— Y ese es su centro — apuntó sonriente — Está vez sí haremos una práctica de campo, pero lo harán ustedes dos solas. Han de saber que, antes de presentarnos, tanteamos el terreno con pequeñas acciones — habló referenciando a cuando ella junto a su gemela evitaban que las bromas de los Merodeadores sucedieran.

— Primero tendríamos que coordinar nuestro objetivo, así comenzaremos con pequeñas bromas que representen este mismo antes de darnos a conocer — señaló la águila ganándose un asentimiento de la serpiente.

— Hoy comenzarán con la planificación de sus próximas bromas y la manera en que estas es que con estas prepararan a Hogwarts para el momento de su presentación.

— ¿Nos podríamos llamar Gemelas Ravendor? — cuestionó con ilusión.

— En ustedes queda el nombre, pero recuerden, siempre sean fieles a ustedes mismas.

— Que seamos originales y tomemos otro nombre, dices.

— ¡Pero no lo digas tan directo, Paige! — resondró la leona.

Adhara soltó una carcajada limpia ante las palabras de su pupila sin saber qué otra cosa hacer. No cabía duda que aquel dúo dinámico haría de las suyas en el castillo, e internamente, pedía perdón a Minnie por estar contribuyendo en la aparición de nuevas canas verdes en un futuro. Más ya todo estaba hecho, Adhara sabía muy bien que tanto Paige como Daiana se convertirían en la felicidad que Hogwarts necesitaría en cuanto ella se fuera.

En cuanto ella se fuera...

Pensar en abandonar Hogwarts había sido más doloroso de lo que alguna vez había imaginado. En este colegio, en el castillo donde se encontraba, había pasado por los mejores momentos de su vida y llegado a conocer a las personas más importantes de esta. Pero como todo en la vida, nada era tan perfecto, siempre habría de existir una balanza bien equilibrada entre lo bueno y lo malo. Y Adhara lo sabía muy bien, porque en aquel castillo, también había formado los peores recuerdos, en especial uno de entre otros que más había marcado a su persona. Suspiró sacudiendo su cabeza y dejando de lado los negativos sentimientos, no era momento para ellos, en especial, cuando debía de prestar con extrema atención los planes de sus pupilas, para así poder darles sutiles ideas o señalar ciertos detalles.

Aún recordaba las primeras semanas en las que ambas se habían quejado por que, en vez de hacer bromas directamente, Adhara había comenzado con una pequeña explicación, que terminó siendo una larga orientación de casi tres horas entre las preguntas y opiniones de ambas chicas de tercero, sobre los aspectos importantes que se han de tener al realizad una broma. Ya sea el objetivo, los materiales, las víctimas, los imprevistos, las puertas y pasadizos de escape a considerar, el borramiento de huellas tanto mágicas cómo físicas, entre muchos aspectos más para conseguir una broma perfecta y sin dejar rastro alguno como para ser declarado culpable.

Ahora, observando como en una libreta apuntaban cada cosa que se les ocurría, así como también un pequeño debate sobre su verdadero objetivo detrás de las bromas, Adhara podía sentirse bien consigo misma al notar que había enseñado lo suficiente como para que ellas solas se valgan por sí mismas en esta parte de su etapa bromista. Y sabía bien que llegado el momento, sin importar realmente de qué casa, género o de cualquier clasificación humana que existiera, aquel dúo dinámico llegaría a escoger, con sabiduría, a su propios pupilos.

Porque dentro de cada generación, siempre hay rebeldes sin causa que anhelan la diversión.

°•° (...) °•°

— ¿No crees que estás siendo un poco...? — se aclaró la garganta — ¿... demasiado exigente con ellos?

— Sev... — lo llamó con una sonrisa.

— Dime — conectó su mirada con su amiga

— Cállate — ordenó afinando su mirada.

— Cómo ordene, Capitana — soltó rodando los ojos, más no mencionó nada más.

La pelinegra sonrío para sí con satisfacción, antes de sujetar bien su escoba y alzar vuelo. Pasando de manera veloz entre medio del buscador y el guardián del equipo de Slytherin, yendo en dirección a corregir lo que estaban haciendo mal los cazadores

— Ya recordé por qué le temíamos — murmuró Regulus al guardián del equipo, notando como su amiga les decía con una voz ligera, pero dura, las posiciones que los cazadores tenían que tomar.

— Que no te escuche — murmuró este en respuesta — O será peor para ti — Regulus concordó en un silencioso movimiento de cabeza.

— ¿Creen que sea igual de brusca cuando...? — el golpeador hizo un gesto con sus manos — ¿...ya sabes? — el otro golpeador río ante las tonterías de su amigo.

El guardián del equipo solo se quedó observando al menor de los hermanos Black, notando como su ceño se fruncía y, por la forma en que tembló por un momento, reconoció que había aumentado su fuerza en el agarre de su escoba. Pero este no fue el único que lo notó, porque el amigo del golpeador que había soltado tal comentario lo vio y, siguiendo su instinto burlón, le hizo una seña a su amigo para que se diera cuenta de la molestia del pequeño Slytherin.

— ¿Te molestó mi comentario, Black? — pregunta con burla — ¡No te hagas el inocente! — se río — Toda la casa está enterada de que al final, Jones escogió al traidor de tu hermano sobre ti — fastidió, esperando molestar a quien era apegado a la capitana del equipo.

Pero no funcionaría, en ese aspecto Regulus estaba tranquilo. La verdad es que nunca había sentido algo más hacia su amiga que un cariño de amigos. La única razón por la cual lo habían intentado en su momento, fue por la presión de su familia. Tanto sus primas como su madre estaban al pendiente sobre si había alguna forma de conseguir una unión con Adhara. Nunca preguntó un porqué, supuso que se trataba por la reputación que traía, además, de que toda su familia creía que Adha pertenecía a alguna familia de sangre pura de otro país, por más que ella evitara el hablar sobre su ascendencia.

Más volviendo a concentrarse en lo que el hormonado golpeador había dicho, no conseguiría nada de él. No a menos que siguiera haciendo tal tipo de comentarios sobre su amiga.

— El que calla otorga, Black — murmura con una sonrisa de autosuficiencia — Más ahora aprovechando que nuestra candente capitana está concentrada en los cazadores, cuéntanos — Regulus le dirigió una seria mirada — ¿Cómo es ella?

— Será mejor que pares, Goyle — recomendó el guardián.

— Nadie pidió tu opinión, Nott — escupió — Estamos hablando con Black — señaló al nombrado — Estoy más que seguro que debes de saberlo. Existen tantos rumores que hablan sobre que posee unos maravillosos dotes en el arte del placer — comentó al aire, sonriendo al notar la mirada furtiva que recibía del pequeño buscador — Y Jone de seguro te debe de haber contado, no por nada siempre se le ven juntos — sonríe pícaro al saber lo que insinuará después — O puede que los conozcas en...

— Cállate — lo cortó de inmediato. No dejaría que alguien tan estúpido como Goyle hablara así de su amiga, jamás dejaría que hablaran así de alguna mujer.

— ¿Por qué? ¿Por qué lo dices tú? — cuestionó con burla, riendo en compañía de su amigo.

Regulus hubiera dudado y quedado callado ante la amenazante mirada del golpeador. Pero después de la conversación con Adhara, sabía que tenía más poder del que en algún momento hubiera pensado. Además, de quien ese idiota estaba hablando era de quien lo había ayudado y protegido desde que la conoció. Por lo que armándose de valor y tomando la postura amenazante que había visto a Adhara portar cuando le hacía frente a las personas que le caían mal, se preparó para hacerle frente.

— Sí — respondió con una mirada digna de su apellido — Porque soy yo quien te lo ordena — su voz salió más grave de lo que había pensado pero cumplió con su misión.

Regulus sintió satisfacción. Claro que lo sintió. ¿Cómo no hacerlo? Si la postura de la serpiente titubeó y hasta pudo decir que se encogió en su escoba. Sonrió ante la escena frente a sus ojos, pero Goyle no iba aceptar que otra persona lo mangoneara.

— ¿Y quién eres tú exactamente? ¿La persona que la folla? — Regulus deseó tener su varita en ese momento — Oh, creo que me equivoqué de Black.

— Vuelves a decir algo más relacionado con Adha y juro que en cuanto toquemos suelo... — inició su amenaza.

— ¿Es que el niño le tiene miedo a las alturas? — mencionó con un tono de voz aniñado.

— Regulus... — quiso detener Nott al mencionado.

— Déjalo Nott. ¿Qué podría hacerme una pequeña e ingenua serpiente?

— Te sorprenderías — amenaza. Todo Regulus destilaba amenaza.

— Sí, como Jone cuando intentó... — lo que el golpeador iba a decir no pudo terminar, porque tan rápida como el viento, de quien tanto hablaban se les acercó.

— ¿Disfrutando de la charla, caballeros? — ninguno de los jugadores habló — Si saben que cuando alguien pregunta, tienen que responder. ¿No es así? — preguntó exigiendo que hablaran.

— Sí, Jone — respondió el golpeador.

— ¿Sí, qué? — cuestionó de inmediato — ¿Sí estaban disfrutando su charla? ¿O si cuentan con la suficiente capacidad intelectual como para comprender lo que tienen que decir ante una pregunta? — cuando Goyle estuvo a punto de hablar, ella lo interrumpió respondiéndose así misma — Ignoren la segunda, creo saber la respuesta al verlos aquí cuando hace más de cinco minutos los cazadores comenzaron a practicar sus posiciones — señaló.

— ¿Nos estás llamando tontos? — preguntó fastidiado en un tono de voz alto.

Regulus supo al instante que había hecho una mala elección de voz. Adhara ni siquiera le había temido a ciertos profesores cuando utilizaban su tono de voz grave, más bien, parecía como que con ese hechos estos mismos se condenaban.

— No, estoy considerando que valoras tu vida — la pelinegra sonrió.

— ¿Y eso que tiene que ver? — preguntó extrañado.

— ¿Sabes cuantos metros hay de aquí al suelo?

— No — contesto de manera obvia.

— ¿Quieres descubrirlo? — mantuvo su sonrisa.

— ¿Por qué quería...? — Regulus casi dejó escapar una risa al notar cómo se demoró en caer en cuenta de la insinuación de Adhara, pero bajo la seria mirada de esta, la contuvo.

— Recuerden que hay un equipo sustituto — habló para todos — Pueden ser relevados por alguna deficiencia física repentina — la sonrisa desapareció de su rostro — O planeada.

La manzana de Adán de los jugadores bajó por su cuello y Adhara lo supo, los pobres tenían miedo.

— A sus lugares — ordenó, pero ellos quedaron en su lugar — ¿Tengo que repetirlo? ¿De verdad desean que repita? — cuestionó, más ellos ya habían salido volando en dirección a sus lugares antes de que terminara de hablar.

A excepción de Regulus, a quien Adhara lo observó con el ceño fruncido.

— ¿No fui lo suficiente clara? — cuestionó.

— Más que clara Adha, pero ambos sabemos que...

— Estamos en un entrenamiento y no en una charla cotidiana — lo cortó — Aprende a reconocer los momento Regulus, ahora, anda a tu lugar si no quieres que haga transparente a la snitch y no te deje salir de esta cancha hasta que la atrapes.

— S-sí, capitana — asintió para marcharse velozmente.

Eres muy recta con él — escuchó la voz de Severus en su cabeza.

Tal vez Adhara si lo era, tan solo un poquito.

°•°(...)°•°

—Es que aún no me lo creo — murmura moviendo su escoba de un lado a otro — ¿Equipo sustito? ¿Es en serio? ¿Y quiénes lo tienen?

— Todos, Regulus — repitió su respuesta.

— ¿Hablabas de verdad? — la pelinegra asintió — ¿Entonces quién sería el sustituto del título de capitana? — cuestiona curioso y algo ansioso.

¿Sería posible que fuera él el sustito si algo le pasaba a Adhara? No es como que deseaba que eso sucediera, porque al fin y al cabo la adoraba, pero Regulus no negaba que se sentiría bien al tener el control por un momento, ser igual de respetada como lo era Adha en el equipo. Al menos, cuando ella estaba presente.

— Te dije que un día lo iba a cuestionar — Severus comentó, sin alzar la vista de su libro, e interrumpiendo la conversación de dos de los integrantes del equipo de Quidditch.

— ¡Oh, vamos! — se quejó Regulus — ¿Es que no hay ninguna decisión tuya que Sev no sepa? — cuestionó.

— Sí — respondió Adhara.

— No — dijo al mismo tiempo Severus.

La pelinegra lo miró mal, más el pelinegro seguía metido en su lectura. Regulus los miró, sintiendo como su ceño se iba frunciendo por la confusión que empezaba a sentir junto a una pizca de molestia. ¿Por qué había cosas que él desconocía?

— Sí existen cosas que Sev no sabe — Adhara aclaró.

— Cosas sin tanta relevancia — informa el pocionista.

— ¿Cómo sabes que no tienen relevancia si ni siquiera sabes de qué trata? — cuestiona la pelinegra extrañada.

— Porque si fueran relevante me lo contarías — menciona lo obvio, según su pensar, Severus.

— ¿Cómo por qué no habrían cosas relevantes que tu no sepas de mí? — pregunta ella divertida.

— Porque siempre necesitas de la opinión de otra persona para asegurarte de lo que has hecho — responde monótonamente.

— Es cierto, lo admito — dice ella — Pero puede haber otras personas a las cuales le pido su opinión.

— Pero ninguno sería tan bueno dando concejos como yo — una pequeña sonrisa se asoma en su rostro — Tu misma lo dijiste, soy el mejor concejero — citó con arrogancia.

— ¡Sabía que en algún momento lo usarías en mi contra! — exclama, dándole un pequeño empujón, provocando que la sonrisa de Severus se ensanche más.

— ¡Concentración! — pidió Regulus, al notar como sus dos amigos los habían ignorado.

— Claro, Renacuajo — se acordó Adha — ¿Qué querías saber, Reg? — cuestionó ella.

— Tu sustituto — respondió.

— Oh, es Parkinson — responde ella con naturalidad.

— Ah, Parkinson... — Regulus parpadea por unos segundos — ¿PARKINSON? — exclama en un grito.

— Sí, Parkinson, Regulus — respondió Adhara, sabiendo el drama que se venía.

— ¡Pero si él es increíblemente odioso! — se queja el menor — Creyéndose el mejor por tener buenas notas... ¡Hasta se quejó con Horace sobre por qué me nombró prefecto y no a él!

— Lo sabemos Regulus, nos los has venido comentando desde principios de curso — exclama la pelinegra.

— ¿Entonces por qué lo elegiste a él? — cuestiona irritado.

— Diferencia asuntos, Renacuajo — pidió Adhara — Parkinson es un muy buen cazador, además, de saber liderar y reconocer cuando es momento de mostrarse fuerte. No niego que sea egocéntrico, pero...

— ¡Sigue siendo odioso! — se queja Regulus.

Adhara suspira, dirigiendo su mirada a Severus en busca de ayuda. Más este seguía concentrado en su libro. Y antes de que Regulus siguiera quejándose, la pelinegra tomó de la mano del pocionista para jalarlo a su lado.

— ¡Cassiopea! — se quejó.

— Te ibas a chocar con esa pared — contestó ofendida por recibir tal grito que sabía no merecía — Y no me llames Cassiopea — ordenó.

Severus la miró con el entrecejo fruncido, dejando de ver su libro para llevar sus ojos hacia donde su amiga había señalado.

— No es razón para que me jales tan bruscamente — rodó sus ojos volviendo a su lectura.

— Sí, sí, no te preocupes, no es nada — menciona sarcástica, para luego tomar la mano libre de su amigo y ponerla en su hombro. De esta forma el pocionista ya no estaría en peligro de chocarse.

— Concentración — pidió nuevamente Regulus. Adhara asintió para volver a conectar miradas con el renacuajo.

— Reg, sé muy bien qué es lo que le conviene al equipo — menciona — Así que no debes de preocuparte, muy bien sabes que es poco probable que algo me pase en pleno partido.

— En dos partidos saliste lastimada a tal punto de ir a la enfermería — Severus hace recordar.

— Esas dos oportunidades se dieron justo cuando el partido estaba por terminar o ya había terminado. No en pleno, como mencioné — contrataca, mirando mal a su amigo — Y no ayudas Sev.

— No es como si quisiera — murmura por lo bajo.

— ¿Esto es porque te calle en el entrenamiento? — Severus quedó callado — ¡Oh, vamos Sev! ¡Sabes bien que cuando estoy en modo capitana me pongo así! — se defendió.

Regulus suspiró al ver como sus dos amigos se distraían y terminaban enfrascándose en una conversación, ahora discusión, propia de ellos.

— Concentración — pidió, por tercera vez.

— Miren, dejemos este tema de una vez. Parkinson se queda como sustituto. Y tu Sev ¿Cuantas veces te he mencionado que en prácticas evites el hablarme? — el pocionista rueda los ojos.

— Es que simplemente no comprendo porqué Parkinson debe de ser cuando yo podría... — Regulus cierra sus ojos callándose.

Se había delatado y lo sabía. Él sabía que ella ahora lo sabía.

— Hago bien mi trabajo como capitana, no por nada llegué a escogerte aun cuando había escuchado las una y mil maravillas que decían del buscador de cuarto año, puesto que noté como parecía confundirse de dirección a la hora de jugar.

— Eso no tiene... — quiso hablar Regulus.

— Al igual que sé que Severus ese día estaba extrañamente con su varita en la mano, practicando los trucos que le intenté enseñar pero, que él comentó, se trataban de tonterías en su momento — Severus y Regulus conectaron miradas.

Lo sabía. Ella lo sabía.

— Así que, por el bien de todos, y a espera de que no tenga que hacer un cambio de buscador a unos cuantos días del siguiente partido, dejaremos el tema — indica.

— Como ordene, Capitana — respondieron por reflejo al escucharla hablar en el mismo tono de voz que en los partidos.

Los tres compartieron miradas, Adhara confundida viendo como los otros dos se encontraban temerosos de su reacción. Más la pelinegra no retuvo su risa que apareció repentinamente, por lo que bajo las confundidas miradas de sus amigos, permitió que las carcajadas subieran por su garganta para que terminaran saliendo por su boca. Acción de la cual, en poco tiempo, sus amigos imitaron.

°•°(...)°•°

— ¡No! ¡No! ¡NO! — se negaron al unísono.

— ¿Puedo...? — intentó hablar.

— ¡NO! — gritaron de inmediato aferrándose a la pelinegra.

Regulus suspiró exhausto, mirando la hora en el reloj de la sala común para luego ver a su amiga, quien tenía a la gran mayoría de alumnos de primer curso aferrados a su cuerpo. Ella le dio una sonrisa de disculpa, indicándole con una mirada que no podía hacer nada.

— Chicos, Adhara tiene que... — intentó hablar, pero una de las serpientes dejó de lado su agarre para caminar con un porte firme y serio hacia él.

— La señorita Jone no tiene ni debe hacer nada porque ella es libre de tomar sus propias decisiones — lo cortó de manera inmediata — Y ahora, la señorita Jone está ayudándonos con nuestra tarea de historia y después nos ayudará con la de pociones, como prometió — informó dándole una mirada asesina para luego darse la vuelta y mirar con ojos tiernos a la mayor — ¿No es así, señorita Jone? — cuestionó, ladeando su cabeza.

Regulus rodó sus ojos al notar que el niño estaba siendo demasiado astuto al aprovecharse de la ternura que sabía que transmitía por la edad que poseía. Pidió entonces a Salazar porque su amiga no accediera a las peticiones de esos astutos pequeños y aceptara que tenía que ir junto a él para la reunión con Sirius.

— Yo... — Regulus la miró con la ceja alzada, notando como es que ya había tomado una decisión al recibir una mirada de disculpas de su parte — ¿Crees que puedas ir sin mí por esta vez? — le preguntó para después darle una sonrisita.

Los de primer curso, al notar que si Regulus no aceptaba Adhara tampoco iba a aceptar, dirigieron su mirada hacia él para luego también brindarle unas sonrisitas.

— Sabes que va a armar todo un drama por esto — se quejó en un suspiro, sacando una carcajada a la pelinegra.

— Oh, vamos Reg. Dile que en la noche se lo recompenso — menciona divertida.

— ¡Adhara! ¡Niños presentes! — advirtió completamente asustado.

— ¿De qué hablas, Reg? — preguntó ladeando su cabeza confundida.

Regulus abrió sus ojos y alzó sus cejas para hacerla entender.

— Oh... ¡Oh! ¡Pero Regulus! ¡No lo dije en ese sentido, Arcturus! — regañó.

— ¿Sabes tú de qué están hablando? — cuestiono una serpiente que estaba aferrada en la pierna de Adhara.

— Tengo una ligera idea... — murmuró en respuesta.

— ¿Y cuál es? — preguntó curioso.

— Creo que se refiere a...

— ¡No, no, no, no! — Adhara, quien había escuchado la conversación intervino — Ustedes, olviden lo que el idiota ha dicho.

— ¡Niños, Adhara! — recriminó nuevamente.

— Oh, mierda. ¡No, joder! — Adha se tapó su boca — Ustedes no oyeron eso de mí — los menores asintieron divertidos — Y tú, anda antes de que se ponga aún más dramático — pidió.

— ¿Me estás botando de mi propia sala común? — cuestionó ofendido.

— ¿Lo estás siquiera dudando? — cuestionó divertida.

— Eres detestable — mencionó antes de tomar camino hacia la puerta de la sala común.

— ¡Yo también te quiero, Renacuajo! ¡Y no te olvides de decirle a él eso porque no querrás disfrutarlo en su faceta de drama Queen! — Regulus escuchó antes de cerrar la puerta de la sala común con una sonrisa amenazando salir de su boca.

— ¿Lo hicimos bien? — cuestionó una de las serpientes una vez que se aseguraron que Regulus ya se había ido.

— ¡Lo hicieron excelente! — felicitó Adhara, y ellos sonrieron entusiasmados — ¿Cuantos querían una rana de chocolate y cuantos una caja de grageas de todos los sabores? — cuestionó mientras sacaba de su bolsa los dulces mencionados.

Los de once años festejaron mientras que escogían lo que habían pedido a cambio de ayudar a quien consideraban una confidente. ¿Qué ellos necesitaban ayuda para historia y pociones? ¡Eran serpientes! ¡Y Adhara ya les había ayudado en esas tareas hace más de dos días!

— ¿Por qué quería faltar a esa reunión, Señorita Jones? — cuestionó uno — Si se puede saber, claro.

— Claro que pueden saber, no es como que vayan contando mis asuntos por allí — mencionó encogiéndose de hombros, bien ella sabía que confiaba en esos niños — Digamos que suelo ser un poco de mal tercio cuando nos reunimos — menciona divertida.

— ¿Pero no era que el joven Black decía que era él el mal tercio? — preguntó confundida una de las serpientes.

— Eso es lo que piensa él — responde ella — La verdad, es que simplemente necesitan un tiempo entre ellos para poder darse cuenta que mi presencia no es necesaria para que puedan conversar. Al fin de cuentas, ellos se conocen más tiempo que yo a ellos.

Los niños asintieron satisfechos con haber saciado su curiosidad.

— ¿Ahora nos podría contar un cuento?

— ¡No, mejor juguemos al ajedrez mágico!

— ¿Y si vamos a jugar Quidditch?

— ¡O mejor, hagamos de esos picnis con postres frente al lago negro para saludar al calamar gigante!

Adhara sonrió ante las sugerencias de ellos, más no se entrometió en la decisión. Al igual que siempre, tan solo esperaría a que coordinaran entre ellos mismos lo que harían en esas dos horas que les ofrecía antes de la cena. Bien ella sabía, que durante esta, estaría hablando con Severus sobre los EXTASIS y, después de haber tenido una larga charla en la sala común, tendría que escaparse del lugar mencionado para dirigirse a donde siempre se juntaba con su estrella.

No cabía duda que ese día si había estado atareada en actividades. Actividades que la habían ayudado a olvidar la conversación con esos seguidores. Pero el día aún no terminaba, y Adhara esperaba con ansias que llegara el momento de poder sentirse relajada y en calma. Ella tan solo esperaba el momento de reunirse con su pareja. Porque no había mejor sentimiento de hogar que el que Sirius le brindaba. Porque para la Slytherin, quien no era de expresar profundamente sus sentimientos en palabras, Sirius provocaba un deseo de ser capaz de crear el discurso más profundo que pudiera existir jamás.

Porque Adhara realmente lo amaba, era un hecho que no fue necesario expresarlo cuando sus miradas y acciones la delataban, cuando con las acciones que tenían entre ellos lo demostraban. Porque realmente confiaban en el otro, simplemente sabían que no habría secretos en su relación y, los que llegaran a existir, siempre terminarían revelándose cuando se sintieran capaces de contarlo. Porque aceptaban la vida que tenían fuera de su relación, porque respetaban sus deseos propios y sus metas, porque anhelaban la felicidad y lo mejor para el contrario aún si existieran pormenores que no les agradaban. Porque realmente se conocían, realmente sabían que ninguno llegaría a atentar hacia el otro.

O eso se decía la serpiente.

Porque, realmente, ella no tenía conocimiento de la importancia de los secretos que su estrella ocultaba.

Al igual que él tampoco sabía los de ella.

°•°(...)°•°

Quedaron mudos después de que Lily y James terminaran de relatar lo que habían escuchado. Quienes habían oído por segunda vez tal conversación, no negarían que desearon que sus amigos se hubieran equivocado en algún fragmento de la historia. Sin embargo, parecía que Godric Gryffindor no había oído sus peticiones. Lily y James, tal cual como una cinta grabada, habían relatado lo mismo que la primera vez, sin ninguna sola diferencia entre sus palabras. Y, ahora, tan solo quedaba una persona que se negaba a aceptar en su totalidad lo que había escuchado.

Porque todos los demás ya lo estaban asimilando.

— Jamás te mentiría Sirius — después de unos segundos en silencio habla James — ¿Pero estás seguro que ella no lo haría?

No.

No podía.

Sirius no podía.

Simplemente no dudaría.

Por lo que se alejó, a paso lento, pero ante el llamado de su amigo, corrió. Huyo de ellos, en busca de consuelo.

Los dejo para dirigirse al lugar donde pertenecía.

Junto a ella.

No iba a dudar, simplemente no lo iba a hacer. Ya había tenido suficiente con ocultarle lo que sus amigos habían hecho en un principio de año, como para ahora, tener que soportar nuevamente las acusaciones que ahora tenían un fundamento distinto. Un fundamento que consideraba más real que cualquiera de los otros que Marlene les hubiera dicho a sus amigos.

Y el motivo de la fiabilidad era por las personas que lo habían relatado, por las personas que habían presenciado el fundamento.

¿Qué ganaban James y Lily para mentir de esa manera? ¿Qué ganaban ellos inventándose una historia como esa? ¿De qué les serviría el hacer tales afirmaciones?

¿Por qué lo harían?

Sirius conocía bien a James, claramente lo hacía después de haber estado, prácticamente, conviviendo juntos desde hace 7 años. Sirius realmente confiaba en James, él mismo sabía que si ponía su vida en las manos del miope, nada malo pasaría, porque lo consideraba un hermano. Muy bien sabía el pelinegro que tenía una conexión especial con su amigo, no algo romántico, simplemente era una conexión que los unía de tal forma que parecían almas gemelas. Almas gemelas en el concepto que su chica alguna vez le había comentado. Sentía que James vendría siendo ese compañero de por vida, ese apoyo, esa seguridad, que siempre estaría presente cuando lo necesitara.

¿Pero su conexión con James sería más importante que su conexión con su Star?

Mientras corría por los pasillos, importándole poco que sus pasos atrajeran la atención de la señora Norris, pensaba en ello.

Era la segunda vez que Sirius se veía envuelto en una decisión tan difícil, una donde involucraba a dos personas a las cuales adoraba... No. A las cuales amaba. Y de verdad pareciera que Merlín lo odiaba, porque similar a estar en los concursos donde un participante subía de puesto para luego competir contra otro, James había estado en la primera decisión que tomó, quedando como ganador, y ahora tenía que enfrentarse en contra de Adhara.

Realmente, Sirius no sabía lo que ocurriría en ese enfrentamiento.

Pero dentro de él reconocía que la primera batalla entre ambos participantes ya tenía un ganador.

Sirius había decidido ir con su chica.

Porque lo necesitaba, Sirius la necesitaba en ese momento. Sirius necesitaba ver, necesitaba confirmar que su Star seguía siendo ella, que seguía siendo la misma de siempre y a la cual adoraba, a la cual amaba. Sirius tan solo necesitaba verla y estar con ella para saber si es que realmente existía un aspecto peculiar presente en ella, o si todo estaba bien. Él necesitaba estar a su lado, para asegurarse que tan solo se trataban de paranoias que todos los chicos estaban atravesando por la suma del estres de los EXTASIS junto al terror que se depertaba cada vez que leían sobre los ataques de los seguidores de ya saben quién causaban día tras día. Quería pensar que tan solo se trataba de la angustia que sentía por la situación que estaba aterrando a toda la comunidad mágica, y en especial, a quienes se encontraban en un castillo desconectados de la situación.

Por lo que al llegar a la torre de astronomía, sencillamente espero. Adhara en esos momentos debería de estar teniendo una de sus típicas charlas con Quejicus. Y en cuanto terminara, ella vendría al lugar donde mayormente se encontraban cuando tenían planeado solo juntarse por unas cuantas horas.

De manera que espero. Espero en la soledad, dejándose embriagar por las dudas y pensamientos que su masoquista mente tenía preparada para él.

Intentó ignorarlas, intentó ignorar las dudas que de a poco crecían en él, se esforzó en hacer recordar a su mente que su pareja jamás sería capaz de hacer algo como lo que amigos le habían contado, que ella jamás se uniría a quien no debe de ser nombrado, porque ella había perdido a demasiadas personas por su culpa. Pues Sirius tenía un mayor conocimiento de la vida de su Star que el de todos sus amigos, él conocía tanto las pérdidas como los miedos de los cuales muy pocas veces ella expresaba. Y a ese dato el mayor de los hermanos Black se aferraba. Porque esa era el único fundamento que poseía para defenderla.

Salió de sus pensamientos de un sobresalto, escuchando las armoniosas risas provocaron calma en su interior.

La admiró. Se quedó un buen rato observando la manera en que sus ojos se achinaban por las risas que soltaba, el cómo existía un brillo proveniente de su largo cabello pelinegro gracias al reflejo de la luz de la luna. Allí, después de haber estado en una tormenta de dudas, Sirius se sintió nuevamente iluminado por su Star, por quien lo guiaba a través de las oscuras y tenebrosas olas para que pudiera llegar a tierra firme, junto a ella. Sonrió al verla y, sin siquiera pensarlo demasiado, la besó. Juntó sus labios para sentir nuevamente la dicha que lo embriagaba y atontaba en cuanto reconocía el dulce sabor y la suave textura que saboreaba.

Porque no existía dicha mejor que el sentir la profunda respuesta que ella dio ante su acto.

Ninguno de ellos quiso separarse, pues ambos estaban disfrutando de la calma que les provocaba el unirse. Calma que necesitaban después de haber pasado por situaciones tensas. Situaciones que tenían una gran relación que no llegarían a enterarse hasta que fuera demasiado tarde.

Sus ojos jamás se separaron, y entre acciones, se dieron cuenta que no les bastaría unas cuantas horas para saciar su desesperada sed de calma.

Terminaron en su lugar, echados mientras que se aferraban al contrario para así poder conversar entre murmullos, obviando temas importantes, fingiendo que todo estaba bien para no preocupar al contrario. Convenciéndose de que ante los rayos del sol, hablarían de la cuestión.

Y ese fue su error. Retrasar a lo que, en ese momento, pudieron dar solución.

°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

6 775 palabras

No sé porque siento que son muy pocas palabras * iora *

Razón de mi demora: Parciales consumiendome lentamente.

Además, no tenía ni idea de qué poner de título.

En el momento que escribo esto, aún no he encontrado un buen título para el capítulo :'D

So... ¿Qué opinan? 

Me parecio que debían de tener un poco de conocimiento sobre lo que Adhara hacía mientras que sucedía toda esta charla de James y Lily con los chicos uu.

¿Peticiones para el siguiente capítulo?

Saben que siempre tengo en consideración sus opiniones :3

¿Preparados para lo que se viene? 

Espero que sí jklsjadklsaj

¡Cierto! Perdón mi inactividad en la cuenta de insta, andaba con demasiadas actividades :c

Y, si es la voluntad de Salazar puede que esta semana esté más activa y ¿Quién sabe? Haya más capitulos jejeje

¡De todo corazón espero que tengan una semana genial! Son personas espectaculares y completamente divinas, así que de seguro cumplen con todos sus objetivos de hoy. Por favor, cuidense y cumplan con las medidas de prevención ante el covid que cada gobierno ha implementado. Y no se olviden de tomar awita uu.

Los quiere y ama,

Una Slytherin,

no tan Slytherin

Psdt: Se fue la luz de mi casa :c

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